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Ties with the enemy por Jane Cevik

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Capítulo I.

El sonido de un cristal quebrándose en el suelo, llenaba el silencio que pronto se produjo en la cocina. La mirada de preocupación de una mujer hacía el adolescente que mantenía la vista fija en el suelo, dándose cuenta segundos después de los pedazos de vidrio del vaso en el suelo, junto con el líquido que minutos antes bebía. Se acercó hasta él, para pedir con amabilidad los utensilios necesarios para limpiar el desastre.

—Lo siento, mamá.

Se disculpó el único hombre del lugar, tratando de ayudar a recoger los diminutos cristales con los material que había traído. Esa acción fue interrumpida por unas manos femeninas y una negación.

—No fue tu culpa, YiXing. Entiendo tu reacción por la noticia —sin necesidad de más palabras, la mujer siguió limpiando.

YiXing se subió hasta su cuarto no sin antes disculparse de nuevo, aunque su madre le decía que no era su culpa. Quería acostarse una última vez en su cama, sentir el colchón viejo rechinando al poner su peso en él. Mirar el techo de color azul, y pensar que había sido una mala decisión el pintarlo de aquél tono. La ventana del lado derecho que daba una vista estupenda, y por la cual solía observar como su amigo LuHan se peinaba el cabello antes de tocar a su puerta. Extrañaría en realidad todo. Acomodó su cabeza en la almohada para tratar de descansar. Al cerrar los ojos recordó la primera vez que conoció  a su tío y la última vez que lo volvió a ver. Era imposible no recordar ese día.

Tenía diez años, era un niño bastante delicado, sus rasgos eran más como los de su madre. Odiaba que la gente le diera palabras repetidas y vacías como; "todo va a estar bien, pequeño". Excepto por una persona, más bien un hombre, bastante alto, que portaba ropa casual.

—Hey, bastardo. Deja de llorar, eres un hombre.

Fue lo que dijo, para retirarse del lugar donde se llevaba acabo el funeral. Mientras él se limpiaba las lágrimas de sus ojos, corriendo hasta su madre para contarle lo sucedido. Teniendo como respuesta un; es tu tío YiFan, mi hermano.

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Las ruedas de su maleta resonaban por la acera, no era lo único que sonaba, los tacones de su madre, hacían un eco. El viaje fue silencioso, sabían que esa sería la última vez que se verían, pero eso no cambíaba el hecho de que actuaban con normalidad ambos.

—Será mejor que aquí te deje, de lo contrario perderé el vuelo —dijo la mujer, tratando de no mirarlo directamente, de lo contrario, no sería lo suficiente fuerte para poder dejarlo.

—¿Cuándo volverás, mamá? —preguntó al instante.

—Sólo serán unos meses, eso será. Volveré cuando acabes la preparatoria —la seguridad que antes portaba, se alejaba.

—¿El tío sabe que viviré con él? —lo que menos quiere YiXing es ser una molestia.

—Ya lo sabe, me ha dicho que no tiene ningún problema. Sólo es temporal. Por favor, trata de llevarte bien con él, puede ser un total bastardo, pero es un buen hombre.

No era raro escuchar una grosería por parte de su madre, después de todo siempre las ocupaba cuando se refería a su hermano, al parecer, así se llevaban ambos.

—Supongo, es una despedida —sus manos temblaron un poco, por lo que sostuvo con más fuerza el fierro de la maleta.

—Cuidate, sabes que mamá te ama —cada palabra pronunciada era tan cálida, como sólo una madre puede lograrlo.

—Adiós, suerte en New York. ¡Vuelve pronto!

Un abrazo fue la despedida final, antes de perder de vista la figura femenina adentro del taxi que segundos antes había parado.    Él siguió el camino, quedaba poco para llegar al departamento de su tío, según su madre. Soltó un suspiro para recorrer los pocos metros que lo separaban de aquella puerta, para llegar hasta ella con inseguridad, no era momento de ser un cobarde, se armó con todo el valor que podía ser posible tener dentro de él y tocar el timbre. Una vez, dos veces, tres veces. Se preguntaba si realmente alguien habitaba allí o el timbre estaba descompuesto, estaba por tocar una cuarta vez, hasta que se abrió la puerta. Para mostrar una figura masculina.

—No quiero comprar chocolates, mierda, dejen de insistir malditos mocosos.

Se llevó una sorpresa al mirar que hay un dueño en aquel departamento. Y le soprendé aún más que ese hombre sea su tío, por unos segundos lo duda. El hombre que conocía de niño tenía cabello, y éste estaba rapado, y claramente, más alto que él.

—¿Quién coños eres tú? —pregunta YiFan  mirando brevemente a Yixing.

—Soy tu sobrino YiXing —responde suavemente, moviendo su maleta. Dudando si debe extender la mano para saludar, al final termina haciéndolo.

—El bastardo llorón —eleva una de sus cejas, rechazando la mano que apuntaba en su dirección. Abriendo la puerta completamente para dejar pasar al adolescente que tenía enfrente de él.

—Hum... —se encoge de hombros, bajando con rapidez su mano con cierta vergüenza. Adentrándose en el gran espacio sucio. Sí, sucio, su mirada se turna entre los condones usados y la lencería femenina.

—Tengo una habitación libre para visitas, subiendo las escaleras a la derecha—se escucha cierta irritación en su voz.

—Gracias —por un momento quiere estar en el sofá, no quiere imaginar como debe estar la habitación, porque seguro debe ser peor que en la planta baja donde hay condones. Pero no quiere ser grosero, ya bastante le está ayudando.

Antes de partir hasta la habitación asignada, escucha maldecir al hombre mayor. "Perra, perra, perra" prefiere subir más rápido los escalones. Era un hecho, extrañaría su hogar.


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