Capítulo 1
El goteo incesante de la llave de agua podrá ser molesto para la mayoría de las personas, para mí, era la única canción de cuna capaz de arrullar mi ser completo.
Era por ello que siempre estaba aquí, sumergido en la tina de mi baño sin música, sin libros, nada. Eso era lo que deseaba. El ruido de las calles era lo único que no podía silenciar, pero bastaba con hundir mi cabeza y poder escuchar el caer de cada gota de mi averiada llave. Jamás pensé en arreglar, y es verdad que se puede convertir en un problema pero no lo veía así. Lo más puro que existía para mí era el agua, tener que privarla era inconcebible y las facturas de ella recalcaban todo el gasto que esto conllevaba. Pero, tenía cómo costear el gasto mensual de mis caprichos. No tenía un trabajo remunerado como cualquiera, nunca pensé en tener uno, estar atado por las normas de la sociedad y el sistema no era algo que llevaría conmigo. Lo que yo hacía era algo más que tomar un bus o automóvil y correr a trabajar, yo era libre, nadaba.
La idea de llegar a convertirme en nadador profesional nunca pasó por mi mente, si bien me dedique a esto desde muy pequeño, lo hice por mera atracción y tranquilidad que esta me daba. Hasta que llegó el momento de decidir mi futuro. Recuerdo aquella época como un mar de dudas, decepciones y soledad, todos parecían querer hacer algo conmigo y no algo por mí. Un muñeco de hilos, así me sentía. Creo que a lo que me dedico ahora se lo debo en parte a mi mejor amigo, Rin, o ex mejor amigo si lo pienso mejor.
Rin estuvo a mi lado desde que éramos pequeños, lo conocí en un pequeño club de natación donde ambos nos introducimos en este tema. Mi primera percepción de él fue la de alguien realmente molesto. Si me hubieran preguntado en ese momento si pensaba compartir con él, me hubiera alejado al instante. Compulsivo, hablador, creyéndose el mejor del mundo y sobre todo fastidioso, a tal punto que no te dejaba en paz. No sé en qué momento se empezó a incrustarse en mi vida, mucho menos cuándo y cómo empezó a crear sentimientos diferentes a los de un amigo en mí.
Como ya había dicho antes, gracias a él decidí entrar al mundo de la natación profesional, al igual que él. Juntos continuamos nuestro camino y no fue sino hasta dos años después, donde fuimos más allá de la línea de la amistad y empezamos algo nuevo.
En esa época nos encontrábamos en Australia. Nuestra estadía allí era con él único fin de mejorar nuestras habilidades antes de competir por Japón, como lo teníamos planeado. Pero todo murió allí, nuestros sueños, nuestra amistad de años y nuestra relación de meses. Él me utilizó, jamás me amó, sólo quería causar celos sobre un nadador australiano que le interesaba mucho antes de llegar a ese país. ¿Cómo lo sé? No había que pensarlo dos veces, además, él se dignó a darme una explicación. Esa persona había estudiado con él durante el año que viajo a este país cuando era menor, siempre lo amó y cuando tuvo la oportunidad no dudó en utilizarme y así, conseguir lo que deseaba. Y lo hizo.
Después de ello, me devolví a Japón, me perfeccioné aquí y obtuve mi título de nadador olímpico, a lo que me dedico aún.
No deseo nada más, tampoco menos. Sólo quiero ser libre en el agua, pura y tranquilizadora, era allí donde podía deshacerme de toda cadena que me ataba, que aunque no lo demostrara, seguían latentes en mi interior.
El gotear del agua fue abruptamente interceptado por mi Smartwacht SPI. Mi reloj inteligente, este posee múltiples funciones avanzadas similar a las de un Smartphone de antaño; este aparatito regula mis actividades diarias. Hoy En día es común ver a las personas escudriñando por el último modelo, en mi caso, el mío fue un obsequio de Rei. Estire mi brazo hacia una esquina del jacuzzi por mi SSPI, no obstante antes de que pudiese siquiera rozarlo con mis dedos, un nuevo sonido llamo mi atención, era el molesto e incesante golpeteo de la puerta. Salí del agua, tome mi aparato y confirme los excesivos mensajes recibidos por parte de Nagisa. No logre darles un vistazo ya que la puerta volvió a sonar, esta vez más fuerte. Molesto me levanto, enrollo una toalla a mi cintura y salgo de ahí con un portazo en dirección a la entrada. Para mi sorpresa, antes de llegar a mi objetivo el fastidioso ruido cesó y al llegar encontré una pila de papeles amontonados a los pies de mi puerta .
"¡Haru-chan!" "¡Acompáñame!" "¡No seas malo!" "Si no vienes no será lo mismo" "No te vemos hace tiempo " "Rei-chan quiere verte" "¡habrá caballa por montón!" "¡Hace siglos que no estamos juntos!" "Vamos Haru-chan, di que sí "
No fue necesario que el remitente estuviera escrito en los papeles dispersos en el suelo, junto con el descontrolado golpeteo de la puerta, era de esperar que se tratase de Nagisa. Hasta el día de hoy no he conocido a nadie tan insistente…
Hace dos semanas Nagisa me contacto para asistir al evento de Samezuka Corp. Donde se expondrían y darían a la venta los nuevos prototipos de androides de único diseño. Rei estaría presente como uno de los principales anfitriones debido de su gran participe en el nuevo proyecto y yo estaba invitado de su parte. Cuando recibí la invitación enseguida me opuse por diferentes razones; La primera, odio las acumulaciones de gente, la segunda nunca me interesaron los androides y por último y tal vez la más importante Rin estaría presente por ser uno de los dueño Samezuka Corp. Pese a lo mucho que me negué, hubo alguien que no ceso de insistir en el transcurso de estas dos semanas, e incluso continuaba a solo horas a que se realizara. Fingiendo que nada de esto ocurrió regreso al baño pero antes de alejarme de la entrada, el escandaloso sonido volvió. Intente no prestarle atención, seguí caminando y como si alguien supiera que me estaba alejando, dejaron de ser solo simples golpes a la puerta, esta vez parecía un cuerpo completo azotándose contra la puerta juntos con unos escandalosos gritos. No podía dejar que ese bullicio continuara, los vecinos vendrían a reclamar tarde o temprano y no estaría dispuesto a tener problemas por esto.
Abrí la puerta malhumorado y gracias a ello Nagisa cayó a mis pies y alzo su rostro con una sonrisa en son de disculpa y a las vez de satisfacción por haber logrado entrar.
-o-
Ocho y media de la noche, me hallaba desafortunadamente de camino al evento al cual no tenía ninguna intención en asistir. Después de tantas molestias por parte de Nagisa termine por aceptar con tal de callar sus intolerables gritos y zarandeos que me proporcionaba.
Entro al recinto desanimado, unas personas que parecían ser guardias de seguridad solicitan mi identificación, que venía codificada en mi SSPI. Con pulsar un botón, un holograma con mis datos aparece sobre este y uno de los hombres la revisa permitiéndome después el paso. Detestaba estas obligaciones inculcadas por la sociedad, cuartaban mi libertad y reforzaban las cadenas que siempre quise evitar. Ya empezaba arrepentirme desde lo profundo de mi ser el haber aceptado la invitación y no llevaba ni cinco minutos en la entrada.
Cuando por fin me dejan entrar, dejo atrás los dos guardias de la entrada y un reflejo azulino me invade en cuestión de segundos. Alcé mi rostro para encontrarme con un maravilloso túnel hecho como un acuario. Sobre mi cabeza nadaban cardúmenes de peses, a mis costados vi pasar uno que otro tiburón y casi por instinto, llevé una de mis manos a mi cuello desanudando mi corbata. Necesitaba estar en el agua.
-Haruka-llamó una repugnante y, lamentablemente, conocida voz-Ha pasado tiempo-
Voltee receloso hacia la conocida voz, encontrándome a metros de Rin Matsuoka. Tenía su típica sonrisa orgullosa sobre su rostro, sus mismos ojos rojizos implantados sobre mí, no había cambiado en nada, prácticamente igual a la primera vez que lo conocí cuando pequeño y como si nunca hubiese acontecido nada entre nosotros….
Continuara…