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En un rincón de Namimori por Aisato Momoka Yurie

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Notas del fanfic:

Katekyo Hitman Reborn no es de mi propiedad.

Notas del capitulo:

¡Mi primer 6918! Realmente los amo.

Finalmente el silencio que mantenía aquel rincón de la Escuela Namimori cesó con una risa bastante peculiar. Por supuesto, no era ni más ni menos que Mukuro riéndose sarcástico, como si estuviera burlándose de la otra persona para enfadarlo. Y de hecho, así era.

 

¿Qué más decir?

 

Oh, sí. Que también funcionó; aquel plan.

 

Sin embargo, Kyoya no pudo hacer ningún movimiento (para fusilarlo) antes de que Rokudo agarrará sus muñecas y lo estampara contra la pared con, aún, una sonrisa traviesa plasmada en el rostro. Pronunció su distinguido y elegante "Oya, oya" para enfadar más a su acompañante.

 

—Kyoya-kun, nunca pensé que serías tan débil. Tú siempre profesando que matarás a todos; que asesinar esto, que asesinar aquello... ¡Pero mírate! —elevó la voz—. Ahora estás atrapado por mí, el poderoso Rokudo Mukuro —rió acercándose con lentitud hacia Hibari.

 

—Si osas a acercarte un paso más —frunció el ceño desafiante y con una expresión atemorizante a perspectiva de cualquiera. Y uno de esos 'cualquiera' sería, tal vez, Tsunayoshi—, te morderé hasta la muerte —y completó aquello todavía resistiéndose a Mukuro.

 

Un poco más y se liberaba. Lástima —y por suerte— que el cabeza de piña —como suelen insultarle algunas veces— tenía bastante fuerza. Quizás más que Hibari, y eso se comprobaba en este preciso instante.

 

—¿Sabes, Kyoya-kun? —lamió su boca alzando una ceja insinuante—. Me encantaría que me muerdas. Suena excitante.

 

Y raro por parte de Hibari no reclamó, y en cambio respingó producto de la sorpresa. ¡Además un gran sonrojo cubrió ambas mejillas! Sin embargo Mukuro no podía caer en cuenta. "Demasiado adorable", se dijo. Y también agradeció estar vivo para ver aquello. Se preguntó qué había hecho para merecerlo.

 

La sonrisa burlona de Mukuro se reemplazó por una sincera y llena de alegría al otear tal ternura en 'el ser más terrorífico de Namimori'. Hibari lo miró extrañado, y aprovechando la distracción del otro, se liberó del agarre dedicándole una mirada oscura, recibiendo así un fingido gemido (o suspiro) como respuesta por parte de Mukuro.

 

—Si sigues así me excitarás.

 

Y antes de que Rokudo fuera capaz de lanzarle un beso al aire para hacerle perder los estribos una vez más, Kyoya se fue de allí rápidamente; como panadero que lleva al viento.

 

Un solo pensamiento cruzó por la mente satisfecha de Mukuro.

 

"Tal vez deba molestar así más seguido a Kyoya-kun. Y quién sabe; quizás de ese modo pueda ver reacciones tan lindas como estas de su parte."

 

—¡Mukuro-sama! —el grito de sus compañeros de la Escuela Kokuyo interrumpieron su maravillosa reflexión e hizo que retomara el camino hacia su preparatoria. El camino al que iba antes de ir a visitar a su amado novio.

 

Ah. Tan amado. ¿Verdad, Mukuro?

 

Tu amado Hibari Kyoya, que a pesar de ser tan tosco, en su interior albergaba una inocencia muy grande. Tan gigante como para no doblegarse o sucumbir ante Mukuro.

 

Éste rió por enésima vez en el día.

 

—Tan lindo tú, Kyoya-kun.

 


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