Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tregua por Cristabelle

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola!! Desde el 2013 deseaba acabar este fic y al fin pude hacerlo XP

Primeramente Me-mow, es chico o chica? pues en la Wiki oficial, dice que es el único personaje que varía de género por el doblaje y ambas versiones son canon (?) pero bueno, hagamos de cuenta que es chico!!

Este fic sólo sigue la continuidad de la primera aparición de Me-mow obviando lo que se revela en el episodio Angel Face.

y por último, pero no menos importante Los personajes no me pertenecen sino a Pendleton Ward y a Gunnar Gilmore que tuvo la idea de crear a Me-mow disculpen el testamento en estas notas, a leer se dijo!

Las plantas y flores recibían con alegría el líquido vital que caía del cielo, mismo que era ofuscado por nubes oscuras entre las cuales crepitaban estruendosos rayos, más no por tapar la luz, la lluvia deja de ser preciosa, sea de cuchillos o de agua cristalina, la lluvia es muy hermosa. Claro que no todos piensan lo mismo, también están aquellos que no aprecian el agua. Ese era el caso de      Me-Mow que yacía tendido bajo la lluvia sobre una verde pradera a causa de una brutal emboscada.

—Odio tanto el agua… preferiría que llovieran cuchillos, así mi maldita existencia acabaría de una vez.

Las lágrimas que escapaban de sus ojos, se mezclaban con las gotas de lluvia, consiguiendo que su llanto fuera imperceptible a simple vista. Respiraba con dificultad agobiado por una gran tristeza que incluso opacaba el dolor de todas las heridas que había recibido, a causa de que su sueño de ser el más magnifico asesino de primero clase, se encontraba lejos de su alcance.

Fallarle más de tres veces al Gremio de Asesinos significaba una muerte segura para cualquiera de sus miembros, pero Me-mow había escapado de aquel destino gracias a que se las arregló para ingerir un brebaje especial en el momento exacto, uno que ralentizaba sus signos vitales dando la impresión de fallecimiento, lo hizo por ese instinto de supervivencia que existe en todos los seres, aun sabiendo que luego se arrepentiría y lo embargaría el deseo de morir, algo contradictorio, pero ¿por qué seguir viviendo si no puedes cumplir tú único anhelo?

Cerró los ojos y decidió que quería morir ahí, escuchando los truenos y rayos que azotaban el firmamento, pero entonces  el sonido de unas cándidas risas acercándose lo despabilaron.

Giró la vista y carraspeó rabioso, pues las personas que se aproximaban eran justamente las causantes de su desgracia, en parte, ya que desde que se entrometieron en su examen para ascender a asesino de primera clase su carrera fue en picada. A la vida le gustan sus pocas ironías.

Corrían con algarabía lanzándose bolas de lodo, riendo como si no hubiera un mañana. Acabadas las municiones se detuvieron un momento a descansar.

—Nada mejor que una guerra de lodo bajo la lluvia hehehe.

—Cierto, pero creo saber de algo mejor.

El perro mágico miro al joven héroe expectante.

—¡Cacería de rayos!

En ese instante Jake hizo aparecer del interior de su elástico cuerpo redes de alambre y guantes de goma.

—Sabía que dirías eso, así que vine preparado.

—¿Qué hora es?— pregunto Finn entusiasmado.

—¡Es hora de aventura!— completo el can.

Dicho aquello comenzaron a correr tras los rayos para ver a quién le caía uno primero, hazaña que por más peligrosa que resultase no dejaba de parecerles divertida y aunque Jake no gustase de los relámpagos, quería darle gusto a su hermano.

En medio de la algarabía Finn resbalo en el césped mojado y cayo por una pequeña loma. Aterrizó de cara contra el barro, levanto la vista y se encontró con una inesperada escena, un gatito herido, que no era nada más ni nada menos que Me-mow

Era consciente de lo peligroso que era, pero se veía tan triste y estaba tan herido que su corazón de héroe se conmovió, sacó un pañuelo de su mochila y envolvió a Me-meow, quien miraba incrédulo a quién lo sostenía.

—¿Qué te pasó?— murmuro Finn con angustia.

Antes de que el minino atacase Jake llegó hasta el muchacho brindándole un cálido abrazo.

—¿Te hiciste daño?— pregunto el can.

—Estoy bien… —dudo un momento— pero no pienso lo mismo de él.

Jake gruño molesto en cuanto vio al diminuto asesino.

—¡Ese bribón!

—Tenemos que ayudarlo.

—¿Cómo puedes pensar en algo así? —cruzo los brazos— estuvo a punto de matarnos a la Princesa Mora, a ti y a mí.

—He prometido ayudar a quién lo necesite sin importar lo pequeño de su problema… ”quien lo necesite”— recalco recordando por un fugaz momento cuando él era un pequeño bebe poposeado que cayó en una hoja, provocando que mirara a Jake con cierta inocencia que este no pudo resistir.

—¡Está bien! Además en esas condiciones no es una amenaza.

—¡No quiero su ayuda!— grito de pronto Me-mow.

—¡Ah! Estás consciente— expreso Finn con asombro.

—Sí y lo menos que quiero es que me salven dos personas que detesto.

Al decir esto clavo sus garras en la mano del aventurero, que lo soltó  por inercia, pero entonces Jake reaccionó con violencia y atrapo al felino entre sus patas apretándolo con fuerza.

—¡¿Qué sucede contigo?! Finn intenta hacer algo por ti y ¿así le pagas?

Los ojos de Me-mow se llenaron de odio y lágrimas.

—¿No entienden?  —tenía la voz entrecortada— ¡quiero morir!

El joven aventurero no se enfadó, sino que intento ver más allá del dolor.

—Algo muy malo debió ocurrir para que pienses así…

—No es asunto tuyo.

—Sí lo es, porque estoy dispuesto a hacer una tregua y ayudarte— volvió a tomarlo en manos envolviéndolo mejor y Me-mow cansado como se encontraba ya no pudo pelear más.

Aquel blando agarre permitió al felino percibir el cálido cuerpo del muchacho que junto al suave bamboleo de su caminar lo relajaron y decidió aceptar la oportunidad de recuperarse, pero sólo para vengarse del gremio, de Finn y sobre todo de Jake, este último de mala gana se convirtió en paraguas y guareció a su hermano de la lluvia, emprendiendo el camino de retorno a casa que le pareció bastante largo a Me-mow, tanto como el tiempo que estaba durando aquella tormenta, pero cuando menos lo esperaba llegaron al fuerte del árbol.

Una casa poco común, construida en las entrañas de un árbol que en su base alguna vez rebosó de tesoros, lo cual pareció importarles muy poco a sus propietarios, puesto que cuando el botín comenzó a afectar la estructura del fuerte, no dudaron en derrochar todo las monedas en menos de una semana, quedando ahora una sala que semejaba un vestíbulo que comenzaba a llenarse de oro otra vez  y que contaba con una escalera por la cual se accedía a una sala en la primera planta en la que también se encontraba la cocina.

En cuanto llegaron, Finn dejó al gato sobre el sofá semicircular detrás del que había un cuadro rasgado de una mujer aparentemente desnuda.

Busco el botiquín y reflexiono en los inconvenientes que encerraba el tratamiento que requería el herido, mientras este desconfiaba de la preocupación que demostraba el héroe por él.

“¿Me-meow querrá quitarse esas vendas que lo cubren? Están bastante ensangrentadas… ¿tendrá heridas profundas? Es tan pequeño… ¿cómo haremos para cerrarle las cortaduras? Jake podría tomar el tamaño adecuado para curarlo, pero eso no le agradaría a ninguno de los dos…” reflexionaba Finn preocupado.

—Debes estar pensando cómo vas a curarme ¿no?

Parecía haberle leído la mente.

—Espero tengas una tina grande— añadió.

—Sí.

—Prepárame un baño con agua tibia hasta el tope y tráeme todas las vendas que tengas, yo haré el resto.

—Al menos podrías decir “por favor”— indicó Jake.

—Como sea— mascullo el felino.

—Te avisaré cuando esté listo tu baño— terció Finn que se retiró dejando a Jake y Me-meow a solas.

Los minutos que siguieron a esto fueron muy incomodos entre aquellos dos enemigos que se miraban como si sus ojos fueran dagas con las cuales quisieran herir al otro, al fin y al cabo eran un perro y un gato. 

—¡Todo listo!— anuncio alegre el aventurero.

—Tardaste demasiado— manifiesto el gato altivo, ganándose un gruñido del perro mágico.

El felino intento ponerse de pie, pero sus lesiones no se lo permitieron.

—Deja que te lleve— ofreció el aventurero.

—¡No! Lo haré sólo.

—Es por tu bien.

—Haz lo que quieras— rezongo al final el herido.

Lo alzo con cuidado para llevarlo al baño dejándolo en un taburete frente al espejo, el mismo donde BMO solía jugar con Football. Luego salió del cuarto y en seguida volvió con una gran cantidad de vendas que dejó a disposición del felino, para después retirarse dándole la privacidad necesaria, preguntándose si la cantidad de agua en la tina no era demasiada.

Cuando quedo sólo, no pudo evitar mirarse en el espejo unos instantes ¡se veía tan patético! y regurgito un frasco diminuto, el segundo que guardo intuyendo la emboscada.

Gran parte de sus misiones requerían el sigilo que un tamaño reducido podía proporcionar, pero en otras ocasiones necesitaba fuerza y por ello, las pociones se las arregló para conseguir pociones que alternaran su tamaño, dándose cuenta de que eran una magnifica herramienta. Idea que en parte vino después de enfrentarse a un ser que como Jake podía cambiar sus dimensiones a placer.

Bebió el contenido del frasco  y por efecto del brebaje recién ingerido, su organismo comenzó a aumentar de tamaño y las vendas que lo cubrían se rompieron dejando ver su maltrecho cuerpo.

Acabada la transformación y con la talla adecuada, observo con desazón el agua que lo esperaba en la tina.

—No tengo opción— dijo para sí.

Ingreso al agua y limpio sus enlodadas heridas lo más rápido que pudo, evitando que sangraran más y salió rápido, pero dolorido y tiritando de frio.

Agradecido de no haberse roto ningún hueso, lamió el agua que escurría de su cuerpo. Se dirigió al espejo para examinar si sus heridas requerían ser suturadas y cuando estaba a punto de envolverse en las vendas que le proporcionaron, noto que tenía una herida bastante profunda en el hombro derecho.

Entonces tocaron a la puerta del baño, era Finn con un botiquín.

—Sé que debí traerte esto antes, pero…

—Sólo déjalo en el piso y vete— menciono abriendo la puerta sólo lo suficiente como para que el aventurero deslizara el objeto.

—Bien ¿pero no necesitas ayuda?— curioseo, extrañado de que el pequeño felino pudiera abrir una puerta tan grande.

—¡No!— exclamo molesto.

—Me quedaré esperando aquí afuera, sólo por si acaso.

Ante aquello Me-meow se limitó a cerrarle la puerta en la cara con bastante fuerza, para luego tomar el botiquín y ponerlo sobre el lavamanos, comenzando a revisar si había algo útil y se sorprendió al ver lo completo que estaba, desde varios tipos de medicamentos y algunos instrumentos quirúrgicos sencillos hasta pociones y ungüentos mágicos, una colección formada de regalos de parte de las enfermeras payaso en todas las visitas que les hicieron al par de hermanos o bien de Bonnibel luego de que ellos salieran maltrechos de alguna pelea por defender el Dulce Reino, ya que por más que ella insistiese en tratarlos en el mejor hospital de su reino, Finn y Jake, en especial al primero, preferían hacer las cosas a su manera y curarse por su cuenta, excepto cuando acababan verdaderamente malheridos; sin saber todo eso Me-meow tomó, aguja, hilo y alcohol.

A pesar de que había un anestésico en Spray a su disposición e incluso quedaban algunas gotas de lágrimas de ciclope en otro frasco, quiso hacer las cosas de otro modo.

Estaba acostumbrado a sentir dolor, tal vez demasiado, tanto que para él esta sensación había tomado mucho más significado. Si estaba sintiendo dolor era porque lo merecía, no había sido lo suficientemente fuerte o astuto como para salir adecuadamente de determinada situación, puede que no sintiese culpa al matar o engañar, pero no podía evitar recriminarse cuando algo le salía mal, en momentos cómo esos sentía demasiado rabia contra si mismo y ya fuera de forma inconsciente o no, buscaba castigo.

El dolor estaba siempre presente en su vida y lo aceptaba en demasía, no sólo como un escape para la frustración, sino también como algo que le recordaba que estaba vivo y eso lo emocionaba bastante, otra de sus tantas dicotomías.

Aquel dolor era innecesario, pero él lo quería y decidió limpiar cada una de sus heridas con calma y cuando fue el turno de la perforación en su hombro, vertió una buena cantidad de alcohol dejando que se desbordara por su pelaje, luego seco el sector con una gaza, saco la aguja y el hilo quirúrgico de sus respectivos paquetes, pasó la hebra por el ojo e inserto el instrumento en su piel comenzando a unir los extremos de la herida.

Había realizado ese procedimiento tantas veces que había perdido la cuenta. Acostumbrado a las cosas afiladas, era diestro al manejar algo tan simple como una aguja y las sensaciones que le provocaba, pero debía admitir que nunca se acostumbraría a la incomodidad que sentía al deslizarse el hilo de seda por su carne, provocando que gruñera de dolor, llamando la atención de Finn que de rato en rato preguntaba que sucedía ahí.

Realizados los puntos y el nudo correspondiente, dio por acabada su labor y con rapidez se envolvió en todas las vendas que le fueron entregadas. Ordeno un poco el desastre que resulto de su estadía ahí, se dispuso a salir y lo primero que vio fue a Finn esperando pacientemente a lado de la puerta.

—¿Aún sigues aquí?

El muchacho no atino a responder nada por el asombro. No podía dejar de verlo, su anatomía antropomorfa era extrañamente atrayente.

Me-meow se había transformado, poseía un cuerpo humanoide, grácil y estilizado en el que todavía resaltaban sus rasgos felinos, como ser la inquieta cola, su delicado hocico y las puntiagudas orejas, los cuales no conseguían quitarle el protagonismo a sus ojos fucsias inclementes y tajantes.

—¿Podrías quitar esa cara de bobo?— pregunto con seriedad el asesino, mirándolo con arrogancia, feliz de que su estatura con esa forma sobrepasara al menos un poco la de Finn.  

—No… ¡digo sí!

El gato rodo la mirada molesto.

—¿C-cómo...? ¿Cómo cambiaste de forma?— inquirió vacilante.

—No te lo diré— expreso altivo.

Finn resoplo desilusionado, cuando de pronto el felino cayo en sus brazos.

—Tienes temperatura.

No solamente eso, lidiaba con el dolor en su cuerpo casi deleitándose de que lo distrajera de los pensamientos que se enmarañaban en su cabeza.

—Maldita sea… por eso los gatos no nos bañamos…

—Te llevaré a descansar al sillón.

—Estoy b-bie… ¡atchu!— el felino estornudo.

—Salud— menciono extendiendo los brazos hacía él en pos de ayudarlo.

—Déjame.

—Sigues tambaleándote.

—No es verdad.

El felino esquivo un par de veces al aventurero y cuando este al fin consiguió sostenerlo, forcejearon unos minutos luego de los cuales Finn consiguió subir a Me-meow en su espalda.

—Esto es estúpido.

—¡Vamos! No es tan malo.

Volvieron a la sala donde Jake acababa de secar su pelaje y sorbía su tercera taza de té de manzanilla para intentar calmar sus nervios y calentarse, pero al verlos se atraganto y tuvo que darse varios golpecitos en el pecho.

—Te prestaría mi cama, pero Jake no estaría de acuerdo— dijo recostándolo sobre el sofá semicircular a lado del perro mágico.

—¿Tanto te importa lo que dice este perro viejo?

—¡Hey! Te escuché— intervino mirando la transformación del felino con recelo.         

Ambos se miraron gruñendo, mientras Finn iba por una manta y se la entregaba a Me-meow para luego ir al sector de la cocina seguido de Jake que quería evitar la compañía del gato. 

—No crees que es demasiado tarde para cocinar algo— dijo en voz baja.

—Pero Me-mow se enfermó y un tazón de sopa le hará bien.

—¿Y qué hay de ti? No te has cambiado la ropa mojada aún, te resfriaras también.

—Nada me pasará— menciono con una de sus enérgicas sonrisas.

—No tienes remedio, iré a dormir —acabo de beber su té, dejo la taza sobre el lavaplatos y se dirigió en silencio a las escaleras que conducían a la segunda planta rumbo al dormitorio en el que BMO ya se encontraba descansando.

—¡Buenas noches Jake!— dijo Finn en voz alta sin voltearse mientras vaciaba el contenido de una lata de sopa instantánea en una cacerola para hacerla calentar.

Jake también dijo “buenas noches” pero de forma impersonal y con algo de preocupación.

El asesino suspiro en cuanto vio irse al can, sin su inquisidora mirada, se sentía un poco menos inquieto.

“Inquieto” repaso la palabra varias veces en su mente, hoy se había sentido mucho más que inquieto, había perdido el control, dejó que el miedo y la furia lo dominaran, peor aún, se resignó a morir ¿pasó por tanto sólo para rendirse de esa forma? No se había entrenado para eso, pero ahí estaba, auto compadeciéndose y cayendo en cuenta de que paso demasiado tiempo desde la última vez que se sintió vulnerable o ¿es que él no era tan fuerte cómo creía y únicamente fingía ser fuerte ocultando lo que quedaba de sus emociones y sentimientos?

Su estado no podía estar peor, no sólo estaba compadeciéndose sino que comenzó a rebuscar con melancolía entre sus recuerdos algo que lo hiciera sentirse mejor, lo cual únicamente le daba resultados contrarios y eso ni siquiera abarcaba la cuarta parte de su problema, era cuestión de tiempo para que El Gremio se diera cuenta de que no había muerto, entonces enviarían a sus mejores asesinos para asegurarse de que esta vez el trabajo sea bien hecho.

Comenzó a llover con más fuerza y varios truenos azotaron el firmamento, sacando a Me-mow de su abstracción, incitándolo a subir sus piernas al sillón, acurrucándose con fuerza como solía hacer de cachorro, sin darse cuenta de que Finn lo observaba con candidez, al punto de  ignorar que la sopa burbujeaba evaporándose detrás suyo, al darse cuenta de su error, apago la hornilla y puso la sopa en un tazón junto a una cuchara para luego entregarle la comida al gato y mirarlo en silencio.

—¿Qué?— inquirió incómodo.

Finn quería animarlo y darle todos los cuidados que su hermano le había enseñado eran meritorios para cuando alguien se enfermaba; primero una cobijita, luego sopita, unas caricias y un cuento, pero no estaba seguro de que Me-meow aceptara esos tratos y sólo le resto advertirle que la comida aún se encontraba excesivamente caliente.

—Cuidado, la sopa esta…

Pero fue tarde, el minino se quemó la lengua, soltó el tazón y se quedó quieto unos momentos, tapándose el hocico.

Acudió al instante, hizo a un lado la mesa ovalada y se arrodillo frente a él, intentando quitar las manos de Me-meow, para ver si la quemadura era grave. 

—¡No fue mi intención!

—No es nada— menciono el gato, reacio al contacto.

—¿En serio?— pregunto Finn mirando a Me-meow con una dulzura que lo dejo sin aliento, pero que pronto le provoco rabia.

—¡Deja de mirarme así!— exclamo abalanzándose de pronto sobre Finn con tal rapidez que consiguió sujetar sus muñecas contra el piso de madera.

Afuera todavía se desataba una fuerte tormenta acompañada de suficientes truenos como camuflar el escándalo.

—¿A qué te refieres?

—Detesto dar lastima— alego con desprecio.

—No es eso.

—¡¿Entonces qué?!— dijo comenzando a clavarle las uñas en la piel.

—Necesitas ayuda y yo no soy nadie para negártela— manifestó con un quejido.

—¡¿Por qué?! ¡Somos enemigos maldita sea!

—Todos merecen tener a alguien que esté ahí cuando lo necesiten.

—¡Mentira! ¡¿Qué clase de siniestro plan es este?!

En medio de su rabia, comenzó a llorar y sus lágrimas cayeron sobre las mejillas de Finn que lo miraba con más ternura que antes. 

—¿Por qué sigues mirándome así...?

Llorando con mayor frustración, soltó lentamente a Finn y apoyó su cabeza en el pecho del chico que se atrevió a proferirle unas suaves caricias.

—No puedo quedarme aquí más tiempo.

Enjugo sus lágrimas, se levantó y corrió rápido hacía las escaleras, se ahorró tiempo al no usarlas, saltando hacía la casi vacía sala de tesoros, pero cuando ya estaba cerca de tomar la perrilla de la puerta principal Finn consiguió tomarlo del brazo.

—No puedes irte, debes recuperarte.

—¡No me importa y a ti tampoco debería!

En ese momento dejo de llorar y su semblante cambió abruptamente.

—A no ser que… no desees que me vaya sin agradecerte apropiadamente.

Me-mow sonrió con malicia, mientras las lágrimas aún surcaban su rostro, tomo a Finn de los hombros y al tiempo que le hundía sus garras, lo beso, a causa del dolor el muchacho abrió la boca intentando protestar, momento que aprovechó el felino para introducir su lengua y explorar la cavidad ajena, pero Finn lo empujo.

—¿Qué crees que haces?— pregunto avergonzado y limpiándose la boca.

—Intento retribuir tu ayuda. No deseo tener ninguna deuda al acabar esta tregua, así cuando volvamos a encontrarnos y estén a mi merced, ni tú o tu hermano podrán apelar a esto para que les perdone la vida.

—Pero no tiene que ser de esta forma y… ¿quién dice que podrás vencernos?— cito esto último haciendo un pequeño berrinche.

El felino rio secando sus lágrimas y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Finn, frisando una de sus mejillas que todavía seguían húmedas por el llanto, con la del chico que intentaba quitárselo de encima.

—En el bajo mundo sólo existen cinco formas de retribuir un favor. Dinero, armas, droga, magia o sexo y ya que no tengo ninguna de las primeras cuatro opciones…— expreso llevando una de sus manos a la entrepierna de Finn, que la quito del lugar al instante.

—¿Pero no sería mejor olvidar tu venganza en agradecimiento?

—Eso no sería tan divertido, por cierto… —Me-mow observo que Finn todavía sostenía con fuerza la muñeca de la mano con la que intento tocarlo— más duro.

Notando eso Finn se sonrojo y soltó de inmediato a Me-mow que seguía sonriéndole con lascivia.

—Aún tienes temperatura, debes volver arriba y descansar.

—Te aseguro que lo que siento ahora es otra clase de calor.

—Suena a que has hecho esto antes— dijo mirándolo con tristeza.

El felino se encogió de hombros.

—¿Por qué te fuerzas a hacerlo?

—No es forzado, además usar y que te usen es normal.

—No eres un objeto y nadie debería entregarse a otra persona si es que ambas no sienten algo genuino —se froto las sienes— ¡es injusto!

—¡¿Tú qué sabes de eso?! —pronuncio con rudeza, pero en un parpadeo retomo su aptitud complaciente— hay muchas otras razones para tener sexo. Placer, control, despecho, necesidad, diversión, etc. Eso también es genuino, sólo deja que te lo demuestre.

Tomó a Finn de la cintura y le lamió los labios.

—No puedo— expreso con desánimo, a la vez que se alejaba.

—Esa mirada…— pronuncio frustrado.

Al sentir que sus ojos nuevamente se llenaban de lágrimas y antes de que Finn volviera a impedirlo, salió corriendo de la casa del árbol, pero la fiebre seguía ahí y no le permitió avanzar un gran tramo.

El aventurero acudió a él lo más rápido que pudo, volvió a cargarlo en su espalda y mientras pasaban por el umbral de la casa del árbol, escucho al gato decir débilmente:

—¡Lo que me faltaba! Ser rechazado por el enemigo.

Intentaba ayudarlo, ser paciente con su afilada personalidad, incluso mantenerse calmado frente  aquellas extrañas proposiciones, pero tenía un límite y aunque era consciente  de que sus negativas podían contribuir a que las cosas empeoraran, no sentía que fuera correcto aceptar, no por el hecho de que él fuera un gato, ni siquiera por el hecho de que ambos eran varones, sino porque parecía alguna clase de obligación y reflexionando en eso volvieron nuevamente a la sala, donde Me-mow sintiéndose incómodo por la humedad en sus vendas comenzó a quitárselas, viendo eso, el chico se puso a buscar otras vendajes para que el felino las reemplazará.

—Creo que se acabaron las vendas…— menciono Finn luego de buscar un poco, mirando con cierta atención aquella labor, pero antes de que pudiera ver al felino sin los lienzos, este se cubrió con la frazada que le fue entregada mucho antes, dejando apenas ver su rostro.

No podía negar que sentía bastante curiosidad por el aspecto que guardaba Me-mow debajo de esas prendas, no podía evitar pensar que las usaba para ocultar algo.

—Me basta con esta cobija— afirmo con desdén, intentando no tiritar.

—Te traeré más.

—No. Ya has hecho suficiente.

Era la primera vez que lo rechazaban de esa forma y de alguna forma su orgullo se sentía tan o más herido que su cuerpo lo cual podía notarse en el tono de su voz.

—Lo siento…

—¿Por qué te disculpas?

Finn no sabía exactamente por qué lo hacía, pero sentía que era necesario y no pasaron cinco segundos más, antes de que Me-mow supiera a qué atribuirlo.

—Pero si es porque eres demasiado miedoso como para perder tu virginidad conmigo, está bien.

—No soy miedoso y tampoco sigo siendo vir…— callo intentando evitarse más vergüenza, pero Me-mow al ver la expresión que traía Finn supo a lo que se refería.

No se sorprendió, el aventurero había crecido bastante desde la última vez que se vieron y aunque seguía usando las mismas ropas estúpidas, imaginaba lo bien que se podía ver sin ellas, pero aún tenía una incógnita.

—Así que ya lo has hecho —puso una mano en su mentón— ¿qué es distinto conmigo?

El muchacho se sonrojo y quiso escapar inventando cualquier excusa.

—Eh… creo que la casa se quema, llamaré a los bomberos.

—Detente ahí —se  puso de pie y lo tomo del brazo, obligándolo a sentarse junto a él en el sillón semicircular— incitaste mi curiosidad, ahora hazte cargo.

—La curiosidad mato al gato.

Recibió un coscorrón.

—¡Auch!— comento Finn sobándose el golpe.

—Pues si no complaces, al menos, la curiosidad de este gato, el que acabara muerto serás tú.

Ambos se pusieron de pie dispuestos a comenzar una pelea.

—No te atreverías.

—Claro que sí.

Se miraron desafiantes y sólo en ese instante Finn se dio cuenta de que Me-mow estaba frente a él, técnicamente desnudo y no pudo evitar mirarlo con detenimiento.

Su cuerpo era mucho más delgado de lo que parecía y estaba lleno de una cantidad excesiva de cicatrices, muchas eran tan profundas que no permitieron que volviera a crecer pelaje sobre ellas.

—¿Por eso siempre usas esas vendas?

El aludido bajo la mirada exhalando con desgano.

—¿Cómo te hiciste esas cicatrices?

—No intentes cambiar el tema.

—Pero…

—¿Crees que es asunto tuyo?

Finn guardo silencio.

—Tal como imaginé, entonces... —ambos volvieron a sentarse— estabas a punto de contarme por qué no quieres acostarte conmigo.

—Bien… —suspiro ruborizado— cuando lo hago con alguien busco algo genuino, no necesariamente amor, pero sí suficientemente intenso.

—Por cierto ¿Con quién fue? O bueno… ¿Quiénes? ¿Cuántas veces?

—¿Crees que es asunto tuyo?

Me-mow no pudo contradecir eso

—¿Y por qué quieres saber?

 El felino sintió más calor todavía, pero esta vez en su rostro.

—No vayas a pensar que me interesa, sólo estoy aburrido.

—En ese caso, limpiaré la sopa derramada y me iré a descansar, tú también deberías; me sorprende lo bien que lidias con la fiebre.

Lo cierto era que le asombraba más haber tenido una conversación tan espontánea con aquel gato, nunca imagino lo agradable que podía ser, sin contar que le había dado más de una sorpresa aquella noche, tal vez por eso se quedaba mirándolo con tanta atención en el momento menos indicado. No por nada era un aventurero, a él le atraía lo inesperado y adoraba el peligro.

Busco un trapeador, lo dejo a lado del sillón, luego levanto el tazón y la cuchara, los puso en el lavaplatos y fregó el suelo con calma mientras tarareaba una canción en tanto Me-mow lo miraba con el ceño fruncido, las orejas gachas y abrazando sus piernas, estornudando de rato en rato, preguntándose cuándo acabaría de llover e intentando prepararse mentalmente para vencer a los asesinos que lo buscarían, sintiendo que todo su esmero no valió la pena y que la idea de volver a empezar lo llenaba de pereza, pero al menos el pesimismo ya no lo embargaba, sólo le quedaba despejar su mente.

—Buenas noches, madrugadas o lo que sea. Descansa— dijo Finn apagando las luces disponiéndose a irse al acabar de limpiar.

—Espera —se levantó rápido y tiro suavemente de la camiseta del muchacho antes de que este subiera por las escaleras— siento frío.

El muchacho se giró lentamente a verlo y no pudiendo ignorar lo hermosamente grandes que se veían los ojos fucsias del gato gracias a sus pupilas dilatadas respondió en un susurro:

—Yo también.

Por primera vez en esa noche Me-mow no se quejó al notar que era examinado con atención y antes que se dieran cuenta ya habían unido sus bocas en un beso brusco y húmedo que les consumió rápido el aliento.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Me gusta lo inesperado.

—En ese caso te agradará saber que juego rudo.

Empujo al suelo a Finn, se lanzó sobre él y paso sus manos lentamente por su torso subiéndolas hasta llegar a su gorro de oso que arrebato con sutileza permitiendo que la extensa cabellera rubia del muchacho se esparciera por el suelo para después desgarrar su camiseta haciendo algunos rasguños que comenzó a lamer con frenesí al tiempo que repartía mordidas por la piel de Finn sacándole pequeños quejidos, mientras él pasaba sus manos por el pelaje del gato que lo ayudo a incorporaban ligeramente y a quitarse lo que le restaba de ropa, dejando ver su hermoso cuerpo juvenil.

Sentado en el regazo de Finn rodeándole con sus piernas Me-mow se restregaba contra él ronroneando y rozando sus erecciones.

—¿Qué esperas? Fóllame— le murmullo mordiéndole el lóbulo de la oreja.

—Vayamos lento— respondió abrazándolo.

El felino lo miro melancólico y correspondió el abrazo, pero le encajo sus uñas en la espalda y sus dientes en el hombro, provocando que el muchacho se retrajera por unos instantes con un gesto de dolor, para después responder ese acto besándole el rostro suavemente, acariciando su cola y atrayéndolo más hacía si, acariciando ambos miembros erectos notando algo muy interesante que lo hizo olvidar que su erección también necesitaba atención.

—Más sorpresas— dijo envolviendo su mano en el falo ajeno, acariciando con su pulgar las púas que se alzaban en la extensión.

—No es nada especial… —gimió al sentir como Finn oprimía con suavidad su miembro— muchas clases de felinos macho tenemos espinas en nuestros genitales… el dolor provoca la ovulación en las hembras.

—La naturaleza es cruel— pronunció con una ligera risa.

—¿Y me lo dices a mí?— completo con una sonrisa ladina, mientras tomaba la hombría de Finn y comenzaba a frotarla con vehemencia.

La forma tan brusca en que comenzó a masturbarlo provoco que soltara un hondo gemido.

—Silencio, nos van a escuchar— susurro Me-mow intentando controlar su agitada respiración, incitada por la forma tan suave en que Finn pasaba las manos por su pene como si no le importara lastimarse con las púas.

—No pude evitarlo— dijo haciendo una mueca divertida aumentando de pronto el ritmo de sus caricias consiguiendo que el gato también gimiera con fuerza.

—¿Quién es el ruidoso ahora?

Avergonzado, cubrió su hocico con una mano mientras que con la otra araño el pene de Finn que lidio de la forma más silenciosa que pudo con esa mezcla de dolor y placer.

—Piensa lo que quieras, pero a este punto ya deberías saber que no soy alguien con quién se deba bromear.

—Vaya forma de recordármelo…— susurro tragando saliva.

—Agradece que no te lo arranque y cómo hoy estoy de buen humor, me encargaré de las heridas que te provoque.

El gato deslizo su cuerpo lo suficiente como para que su rostro estuviera a la altura del pene del muchacho. Dio unas cuantas lamidas a la extensión del falo con fingida timidez y lo introdujo de pronto hasta todo lo que su garganta aguanto.

Acariciaba sus orejas y cabeza, imprimiéndole cierta gentil presión que le indicaba al felino en que momento aumentar o disminuir la velocidad en sus felaciones, dejando ver una faceta bastante sumisa que era realmente encantadora igual que los sucios sonidos que hacía mientras lamía toda la extensión de la erección con tal cuidado que los roces que hacía con sus pequeños colmillos fueran verdaderamente agradables.

El deleite que sentía era abrumador, pero no deseaba ser el único divirtiéndose y lo tomó del hombro que no tenía lastimado, deteniéndolo con suavidad aunque todavía no se hubiera corrido y comenzó a besarle el cuello, sintiendo cosquillas por su pelaje.

—Tú lengua es áspera.

—Otra de las ventajas de ser yo… ¿te desagrada?

—Me encanta— susurro continuando con sus mimos, consiguiendo que el minino se pusiera a ronronear en tanto se acomodaba para ser penetrado.

—Espera… tengo que prepararte…

—No, quiero hacerlo así.

—¿Estás seguro?

Asintió elevando su pelvis para después comenzar a descender sobre la erección de Finn y se dio un momento de silencio mientras Me-mow se acostumbraba a tenerla dentro, pero no era un silencio completo, pues era opacado por la incesante tormenta y la respirada agitación de ambos.

—Temo un poco por la herida en tu hombro.

—Estaré bien, es más… muérdeme ahí.

—Pero…

—No te estoy preguntando ¡Dame dolor!

—Está bien, pero debes saber que no decidí hacer todo esto por la deuda que crees tener.

—Oh… no me digas que ya te enamoraste de mí— pronunció burlón.

—Tampoco.

—¿Entonces?

—Siempre quise tener una aventura con alguien tan peligroso como tú.

Al escuchar eso, Me-mow hizo una deliciosa mueca de vergüenza, distrayéndose de tal forma que no notó el momento en que Finn lo recostó en el suelo, sorprendiéndolo con fuertes embestidas.

Ambos gemían, casi descontrolados, sintiendo la adrenalina que conllevaba ser descubiertos, pero confiaban en que la ruidosa tormenta lo impediría.

Me-mow le pedía más con exaltación, clavándole las garras cada vez con mayor fuerza. Finn casi podía sentir sangre deslizándose por su espalda, mezclándose con el sudor que escurría y no iba a negarlo, era agradable por alguna extraña razón, pensando en eso miro la herida suturada en el hombro del felino que había comenzado a abrirse por los movimientos bruscos, por impulso le encajo los dientes y el felino le sonrió con frenesí, llegando al orgasmo unos momentos antes que él.

En tanto la placidez se desvanecía de sus cuerpos sustituyéndose por calma, se recostaron uno a lado del otro en el frío piso de madera.

Me-mow se incorporó ligeramente y estornudo dirigiendo su mirada a una de las pequeñas ventanas de la sala, notando que ya había dejado de llover

—Salud.

El gato sólo suspiro.

—¿Aún deseas irte?— pregunto de pronto.

—No, porque… tal vez es momento de que me dé una tregua a mí mismo…

—¿Eso significa que te quedarás?

—Si insistes— dijo con cierto desgano, simulando que no le agradaba la idea.

—Y también insistiré en que me ayudes a limpiar este desastre— menciono con una sonrisa, sentándose a lado de Me-mow.

—Limpia tú, yo dormiré.

—¡Di que sí! Además tenemos que volver a curar tus heridas, junto a las mías— expreso comenzando a picarle el moflete izquierdo con el dedo índice hasta recibir una merecida mordida en el anular, pero se hizo al valiente y guardo silencio.

—Agh… está bien, de todas formas me las pagarás luego, pero que sea rápido, el efecto de la poción que me concedió este tamaño no es eterno.

Finn sonrió alegre y el felino secundo el gesto con un mohín mucho más reservado, empezando a considerar la opción de vengarse convirtiendo al aventurero en su esclavo sexual, porque la gratitud a veces se demuestra de formas muy inesperadas.

Notas finales:

Es mi primer yiff... lo hice lo mejor que pude TAT!! Espero que no les pareciera tan raro... pero no es lo más crack que tengo planeado XP (viva lo crack!! como ese ScorcherxFinn que me leí por ahí 7u7) espero poder ponerme a escribir ese OrgalorgxBúho Cósmico que tanto deseo relatar... o ese JakexFinn que me parece tan complicado de desarrollar, o un Fic con Finn y el Rey de los Vampiros... *n* y no me refiero a Marshall sino al sexy León de Stakes XDDD

Y si llegaste hasta aquí te lo agradezco mucho, bye! Hasta la próxima! n,n

P.D y si se están preguntando con quién o quiénes lo hizo Finn... ni yo lo sé (?) XP


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).