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Extraños problemas. por Marcyn

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen.

Notas del capitulo: Espero les guste, por favor opinen.
Era una fiesta de gala, en una escuela poco común. Dicha institución estaba únicamente formada por seres sobre naturales: vampiros, hombres lobo, demonios, brujas, etc. Por muy sobrenatural que fuera no se libraba de las jerarquías y estatus social. En cuanto a las instalaciones, se trataba de una casa vieja enorme con muchas habitaciones en las que se albergaba a los estudiantes. Los salones de clases estaban juntos en un solo edificio frente a la enorme casa. Atrás de la casa se encontraba una especie de bodeguita en la que se tenían divididos varios cuartos, cada uno contaba con un pequeño baño. Dichos cuartos no estaban a la altura de las habitaciones de la mansión, la bodega era donde se hospedaba a los sirvientes.
Era un día no muy especial, pero como siempre la sociedad de alumnos había querido celebrar por alguna estupidez. La fiesta se llevó a cabo en el comedor de la gran casa. Todos celebraban felices, algunos corriendo por el campus otros tantos bailando en la pista. Solo un chico no se divertía, pues las lágrimas corrían por todo su rostro.
Camus De Acuario, un chico de piel muy blanca, ojos carmesí y largo cabello rojo. Un humano común. Con un buen promedio además de un trabajo a medio tiempo conseguía pagar su colegiatura. Su trabajo consistía en ser mesero.
Había asistido a la fiesta como un sirviente, en el fondo de su ser sabía que no era esa la única razón para estar ahí. Uno de los organizadores le gustaba demasiado, incluso habían salido a varias citas en las que por desgracia se tenían que esconder. Shura De Capricornio, un joven aparentemente un año mayor que él, de ojos y cabello negro. Venía de una buena familia de vampiros por lo cual se esperaba que su pareja tuviera el mismo linaje.
Allí estaban los dos en el pasillo principal de la casa que por fortuna se encontraba desierto.
- Lo siento, no quiero que te hagas ilusiones conmigo. No podemos estar juntos.- Dijo Shura con una mirada que pretendía ser fría, pero se mostraba más bien trágica.
- Lo sé, no me molesta, no te preocupes por mí.- Contestó Camus dando la vuelta lo más pronto posible para que él contrario no pudiera verlo llorar.
Salió del pasillo casi corriendo. Quería llegar cuanto antes a su habitación, caminó tan aprisa que no se dio cuenta que un estudiante estaba echado en el suelo, le pisó la mano y el joven molesto lo jaló de un tobillo. Camus cayó de sentón, estaba tan sorprendido que no comprendía lo que estaba pasando. El chico lo obligó a recostarse en el pasto, se acercó a él y olfateó su cuello.
- ¿Humano?- Preguntó el estudiante.
- Sí…- Contestó nervioso Camus- ¿Tú quién eres?
- Disculpa.- Dijo el chico levantándose y ofreciendo una mano al pelirrojo.- Mi nombre es Milo.
Camus volteó hacía arriba para verlo mejor. Se trataba de un chico de su misma edad, con hombros fuertes y piel morena. Poseía una larga cabellera rubia acompañada con unos hermosos ojos azules.
- Camus.- Contestó el humano mientras tomaba la mano del contrario.
- Mucho gusto.- El rubio le regaló una amplia sonrisa.- Mi sexto sentido me dice que no te encuentras muy bien, permite que te lleve hasta tu habitación.
Sin esperar respuesta lo tomó de la cintura y posó el brazo del menor sobre sus hombros. Camus estaba confundido, su tobillo dolía algo, así que mejor aceptó la ayuda del rubio. Después de todo era raro que alguien del campus que no fuera sirviente lo tratara bien.
El chico rubio lo cargó hasta la puerta de su habitación. Pensaba despedirse una vez que estuviera dentro de su cuarto, pero el rubio entró como si nada. Camus estaba un poco sorprendido, Milo dio unas cuantas vueltas alrededor de la cama y se tiró en ella. El pelirrojo no sabía qué hacer, el chico resultaba de lo más raro.
- Ven.- Le indicó el joven desde su cama.
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- ¿Pero qué se supone que haces? ¡No puedes entrar así a la habitación de una persona que apenas conoces! Existe algo llamado educación.- Contestó Camus furioso.
- No te enojes, por favor.- Le suplicó el joven rubio, parándose de su cama.- No fue mi intención molestarte, es sólo que me encanta tu olor y… bueno no pensé que te molestaría tanto.
- Es molesto, por favor sal de mi habitación.- El pelirrojo señaló la puerta.
Milo caminó hacia el exterior con el rostro lleno de tristeza. Camus cerró la puerta se cambió en el baño y se arrojó sobre la cama. Después de unos minutos escuchó unos ruiditos que venían de su ventana, se acercó para ver de qué se trataba, para su desgracia no era un gato, se trataba de un enorme chico acomodado en el marco inferior de su ventana el cual era muy ancho ( para poner macetas y así xD).
- ¿Ahora qué haces?- Preguntó desde el interior.
El otro no respondió solo se acomodó en su lugar dando la espalda al pelirrojo. Antes de que se diera la vuelta Camus observó que el rostro del chico ya no estaba triste sino molesto. No le quiso dar importancia, así que volvió hasta su cama. Se quedó dormido pensando en el chico rubio. Un tosido lo despertó. Hacía frío, fue a ver si Milo seguía en su ventana. Efectivamente ahí estaba, un nudo se formó en su garganta, tomó la colcha con la que se había tapado, abrió la ventana y cobijó al muchacho, quien al sentir la calidez de pronto despertó.
- Perdona, no era mi intención despertarte.- Se excusó.
- ¿Me lo regalas?- Preguntó el rubio con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿La colcha?- El rubio asintió con la cabeza.- Sí.-Contestó Camus sin estar muy seguro de su respuesta.
- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!- El rubio se mostró eufórico, bajó del ventanal y corrió entre la oscuridad hasta que Camus lo perdió de vista.
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Al día siguiente se levantó motivado por ser el último día de clases, asistió a todas sus clases después se dirigió a la cafetería del lugar, para terminar pronto con su trabajo y poder viajar a casa de su hermano. Se topó con Shura en varias ocasiones, el pelinegro le veía con cara de arrepentimiento, incluso trató de tomarle un brazo pero el pelirrojo lo evitó.
Cuando estaba a punto de terminar su turno, Milo entró al lugar. Su jefe le indicó que atendiera al chico rubio. Camus soltó un suspiro y se dirigió hacia la mesa del muchacho.
- ¿Desea ordenar algo?- Preguntó Camus.
- Hola Camus. Sí, quiero un helado de chocolate, el más grande que tengas.-
- En un segundo lo traigo.
Pasaron cinco minutos cuando Camus regresó con la orden de Milo. Le sirvió el postre y cuando se disponía alejarse del chico, éste le tomó de la muñeca.
- Por favor, tómalo conmigo ¿Sí?- Preguntó el rubio con una sonrisa.
- No, estoy en horas de trabajo. Milo no puedo, será en otra ocasión.- Indicó el pelirrojo tratando de zafarse.
Milo se levantó del asiento y gritó.- ¿Gerente dejaría que éste muchachito coma un helado conmigo?
Desde el mostrador se escuchó.-Sí claro, su torno termina en cuanto se termine ese helado.- Contestó el gerente quien estaba muy poco interesado en el tema, pero si trataba de someter a un humano la idea le gustaba.
Camus se sentó de mala gana.- No me gusta el chocolate.
- No mientas, toda tu colcha huele a chocolates. Por cierto creo que no es saludable comer acostado.- Aconsejó el rubio mientras comía su helado.
- ¿Cómo sabes tú eso?- Preguntó el contrario con cara de espanto.
- Pues con sólo olerla se sabe, oh, cierto, soy un hombre lobo.
- Ya veo.- Contestó pensativo mientras tomaba una cuchara con un poco de helado, al fin y al cabo qué más daba si comía un poco.
Al terminar el dichoso helado, ambos caminaron hasta llegar a la alcoba del pelirrojo. Cuando trataba de despedirse el rubio sacaba otro tema de conversación.
- Milo, ha sido maravilloso pasar la tarde contigo, pero tengo que irme.-Dijo Camus algo incómodo al no poder quitarse de encima al Rubio.
Milo le abrazó con fuerza.- Por favor no, te acabo de encontrar no quiero que te marches, quédate.
Las palabras del lobezno lo conmovieron un poco, pues sentía en ellas una gran calidez que.- Lo siento, pero tengo que hacer equipaje mañana visitaré a mi hermano.
- ¿Dónde vive?- Preguntó Milo.
- Vive en A.- Contestó el pelirrojo quitándose al rubio de encima.
- ¿Dejarías que fuera a despedirte a los autobuses?- Preguntó serio.
- El camión sale a las diez de la mañana.- Contestó esperando poder quitárselo de encima.
- Muy bien, ahí estaré.- Prometió el rubio.
Una vez que Milo se fue Camus organizó toda su ropa dentro de la maleta pues no planeaba volver, estaba cansado del maltrato que recibía pero lo que más le molestaba era saber que tenía que seguir viendo a Shura. Una vez terminada la maleta, comió, se dio un baño y se fue a dormir.
Se encontraba esperando el camión, cuando llegó Milo con dos maletas de viaje. Camus estaba sorprendido pues el rubio no le dijo que él también fuera a viajar.
- Hola Camus.- Saludó Milo con una sonrisa.
- Hola Milo, ¿Vas a viajar?
- O sí, fue algo imprevisto pero inevitable.
- Ya veo, ¿Hacia dónde?-Preguntó curioso.
- A donde tenga que ir para estar contigo.

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