Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo te veían mis ojos. por Baccano

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Si ven esta historia en otro sitio y que no esté bajo el nombre de la cuenta de "Baccano_Sama" o "FrankyRPR" es porque me lo han robado.

Notas del capitulo:

 Este es el primer fanfic que subo aquí, había querido subir antes pero... la flojera (?).

 

Disclaimer: Los personajes de Naruto pertenecen al genialoso Masami Kishimoto. Yo sólo los utilizaré con el único objetivo de entretener y entretenerme.

 

 Sin más que decir, enjoy!

 

  Aun recuerdo la vez que te conocí, clavaste tu oscura mirada en mí con desprecio; sin lugar a dudas eras mejor que yo, pero eso era algo que jamás iba a admitir.

  No importara en qué, sin ningún esfuerzo siempre lograbas superarme con creces, y, de alguna forma, humillarme delante de todos. No voy a mentir, te odiaba por ello, te odiaba por tener a todas las niñas de la clase detrás de ti-específicamente a Sakura Haruno-, por tener mejores calcificaciones que yo, por ser bueno en el desarrollo de los shutsus, por ser más inteligente… Bueno, en definitiva, por ser mejor que yo.

  Pero pese a que te aborrecía con toda mi alma, creo que no lo hacía lo suficiente, porque había algo allí escondido en lo más recóndito de mi corazón, algo que no podía negar, y siendo sincero, el solo hecho de no poder hacerlo me enfurecía; ese algo era un anhelo, un sueño oculto, un  secreto: yo deseaba ser como tú.

  En cierta forma ambos teníamos algo en común que sólo nosotros podíamos entender. Eso era la soledad; tú estabas solo, y yo también. Y sí, admito que me apenaba saber que en lo único que pude igualarte fue en eso, en la soledad.

  En un principio creía que lo tenías todo, que eras un niño mimado de mami y papi, pero luego… que equivocado que estaba.

  El día en que supe la gran tragedia que habías vivido de pequeño me quedé helado. Ahí pude entender que nuestro vínculo no estaba forjado a través del odio, sino que ambos compartíamos un lazo de soledad que nos única indiscriminada e independientemente de lo que nosotros deseáramos.

  Tu hermano había asesinado a todo tu clan y tú no habías podido hacer nada para detenerlo.

  Ese día había terminado de armar el rompecabezas; tu carácter odioso, tus tardes en el lago mirando la nada, tu manera tan arisca de tratar a los demás… todo había adquirido sentido, todo encajaba.

  Me dolía saber que sufrías, y más me dolía saber que lo hacías en silencio, a espaldas de todo el mundo. Tal vez para no preocuparlos o simplemente para mantener aquella fachada de chico duro que tanto te caracterizaba, que, apuesto un tazón de ramén de Ichiraku, que era ésta última.

  Y entonces te vi otra vez, en el mismo lugar de siempre. Estabas sentado en el muelle, con los desnudos pies rozando el agua del lago y el oscuro cabello contrastando con el atardecer que pintaba el cielo. Nuevamente tenías la mirada perdida en el más allá. Estaba seguro de que estabas recordando tu pasado, mientras te echabas la culpa por no haber sido lo suficientemente fuerte. Joder Sasuke, tú eras solo un niño y tu hermano el líder de los cazadores especiales AMBU, ¿Qué podrías haber hecho?

  Me molestaba sobremanera que pienses que la muerte de tus padres era tu responsabilidad, me molestaba mucho. Tú no tenías la culpa, de veras.

  No sé cuándo fue que lo decidí, pero mi cuerpo habías comenzado a correr hacia ti desesperadamente, como si fueras a desaparecer en cualquier momento, lo cual realmente no quería que sucediera.

 

 “¡Sasuke!”

 

  Dije en un grito potente mientras bajabas la colina a todo motor, casi cayéndome en el acto. Tú volteaste hacia mí lentamente, y por un momento creí haber visto cierto destello en tus ojos.

 

“¿Qué es lo que quieres?”

 

  Preguntantes secamente mientras me fulminabas con la mirada.  Esos oscuros ojos de nuevo…  No me sentía intimidado, para nada, pero el hecho de que me mirases como su fuera una piedra en tu zapato no me agradaba en lo más mínimo.

 

 “Deja lo que estás haciendo.”

 

  Aunque las palabras habían surgido de mí con mucha determinación no habían sido muy específicas,  y tal vez por esa razón me miraste extrañado, con el ceño fruncido y cierta burla en el rostro.

 

 “¿Qué intentas decirme mediocre?”

 

  Otras vez ese estúpido mote. Santo cielos, yo tenía un nombre y ese era Naruto Uzumaki, de veras.

 

 “Sasuke, deja de torturarte.”

 

  Había sonado como una orden que no era una orden. Furtivamente te estaba implorando que dejases de hacerte más daño, pero claro, no podía dejar que lo notases o todo mi orgullo sería arrastrado por el viento.

 

 “Creo que haber estado estudiando te ha causado un sobrecalentamiento neuronal.”

 

 “Tarado…”

 

  Esa bromita me había dado n mis puntos más débiles: el estudio.

  Fue ahí cuando no pude resistirlo más. E0se carácter odioso…, haría que por lo menos lo dejases de lado por unos segundos; o tú te hacías el desentendido o yo era una basura para dar explicaciones.

  Me acerqué aún más hacia ti, sentándome a tu lado, y cuando me quise percatar mis brazos estaban envolviendo  tu cuerpo de manera protectora, como si así pudiese salvarte de ti mismo.

  Lo admito, no estaba pensando mucho en lo que hacía.

 

 “¿Qué demo…?”

 

  Sentía como me empujabas hacia atrás toscamente, mientras también me insultabas en todos los idiomas existentes. Creo que todo eso con el simple objetivo de apartarme de ti, algo así como si tuviese una enfermedad muy contagiosa y mortífera y no quisieras correr con mi mismo destino., aunque he de decir que ni tú, y mucho menos yo, sabíamos que éste ya estaba sellado desde hace mucho tiempo.

  Me aferré más a ti de lo que me pudiese haber aferrado a un ramén de edición especial. No estaba en mis planes dejarte ir.

 

 “Sasuke, sé lo que estabas pensando. Sé que ahora mismo te estabas culpando por todo lo que viviste en un pasado. Pero tú no eres el responsable. Te lo prometo, de veras.”

 

 Dejaste de forcejar y tu boca enmudeció de una forma tan repentina que me asusté.

  El silencio de tu voz me hacía sentir extraño. No importaba cuantos pájaros trinaran, ni tampoco cuantas ramas se movieran por la leve ventisca, yo había descubierto que si tú no hablabas me sentía vacío.

 

 “¿Sasuke…?”

 

  Dije en un hilo de voz insignificante. Si no hubiera sido por la cercanía que había entre mis labios y tu oído estaba seguro de que no me hubieses escuchado.

 

 “No te metas, Naruto.”

 

  Si las palabras cortaran yo ya estaría severamente cercenado. Me quedé congelado en mi lugar mientras aún te abrazaba. Soltarte no era una opción, y esperaba que ya te hubieses dado cuenta de eso.

 

 “Puede que no sean  mis problemas, pero…”

 

 “¡Es que no son tus problemas!”

 

 Recalcaste al borde de la locura. Casi me rompes el tímpano con aquel grito tan cargado de ira. Si dejaras que la gente terminara de hablar todo sería más fácil… Idiota.

 

 “¡Sasuke, deja que termine!”

 

 Respondí de igual forma. Ahora estabas ambos sordos de un oído, supongo que eso era estar a mano.

 

 “Sé que no es mi asunto.”

 

  Susurré más calmado.

 

 “Pero te diré algo, y escúchame bien Sasuke, porque no volveré a repetirlo. Si tú sufres yo también sufro.”

 

 Mutismo puro. Minutos y minutos cargados de absoluto e incómodo mutismo.

 

 Sinceramente el vacío que sentía cuando no escuchaba tu voz no tenía ni un ápice de comparación con el repertorio de sensaciones disgustosas que estaba sintiendo en este momento. Estabas tan estático y silencioso que parecías una estatua; una estatua atemorizada ante la idea de que alguien se preocupara por ella, o mejor dicho, de que alguien intente ver más allá de ella.

  Me causaba tanto desconsuelo saber que nunca me ibas a abrir las puertas de tu ser. ¿Por qué, Sasuke? ¿Por qué te negabas a aceptar ayuda? Vamos, ¿Qué era? ¿Orgullo? ¿Vergüenza? ¿Miedo?… ¿Qué rayos era?

  En lo que a mí concierne no tenía nada de malo pedir auxilio o aceptar apoyo, y más si esa personas que te lo brindaba era tu mejor amigo, tu mayor vínculo.

 

 “Di algo…”

 

  Murmuré. Necesitaba que dijeses algo, lo que sea, desde un “Muérete” hasta un “Mediocre”. Si no hacías algo pronto seguramente estallaría en mil pedazos.

  Sasuke…

Una sensación húmeda me recorrió el cuello súbitamente, estremeciéndome. ¿Tú estabas llorando?

 

 “Sasuke, tú…”

 

 “Cierra la boca mediocre.”

 

  Espetaste atolondradamente; tu voz temblaba, pero bueno. Aunque llorando eras un malhumorado de mierda.

 

 “Llora todo lo que necesites, tranquilo.”

 

 “No estoy llorando. Yo no lloro.”

 

 Curvé mis labios levemente ante tu ineficaz excusa. Negabas lo innegable, Sasuke. Me separé un poco de ti para poder ver tu rostro, pero en el momento en que lo intenté me abrazaste tan fuerte que me fui imposible apartarte de mí; no se trataba de no poder, era más que nada de no querer.

 

 “Si le dices a alguien sobre esto desearás no haber nacido.”

 

 “Ajá, como digas.”

 

 Le resté importancia a tu amenaza. Tampoco era que mi mayor anhelo se tratara de que todo el mundo lo supiera. Ya me podía imaginar a Kiba con sus bromitas y a Shikamaru con sus comentarios… Ah, me dolía la cabeza con sólo pensarlo.

  Te abracé más fuerte que antes, casi fusionando tu cuerpo con el mío. Ahora sentía que quería protegerte hasta de lo que te rodeaba. Y sí,  quería hacerlo aunque sabía que eras más fuerte que yo.

 

 “Oye, Naruto.”

 

 “¿Sí?”

 

 “Bueno, yo…”

 

 “¿Qué sucede?”

 

“Verás…”

 

 “¿Qué veo?”

 

 “Es que…”

 

 “¿Qué?”

 

 “Déjame hablar, joder.”

 

 “Lo siento, lo siento.”

 

 Sonreí con gracia y acaricié tus cabellos a modo de disculpas.

 

 “No hagas eso.”

 

 “¿Qué cosa?”

 

 “Tocar mi cabello.”

 

 “¿Por qué?”

 

 “Es sagrado.”

 

 Comencé a reírme animadamente. Sabía que era por ello, pero de igual forma necesitaba preguntarlo para escuchar esa respuesta que tanto esperaba.

 

 “¿Qué es tan gracioso?”

 

 “Nada de nada.”

 

  Volví a acariciar tus cabellos, causando así que te removieras en tu lugar. Por lo menos esta vez no dijiste nada.

  No sé cuánto tiempo pasó luego de aquello, a decir verdad ambos habíamos perdido la noción de lo que nos rodeaba.

  Creo que continuamos abrazándonos por, como mínimo y si no estoy recordando mal, una hora.

 

 “Naruto.”

 

  Me llamaste, rompiendo todo el silencio y sacándome de mis, aparentemente, interminables cavilaciones.

 

 “¿Si?”

 

 “Esto, yo… bueno, lo que quiero decir.”

 

  Suspiraste pesadamente, como si lo que estabas a punto de decir fuera algo de lo que más adelante te podrías arrepentir.

 

 “Gracias.”

  Abrí mis ojos sorprendido. Podría haber esperado de todo. Desde un “Orochimaru es puto” (Opinión que compartía firmemente) hasta un “Amo a Sakura” (Razón por la cual te tiraría al lago. O bueno, eso creo… no estoy muy seguro), pero no que me agradecieras, y menos por voluntad propia.

  Sentí como te apartabas de mí y, por primera vez en horas, me mirabas directamente a la cara. Te exploré con la mirada; tenías los ojos abatidos y marchitos, lo cual casi me parte el alma, y también el rostro medianamente enrojecido. Al ser tan pálido no me sorprendía que tus pómulos hubiesen adquirido ese color, no tras intensas horas de llanto. Y sí, sabía que habías estado llorando todo el rato debido a que tenía mi remera empapada en lágrimas.

  

 

 “Estaré siempre. Para todo lo que necesites, de veras.”

 

  Dije con determinación. Quería que quedara claro que pasara lo que pasara siempre estaría por y para ti.

  Te dediqué una sonrisa agradable, lo cual no me devolviste ni de broma. Pero bueno, después de todo eras Sasuke Uchiha, gran parte de mí sabía que no lo harías.

  Desviaste la mirada hacia el lago y los inspeccionaste de arriba abajo.

 

 “¿Cuánto tiempo pasó?”

 

 Interrogaste en un susurro. Observé el paisaje contigo y luego arqueé una ceja. Las habían comenzado a decorar todo el cielo, y el sol a penas sí se veía en el horizonte; realmente habíamos perdido la noción de lo que nos rodeaba.

 

“No lo sé, pero a juzgar por el panorama creo que una hora o dos.”

 

 Creía, sí, pero algo en mi interior me decía que me había equivocado. Estar contigo nublaba mis dotes de ninja.

 

 “¿Por qué lo has hecho?”

 

 “¿A qué te refieres?”

 

 “A todo. Abrazarme, darme palabras de aliento, protegerme… ¿Qué te traes entre manos, mediocre?”

 

 “Nada malo, tarado.”

 

 Flexioné mis piernas, apoyando mis brazos en mis rodillas y recostando mi barbilla en ambas manos.

 

 “Las estrellas son muy lindas… ¿No?”

 

  No dijiste nada, sólo me miraste de refilón, haciendo caso omiso a mis palabras. Odiaba cuando me ignorabas.

  Hice una mueca y volví a enfocar mi mirada en el cielo. Estaba tan oscuro, y con esas estrellas esparcidas por todo él me maravillaba. Era un paisaje digno de ver, como tus ojos, que me maravillaban diez mil veces más que una noche estrellada.

  Un segundo… ¿Khé?

  Me quedé tieso en mi lugar al darme cuenta de lo que había pensado. Una sensación de calor y frío me recorrió de los pies a la cabeza. Yo, ¿Acaso? No… no podía ser.

  Y sí, sí era. Ese día, en ese momento, lo entendí. Todo ese odio que creía sentir por ti verdaderamente era…

 

  “¡¿Naruto, Sasuke?!”

 

  Sentí una voz llamarnos a ambos que abruptamente me sacó de mis pensamientos. Instantáneamente me incorporé, haciéndolo curiosamente al mismo tiempo que tú.

 

 “No te copies de mí, mediocre.”

 

  Me sonreíste con sorna y me observaste con el mentón en alto. Maldito cara rota.

 

 “¿Qué dices? Tú eres el copión. Maldito desagradecido.”

 

  Contraataqué en un gruñido.

 

 “El único que parece que juega a Simón dice eres tú.”

 

 “¿Qué? ¡Te voy a…!”

 

 “¡Ya basta ustedes dos!”

 

 “¡Encontré a Sasuke!” 

 

 “Ay, que aburrido…”

 

 “¡La última patata es sagrada!”

 

  Volteé a ver y me encontré con el equipo “InoShikaCho” y a Sakura, mi bella Sakura, al pie de la colina.

 

 “Naruto, ¡Chaaa! ¡Deja a Sasuke en paz!”

 

  Sentí un dolor intenso en mi cabeza. Sakura me había dado un puñetazo en la cabeza, y lo peor de todo era que ni siquiera sabía la razón.

 

 “¿Por qué, Sakura? ¡Él fue el que empezó!”

 

  Te apunté con mi dedo de forma acusadora. Maldito, siempre te salía con la tuya.

 

 “Tks, aquí el único estorbo eres tú Naruto.”

 

 “Es cierto Naruto, siempre estás molestando. Deberías dejar de comer tanto ramén y aprender más de Sasuke.”

 

  Y como siempre, si se trataba de ti Ino tenía que aportar su granito de arena a la conversación. Me quedé callado y con una mueca de molestia en el rostro. Era inútil seguir discutiendo cuando sabía que realmente no podía cambiar nada.

 

 “Creo que ya deberíamos irnos. Lady Tsunade y Shizune están preocupadas por ambos.”

 

 “Sí, los han estado buscando desde hacer un par de horas.”

 

 “¿Qué tanto hacían?”

 

  Interpeló Shikamaru mientras fruncía el cejo y nos dedicaba una mirada inquisitiva.

  Nos dimos una efímera mirada llena de complicidad. Sólo deseaba que Shikamaru no la hubiera notado…

  Estaba por decir algo, pero como siempre tú te me adelantaste.

 

 “Este idiota y yo hemos estado entrenando.”

 

 “¿Entrenando?”

 

  Interrogó Sakura incrédula. Seguramente se había enojado por haberla dejado fuera de un entrenamiento que nunca jamás existió.

 

 “Sí.”

 

  Respondiste fríamente. Sabía a la perfección que no soportabas los interrogatorios.

  

 “En fin, como sea. Ya vámonos.”

 

  Shikamaru le restó importancia al asunto y comenzó a caminar en dirección a la aldea. A veces agradecía al cielo y me agradaba demasiado su gran interés por vivir, sarcásticamente hablando, claro.

  Seguí al grupo con la esperanza de pode ir junto a Sakura, cosa que no estuvo más lejos de suceder; ella, al igual que Ino, estaba pegada a ti como las abejas a la miel. ¿Por qué todas siempre estabas detrás de ti?

  Clavé mi mirada en ti con furia (Creo que un gesto de celos o de envidia, no estoy muy seguro), a lo que tú sólo me respondiste con una sonrisa llena de prepotencia.

 

 Estúpido Sasuke.

  

  Claramente lo que yo sentía hacia ti era odio y nada más que... ¡Agh! Cómo sea. A veces tenía ideas y conclusiones muy locas en mi cabeza, sí, lo acepto, pero de igual forma tenía algo muy en claro, y eso era que definitivamente esto que yo sentía hacia a ti no era amor, de verdad... ¡No era amor!

   

FIN.

 

 

Notas finales:

Naruto y su síndrome de Onodera; ni el mismo se cree ese final -3-

 Espero que les haya gustado tanto como a mi al escribirlo y espeor que nos podamos reencontrar en otras historias! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).