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En una de las celdas de un corredor solo iluminado por tenues luces estaban sentados en un rincón diez personas, esperando a ver a cuál de todos le tocaba ser el conejillo de indias de hoy. Siete de estas sabían que no serían ellos, ya habían pasado su turno en el laboratorio, en realidad ya estaban adaptados pero no por eso no era angustiante la espera y la incertidumbre de cuándo o cómo sería la nueva visita, especialmente si quien va a jugar al científico contigo es Caesar Clown.
Se escucharon pasos en el corredor, y dos guardias con su uniforme de marine abrieron la celda en busca de su presa, detrás de estos estaba el científico.
- Shuororororo buenos días mis adorables bebés!! Hoy vamos a divertirnos como siempre shuororororo. A quién escogeré hoy??
Las personas se arrinconaron aún más en la celda, no era para menos cuando a vez a un tío de casi tres metros con gas en las piernas, cuernos en la cabeza, ojos naranjas dándole un aspecto endemoniado, un pelo negro y largo haciéndole lucir aún más pálido de lo que es…..
Los tres que no se habían “divertido” de la celda temblaban como corderillos y finalmente Caesar cogió uno al azar.
- El castaño de la esquina, está demasiado pequeño- una sonrisa maquiavélica se le formó en el rostro- tengo algunas cosillas que te harán crecer un poco shuororororo!!
Uno de los guardias entró y agarró al castaño, los gritos retumbaban en la celda y el corredor mientras le arrastraban y salían de la habitación pero como era costumbre nadie hacía nada, unos por miedo y otros porque simplemente no era su problema.
- Otro más que no regresará- mencionó un hombre de otra celda- ese crío estaba demasiado flacucho, no soportará lo que le harán allá dentro. Espero que os hayáis despedido de él.
- Tan sensible como siempre ¿Es que no te cansas de decir lo mismo? Deja a los críos en paz- mencionó el anciano de la celda de donde se llevaron al castaño.
- Tsk como quieras anciano- se sentó en su celda y no dijo más.
En la celda los restantes solo se quedaron en silencio hasta el anciano decidió romperlo.
- Algún día saldremos de aquí, ya lo verán, solo es…… cuestión de tiempo.
- Lo sabemos Robert oji-san, solo debemos esperar a ser más fuertes no?- respondió uno
Nadie dijo nada, solo asintieron y se quedaron en su oscura celda, en silencio.
- ¡Ya sé! ¡Les contaré de mis viajes de joven!
- ¿En serio, Robert oji-san? ¡Geniaaaaaal tus historias siempre son divertidas! Empieza empieza-dijo uno de la celda.
Los demás se fueron sentando alrededor del anciano esperando la ansiada historia, era lo único que los relacionaba con el exterior ya que algunos nunca habían salido de ese sitio y ni siquiera habían visto la luz del sol, incluso algunos de las otras celdas se acercaban a los barrotes para poder escuchar mejor, era una de las pocas cosas que te podían sacar una sonrisa en ese lugar.
Robert oji-san estaba muy entusiasmado con su relato, algunos reían y otros le decían tonterías, era un buen ambiente, hasta que este fue interrumpido…..