Compras Navideñas.
Era 23 de diciembre y Rei Ryugazaki simplemente no podía comprender la causa de que Nagisa fuera a hacer sus compras navideñas a dos días de Navidad, suspiro pesadamente al saber que el mismísimo rubio lo había involucrado o más bien, lo había obligado a acompañarlo a comprar el dichoso regalo que le faltaba.
— ¿Por qué Nagisa-kun tarda demasiado? Eso no es para nada hermoso—comento con su habitual mote.
Enseguida, como si sus palabras hubieran sido un pedido a Dios en la lejanía vio un cabello rubio reluciente sobresalir por entre toda la multitud.
A pesar que odiaba los retrasos y que los consideraba de muy mal gusto, el solo mirar aquella sonrisa tierna y la manera en como el otro llamaba su atención agitando con vigorosidad sus manos, evito que su enfado se incrementara.
— ¡Lo siento Rei-chan! Me quede dormido—se excusó sacando la lengua a lo que el peli azul se sorprendía y soltaba un chillido sonoro
— ¡¿Qué?! Vaya Nagisa-kun usted de verdad es incorregible, para la siguiente ocasión pídale a alguien más que lo acompañe en sus compras—se quejó cruzándose de brazos
— ¡Wah! No te lo tomes así Rei-chan, perdóname ¿sí? —exclamo juntando sus manos como si rezara y guiñándole un ojo, un leve sonrojo apareció en la mejilla del chico megane quien no podía molestarse con tan angelical rostro.
— Está bien.
Una sonrisa enorme se posó en el rostro del chico de ojos magenta y se prenso del brazo del ex atleta quien solo mostro una sorpresa que no duro demasiado ya que de manera inmediata volvió a su impasible semblante, ya estaba acostumbrado al contacto físico que le daba el más pequeño.
— ¿Qué es lo que tiene en mente comprar?
— Oh… no lo sé ¿Qué te gustaría que te regalaran en Navidad Rei-chan?
— ¡¿Ah?! ¿Eso que tiene que ver conmigo? ¿Para quién es el regalo?
— Un amigo
— ¿Amigo? ¿Quién?
— Vamos Rei-chan no seas curioso y ayúdame~—dijo Nagisa con un tono juguetón colgándose del brazo del contrario
— De acuerdo, no me meteré en sus asuntos, vamos…—un tono hosco salió de sus labios y empezó a sentir como el monstruo de los celos atacaba su interior, tenía que calmarse o seria descubierto.
Entraron a una tienda donde había varios accesorios para caballero y el chico de lentes miraba con atención cada uno de los objetos, su vista se detuvo al ver un llavero con forma de pingüino, aquello le recordaba tanto al chico extrovertido que parecía estar enfocado en buscar un regalo para alguien más.
¿Quién sería la otra persona por la que dedicaba su tiempo?
Celos, eran tan amargos, ácidos y agrios.
— Rei-chan…
— ¿Ah?
— ¿Estás bien? Tienes una expresión molesta en tu cara…—menciono con preocupación mientras el nadador con estilo mariposa negaba fervientemente y se acomodaba las gafas para alejar cualquier pensamiento negativo de su mente
— No pasa nada… ¿encontró el regalo para su amigo?
— Bueno… creo que ya lo tengo ¿Qué prefieres tu Rei-chan? —pregunto mientras le mostraba una bufanda morada y una magenta
La última era similar al color de los ojos de Nagisa… se quedó mirando por bastante tiempo la bufanda como si estuviera en trance hasta que escucho la pequeña risa de Nagisa y salió de su retardo
—Entonces será esta…—alzo la bufanda del color de sus orbes y se fue dispuesto a pagar.
Maldijo en su interior, otra persona tendría algo que le recordará la mirada de Nagisa kun ¿Por qué no podía decir sus sentimientos claramente? Se odiaba a sí mismo por ello.
d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;d54;
La tienda incluso le había envuelto el regalo en una bella caja color morado con un moño azul.
Sin que el rubio se diera cuenta había comprado el pequeño colguije con forma del ave que tanto le recordaba al expresivo nadador.
Caminaron juntos hasta la estación de trenes sin decir ni una palabra, el clima de la ciudad estaba helado y dentro de su corazón Ryugazaki sentía como una ventisca mucho más gélida azotaba sus entrañas.
— Gracias por todo Rei-chan—menciono Hazuki con un gesto alegre obteniendo un asentimiento por parte del más alto
— De nada, espero le guste a tu amigo
— Creo que sí…—rio el chico poniéndose frente a Rei mientras extendía el presente frente a su rostro y le sonreía divertido— ¡Feliz Navidad adelantada Rei-chan!
— ¿Ah? —dijo Ryugazaki pasmado sintiendo como la brisa que golpeaba en sus adentros empezaba a cesar ¿acaso ese regalo era para él?
— Eres un tonto Rei-chan no puedo creer que no te dieras cuenta de mi plan—comenzó a carcajearse el chico dinámico esperando a que el otro tomara el obsequio perfectamente envuelto—A veces eres tan lento que no sé cómo sentirme al respecto—menciono con sinceridad provocando un sonrojo notorio en el de cabellos azules—aunque eso es lo que más me gusta de ti
— ¡Entonces este día fue para comprar mi regalo!
— Pues claro~ ¿a quién más le podría regalar algo? —pregunto con una expresión mezcolanza en su cara depositando la caja en las manos del asombrado Rei.
— Vaya… no sé qué decir…
— Gracias estaría bien—rio el rubio quien volvía a caminar para llegar a la estación de trenes—Y no te preocupes por no darme nada… no es necesario.
Los ojos de Rei parecían brillar a pesar de la oscura noche, aquello le había puesto más sensible de lo que creía, recordó aquel colgante que se hallaba en su bolsillo y corrió detrás del adelantado Nagisa.
— En realidad…—hablo cuando por fin fue capaz de alcanzarlo provocando que el otro voltease curioso—Le compre una pequeña cosa… no es mucho pero acéptelo por favor—acerco su mano y deposito en la del chico de orbes magenta aquella figurilla con el pingüino.
Por un momento pudo ver un cielo lleno de estrellas en la mirada de Hazuki, un cielo estrellado del cual era el causante.
— ¡Wah, esta hermoso Rei-chan! —dijo abrazándolo con tanta fuerza que las gafas de este cayeron al suelo, pero no le importo en absoluto—Yo me había conformado con pasar todo este día contigo… pero gracias… en verdad es más de lo que esperaba.
Las mejillas de Rei seguían rojas ante la cercanía de ese pequeño pingüino que tanto amaba, tal vez… solo tal vez pensó que aquella ave tan linda al fin se había enamorado de él.
Sí así era… entonces las compras navideñas habían hecho más por él que conseguirle una bufanda con el color de los ojos de quien amaba tanto.
Fin.