Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los cuentos de Haru por MikaShier

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Éste fanfic está basado en Free! Iwatobi Swim Club y Free! Eternal Summer. Los personajes no son de mi autoría, pertenecen a KyotoAnime y a Ouji Kouji.

 

Disclaimer 2: Los cuentos originales fueron modificados, pero el original no me pertenece. Como mencioné antes, los modifiqué, cambiando sus personajes y quizá también un poco de la historia.

 

Claimer: La imagen utilizada para la portada fue elaborada por mí, completamente. Será subida a mi Intagram: MikaShier. Sí, no soy buena dibujando pero da igual.

 

Advertencia: Éste fanfic contiene temática yaoi.

 

Título: Los cuentos de Haru

 

Autor: MikaShier (Disponible en Wattpad, FanFiction, Amor-Yaoi e Instagram)

 

Caperincita

 

La noche cayó en Tokio como un manto oscuro, cubriendo por completo la ciudad. Recientemente, un terremoto había sacudido aquella parte de Japón y un apagón se había hecho presente. Además había una tormenta eléctrica.

 

Justo ese día, todos se habían reunido en el apartamento de Haru. Rin había vuelto de Australia para las vacaciones, Sousuke había ido a ver al pelirrojo, Nagisa, Rei, y Gou al fin se habían graduado, y Makoto llevaba a sus hermanos, pues estaban de visita y los pequeños habían querido acompañarlo- y él no los dejaría solos.

 

Después del susto inicial, los mayores habían ayudado a Haru a buscar una linterna, ya que los pequeños se aferraron a él al ser la persona más cerca y se negaban a soltarse mientras lloraban.

 

Nagisa fue quien encontró la dichosa lámpara. Los demás no tardaron en sentarse en el piso en un círculo, aunque Makoto fue ciertamente el primero, quizá lo asustadizo era un gen en los Tachibana.

 

─Quiero probar algo ─exclamó el rubio prendiendo la linterna. Apuntó la luz hacia Rin, quien, sentado frente a Haru, gruñó inmediatamente.

 

─Co... ¡Colmillos! ─Gritó Ran aferrándose a Haru como si su vida dependiese de ello. Los niños, asustados por todo - la tormenta, el terremoto, y los dientes del pelirrojo-, comenzaron a agredir verbalmente a Rin, llamándolo monstruo, quien apretó los labios y miró a otro lado mientras Nagisa se disculpaba arduamente con él y los niños y Makoto intentaba hacer que sus hermanos parasen, diciéndoles que Rin no era un monstruo que se los comería y que ellos ya habían conocido al pelirrojo e incluso les había gustado su dentadura.

 

─Quizá si les contamos una historia ─propuso Gou, sentada a un lado de su hermano y con una mano en la rodilla ajena, con la que apretaba a Rin en un intento de recordarle que eran solo niños.

 

─ ¡Sí! ¡Una historia! ─Nagisa se mostró de acuerdo. Sin embargo, su ánimo cayó al darse cuenta de que las historias de terror estaban descartadas─ No se ninguna... ¿Y tú, Rei-chan? ─el peliazul negó.

 

─Hace mucho que no escucho una.

 

─Yo solo recuerdo fragmentos ─se disculpó también Gou, arrepentida de haber propuesto algo que nadie podría cumplir. Sus ojos brillaron, se giró a la derecha─. Hermano, tú...

 

─No.

 

─Pero... Hermano...

 

─Dije que no ─siseó. La chica bufó.

 

─Sousuke-kun, tú le contabas historias a mi hermano... ─el aludido calló a la chica con la mirada, quien, irritada, prefirió no inmutarse por el momento.

 

─Yo siempre les leo a mis hermanos ─comentó Makoto, quien al fin había quitado a uno de los niños del regazo de Haruka y ahora el chico no se veía tan asfixiado.

 

─Yo les contaré un cuento hasta que se duerman ─intervino el pelinegro─. Mis cuentos favoritos, ¿les parece? ─los niños se mostraron positivos al respecto, por lo que Haru tomó aire.

 

─Pero, Haru... Tus cuentos no... ─Makoto se vio obligado a callar al escuchar la voz tranquila del ojiazul. Incluso los mayores se mostraban interesados, pues nunca habían imaginado que Haruka Nanase fuese a contar un cuento frente a ellos.

 

─Hace mucho tiempo, en un pueblo lejano detrás del bosque...

 

"El bosque se expandía espeso y hermoso por todo el valle en las faldas de la cordillera. No muy lejos de ahí, un pequeño pueblo se hacía lugar. Las familias que allí vivían eran humildes y amables, preferían el viento fresco y paisaje rural, antes que la contaminación urbana y ambiente citadino.

 

Usaban viejos vestidos, desgastados overoles y pantalones de mezclilla. Además, la camisa a cuadros era la última moda, al menos ahí.

 

Una pequeña familia yacía viviendo en el centro del pueblo en una pequeña cabaña. Makoto era madre de dos pequeños niños que alegraban la vida de los habitantes con sus tonterías infantiles. La más pequeña de ellos, de baja estatura y largo cabello rojo, llamada Gou. Y el mayor, con el cabello -rojo también- más largo de lo usual en los niños y una delgada figura junto a un rostro ciertamente femenino, llamado Rin.

 

Su abuela vivía en medio del bosque, donde ellos alguna vez habían vivido también. Y Makoto, junto a sus hijos, la visitaban cada viernes. Pero, en las últimas semanas, no habían podido con ello debido a que la madre de los pequeños había caído enferma.

 

Makoto, un día, decidió que su adorable Rin ya tenía edad suficiente para ir solito a visitarla. Y lo envió.

 

Sin embargo, el pequeño había ensuciado toda su ropa y, gracias a que su mamá estaba enferma y Gou no lo dejaba lavarla por él mismo -y lo único que lavaba ella era el pijama-, no tenía que ponerse. Además había roto sus desgastados zapatos al ir de pesca al río. Su madre se disculpó por ello, diciéndole que podía usar el vestido de su hermana y unas zapatillas que le habían quedado grandes a la menor.

 

Rin no puso objeción, pues ansiaba la visita a la abuela, y, avergonzado, se puso el vestido. A pesar de que éste le cerraba perfectamente, su altura era notoriamente distinta a la de Gou -a quien el vestido solía llegarle a la mitad de la pantorrilla-, por lo que lo llevaba por encima de la rodilla. Se puso unas calcetas blancas y largas que eran de su hermana también y tenían pequeños holanes en la parte alta, para después ponerse un par de zapatos negros. No quería que la gente supiese que era un chico, pues su orgullo se vería lastimado, así que acomodó su cabello para que se viese más largo y puso una diadema. Armó una canasta con panecillos que Gou había comprado, sacó una capa roja para cubrirse, y salió a las calles del pueblo.

 

Él lucía hermoso. Su rostro femenino le había sido útil y su complexión delicada también. Recibiendo algunos halagos, Rin atravesó el pueblo como una linda niña campirana y se adentró en el bosque.

 

No muy lejos de ahí, merodeaba Sousuke, el horrible lobo. Un dulce aroma lo invadió y fue conducido hacia el sendero. Le extrañó ver a la dulce niñita saltando por los alrededores, pues claramente había un letrero que establecía ese como el hábitat de la bestia. Rin se detuvo y recogió algunas flores para su abuela, sonriendo ampliamente.

 

Y el lobo se enamoró.

 

Maravillado por aquellos extravagantes y hermosos colmillos que le daban el toque final a la pequeña y adorable niña, el lobo la siguió, buscando la manera en la que aquella pequeña pudiese ponerle atención. Sin más, diciéndose que debía tener valor, se acercó a ella.

 

─ ¿Qué haces aquí, niñita? ─preguntó intentando no asustarla. La menor sonrió extrañada y miró alrededor.

 

─ ¿Es a mí a quien te refieres? ─cuestionó en respuesta. El lobo afirmó inmediatamente─ No soy... Verás... Mi abuela vive aquí cerca e iré a visitarla un rato... Yo... puede que parezca chica, ¡pero definitivamente soy un chico! ─El lobo alzó ambas cejas y le levantó la falda, siendo apartado rápidamente por el chico.

 

─Ah, ya veo ─exclamó a secas─. Bueno, los humanos masculinos suelen usar... todo menos falda.

 

─Eh... Sí... Pero esa es una historia diferente ─el lobo, quién había perdido el interés, volvió a enamorarse del niño al ver su sonrojo─. Tú... ¿eres un perro?

 

─Mi nombre es Sousuke, el lobo ─se presentó. El niño hizo una pequeña reverencia, dispuesto a presentarse.

 

─Yo soy Rin ─musitó. Guardó las flores en el canasto y se acomodó el cabello─. Ya debo irme, Sousuke, el lobo.

 

─ ¿Eres tonto? El lobo no forma parte de mi nombre ─Rin quiso objetar, sin embargo el lobo puso una afilada garra en sus delicados labios─. Aunque preferiría que no me llamases por él, pues yo jamás pronunciaré el tuyo. Te llamaré, en cambio, Caperucita. Por la caperuza que estás vistiendo.

 

Rin en verdad esperaba no volverlo a ver. Estaba exasperándose. Ese lobo lo incomodaba con su horrenda cercanía y estaba quitándole el tiempo. Pero no quería molestar al lobo y que se lo comiese, así que asintió.

 

─Caperincita está bien. Debo irme.

 

─Pero no dije... ─Rin se había marchado, saltando como minutos antes y procurando alejarse del feo lobo que había rasguñado sin querer su labio y ahora este ardía.

 

El sol iluminaba partes del bosque, escabulléndose entre las ramas de los árboles. Caperincita recogía flores lindas para su abuela, pues quería armar un ramo de disculpas. Además de que parecía que no llegaría nunca.

 

─ ¿Por qué estás siguiéndome? ─exclamó de pronto. El lobo, detrás del arbusto, se sorprendió y cayó al piso. Talló su cabeza y suspiró.

 

─El bosque es peligroso para las chicas lindas ─explicó Sousuke el horrendo─. Me pregunto por qué tu madre te ha enviado solita, Caperincita.

 

─Que soy niño.

 

─Te cuidaré. La casa de tu abuela está tres kilómetros más allá ─musitó. Rin abrió los ojos con sorpresa.

 

Ellos siempre habían ido en carruaje, por ello el camino le había parecido corto. Su madre le había dado dinero para que pagase a alguien que lo llevase, pero Rin, creyendo en la cercanía, prefirió ahorrar para el medicamento de su madre.

 

─ ¿Como sabes? ─cuestionó, indispuesto a dar por hecho que se había equivocado. El lobo meneó la cola y se inclinó a su altura.

 

─Este es mi territorio. Lo conozco como la palma de mi mano ─su nariz tocó la de Rin y sonrió, mostrando sus enormes colmillos y maravillando al menor con ello─. Además es la única cabaña en el bosque.

 

─ ¿Mis colmillos serán tan grandes como los tuyos? ─preguntó con emoción. Sousuke negó.

 

─No lo creo.

 

─Ah... ─exclamó con desilusión antes de sonreír tiernamente─ Bien. Dejaré que me acompañes.

 

Y así fue. El feo lobo acompañó a Caperincita hasta que el sol estuvo en su punto alto. A Rin, después de un rato,  decidió que le agradaba el lobo y no dudó en considerarlo su amigo, a pesar de que el lobo lo había advertido de no llamarlo por el nombre, pues decía no estar preparado para ello.

 

Junto al lobo, Rin recogió flores suficientes para su ramo, que fue armado por Sousuke en solo un momento. El lobo se sonrojó cuando entregó las flores a Caperincita, pues sentía como si fuese él quien las daba. Él pareció no notarlo, pero la sonrisa que le dedicó hizo latir su corazón con fuerza.

 

Llegaron a la cabaña tarde, por lo que Rin solo tendría una hora para visitar a la abuela y luego debería regresar rápido a casa antes de que el sol se ocultase. Quedarse no era una opción, ya que mamá Makoto se preocuparía y enviar una carta era impensable ya que el cartero solo pasaba los miércoles, por la mañana.

 

El lobo se escondió tras un árbol, a la espera de Caperincita para acompañarla a casa. Él enserio se había enamorado.

 

Pensaba en el pequeño niño que vestía de niña con fervor. Si él no fuera un simple lobo, ¿hubiera tenido una oportunidad?

 

Los minutos pasaron mientras él soñaba con estar con la pequeña Caperincita, sin ser consciente del ruido alrededor.

 

Haru el cazador, un lindo y fuerte pelinegro de ojos azules, alzó el arco y tensó la cuerda. Rin salía de casa de la abuela, hablando tranquilamente con la mayor qué, agradecida por su visita, le enviaba un medicamento casero a su hija Makoto. Fue entonces que el lobo alzó la vista, la anciana dio un grito de miedo, Caperincita saludó y Haru soltó la flecha.

 

Los ojos de Sousuke, el feo lobo, se abrieron con sorpresa. La flecha atravesó su corazón y él cayó al piso. Caperincita soltó el canasto y corrió a su encuentro.

 

─Caperincita... ─susurró el lobo. El aludido se mordió el labio, reprimiendo las lágrimas.

 

─Lobo...

 

─No seas tonto... Eso ya no importa... Dime Sousuke ─sonrió el otro mientras sus ojos perdían el brillo─. Me alegra haberte conocido... Puedo decir que moriré feliz.

 

─Cállate... No vas a morir... Yo voy a cuidarte hasta que sanes...

 

─Oye, Caperincita... No vayas a llorar, ¿sí?

 

─Prometo que te vengaré... Tú eres bueno, no merecías...

 

─No es así, Rin.

 

Y sin más, el lobo dejó de respirar. El pelirrojo le cerró los párpados y se sujetó fuertemente a él. El cazador se acercó a reclamar su presa, llevándose una mirada iracunda por parte del menor.

 

─ ¡Asesino! ─acusó. Haru se agachó a la altura de la aparente niña.

 

─Él era el asesino ─explicó─. Acabó con la mitad del pueblo del norte y lo he perseguido desde entonces.

 

─No... Sí él fuera un asesino... No me habría cuidado... Era mi amigo...

 

─El presente no cambia el pasado. Él tenía que pagar por los crímenes que cometió. Entiendes lo que es la justicia, ¿no? ─Rin, rendido, asintió─ Soy Haruka, el cazador... Niña, tu abuela parece preocupada, ¿por qué no...?

 

─Soy un niño ─intervino el menor, removiendo la tierra entre sus rodillas y aferrándose al cuerpo inerte de su amigo─. Mi nombre es Rin... Y no dejaré que te lleves a Sousuke ─su voz sonó ahogada y Haru se compadeció.

 

─Está bien si lloras. Tú conociste una parte de él que nadie vio, está bien si lo perdonas por sus crímenes. Está bien que quieras llorar ─y así fue. Los ojos de Rin soltaron las lágrimas retenidas mientras éste se quitaba la caperuza y cubría con ella a Sousuke, el no tan feo lobo.

 

Y el cazador se enamoró.

 

La abuela Nagisa consoló al pequeño Rin y enterraron a Sousuke el lobo frente al árbol donde había perecido. El cazador escoltó al joven hasta su casa, donde meses después pediría su mano en matrimonio. Mamá Makoto, pese a que se quejó en un principio -pues Haru era siete años mayor a Rin y ambos eran hombres-, aceptó y dio su bendición. Nadie volvió a llamar al pelirrojo por el apodo "Caperincita".

 

Haru y Rin se casaron cuando éste cumplió quince años, se mudaron a la ciudad cercana al mar y vivieron felices por el resto de la vida."

 

El gesto del pelirrojo temblaba, sus labios estaban apretados en una fina línea y cerraba los ojos y los puños con fuerza. Gou decidió alejarse de su hermano discretamente mientras Sousuke fruncía el ceño.

 

─ ¡¿Qué clase de mierda de cuento es esa?! ─bramó─ ¡¿Cómo demonios te atreves a vestirme de niña en una estúpida historia que ni siquiera va así?!

 

─Es mi cuento ─se defendió el pelinegro, a sabiendas de que Rin no lo había golpeado aún porque Ren estaba en su regazo.

 

─Tienes razón en eso de que él tenía una apariencia femenina ─comenzó Sousuke─. Pero, ¿quién mierda te crees para decir que mi personaje estaba enamorado de él?

 

─Haru-chan... No añadiste a Rei-chan en tu cuento ─el aludido asintió.

 

─Él nos casó.

 

─ ¿Y cuál es el problema con estar enamorado de mí? ─bramó Rin. Sousuke alzó ambas cejas─ Si tú te enamoraras de mí...

 

─Cállate, Rin ─masculló Haruka─. Tú estás casado conmigo.

 

─ ¡En el cuento, idiota!

 

─Eh... No deberían gritar ─musitó Makoto. Ran, en su regazo, señaló a Rin.

 

─ ¿Él es la niña del cuento?

 

─Haru-chan ─exclamó Ren─, cuéntanos otro.

 

─Está bien ─el pelinegro observó a Rin con una sonrisa discreta.

 

─Vas a pagarla como te atrevas a burlarte de mi antigua apariencia ─amenazó, más Haru no se mostró perturbado.

 

─Está bien, Rin. Ahora, les hablaré sobre Blanrin Nieves. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).