Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Más profundo por Nianleee

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo I

 

En el anterior mes y una semana habían pasado muchas cosas…

 

Kuroko caminaba junto a los suyos dirección al Maji Burguer que solían frecuentar. A pesar de su rostro tranquilamente inexpresivo estaba feliz. Había conseguido reunir a todos los de Teiko y había hecho una linda amistad nueva con el Tigre. Los de Seirin, después de la Winter Cup, habían sido todo un éxito en la escuela. Más gente estuvo interesada en ellos y comenzaron a haber muchos nuevos integrantes. Era todo tan idílico y aun así tan real…

 

— ¿Vieron sus caras patéticas? – Rio Aomine mientras sonreía con burla.

 

— Nunca olvidaré esas caras de imbéciles que tenían sus rostros. ¡Eso les pasa por ir tan altos! – Dijo un alegre Kise por la recién victoria contra los Jabberworck.

 

— Les dimos una buena paliza, ¿verdad Kuroko? – Sonrió Kagami a su sombra.

 

— No hay duda. – Sonrió el chico complacido. Después de la golpiza que recibió de Nash no puedo evitar sentir la sensación de satisfacción al verlos derrotados. No era su manera de pensar, pero esos tipos realmente se merecían que les abrieran los ojos de una manera u otra.

 

— Mi suerte de hoy era esplendida. Las cosas han ido muy bien, tal como se esperaba. Yo nunca fallo. – Expresó Midorima con seriedad. A pesar de esto, se notaba la satisfacción en sus ojos.

 

— Hoy todos hemos triunfado, incluso si no hubiéramos tenido esa suerte. ¿No lo crees Midorima-kun? – Sonrió Kuroko.

 

— Supongo que si. Aunque sigo persistiéndote que practiques tu tiro, nanodayo. – Dijo ajustándose los lentes.

 

— Traducido al idioma Shintianés, es: “jugaste muy bien, por cierto, buenos pases”. Ya sabes que es un zanahoria yandere. – Dijo Takao quien los acompañaba alegremente, atosigando de vez en cuando a Kuroko y molestando a Midorima.

 

— ¡Cállate maldito! – Gritó molesto ante el adjetivo.

 

— Allí se nota cuanto amor se respira… – Ironizó Kise.

 

— Ahhh… Estoy cansado. Quiero comer dulces… ¿Kuro-chin tiene dulces? – Dijo en tono suplicante a Kuroko.

 

— Pues la verdad, hoy si llevo. Si te esta bien, son caramelos y un par de bombones. Si los quieres… – Dijo el más bajo.

 

— Kuro-chin es tan amable y dulce… – Dijo sonriendo como un niño pequeño. (Que irónico).

 

— ¡¡Somos los mejores de Japón!! – Gritó con orgullo Aomine junto Kagami. – ¡Nadie puede contra nosotros! – La gente los miraba con sonrisas cariñosas. Que chicos los de hoy en día. Era alegre ver gente así por la calle.

 

— Chicos, hacéis mucho escandalo. – Dijo Akashi a pesar de su sonrisa de satisfacción.

 

— Pero Akashi-kun también está muy feliz. – Dijo Kuroko mientras caminaba a su lado sonriéndole.

 

— Claro que lo estoy. – Expresó con su mejor sonrisa. Kuroko admiró aquella vista, pocas veces era capaz de apreciar aquello.

 

— Deberías sonreír más a menudo. – Expresó en un susurro que logro oír el pelirrojo quien se sonrojo muy levemente y desvió la mirada hacia delante.

 

— Eso debería decírtelo yo, ¿no? Eres tu quien posee cara de “póker” todo el día. – Dijo Akashi. Kuroko se silenció durante un rato.

 

— Lo intentaré. – Le ofreció una sonrisa sincera a Akashi quien prometió, como buen Kurokiano, honorar esa sonrisa para toda su vida.

La tarde pasó rápida entre risas, bromas de mal gusto y burlas. Estaba tan bien por fin.

 

Se fue separando de grupo a medida que pasaba el tiempo. Cuando la noche cayó inundando el cielo oscuro de luces, Kuroko se dirigió a su hogar. Se encontraba relativamente lejos pero había merecido la pena  y sus padres no lo regañarían.

Kagami se ofreció a acompañarlo puesto que Vivian a 500 metros.

 

— Oye, ¿soy sólo yo el que siente que nos siguen? – Susurró Kagami con incomodidad y, muy en el fondo, cierto pavor.

 

— ¿Kagami-kun tiene miedo de los maleantes que acechan por la noche? – Dijo Kuroko de forma falsamente dulce y sarcástica. –  No te preocupes, yo te protejo pequeño Kagami-kun. – Se burló suavemente Kuroko.

 

— ¡No estoy bromeando! – Se molestó Kagami mientras cogía el peli-celeste por la frente. (Su mano era  lo suficiente para tapar la cara del menor).

 

— ¡Duele! ¡Eres un bruto! – Se quejó.         

 

— ¡¿Qué dijiste maldito enano?! – Se rebotó el mayor.

 

— ¡¿A quién llamas tú enano, besa palomas?! – Enfrentó Kuroko frunciendo sus labios y sus cejas de forma irremediablemente tierna.  

— ¿Besa… qué? – Kagami se quedó confundido. Y al final entendió. – ¡¡Serás imbécil!!

 

Ante la infantil disputa entre esos dos y la constante incomodidad de Kagami por la insistente mirada a sus espaldas, caminaron por el solitario barrio que era iluminado por la tenue luz de las farolas.

— Gracias por acompañarme hasta aquí. Siento haberte tenido que hacer caminar más de la cuenta, Kagami-kun. – Dijo sonriéndole gratamente. Kagami se alteró al ver esa escena.
 

— “¿Por qué eso me suena a una escena romántica cliché?” – Se preguntaba mentalmente sonrojado. – N-No es nada… B-Bueno, yo me voy hiendo. Nos vemos mañana en la práctica… Kuroko. – “Bien Taiga, ahora tartamudeas”.

 

— Buenas noches, Kagami-kun. – Hubo un muy breve silencio. – Cuidado con el “peligro” que te “acecha”. Si me necesitas grita y yo voy a tu rescate, pequeño Kagami-kun. – A pesar de su rostro serio gozaba de la cara molesta del  mayor.

 

— Pequeño bastardo… – Susurró con las venas hinchadas en su frente y usando todo su autocontrol para no golpear su linda cara. – “Necesito novia con urgencia”. – Tsk… Buenas noches.

 

Kuroko observo como el mayor se alejaba murmurándose a él mismo. Rio con suavidad e ingresó en su casa. Era cierto que se sentía perseguido y observando. Notaba la extraña presencia de unos ojos clavándose en su espalda pero no quiso ser paranoico e ignoró el hecho.

 

— Hora de dormir, Tetsuya 2. – Dijo sonriéndole al pequeño perrito que al oírle había ido a recibir su dueño. A veces Riko se enfadaba porque no dejaba concentrar a Kagami en las prácticas y Kuroko decidió que de vez en cuando lo dejaría junto con su abuela.  A ella le encantaban los animales…

— ¿Eres tu, cariño? – Preguntó la gastada pero no menos suave voz de su abuela.

— ¡Si, ya llegué! – Habló con un poco de fuerza para que su abuela lo oyese.

 

Mañana debía levantarse pronto. Akashi, a pesar de haber ganado, los “convoco” para unas practicas extras. Un sábado, ¡un maldito sábado!

— Yo quería descansar… – Sollozó dramáticamente. – Aún me duele un poco la espalda del golpe del partido… – Dijo quejoso al ver la raspada en su omoplato. – Gold-sempai es demasiado salvaje… – Suspiró. – Adiós al esperado fin de semana para relajarse.

 

***

 

— ¿Y Tetsuya? – Preguntó con cierta impaciencia Akashi. Era extremadamente raro que el peli-celeste llegase tarde. Si fuera el caso, ya abría avisado.

 

— ¿No vino contigo, Kagamin? – Preguntó preocupada la peli-rosa.

 

— Bueno, esta mañana me envió un WhatsApp contándome que había pillado un resfriado y su abuela lo obligo a quedarse en cama. – Contaba mientras revolvía sus cabellos con cierta molestia.

 

Tras una charla, berrinches de Aomine, Kise y Momoi por ir corriendo  a ver a su adorado “Kuroko-cchi” y una visita inesperada de Seirin, acordaron ir después de las prácticas a visitar la princesa Seiriniana.  No hubo ningún tipo de problemas en la cancha y jugaron a partidos 1VS1 dando por ganador a Aomine contra Kagami: 38-32 respectivamente.

 

Kagami se sentía un poco ofuscado. Tenía la mente hecha un lio. Uno no le puede gustar a alguien que conozca desde hace ya un año y algo más así como así, ¿verdad? Además, estamos hablando de Kagami Taiga, un sex symbol que derrite corazones con sólo sonreír.

 

¡¡¿ENTONCES QUÉ MALDITA MIERDA PASABA EN SU CABEZA?!!

 

— Oye, Kagamin. Te noto un poco tenso. ¿Acaso pasa alguna cosa? – Kagami frunció el ceño mientras sonreía forzosamente. ¿Por qué jodidamente las mujeres tenían ese puto 6to sentido que le tocaba tanto los coj… las narices?

— Nada. Sólo tengo algunos problemas… – Kagami siguió en su mundo taladrándose la mente por sus cursis pensamientos.

— Oye. – Dijo Kise. – ¡Oye! – Sin respuesta de Kagami. No fue hasta que Aomine le puso la mano en la cara que no despertó de su ensoñación. – ¡¡Kagami-cchi, te estás pasando de casa!!

— Eh… ¡Ah, si! ¡Oye, Bakaomine, quita tu mugrienta mano de mi cara! – Dijo apartando la mano del más grande de un manotazo.

— ¡¡¿A quién le llamas Bakaomine, Bakagami?!! – Allí estaba la pelea del día. Demasiada tranquilidad en un día…

— ¡Oye, chicos! Relajaos, Kuroko-cchi no necesita más dolores de cabeza. – Dijo comprensiblemente Kise de manera adulta. Ambos salvajes de giraron a su dirección.

 

— ¡Nadie pidió tu opinión, rubio de cuarta! – Gritó Aomine.

— ¡Ve a darle sermones a tu madre, modelo oxigenado! – Añadió Kagami igual de fuerte que su rival. Kise frunció el ceño en clara molestia mientras sonreía molestamente.

— ¡¡¡SERÁN CAPULLOS, MISERABLES DE MIERDA!!! ¡No me vengas con idioteces, al menos no parezco un negro y tampoco tengo las cejas raras! – Qué mal de cabeza…

 

Akashi tocó al timbre un par de veces, ignorando el dramón que compartían el trio idiota, hasta que alguien la abrió lentamente. Era la abuela de Kuroko quien sonreía amablemente.

— Buenos días, chicos. – Dijo sonriendo aún más. – ¿Qué quieren? – Dijo cortésmente.

Los chicos se quedaron extrañados. Los ex-Teikianos sabían por experiencia que cuando Kuroko enfermaba la abuela de este mismo siempre les decía: “Anda entrad, Tetsuya les está esperando entusiasmado”. (A pesar que de lo último no era totalmente cierto).

 

Kagami y Takao, ignorantes al acontecimiento, estaban por preguntar si podían pasar a ver al phandom no sin antes de que Akashi hablara.

 

— ¿Dónde podemos encontrar a Kuroko? – Dijo con una gentil sonrisa, a pesar de que los nervios lo estaban matando.

— Oh, ya veo. Mi nieto se fue ayer poco después de medianoche con un amigo suyo. – ¿Un amigo suyo? ¿A medianoche? ¿Qué?

 

— Perdoné nuestra curiosidad pero podría describirnos ese amigo, ¿por favor? – Preguntó con suma preocupación Midorima ocultada por su movimiento ajustador de sus gafas.

 

La mujer mayor se quedo meditando la pregunta ante la expectación de los presentes que estaban entre la preocupación y la curiosidad celosa que corría por sus venas.

— Era un joven muy apuesto. Se parece a Kise-kun. – La anciana pensó durante un rato más. – ¡Ah! Creo que Kuro-chan comento que se llamaba Gold-kun… ¿Podría ser? – Comentó mientras esbozaba una sutil sonrisa.

 

La anciana observo como las caras de sus recién invitados palidecía en sobremanera. Haciendo muecas de claro disgusto y preocupación extrema.

 

Kuroko + Gold = a una situación de riesgo absoluto.

 

— ¿Sabe a donde fueron? – Preguntó Kagami inmediatamente.

— Kuroko me comentó que Gold-kun lo necesitaba para algo de la escuela y que se quedaría a dormir en su casa. Chicos, yo no se nada más. – La abuela de Kuroko suspiró con un poco de cansancio. – Llamadlo. Seria lo mejor.

— Muchas gracias por su paciencia, señora. – Dijo con respeto Akashi.

— Es un placer, chicos. Que tengan un lindo día.

 

***

 

Kuroko llevaba ya medio día en aquella habitación. No negaría que fuera de lujo y que sólo con mirarla te daban ganas de dormir eternamente en aquella mullida cama color crema. Suspiró frustrado. Respiró profundamente y frunció sus cejas.

— Tetsuya, relájate. Son las dos de la tarde. El desgraciado no se ha dignado ni a presentarse y por mucho que has querido abrir la maldita puerta y ventana no has podido. – Respiró nuevamente. – ¡Maldito seas Gold-kun! Ojala y te caigas por un puente.

En la noche anterior, justo cuando comenzaba a conciliar el sueño recibió una llamada. Decidió no contestar pero volvieron a llamar dos veces más hasta que, hastiado e irritado, cogió su celular.

— ¿Qué? – Dijo de mal humor mientras fregaba sus ojos con la mano. Al principio no oyó nada. – ¿Hola? – Preguntó molesto. Estaba por colgar hasta que al otro lado de la línea se dignaron hablar. ¡En bendito inglés!

— ¿Puedes bajar y abrirme la puerta? – Kuroko quedó perplejo. ¿Qué quería Gold-kun a esas horas?

No. Son las doce menos cuarto y tengo sueño. Son razones obvias que dan a entender que no voy a abrirte.

Soy Nash. –  Un pequeño silencio se hizo presente.


¿Cómo conseguiste mi numero? – Dijo molesto.

Tengo mis contactos.


¿Qué quieres? – ¿Nash en su casa a las 12 de la noche? Eso no podía llegar en ningún buen punto.

Ábreme y te lo cuento. – Tras el silencio del menor comentó. – ¿Tanto me odias?

No te odio, Gold-kun. Si te viera ahogándote hasta te saludaría. – Dijo irónicamente.

Sólo ábreme, mocoso.

Kuroko suspiró más molesto que nada, no por qué fuera el rubio si no por que debía levantarse pronto el día siguiente y justo cuando sus ojos se dignaron a cerrarse… Se masajeó la sien con fuerza.

Ahora bajo. – Cerró el teléfono. Se vistió rápidamente con unos jeans y una camisa blanca un poco ajustada, más que nada porque iba medio dormido y no poseía demasiadas ganas de vestirse. Bajó con silencio para no despertar a su abuela hasta llegar a la puerta. La abrió con lentitud y allí estaba; Nash Gold con su porte autosuficiente y ropa cara. – ¿Qué quieres? – Estaba claro que su inglés no era lo más brillante pero era entendible.

I want you. – Kuroko se desconcertó en sobremanera.

— Perdona, ¿qué?

— Que te quiero. – Dijo en un japonés tan horrible que al menor le costó comprender.

— ¿Me quieres?  – Dijo sin entender (cabe decir que prefirió seguir hablando en ingles por problemas de Nash). Comenzó a enrojecerse totalmente haciendo que a Nash se le removiera algo en sus entrañas. – Pero ambos somos hombres y además me has tratado bastante mal. – Nash no entendía de que hablaba el menor hasta que reparó en sus palabras.

— ¡Imbécil! – Dijo molestó. – ¡Qué te quiero en mi equipo! A mí me gustan los senos y los culos, no te hagas ilusiones tan rápido. – Dijo en tono prepotente. Kuroko frunció su ceño con fuerza.

— No voy a ir a tu grupo y a la próxima que me vayas a decir algo no te saltes la mitad de la frase. – Dijo molestó. – Bien, me voy. – Estaba por cerrar la puerta cuando su abuela apareció por detrás del menor.

— ¿Kuro-chan? ¿Quién es este joven tan apuesto? – Dijo la señora con un vaso de agua. Gold estaba pavoneándose de su guapura.

— Perdona abuela, te he despertado… Gold-kun ya se iba, ¿verdad? – Dijo sonriendo con falsa amabilidad, echándolo a patadas con los ojos.

— La verdad es que quería preguntarle si puedo llevarme a su nieto a dormir en mi casa por unos temas escolares. – Dijo con falsa caballerosidad, amabilidad y avergonzamiento. – “Joder, que buen actor que soy. Si es que soy el puto amo”. Kuroko quería matarlo allí mismo.

— “Que diga que no, que diga que no. ¡Por dios, mama, en estos momentos añoro tu sobreprotección!”.


— ¡¡Claro!! Mi nieto le encantaría.

Tras un gruñido de Tetsuya y una sonrisa de triunfo de Nash, se fueron con la larga limusina del mayor. Nash quería hablar con Kuroko, si seguía de esa manera, Kuroko no le cogería confianza, más bien, ahora mismo sentía la gran aura molesta e irritada del menor.


Cuando llegaron, Kuroko se sintió aún más molesto. ¡Esto era lo peor! ¡Akashi lo iba a matar! ¡Lo había llevado en contra de su voluntad! ¡Prácticamente era un secuestro!
Nash le dio una habitación y tras un escueto “gracias” con contenido oscuro y acribillador y quitarse la ropa y ponerse un pijama de manga corta, se durmió.

Y así, amigos míos, es como Kuroko Tetsuya estaba en la cama de invitados de la mansión Gold.

 

— Veo que despertaste ya, Tetsuya. – Dijo con burla Nash ingresando a la habitación. Kuroko sentía que todas las expresiones que guardo durante 16 años se le salían de golpe. – No estás de muy buen humor, Tetsuya. ¿A qué se debe? – Dijo con sarcasmo y dulzura fingida.

Kuroko no contestó. Simplemente se mantuvo callado y le aguantó la mirada al mayor.

— Gold-kun. ¿Qué quieres?

— Ya te lo he dicho. Eres bueno y ellos no te merecen. Posees un potencial que puedes hacerlo llegar mucho más lejos de lo que piensas. Con ellos te estas encerrando. Estas cerrando tus puertas hacia un mejor destino. Con nuestro equipo podrías llegar mucho más lejos.

— No necesito que me hagas un discurso idiota. Lo que haga con mi talento y con quién lo utilice no es tu asunto, Gold-kun. Tengo 16 y me creo lo suficiente grande para tomar decisiones. No tienes que imponerme mis metas.

— Te puedo ofrecer mucho más que esos monos, Tetsuya. Tengo mucho más de lo que ellos pueden darte. Puedo hacerte el mejor del mundo. – Kuroko calló. Nash sonrió, ya lo tenía. Todos querían lo mismo.

— Quiero irme de aquí. No pienso aceptar entrar en tu equipo. – Kuroko se levantó rápidamente quedando de pie. Nash se sorprendió. Kuroko era mucho más duro de tener. Volvió a sonreír.

— ¿Aún los quieres?

— Son mis amigos.

— Pero todos sucumbieron ante su egoísmo.

— Pero a diferencia de ti, ellos lograron salir.

— ¿Me estas insultando?

— Digo la verdad.

 

Ante la mirada omnipotente del rubio sobre él, comenzó a desvestirse de espaldas. La camisa blanca se difuminaba con la nívea piel del peli-celeste y los ojos azules reseguían toda esa llanura lechosa. Se bajó sus pantalones, mostrándole su trasero de manera involuntaria a Nash quedando con ropa interior que también se quitó.

Nash pensaba seriamente que esa noche debía y necesitaba con urgencia el sexo del día. ¡Joder, ese chico… era jodidamente violable! Incluso, el siendo hombre de mujeres, quería hacerle morbosidades y perversiones que estaba seguro que el chico desconocía.

Lo que seguramente más le impactaba era que el peli-celeste ni se inmutaba ante la mirada del mayor. Ignoraba el hecho de estar desnudo delante de un hombre. Ambos lo eran, ¿Qué sentido tendría alterarse?

— Bien, me voy. Nos vemos en las canchas. – Nash salió de sus pensamientos lascivos (que más tarde debía arreglar en su parte baja) y volvió a la realidad. – Adiós, Gold-kun. – ¿Por qué maldita sea su voz sonaba tan… dulce?

 

¡¡¡NECESITABA SEXO AHORA MISMO!!!

Nash agarró el brazo del más bajo con demasiada fuerza haciendo gemir a Kuroko ante el fuerte agarre.

— No te libraras de mí tan fácilmente.

— Y siempre recibirás mi negativa. – Nash hizo ademan de reír.

— Ya veo que por las buenas nada sirve contigo. No querría ponerme duro contigo, Tetsuya. – Apretó más el agarre contra el brazo delgado. Eso iba a dejar una marca roja sin duda.

— S-Suéltame. Me importa poco l-lo que hagas. M-Me voy. – Nash sonrió y le soltó con brusquedad.

— Cuida tus espaldas, entonces. Ya nos veremos… Tetsuya. – Dijo en un susurro.

 

Kuroko recogió todas sus pertenencias y partió rápidamente hacia su casa. ¿Qué quería decir Nash en sus palabras? ¿Querría golpearlo? ¿Matarlo? Viniendo de él se lo esperaba todo…

Cuida tus espaldas, entonces… – Repitió las palabras de Nash.

Pidió un taxi y se dirigió a su casa con rapidez. Eran las cuatro de la tarde.

— ¡Dios! ¡Akashi me va a matar! Ni me he acordado del entrenamiento ni tampoco de llamarle… – Comenzó a sudar frio. El taxi se paró y se encaminó a su casa a paso lento. – Tetsuya, ahora mismo tienes una sentencia de muerte muy cerca de ti. – Suspiró.

 

Y hablando de Roma… Por la puerta asoma.

— “Diablos… ¿por qué ahora…?” – Maldijo mientras sonaba su teléfono con el distínguete tono del Emperador.  – “No contestes, no contestes…” – Akashi-kun. – Dijo en tono neutral aunque estaba un poco alterado.

— Tetsuya.  ¿Dónde estás? – Dijo con voz entre preocupada y molesta.

— Estoy en casa. – Dijo mientras abría la puerta y era saludado por su abuela.

— Vamos para allá. – Y Akashi colgó.

— Esp-… – Suspiró. – ¿Todos…?

Y así, queridos lectores, terminó el fatídico día de Kuroko. Un tranquilo y relajante y sobretodo, nada estresante sábado.

Notas finales:

Mi pequeño citulo os entrego, espero que disfruteís de él tanto como me gustó escribirlo.

 

Besos <3 :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).