Akaya estaba teniendo un entretenido sueño en el que lograba derrotar a Yukimura en el tenis, tristemente la alarma lo despertó a las ocho de la mañana. Se incorporó pesadamente en la cama que le tocaba, su mirada borrosa lentamente se tornaba normal.
–¿A quién se le ocurrió que todos en éste jodido lugar debíamos despertar tan temprano?– Se quejó en voz alta.
Zaizen, quien ya se encontraba vestido y aparentemente listo para ir a desayunar, le dirigió una mirada de "no empieces ocon tus lamentos mañaneros".
Kirihara se estiró en su cama soltando unos extraños ruiditos para proceder a levantarse. Caminó hasta el baño de la habitación para asearse, se detuvo frente al espejo y le sonrió a su reflejo, a pesar de verse todavía somnoliento se sentía con más energías, ése sería un nuevo día para esforzarse en el tenis, olvidar un poco más a Yanagi y también quizá conocer un poco más a Shiraishi. Se cohibió ante ese último pensamiento y entró a la ducha de una vez.
Ya que sabía que si llegaba tarde a desayunar “mamá” Yukimura lo regañaría.
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Cuando Shiraishi llegó al comedor, lo primero que divisó, inconscientemente, fue a Kirihara sentado junto a Bunta; Yagyuu y Yukimura, que venían junto con él, se acercaron a la mesa donde se encontraban el azabache y el pelirozado.
El rubio, por su parte, se encaminó a la mesa donde estaban los que quedaban del Shitenhouji en la u-17. La mesa se sentía más callada sin los faltantes, pero el rubio sólo se dedicaba a mirar hacia la mesa del Rikkai.
Akaya se encontraba mirando un poco sorprendido la gran cantidad de comida que Marui estaba comiendo, Yagyuu comía sentado con la espalda bien recta y Seiichi hablaba sobre algo que Kuranosuke no alcanzaba a escuchar.
¿En qué momento se comenzó a fijar tanto en Akaya? Quería saber.
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¡Ya estaba bien! Atobe no era una persona celosa, oh, para nada, pero en el momento en el que Jirou se ponía a hablar de una manera emocionada lo TAN bien que se la había pasado en la noche con la cereza rancia y el hiperglucémico, esos que tenía de compañeros, no podía simplemente ignorarlo. Y más ahora, que se encontraba a solas con Marui debido a que Gakuto se había ido del campamento.
–Entonces Marui-kun...– Decía el rubio antes de ser interrumpido.
–Jirou, a Ore-sama no le interesa escuchar sobre el idiota ese que se hace llamar genio.– Le calló Atobe, recibiendo una mala mirada por parte del menor.
–Marui-kun no es un idiota– le defendió– Es uno de mis mejores amigos.
Uh, golpe bajo.
Atobe de alguna manera adoraba esa parte de Jirou, era el único que le protestaba e insultaba. No de una manera irrespetuosa, la intención de Jirou no era hacerle sentir mal ni nada y lo sabía, sólo era su forma de ser demasiado... honesta. Le gustaba esa inocencia con la que hablaba, pero en momentos como éste sólo podía detestar aquello, ya que no notaba lo celoso que se ponía.
–Vale, pero te he dicho antes que me molesta que pases tanto tiempo con él, pero lo sigues haciendo y además sólo hablas de eso.– Jirou muy pocas veces se mostraba ofendido, ésta era una de esas.
–No entiendo por qué te molesta tanto, Atobe, Marui-kun es sólo un amigo y te lo digo todo el tiempo, ¡odio que tengas tan poca confianza en mí!– Exclamó con enfado. Se levantó de su asiento y se fue sin más, dejando a Atobe con la palabra en la boca.
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Marui se sorprendió un poco al ver la mala cara que traía Jirou esa mañana, por lo que se acercó a Chotarou para preguntarle qué le ocurría.
–Pues, por lo que tengo entendido, se peleó con Atobe ésta mañana.– Le explicó el muchacho.
El pelirrojo le agradeció y se alejó procesando la información. Atobe y Jirou se habían peleado, lo que significa... ¡Tenía una oportunidad! Y no iba a desaprovecharla.
Continuará…