Amnesia.
“Usted me cuenta que nosotros dos, fuimos amantes y que llegamos juntos a vivir algo importante….”
Prologo
El hombre que cruzaba el atrio de la galería en medio de los invitados era atractivo, con sus profundos ojos negros, su piel que parecía de porcelana fina, aquella mirada oscura que se amoldaba perfectamente con aquella sonrisa deslizante, sugerente, atractiva.
Era admirado profundamente por cuantos tenían la gracia de conocerlo y él procuraba compensar esa admiración con innegable encanto, por supuesto sus demás “capacidades” ayudaban bastante, o al menos eso pensaba mientras cruzaba la gran galería saludando de cuando en cuando a algún conocido, halagando a alguien o confirmando una cita con algún grupo.
Era el autor de las bellezas que se presentaban allí, de las pinturas que abarcaban cada pared de la galería aquella noche.
Había aparecido en el escenario de la nada, sin un pasado conocido, sin más tarjeta de presentación que su propio arte, sin más base que un desconocido benefactor que lo protegía noche a noche, día a día.
Y sus pinturas seguían admirándose en las paredes, sabía que en un par de días todas estarían vendidas.
-Hay cierta respuesta allí-murmuro detrás suyo Alexius y Akira se volvió con una sonrisa a responderle, sabía que hablaba de la pintura central, puesto que Alexius la veía directamente con sus heladas orbes.
-¿En verdad? ¿Qué respuesta hay allí según tú? – no podía evitar sentir aquella leve atracción hacía él, aunque tal como le explicara hacia un par de meses Janine el vínculo de sangre hacía algunas cosas semejantes.
-Creo que espera que alguien llegue, está esperando a alguien- contesto Alexius tranquilamente, a pesar del “creo” confiaba en que su percepción fuera exacta, por supuesto no estaba errado en realidad, cuando Akira había pintado el cuadro central, había esperado algo. Pero, de eso, hacía mucho -¿Qué esperas Akira?
-mi pasado supongo- alcanzo a ver sus ojos brillar de molestia, y se maldijo internamente, después de todo Alexius le había dado todo, le había levantado de la nada, de aquel refugio de mala muerte dónde él se estaba muriendo sin un nombre, sin un pasado, no debería ser tan egoísta y lo sabía.
Le debía demasiado al vastago que estaba frente a él.
- ¿Aun lo esperas?-pregunto tras unos segundos de silencio y Akira aparto los ojos con lentitud de su pintura para fijarse en los hermosos ojos azules frente a él, ¿Cuál sería su antigüedad?
-Realmente no- se las arregló para mentir, era algo que podía sentir, sabía que antes de todo de nada, había sido muy buen mentiroso, sospechaba que había mentido- solo me causa curiosidad.
-comprendo- sonrió su mecenas- ¿y no hay aquí nada que cause tu curiosidad y pueda saciarla? –Pregunto deslizante y Akira sonrió solo un poco, sospechando, entonces se lo dijo -Casi a las puertas, es joven y tan bonita como un cuadro del renacimiento, tráela conmigo antes de que toquen la dos- Era solo en esos momentos que recordaba que al recogerlo Alexius lo había convertido en algo más que uno de los hombres más admirados de Dresde, un artista sin pasado sin futuro, con una gran arte, capacidad e inspiración, lo había convertido en algo muy diferente de puertas para adentro.
-Por supuesto- asintió levemente, y sintió como la fría mano de Alexius se deslizaba de su hombro hacia su cuello, con delicadeza, la sintió fría, helada, se estremeció.
Lo había convertido en su esclavo.
Extra:
Alexius no podía evitar enfadarse, a veces, cuando veía a su protegido comportarse así. En parte reconocía que era su culpa al haberle quitado toda su memoria
-“se me fue la mano”-
Pero… lo había puesto en una situación el riesgo al ver algo que no debía ver, no había tenido más opción que borrarle la memoria
–De hecho, pensaba, le había hecho un favor, ese chico estaba autodestruyéndose de bar en bar, evidentemente intentando olvidar algo y echando a la basura su beca-
Sospechaba que en un futuro no muy lejano “Akira” estaría listo para el abrazo, por el momento todo estaba bien, dentro de poco demostraría su gran capacidad en la amada Berlín, dónde el “príncipe” Lavender le pedía que fungiera como diplomático de Dresde, solo por las reuniones obligadas, estarían allí solo un par de meses, y entonces cuando terminara de actuar, regresaría y pediría el derecho a crear progenie, no se lo negarían.
Tatsuha ocuparía la posición entre los no-muertos como uno más, y en una posición nada desdeñable, se dijo, sería el chiquillo del primogénito toreador.
Y el acabaría con la única prueba que podía destruir su reputación.