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Cuentos amargos por alba michaelis

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Notas del fanfic:

Muchas gracias por darle una oportunidad, ¡feliz lectura!<3

 

PD: Luffy ronda los 16 mientras que Zoro 17 y Ace los 18

Observar a esa persona desde lejos, fantasear con una historia de amor junto a ella antes de dormir, ¿no os suena?, mas la realidad siempre te acaba golpeando recordándote que nada es cierto y que por mucho que te gustaría jamás reunirás el coraje suficiente para cruzar siquiera tu mirada con la suya. Sí, esa es mi realidad.


 


— ¿Otra vez mirando a Zoro, enano? — se burló revolviéndome mi oscura cabellera. 


 


Aparté su mano de mi pelo de un manotazo y lo miré frunciendo el ceño. 


 


— Déjame en paz, Ace — gruñí. Lo odiaba. Sí, sin lugar a dudas ese idiota era la persona en el mundo que más odio. 


 


— Vamos, hermanito, no te pongas así — rió con esa socarronería que tanto lo caracteriza y que tanto me irritaba. 


 


Me levanté del césped sacudiendo mis tejanos en el proceso. Pasaba de soportarlo un segundo más, demasiado tenía ya con soportarlo en casa. 


 


— ¡Luffy!


 


Le mostré el dedo medio sin voltearme a verle y seguí mi caminata hacía mi próxima clase. 


 


 


Llevaba cinco putos años enamorado de Zoro Roronoa, ¡cinco años!, ¿¡sabéis cuanto es eso!?, ¡mil ochocientos veintiséis días enamorado de la misma persona!, desde que estábamos en sexto de primaria y ya este año terminó mi último año en la ESO y sigo igual que cinco años atrás. Solo hay dos conocedores de mi secreto: mi mejor amigo, Usopp, y (desconociendo cómo se enteró) mi hermano. 


 


— Señor D. Monkey, le he hecho una pregunta. 


 


— ¿Eh?


 


Y las carcajadas de todos mis compañeros resonaron por toda la aula. Mierda. Suspiré. 


 


— Lo lamento, profesora. No estaba atendiendo, ¿puede repetirme la pregunta?


 


Los pequeños ojos de la mujer me escudriñaron con desdén. 


 


— No. 


 


Pues ok. 


 


Se volvió hacia Nico, la novia de Zoro, y la persona que más envidió sobre la faz de la tierra. 


 


— El cantar del mio Cid es un cantar de gesta, profesora. 


 


— Brillante respuesta, señorita Robin — felicitó con una sonrisa. 


 


Sí, cómo no, ella es brillante… 


 


— Luffy parece que le vas a morder a alguien, ¿estás bien? — interrogó Usopp picándome el hombro.


 


Me giré hacía mi mejor amigo asintiendo. 


 


— Estoy bien, descuida.


 


 


Salí del instituto oyendo la verborrea de Usupp pero no escuchándola. Tenía tantas ganas de llorar. Sé que no tengo ninguna oportunidad con él, ¿pero que hago si mi corazón no lo comprende?


 


— …Entonces ella me dijo- ¿eh?, ¿Luffy?


 


El escucharlo nombrarme me arrancó de mi ensimismamiento. Parpadeé varias veces evitando así que las lágrimas se derramaran de mis ojos. 


 


— Sí, sí, te estoy escuchando… 


 


Me miró un tanto confundido mas no añadió nada más.


 


 


Abrí la puerta del loft de soltera de mi madre que nos dejó a Ace y a mí mientras que ella estaba de viaje de trabajo, decía que la casa era demasiado grande para los dos y que Ace terminaría rompiéndolo todo organizando alguna de sus locas fiestas (y lo decía porque ya había pasado unas cuantas veces). Para mi suerte Ace no estaba, es decir, no tenía que soportarlo. Colgué mi abrigo en el perchero de la entrada, fui a dejar mi mochila en mi habitación para enseguida volver a la cocina y empezar a preparar unos fetuccini para Ace, cuando volviera, y para mí. Comí tranquilamente en la soledad de la cocina, lave los platos sucios, me di una rápida ducha para poder enfundarme mi calentito pijama  y, ya completamente vestido, me disponía a sentarme en el sofá cuando el telefonillo empezó a sonar. Bien. Giré sobre mis talones emprendiendo el camino hacía la entrada. Descolgué el dichoso aparato con «¿Sí?» más hipócrita de mi vida. 


 


— Luffy bájame los apuntes que te preste de latín que tengo que estudiar y como llegué tarde a casa sabes que mi madre me mata.


 


Genial, miré de un lado a otro, ¿y ahora dónde estaban los apuntes?


 


— Ahora bajo — suspiré volviendo a colgar el telefonillo.


 


Entré a mi cuarto y, gracias a Dios, a Alá o al Karma los apuntes estaban en su respectiva e impecable funda sobre mi escritorio, algo sinceramente extraordinario teniendo en cuenta que soy un autentico desastre. Los cogí y salí a del loft escaleras abajo. 


 


¡Media hora!, ¡me tuvo media hora hablando y porque supuestamente llegaba tarde! Madre mía… 


 


Deteniéndome frente metí la mano en el bolsillo derecho del pantalón de pijama para sacar las llaves, mis pupilas se estrecharon, comencé a palparme los pantalones, ¿¡y las llaves!? ¡Ay que me las he dejado dentro! ¿¡Pero por qué me salía todo tan mal en esta vida, señor…!? Pues ahora, sin móvil ni nada, a esperar a que llegue Ace. 

Notas finales:

Bueno y este es el final del primer capítulo, si quieréis que continúe y os ha gustado mandadme un review haciendomelo saber, os lo agradecería mucho, ¡besitos, y gracias por leer! ^^


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