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Extraños problemas. por Marcyn

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Notas del capitulo:

Aquí tienen, espero que no les parezca aburrido. 

En un camión rumbo hacia A se encontraban los dos jóvenes. El pelirrojo estaba sentado junto a la ventana con una cara de pocos amigos. El rubio por otro lado se encontraba junto a él, con una cámara borrando fotos para sacar nuevas en el viaje.

-          ¿Es bonito A?, Siempre he querido ir pero mi familia no me dejaba.- Camus no contestó, estaba decidido a no hablar, Milo se sintió un poco triste.- Sé que soy molesto… pero no podía dejarte ir sólo, te necesito.

-          ¿Por qué?- Preguntó el humano todavía molesto.

-          Bueno ya sabes…- La cara del rubio mostraba una mueca de incomodidad.- ¿Cómo diría mamá? Amm… Procesos biológicos, ¡SÍ eso es!, se trata de procesos biológicos.

-          ¿Procesos biológicos?- Camus empezó a tantear por donde iba el asunto.

-          Sí, como verás soy un macho, dentro de poco tendré mi primer celo y necesito una pareja.- El pelirrojo lo veía horrorizado, pero Milo no se detuvo en la explicación.- Mamá dice que es muy importante tener una pareja estable, no como el zoquete de mi hermano que según mis padres se echó a perder. Creo que lo más importante es tener a la persona correcta, por eso estoy aquí, contigo.

-          ¿Por qué crees que soy yo esa persona?- Las mejillas del pelirrojo comenzaron a colorarse.

-          Pues.- Sonrió.- Son muchas las razones, eres lindo, tienes un bonito cuerpo, tu olor es irresistible y ayer al ver tus ojos irritados sentí la necesidad de protegerte.

-          No necesito que me protejas… y no deberías tomar una decisión tan importante de la noche a la mañana apenas nos conocemos.- Dijo el pelirrojo recargándose contra la ventana.

-          ¿No te gusto?- Preguntó el rubio alarmado.

-          No es eso… bueno no es que me gustes… no me desagradas pero…- La cabeza del humano estaba hecha un caos.- Olvídalo.

Milo se puso triste, de pronto se quedó quietecito. Camus por otro lado se encontraba escuchando música con los ojos cerrados tratando de dormir un poco. Pasaron cuatro horas en el camión, cuando el pelirrojo casi conseguía quedarse dormido sintió al contrario sobre su pecho. Milo se encontraba dormido, Camus pensó en empujarlo, algo le detuvo no supo muy bien qué. Se quedó mirándole dormir un rato con sus manos acariciaba su cabello, su rostro.

* No es un mal chico, sólo un poco extraño.*Pensó.

 

Cuando llegaron al lugar, el rubio seguía dormido, Camus intentó despertarlo pero por más que trataba no lo conseguía.

-          Milo, despiértate ya llegamos.- Mientras tiraba de su camisa. El rubio soltó un gruñido, abrió los ojos y de mala gana bajó del camión.

Esperaron sus maletas,  ambos avisaron a las familias su llegada. Camus estaba algo nervioso por lo ocurrido con Milo. De alguna manera se sentía unido al chico, como si se tratara de un pequeño cachorro callejero que lo siguió hasta casa.

-          ¿Tienes donde quedarte?- Preguntó el pelirrojo. * Espero no arrepentirme*.

-          Pues no, pensaba rentar una habitación de hotel mientras Kardia me alcanzaba.- Contestó el rubio.

-          Puedes quedarte conmigo, si quieres… digo mientras llega tú…- *Espera un momento dijo que no tenía novia*- ¿Quién es Kardia?- Soltó de pronto, se sintió un poco apenado por tan imprudente pregunta.

-          Mi hermano.- Contestó contento.- Es genial, ya quiero presentártelo, le va a dar mucho gusto verte. Desde que le dije que tengo pareja no ha parado de preguntar por ti.

De nuevo las mejillas del pelirrojo tomaron color.- ¿Le dijiste a tu hermano que somos pareja?- Preguntó algo aturdido.

-          Le hubiera dicho a más personas, pero a las tres de las mañanas fue el único que contestó el celular.- Dijo sonriente.

Camus estaba a punto de hacer una escena, de regañar al contrario, cuando visualizó a su hermano corriendo hacía ellos para saludarlos. Se trataba de un hombre no muy mayor, apenas estaba en sus veintisiete años tenía la piel como Camus. Sus ojos eran de un color violeta aunque el cristal de sus lentes daba un efecto más oscuro y sus cabellos largos y castaños.

-          Camus ¿Qué tal el viaje?- Preguntó el recién llegado con la respiración un poco agitada.

-          Bien, todo tranquilo.- Contestó, el momento incomodo había llegado pero confiaba en que su hermano entendería.- Hermano te presento a Milo, pasará unos días con nosotros.

-          Mucho gusto mi nombre es Degel.- Dijo el peliverde alzando la mano.

-          El gusto es mío, moría de ganas por conocerlo.- Contestó el rubio entusiasmado.

A Degel el joven le parecía muy extraño, no planeaba hacer sentir incomodo al amigo de su hermano así que ahorro opiniones. Llegaron al carro y guardaron las maletas en la cajuela del carro, Degel traía en los asientos traseros documentos importantes, cuando se disponía a quitarlos Milo lo detuvo.

-          No es necesario, mire cavemos bien.- Dijo Milo sentándose en el asiento del copiloto, tomó a Camus de la muñeca y lo sentó en su regazo.- Ya está.

Ambos hermanos se vieron con una mirada incomoda. Degel quería exigir que dejara a su hermano, pero apenas y conocía el muchacho para regañarlo, así que apretó los dientes, entró al carro y comenzó a manejar. El nuevo amigo de su hermano le desagradaba bastante. Por otro lado Camus se moría de la vergüenza, pensó que con Degel ahí Milo se controlaría pero al parecer se equivocó.

Llegaron a la casa a las diez de la noche, el ambiente estaba bastante tenso y una vez dentro de la casa solo empeoró. Degel sacó las cobijas que pondrían en el sofá-cama para que Milo durmiera. Empezó a desdoblar el sillón cuando Milo lo detuvo.

-          No te preocupes Degel, yo puedo dormir con Camus no me molesta.- Dijo Milo como si nada, mientras tanto el otro le lanzó una mirada fulminante.

-          ¡De ninguna manera!- Le hubiera gustado seguir siendo buena onda, pero la situación ya no lo permitía.- ¡Camus a la cocina!

Camus quien se encontraba guardando la ropa en sus cajones se dirigió pronto hasta el lugar, vio que Milo también tenía intenciones de ir hacía donde estaba  Degel, le señaló que esperara ahí, si su hermano se enojaba más cosas malas podían pasar.

-          ¿Qué pasa?- Preguntó mientras entraba a la cocina.

-          Eso es lo que quiero que me digas, no puedo creer que tengas esa clase amigos.

-          No… es precisamente mi amigo.- Indicó Camus.- Permite que te explique.- El pelirrojo narró todo lo que le había sucedido con el lobezno.

-          ¿Te sientes cómodo con él? Por todo lo que me platicaste parece más bien un acosador.- Dijo el castaño algo confuso.

-          No es que me sienta cómodo. Pero… es el único ser que fue realmente amable conmigo ¿Qué clase de persona sería si lo tratara mal?

-          Tienes razón.- le acarició los cabellos.- SI te llega a hacer algo, cualquier cosa no dudes en decirme ¿Entendido?

-          Fuerte y claro.- Dijo Camus sonriendo.

Aprovechando que estaban los dos en la cocina empezaron a preparar la cena. Calentaron agua para hacer una pasta, siempre que se veían comían la receta de tallarines que su madre les preparaba cuando eran niños. Cuando estuvo listo, acomodaron la mesa y llamaron a Milo. Al ver que Milo no venía ambos se preocuparon, salieron a buscarlo. El rubio se encontraba platicando en el barandal de la casa con un sujeto muy parecido a él, solo  que era más alto y más viejo. Al sentirse observados ambos hombres voltearon, Milo corrió hacía Camus le tomó de las muñecas y le jaló hasta el sujeto.

-          ¡Hermano, él es! Se llama Camus, míralo bien ¿Verdad que es lindo? ¿Crees que a mamá le guste? ¿Pero qué cosas digo? Por supuesto que le va a gustar, digo tan sólo ve lo es hermoso.- Milo hablaba a una velocidad increíblemente rápida.

-          Shhhshh… Milo habla despacio que no se te entiende.- Regañó el rubio mayor.- Soy Kardia mucho gusto.- Saludó estirando la mano.

-          Camus,…igualmente.- Contestó el pelirrojo algo nervioso

-          Y el jovenzuelo de allá.- Kardia apuntó con la cabeza hasta donde estaba Degel.

Degel estaba algo aturdido, de la pena contestó rápidamente y sin pensar.- Me llamó Degel mucho gusto ¿Gustan pasar a comer algo?- Preguntó desde la puerta.

-          Por supuesto, muero de hambre y me complace la idea que sea lo que sea que tus hermosas manos cocinaran me alimenten.- Dijo Kardia guiñando un ojo.

Todos pasaron a la cocina. Degel sentía la mirada penetrante de Kardia sobre todo su ser, se preguntaba que tanto le veía, algo le decía que era mejor no saberlo. Camus por otro lado se sentía nervioso ¿Por qué? No lo sabía. Pensó que quizá si deseara la aprobación de Kardia ¿Para qué? También lo desconocía. Al terminar Degel recogió los platos como buen anfitrión, con lo que no contaba era con que el rubio mayor se ofrecería para ayudarle a limpiarlos.

Camus se dirigió hacía su habitación pues estaba muy cansado, no pasó mucho tiempo cuando Milo tocó su puerta.

-          ¿Qué pasa?- Preguntó Camus algo adormilado.

-          ¿Me dejarías dormir contigo?- Preguntó el lobezno algo abochornado.- Sé que no te gusto, pero por favor. Odio dormir en lugares que no conozco, no importa si tengo que dormir en los pies de tu cama sólo déjame estar aquí.

-          Pensé que te irías a un hotel con tu hermano…

-          Pasaremos la noche aquí, tu hermano nos ofreció quedarnos. Bueno… más bien Kardia lo obligó, en fin ¿Me dejas?-          …Pero vas a dormir en los pies de la cama, y no te vas a mover mucho, y no me vas a olfatear …

-          Ok.- Contestó haciendo un puchero, antes de acostarse le dio un beso a Camus en la mejilla. -Buenas noches.

Notas finales:

Espero que les gustara. Me encantaría recibir comentarios, me gustan mucho, me motivan a seguir y cuando me motivo tengo más ideas locas >:D así que comenten, plis. Gracias por leer.


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