En un pequeño parque comunal con muchos juegos infantiles, se encontraban diferentes padres con sus hijos en aquella tarde. Entre ellos había un castaño sentado con su pequeño en frente, jugando a pasarse la pelota.
-Toma, Kei-kun – Dijo Misaki a su hijo Keizo, quien heredó su cabello castaño y su carita angelical, con unos brillantes ojos violetas.
El bebé de un año y medio tomó la pelota con una sonrisa y la tiró de vuelta mientras reia.
Ambos jugaban cada tarde y cada cuanto Akihiko se les unia, cuando no estaba ocupado. En ese momento, como invocado, apareció un convertible rojo. Todos en el parque voltearon a ver e incluso los pequeñines se acercaron emocionados al auto.
-¡Mamá, mira!
-¡Llegó una estrella de cine!
-¡Quelo filma!
Decian los niños que se acercaban corriendo a ver la “estrella” salir de su auto, otros simplemente se emocionaron con el auto y su color. Las madres miraban alucinadas al hombre que salía de su auto. - Menos mal y vinimos al parque hoy - Pensaban
A lo lejos se veía el castaño cargando a su hijo, al que casi pisan los demás niños al correr hacia su pareja. Misaki miraba a otro lado con cara abochornada – Siempre lo mismo cada vez que viene – Pensó con una gota en la nuca al ver a varias mujeres con sus novelas en la mano, tal parece que iban a ese parque para encontrarse con el escritor.
El peli-gris vio el ajetreo como si nada y al notar a sus dos castaños fue rumbo a ellos. Misaki sintió a su hijo moverse en sus brazos -¿Qué pasa, Kei-kun?
-Papii – Estiraba sus bracitos y al mismo tiempo trataba de soltarse.
Misaki le sonrió – Asi que quieres saludar a papá, ¿eh? – Le puso en el suelo – Vamos, ves con papá
El niño le sonrió y fue corriendo hacia su papá. Todo lo rápido que puedo un bebé de su edad – ¡Papii!
Al escuchar esa vocecita el oji-violeta se agachó sonriendo hacia su retoño – Ven aquí, Kei – Le extendió sus brazos y lo tomó al llegar -¿Cómo ha estado mi pequeñito? – Le preguntaba mientras lo abrazaba.
-Mamii, peota… ¡Divetido! – Trataba de hablar mientras aplaudia y señalaba a Misaki que se acercaba a ambos.
-Parece que se divertian – Le dijo sonriéndole. Misaki llegó con ellos y le dio un beso rápido, sonrojándole por tomarlo desprevenido – Hola, Misaki
-¿Podrias dejar de hacer eso?
-¿Hacer esto? – Volvió a besarlo y vio una venita en sien del castaño – Pero sabes que me gusta hacerlo, asi que lo seguire haciendo.
El castaño suspiró – Lo se, pero me referia a dejar de venir en el convertible, ¡Mira como están todos! – Le señaló discretamente que estaban prácticamente rodeados.- Otra vez casi aplastan a Kei-kun – Le señaló ahora al pequeño castaño que jugaba con la corbata de su papi.
El peli-gris pasó a un solo brazo a Keizo y con su mano libre tomó la de Misaki – Entonces vámonos, tengo hambre– Y comenzó a jalar a su pareja.
-H-Hey! ¿A dónde nos quieres llevar, pervertido? – Gritó aunque luego puso su otra mano en la boca: había gente a su alrededor y no podía enseñarle esas cosas a su hijo.
-Aunque me encantaría comerte a ti – Le dijo viéndole completamente sonrojado, llegando a su auto – Mi pequeño Kei está con nosotros asi que vayamos a un sitio que le guste… Pero luego no te salvas.
Abrió la puerta poniendo a Keizo en la parte de atrás, en su puesto de bebe. Misaki suspiró ya acostumbrado a su actitud, aunque luego sonrió. Recordaba que a Usagi-san no le gustaban los niños, pero desde que Keizo llego a sus vidas, se convirtió en su debilidad.
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La familia llegó a un restaurante infantil, en el que la mitad estaba practicamente conformada por juegos para niños de todas las edades. – Voy a pedir la comida, Usagi-san. Quédate con Kei-kun – Bajó al pequeño el cual al estar en el suelo tomó su pantalón con su manito.
-¿Mami… se va? – Le dijo algo triste.
Ambos padres sonrieron entre si, a su hijo le gustaba estar con sus papas todo el tiempo -No, cariño. Quedate con papi, mira – Le señaló la máquina de juguetes – Hay muchos juegos. Traele a mami un bonito juguete – Le sonrió a su hijo que se le contagió la sonrisa y tomó la mano de su papá para jalarlo a los juegos.
Misaki pidió unas hamburguesas y el menú infantil para su hijo, esperó un poco y su orden llegó. Con la bandeja en mano divisó una mesa y se sentó.- Ahora, ¿Dónde andarán? – Se preguntó comenzando a buscarlos aunque luego una gota resbaló por su nuca al ver a ambos Usami tomando todos los peluches de todos los juegos que podían, difícilmente se podía ver quien era el mas emocionado jugando.- ¡Oye! ¡Usagi-san!
El peli-gris alzó su vista y chistó cargando a su hijo – ¡Papii, quelo jugaaa! – Dijo el niño casi con lágrimas en los ojos, apenas había ganado 3 peluches y no tan grandes como los que tenia su papá
-Yo también, Kei. La próxima vez jugamos mas tiempo y con mamá.- Le sonrió al niño que se emocionó
-Sii! Mamii!
Ambos llegaron con el castaño y el pequeño se sentó en sus piernas para que le diera de comer.- Haber, abre la boquita – Le dijo al pequeño riendo mientras que esta la abria jugando con la sorpresita que le llegó en el menú. Misaki escuchó la risa del peli-gris.- ¿Q-Qué?
-Eres tan adorable cuando te pones todo meloso con Kei – Le dijo haciendo que el castaño se sonrojara
-¡C-Cállate! – Se escuchó la melodía del celular del mayor, aunque este seguía comiendo sin inmutarse - ¿No contestaras?
-Apuesto que es Aikawa molestando con el manuscrito – Le dijo mientras seguía comiendo y el teléfono seguía sonando.
-¿Y cuándo debes entregarlo? – Dijo limpiando la boquita de su hijo.
-A ver… Creo que mañana
-¡¿Ah?! P-Pero ya lo tienes casi listo, ¿No? – Le preguntó nervioso
-Voy a la mitad, supongo. – Vio a Misaki pararse aun cargando al castaño menor
-¿Estas loco? ¡¿Entonces qué hacemos aquí?! – El peli-gris también se levantó pero para tomar a su hijo, que lo sentó ahora en su regazo.
-Porque quiero pasar mas tiempo con mis dos amores – Dijo acariciando el cabello de Keizo provocando sus risas, aunque aun Misaki no se sentaba – Ademas hablé con Isaka-san, me dijo que me daría una semana extra si lo requeria.- Vio al castaño levantar una ceja mientras se sentaba lentamente, un poco mas aliviado.- No tengo idea, se la pedí y simplemente me la dio. Parece que anda asi por su embarazo.
El celular seguía sonando – Vale, pero al menos contesta – Vio al mayor negar. Suspiró – Entonces apágalo, Kei-kun ya está buscándolo. Ademas que todos nos están viendo – Y no era mentira, el bebé ya tenia la mano en uno de los bolsillos de la chaqueta y ya todos murmuraban.
El peli-gris lo tomó y lo apagó. Quitandolo del alcance del pequeño. Aunque en cuanto hizo eso, el celular de Misaki comenzó a sonar. El suspiró nuevamente y contestó - ¿S-Si?... ¿E-Eh? … ¡Lo lamento mucho!... ¡Estará listo, lo prometo!... Espere un momento.- Puso una mano en el celular.- Usagi san, es Aikawa-san. Dice que debes entregar el manuscrito mañana.
-Que hable con Isaka-san – Le dijo ahora él dándole de comer a su bebé.
-No, Usagi-san. Isaka-san esta ahí. Parece que pasó algo.- Le pasó el celular que el tomó aburridamente y con pesadez.
-¿Si? ¿Qué pasa?... ¿¡PERO QUÉ DEMONIOS?! –Golpeó fuertemente la mesa junto con el grito, haciendo que Keizo lagrimara y comenzara a sollozar. Provocando aun mas el enfado en el escritor - ¡Hasta hiciste a mi hijo llorar! …Ya, Keizo – Dijo ahora a su retoñito – Mejor ves con mamá, yo soluciono esto.- Puso al niño en el suelo, que fue enseguida con Misaki, abrazando su pierna. Akihiko se levantó para seguir su charla fuera de miradas curiosas y de paso asustadas.
Misaki también se levantó pero para acunar al niño en sus brazos – Ya tranquilo, corazón. Usagi-san no está molesto contigo – Le dijo hablándole maternalmente, un poco molesto con su pareja por poner asi a su pequeño.
-P-Pero p-api no quele a Kei– Misaki lo miró sonriéndole tiernamente limpiando su carita con sus manos. Debia admitir que ambos habían consentido mucho a su pequeño.
-Si te quiere. ¿Por qué no le das un abrazo de oso cuando venga? Ya verás que se pondrá feliz
-¿A-Asi quele a Kei? – Misaki le sonrió asintiendo, haciendo que su hijo sonriera igual. De repente ven llegar al peli-gris que tenia una muy marcada vena en la frente. Incluso Misaki tenia miedo de decirle algo con la cara que traía, pero Keizo…- ¡Papii! - Chilló alegre estirando sus manitos hacia él. El mayor lo tomó en brazos al llegar, aun notablemente enojado.- ¡Abazo oso! – Le abrazó feliz, haciendo que el escritor dejara un poco su enojo - ¿Ya queles a Kei? – Le preguntó con sus ojitos brillantes.
El mayor vio a su pequeño y lo abrazó sonriéndole – Si, yo te quiero mucho, Kei – Su enojo demoniaco se fue al caño al ver a su hijo abrazándolo, definitivamente ese niño era su nueva debilidad.
Misaki suspiró aliviado, menos mal que su pequeño logró controlarlo, aun él a veces la tenia difícil – Usagi-san – Llamó su atención – Ten cuidado con Kei-kun la próxima vez que te enojes asi, incluso se puso a llorar.- Le regañó un poco a lo cual asintió en respuesta – Bueno, ¿Qué pasó? – Ambos se sentaron nuevamente
-Resulta que en la mañana una crítica llamó a la compañía, diciendo que deseaba leer mi manuscrito para un premio o algo asi.
-¡Pero eso es genial! ¿Entonces cuál es el problema?
-Que Aikawa le dijo que mañana el manuscrito estaría listo, olvidando lo que Isaka-san le había dicho de mi solicitud, y como la crítica es una persona de agenda, ya ocupó una reunión con los directivos a horas de la mañana – Le dijo suspirando, comiendo un poco rápido mientras Misaki hacia lo mismo.- Asi que mañana hay que entregar el manuscrito, si o si – Vio al castaño abriendo los ojos de sorpresa – Asi que comamos rápido y vayamos a casa. Lamento que terminara asi.
-No importa, Usagi-san. Ya nos divertimos hoy y se que Kei-kun también lo hizo – Le sonrió y ambos miraron al pequeño que volvió a jugar con su premio aunque ahora con sus peluches nuevos.
Los tres terminaron y llegaron al auto con todas las cosas. Aun no era muy tarde, casi acababa de anochecer. Pero con todo lo acumulado en el dia, el pequeño Keizo se durmió en los brazos de su mamá al llegar a la puerta del pent-house.
-Iré al estudio, que tengan buena noche – Besó la frente del dormido Kei y luego un beso en los labios a Misaki, el cual duró unos segundos y separó subiendo ya cansado las escaleras por la noche que se le venia.
-Que te rinda el tiempo – Fue lo ultimo que le dijo Misaki antes de que el escritor cerrara la puerta. El menor suspiró llevando a su pequeño a su habitación con el mayor, no quería dormir solo asi que el bebé le haría compañía en la gran cama.
Lo alistó para dormir, cambiándole el pañal y poniendo su pijama. Besó su frente y lo dejó acostadito con algunas almohadas a su alrededor para que no se cayera. – Te quiero mucho, Kei-kun. – Le dijo saliendo de la habitación para pasar un poco el tiempo antes de dormir.
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A la mañana siguiente ambos castaños ya se encontraban despiertos. Misaki tenia el desayuno servido en la mesa, esperando al mayor y la leche para su hijo ya le estaba nivelando la temperatura.
Kei estaba en el suelo, dibujando con sus crayolas en un papel que le dio su mamá. En eso escucharon la puerta del estudio abrirse y vieron a Akihiko salir lentamente con unas grandes ojeras y una gran aura oscura su alrededor.
-¡Papii! Kei diuja – Kei llegó a su lado y le mostró su obra maestra, aunque solo habían manchas disparatadas de colores, aun le parecía hermoso a sus padres.
-Esta muy bonito, muéstraselo a mamá.- El niño salió corriendo a mostrárselo a Misaki que feliz lo puso en el refrigerador, orgulloso. El peli-gris estaba cansado pero no por eso dejaría de desayunar con su familia.
Ambos se sentaron de frente en el comedor, con Kei en la mitad en su sillita alta. Tenia una papilla de frutas y Ambos padres le ayudaban con la cuchara. Luego le tocaria su leche.
-¿Pudiste terminar? – Le preguntó Misaki
-Si. Mas les vale compensarme luego por esto – Le dijo bostezando. La puerta se abrió escandalosamente y entró Aikawa que se notaba también cansada.
-Senseiiii. Por favor dígame que el manuscrito está listo.- Le dijo casi suplicando que asi fuera. Sabia que de una u otra forma, su podría correr peligro en manos de Isaka o de Usami
El peli-gris se levantó y fue a buscarlo – Buenos días, Aikawa-san
La editora apenas se fijó en la presencia de los castaños – Oh, Misaki-kun y también Keizo-kun – Le sonrió al niño que seguía batallando con la cuchara como podía.- Lamento no haber traido nada hoy. Pero vengo directo de la compañía.
-¿No durmió?
-No, y aun me falta mas trabajo – Suspiró y luego miró emocionada lo que su escritor traía en las manos.
-Espero que esto no se repita – Le dijo algo amenazante aunque la mujer ni lo notó, solo tomó el manuscrito.
-Claro que no sensei. Un gusto verlos, me voy – Se fue tan rápido como llegó, haciendo que al castaño le resbalara una gota por su nuca. Terminan de desayunar y Misaki se levanta para recoger los platos. Pero en ese momento Usagi-san lo abraza por la espalda.
-¿Q-Que?
-Necesito recargar – Aun teniendo al menor con un brazo, se estira para alcanzar a su hijo y sacarlo de su sillita. Tiene a ambos castaños, uno en cada brazo. Los abraza a ambos.- Necesito recargar de Misaki y Kei
El castaño se sonroja y se voltea también abrazándolo. Keizo no quería estar fuera de la fiesta, asi que a ambos les besa en el cachete, provocando sus risas. Los padres se acercaron y besaron al tiempo sus mofletes.
Todos comenzaron a reir. Eran una pequeña familia, eso nadie se los quitaría nunca