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Mi maestra y yo. por Varoy

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Notas del fanfic:

Espero que esta nueva historia sea de su agrado. Acepto cualquier tipo de comentario o sugerencia. Les dejo mis saludos.     

Estoy en la ridícula clase de Ciencias, la materia ni siquiera me gusta, pero miro encantada a la señorita Ema. Me enamore de ella hace un par de años. Siempre he tenido fantasías con ella.

Se supone que tendría que estar contestando lo que ha puesto en la pizarra y en vez de eso miro su cuello y sus estilizadas piernas. La verdad es que la falda de tubo gris obscuro que tiene le queda a las mis maravillas, se le ve el trasero abultado y redondito. 

Ella termina de escribir en la pizarra, se da la vuelta y me mira a los ojos, como si supiera que la he estado mirando durante todo el rato. Yo me pongo colorada pero no puedo evitar sostenerle la mirada, es como un reto, como una súplica, quiero que sepa que la deseo de todas las formas posibles. 

Ella me guiña un ojo, yo hiperventilo e intento hacer los deberes, pero no puedo concentrarme. Alzo la vista y desde el escritorio ella esta contemplándome, se está mordiendo un labio y la humedad que hay en mis bragas se va incrementando al paso de los minutos. ¿Ella esta coqueteándome? Trago saliva al imaginar lo que podríamos hacer juntas.

Ok. Tengo que calmarme estoy en un salón y no estoy sola, tengo que ir afuera, al baño, a tranquilizarme un poco. Sí tengo la necesidad no ocupo pedir permiso, así que salgo.

Corro a la zona de baños, para mi suerte está solo y no hay nadie en ninguna cabina, pero tengo ganas de tocarme, me siento hinchada y rebosante de jugos. Doy una rápida mirada hacia afuera, no viene nadie, así que mejor me encierro en la cabina de profesoras, está aislada y casi nadie la usa, las profesoras prefieren el baño que está en la dirección, mejor para mí.

Me gusta masturbarme, lo hacía desde que tenía doce años o tal vez menos, me gusta tocarme cuando traigo falda, es más fácil, solo ocupo bajarme las bragas. Voy a pegarme al lavabo y como si no fuera suficiente me froto un poco más contra él, mi respiración se vuelve irregular y rápida al momento, siento los fluidos llenar mi sexo, así que me bajo un poco las bragas y todo lentamente mi clítoris, un escalofrio me recorre completita y ahogo el gemido que va subiendo por mi garganta. No puedo hacer ruido, no quiero que vengan a investigar qué pasa.

A pesar de que ya tengo 17 años no he tenido sexo con nadie, me gustaría que fuese con mi profesora, imagino que la beso y me éxito más, quisiera verla en lencería, es una preciosidad y tiene unas tetas enormes.

Escucho unos tacones acercarse, no me he ausentado tanto tiempo de la clase, espero que nadie venga a buscarme.

—¿Dana? ¿Eres tú?

Mierda. Pienso, la señorita Ema.

Mis nervios se crispan. Tengo que contestar.

—Sí, soy yo— contestó sobresaltada y con la respiración aun alterada. Ni siquiera pude tocarme como me gusta.

—¿Estás bien?— se oye preocupada.

—Un poco indispuesta— contesto inquieta.

—Abre la puerta— pide.

Me subo las bragas y le abro despasito.

Alza las cejas al verme y yo me quiero arrojar a sus brazos, la blusa blanca con transparencias le queda muy bien y puedo imaginármela desnuda. Recorro con avidez su cuerpo, la deseo tanto, puede ser un capricho, pero verla me pone a mil.

—¿Por qué me miras así?

No sé qué decirle. Sólo la contemplo.

—Creo que tienes calentura— asevera— puedo ayudarte con eso.

Se asoma hacia la parte de afuera, después me contempla, me empuja con ternura hacia adentro del baño.

Yo estoy muda y no tengo idea de que pretende hacer.

—No hagas ningún ruido ¿entendido?

Asiento y miro lo que hace después.

Con su cuerpo pegado al mío me empuja suavemente contra la pared, una vez me tiene acorralada en el rincón más alejado me mira a los ojos y me besa.

Yo pierdo el control. Me aferro a su cuello y cabello. Sus cálidas y hábiles manos estrujan mis senos y después recorren mis piernas, mi trasero, la siento por todas partes, me he mojado peor y creo que ella no tiene ni idea, si supiera que es mi primer beso y que está siendo glorioso.

Ella detiene el beso, me mira encendida, con deseo y en vez de besar mis labios una vez más va dejando besos regados por mi cuello, me abre la blusa, me baja el sostén, junta mis tetas y las lame, intento hacer el menor ruido pero es prácticamente imposible.

Me pone una mano en la boca, me pide silencio de nuevo y después se pone de rodillas frente a mí, me levanta la falda y sin menor preámbulo lame mi sexo a través de mis bragas, doy un respingo y ella sonríe, expectante.

Yo masajeo mis senos y ella baja mis bragas.

Entierra un poco su nariz y acto seguido inicia a lamerme, abre más mis piernas. Lame lento y después más rápido, mis caderas se mueven a su ritmo, es tortuoso no poder hacer ruido, cuando intensifica sus movimientos tengo que llevar mis manos a mi boca porque estoy a punto de gemir como una loca. El vaivén de su lengua sobre mi sexo es glorioso, en círculos, luego arriba y abajo, las piernas me tiemblan y algo, adentro, muy adentro de mí se contrae, siento que estoy por explotar o desmayarme, mis caderas y su boca se mueven frenéticamente. Algo estalla dentro de mí y un agua caliente y violenta sale de mi sexo, aún con los rescoldos del orgasmo ella me llame para limpiarme completa.

Se pone de pie, me arregla las bragas, el sostén y la blusa y mientras muerde el lóbulo de mi oreja me dice bajito, muy bajito.

—Después de que terminen las clases te veo en el estacionamiento del supermercado, el que está a dos cuadras de aquí. Te esperaré quince minutos, por si te interesa.

Me besa de nuevo, me mete la lengua y sabe a mí, a mi sexo, a mi eyaculación.  

Como si nada hubiese pasado, se separa, se mira al espejo, se retoca el maquillaje y sale.

Yo me quedo temblorosa y jadeante, no sé si puedo regresar a la clase, podría jurar que mis ojos gritan que me acaban de hacer un sexo oral glorioso.

Pasan unos minutos y alguien me llama. Angela, mi amiga de toda la vida.

—¿Dana? ¿Dónde estás? Miss Ema ha dicho que estás indispuesta y que venga a ayudarte.

—Sí, aquí— digo siguiéndole la corriente a mi amante.

Angela entra y me mira sentada en la tapa del excusado.

—¿Estás bien? Parece que tienes fiebre.

Mi sexo se contrae, con algo así empezó el oral que me acaban de hacer.

—Quiero irme a casa, todo me da vueltas— miento con una voz débil.

—La Miss te disculpa si tienes que irte. ¿Te traigo tus cosas?

Asiento y mi pobre amiga con una cara de preocupación sale del baño.

Regresa al poco rato, me da mis cosas y se ofrece a acompañarme.

—Estaré bien. —le digo— pasaré al médico.

Me pongo de pie y salgo.

Puedo pasar al médico mientras llega la hora de verme con Ema.

Camino pensativa y temblorosa. Si la veré de nuevo para que me haga lo que me hizo voy encantada. ¿Pero qué le diré al médico? ¿Qué necesito de su ayuda porque acabo de tener el mejor orgasmo de mi vida?

No, ya inventare un malestar menstrual o algo así. Es una suerte que no haya gastado mi dinero y la consulta este vacía. Entro, finjo algún malestar y me da la receta, es todo lo que necesito para justificar la clase a la que no entre y para justificarme frente a mis amigas, ellas no saben que soy lesbiana y menos que muero por Miss Ema.

Al salir no compro los medicamentos, ni nada y camino al pequeño parque que esta frente al centro comercial, en ese lugar veré llegar  miss Ema y creo que no falta mucho para eso. Me pregunto qué querrá de mi y si por asomo pensará que la deseo con locura.

Después de ver entrar y salir autos durante un rato, veo entrar su bonito auto negro, creo que es un auto sexy, sugestivo, me gustaría hacer el amor con ella en ese auto.

La veo estacionarse en un rincón solitario y alejado. Sus ojos miran en todas direcciones. Me pregunto una última vez si quiero eso de verdad. Me pongo de pie y camino con decisión a su auto, ella al verme sonríe de lado, perversa. Su rostro marfileño luce angelical y sus ojos verdes están encendidos.

Le sonrío con verdaderas ganas, ella me abre la puerta del auto y me invita a entrar.

Me contempla una vez que me he sentado a su lado y me dice:

—¿Estás segura de querer esto?

Le miro los ojos y asiento. Recorro su rostro y su cuerpo con avidez. Esto que vamos a hacer tiene que estar prohibido, porque ella es mi profesora y soy menor de edad, pero se me ha metido tanto a las bragas que no pondré objeción

Sonríe, alza una ceja, enciende su auto y salimos del estacionamiento.  Después de algunos minutos llegamos a su apartamento. El lugar es precioso, pero no puedo concentrarme en eso, mi sexo esta punzante y recordándome que está vivo, que quiere más…

Ema me sonríe y entramos a su apartamento hablando de cosas de la escuela, en el camino hasta ese lugar hemos saludado a varios de sus vecinos. Una vez dentro y con la puerta cerrada ella se transforma, deja caer su bolsa de mano y las carpetas que ha traído en la mesa más cercana.

Mi corazón late desaforado y la veo lanzarse sobre mí, me aprisiona nuevamente contra la pared, me besa largamente, el beso es húmedo, un choque de lenguas, de sensaciones, sus manos recorren mi cuerpo y por primera vez me permito ser yo, alzo mis manos temblorosas y recorro su cuerpo, sus nalgas son duras, redondas, enormes, no me caben en las manos, ella pega su cadera a la mía y de mi garganta brota un gemido que a ella parece gustarle.

La siento por todos lados, en mis senos, en mis nalgas, en mis piernas. Ella me desabotona la blusa y la deja caer al suelo, después mi falda, quedo en sostén, bragas y calcetas, es una suerte que haya decidido usar el día de hoy el conjunto más sexy que tengo, es negro y de encaje.

Mientras me sigue besando y sus manos recorren mi cuerpo con avidez, la desnudo con torpeza, su falda resbala lentamente por sus piernas y como la lela que soy me separo de ella para verla, ella me mira a los ojos, alza ambas cejas y con descaro total se desabotona cada uno de los botones de su blusa, deja caer con lentitud la blanca tela y mi boca se abre al contemplarla. Lleva un conjunto color nude,  es tan claro y transparente que puedo ver sus obscuros pezones y allá, más abajo su sexo carnoso, sin contar que usa medias y con los tacones parece una modelo bajada recién de la pasarela. La tía esta buenísima y esta desnuda ahí para mí.

 Sin dudarlo me atrae nuevamente hacia ella. Me besa a la vez que me empuja en dirección donde está el sofá. Al llegar. ella me contempla.

—Imaginé hacerte esto por meses, dedícate a disfrutar ¿de acuerdo?

Parpadeo porque me siento confundida, feliz, pero sobre todo excitada.  Ella se inca frente a mi nuevamente, abre mis piernas, pero antes se desase de mis zapatos y mis calcetas. Besa mis pies, mis piernas y el cosquilleo de mi sexo es cada vez mayor.

—Es glorioso— afirma mientras huele mi sexo.

Me baja las bragas, me mira a los ojos y empieza a lamer.

—Ammhhh— por fin exhalo el gemido que tenía atorado en la garganta.

—OOOhhh, aaahhh, mmmmmmmmmm— sigo mientras ella lame mi clítoris hinchado y humedecido. 

Después yo pierdo la razón y estoy casi segura de que pongo los ojos blancos por la locura, Ella ha tomado entre sus labios mi clítoris y parece succionarlo. Lo hace tan rápido y estoy tan tensa a la espera de llegar al orgasmo que mis gemidos ni siquiera llegan a ser vocalizados.

De nuevo me siento estallar en su boca.

Mis piernas se estiran y a pesar de que ya he llegado Ema sigue lamiendo mi clítoris y me penetra de a poco con su lengua, el movimiento es glorioso, mi cuerpo sigue vibrando después del orgasmo, ella lo ha notado, nos miramos a los ojos y nos correspondemos una sonrisa.

Ella me pasa los dedos sobre mi sexo, yo me contraigo y luego se pone de pie, por un segundo creo que no me va a dar la oportunidad de probarla de acariciarla y sentirla a mi gusto. Pero me equivoco, ella toma un pequeño control negro de la mesa auxiliar y la habitación se inunda con una canción sensual. Yo la conozco Talking body- Tove Lo. No sé que esperar cuando escucho la canción, ella me sorprende.

Empieza a bailar lentamente, se aleja de mi, mueve sus hombros, me da la espala y mueve al compas de la música su trasero, su cintura. No puedo evitar excitarme de nuevo, ella se ve ardiente bailando, moviendo su cuerpo, acariciándolo. Pone sus manos en sus senos, los estruja, toca su cintura, su vientre y no para de contornearse para mí, solo para mí, ella es un ángel  sensual.

La canción llega a un momento calmo, ella se abre de piernas y se sienta sobre una otomana,  sigue moviendo sus hombros, se muerde sexymente un dedo y conforme el ritmo de la canción cambia ella empieza a frotarse sobre la blanca superficie.

A la vez que la canción reza “If you love me right, we fuck for life. On and on and on”  nada más apropiado, ella empieza a gemir. Yo la he observado todo el rato con la boca abierta, me llama con un dedo para que me una a ella, desnuda como estoy voy a su encuentro, comenzamos a besarnos mientras ella se sigue frotando contra la otomana. La canción se repite una y otra vez, en el espacio y en mi cabeza.

Mientras ello pasa, me deshago de su sostén, acaricio su espalda y avanzo con lentitud hacia sus senos, son enormes, duros, firmes, sus pezones están erguidos, los siento al tacto, quiero chuparlos. Separo mi boca de la suya y avanzo hacia abajo buscando mi objetivo. Ella estira su cuello y yo me apropio de sus senos, succiono, lamo, beso, pellizco.

—Ahhmmm— dice ella, detiene el vaivén de sus caderas y pasa sus largas uñas sobre sus costillas. Se estremece, su piel sedosa huele maravillosamente, pero tengo ganas de probar algo más, voy dejando besos sobre todo su vientre y no me puedo creer que esté a punto de probar su sexo.

Ema se reacomoda, se recuesta un poco y deja a mi alcance su sexo, aun tiene puestas las bragas, pero son tan delgadas y diminutas que en realidad no me suponen barrera alguna. Con mis dedos tembleques hago a un lado la tela y la imito, aspiro su aroma y la boca se me hace agua, ella no deja de mirarme, le sostengo la mirada, pongo mi lengua sobre su raja y con la misma me abro camino hasta hallar su clítoris, cuando lo he tocado ella gime y cierra los ojos.

La técnica para comer y disfrutar de un sexo tan carnoso y húmedo no es complicado o eso me parece, se trata de lamerlo, rodearlo, arriba, abajo, succionar un poco, soplar incluso, al estimularla su sexo se hincha más y más, en algún momento tengo que ayudarme con las manos para abrirlo y seguir saboreando.

Observo su vagina por primera vez, es de un rosa precioso, esta mojadisima y empieza a salir un líquido blanquecino, es salado y delicioso.

—Oh amor— me dice mientras sus caderas se mueven con rapidez y lo frota contra mi lengua y mi nariz, yo la dejo hacer, escucho su respiración sus gemidos.

—Mmmmmmmm, aaahhhhh, oohh, Dana, DDAAANNNAAAAAAAAAAAAa….

Se corre en mi boca y yo estoy feliz, más no satisfecha, quisiera comer su sexo todo el tiempo. Yo lamo su clítoris sobre estimulado e hinchado, se retuerce y me mira con ojos ardientes llenos de lujuria, sé que no hemos terminado.

Humedece sus dedos con saliva, me atrae hacia ella y frota mi sexo con vigorosidad.

—Aaahh, ahhhaaahhh, mmmmmmaaaahhhh, así, asíiii.

Abro más mis piernas, pero ella se detiene y me dice al oído.

—Golosa…

Nos ponemos de pie, me toma de la mano y me lleva por un pasillo angosto y pequeño que al final tiene una puerta blanca, antes de llegar y sin previo aviso, pe pega contra la pared y me sigue frotando el sexo con la mano a la vez que nos besamos, mis gemidos se confunden con los besos.

Se detiene nuevamente cuando creo estar a punto de llegar, me arrastra a la habitación de la puerta blanca y es nada menos que su recamara. Tiene una cama enorme, de color blanco, llena de cojines, el resto de la habitación es de un bonito color marfil, pero no me interesa, no puedo dejar de ver su cintura, su cadera, sus nalgas y sus piernas que aun tienen esas medias,.

Me descubre mirándola, ella me mira a mí y por primera vez me siento desnuda y deseada.

—Acuéstate—me ordena.

Yo obedezco mansamente, me recuesto justo en medio de la cama.

Ella se desase de las sus bragas más no de sus medias ni de sus tacones.

—¿Te han penetrado antes?

Me muerdo el labio, niego con la cabeza.

—¿Virgen?— pregunta asombrada.

Afirmo.

Va a su buro de noche y saca varios artilugios, dildos para ser más exacta, uno de ellos es enorme, hay otro de tamaño normal,  y uno que es muy largo y parece tener dos cabezas.

—Empecemos con este.

Toma el de tamaño normal, se lo lleva a la boca, lo lubrica con su saliva y se sube a la cama, se recuesta y su rostro queda en medio de mis piernas.

—Abre— me pide.

Me pasa la punta del dildo  por el clítoris y me siento húmeda y expectante de nuevo.

Introduce lentamente el dildo, siento un ligero pinchazo y luego quiero que entre más allá, Ella parece leerme la mente, lo saca y lo mete lentamente a la vez que lame mi clítoris. La sensación es gloriosa, mis caderas toman vida propia, se mueven se contorsionan, Ema sabe cómo mover eso dentro de mí y siento las contracciones venir nuevamente. En algún momento estallo y escucho a la Miss reír.

—Eres una viciosa— me dice a la vez que me da un sonoro golpe con la palma de su mano en el sexo. Yo tiemblo, pero quiero más— Esto te encantara.

Se acuesta  y pasa una de sus piernas sobre una de las mías, sé que es eso. Vamos a hacer una tijera.

Ella descubre la alegría en mi cara y se apresura a poner nuestros sexos en contacto, es casi imposible descubrir la magnífica sensación que se tiene al tener un sexo húmedo, lubricado, hinchado y tan deseoso frotándose contra en mío.

—AAAHHHH— decimos a la vez.

Nuestras caderas se mueven y el contacto continuo entre nuestros clítoris me hace ver negro y de colores, estoy a punto de tener otro orgasmo, pero ella se detiene se separa, lubrica el dildo de dos cabezas, me penetra y luego ella, ambas empujamos hacia el fondo, comenzamos un vaivén lento, que rápidamente se convierte en locura, en choque de clítoris, gemidos atropellados, caderas enloquecidas en busca de llegar al cielo, de corrernos otra vez, yo llego primero y me sigo moviendo para hacerla llegar a ella, ella se viene con una escandalosa eyaculación y yo me vengo de nuevo solo de verla.     

Caemos rendidas. Ella saca con lentitud el dildo de mí, lo deja a un lado, se acomoda a lado mío y me envuelve con sus brazos.

—Gracias por dármelo a mí— me dice al oído— gracias por compartir conmigo tus orgasmos y dármelos en mi cama—Me besa la sien y absurdamente me quedo dormida, con tantas cosas por decirle y agradecerle.

Cuando despierto ella sigue dormida, afuera llueve y por la luz que entra por la ventana es tarde. Nadie me espera en casa así que no puedo preocuparme, ser hija de padres divorciados y ausentes me permite hacer con mi tiempo lo que quiera y puedo estar ausente de casa sin que nadie lo note o le preocupe.

—¿Te quedaras?— pregunta la miss.

—Lo que usted diga— le respondo.

—Llámame Ema, dejémonos de formalidades, mi cama es tuya. ¿Estás segura de que quieres quedarte?

—Nadie me espera— le digo y ella besa mi cuello.

—Yo te he esperado por casi un año Dana, dispones de mi ropa si quieres ponerte algo y prometo que si te quedas te hare gritar mi nombre. Yo te llevo a la escuela por la mañana.

Adentro de mí me pregunto cómo haremos para vernos las caras en clase y no delatarnos. No importa, por ahora sólo quiero disfrutar de su compañía, de su plática, de su cuerpo.

—Quiero quedarme mucho tiempo aquí—Le respondo, ni en mis sueños más locos imagine que podría llegar a su cama, a tenerla, a tener sexo con ella, soy feliz.

—Todo el que quieras y mañana antes de que bajes de mi auto comeré esto— toca mi sexo— me he vuelto adicta.

Muerde mi lóbulo, me doy la vuelta y con besos apasionados empezamos otra ronda de apasionado y desenfrenado sexo.

Notas finales:

Si a alguien le interesa una continuación haganmelo saber que con todo gusto l@s complaceré. 

Gracias por leerme. 


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