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Más profundo por Nianleee

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Notas del fanfic:

No sé qué decir. Mi primer fic, adoro a Nash y Akashi porque se que son yanderes (?) Adoro que el uke sufra (?)

Disfrutad, yo soy absoluto c:

Kuroko no basquet no me pertenece.

Prólogo

 

Los Vorpal Swords era un grupo de baloncesto creado por los mejores de Japón. Llamados así como la Kiseki no Sedai o Generación de los Milagros en español. Conformado por el ex-equipo de Teiko sumado al nuevo integrante, Kagami Taiga.

Se habían reunido por el hecho de “dar una lección” a los engreídos y molestos Jabberworck. Un equipo estadounidense que creían demasiado en sus habilidades. Crueles, malvados y definitivamente cínicos y egoístas. Su especialidad era derrumbar, machacar y humillar a los demás por sus fracasos.

El primer partido que habían compartido estos dos equipos había sido abrumador. El gran potencial que se respiraba y la clara furia del aura de ambos grupos era respirable. Finalmente ganaron los japoneses, muy a pesar de los estadounidenses. La ira se inyectaba en los ojos del capitán rubio, quien se había visto humillado. Claro, quien humilla es 1000 veces peor cuando lo humillan unos cuantos monos multicolores. Era tan frustrante, tan molesto. Cometer un asesinato era una buena idea.

Lo que más le irritaba es que todos perdedores abrazaban alegremente al chico enano del grupo. Ese también sonreía alegremente mientras todos daban gritos de alegría. La peli-rosa de cuarta estaba cogida del cuello de Kuroko mientras los gorilas del grupo pasaban sus brazos por las costillas de este mismo.

¿Qué mierdas tenia ese crío que tenia embobados a todos esos? Era débil, tenia poca resistencia, era torpe, y un inepto para los tiros. Era cierto que poseía una magia que hasta a él le costaba entender y descubrir. Su falta de presencia lo hacia ser alguien ágil, rápido, imposible de parar a la cancha. Hasta a él, con sus ojos, no podía predecir 100% sus movimientos.

Se había quedado mirando al chico con tanta intensidad que sus ojos chocaron irremediablemente ante la incomodidad del menor. Azul celeste contra azul eléctrico. El azul de Nash reflejaban una aura vengativa, completamente roja pero el azul celeste de Kuroko reflejaba pura pasión. Su increíble pasión por el básquet y los fuertes y grandes lazos con los suyos.

Kuroko se sintió ligeramente intimidado y aparto la vista tomándole poco valor a lo ocurrido, disfrutando de su momento. Lo contrario que Nash, quien siguió observándole hasta que tuvieron que darse las manos en “son de paz”.

Entonces Nash lo supo. La verdadera magia que rodeaba al chico era mucho más que simplemente desaparecer y no dudaría usarla a su propósito contra los ineptos que osaron desafiarle. Se vengaría de Kuroko por venir a regañarle inútilmente y por los monos arcoíris por humillarlo. Harían que pagasen y su plan se pondría en marcha en cuanto antes.

***

Respiraban agitados. Frustrados ante la reciente derrota.

Habían perdido dos partidos de tres. Aún faltaban dos más y Akashi sentía que el tema se le estaba escapando de las manos.

Cuando alzó la vista, la sensación de perdedor quedó muy lejos. Un dolor incalculable se implantó en él.

Era imposible de creer lo que veían sus ojos. Lo que más daño le hacía a él y a todo el equipo no era haber perdido. Era lo que se negaba a admitir.

 

Nash Gold Jr. 18 años. Rubio y de ojos azules. 190 cm igualando a Taiga y a Daiki. Con un tatuaje marcado en su cuello y viajando por su hombro. Capitán de los Jabberworck.

 

Ese era el motivo de su acumulativa furia. Imponente sobre ellos y con una sonrisa impecable y burlona a pesar del duro esfuerzo para ganar contra el equipo contrario.

 

Pero la historia cambió. Hacía un mes que el Sexto Jugador Fantasma se había evaporado, desaparecido, y no hablamos de su “habilidad”. El equipo estaba realmente desesperado y no mantenían la formación coordinada del equipo como cuando estaba él. Si más se sentían molestos, incluso traicionados.

— ¿Qué os pasa, monkeys? – Se burló con su inglés perfecto.

 

Los Vorpal Swords ignoraron el insulto. Aún estaban impactados por…


— Tetsuya. – Siseó Akashi.

— ¿Qué haces, Kuroko? – Dijo Kagami con decepción.

— ¿Qué mierdas estás haciendo, Tetsu? – Cuestionó Aomine con los puños en alto.

— Kuroko, ¿acaso tu…? – Susurró Midorima entre dientes.

— Kuroko-cchi, ¿es sólo una broma pesada, verdad? – Burló Kise con tristeza.

— Déjate de bromas, Kuro-chin. – Carraspeó Murasakibara.

— Tetsu-kun… – La incredulidad de Momoi todavía no se había ido.

Kuroko Tetsuya.  16 años. De cabello celestes y ojos grandes, serenos, como el mar mismo. 165 cm siendo el más bajo de los presentes barones. Su rostro inexpresivo sobre aquella piel de porcelana y sus ojos fríos en todo momento alteraban a sus amigos.

¿Por qué su Kuroko estaba con Nash Gold? ¿Qué hacia el “jugador fantasma”, el “As de Seirin” al lado de su rival, tanto en la cancha como fuera de esta?

Este mismo no dudó en ignorar totalmente las preguntas de sus amigos ni se vio sorprendido ante la mirada reprochadora, decepcionada y colérica de estos mismos. Se dispuso a mirar a Nash con una mirada dudosa e inexpresiva.

— Tetsuya. – Pronunció Nash con brusquedad. Kuroko siguió observándole con cierto aburrimiento. Nash le sonrió con cierto cinismo y el más bajo pasó sus ojos por sus ex-compañeros con tranquilidad, como si sólo observara antiguallas a precio barato.

— Hola.

Hola”. Había sonado tan aterradoramente vacío. Sin emoción. Como si fuese solamente un robot programado para esta acción. Esto acompañado con su fantasmal y rígido rostro era el detonante de la perturbadora aura que emanaba del chico.

— ¡No nos vaciles con un estúpido “hola”! – Vociferó Kagami al borde de su paciencia, si es que aún tenía. Tenía a Kuroko cogido de las solapas de su camisa negra, obligando al más bajo a ponerse de puntillas.

— ¡Estábamos preocupados, Tetsu! ¡Estuvimos buscándote durante todo este mes, desesperados! – Gritó furiosamente Aomine contra la cara de Kuroko que cada vez fruncía más sus labios y su ceño.

— Más importante aun…  ¿Qué haces con estos sujetos, Tetsuya? – Cuestionó Akashi con irritación.

 

Ni una nota, una despedida o algo. Cuando Akashi quiso comunicarse con los padres de este y sólo comentaron que estaba en buenas manos y que volvería pronto con una sonrisa abrumadora hizo que se preocupara aún más. Eso relajó los nervios de los chicos y Momoi. Para cuando quisieron llamarle su teléfono estaba apagado o fuera de servicio.

— Primeramente, Taiga. – Todos contuvieron el aire. Primero por la voz gélida que había empleado y segundo por el tono en el que dijo el nombre del susodicho. Era bien sabido que Kuroko nunca usaba el nombre de la gente, en muy raras ocasiones; o cuando estaba muy feliz, o muy cabreado. – Te pido que me quites tus manos de encima. – Carraspeó mientras sus manos se colocaban bruscamente sobre de las muñecas de Kagami y las apartaban de su cuello con desdén. Se separó a metro y medio de los Vorpal Swords con completo desagrado. – Segundo, Taiga, Daiki, Shintaro, Atsushi, Ryouta, Seijuuro, Satsuki. – Dijo mirando a cada uno con irritación. – Ya habéis hecho lo suficiente hasta ahora. ¿Buscarme? Ni vosotros lo creéis. Pido que me dejéis en paz. – Se giró hacia los suyos. Miró hacia Kagami y pronunció: – No dudéis en que os aplaste en el próximo partido, Vorpal Swords. Espero que estéis preparados. – Entonces camino pasando por el lado de un sonriente Nash. – Come on, Gold-san. See their nasty faces makes me nauseous. (Vámonos, Gold-san. Ver sus repugnantes caras me da náuseas).


Of course, we need not do anything else with these losers. – Dijo complacido ganándose miradas de odio y desprecio por parte de los Milagros, que aun su escaso buen inglés lo entendieron (exceptuando a Kagami, Midorima y Akashi quiénes quedaron dolidos por las palabras de su sombra. Ya no hablemos del perfecto ingles de este). (Claro, nosotrosno tenemos nada qué hacer con estos perdedores).

 

Nash juraría que no había entendido ni la cuarta parte de lo dicho por el chico japonés. Le era suficiente con ver las caras heridas y furiosas de su contrincante. Jason Silver, conocido más por Silver, se burló de lo patéticos que se veían. Aomine estuvo a punto de plantarle un certero puñetazo, impedido por Momoi.

 

***

 

— ¿Estás bien? – Preguntó el rubio con falsa preocupación.

 

— Sí. Sólo un poco cansado… – Respondió sin demasiados ánimos el peli-celeste.

Sentía su sangre hervir en sus venas. Aún no podía llegar a entender la retorcida mente de la famosa Kiseki no Sedai. Incluso después de todo, ¿cómo pudieron? Y lo peor era la cara que tenían en ocultarlo y mentirle descaradamente. ¿Buscarlo? Si fueron los primeros en dejarlo tirado, en humillarlo y burlarse de él. ¿Qué mierda de amigos se había cogido? Y lo más importante, ¿desde cuándo lo han estado engañando?

— ¡Hey, Nash! ¡¿Vamos con las chicas?! – Gritó con fuerza Jason.

— Hoy no, tengo otras cosas que hacer. – Jason lo entendió enseguida. – Ya sabes, no puedo dejarlo solo. – El tono de voz fue falsamente cariñoso. – Nos vemos mañana.

 

Nash y Kuroko iban separados del grupo (quien celebraba, a su manera, la victoria contra los monkeys). Se despidieron con exageración y se separaron. Hubo un breve silencio que fue interrumpido por el mayor.

 

Ey, what did you tell them, Tetsuya? –Le preguntó Nash al menor. No le importaba realmente, pero tenía curiosidad. (Ey, ¿qué les has dicho, Tetsuya?)

Kuroko frunció su ceño en clara molestia. Alzó sus ojos a la altura de Nash. – I crush them, Gold-san. You don’t hesitate. – Manifestó apretando sus pequeños puños. (Los aplastaré, Gold-san. No lo dudes).

Notas finales:

Gracias amores!


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