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Camino al cielo por Aomame

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Camino al cielo

Km 4 

—Si te pregunta si tuve mucho novios, le dices que no.

—Ajá

—Si te pregunta por mi color favorito, le dices que negro. Del negro nadie se queja, es un buen color.

—Ok.

Tat chan y yo esperábamos a Sakurai Atsushi en un parque cercano a la estación del metro. Yo estaba sentado en una banca, mirando hacia el lago donde unos cuantos patos se deslizaban apaciblemente.

Revoloteando como palomilla, Tat chan flotaba de aquí para allá, aleccionándome sobre que decirle a su amor platónico. La verdad es que no lo escuchaba, le decía que sí nada más para que no me molestara de más, y porque, no podía dejar de sentirme intranquilo. Estaba tan nervioso que me dolía el estómago, casi al punto de sentir nauseas. Y mientras mi mente intentaba encontrar una explicación lógica a esa sensación que ni en exámenes había sentido, Sakurai llegó.

—Disculpa la tardanza —me dijo y después de un breve saludo con la cabeza, se sentó a mi lado en la banca. Me sentí aliviado, no tendría su penetrante mirada sobre mí.

—No se preocupe, no esperé tanto.

—Hyde chan —Tat chan apareció en mi campo visual y me sonrió —, si te pregunta si era guapo, dile que sí.

—No voy a mentir —le dije malicioso y notablemente más relajado, tan relajado que olvide que Tat chan no era parte de la conversación, una que ni siquiera había comenzado.

—¿Sobre qué? —Sakurai me miró de reojo, y yo sentí que mis mejillas se coloreaban de rojo, por la vergüenza.

—Sobre…sobre aquello que quiera saber, eso. Sobre lo que me pregunte yo intentaré ser muy veraz.

Lo escuché dejar escapar una risita muy suave y también muy fugaz. — Te lo agradezco, Takarai san.

Suspiré y volteé a ver a Tat chan con cara de pocos amigos.

—En realidad, mis preguntas son muy simples, Takarai san. De hecho, sólo tengo una.

—¿Sólo una? —preguntamos Tat chan y yo al mismo tiempo.

Sakurai giró un poco el torso, me miró y asintió con una suave sonrisa. Me petrifiqué, y Tat chan también. Había algo en él que contrastaba con ese día en el parque. Era oscuridad y luz, pero no supe cuál era él.

—¿Y cuál es? —quiso saber mi amigo.

—¿Cuál es? —repetí yo, obedeciendo sus deseos, que era para lo que estaba, después de todo.

—¿Cómo era él? —dijo y regresó la mirada al brillante lago.

—Guapo —dijo Tat chan —muy guapo y sexy.

—Muy impertinente —dije en lugar de eso y me gané una mirada furibunda del fantasma de mi amigo —, pero muy buen amigo.

—Ya veo —no dijo más, y esperó a que continuara.

—Tat chan, mi amigo se llamaba Tatsurou,  y yo nos conocimos en la preparatoria, en el último año para mí y el segundo para él. Siempre nos llevamos bien, teníamos varias cosas en común.

—¿Cómo cuáles?

—La música. Por eso nos conocimos, entramos al mismo club de música. Nos hicimos amigos. Y tocábamos de vez en cuando con otros de nuestros amigos. Era divertido.

—Es verdad, me comentaste algo al respecto.

—Sí, aunque cada uno tenía su grupo, nuestros estilos se parecían un poco.

—¿Qué estilo es el tuyo?

—Ah, ¿yo?... me gusta el rock, el hard rock. Pero mis amigos y compañeros de banda tienen otros gustos.

—Supongo que la combinación debe ser interesante.

—Sí, creo que sí…Tet chan dice que somos unos genios sin descubrir.

—¿Tet chan? ¿No era Tat chan?

—No, Tet chan es otro amigo mío. Él toca el bajo y es el líder de mi banda.

—Oh, ya… ¿y cómo se llama tu banda?

—Ah, L’ arc en ciel. No diga que le parece raro el nombre, todo el mundo dice eso —dije adelantándome a su reacción. Sin embargo, Sakurai volvió a mirarme y me sonrió amablemente, diciéndome con ello que evidentemente no lo haría.

—Es un nombre interesante— sentenció y volvió a enmudecer.

—Y bueno, Tat chan tenía su propio grupo —dije, volviendo al tema principal —, aunque de momento trabajaba en un café durante el día y tocaba en un bar por la noche. Creo que él estaba más cerca de su sueño. Nosotros, quiero decir, mi banda y yo, tenemos sólo algunas presentaciones.

—¿Por qué?

—Porque, tenemos otros trabajos. Prometimos dejarlos cuando estemos seguros en el campo de la música, pero… —me callé y suspiré, realmente, a veces quería abandonarlo todo y sólo tocar con mis amigos. Vivir así, vivir de ello, sonaba tan genial como inalcanzable.

—Deberían arriesgarse un poco —dijo él como si, de alguna manera, hubiera leído mi mente —. Puede que fracasen una y otra vez, pero el fracaso sólo es una constante cuando se deja de intentar.

Me quedé en silencio por un momento. Tat chan me susurró algo, pero no pude descífralo. Las palabras del pianista permanecieron un momento en mis oídos como si quisieran que las escuchara una y otra vez, hasta dejar su huella permanente en mi cerebro.

—Me gustaría escucharlos —dijo a continuación —Tal vez no me creas, Takarai san, pero la música clásica no es mi único gusto musical.

Sonreí y me incliné un poco sobre mí mismo, para poder verle un poco más el perfil del rostro.

—¿De verdad? ¿Qué más le gusta?

—El rock, sin duda —giró el rostro, para intercambiar miradas conmigo.

—Eh, de seguro le gustan los Rolling Stones o The Beatles ¿no?

Él ladeó el rostro e hizo un gesto pensativo —Me agradan, pero me gusta más el estilo cercano a David Bowie.

—¡Eh! ¡A mí también me gusta!

—Eso es bueno —dijo él con toda la calma que mis palabras no habían tenido—, tenemos algo en común.

Por toda respuesta, le sonreí y asentí.

Una nube cubrió el sol por un momento, algunos patos agitaron sus alas y hundieron sus picos en sus plumas para acicalarse. Sakurai regresó la mirada al lago y yo me recargue en el respaldo de la banca. De alguna manera, los nervios anteriores se habían ido.

—Hyde chan —escuché a mi amigo y lo vi sentado en el piso en flor de loto —, no le has dicho que era guapo.

Justo entonces, me di cuenta que la conversación había girado hacía una esquina que no debía. Tenía que volver al dialogo que nos había llevado a ese parque, así que, carraspeé para llamar su atención.

—A Tat chan también le gustaba —dije para regresar al tema. Sakurai san asintió suavemente, dándome la pauta para continuar—. Y como le decía, él tocaba en un bar, y a veces hacía algunos covers. Era bueno.

—Habría sido bueno escucharlo.

—Sí, pero él probablemente no habría tenido el valor para hablarle, Sakurai san.

—¡Hey, no digas que era un cobarde! —me reclamó Tat chan levantándose del piso.

—Lo conoció en el café dónde nos encontramos la primera vez —lo ignoré y continué a mi manera —no le gustaba el trabajo, pero le gustaba verlo a usted.

—¿Crees que verme sea una buena razón para asistir a un trabajo que se odia?

—Sí, es usted muy atrac…tivo —tuve que terminar la frase, que por alguna razón se me escapó, y de la cual me di cuenta muy tarde.  

Sukurai, dejó escapar una más de sus risas suaves, fugaces y casi imperceptibles. —Es bueno saber eso.

—Sí…bueno… —los nervios volvieron —Tat chan, murió sin poderle decir lo mucho que le gustaba, así que yo, quise…bueno…eso ya lo sabe.

—Gracias por ello —me dijo y al terminar de decirlo, su teléfono celular sonó. Se disculpó y contestó. Eso me sirvió para volver a calmarme, miré a mi amigo que me sonreía feliz. Pensé que estaba haciendo las cosas correctamente —.Takarai san, lo siento, tengo que irme.

—Ah, no se disculpe. Está bien.

—Pero, antes de irme, quisiera pedirte un favor.

—¡El que quieras, papasito! —gritó Tat chan al tiempo que se levantaba del piso con las manos juntas y entrelazadas. Me avergonzó de nuevo, y volví a sentir el color rojo en mis mejillas.

—¿De…de que se trata? —respondí.

—Déjame escucharte, quiero decir, a ti y a tus compañeros. Tengo la sensación de que tu otro amigo, Tet chan,  tiene razón. 

—¿Ah? No…no tenemos nada que…

—Estoy seguro de que sí. No te avergüences, nunca hay que avergonzarse de algo que se hace con pasión, ¿y ustedes tocan con pasión, cierto?

—Sí.

—Entonces, concédeme ese pequeño capricho. A cambio, puedes pedirme lo que quieras.

—¡Un beso! —dijo mi amigo poniéndose entré él y yo —¡un pellizco! ¡No! ¡Mejor una nalgada! ¡O mejor tu p…!

—¡LO PENSARÉ! —dije rojo como un tomate e intentando ocultar las palabras de Tat chan, palabras que, olvidé, sólo yo podía escuchar.

Sakurai me sonrió y antes de que pudiera hacer algo, estiró la mano (que atravesó el “cuerpo” de mi amigo) y me revolvió el cabello.

—Bien, te llamaré. Hasta luego, Takarai san— dicho eso, dio media vuelta y echó a caminar lejos de la banca dónde habíamos estado.

Mi amigo, entonces, volvió a revolotear a mi alrededor eufórico.

—¡Qué bien! — Exclamó —¡Lo volveremos a ver!

Pero yo estaba paralizado, sintiendo el aire mover el cabello que Sakurai había despeinado. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

No sé porque, pero siento que Atsusho manejo la "entrevista" a su antojo y conveniencia jajaja

Hasta la próxima. 

Continuará...


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