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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

Más DaiSuga pa la pipol. Y al final 1313. Un poco. Se lo merecían pobres papás cuervos (?)

Pronto llegó la época de exámenes, y entre los estudios y las prácticas, los muchachos tenían sus días muy ocupados. Más ahora que Oikawa y Bokuto habían sido aceptados en la selección juvenil de volley, pues se les habían duplicado los entrenamientos. Tan atareados estaban, que la Navidad prácticamente llegó sin que ellos se enteraran.

 

—Ni siquiera es una festividad japonesa —refunfuñaba Tooru esa tarde, mientras él y Ushijima repasaban los apuntes de Fisiología para el examen.— No sé por qué la gente hace tanto escándalo al respecto.

 

—No dirías lo mismo si pudieses pasar la Navidad con Iwaizumi, ¿verdad? —replicó Kuroo con una sonrisa maligna; entonces él y Bokuto se pusieron a lanzarse besos al aire entre ellos, llamándose “Tsundere-chan” y “Ochentakawa-chan” el uno al otro. Tooru les tiró un bolígrafo por la cabeza a cada uno.

 

—No falta tanto para volver a Miyagi —acotó Daichi, enfrascado en sus problemas de Álgebra.

 

Volverían a su prefectura para Año Nuevo y pasarían las breves vacaciones de enero en sus respectivos hogares. De paso podrían ir a ver las preliminares del Torneo de Primavera de los equipos de preparatoria, que se realizaba a inicios de enero. Kuroo y Bokuto habían empezado con sus apuestas ante un nuevo enfrentamiento oficial entre Nekoma y Fukurodani.

 

—Fukurodani sigue teniendo el mejor “pretty setter” de la región de Kanto —aseguró Bokuto.

 

—Ningún setter es más “pretty setter” que Kenma, y es de Nekoma —objetó Kuroo con confianza.

 

—¡Akaashi es un “pretty setter” por mil!

 

—¡Pues Kenma lo es elevado a la millonésima potencia!

 

—¡Retira tus palabras!

 

—¡Jamás!

 

—¡Lucharé por el honor de Akaashi! —exclamó Bokuto blandiendo el bolígrafo que le lanzó Tooru como si fuera una espada.

 

—¡Y yo defenderé el orgullo de Kenma! —Kuroo se puso de pie, también bolígrafo en mano.

 

Bokuto se incorporó y se miraron fieramente durante unos momentos, hasta que se lanzó sobre su contrincante. Kuroo lo recibió en sus brazos y empezaron a girar por la sala.

 

—¡Brooo, no podría dañarteee! —decía Bokuto mientras lo abrazaba.

 

—¡Ni yo a ti, Bro!

 

—Estamos aquí, ¿recuerdan? —dijo Akaashi entonces, alzando una mano.

 

Él y Kenma estaban sentados juntos, resolviendo sus simulacros de exámenes. Daichi continuaba concentrado en sus ejercicios, al igual que Oikawa en su texto. Ushijima miraba a los otros dos ridículos muy serio.

 

—Ninguno de ellos es tan buen setter como Oiwaka —anunció con circunspección.

 

OIKAWA.

 

—Tal vez, pero Oiwaka no llegó a las nacionales en la prepa —replicó Bokuto.

 

Ushijima asintió.

 

—Eso es porque debió venir a Shira… —un cojín en plena cara lo silenció de golpe.

 

—Muere, maldito, muere —siseaba Tooru mientras Daichi le trababa los brazos, tratando de detener el homicidio en progreso.

 

A pesar de los refunfuños de Oikawa, más tarde intercambiaron regalos. Para sorpresa de todos, Ushijima les regaló a cada uno un llavero con forma de pelota de volley, que tenía inscrito el número de sus respectivas camisetas en el equipo.

 

—En serio te gusta el volley, ¿eh? —sonrió Kuroo después de que le dieran las gracias, observando su llavero.

 

—Sí —asintió Ushijima.— Y más me gusta cuando lo juego con personas que son buenas en ello.

 

Bokuto se le lanzó por encima de la mesa y lo abrazó.

 

—¡Ushibrooo! —lloriqueaba con emoción.

 

Pasaron los siguientes días, rindieron los exámenes, y para el fin de Diciembre los chicos de Miyagi volvieron a su prefectura. Tooru tenía, obviamente, unas ganas inmensas de ver a Iwaizumi. Después de la pequeña discusión que tuvieron cuando se vieron la última vez, todo había continuado como si nada. Siguieron charlando cada noche, contándose sus cosas, pero no volvieron a tocar el tema del compañero de trabajo. Tooru estaba aliviado de que Iwa-chan lo tratara igual que siempre, pero por otra parte le hacía ruido la tácita y deliberada intención de evitar aquel tema en particular.

 

A Daichi, por su parte, los chicos de Karasuno lo esperaban con una reunión por su cumpleaños, el último día del año. Se juntaron todos en la casa de Tanaka para recibir una vez más a su ex-capitán y agasajarlo aquel día. Asahi y Suga también se encontraban allí, por supuesto. Comieron, rieron, se divirtieron, y hablaron mucho de volley, claro. En un momento, mientras Noya y Tanaka se quitaban las camisetas para que Daichi juzgara a cuál de los dos le habían crecido más los pectorales, y todos reían o abucheaban, Sugawara observó que Kageyama se mantenía un poco apartado del resto, con gesto adusto. No parecía que él y Hinata estuviesen peleados ni nada por el estilo, Koushi los había visto charlar varias veces durante las últimas horas, pero Kageyama de a ratos tenía esa expresión sombría que lo preocupaba un poco. Suga le hizo un gesto disimulado a Daichi para que se encargara de entretener al resto mientras él hablaba con su kohai. Daichi asintió casi imperceptiblemente y anunció una mini competencia de echar pulsos a la que todos se sumaron con ganas.

 

—¿Me acompañas a tomar un poco de aire? —le preguntó Suga a Kageyama, quien asintió y lo siguió hasta el patio de la casa.

 

Aunque ya había caído la noche, el cielo se veía blanquecino por las nubes. El aliento se arremolinaba en forma de vaho frente a sus caras.

 

—No te abrigaste para salir —observó Suga y se quitó su bufanda para pasársela a Kageyama, que protestó un poco.— En unos días tienen las preliminares, no puedes resfriarte justo ahora —aquello lo convenció; si había algo que se tomaba muy en serio era el volley.— Y bien, ¿qué sucede?

 

—¿Con qué? —replicó Tobio, mirando ceñudo los primeros copos que empezaban a caer del cielo.

 

—Sabes de lo que hablo —Suga sonrió y le puso una mano en la cabeza, revolviéndole el pelo. El ceño de Kageyama se acentuó y murmuró algo por lo bajo mientras guardaba las manos en los bolsillos.

 

Un tiempo atrás Sugawara había recibido un mensaje de su kohai, pidiéndole consejos. Nunca dio nombres ni especificaciones, pero no había que ser Einstein para saber de qué y quién hablaba el chico. Por lo que había entendido Suga, Hinata se había confesado repentinamente y Kageyama no lo rechazó, pero tampoco lo aceptó. Después de algunos malentendidos parecieron aclarar un tanto las cosas, no obstante Tobio había establecido que nada podía interferir con su desempeño como equipo, como el dúo de raros del volley. Hinata, siempre optimista y dispuesto, había aceptado todas sus reglas y sus reservas. Hasta ahí sabía Suga, pero al parecer algo no funcionaba tan bien como parecía.

 

—¿Discutiste con Hinata? —preguntó Suga con tranquilidad.

 

Kageyama exhaló un largo suspiro. Era alguien de muy pocas palabras, pero con Sugawara siempre podía hablar con confianza.

 

—No… sí, no sé —torció el gesto.— Ya ni discutimos, supongo.

 

—¿Cómo es eso?

 

—Realmente no quiero perder el vínculo que nos une en la cancha —empezó a explicar Tobio en tono grave.— Eso lo dejé claro desde el inicio —sus compañeros ya le habían dado la espalda una vez, y por nada del mundo quería que eso pasara de nuevo, menos aún con Hinata.— Antes discutíamos todo el tiempo, no nos hablábamos durante semanas, pero en ningún momento temí que nos alejáramos definitivamente como compañeros de equipo…

 

Suga asintió, recordaba muy bien esos episodios del año anterior. Como Kageyama se había quedado en silencio, sumido en sus pensamientos, le hizo un gesto para que continuara.

 

—Pero ahora es más complicado —siguió diciendo Tobio.— Ahora todas las discusiones, aunque sean solo de volley, se vuelven más… humm… cómo decirlo…

 

—¿Personales? —sugirió Koushi.

 

—Sí, eso —asintió.— Pero Hinata finge que no. Sigue siendo un idiota como siempre, se ríe, grita, sonríe, y pretende que no lo afecta de más… todo para que yo no me preocupe —su rostro se ensombreció.— Y nunca lo noté, en verdad. Estaba satisfecho porque, a pesar de todo, las cosas seguían como antes…

 

—Pero no era así —Suga le sonrió con calidez.

 

—No, claro que no, pero yo pensaba que sí —miró un momento hacia adentro, de donde provenían risas y gritos. Hinata trataba con todas sus fuerzas de ganarle un pulso a Tanaka, sin éxito, y los demás se carcajeaban.— Y hace una semana, después de una pelea, Hinata dijo que no me preocupara más, porque en verdad su confesión había sido una mala interpretación suya —hizo una mueca.— Dijo que confundió nuestra amistad y nuestro vínculo en la cancha con algo más, pero que ya tenía todo claro y que no hacía falta seguir, que podíamos volver a estar como antes…

 

Los copos de nieve revoloteaban a su alrededor; la noche estaba tranquila y silenciosa, salvo por el barullo proveniente del interior de la casa.

 

—¿Y le creíste? —quiso saber Suga.

 

Kageyama asintió.

 

—Sonreía y se lo veía animado mientras decía todo eso —explicó.— Supongo que quería creerle, no sé.

 

Todo había seguido su curso normal hasta que un día después de una práctica, Hinata se había quedado con Yachi, ayudándola a ordenar y limpiar. Todos se habían ido, Kageyama también, pero volvió simplemente porque se le había olvidado algo. Se encontró el gimnasio vacío, y cuando se acercó al cuarto donde guardaban las pelotas y los demás implementos, pudo escuchar voces. Se asomó y vio a Yachi con los ojos llorosos, abrazando a un Hinata que también lloriqueaba, mientras le contaba sus penas; mientras le contaba la verdad que Kageyama no había visto, o que no había querido ver. Yachi lo vio allí en la puerta, pero Tobio le hizo señas para que no dijera nada y se fue rápidamente.

 

—Y ahora no sé qué hacer —dijo cuando terminó de contarle todo a su sempai.

 

—¿Y tú realmente quieres eso? —preguntó Suga.— ¿Que todo vuelva a como era antes?

 

Kageyama sacudió la cabeza.

 

—No, no quiero eso —denegó.— De hecho quería negarme cuando Hinata lo propuso, pero si él de verdad quería eso, estaba bien por mí.

 

—¿Y entonces por qué no se lo dices ahora que sabes que él mentía?

 

—Porque… bueno, todo este tiempo lo estuve lastimando y no tenía idea —apretó la mandíbula.— Soy así, y siempre lo seré, y seguramente volveré a hacerlo —tragó.— Y no quiero alejarlo más, como me pasó antes. Quizá sea mejor que estemos así…

 

Suga le dio un puñetazo en el hombro que hizo retroceder un paso al chico.

 

—Deja de ser un Rey que decide lo que está bien o mal por los demás —le ordenó entonces. Kageyama frunció el gesto ante aquel apodo.— Si siguen así quizá no lo pierdas como compañero de equipo, es posible que no se aleje de su puesto a tu lado, pero solo en la cancha —lo miró muy serio.— ¿Estás dispuesto a que se aleje con alguien más? ¿Que sea otra persona la que se acerque más que nadie a él, fuera de la cancha?

 

Suga sonrió satisfecho ante la expresión sombría de Kageyama al escuchar eso. Era toda la respuesta que necesitaba.

 

Un rato más tarde todos comenzaron a marcharse a sus casas, y Koushi le hizo un gesto de buena suerte a Tobio cuando vio que le decía a Hinata de irse juntos. El más pequeño acepto sonriente, sin enterarse de nada.

 

—¿Pudiste hablar bien con Kageyama? —le preguntó Daichi a Suga en el camino de regreso.

 

—Sí —le contó todo.— Espero que puedan hablar bien y aclaren las cosas.

 

—Se ve que es un trauma de los setters —comentó Daichi.

 

—¿El qué?

 

—Asumir cosas y tomar decisiones drásticas por su cuenta —lo miró con una sonrisa mientras Suga ponía gesto culpable y apartaba la vista.— Oh, vamos, solo te tomaba el pelo… ¿Y tu bufanda?

 

—Oh —recién entonces Suga se dio cuenta que se la había llevado Kageyama.— Bueno, era una estrategia planeada para que me compartieras tu calor —sonrió insinuante al tiempo que se apretujaba contra el costado de Daichi.

 

—No necesitas planes elaborados para eso, ya sabes —repuso Daichi pasándole el brazo por los hombros y pegándolo a él mientras caminaban.

 

—Lo sé —le rodeó la cintura con su brazo.— Te extrañaba.

 

La última vez que se habían visto fue en ese feriado de Noviembre en que Daichi y los demás hicieron su viaje relámpago a Miyagi, pero Suga estaba cargado de tareas en ese momento, por lo que mucho no pudieron compartir juntos. Y antes de eso se habían visto en aquellas semanas de verano que Koushi pasó en Tokio.

 

—Y yo a ti —le dio un beso en la sien.

 

Por fin llegaron a la casa de Koushi y lo invitó a pasar a Daichi para darle su regalo; el chico también quería aprovechar a saludar a la familia de Sugawara. Todo estaba silencioso y adornado por la festividad de Año Nuevo.

 

—¿Tu mamá está de guardia esta noche? —preguntó Daichi por lo bajo; todavía no era muy tarde pero la abuela de Suga siempre descansaba desde temprano.

 

Suga le hizo señas para que lo siguiera.

 

—No, no está de guardia —replicó.— Pero tampoco está en casa, llevó a mi abuela a pasar el fin de año con unos familiares.

 

—¿En serio? Lo siento, te quedaste por mí.

 

—No te preocupes, la abuela le pidió a mamá que la llevara y me dijo a mí que me quedara aquí, así no me aburría con protocolos familiares —Suga se rió por lo bajo.— Supongo que quería darme tiempo contigo.

 

—Siempre he sospechado que tu abuela nos hace de casamentera —comentó, rememorando.

 

Incluso en los años de preparatoria de los chicos, la anciana insistía en que Daichi se quedara en casa y después los dejaba solos, yéndose a charlar con las vecinas, o marchándose a hacer compras que se le ocurrían a último momento.

 

Habían llegado a la habitación de Suga y Daichi miraba una de las fotos del escritorio, que mostraba al equipo de Karasuno en las nacionales pasadas.

 

—Se siente tan lejano, y al mismo tiempo parece que fue ayer —dijo con algo de nostalgia.

 

—Lo sé —Koushi asintió y le tomó la mano para llevarlo con él.— ¿Sabes qué parece aún más lejano? —Daichi no alcanzó a decir nada porque Koushi lo empujó hasta que cayó y quedó sentado en el borde de la cama.— La última vez que lo hicimos en mi habitación.

 

Suga se sentó a horcajadas sobre él y comenzó a besarlo.

 

—Tienes las manos frías —murmuró Daichi cuando los dedos de Suga se escurrieron dentro de su ropa para acariciarle la espalda; se estremeció pero no por el tacto helado.

 

—Lo siento —sonrió contra sus labios.— Pero no estarán frías por mucho tiempo… —su otra mano se deslizó por el estómago de Daichi hacia abajo, le desabrochó el pantalón y se introdujo en su ropa interior.

 

Daichi volvió a estremecerse y sujetó la nuca de Suga para profundizar el beso, mientras sus lenguas se entrelazaban con hambre. Su aliento se iba mezclando, así como el calor de sus cuerpos. Daichi, impaciente, quiso quitarle la camiseta a Suga, pero él lo detuvo.

 

—Es tu cumpleaños —susurró quitándole él la camiseta a Daichi para lamer su clavícula y sus pectorales— Debes ser el agasajado… deja que yo me encargue —sonrió mientras se bajaba de las pienras de Daichi; le bajó un poco los pantalones y se arrodilló entre sus piernas.

 

Daichi contuvo la respiración cuando la lengua de Koushi comenzó a moverse sobre su erección. Había pasado tanto desde que la última vez que lo hicieron, que las olas de placer comenzaron a llegar muy pronto, haciéndolo temer que terminaría antes siquiera de haber empezado.

 

—Suga, espera… —murmuró poniéndole una mano en la cabeza; pero el chico en vez de detenerse, hundió más la boca en su miembro, lamiendo con más ganas. Daichi jadeó, sudoroso.— Koushi, en serio… —sus quejas no obtuvieron respuesta.

 

Unos momentos después, Daichi no podía contenerse más y trató de apartar a Suga cuando sintió que iba a acabar, pero aún así lo manchó un tanto en la cara y en la ropa.

 

—Lo siento —se disculpó Daichi, acalorado.

 

—Pues si te gustó no tienes por qué —sonrió Suga mientras se limpiaba la cara.

 

Como Daichi parecía poco convencido, se acercó a besarlo y le puso una mano en el hombro, obligándolo a echarse hacia atrás y recostarse en la cama. Se quitó sus propios pantalones y volvió a sentarse a horcajadas sobre la cadera de Daichi.

 

—Aún no he terminado contigo —anunció Koushi, quitándose la camiseta y arrojándola lejos. Movió su pelvis sobre su compañero, sintiendo que éste volvía a reaccionar de a poco.— Y parece que tú tampoco…

 

Daichi se incorporó para besarle el cuello a Suga, bajó por su clavícula y comenzó a lamerle un pezón, mientras jugueteaba sobre el otro con sus dedos. Su otra mano descendió hasta la erección de Suga, y lo estimuló un rato hasta que sus dedos quedaron húmedos; recién entonces se deslizó hacia el trasero de su compañero y le introdujo el índice. Lejos de apartarse, Koushi se movió sugerente sobre la mano de Daichi, al tiempo que volvían a besarse con la respiración entrecortada. Luego de un rato, Suga de nuevo lo tumbó de espaldas, y se montó sobre la erección de Daichi mientras éste alzaba la cadera, entrando en él de golpe. Entre jadeos y gemidos, fueron moviendo sus cuerpos unidos al ritmo del otro, aumentado cada vez más hasta alcanzar juntos el clímax.

 

Un rato después ya se habían bañado juntos (donde lo hicieron una vez más), y estaban acostados y abrazados.

 

—Feliz cumpleaños —sonrió Suga contra el pecho de Daichi.

 

—Feliz Año Nuevo —sonrió Daichi a su vez, al escuchar que el reloj marcaba las doce de la noche.

 

Al otro día asistieron con los demás al templo. Hicieron sus oraciones para el año entrante y fueron a revisar cuál sería su suerte. Suga le hizo señas a Daichi cuando divisó a Hinata y Kageyama junto al altar del templo. El más alto se veía serio como siempre, pero parecía estar en todo momento reprimiéndose de sonreír como un idiota. Hinata directamente no ocultaba su sonrisa de oreja a oreja mientras juntaba las manos ante el templo.

 

Al otro día, cuando tocaba ir a hacer las visitas correspondientes de Año Nuevo, Daichi pasó por la casa de Suga para saludar y llevarles sake y un pastel que les enviaba su propia familia.

 

—¡Oh, muchas gracias! Y feliz cumpleaños con retraso, Daichi-kun —sonrió la mamá mientras recibía los presentes.— También tengo algo para tu familia, pasa.

 

—Eso, querido, feliz cumpleaños —terció la abuela.

 

—Muchas gracias a las dos.

 

—Y dime… —la abuela usó su bastón de apoyo para darle un golpecito en el tobillo a Daichi, y bajó la voz, aunque su hija andaba adentro en la cocina.— ¿Qué tal el regalo? —le guiñó un ojo.

 

—Ah, pues… —Daichi carraspeó.— Eh… bien… sí, muy bien —trató de sonreír, sentía las orejas hirviendo.

 

—¡Koushi! —llamó la anciana a su nieto. Suga la miró.— Hijo mío, ¿dejaste al chico con la lengua trabada desde Noche Vieja?—meneó la cabeza.— Yo sé que son jóvenes, pero…

 

—¡Abuela!

 

La anciana largó una carcajada y se fue a la cocina junto con su hija. Daichi y Suga intercambiaron una mirada ruborizada y ambos se echaron a reír también.

 

MINI EXTRA 2

 

La luz se filtraba por el cristal de los ventanales y una hermosa melodía comenzó a sonar. Dos personas paradas ante el juez de paz eran aplaudidas por los invitados, todos alegres por su inminente unión. Ellos se sonreían uno al otro, sus ojos inundados de felicidad, sus manos unidas.

 

Pero había alguien que no compartía su felicidad. Que no quería, ni podía, compartirla. Las puertas del salón se abrieron de par en par. Y allí estaba ella.

 

Yui de Las Mercedes del Monte de la Oca en la Nube de Los Sánchez quería poder desearles felicidad desde el fondo de su corazón, pero las palabras simplemente no salían. Todo lo que quería era volver el tiempo atrás, cuando todavía podía hacer suyo a Daichi Hernández Segundo del Altar de los Rodríguez. Cuando todavía tenía una oportunidad… ¿alguna vez la había tenido?

 

—¡Maldita lisiada! —acusó a Suga Fernández Ortiz de la Gracia de María.

 

Todos la observaron levantar un arma y apuntar.

 

Todos contuvieron la respiración.

 

El mundo pareció detenerse.

 

El momento había llegado.

 

Era la hora de la venganza de Yui de Las Mercedes del Monte de la Oca en la Nube de Los Sánchez.

 

Si no fuera porque acababa de aplastarla un yunque.

 

Y la ceremonia continuó.

 

FIN.

 

NOTA: recuerden que esos extras de Yuis's Dead (?) son estupideo mío jajajajajaaj LA ODIO (?) jajajaja nah. Solo me molesta. Viva. (?)

Notas finales:

Y eso es todo, amiguit@s. 

 

PD: la abuela de Suga es una fujoshi. Es yo con 75 años, básicamente. JAJAJA

 

PD2: sí, no me maten por el IwaOi, viene mañana XD


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