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SEGUNDA OPORTUNIDAD por Kurochan12

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Notas del fanfic:

como siempre los personajes de este fic no me pertenecen , son de su respectivo autor.

sin más espero que les guste

Notas del capitulo:

Un amor no correspondido, ¿será cierto?

pasen y descubran esta historía y los temores de nuestro personaje.

sin más le dejo para que lean y se entretengan

SEGUNDA OPORTUNIDAD

            Doy vueltas sobre la cama tratando de conciliar el sueño. Desde hace tres semana que no puedo dormir, solo puedo pensar en aquella persona que se fue de mi lado, en su piel tan blanca como la misma nieve y aquel  cabello azabache que cubre uno de sus ojos grises, mientras que en el otro sobresale el lunar que se encuentra debajo de aquella mirada seductora.

            Lo amo tanto, pero fui tan tonto, poco a poco lo fui alejando de mi lado. Sé que me amaba pero por mis prejuicios no di el paso decisivo.

            Mis constantes desprecios fueron marchitando su amor. Sus sonrisas, sus anhelos y su alma las destroce lentamente. Acabé con toda la paciencia que tenía conmigo, no lo hacía intencionalmente, pero la educación impartida por mis padres impedía sacar a flote toda la ráfaga de sentimientos que surgían en mí desde el momento en que mis ojos se posaron en su persona.

+++++++++

            Lo conocí en el gimnasio de la escuela, yo pertenecía al equipo de basquetbol. Él acaba de llegar de los Estado Unidos y se inscribió en mi colegio. Yo estaba en mi primer año, mientras que el  ingresó a segundo grado.

            Él era el único que podía soportar mi comportamiento infantil, fue mi poyo en todos los partidos jugados a lo largo de nuestra instancia en la preparatoria.

            Nuestra amistad siguió su curso, durante dos largos años. Cuando él se graduó se fue a la universidad de Tokio a estudiar Administración de Empresas y rentó un departamento cerca de la escuela. Durante el año que me quedé en Akita pude darme cuenta la falta que me hacia su presencia, no era lo mismo hablar por celular y mandarnos mensajes que tenerlo junto a mí, en ese preciso momento lo decidí. Iría a estudiar a su lado.

            Termine ingresando en la misma institución, pera en la facultad de gastronomía, al gustarme tanto los dulces y los postres, opté por esta carrera.

            Me comunique con él, dándole la noticia de que había pasado mis exámenes de ingreso y que iría a estudiar a su misma escuela, y que en dos días llegaría a Tokio en busca de un lugar para quedarme durante mis estudios. Me felicitó, se escuchaba realmente feliz, me dijo que no haría falta buscar algún lugar, que si estaba de acuerdo me podía quedar en la habitación desocupada que tenía su departamento, no lo pensé dos veces y acepté.

            Fue así como empezamos a vivir juntos. El me ayudaba en las materias que se me dificultaban, mientras que yo me encargaba de tener todas las comidas del día listas.

            En mi tercer año de carrera, él se me confesó. Se había enamorado cuando me conoció. “amor a primera vista” me dijo. En ese momento mi corazón empezó a bombear sangre por todo mi cuerpo. Las manos me sudaban. El aleteo de cientos de mariposas se sentía dentro de mi estómago. Fue acercándose despacio, rodeo mi cuello con su brazos, parándose de puntitas y me plantó un beso. Sus labios se sentían tan cálidos, el sabor dulce emanaba de ellos, eran cual oasis en un árido desierto. Mordió mi labio pidiendo permiso para introducir su lengua, mis sentidos empezaban a perderse en el caudal de sensaciones, la cordura se escapaba lentamente, cuando a mi mente llegó como un flash las palabras de mi machista padre “los hombre que gustan de su mismo sexo son unos maricas de mierda, deberían morirse, son la basura de la sociedad”. Me separé de él empujándolo y dándole un golpe en su mejilla, cayendo de sentón en el suelo.

-¡Nunca me vuelvas a tocar, sucio marica!-  sus ojos empezaron a cristalizarse, verlo hizo que mi corazón se estrujara, no quería decir eso, pero las palabras salieron solas. Las frases de mi padre estaban clavadas en mi subconsciente.

-Lo siento, n..no vol…vera a suuuceder- de sus lindos ojos corrían gruesas lágrimas, se paró sin levantar la cabeza y salió corriendo del departamento. Esa noche no llegó a dormir. Maldecía mil veces a mi orgullo y sobre todo al temor que le tenía a mi padre. Al día siguiente llegó como si nada, seguía hablándome normalmente como solía hacerlo.

            Me sentía un gran pendejo, no podía perdonarme el sufrimiento que le cause con mi rechazo, empecé a poner distancia entre los dos.

            No soporto mi comportamiento ni mi rechazo. Con un semblante serio me dijo que se mudaría, que había un hombre que lo pretendía y que le daría una oportunidad, su timbre de voz no mostraba sentimiento alguno, pero sus ojos me pedían que lo detuviera. El miedo al rechazo fue más grande que el amor que sentía por él. Y mi pendejo orgullo salió de nuevo a flote.

-¡Haz lo que se te de la rechingada gana! Como si me importara- su mirada se ensombreció, nada más me brindo una triste sonrisa, podía ver como se aguantaba las ganas de soltarse a llorar.

­-Mañana me marcho. Fue un gusto compartir estos años contigo- se marchó hacia su cuarto quedándose toda la tarde en él. A la hora de la cena, se acercó a la cocina sirviéndose sus alimentos y de nueva cuenta regreso a su cuarto en un profundo y sepulcral silencio.

            Me fui a dormir, pensando en que mañana se iría, no lo podía creer. A la mañana siguiente me dirigí a su cuarto. Sorprendido quedé, todas sus cosas habían desaparecido, mejor dicho se las había llevado, el cuarto estaba en penumbras, solo quedó el olor a manzana y canela que desprendía su blanca piel.

            Mi corazón se estrujo, mis lágrimas empezaron a fluir, caí hincado sobre el frio suelo de madera, mis sollozos se hicieron más fuerte, todo era mi culpa, mi mundo comenzó a desmoronarse, todo a mi alrededor se teñía de gris, no podía hacer nada, yo lo lleve a esta situación.

            Los días pasaban, me lo tope varias veces por los pasillos de la universidad en compañía de ese sujeto, mis celos al verlos juntos crecía demencialmente, pero no tenía el derecho de separarlos. Su pareja era un hombre alto, de cabellos platinados y ojos grises oscuros, siempre lo llevaba sujeto de la cintura, mostrándolo como vil trofeo. En los ojos de mi pelinegro no se podían ver la felicidad, aunque llevara esa falsa sonrisa en los labios. No podía hacerle frente, me sentía la peor escoria del mundo.

            Su hermano menor Taiga llegó a mi departamento, hace tres días que no sabe nada del pelinegro, mientras pasaban los minutos la preocupación se hacía cada vez mayor. Empezamos a contactar a todos sus compañeros, pero nadie lo había visto, tenía días si aparecer por su salón de clases y eso era raro en él.

            Han pasado varios días. Desde entonces no sabemos el paradero de Murochin. Entre Taiga y su pareja Kuroko lo han buscado por todas partes, hablando con los amigos y conocidos del pelinegro, pero no daba resultado alguno. Fueron con su novio pero él tampoco tenía idea  de su paradero.

            Se me hacía raro su comportamiento, no podía creer como siendo su novio no haga nada por buscarlo, yo sabía que tenía algo que ver con su desaparición pero no tenía ninguna a prueba en su contra.

++++++++++

            Al no poder dormir me bajo de la cama amarro mi cabello en una coleta alta y salgo de mi cuarto con dirección a la sala. Tomo mi billetera y las llaves. Me pongo mi chamarra de mezclilla saliendo del departamento. Camino al restaurante familiar que está abierto 24/7.

            Son pocas las personas que están dentro del local, la mayoría son estudiantes universitarios realizando trabajos de última hora y comiendo al  mismo tiempo. Me siento en la mesa que se encuentra más alejada frente a un gran ventanal de vidrio. Pido a la mesera un té helado. A los pocos minutos llega con mi pedido. Mi mente se empieza a alejar de mi cuerpo, hasta que una mano apoyada en mi hombro me saca de mis pensamientos.

-Tiempo sin verte, Atsushi­- esa voz aterciopelada la reconozco. Volteo y veo a la persona que hemos buscado por semanas.

            Su mirada es triste y sin brillo alguno, su semblante pálido y su delgado cuerpo me sorprenden.

-¡Murochin!- me paro y lo abrazo al instante -¡perdóname! Soy un tonto, no quise lastimarte,-  lo suelto y puedo apreciar mejor su linda cara. Alto ahí, algo no está bien. Bajo su ojo se puede notar un ya casi desvanecido moretón ­-¿Qué te pasó en tu rostro?- su cuerpo se tensó ante mi pregunta, desvió la mirada y empezó a temblar. De sus lindos ojos salían gruesas lágrimas, sin temor lo vuelvo a  abrazar, mientras acaricio sus lacios cabellos, se aferra con fuerza a mi chamarra, soltado a llorar, su cabeza la apoyo en mi pecho, espere un rato a que se calmara y nos sentamos en las sillas que estaban a un lado de nosotros, todavía lo tenía entre mis brazos.

-No debí hacerlo, estaba molesto- sus ojos estaban hinchados por el llanto –fue un gran estupidez irme a su lado, no lo amo, lo acepte por mero capricho, pensé olvidarte con él, pero ese dicho no es verdad “un clavo no saca otro clavo” solo haces mayor el sufrimiento- su voz es apenas un murmullo, con dificultad logro entender sus palabras.

            Alzo la cabeza y su mirada se encuentra con la mía, se nota el brillo que empieza surgir en estas gemas que tiene por ojos –te extrañé, siempre lo hice- se arrima más a mí, siento el calor que emana el cuerpo ajeno, aquella calidez que me faltaba, este pequeño cuerpo me lo da.

            Sin temor tomo su rostro en mis manos y le planto un beso, uno en que le expreso lo arrepentido que estoy y el amor que siento por él. En estos momentos mi padre se puede meter sus palabras en donde más le quepan. Por mi Murochin hago lo que sea, hasta cruzar los más grandes desiertos o escalar la más alta montaña.    

-Regresa conmigo, desde ahora no te dejare ir nunca- lo vuelvo a besar.

­Su semblante cambia, se nota una penumbra nublar su alma -No puedo hacerlo, tengo que regresar a lado de mi esposo- no puedo entender sus palabra, dijo ¿esposo? -¿desde cuándo?- agacha la mirada, no me permite ver su rostro, puedo ver unas gotas saladas caer en su regazo.

-Hace dos semana, me amenazó- la sangre empieza a subirme a la cabeza, lo suelto asustándolo en el proceso.  

-¿con qué?­- me voltea a ver y sus dedos empiezan a jugar con la pajilla que está en el vaso.

-Con lastimar a mi hermano Taiga y a su novio- tomo mis manos y siento el miedo correr por sus venas –y también a ti. Se enteró que te amo y no lo soporto. Me dejo encerrado por días en el departamento, apenas hoy me dejo salir- sus mejillas se tornaron rosadas al darse cuenta lo que acaba de decir, -no quiero causarle problemas a mi hermano ni a ti- sus manos tiemblan, pero su mirada es firme.

-No puedo dejar que regreses con él, pero por el momento respetaré tu decisión, pero nos veremos todos los viernes aquí mismo, ya buscaré la forma en que te separes de ese pendejo- sus ojos vuelve a brillar intensamente, y me abraza de nueva cuenta.

-Los viernes no puedo, tiene que ser los sábados, esos días trabaja hasta el amanecer y llega al departamento a las siete de la mañana del domingo- por lo pronto lo seguiré viendo a escondidas, pero algo se me ocurrirá para hacerle pagar por todo el daño que le hace a mi bombón.

            Nos quedamos abrazados por un buen rato. Nuestra respiración se acopla a la contraria, nos separamos al darnos cuenta de la hora que es. Murochin tiene que regresar con el idiota de Haizaki Shougo.

            Nos damos un beso de despedida, no será el último, vendrán más ahora que sabemos que nuestro amor es correspondido. Y sobre todo que no me ha dejado de amar.

            Como prometimos llevamos más de tres meses viéndonos a escondidas, algunos sábados llega hasta mi apartamento, nos quedamos platicando por horas, dándonos algunos besos, unos tiernos y otros más apasionados.

            El día de hoy viene a mi apartamento. Por la mañana compre algunos ingredientes para prepararle una cena deliciosa y sus pastelillos preferidos.

            Entro en la cocina buscando todos los utensilios e ingredientes que necesito, primero realizo unas magdalenas con miel y mantequilla, cubiertas con queso crema y vainilla, algo sencillo pero delicioso. Después me pongo a preparar la cena, que consta de solomillo a la plancha, verduras al vapor y risotto. Al terminar salgo corriendo al baño, me doy una ducha rápida y entro al cuarto a cambiarme, recojo mi cabello en media coleta, una vez listo regreso a la cocina para colocar la vajilla en la mesa, y decorarla con una vela en medio de un arreglo floral.

            A las nueve en punto se escucha el timbre de la puerta, sabiendo de antemano que es mi pelinegro amor, abro la puerta y veo a la persona dueño de mis sueños y anhelos.

            Se ve tan hermoso, es como el sol en primavera, brilla intensamente transmitiendo un calor esquicito, que recorre cada fibra de mi piel, su sonrisa se asemeja al otoño,  fresca por fuera pero con un caudal de lava corriendo por dentro, es la existencia de  la felicidad hecha carne.

            Corre a mis brazos mientras lo sujeto por su frágil cintura y el rodea mi cuello con sus largos y finos brazos.

-te extrañe, mi dulce caramelo- se para de puntitas y me besa de una manera apasionada, recorre mi espalda con la punta de sus dedos, mandando descargas por todo mi cuerpo, que al final se alojan en mi entrepierna. Mi miembro empieza a despertar, cual niño pequeño que le han quitado su chupón y necesita atención. Como puedo lo llevo entre tropiezos al cómodo sillón de la sala, sentándome en el proceso con mi lindo bombón sentado en mi regazo.

            Desata la liga que sostiene mi cabello y enreda sus delgados dedos en él. Recorro con mis labios su blanco cuello, dando sutiles besos que lo hacen estremecer.

-Atsushi, noo agun…to m…asss- entre jadeos va abriendo mi camisa, sus suaves manos trazan figuras imaginarias a lo largo y ancho de mi desnudo torso. –Hazme tuyo… ahh…- su suave voz enciende una llamarada en todo mi ser.

-¿Estás seguro?- con la poca cordura que me queda le pregunto. –No tienes que apres…- sella mis labios con un beso demandante, me toma por las mejillas y me mira a los ojos.

-Llevo años esperando este momento, así que hazlo de una vez- la lujuria puede verse en ese par de gemas. Sus latidos se pueden escuchar al igual que los míos.

            No espero ni un solo segundo más y lo tomo por las caderas, se sujeta de mi cuello para poder levantarnos y así dirigirnos a la habitación, donde por primera vez consumaremos nuestro amor.

            Lo recuesto en la cama, subiéndome encima de él, comienzo a quitar su lindo kimono negro que acentúa magníficamente con el tono blanquecino de su piel. Me acerco a su oreja susurrándole –esta noche te hare gozar como nunca en tu vida- se estremece al sentir mi aliento en su cuello. Muerdo el lóbulo de su oreja, para bajar recorriendo con besos húmedos su cuello, pasando por la clavícula hasta llegar a eso botones rosados que incitan al pecado. Mi lengua saborea cada milímetro de su piel. Levanto mi cabeza observando el lindo sonrojo que hay en su cara. Nuestras miradas se conectan. Sus ojos se permiten expresar lo que su boca mantiene en secreto.

            Toma mis hombros jalándome hacia atrás, mientras quedamos hincados en la suave cama, empieza a quitar lentamente su ropa “santos dulces, que cuerpo más esquicito” pienso al ver semejante escena. Sus mejillas arrebolas por la vergüenza y la excitación, hacen de su rostro digno de una obra de arte.

            En un movimiento rápido me deshago de todas las prendas que porta mi gran cuerpo, quedando los dos como kamisama nos trajo al mundo.  

            Me siento en la cama con mi espalda apoyada en el respaldo, mientras mis piernas se extienden a lo largo del colchón.

            Murochin pasa con dificultad la saliva por su garganta mientras se sonroja al ver la magnitud de carne que se encuentra en medio de mis piernas erguido cual mástil. Se lame los labios de una manera tan sensual, que mi miembro brinca de la excitación.

            Mi dulce bombón gateando sobre la mullida superficie se acerca a mí, sentándose sobre mis piernas, pasando sus brazos por mi largo cuello.

-Atsushi no aguanto másss, hazme tuyo de una vez- ambos sonreímos traviesamente acercándonos y dándonos un beso lento y erótico. Tomo su cabeza con una mano acercándolo más a mí, para hacer el contacto más pasional, introduzco mi lengua en esa oscura cavidad en busca de ese húmedo musculo empezando una guerra sin cuartel, donde el único ganador es el bendito oxígeno, que nos obliga a separarnos.  

            Mi lindo Murochin tiembla y vibra por la ola de placer que recorre su estilizado cuerpo, rasguñando en el proceso mis hombros. Una vez más nos unimos en un beso mientras que nuestros cuerpos se rozan entre sí.

            Nos separamos un poco, para respirar entre los gemidos que salen de nuestras bocas, los pequeños hilos de saliva salen de la comisura de sus labios hasta perderse bajo su mentón.

            Me recuesto en la cama mientras el sigue arriba de mí. Acaricio su espalda con la yema de mis dedos pasando por su fina cintura acabando en esos muslos firmes y bien torneados, escucho sus suaves gemidos que incitan hasta el hombre más santo a cometer pecado.

            Mis caricias lo estremecen, empezando a frotar su miembro con el mío, se puede escuchar el sonido vulgar que hacen ambos trozos de carne al friccionarse. Con ayuda del pre semen que empieza a surgir se hace más placentera la acción.

            Me vuelvo a sentar tomándolo de la cintura, cruza sus piernas detrás de mí. Abro los ojos deleitándome con su rostro avergonzado, empiezo a besar su cuello y regreso hasta sus labios, los muerdo y chupo haciéndolo vibrar. Sus labios empiezan a recorrer mi pecho, sus uñas arremeten contra mi piel dejando marcas de pertenencia –Ahora- digo impaciente ­-Necesito entrar en ti, y llenarte  con mi espeso semen y tapizar por dentro tus calientes paredes- se recuesta en la cama mientras me subo encima de él tratando de no aplastarlo. Lo beso sin reparo alguno, tratando de no dejar marcas en su nívea piel, para no meterlo en problemas con el idiota que tiene por marido.

            Sus manos recorren mi cuerpo, grabándose en la mente cada pequeña imperfección. Acaricio sus blancos muslos subiendo hasta llegar a su lindo trasero, sujeto sus caderas dándole la vuelta dejándolo boca abajo.

-Levanta tus caderas, necesito preparar ese lindo agujerito- se sonroja ante mis palabras, pero acata la orden sin poner resistencia. Su cabeza la recuesta entre las mullidas sabanas mientras sus rodillas apoyadas en la cama, elevando para mí su blanco trasero.

- Murochin eres el dulce perfecto, y me apetece comerte entero- separo sus torneadas nalgas y con mi lengua empiezo a humedecer ese pequeño orificio que se encuentra escondido cual inmenso tesoro.

            Sus gemidos no se hacen esperar, meto el primer dedo dentro de esa apretada cavidad, soltando un gruñido de incomodad por parte de mi pelinegro bombón. Con mi lengua y mi falange empiezo a dilatarlo, cuando creo prudente inserto en segundo digito, abriéndolos en forma de tijeras para ensanchar su esfínter y por último meto el tercer dedo, dando estocadas certeras en su punto dulce, las suplicas por más resuenan por todo el cuarto.

-Ya amor… en…entra en mí, te de…deseo- la poca cordura sale volando de mi mente. Saco mis dedos, mientras que mi otra mano estimula mi erecto miembro. Posiciono mi trozo de carne en aquella abertura y de un solo embiste entro en él.

- duele, du…duele, Atsushi­- de sus ojos empiezan a salir un par de lágrimas, se muerde sus labios para soportar el dolo. Sus paredes son demasiado estrechas, es como si ningún explorador hubiera profanado esta cueva llena de más magnifico tesoro.    

            Me quedo quieto, esperando a que se adapte a mi gruesa vara, me acerca a él besando su nuca y su espalda, tratando que se relaje. –Ya amor espera, dentro de un rato te sentirás en el paraíso- leves suspiros salen de su boca. Espero algunos minutos, cuando el empieza a mover sus cadera dando así el inicio a nuestra pasión.

            Los movimientos al principio son lentos, saco la mitad de mi pene y lo vuelvo a insertar, mientras corren los minutos las estocadas se hacen más fuertes y rápidas.

-m…mássss, ahí A… Atsushi ahí, dama másss duro ahhhh- creo que al fin encontré ese punto que lo hace derretirse, y de ahora en más mis embestidas dan directo en ese punto dulce.

            Me siento en la cama con él encima de mí, las penetraciones se hacen más fuertes. Muerdo sus tetillas sacando alaridos de placer, sus uñas se entierran en mi piel dejando marcas rojas a lo largo de mi espalda. Nos damos un beso de esos que absorben hasta el alma.

            Me recuesta en la cama, coloca sus pies en la superficie suave y sus manos en mi pecho, logrando así que me cabalgue como si yo fuera un potro salvaje. Agarro su cadera para hacer más rápidos los embiste. Baja, sube y se repite el proceso con mi ayuda, tomo entre mi mano derecha su pene que ruega por atención, lo empieza a masturbar, de acuerdo a la velocidad de las estocadas.

-mássss rapi…do, asííííííí ahhhhh, me co…corrooooo ahhhh- expulsó su espeso líquido entre nuestros vientres. Su demencial orgasmo contrajo sus paredes anales, apretando de una manera maravillosa mi pene. Doy unas cuantas estocadas más corriéndome en su interior.

            Cae en sima de mi cuerpo tratando de jalar aire a sus pulmones, lo abrazo y le doy un beso en su frente.

-Eso ha sido fenomenal, Te amo- le digo, levanta su cabeza y se me queda mirando, un par de lágrimas caen por su rostro, preocupado me levanto quedando sentado en la cama –por qué lloras, ¿te lastime?- me sonríe mientras tomas en sus manos mi cara y me da un beso, uno tierno que demuestra que me ama.

-no es nada, solo estoy feliz. Es la primera vez que dices que me amas- en eso caigo en cuenta, que en el tiempo que llevamos juntos nunca le había dicho esas palabras. Le regreso el beso y lo recuesto a lado de mí, nos quedamos en silencio por un rato abrazados.

-me tengo que ir, ya es tarde necesito llegar al departamento de Haizaki- esas palabras rompieron la atmosfera romántica que había en el cuarto. –No pongas esa cara, sabes que no puedo hacer nada, pero pronto estaremos juntos sin que nadie no los impida- sé que tiene razón, que no es un hombre libre, pero me repatea el hígado, que ese desgraciado mantenga a su lado a mi Murochin a base de amenazas.

-Tienes razón, ve a bañarte mientras pido un taxi- me levanto de la cama, colocando mi pantalón y ayudándolo a levantarse para que vaya al baño.

-ven, acércate te voy a decir un secreto- me causa curiosidad lo que me tiene que decir, así que me voy a su lado –esta fue mi primera vez- eso me dejo en shock, me quede estático, mientras que él se iba al baño con una sonrisa en la boca. Al reaccionar corro tras de él ­– ¿es verdad eso?- solo me sonríe avergonzado – nunca he tenido relaciones con Haizaki, por eso se molestaba y acaba golpeándome, pero no me ha forzado- mi fuero interior grita de alegría. Eso no me lo esperaba, entro al baño con él. Volvemos a expresar el amor que sentimos con nuestros cuerpos.

            Como a las dos de la mañana llega el taxi, nos despedimos con un beso, esperando con ansias el próximo sábado para vernos.

++++++++++++

Es un hijo de puta!, LO VOY MATAR­- Taiga me toma del brazo y niega con la cabeza, -no lo han encontrado, ya metimos una demanda por agresión en su contra- la ira invade todo mi ser, como pudo hacerle eso a la persona que según ama con todo su ser – ¿dónde se encuentra Tatsuya?- me muestra en cuarto donde está ingresado.  Entro con sigilo, me doy cuenta que en verdad estamos en un hospital, porque todo aquí es en color blanco, es algo deprimente. Me acerco a la camilla y lo veo ahí tendido, con golpes por todo su cuerpo, su cara apenas esta reconocible. No aguanto más, tomo su mano entre las mías, y me acerco para colocarle un beso en eso pálidos labios, que han dicho incontables veces que me aman. Me siento en la silla que se encuentra a un lado de la cama. No me pienso separar de él ni un solo instante, me quedare a su lado hasta que encuentren a ese infeliz.

            Después de la noche en que nos entregamos mutuamente, complaciendo a nuestros cuerpo que anhelaban la cercanía del otro, pasó la semana rápidamente, nos volvimos a encontrar en mi piso, nuestro amor iba creciendo cada día más, pasamos un mes entre besos, caricias y sexo. Pero al siguiente fin no apareció, supuse que tenía otras cosas que hacer, lo espera hasta la siguiente semana pero pasó lo mismo, pasó un mes en que no llegó a mi casa, donde no sabía absolutamente nada de él, lo fui a buscar al departamento donde vivía con ese mal nacido, pero no había nadie. La desesperación invadió mi cuerpo. Entre Taiga y yo hicimos grupos de búsqueda, sus amigos y los nuestros ayudaron en la tarea. Hasta que el día de hoy una compañera del salón de Murochin le habló a Taiga diciéndole que lo habían encontrado, pero que estaba en malas condiciones. El pelirrojo me llamó a mi celular y me contó todo. Vine lo más rápido que pude y me encuentro a mi amor inconsciente por los golpes que le dio ese pendejo.

            Me quedo dormido agarrando la mano de mi dulce bombón, al rato se escucha el ruido de la puerta al abrirse, me levanto como resorte para ver al doctor entrar al cuarto. Trae en sus manos algunos papeles, a mi parecer creo que es el expediente de mi amor.

-Buenas tardes joven, ¿es algún familiar del paciente?- su voz es muy tranquila, me da un sentimiento de comodidad al escucharlo hablar.

-Buenas tardes, no soy un familiar, soy su amigo. Antes vivíamos juntos. Su hermano se encuentra en la cafetería- el doctor solo me sonríe, y se acerca a revisar los aparatos que se encuentran a los lados de mi pelinegro.

-Puedo ver que son muy cercanos jajaja,- su mirada se puso en el agarre de nuestras manos, eso me dio un poco de vergüenza-si su hermano está descansando, entonces hablaré con usted- se acomodó los lentes y siguió con su explicación –hace dos día el paciente ingreso con múltiples golpes y fracturas en el cuerpo, pero gracias a que lo intervenimos rápido la criatura que lleva dentro logró salvarse, el feto tiene dos meses y medio de gestación. A pesar de su apariencia, tomara entre dos a tres días más para que despierte- sin más que decir salió del cuarto, embarazado Murochin esta embarazado, no lo puedo creer voy a ser papá, tiene el mismo tiempo que el día que hicimos el amor por primera vez.

-Mi dulce caramelo, ¡vamos a ser padres!- lo beso en sus labios recargando mi frente contra la suya –tienes que despertar amor, para que sepas que vas a ser mamá- entre toda esta tragedia algo bueno salió. Estoy realmente feliz un pequeño dulcecito va a nacer.

            Han pasado dos semanas, desde que encontramos a Murochin, cada día se ve mejor su semblante, cuando se enteró que tendríamos un hijo se puso a llorar de la alegría. El día de hoy el doctor le da el alta. Se va a ir a vivir a mi departamento.

            Con la ayuda del suegro de Taiga, metimos la demanda y la orden de restricción contra Haizaki Shougo. Los papeles del divorcio serán emitidos en una semana, por fin estará libre de ese hijo de la gran puta. Esperemos que de ahora en adelante todo salga bien.

¿FIN?...

           

           

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

espero les haya gustado este pequeño one-shot.

 

si dejan algunos comentarios escribiré un epilogo donde veamos que pasó con nuestros amores y que será lo que espera Murochin, el dulde bombón de nuestro amante de las golocinas.

de todos modos lo escribiré.

pasando a otra cosa dejo suspendido el fic de ¿BAILAMOS?, solo por un corto tiempo, me dedicaré a trabajar en el fic GRADUACIÓN, espero y tengan paciencia, he estado ocupada estas semanas, pero este one shot ya lo tenía escrito.

ahora si sin nada más que agregar les agradesco su hermoso y valioso tiempo.

MATTA NE...


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