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Coincidencias por Sekai Takaritsu

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Notas del capitulo:

Hola! Les traigo un Oneshot para que le den amor jeje

Actualizaré Don't Leave Me muy pronto, espero que antes de que acabe el año. 

Feliz Año Nuevo! Ojalá me puedan dejar un review

Muchas personas desearían volver al pasado y reparar todos los problemas que hayan podido haber ocasionado. Pero todos saben que eso es imposible. Puede que las coincidencias de verdad existen y puede que no sea así. Posiblemente hay personas que están destinadas a ser invisibles para aquellos que no son dignos de percibirlas. Aunque todos estamos destinados a una sola persona.

Junmyeon era un muchacho preocupado por sus estudios, interesado en obtener una beca para poder estudiar la universidad el año próximo. Podría decirse que su vida iba de lo más normal, escuela, clases de idiomas por la tarde y regresar a casa después de un largo día.

Aquél día caminaba en dirección a la parada de autobús unos minutos más temprano de lo normal. Esperó pacientemente hasta que su transporte arribó y subió, notando que apenas y había un asiento disponible en el fondo. Se dirigió hasta allí dispuesto a sentarse cuando divisó a un joven justo delante de él. Era bastante atractivo, pero no se dejó distraer más y rápidamente se concentró en repasar sus notas para el examen de matemáticas que tendría ese día.

Sus clases habían sido de lo más normal y por suerte la evaluación no había sido tan complicada. Al terminar el horario escolar, se dirigió a casa para merendar y luego asistir a la escuela de idiomas. Para llegar hasta su aula debía atravesar un pasillo con varios salones, no es que pusiera atención a las otras clases mientras caminaba pero esta vez decidió echar un vistazo y lo vio de nuevo, el chico de esa mañana. Sin darse cuenta, sonrió para sí mismo y continuó el camino hasta su salón.

Los días fueron pasando, Junmyeon se dio cuenta de que cada vez que salía con diez minutos de anticipación por la mañana, podía abordar el mismo autobús que el joven de aquél día. Así que se convirtió en una nueva costumbre en él, el asunto no era exactamente que aquel chico le gustara, simplemente sentía curiosidad por él.

Las semanas transcurrían, la presencia de él se volvía cada vez más importante para el chico Kim. Ya no sólo lo encontraba en el transporte público y en la escuela de idiomas, ahora había ocasiones en las que le parecía verlo en algún parque o plaza cuando salía con sus amigos. Tantos encuentros provocaron que el joven también se percatara de la existencia de Junmyeon.
Los meses avanzaban, ahora ambos compartían pequeñas sonrisas cuando se encontraban. Había veces en las que nuestro protagonista se atrevía a sentarse a su lado en el autobús, pero nunca reunía el valor para hablarle y él se mostraba más tímido. Días en los que llegaban a mirarse a los ojos un largo rato, pero sin cruzar una sola palabra.

El nombre del chico le era desconocido, no sabía nada. Posiblemente esto hacía que su curiosidad por él creciera más y más. Hasta que se dio cuenta de que lo que realmente sentía era amor. ¿Cómo amar a alguien que ni siquiera conoces? ¿Cómo querer a alguien con quien te encontraste por una coincidencia? Preguntas como estas aquejaban la mente del pobre Junmyeon.

Era lunes, la semana empezaba y, como siempre, se apresuró a desayunar para llegar a tiempo y alcanzar el mismo autobús que él tomaba. Con cierta emoción subió al vehículo y caminó hasta sus lugares de siempre, pero él no estaba. Tal vez había tomado el transporte equivocado, o el joven se había atrasado aquella mañana. Junmyeon esperó hasta la tarde, probablemente lo vería en la escuela de idiomas. Incluso llegó antes de lo usual pero tampoco pudo encontrarlo allí.

Al siguiente día se llevó de nuevo la desilusión de no verlo. ¿Le habría pasado algo? ¿Se sentiría incómodo encontrándose con él a cada momento? El tiempo pasó, alrededor de dos meses de no encontrarlo ni una sola vez. Se sentía triste, y se vio reflejado en las notas de la escuela. La beca ahora poco le importaba, lo único que quería era ver a ese chico de nuevo.

Una tarde decidió desviarse en el camino de regreso a casa y visitar un puente ubicado encima de un río, donde las personas acudían a pedir deseos. Bastaba con anotar tu petición en un papel, amarrarlo a una roca y tirarlo al agua, con la esperanza de que éste se cumpliera. Así lo hizo, su deseo fue volver a ver al joven de la cual él estaba enamorado.

Junmyeon nunca había sido una persona supersticiosa, pero ahora se encontraba tan desesperado que haría cualquier cosa. La siguiente mañana subió al autobús y él no estaba allí. Desesperado, bajó del transporte y corrió al puente donde el día anterior pidió su deseo. Se sentó en la orilla y permaneció allí hasta que llegó la tarde y, con ella, la lluvia hizo acto de presencia.

Frustrado, se puso de pie para ir a casa. Con la cabeza baja caminó en la lluvia, se sorprendió cuando notó a una persona parada frente a él sosteniendo un paraguas para cubrirlo del agua. Cuando levantó la vista lo vio, era él, no podía creerlo. Lo único que alcanzó a hacer fue abrazarlo.

-Sé que no nos conocemos, pero estoy enamorado de ti- susurró en el oído del muchacho.

Éste delicadamente lo apartó y fue entonces cuando Junmyeon logró notar a un chico parado muy alto detrás del joven, quien le dirigía una mirada de molestia. El chico con el que siempre se encontraba sacó otro paraguas de la bolsa que cargaba bajo el brazo para dárselo a Junmyeon.

-Lo siento- dijo él.

Momentos después se alejó caminando con el otro joven abrazándolo por la cintura. Mientras tanto, Junmyeon permaneció parado debajo de la lluvia. Triste, decepcionado. Allí se quedó hasta que anocheció, no volvió a casa hasta el día siguiente. Pasó un buen tiempo para que lograra superar esa etapa su vida, se lamentaba por no ser valiente y hablarle antes de que éste encontrara a alguien más. Posiblemente sólo habían sido coincidencias, su destino no era aquel joven.

Años más tarde supo por su madre de un chico llamado Zhang Yixing, casado con un tal Wu Yifan, el cual vivía cerca de su casa y acudía a la misma escuela de idiomas que atendía él mismo. La descripción que la señora Kim hizo de aquella persona se le hizo tan familiar a Junmyeon que se preguntó si podría tratarse de ese joven que encontraba todos los días en el transporte público. Sacudió la cabeza, sería demasiada coincidencia.

Después de la visita a su madre, Junmyeon tomó el autobús para recordar viejos tiempos en vez de llamar a su chofer. Pagó su boleto y dirigió la mirada en busca de un asiento libre. La vida trae muchas sorpresas, Kim no esperaba volver a ver a su amor platónico de cuando era adolescente. Sin arrugas aún, luciendo un cabello castaño y unos ojos encantadores, los años no parecían haber pasado por él. Sentado junto a él, un pequeño niño de no más de cinco años. Junmyeon perdió el aliento, sus piernas temblaron, tropezó sin caer al avanzar dentro del autobús, atrayendo la atención de aquel hombre castaño.
Intercambio de sonrisas. No había asientos disponibles, por lo que Kim se resignó a continuar el viaje de pie, hasta que una voz melodiosa que recordaba muy bien le llamó.

-Disculpe, puede sentarse aquí si desea. Mi hijo no es pesado, puedo cargarlo- le dijo.
-

Muchas gracias y perdone las molestias- aceptó, mientras se acomodaban en los asientos.

-¿De casualidad le conozco? Su rostro me parece familiar- dijo el castaño.
En ese instante, esas palabras taladraron el corazón de Junmyeon. No lo recordaba, meses de encontrarse a diarios, sonreírse y no significó algo para el otro. No lo culpaba, en ese entonces jamás entablaron una conversación siquiera. Se limitó a sonreírle y responder.

-Solía vivir por este rumbo, probablemente ya nos habíamos encontrado antes- le extendió la mano- Mi nombre es Kim Junmyeon, un placer.

-Igualmente, me llamo Zhang Yixing- correspondió el apretón de manos- Y este pequeño es Luhan, mi hijo. Saluda, cariño.

-Hola- sonrió el niño agitando la mano, luego volteó hacia Yixing- Mamá, ¿podemos comprar el postre favorito de papá?

-Claro, a Yifan le gusta esa tarta desde que estábamos en preparatoria- dijo para sí mismo- Oh, aquí es nuestra parada. Un gusto señor Kim.

-Lo mismo digo, señor Zhang- contestó observando como madre e hijo bajaban del transporte.

Adiós chico del autobús.

Notas finales:

Escribí esto hace un par de años, de hecho está adaptado al Sulay y le agregué algunas cosas. ¿Qué tal quedó?


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