Te veo caminar, te veo sonreír y pareces brillar, todos a tu alrededor parecen notarlo, y tanto chicas como chicos están encandilados con tu persona; pareces percatarte de lo que provocas en los demás, del efecto que tienes sobre ellos y pareces disfrutarlo, tomas ventaja de sus sentimientos, los atraes hacia ti y juegas con ellos.
Me digo a mí mismo que la gente es ingenua por caer en tu juego, me prometo que no caeré igual, pero es demasiado tarde. La razón me dice que me aleje de ti, que a tu lado sólo seré herido, que lo único que lograré es hacerme daño; lo sé perfectamente pero me niego a escuchar, porque una pequeña parte de mí quiere creer que cambiarás cuando encuentres a la persona indicada, y me sorprendo a mí mismo deseando ser esa persona. Me haces creer que soy esa persona cuando tomas mis manos, me abrazas y cuando siento tu cuerpo junto al mío, y así, también olvido todas las desilusiones que me has causado.
Mi corazón se acelera dolorosamente cada que sonríes, e incluso soy capaz de olvidar todas la veces que me has dejado plantado, sobre todo esa primera, que fue el comienzo de un círculo vicioso, olvido esa humillante experiencia donde me dejaste con el corazón en un puño, maldiciéndome a mí mismo por haber contestado con un “No te preocupes.” a un mensaje poco creíble que decía “Hoy no podré verte, tengo que estudiar, lo siento Jae.”
Me hago falsas ilusiones aunque es más que obvio que la persona a la que quieres no es a mí, la persona en la que piensas todo el día no soy yo. “La chica de tu vida es como la llamas; y sé que sólo lograré hundirme si sigo pensando en ti, pero no puedo evitar que todo lo que llene mi mente seas tú cuando ríes de esa manera tan sincera, cuando me miras con tus preciosos ojos chocolate, o cuando tus largas pestañas caen sobre tu rostro, y me pregunto cómo es que alguien tan simpático es capaz de causar tanto daño.
Incluso Yugyeom y Jr. dicen que lo único que haces es jugar conmigo, pero no puedo controlar lo que siento, no puedo evitar que una sonrisa se extienda por mi rostro ni que se extienda por mí estómago una sensación parecida a caer en picada en una montaña rusa, esa sensación que tanto odio pero que en cuanto a ti se ha convertido totalmente adictiva, cuando recibo tus frívolos mensajes llamándome “mi niño hermoso.”
¿Cuántos años han sido de esto? ¿4, 5? No lo sé, pero yo sigo cayendo, y mientras yo lloro por ti tú sólo me miras, sé que te burlas, “Pobre niño tonto que también cayó por mí” has de pensar; ni siquiera sé porqué me he enamorado de ti, no tenemos nada en común, lo único que nos une es la música.
“Jaebum” tu nombre se repite incesante en mi mente, y me pregunto porqué sigo pensando en ti si hace casi un año que no te veo. Lo único que me queda de ti es el recuerdo de tu sonrisa y una foto juntos donde odio como salgo, tú sales tan guapo como siempre y yo tan poco fotogénico, aún así no me atrevo a borrarla.
Otro año pasa y yo estoy a punto de olvidarte, pero el destino es cruel, y vuelves a entrar por esa puerta por la cual deseé verte tantas veces; me haces sentir lo mismo, mi corazón se acelera y a tu lado me siento un idiota; y es cuando lo comprendo, el amor no debería hacerte sentir así, el amor debería hacerte sentir la persona más dichosa, esto que siento por ti no es amor, jamás lo ha sido, sólo me he encaprichado como un niño pequeño; un peso imaginario que ha estado en mis hombros desde que te conocí desaparece; me sonrío a mí mismo y te sonrío a ti también, te perdono, aunque eso, si lo hago o no, no te importe.
Empiezo a superarte, incluso Yugyeom me felicita, “Ese chico jamás me agradó, es un patán.” me dice, y yo río porque quizá lo seas, pero le agradezco a Dios y a la vida el haberte conocido, porque sin querer me enseñaste algo de suma importancia, a amarme a mí mismo.