Camino al cielo
Km 3
—Es sobre mi amigo.
Nos habíamos movido del estacionamiento. Sakurai mismo dijo que no le parecía cómodo hablar ahí, así que salimos en su auto camino a un pequeño café cercano. Fue in trayecto un poco incómodo, porque lo hicimos en silencio. Tat chan, también guardo silencio, embobado con su amor platónico. Creo que sintió que estaba en una especie de cita. Y fue cuando nos sirvieron el café que despegué los labios y continué la conversación dónde la habíamos dejado.
—¿Tu amigo? ¿Qué tiene que ver tu amigo, con lo que me dijiste ese día? —preguntó con tranquilidad.
—Bueno, es que…lo que yo quería decir, era algo que él quería decir —volteé a ver a Tatsurou, quién con los codos hincados en la mesa miraba de hito en hito al pianista.
—¿Y por qué no fue él quien me lo dijo?
—Es que…mi amigo…murió hace poco…
Sakurai levantó la vista de su café y me miró atentamente —Oh, lo siento.
—No, no se preocupe, después de todo, no lo sabía…ni tendría porque —suspiré, y tat chan también lo hizo a mi lado —. Bueno, el caso es que, él estaba enamorado de usted, nunca le dijo nada pero siempre quiso hacerlo.
—Entonces, tú —se reclinó en el respaldo de su asiento y volvió a clavarme su mirada penetrante. Logró ponerme más nervioso —, estas cumpliendo sus últimos deseos ¿es eso?
—Sí, yo quiero que no tenga asuntos pendientes… que descanse en paz.
—Ya veo —tomó su taza de café y le dio un sorbo.
Ahora que había dicho lo que tenía que decir, no sabía que más decir. Así yo también bebí de mi taza y me pegue a ella. Mi mente estaba buscando la manera de salir de ahí ahora.
—Hyde chan —Tat chan se giró hacia mí —, pregúntale si quiere salir conmigo.
—¿Eres tonto? —dije entre dientes. Pero callé cualquier otro comentario porque Sakurai volteó a verme. Le sonreí nervioso detrás de mí taza.
—Lamento lo de tu amigo —Sakurai dejó la taza de café sobre el platito de cerámica y entrelazó los dedos de las manos sobre la mesa —. Desafortunadamente, no tengo idea de quién era tu amigo. Aun así, sólo me queda agradecer sus sentimientos.
—Hyde chan dile, dile —insistió Tatsurou.
—No se preocupe por eso, Sakurai san, es lógico.
—Por otra parte, eres muy amable —me dijo y sin que pudiera evitarlo, me sonroje —. Te confieso que me sorprendió nuestro primer cruce de palabras. Sin duda alguna me tomaste con la guardia baja. Esta noche al verte, pensé que estabas acosándome, pero —esbozó una ligera, muy ligera sonrisa de medio lado — ahora que sé esto, admiro lo haces. Tu amigo, sin duda, podrá descansar en paz, con solo saber que tiene tan buenos amigos.
—Yo espero que lo haga —miré a mi costado acusadoramente, justo dónde estaba Tat chan.
—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? Tú conoces el mío, y al parecer sabes bastante de mí, pero yo no sé nada de ti.
—Ah… eso… Takarai Hideto es mi nombre, pero todo mundo me dice Hyde. Es, mi nombre artístico.
Él levantó las cejas con cierta sorpresa.
—¿A qué te dedicas? —me preguntó y desvió su atención a la taza de café, me estaba dando tiempo para responder, creo que se había dado cuenta de mi inseguridad.
—Soy músico…no como usted —me apresuré a añadir—. Yo toco la guitarra en un grupo, no somos muy conocidos…de hecho vamos comenzado —balbuceé —por el momento trabajo en un estudio de grabación…es…todo… no es la gran cosas… yo…
—En realidad es muy interesante —dijo él y volvió a sonreírme, esta vez con mucha amabilidad. Pude entender, ese instante, porque Tat chan había caído por él —¿Tienes alguna tarjeta?
—¿una...? Ah, ¡Sí! Espere — busqué mi cartera en los bolsillos de mi chaqueta, encontré una tarjeta de presentación, me dio vergüenza porque estaba abollada de las esquinas y un poco sucia. La alisé un poco antes de dársela —. Aquí tiene.
—Gracias —Sakurai sujeto la tarjeta con sus dedos índice y medio, lo hizo con precisión y elegancia; la leyó y luego, con la misma soltura, la guardó en el bolsillo interno de su saco.
Asentí con la cabeza y me encogí en mí mismo. Había en él algo demasiado abrumador. Yo no sabía dónde poner mi mirada, quería mirarlo, pero temía que mi mirada fuera malinterpretada, no sólo por él, sino también por Tat chan.
—Bueno, eso era todo lo que tenía que decirle —dije y me puse de pie.
—Espera Hyde chan —la cabeza de Tat chan apareció en mi campo de visión —no le has preguntado si….
—Buenas noches, Sakurai san, le agradezco que me haya otorgado estos minutos —dije intentando zanjar la situación. Al mismo tiempo abrí mi cartera para dejar el importe de mi café a medio tomar, pero Sakurai estiró la mano y sujetó la mía su suavidad, casi como un roce.
—Yo invito —dijo y antes de que pudiera reclamar añadió— : no aceptaré que sea de manera diferente, Takarai san.
Aquello sonó a advertencia, así que asentí, hice una reverencia y salí de ahí. Tat chan vino detrás de mí.
—¡Hyde cha! ¡No le preguntaste! ¡Así no me iré nunca!
—¡No podía preguntarle algo tan bobo como eso!
—Pero, pero…
—Tat chan, escucha, es todo lo que puedo hacer. Él ya sabe que te gustaba. No te puede contestar porque no te conocía. No se puede salir con alguien a quién no se conoce. ¿Ya? Confórmate.
Tat chan me miró he hizo un gran puchero, pero no me dijo nada más.
+++
—Gracias, Hyde chan —me dijo a la mañana siguiente — Tienes razón. Mis sentimientos fueron expresados, así que, mi deseo se ha cumplido.
—Tat chan, sé que no es lo que esperabas, lo siento.
—No, Hyde chan, es justo lo que tenía que ser. Creo que ahora, puedo ir al cielo.
—¿De verdad lo crees?
Tat chan asintió vehementemente y luego, esbozó una enorme sonrisa.
—Es hora de irme Hyde chan. Gracias por todo.
Cuando dijo eso, tomé conciencia de que mi amigo se iría y que ya no lo volvería ver. No pude evitar que mis lágrimas cayeran.
—Nos vemos, Hyde chan, espero que sea en un largo, largo tiempo.
—Nos vemos, Tat chan —sollocé.
Mi amigo se elevó, agitó su mano y con una última sonrisa desapareció.
+++
Por fin, después de su funeral, pude llorarle. Aunque fue una experiencia confusa. Me sentía triste pero, al mismo tiempo, muy feliz por él. Ahora descansaba en paz, y yo ya no tenía que volver a buscar a ese inquietante hombre. O eso pensé.
Al tercer día que Tat chan se fue, recibí una llamada.
—¿Takarai san? —escuché esa voz grave del otro lado del teléfono, esa profunda voz que pertenecía a Sakurai. Había olvidado que él tenía mi tarjeta —. Espero no molestar. Pero me gustaría hablar contigo.
—¿Conmigo? ¿Sobre qué?
—Me parece que dejamos un asunto inconcluso.
—A mí me pareció que lo dijimos todo.
—No, es decir, no pudimos hablar sobre tu amigo. Y la verdad es que tengo curiosidad al respecto. Si no te importa, ¿podríamos reunirnos y hablar un poco más?
Suspiré. Supuse que Tat chan habría querido eso. Aunque ya estaba en el cielo, yo esperaba que pudiera ver y oír aquella conversación. De esa manera Sakurai, lo conocería a través de mí.
Acepte. Quedamos de vernos en tiempo y forma; y colgué el teléfono. Me quedé un breve momento con la mano sobre el aparato con los ojos cerrados.
—Tienes que decir que era bonito, Hyde chan, y también que era sexy.
Aquella voz…
—¡TAT CHAN! ¡¿No te habías ido ya?! —cuando abrí los ojos, mi amigo (qué estaba de cabeza flotando) me sonrió ampliamente.
—Sí, pero he regresado.
Al parecer me faltaba un largo camino para realmente dejar de verlo.