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Power Love por RAMSIN

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Notas del capitulo:

Saitama aun persiste en ayudar a genos, pero tal parece que las cosas toamran un rumbo algo diferente...

 

Capitulo 3

Desde arriba

Las ofertas habían terminado por hoy, sin embargo, dentro de la tienda aun estaba un alboroto de personas cargando con sus comprar del día, principalmente amas de casa, mujeres atareadas que parecían ir con prisa para llegar a su hogar y preparar la cena correspondiente, muy pocos hombres se podían ver entre el tumulto de damas, aun así el se sentía cómodo haciendo eso, con una cesta en sus manos y unos cuantos papeles con ofertas en la otra, mirando inexpresivamente al frigorífico lleno de artículos congelados, se detuvo allí para tomar un par de cosas pero su mente se fue divagando con algo que estaba picoteándole el pensamiento, Genos, bueno, no precisamente Genos, pero si era algo relacionado con él, no podía creer que ese pobre muchacho tuviese tal terror a la calle, su cabeza no podía sacarse la imagen del rubio sollozando aterrado con la simple mención de salir.

-mmmm… salir. – Tomo un par de cosas del frigorífico dejándolas dentro de la cesta – ¿Y si simplemente no lo hago salir?

Y esa frase paso a estar en su boca todo el camino de regreso al departamento con sus bolsas en las manos. Cuando llego a casa noto que el chico no estaba cerca de la puerta para recibirlo. El ser humano es definitivamente un animal de costumbres, la sensación de vacío en ese pasillo mínimo le escoció el estomago, esto de tener compañía empezaba a parecer una rutina extrañamente agradable para él.

-¿Genos? – Saitama dejo las compras sobre el mesón mientras echaba una mirada por la pequeña ventana de la cocina –

El nombrado rubio parecía haberse quedado dormido mientras miraba la tv, su cuerpo descansaba en posición fetal recargado del futon doblado del calvo. Saitama se acerco sin hacer ruidos, paso siguiente busco el control remoto con la mirada para poder apagar el tv, en ese momento noto que había pisado algo, bajo su pie estaba una especie de papel amarillento algo viejo y roído.

-Una foto… - o lo que quedaba de ella, con cuidado la tomo entre sus manos dándole la vuelta para mirarla, sin mucho interés al inicio hasta que la escena de la foto lo llevo a ver nuevamente a Genos –

La imagen estaba algo vieja y con los bordes muy lastimados, parecía que había sido salvada de terminar quemada, en ella se podía ver un par de hombres con un niño de un año en los brazos, el pequeño de la imagen era rubio, con ojos dorados brillantes y una sonrisa enorme en su cara, para el calvo uno de los hombres también era muy parecido a Genos y el otro no se definía muy bien ya que la foto estaba severamente dañada en esa parte, Saitama alzo las cejas con asombro, esos debían ser familiares de Genos… ¿o tal vez sus padres?

-Eres un chico con padres especiales, eh. – Dio un pequeño suspiro dejando la foto junto a la mano del rubio, no quería inmiscuirse más de lo necesario en ese pasado notablemente difícil –

No sintió nada de asombro al pensar en que Genos venía de dos hombres, ya estaba más que acostumbrado a esas peculiaridades del mundo, igual no le importaba lo que hacían los demás con sus vidas, el tan solo se limitaba a vivir la suya sin molestar, salvo cuando terminaba ayudando queriendo o sin querer, el mal habito de su heroísmo problemático.

Sin proponérselo Saitama descubrió un pedacito de los tantos secretos de su inquilino impuesto, lo que desconoce nuestro calvo es que Genos no es solamente un manojo de problemas nerviosos, oculta más cosas que con el pasar del tiempo serán inevitable tocarlas y enfrentarlas. Pero aun no es momento de hablar de ellas, ahora la situación estaba definida como el intentar sacar al chico de la casa o de no sacarlo, estaba muy claro que necesitaría un poco de ayuda y el haber visitado a King no funciono tan bien como esperaba, un video juego no le brindo ni un poco de esperanza por más que King lo obligara a jugarlo en su consola, demostrándole una infinidad de datos banales sobre las necesidades emocionales de una chica virtual, el no quería conquistar chicas virtuales, él quería ayudar a un chico rubio a no tenerle miedo a la vida.

El agradable aroma en la habitación lo despertó, no supo cuando se quedo dormido frente al tv, tan solo estaba muy cansado y algo triste al encontrar entre sus pertenencias una vieja foto, diría que era el único recuerdo tangible de su vida pasada, cuando era feliz entre los seres que dieron todo por él. Súbitamente acabo sentándose, buscando la vieja foto que estaba totalmente seguro no había guardado, una pequeña crisis se instalo en su mente, no necesitaba que su sensei viera ese pasado, el no quería ser juzgado por sus padres, aunque muy dentro sabia que Saitama no era de ese tipo de personas, aun así, era un recuerdo muy privado y no estaba listo para hablar de ello. El pequeño susto paso cuando vio la foto sobre el futon, recogiéndola rápidamente y guardándola entre sus pertenencias, luego de ello se acerco a la cocina para ver que hacia Saitama.  

-Sensei… - se detuvo en el umbral de la cocina, mirando como el mayor estaba muy metido en preparar la cena – Disculpe que me quedara dormido, ya lo ayudo con la cena.

-No – siguió cortando los vegetales sin levantar la mirada del cuchillo – Hoy la cena corre por mi cuenta, aproveche una muy buena oferta en carne.

-Al menos déjeme ayudarlo en algo – Entro a la diminuta cocina para tomar el mandil color rosa que estaba colgado en una esquina –

-¿Que no entendiste de que la cena corre por cuenta mía? – Sonrió un poco al tiempo que tomaba el mandil alejándolo de las manos de Genos –

-Yo... – un leve sonrojo se apodero de sus mejillas, la cara del calvo le hizo sentir algo raro en la boca del estomago, era poco común verlo sonreír así – ¡Entonces pondré la mesa!

-¿Estás realmente dispuesto a ayudarme? – miro seriamente al rubio –

-¡SI! – se paro firme con sus puños apretados –

-¿Entonces harás cualquier cosa que te pida? – una idea repentinamente descabellada se coló en su calva cabeza –

-¡Lo que sea! – parecía un perrito ansioso por rescatar la pelota que su dueño ni si quiera había lanzado lejos –

-Perfecto, cuento con tu palabra. – alzo el cuchillo señalando a Genos –

Para el pobre rubio fue una especie de acertijo, Saitama le dejo prácticamente parado frente a la cocina sin ordenarle nada, tan solo lo veía terminar la cena, acomodando después todo como si fuera un bento, paso siguiente salió de la cocina silbando alegremente, algo se traía entre manos, eso era seguro a vista de Genos. Su sensei estaba actuando raro, dejando todo lo preparado en el mesón de la cocina para después calzarse sus zapatos deportivos y abrir la puerta del departamento.

-Genos, ven aquí – lo llamo con un tono serio –

-Si – se detuvo a una prudente distancia de la puerta abierta, mirando como Saitama sostenía entre sus manos una especie de tela –

- Date la vuelta.

- ¿Darle la espalda? ¿Por qué razón debería hacer eso? – estaba comenzando a ponerse nervioso por las cosas que el calvo le pedía –

-Me diste tu palabra de que cumplirías lo que pidiera, y te estoy pidiendo que te des la vuelta.

Su mente se debatía internamente por aceptar la orden o negarse, muy dentro de él tenía sentimientos encontrados, el poco tiempo junto a Saitama le estaba haciendo confiar algo más en las personas, restaurándole el valor, aunque dejarse manejar por el calvo pasaba de sus límites establecidos.

-No voy a lastimarte, si ese es tu temor. – por algún motivo Saitama leía perfectamente la mirada asustadiza del rubio, esos ojos dorados eran tan expresivos, hablaban solos, gritaban por encima del silencio que manifestaba su dueño –

-Yo… confío en usted. – finalmente se dio media vuelta dejando que Saitama se acercara por detrás –

-Alza los brazos.

Ya para que preguntar, ni abrió la boca y obedeció, sintiendo como repentinamente el mayor le colocaba una especie de suéter, o eso intentaba, porque la prenda no bajo mas, quedándose atorada entre los codos y la cabeza de Genos.

-Creo que no fue una muy buena idea… - Saitama se quedo viendo como el pobre rubio permanecía estoicamente parado con sus brazos arriba, obedecía al pie de la letra – ¿Podrías terminar de ponértelo?

-Ok – Con algo de dificultad se termino de colocar el suéter, notando de inmediato que era uno de los favoritos que más utilizaba su sensei, el que tenía un peculiar estampado con forma de pechos y la palabra oppaien el frente – ¿Para qué me da su suéter? Sensei.

-¡Sin más preguntas! – Súbitamente le subió la capucha al suéter tapándole la cabeza al rubio, acto seguido estiro los cordones que traía haciendo que la capucha se cerrara prácticamente tapándole el rostro al pobre Genos – Si tratas de ver harás trampa.

-¿Ver qué? – En verdad no veía nada, pero si sintió el jalón que le dio el calvo en la mano, sujetándole fuertemente para hacerlo caminar – ¡No me va a llevar a la calle!

-Que no, hombre.

Saitama no supo ni el mismo cómo diablos se le ocurrió la idea, pero ya era tarde para echar atrás, el chico que llevaba a rastras sujeto del brazo temblaba más que una hoja al viento. Eso lo obligaba mas aun a mantenerle la confianza en alto, si cometía un solo paso en falso, la poca seguridad que Genos había adquirido con el se iría por el caño.

Poco a poco Saitama lo fue llevando a donde deseaba, con mucho cuidado subieron una cantidad de escalones que parecieron eternos para Genos, el ruido de la calle a lo lejos y una brisa fría que dio repentinamente en su cuerpo lo asusto, el rubio pensó que de algún modo Saitama lo había traicionado llevándolo a la calle, ese pensamiento lo aterro a tal punto que se desespero soltándose del agarre del calvo, con rabia se deshizo de la capucha, necesitaba ver donde estaba para huir rápido, desesperado con el corazón desbocado hasta pareció detenerse cuando finalmente vio que no era la calle, pero si era la calle, difícil de asimilar aun estando alterado por un evidente ataque de panico.

-Bienvenido al cielo – El calvo extendió su mano señalando el firmamento sobre ellos, un cielo nocturno tapizado de miles de diminutas estrellas – Estamos en la azotea del edificio, te di mi palabra de no ir a la calle.

Genos se sintió tan estúpido por un momento, se había asustado, desconfió, sintió terror, y ahora esto, teniendo una vista realmente magnifica de toda la ciudad Z, desde allí podía ver absolutamente todo, y sin embargo descubrió que no sentía una pisca de temor, estaba en el exterior, pero a la vez no. Con algo de sigilo se movió hasta el borde del edificio, quería mirar más de cerca, ver todo como si nadie pudiese si quiera acercarse a él, sentía que finalmente estaba por encima del resto, intocable, nadie allí podría dañarlo, no había un ser sobre la faz de la tierra que lograra lastimarlo. Por primera vez en muchos años se sintió cómodo con el exterior, con el mundo, sin rencor, sin miedo a nada.

-A veces vengo a comer aquí… tiene una vista genial ¿no crees? – Saitama se paró a su lado, no tuvo que ser genio para entender la sonrisa de Genos, el chico parecía a punto de estallar en risas, como si le hubiesen quitado una tonelada de preocupaciones, el trabajo estaba hecho

Y no supo porque, pero se aferro con toda su alma al mayor, como un niño pequeño, aun tembloroso por el susto que se dio, Genos era demasiado extremista con sus emociones, podía ir de una gama a otra sacando a Saitama de su zona cómoda.

-¡Oi Genos! – sintió los brazos del chico rodeándole la espalda, ese calorcito de otro ser humano que no recordaba cómo se sentía desde hacía muchos años, en su boca se quedaron atrapadas las palabras, fue totalmente incapaz de decirle que lo soltara, a este paso el también estaba comenzando a entender que todo ser humano tiene un punto de quiebre –

-¡Lo lamento! – Se alejo tan rápido como lo había abrazado, dándose cuenta que le había ganado la partida los sentimientos de gratitud para con su sensei, es que tan solo sintió que debía de algún modo dar gracias y las palabras eran míseras para representar lo que valía ese gracias –

-Olvídalo, vamos a comer o se enfriara la cena – alzo la bolsa donde llevaba la comida muy bien envasada –

Cenaron sentados prácticamente el borde de la cornisa, Genos estaba en tal estado de confianza y comodidad que el miedo no existía, ni si quiera a las alturas, mas bien, quería seguir allí sentado toda la noche, respirando el aire fresco, viendo el cielo estrellado y escuchando algún anécdota personal de su sensei, Saitama no era de muchas palabras, pero cuando hablaba con emoción estaba seguro que alguna historia entretenida tenía que venir. Así estuvieron hasta más de media noche, ninguno de los dos noto el paso del tiempo hasta que el frio los obligo a bajar de la azotea.

-Hora de irnos – Saitama se alejo rumbo a las escaleras de emergencia por donde subieron –

-¿Podemos volver a subir mañana en la noche? – le siguió el paso a su sensei, pero sin despegar hasta el último instante la vista del cielo –

-Te resfriaras si estamos todas las noches aquí arriba.

-No creo, su suéter es muy tibio – se encogió feliz en la prenda con inocencia, sin imaginar que el llevarla puesta y ese comentario hizo que Saitama desviara la mirada en un segundo, con mucha desesperación –

-……. – apresuro el paso escaleras abajo, tratando de sacarse de la cabeza la imagen de un Genos muy cómodo dentro de su suéter, ¡su suéter! ¿De cuando acá el prestaba su ropa? –

La cabeza se le saturo de esa imagen, no había modo humano de olvidarlo, y menos aun cuando el mismo se comía la cabeza pensando de donde se le ocurrió la brillante idea ponerle su suéter a Genos. Súbitamente recordó algo del videojuego que King le ofreció obsesivamente…

 

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Era muy incomodo tener que jugar ese tipo de juegos frente a King, mejor dicho, siempre seria incomodo hacerlo como fuera. El perturbador videojuego parecía incitarlo de todos los modos posibles a querer propasarse con la chica rubia protagonista del mismo.

-Saitama ¿en verdad nunca has jugado este tipo de juegos? – King miraba desesperado como el calvo escogía todas las opciones erradas que acababan frustrando los avances amorosos con la chica virtual –

-No.

-¡Te queda una oportunidad antes de que te rechace acompañarla hasta su casa! – se sujeto la cabeza con desesperación, esto era demasiado para su pobre alma amante de los videojuegos –

-Mejor dejemos esto hasta aquí, no comprendo porque ella no puede irse sola - leyó con fastidio las opciones del panel de conversación con la rubia virtual –

-¡SOLO RESPONDE QUE SI! – Paso a morderse los dedos desesperado –

-Ahora… - siguió la indicación del rubio – Dice que tiene frio.

-¡DALE TU SUETER! ¡¿ACASO JAMAS LE HAS PRESTADO TU SUETER A UNA CHICA?!

-Yo no presto mi ropa.

-¡Estas en un videojuego! aquí ella necesita de todo tu amor, comprensión y ternura para que te deje acompañarla a su casa. ¡Que le des el suéter es una evidente muestra de cariño, ella sentirá que le interesas!

 

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-¡NO ME INTERESA DE ESE MODO! – A Saitama se le escapo un grito al abrir la puerta del departamento, ese recuerdo tan solo le traiciono el subconsciente, hablando en voz alta para el –

-¿Que no le interesa de ese modo sensei? – Genos le dio alcance al escucharlo gritar por las escaleras –

-¡NADA! – entro rápidamente al departamento, por alguna razón necesitaba poner tierra de por medio entre él y Genos –

La peculiar situación no se volvió a repetir, Saitama se encargo de que cada vez que Genos deseara subir a la azotea tuviese su propio suéter, aunque eso no quitaba las peculiares sensaciones que despertaban en el calvo al estar parado en ese lugar casi todas las noches con Genos, unas veces el chico subía con el ánimo en alto, otras, se veía tan melancólico que al mayor le provocaba darle unas sutiles palmaditas en la espalda, nada más, el contacto personal no estaba entre sus gustos.

Así se fue un mes completo, ya Genos llevaba dos meses sin salir, salvo las escapadas a la azotea, pero con eso no bastaba para Saitama, tenía que dar el siguiente paso y hacerlo bajar a la calle, así sea un rato, llegar hasta la puerta del edificio seria como un milagro para él, y esta vez no tenía la intensión de seguir envenenándose de malas ideas como ocurrió con el videojuego de King, ahora la búsqueda de ayuda estaba en un lugar no precisamente muy común.

Esa mañana de sábado Saitama salió realmente temprano, ni si quiera hizo ruidos para evitar que Genos despertara, todavía no eran ni las 7 cuando ya estaba encaminándose a una de las peores zonas de la ciudad, ese lugar pertenecía a pandillas que por más que quisieran no podían erradicarse por completo. La prostitución, el tráfico de estupefacientes y el vandalismo corrían por debajo de cuerdas, nadie lo notaba pero todos sabían que existía. En sus años como policía varias veces entro a esa zona, su gran corazón de héroe publico lo llevaba allí, y así como entraba, acababa saliendo muy lastimado, peleando con los pandilleros, apresando a unos y reformando a otros, y precisamente estaba allí para dar con uno de sus peores dolores de cabeza cuando era policía, buscaba exactamente al jefe de una de las bandas más molestas de la zona roja.

-Debería estar aquí… - se detuvo delante de un pequeño local de sushi, en apariencias cerrado, pero él sabía que si daba la vuelta y entraba por detrás del local, la historia era otra –

Cumplió con el recorrido encontrándose con que la puerta que por muchos años estuvo abierta para los maleantes, ahora estaba cerrada, Saitama se quedo intrigado, las cosas cambiaron en algún momento y él ni se dio cuenta, sin mucho apuro toco varias veces a la puerta, necesitaba información sobre el hombre que buscaba. Su espera se vio culminada cuando la puerta fue abierta apenas, como evitando que vieran dentro.

-¿Qué diablos quieres? – la voz tras la puerta sonó realmente cabreada –

-Necesito hablar con alguien que visita este lugar. – ni se inmuto ante la actitud del desconocido –

-¿Acaso estás enfermo? ¿No vez lo temprano que es? – El hombre escupió las palabras con molestia –

-Esperare dentro a que llegue – sin ninguna dificulta empezó a empujar la puerta para que el otro abriera –

-¡MALDITO IDIOTA! ¡NO PUEDES ENTRAR EN MI CASA ASI! – empujaba contra la puerta también, pero Saitama era realmente persistente y fuerte con su decisión de entrar –

El hombre tras la puerta empezó a enfadarse más aun, nadie entraba a su casa de ese modo tan  campante, así que de un momento a otro soltó la puerta y paso a agarrar rápidamente un bate de metal que tenia estratégicamente a su alcance, las malas experiencias lo habían obligado a ser precavido en ese lugar. Saitama al final entro sin imaginarse que sería recibido a punta de batazos.

-TE MANDARE AL OTRO MUND… - se giro con todas sus fuerzas, listo para golpear la brillante calva de Saitama, pero su ataque fue detenido ante el grito de alguien más –

-¡ONII CHAN!

-¿Senko? – el hombre paró en seco su ataque, con el bate a centímetros de la cabeza del extraño intruso –

-¿Que me prometiste sobre no usar esa cosa en casa? – una niña pelinegra de unos 10 años bajo las escaleras que daban a la tras tienda, donde se encontraba su hermano y nuestro apreciado calvo –

-¡Pero es un intruso! – Señalo con su dedo acusadoramente al calvo – ¡No vez que entro a la fuerza!

- ¿Metal bat? – Saitama miro con curiosidad al joven – ¡Tu eres a quien ando buscando!

-¿Qué? – el pelinegro lo miro con perplejidad –

-Soy Saitama ¿no me recuerdas? el policía que siempre venia a darles una paliza cuando se comportaba mal tu pandilla - sonrió bobamente –

-Ya no soy pandillero… - se dio media vuelta acercándose a su hermanita – Tengo otros asuntos más importantes, así que la paliza tendrás que dársela al nuevo jefe de la pandilla, yo ya no hago esas cosas.

-Mi hermano está diciendo la verdad ¡el ya no es un chico malo! – la niña se cruzo de brazos escudando a su hermano mayor –

-No vengo a darte una paliza, tengo es una proposición que hacerte. –Paso de largo por la trastienda hasta llegar al pequeño comercio de sushi –

-No hago negocios sucios ¿no comprendes eso? – el chico gruño siguiendo al mayor hasta el local –

-Entonces ya no recuerdas como defenderte en una pelea callejera.

-Eso nunca se olvida… - Se cruzo de brazos alzando el pecho, siempre se considero uno de los mejores pandilleros de la zona roja –

-Entonces si eres el indicado para hacer negocios. – Saitama tomo asiento en la barra del local –

Continuara…

Realmente Saitama se busca el modo más ortodoxo para ayudar a Genos, primero fue King y ahora es este ex pandillero, ya veremos que trama nuestro calvo querido. Y las cosas de las que se entera el calvo, de aquí en adelante deberán tener mente abierta por ser mpreg XD, Genos oculta no solo el hecho de ser hijo de dos hombres, eso es tema que tocare luego, si no que el también tiene otras sorpresas ja ja ja!! Dejemos que la relación se afiance un poco para que las cosas salgan a flote, mientras, gracias y sigan disfrutando, poco a poco se desenredan los secretos…

 

Próximo Capitulo:

Golpes bajos

 

 


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