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Promesa por Matildespitzenberger

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Notas del fanfic:

Ok, llevo planeando volver con un Xiuhan desde el año pasado y confieso que se siente raro,  me ha tomado tanto tiempo retomar la escritura y más encima mis estudios que se ha transformado en un proyecto muy tedioso pero a la vez muy amado(?). Es una idea que llevo pensando dsd hace mucho tiempo, así que espero les guste ;)

 

El fic va dedicado a Labia, a Vale por su cumpleaños, sí planeaba postearlo en esa fecha pero soy desastre, hice este ChanHun para ti hahaha te quero nena, y para Ani, que me alentó mucho para terminarlo, espero lo dirfrutes.

 

Eso, leany disfruten ~

 

1/3

 

Minseok bebió su café recién preparado mientras su vista seguía inmersa en el paisaje montañoso, el cielo estaba gris mientras una fina capa de nubes cubría el alto de las montañas y el verde que lo abrigaba resaltaba más fuerza. Como odiaba ese lugar. Siempre ha sido sensible al frío y la nieve, cuando los días amanecían con esa apariencia tan oscura y opaca, su energía terminaba drenándose automáticamente de su cuerpo, sin embargo tenía la cura para ese mal, el sabor amargo de su café matutino, naturalmente recomponía su ánimo consiguiendo persuadirlo y hacer vista gorda a todo eso.

Eran casi las 8 de la mañana, la neblina humedecía todo a su alrededor y el frío comenzaba a calar sus huesos, para matar el tiempo y entrar en calor, ordenó su habitación y  reagrupó su colección de granos de café como cada mañana, luego se preparó para recibir a su visita. Si bien le sobraba algo de tiempo, no se saltó ningún paso para rellenar el intervalo de soledad que le quedaba. 

Muchos quizás podrían reírse de su repetida y aburrida rutina, pero para Minseok era una de las cosas más importante que tenía y gracias a eso, no se había vuelto loco en ese lugar.

Es que estar encerrado en un asilo de ancianos era todo un calvario.

A sus ochenta años aún se sentía un veinteañero, tenía energía de sobra, podía salir sin problemas y caminar entre las montañas y el prado, e incluso hacer otras actividades más entretenidas junto a gente normal, pero no. Él había preferido pasar sus últimos años de vida, encerrado en lo más escondido de la isla Jeju.

Tenía tiempo suficiente para arrepentirse y hacer que su hijo Junmyeon firmase los papeles para sacarlo de allí, y volver a su antiguo hogar y reabrir su vieja cafetería, pero no… a pesar de cuanto odiaba ese lugar… él prefería mantener su promesa y quedarse allí. 

—Buenos días, señor Kim.

Le saludó la enfermera de turno ingresando a su habitación.

—Buenos días.

—Vengo por su chequeo matutino— mencionó casi riéndose, porque él no lo necesitaba.

Minseok, no tenía ninguna enfermedad física o mental, y aparentemente no tenía ningún motivo sentimental para que él o su familia quisieran aislarle al otro lado del país, lo que aumentaba en todos su curiosidad en él.

—Bien, pero antes déjame terminar mi café…

Repetir números, recordar nombres, tocarse los tobillos, escuchar el constante sonido de su corazón, su presión, la digestión diaria, su revisar su prótesis dental. Todo en orden como siempre.

¿Entonces por qué estaba allí?

Era la pregunta que todos se hacían en ese lugar, incluso el diabético de Baekhyun, el cual había perdido una de sus piernas y que era odiosamente entrometido, le exigía saber el motivo de querer encerrarse allí con una manga de locos enfermizos e inservibles, pero él nunca respondía, a veces Jongdae  se le sumaba, más aún en sus lapsus de amabilidad y cordura, pero el impulso le duraba poco, ya que, debido a su trastorno maniaco se terminaba frustrando y enfocando en otra cosa, quedando el tema en misterio otra vez, gritando que Minseok no era más que un loco, antisocial, sin razones para vivir.

Pero Minseok tenía sus razones, solo que las estaba guardando para otra persona.

ÉL había llegado hace más o menos un año y en todo ese tiempo ha estado pensando en el pasado, ¿qué otra cosa más puede hacer un anciano?, por lo general se sentaba frente a la ventana a ver los pájaros y animales correr libremente por ahí y su mente comenzaba a vagar por viejos recuerdos, algunos los había creído olvidados y a veces pensaba que estaba exagerando en algunas situaciones, sin embargo el cosquilleo adormecedor que recorría sus manos y que terminaba por hacerle sonreír dictaba todo lo contrario. 

—Señor Kim, su visita ha llegado— le informó la misma enfermera.

En aquel moderno y alejado complejo, podía recibir a sus familiares una vez a la semana. Los domingos eran ideales para las reuniones, aunque al parecer  la idea no era compartida por su nieto Sehun, quién le miraba algo hastiado, a pesar  que se caracterizaba por siempre lucir serio, siendo su abuelo podía reconocer sus minúsculas expresiones con facilidad y aunque le dolía verlo así, intentó aligerar el reencuentro con una sonrisa.

—Supongo que no te ha gustado venir a visitarme…—   le dijo una vez que el abrazo terminó.

—Era más fácil cuando vivías al otro lado de la calle— habló intentando disculparse.

—Pensé que un poco de aire fresco te haría bien, siempre estás pegado a ese teléfono, que creo que ya te has olvidado de cómo huele la naturaleza…

—No es para tanto abuelo…— se quejó el joven llevando su teléfono al bolsillo de su chaqueta, al ser descubierto nuevamente mirando la pantalla.

Decir que Minseok adoraba a su nieto, se quedaba corto. Era el único que tenía, así que por mucho tiempo toda su atención y energía se habían concentrado en él y claro que le había malcriado en su momento, tanto que Junmyeon decidió mudarse a la casa de al frente para poder disciplinar a su único hijo, aunque este siempre terminaba escapándose a mitad de la noche para irse a la cama con su abuelo y despertar con el olor de la sopa de verduras que tanto le gustaba.

Minseok sabía el vínculo que había entre ambos era mucho más fuerte que todas las reglas y mañas que Junmyeon impusiera e inclusive la edad y la distancia.

Ambos eran compañeros de travesuras y de un sinfín de secretos.  Secretos que estaban a salvo con él, porque la confianza  y lealtad que existían entre ambos eran inquebrantable.

—¿Cómo está tu padre?

—Trabajando como loco, por eso no pudo venir— le contestó casi gruñendo.

—Hunnie, no seas tan duro con él— le pidió pero el menor negó con la cabeza.

—Es que ya ni lo veo en casa, apenas come y anda con un humor de perros, creo que incluso se ve más viejo que tu…

—Sabes que tu universidad no se paga sola, menos ese aparato que traes en tu bolsillo, sé más comprensivo con él…

—No se trata de eso abuelo…— respondió abatido— es solo que echo de menos conversar con él…

Puede que Sehun pareciera un jovencito frío y exigente pero la verdad detrás de ese rostro impávido, se escondía el corazón de un niño anhelando el afecto de su padre. Sabía que su nieto amaba a su padre por sobre todas las cosas y Junmyeon a su retoño, pero por jugarretas del destino el menor había perdido a su madre a temprana edad y su hijo al tener que salir adelante solo, debió dejar de lado muchas cosas como por ejemplo sus interminables charlas sin sentido, por lo que Sehun terminó creciendo solo y con la esperanza que su padre algún día pudiese retomar esa tradición de hablar hasta cansarse luego de cenar.

—Espera un poco más, estoy seguro que Junmyeon extraña tanto esas charlas como tú… — le animó revolviendo su cabello y Sehun agradeció sus palabras con algo parecido a una sonrisa.

Minseok llevó a su nieto a su habitación para que bebiera un poco de café, la temperatura seguía bajando y temía que por lo delgado que estaba terminase enfermo o con hipotermia, y también como una excusa barata, porque desde hace tiempo esperaba el momento de estar a solas con él y poder conversar tranquilamente.

—Wow, de saber que tenías esta vista, me habría venido a vivir contigo— bromeó el menor al ver como las grandes ventanas encaraban las montañas cubiertas de nieve— es hermoso…

Le escuchó mientras veía al muchacho pegarse a la ventana.

—En primavera lo es aún más— le aseguró sacando sus implementos para preparar café— ahora son solo un depósito de nieve…— se quejó y el menor rio por su comentario.

—Cierto que tú odias el frío, ¿entonces por qué…?

Era consciente que su nieto no era curioso, cuando le dijo que iba a irse a un asilo al otro lado del país no protestó, ni cuestionó su decisión, solo aceptó en silencio su partida  y daba por hecho que no necesitaba razones, pero también reconocía que era momento de liberarse de parte de su pasado y testificar el por qué prefería pasar lo que le quedaba de vida en un lugar apartado y no con su familia.

Habían cosas que Minseok quería dejar zanjadas antes de partir, y prefería mil veces dar ese paso ahora que aún estaba cuerdo y sano, sobre todo con su nieto, quién sabía que le comprendería mejor que nadie.

—Te he dicho antes que cuando prometes algo, debes cumplirlo a como dé lugar, ¿verdad?

—Sí, un montón de veces…— respondió cansado de esa frasecita, mientras se alejaba de la tranquila vista y se sentaba frente a su abuelo.

—Bueno, yo estoy cumpliendo una promesa aquí— sentenció mientras vertía un par de granos de café a la moledora con paciencia.

—¿Piensas morirte de frío aquí hasta que cumplas tu promesa? — preguntó sin entender.

—Así es.

—Pero, pensaba que estabas aquí solo como un retiro, ya sabes, huir un tiempo de la ciudad y luego volver en gloria y majestad para reabrir tú café, ese es el lugar dónde perteneces abuelo…

—Ya no Hunnie, mi lugar está aquí, y no hay vuelta atrás.

Parte del misterio de su estadía en un lugar que no era para él, recaía en una promesa que hizo hace muchos años atrás, en un tiempo dónde la impulsividad primaba por sobre todas las cosas y las palabras duraban más que la tinta.

El eco de su voz aún golpeaba fuerte en la habitación, haciendo sus palabras aún más toscas, provocando que Sehun le mirara confundido, pero el menor no se atrevió a decir nada más, quizás pensaba que sería muy imprudente pero Minseok necesitaba un poco de eso para seguir adelante.

—Verás… yo no soy tan distinto a ti— habló intentando que el muchacho captase sus palabras.

—¿Tan distinto a mí? — repitió confundido.

Tragó con dificultad, en parte porque reabrir parte de su pasado era doloroso y por otro lado, el confesar parte de su ser a su nieto era un poco incómodo, pero solo así lograría que alguien conociera su historia y sus sentimientos antes de dejar este mundo. 

—Yo también amé a un hombre, Sehun.

Le soltó logrando que Sehun por primera vez en su vida pudiese desfigurar su rostro por completo consiguiendo ver en él un sinfín de emociones que no pudo identificar.

—Fue hace mucho tiempo, incluso mucho antes de conocer a tu abuela…

 

+

 

Shanghai, 1953.

 

La familia Kim estaba de paseo en un barco que recorrería toda la costa asiática, eran en total tres meses de navegación, cosa poca atractiva para Minseok que a sus dieciocho años  solo quería regresar a Corea y poder certificarse como maestro de café.

—Vamos cariño, el tiempo vuela cuando navegas y de seguro encontrarás mil cosas más entretenidas que hacer— le dijo su madre mientras se adelantaba para abordar.

Pero Minseok estaba muy seguro que nunca encontraría algo más interesante que los componentes y los distintos sabores del café.

Y no se equivocó.

A la semana de zarpar, ya se había recorrido el barco tantas veces que podía caminar en él con los ojos vendados, ya había leído la mayoría de sus libros de café e incluso se había inscrito en el club de futbol del barco, pero todos eran tan malos que había perdido el interés en seguir jugando.

Ya iba una semana y lo único que quería era lanzarse al mar y nadar de regreso a Corea.

—¿Aburrido? — le hablaron de pronto en una lengua que no conocía.

Al mirar a su costado, un muchacho de cabellos claros le miraba alegremente esperando una respuesta. Su sonrisa pequeña y ojos brillantes le hacían parecer alguien muy simpático y sus ropas caras y pulcras le indicaban que aquel jovencito debería ser alguien de la primera clase. Quizás era un niño rico buscando problemas.

—¿Qué? — habló irritado, el joven se veía simpático pero él no tenía deseos algunos de aprender otro idioma para comunicarse con él, ya demasiada miseria sentía a su corta edad como para comerse la cabeza con otras cosas.

—¡Oh, eres coreano! — chilló el joven ahora en un hangul un tanto golpeado— ¡Wow, pensé que eras chino como yo!

La inesperada euforia del chico le sorprendió a tal punto que comenzaba a darle miedo.

—Te vi hace un de días atrás jugando a la pelota y supuse por tu rostro que eras chino, vaya como engañan las apariencias— habló sin dejar de sonar entusiasmado.

Ok, ahora sí tenía miedo.

—Por cierto, soy Luhan— se presentó alargando su mano y Minseok le miró extrañado pero con la necesidad de querer estrecharla.

—Minseok…

 

+

 

—Tenía dieciocho años cuando le conocí— habló mientras se sentaba una vez que terminó de preparar el café— llegó hasta a mí y se presentó como si nada, sabía por sus ropas que era de la clase alta, pero había algo en él que me llamaba a aceptarle…ahora que lo pienso, es más o menos lo mismo que te pasa con Chanyeol.

—Abuelo, yo…— intentó hablar nervioso.

—Tranquilo, siempre supe que no era un simple amigo al que estimas mucho, son tan obvios que no tuve que pensarlo tanto— le tranquilizó y luego bebió de su café algo pensativo

—Lo siento, debí decírtelo…— murmuró apenado porque entre ambos nunca hubo un secreto, cada vez que Sehun hacía alguna travesura o algo salía mal, su abuelo era el primero en saberlo y en ayudarlo.

—Sé por qué no lo hiciste, no te preocupes por eso — insistió logrando que el menor se relajase— yo tampoco había tenido el valor de contárselo a alguien… todo era un poco más complicado que ahora…

—Aun así no me imaginé que tu…— insinuó nervioso y Minseok suspiró igual de incómodo.

—Mis padres intentaron que desistiera de mi idea de dedicarme al café. Ese viaje era parte de su plan para convencerme de ingresar al ejército y seguir los pasos de mi padre… pero cuando conocí a Luhan vi otro mundo…— relató esperando que su historia tapara todas las dudas que su nieto tenía de su pasado y su persona.

 

+

 

Desde que se conocieron en la proa del barco, Minseok había dejado de contar los días que llevaba en esa embarcación, se saltaba las cenas e iba a la cama más tarde de lo permitido, se escabullía por los salones de la primera clase para luego bajar hasta las profundidades del navío y terminar entre otros chicos ricos jugando y bebiendo alcohol a escondidas.

Era parte de su rebeldía, que aún no era descubierta por sus padres, pero que bastaba como futura anécdota para sus nietos. Si bien una parte de él le recriminaba el hecho de dejarse convencer por un completo extraño, cuando le miraba para hallar una respuesta razonable a su conducta, dudaba si lo que sentía o veía por su nuevo camarada era simplemente simpatía o si le seguía solo porque no tenía otra opción.

En sus días junto a él, se había percatado que Luhan tenía un instinto innato para romper las reglas y no ser descubierto en el intento, sus locuras le habían llevado a él y al resto del grupo a uno de los camarotes de la tripulación que funcionaba como bar clandestino, en dónde fue la primera vez que se emborrachó tanto hasta no sentir su rostro y terminar bailando cualquier cosa sin seguir el compás de la música.

La experiencia fue tan estimulante y reveladora, que por primera vez en su vida se había detenido a pensar hasta dónde le llevaría ese comportamiento educado y reprimido, diciéndose así mismo que si no se divertía y vivía lo suficiente, moriría siendo un anciano parco, aburrido y lleno de arrepentimientos. Entonces sentenció, que este era el momento de disfrutar y pasar inadvertido, era la instancia de rebelarse y disfrutar todo lo que podía sin medir las consecuencias y hasta el momento se sentía bastante bien.

La segunda característica que había notado en Luhan era su gigantesca terquedad, que era mucho más grande que el navío en dónde se encontraban. Si Luhan decía que mañana llovería, pues más le valía al cielo y al Señor Padre comenzar a soltar las gotas, porque al niñito nacido en cuna de oro, nunca debían decirle que no o humillarlo, eso ni pensarlo. Y lo comprobó luego que apostarán en una pelea entre los mismos miembros de la tripulación, Luhan incluso apostó su caro y nuevo reloj de bolsillo al tripulante más pequeño de los participantes, aludiendo que sus fuertes brazos y muslos eran el mayor indicio que sería el vencedor y no su altura como le discutía Yifan, al final terminaron obedeciéndole asustados por el resultado y sus pertenencia empeñadas. Y como siempre, no se equivocó, claro que la pelea terminó muy mal y tuvieron que escabullirse a otro lugar, no sin antes cobrar el dinero que habían ganado más su reloj y esperar a que los oficiales dejaran de pasearse para disfrutar de su “fortuna”.

Otras de las facetas que le agradaban de su nuevo amigo, era la facilidad que tenía para poner a la gente de su lado con solo sonreía de lado y menear sus largas pestañas. Luhan era muy guapo, pero detrás de esa galantería que lo hacía destacarse entre la gente, no era más que una careta para conseguir sus propósitos más oscuros. 

En otra de sus tantas fechorías, Luhan había conseguido que se colara a una fiesta de alta alcurnia, en la que solo se presentaba la nueva generación heredera de bla bla bla; más o menos eso fue lo que dijo el chico, así que a escondidas lo metió a su camarote,  le prestó algo de su ropa cara y rápidamente le enseñó cómo comportarse en sociedad mientras comenzaban a festejar bebiendo algo de ron. En la fiesta, Minseok se había presentado como el heredero de las plantaciones de café de la India y próximo dueño del monopolio de exportación de algo que ya no recordaba, lo que hizo que varias chicas se interesaran en él, a pesar de no hablar ni poco de mandarín.  A la hora después de empezar su teatro, ambos terminaron en uno de los camarotes secretos del salón, con dos chicas y mucho alcohol.

Luhan le susurró que la chica que tenía en sus piernas era la hija del Ministro de Economía de China y que se llamaba Liang Cho, si bien la chica era bastante guapa, Minseok no se sentía tan excitado con el escenario como pensó que lo estaría, incluso se podría decir que estaba un poco incómodo y no tenía nada que ver con el hecho de ser solo el hijo de un oficial promedio del ejército Coreano.

Los cuatro estaban en paños menores, coqueteando y bebiendo sin fin, hasta que las chicas pensaron que era hora de avanzar un poco más.

La chica que estaba sentada en el regazo de Luhan le susurró algo que le hizo reír.

—¿Qué es lo que te ha dicho? — preguntó nervioso luego de ver como los tres le miraban sugestivamente.

—Quiere que hagamos un cuarteto— le respondió tranquilamente mientras las chicas al comprender que le había traducido rieron coquetamente entre ellas.

—¿Un qué? — repitió alarmado.

—Ya sabes, tú con ella, yo con ella, ella con ella y nosotros…— le explicó rápidamente poniéndose algo incómodo al final.

Ese “nosotros” que significaba “yo contigo”

Minseok tragó nervioso y miró a las chicas que se veían bastantes dispuestas y a gusto con la idea.

—¿Ella con ella? — cuestionó extrañado.

—Serán hijas de respetables hombres, pero son bastantes atrevidas en la intimidad y ya lo han hecho antes, así que no te espantes— explicó sin darle mucha importancia y luego les dijo algo en mandarín que terminó por descolocarlo totalmente.

Las chicas luego que Luhan dijera algo corto, se acercaron entre ellas aún sentadas en sus regazos y se besaron suavemente, luego de un par de segundos una de ellas profundizo el beso y un gemido de satisfacción se escuchó salir de la otra chica, que parecía que se derretía en sus labios.

—Jo-der…— murmuró Minseok ahora sí sintiendo cómo sus hormonas se alteraban.

La imagen era hermosa y perfecta, primera vez en su vida que veía a dos mujeres besándose, algo que antes nunca se le había pasado por la cabeza y en ese escenario parecía bastante normal y excitante, tanto que tampoco le parecía descabellado fundirse en los brazos de Luhan.

Sin embargo, antes que pudiese comprobarlo su pequeña fiesta terminó siendo interrumpida otra vez, teniendo que escapar por unas de las ventanas que daban hacia el pasillo agarrando como podían sus prendas mientras reían sin parar.

 

+

 

—¿Cómo pudiste escapar de la policía dos veces? — preguntó Sehun interesado y asombrado por la historia.

—En ese entonces la policía no tenía tanto entrenamiento ni poder, menos en un barco, así que podíamos hacer lo que quisiéramos— le explicó orgulloso — Y si nos pillaban Luhan tenía muchas conexiones…

—Pero qué idiotas más afortunados— murmuró con envidia y Minseok se rió— ¿Entonces ese cuarteto…?

—No Sehun, nunca pasó…

—Qué mala suerte, podrías al menos mentirme en eso, quedarías como mi héroe — se quejó decepcionado.

—No creo que mis aventuras sexuales tengan mucho que aportar en lo que trato de decirte, pero si se me ocurre una más adelante, lo intentaré

—Ya no cuenta, sabré que estás mintiendo — le cortó — pero cierto… intentabas decirme porqué estas aquí… aunque aun no entiendo la conexión entre ese hombre y tu promesa…— razonó confundido.

—Todo a su tiempo…

—Abuelo, el catamarán sale en cuatro horas— rezongó y Minseok rio por lo adorable que se veía.

—Cuando estuve a punto de participar en ese cuarteto, fue la primera vez que me di cuenta que dos personas podían estar juntar sin importar su sexo— le explicó retomando su seriedad— al ver esas chicas besándose fue un gran impacto para mí, además de verlas disfrutar ese beso pude comprender que esa invitación era una excusa para estar juntas sin ser juzgadas.

—¿Crees que Luhan las buscó apropósito?

—Claro que sí, pero yo no estaba preparado, recién comenzaba a pensar que era posible que dos hombres podrían estar juntos y aún no aclaraba cuáles eran mis sentimientos hacia él, según yo creía que solo amistad o algo de curiosidad.

—Pero él parecía ser alguien muy loco y arrogante, ¿cómo es que terminaste interesándote en alguien así?

—Luhan se comportaba así solo por las noches, era una forma de escapar de todas las reglas y superficialidades de la alta sociedad, odiaba tener un apellido respetable… él solo quería ser alguien normal y feliz— murmuró algo afectado por los recuerdo de un joven ansioso de libertad.

 

 

+

 

 

Una vez que conoces los sueños de otra persona, ya no tienes vuelta atrás, y cuando comienzas a desear que los cumpla y a prometerte que harás todo lo posible por ayudarlo, pues estás perdido, ya has caído.

Fue lo que pensó Minseok, una vez que ambos se sentaron en el mismo lugar dónde se conocieron, y comenzaron por primera vez a hablar de ellos mismos.

El cielo estaba marrón y el viento removía todos sus sentimientos, apoyados en las barandas de aquel inmenso barco alejados de todo el mundo y los prejuicios, ambos jóvenes encontraron en el otro, los oídos y miradas que nunca hallaron en las personas que creían confiar.

—La Isla Jeju, parece ser un lindo lugar— habló luego de terminar de mostrarle algunas de las postales que coleccionaba.

—Lo es, solo que en inverno es muy helado, tanto que se hace insoportable— comentó fastidiado de recordar parte de su infancia viviendo encerrado por culpa del crudo invierno.

—Pues yo creo que debe ser la época del año, en que más hermoso se ve…— habló casi hipnotizado.

—¿Te gustaría visitar la Isla? — interrogó impulsivamente.

Luhan asintió firmemente.

—Me encantaría vivir mis últimos días de vida en ese lugar— le confesó disfrutando de ese deseo.

-Es un buen lugar para eso, muy tranquilo y relajante— comentó sin saber cómo seguir la conversación. Esa nueva faceta de Luhan le estaba fascinando a tal punto, de querer saber todo lo que pasaba por su cabeza.

—Pienso escaparme algún día— murmuró Luhan sin despegar su vista del horizonte— estoy aburrido de los protocolos, el cinismo y las apariencias…—soltó volviendo su vista a él, y aparte de ver  aquel brillo característico en sus ojos, Minseok vio en él la necesidad de cumplir su cometido— quiero recorrer el mundo, solo llevando mi mochila y mi reloj, quiero aprender todos los idiomas que pueda y sería genial… si pudieras acompañarme…—murmuró mirándole con cautela.

Minseok bajó su mirada, sin saber si era  porque la idea le parecía demasiado idealista o si era por el repentino calor de sus mejillas, independiente de lo que fuese, él quería que Luhan fuese feliz al menos una vez en su vida y si estaba en él poder conseguirlo, lo haría sin pensárselo dos veces.

—Quizás podría acompañarte y encontrar nuevos granos de café para mi futura tienda—  le siguió, logrando que el muchacho saltase de la alegría.

—¡Deberías! — chilló— he escuchado que en la India existen los sabores más exóticos del mundo, podríamos ir allí primero y buscar esos granos de café, e incluso hacer un trato y exportarlos.

Y los planes continuaron construyéndose sobre sus cabezas, entusiasmados incluyeron al resto del grupo, pensaron en que Tao quizás le gustaría experimentar otras artes de luchas, que Yixing se mezclaría muy bien con los monjes, hasta imaginaron que quizás se convertiría en uno de ellos, mientras que Yifan talvez esperaría en silencio su oportunidad para hacerse su camino en los negocios y volverse aún más rico que su padre.

Pero ambos sabían que ninguno de esos planes se iba a concretar y que la vida dictaba muy distinto a todo lo que deseaban, sin embargo, ambos necesitaban ese momento para imaginar, que al menos podrían tener una vida juntos lejos de ese barco, porque el tiempo se les acababa con cada brisa y puesta de sol.

—En serio, me gustaría pasar más tiempo contigo…— murmuró  Luhan suavemente delineando con la puntas de sus dedos el dorso de su mano.

Parecía una simple frase, puede que sea solo de un buen amigo que había encontrado a su camarada, bueno, eso pensó el lado racional de Minseok, pero luego de voltear su cabeza hacia él para comprobar que no era una de sus bromas pesadas, su expresión le gritó lo que su voz interior intentaba que ignorase.

Era una casi-confesión de amor, una acompañada por el temor del rechazo y de una reacción escandalosa, pero Minseok estaba petrificado, nervioso y a la vez presionado por tener que decir algo, sin embargo, el tacto en su mano le tranquilizaba, le decía que estaba bien guardar silencio, que él lo entendía.

Con cada segundo su dorso ardía y lo más extraño es que a la vez necesitaba más, era como si una nueva ventana fuese abierta, un nuevo Minseok apareciera y se apoderaba de sus sentidos, uno que nerviosamente trataba de desenredar el nudo de palabras que se atoraban en su garganta y que trataba de hacerlo despabilar pero sus ojos torpemente no podían apartarse de los de Luhan.

Estaba hipnotizado, perdido y al parecer los ojos brillantes de Luhan eran su única brújula para no adentrarse al vacío y negarse a sí mismo.

—Yo…— balbuceó sin saberlo— también… — terminó percatándose luego de ver la amplia sonrisa de Luhan lo que acababa de hacer.

Pero no tuvo tiempo de avergonzarse o de hacer una mala broma al respecto, porque Luhan tomó su mano y entrelazó sus dedos mientras pegaba su frente en su hombro y murmuraba cosas en mandarín que no se interesaba en entender.

 

 

+

 

—En ese momento, en la proa del barco a oscuras, me di cuenta que amaba a un hombre, pero también que nunca podría estar cerca de él, una vez que el viaje se terminase…

—Pero, él con tanto dinero ¿no podría ir a visitarte? — preguntó Sehun con pesar.

—Eran otros tiempos Sehun, no es como ahora que tomas un vuelo y llegas en tres horas, antes debías viajar meses y él era el heredero de un gran puesto, no podía ausentarse por tanto tiempo— explicó bajando su mirada.

—¿Entonces cómo…?

—Seguimos siendo iguales, buenos amigos durante el poco tiempo que nos quedaba…

—Abuelo, con dieciocho años, y al saber que eres correspondido, no te quedas precisamente quieto…— comentó sugerentemente y al mayor no le quedó otra más que reír.

Era obvio que su nieto ya no era el niño inocente que dormía entre sus brazos.

—Bueno, tienes razón pero no es algo que voy a confesarte, ya sabes qué cosas suceden cuando las hormonas se alborotan y el ambiente es perfecto.

—Ok, ok, sí, alto ahí— sentenció avergonzado y Minseok explotó la risa— Entonces… ¿él fue tu primera vez? — preguntó bajando su mirada hacia su tasa media vacía.

—Sí…— respondió algo incómodo.

 

 

+

 

 

Si bien al mirarse varias cosas pasaban en sus cuerpos, ninguno de los dos trataba de demostrar mucho en público, uno por la reputación de donjuán y el estatus social de Luhan y otra porque Minseok aún no podía acostumbrarse a los cosquilleos que revoloteaban en su estómago.

Y aunque en las cuatro paredes de la habitación de Luhan, tampoco ocurría mucho, pudo acostumbrarse a las horas en silencio y a sus escasos roces, sin embargo tenía muy presente que eso no bastaba, ya no para él.

Nuevamente oculto en su lujoso camarote, rodeado del aroma de Luhan y de muebles que nunca en su vida podría costear aunque lo deseara. Se obligó a prestarles atención a ellos para no perder el juicio, en su detallada observación se fijó que unos eran más inservibles que otros, demasiado llamativos y extraños para su gusto, pero cada vez que los miraba terminaba descubriendo nuevos detalles y lo peor es que remataba comparándolos con Luhan.

Siempre él.

Luhan, esto. Luhan lo otro. Luhan en sus sueños, en el desayuno, en su vaso de licor. Estaba en todas partes, le intoxicaba y abrumaba, pero seguía a su lado, quieto, admirándole en silencio. Navegando nuevamente en su dirección, sin poder pelear contra sus propios instintos. Parecía una pobre alma embrujada sin salida alguna, condenada a fijarse en el objeto más valioso y codiciado del océano.

Luhan era extraño, único y muy hermoso, si le das una simple mirada, es alguien a quién te gustaría conocer, atractivo y envolvente, muy simple tal vez, pero una vez que le conoces ves otros patrones que le hacen destacar, otras texturas que resultan adictivas, que le agregan un valor especial a todo lo que le rodea, aumentando tus ganas de tenerlo, de adueñarte de él.

 —Hey…— le llamó Luhan a su lado extendiéndole un vaso de ron — ¿en qué estabas pensando? — preguntó curioso.

Saliendo de su trance poderoso, tomó el vaso y bebió su contenido sin pensarlo.

—En muebles— contesto llevando el dorso de su mano a su boca, para controlar la amargura de la bebida.

Luhan rio por su inesperada respuesta y se sentó en su largo sillón, estirando su brazo en el frondoso respaldo invitándole a sentarse junto a él. Minseok odiaba esa imagen elegante y pulcra, le reventaba los nervios porque le secaba la boca del deseo.

Como si aquel trago no hubiese sido suficiente para controlar sus nervios, se sirvió un poco más y se acomodó a su lado. Luhan ajuntó su brazo en sus hombros de forma instintiva y ambos siguieron bebiendo en silencio, solo observando como el contenido de sus vasos desaparecía o como la decoración de aquella sala no combinaba para nada con aquel gris atardecer que golpeaba las ventanas.

Al terminar su vaso, Minseok transó luego de una intensa batalla con su conciencia que, se sentía muy bien estar a su lado en silencio. Le encantaba su aroma dulce y el calor que su delgado cuerpo desprendía, era muy cómodo estar rodeado de su lujo y su conducta educada, porque para Luhan eso no era lo importante, para él otras cosas eran prioridad, como conversar, mirarse no tan disimuladamente, tocarle de vez en cuando, sobrepasarse con el trago quizás para ser capaz de decirle algo cursi y vergonzoso. A pesar de no  gustarle y que la lista de diferencias pudiera alargarse si quisiera, las cosas no eran así. De hecho ni siquiera ser más bajo que él le molestaba, porque en momentos como este, en dónde su yo interior ganaba, tenía la ventaja de esconderse entre el pequeño espacio de sus angostos hombros, para no toparse con los ojos brillantes y embusteros de Luhan. 

Pero todo hechizo tenía su consecuencia y Minseok estaba demasiado consciente de ello y debía admitir que estaba un poco asustado, Luhan le hacía sentir tantas cosas a la vez que terminaba confundido y desorientado, exigiendo  en secreto que al menos se dignase a mostrarle la manera de continuar con esto, que le confirmase de alguna forma que lo que sucedía entre ellos estaba bien y era real. Pero su embrujo era tan poderoso, que al tener toda su atención las dudas se esfumaban.

— ¿A dónde vas? — le preguntó una vez que intentó levantarse.

—Voy por más ron— explicó chocando con su mirada.

—No, ya fue suficiente— sentenció tomando su vaso y le acercó aún más a él.

— ¿Desde cuándo crees, que un vaso es suficiente? — preguntó irritado.

Pero Luhan no le respondió, solo le encerró entre sus brazos y depositó en pequeño beso en su frente. Uno muy dulce para su gusto, uno que logró nuevamente levantar aquel caos en su interior que dejaba su cuerpo reaccionar en modo automático, uno en el que su mente se llenaba de voces quejándose, pero que terminaban siendo traicionadas por el bombeo incesante de su corazón, creando una tormenta cuando sus ojos se topaban.

— ¿Eso responde a tu pregunta? — cuestionó sacando a relucir aquel lado coqueto que solía usar con cualquier persona que él quisiese doblegar.

—Pues no— respondió por reflejo y se levantó con fuerza.

Necesitaba aire y un momento lejos de su cuerpo para poder pensar, debía retomar su rumbo y sostener el timón con fuerza o caería como todos los demás.

Al servirse el vaso que tanto anhelaba y creer que su contenido se rebalsaba,  lo llevó a su boca  y bebió impacientemente, sin embargo, apenas le alcanzó para adormecer sus nervios, porque Luhan había tomado su muñeca bruscamente consiguiendo que todo se desparramara sobre la cara y esponjosa alfombra.

— ¿Qué carajos te sucede? — explotó Minseok recibiendo como respuesta un furioso beso en sus labios.

Naturalmente uniéndose a la pelea de dominar los labios del más alto, Minseok rodeó la pequeña cintura del muchacho con violencia mientras Luhan abrazaba su cuello con el mismo ímpetu. El choque entre sus cuerpo no fue más que leña a todo el incendio que ardía en su interior, que entre rechazos, mordeduras y gemidos, el beso terminó por descontrolar aún más la situación.

Luhan en un acto  desesperado guio a Minseok hasta el sofá y presionó su cuerpo contra el suyo, ejerciendo tal fricción que el mayor creyó que estaba perdiendo la cordura, el aroma caro que se mezclaba con su hedor de tercera clase era una especie de morfina, consiguiendo someterse sin problemas a sus necesidades físicas.

—Me estás matando…— susurró sosteniendo con fuerza sus muñecas y piernas como queriendo dominar a una bestia— he pasado todo este tiempo controlándome, pero ya no puedo más…

Él tampoco y se lo hizo saber con un corto gemido, mientras sus ojos se perdían en la expresión excitada del menor. Minseok sabía que estaba a punto de nadar  en aguas desconocidas, pero Luhan sería aquel farol que le guiase hasta la orilla, porque era lo único que necesitaba.

Y aquel atardecer gris, se transformó de pronto en la noche más tormentosa, ruidosa y cálida de sus vidas.

 

+

 

—¿Abuelo? — llamó su nieto moviendo su larga y huesuda mano frente a él.

—Lo siento, Hunnie— se disculpó volviendo a llevar su café a su boca pero notó que ya no quedaba nada— ¿quieres más café?

—No… pero me gustaría algo de té— pidió notando que su abuelo necesitaba algo de tiempo para regresar a la realidad.

—De acuerdo…— murmuró tratando de levantarse tan rápido como sus viejas extremidades apolilladas se lo permitieron.

El silencio se tomó el lugar y Sehun como siempre lo respetó, pero tenía tantas dudas y curiosidad por saber lo que pasaba por la mente de su abuelo, que no podía contenerse. 

—Luhan… era alguien muy especial para ti…— murmuró el menor, sin saber cómo retomar la conversación. En su interior tenía muchas ganas de saber qué clase de persona era, intentaba poner todo de su parte para descifrarlo, sin embargo, el recuerdo de su abuela no le dejaba seguir la historia con tanto entusiasmo como debía. Sentía que si se encariñaba mucho con él la estaría traicionando.

—Claro, que lo es— confirmó Minseok sabiendo que su frase en presente generaría otra ola de confusión y problemas.

— ¿Qué hay de la abuela? — preguntó algo atorado por las emociones.

Y ahí estaba la parte de la conversación, que Minseok intentaba evitar, pero que ya no se podía dilatar, Sehun adoraba a su abuela, a pesar de haberla conocido muy poco, siempre recordaba sus dulces y contagiosas sonrisas, después de todo era una de las cosas que había heredado de ella y Minseok adoraba ese parecido, es solo que nombrarla bajo estas circunstancias, se sentía un poco incómodo.

—A tu abuela la estimé mucho, fue una mujer muy comprensiva y divertida— respondió volviendo a la mesa con el té de su nieto.

— ¿Ella…?

—Sí, siempre lo supo— reconoció teniendo las ganas de mirar otra cosa— sabía que yo amaba a otra persona… solo que nunca se imaginó que fuese un hombre.

— ¿Le contaste?

—Lo supo antes de morir…—confirmó con un deje de dolor— en ese tiempo, muy poca gente se casaba por amor, y nosotros fuimos unidos por un viejo trato entre nuestros padres, ella nunca me amó, pero tampoco quiso a otro hombre…

— ¿Entonces… ella nunca tuvo problemas con esto?

—No, cuando nos casamos fuimos sinceros, nos dijimos que no nos amábamos pero que haríamos todo lo posible para que funcionara, en ese entonces no queríamos decepcionar a nuestros padres… y de cierta forma, queríamos acompañarnos hasta el último día de nuestras vidas, aunque fuese solo como amigos, así que le prometí que nunca la abandonaría— explicó recordando las noches en velas con aquella jovencita de cabello rebelde y voz aguda

La mirada fija de Sehun comenzaba a inquietarle, con sus ojos oscuros le demostraba tantas cosas pero su boca seguía cerrada y su rostro volvía parecer una máscara.

—Sehun…

—De cierta forma creo que somos es una mentira— interrumpió un poco alterado y confundido— formaste una familia sin amar a la abuela, solo para ocultarte… pero por otro lado, toda esta historia se me hace tan terrible, abuelo… ¿cómo pudiste pasar tanto tiempo sin ver a Luhan?

Pues esa era la maldita pregunta que él se hacía todos los días.

—Las cosas cambiaron cuando Junmyeon nació— susurró aguantando su dolor—hasta ese momento, Luhan era dueño de mis sentimientos, pero fue reemplazado cuando tu padre llegó a mi vida, ni siquiera tuve que pensarlo dos veces, si antes le había prometido a tu abuela que no la abandonaría, al tener a mi hijo entre mis brazos supe que nunca dudaría de mi promesa, luego pasó el tiempo y me convencí, que ya no valía la pena seguir amándole, así que simplemente lo bloqueé de mis pensamientos— continuó sosteniendo la mirada del menor que seguía teniendo aquel conflicto interno, entre ponerse de su lado o defender el recuerdo de su abuela— Luego llegaste tú y confirmé que había tomado la decisión correcta, la vida no podría haberme tratado mejor… Sehun, a pesar de todo lo que siento por Luhan, formar una familia fue el mejor regalo que tu abuela pudo darme, y aunque supo al final a quién amaba, aun así tampoco se arrepintió de haber pasado su vida conmigo, porque lo que sentíamos por ustedes, cubría cualquier mal de amores…

Antes sus últimas palabras, Sehun derramó un par de lágrimas. Sabía que para el menor sería difícil comprender todo esto de golpe pero el hecho de que siguiera escuchándole en silencio, le decía cuando duro estaba tratando para comprenderle y no podía sentirse más agradecido con eso. Ahora, si él decidiera irse luego de haber digerido todo y culparle por cómo se han dado las cosas, no tendría derecho alguno de detenerlo o reprochárselo, en su posición tal vez haría lo mismo.

—Cuando era niño, siempre pensé que estaban hechos el uno para el otro, ella era tan ruidosa y descuidada y tú un maniático del orden y muy callado— susurró Sehun nostálgico mientras limpiaba las traviesas lágrimas que habían caído de sus ojos— recuerdo haberla ayudado a provocar uno de tus múltiples arranques de ira, sobre todo cuando escondíamos tus granos de cafés favoritos.

Al escuchar su voz, Minseok volvió a respirar más tranquilo.

—Así que eran ustedes— murmuró casi enojado y era casi, porque esos recuerdos era los que más se le veían a la mente cuando estaba encerrado en su habitación, a pesar de no amarse ambos supieron cómo vivir su soledad— en ese entonces, creía que estaba perdiendo la memoria…

Sehun cubrió su boca intentando ocultar su risa.

—Tienes su misma risa— murmuró con adoración— recuerdo que ella siempre se jactaba de eso.

—Papá también me lo decía a menudo, tanto que a veces pensaba que le molestaba.

—Junmyeon, nunca entendió el sentido del humor de tu abuela, pensaba que se estaba desquitando con él, cuando lo único que quería era hacerle reír…

—Hay muchas cosas que mi papá no entiende… — comentó incómodo — ¿tú nunca intentaste contarle esto?

—No… pero planeo decírselo después— confirmó nervioso— una vez que pueda sacarme del pecho todos estos recuerdos… —calló tensando momentáneamente su quijada.

La pausa de Minseok no fue premeditada, en su interior el mismo caos que se creaba cuando Luhan se acercaba para hablarle o acariciarle volvía con la misma intensidad de aquella época de juventud y locura, con tan solo acercarse al desenlace de su historia, todo su cuerpo temblaba y la voz en su cabeza taladraba su corazón… porque llevaba mucho tiempo ocultando sus emociones, y porque si bien intentó retomar el viaje que había dejado a medias en aquel mar desconocido, la realidad que lo recibió fue tan cruda que terminó por desorientarlo aún más. Y cada vez que lo recordaba, todo su pasado y existencia dolía como nunca antes.

—Sé que sonará egoísta, pero me gustaría terminar de contarte todo…— retomó la conversación haciendo contacto visual con el menor — luego responderé todas tus dudas y aceptaré tus descargos, solo deja que este viejo libere su pasado…— le rogó mientras su voz se hacía más débil con cada palabra.

Con el mismo deje de confusión Sehun asintió, consiguiendo que su abuelo continuase su relato en modo automático. 

 

 

Notas finales:

Sigan leyendo~


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