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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

La misión de un hombre... y el error de otro (?)

NOTA: Para la gente que ha dejado (y los que dejen luego) comentarios anónimos :3 es decir, sin tener cuenta en la pag. GRACIAS!! :B que respondo todos los reviews pero esos no sé si les avisa o no que lo hice D: se les agradece de veritas de veritas haber leído toda mi sarta de estupideces y haber dejado un coment :3 Nada, eso no más, ahora pueden continuar con la siguiente tanda de estupideces que escribí xD disculpen la molestia.

 

  

 

CAPÍTULO 20

 

 

 

Un día agradable y soleado, los chicos almorzaban en uno de los patios de la universidad, reunidos entre sus respectivas clases de diferentes facultades. Bokuto trataba de robar sigilosamente la carne del almuerzo de los demás, y Kuroo le pegaba en la mano con sus propios palillos cada vez que lo descubría en el intento.

 

—Ushijima, eres nuestra última esperanza —dijo Kuroo en un momento.

 

—Estamos condenados, entonces —replicó Oikawa.— Aunque no tengo idea de qué hablas.

 

—La última esperanza de perpetuar nuestra esencia grupal —aclaró el otro chico en tono dramático.

 

Daichi sacudió ligeramente la cabeza, previendo alguna estupidez inminente.

 

—¿Y mis bocadillos en salsa? —se extraño al bajar la vista hacia su caja de almuerzo.

 

—Ushijima, “El Hombre”, lleva una gran responsabilidad sobre sus hombros —siguió diciendo Kuroo, mientras le clavaba un palillo en la muñeca a Bokuto.— Devuelve eso —su amigo lloriqueó un poco pero le regresó el bocadillo de carne a Daichi.

 

—¿Responsabilidad sobre qué?

 

Kuro puso gesto grave.

 

—Paternidad.

 

Todos lo miraron con desconcierto a excepción de Ushijima, que seguía masticando con tranquilidad, al tiempo que le daba miguitas de pan a un par de pájaros posados en su hombro.

 

—¿Ushibro será papá? —Bokuto abrió mucho los ojos.

 

—¿La vaca tendrá otro ternero? —comentó Oikawa y se echó a reír.— ¿Cómo es eso? ¿Ya descubrieron los científicos cómo inseminar artificialmente una pelota de volley?

 

—¡Será el “Niño Cabeza de Balón”! —dijo Bokuto con expresión brillante.

 

—Ya hay una serie yanqui con un niño así —replicó Daichi.

 

—¡Pero éste tendrá cabeza de balón de volley, no de rugby! —Bokuto seguía emocionado.— ¡Tendremos un sobrino pelota!

 

—Y jugaríamos literalmente con él —se rió Oikawa.

 

—Ya basta de tonterías —indicó Kuroo, tomándose el tema en serio.— Ushijima no será padre aún, pero algún día sí. Y contamos con él —los miró a todos muy seriamente.

 

—¿Y contamos con él porque…?

 

—Porque a este paso ninguno de nosotros dejará descendencia en este mundo —indicó Kuroo, y ninguno pudo negarlo, dada su proyección romántica.— Los escarabajos no cuentan, Oikawa —lo atajó al ver que pretendía replicar algo.— Ushijima es el único rayo de esperanza para nuestro grupo.

 

—¿Te refieres a que se consiga una novia y algún día la embarace? —quiso saber Tooru.

 

—Exacto.

 

—Ajá… —asintió.— Lo dicho, estamos condenados.

 

Daichi no pudo evitar reírse un poco.

 

—No está todo perdido, no todavía —dijo Kuroo; sin siquiera mirar, usó sus palillos para trabar los de Bokuto, que acababa de aprovechar la distracción general para tomar la carne asada de la caja Ushijima.— Tengo un plan.

 

—No sé si quiero escucharlo —murmuró Daichi.

 

—Este fin de semana habrá una cita en grupo —siguió contándoles Kuroo.— Y ya apunté a Ushijima para que asista.

 

—Quiero que alguien grabe eso —rió Oikawa.— Necesitamos un vídeo de eso y luego lo subimos a Youtube con el título: “Lo que calla la Vaca: historia de un apareamiento fallido.

 

—Podrás grabarlo tú —indicó Kuroo.— Porque también irás.

 

Aquello cortó en seco la carcajada de Tooru.

 

—¿Qué? No, no pienso ir a ninguna cita en grupo.

 

—Lo lamento, ya te apunté —esbozó una sonrisa felina.— Pero tranquilo, también estaré presente. Juntos sacaremos lo mejor de nuestra vaca semental.

 

—No me gusta cómo suena eso —frunció el ceño Oikawa.— Y no puedo ir, no pretendo serle infiel a Iwa-chan, sé que se molestaría mucho si supiera de esto.

 

—Oh, descuida, contamos con su bendición —sacó su celular y buscó unos mensajes que le mostró a Oikawa.

 

Kuro: necesitamos a Oikawa para una misión de rescate genético.

 

Iwaizumi: ???

 

Kuro: que nos ayude en una cita grupal. Vamos a conseguirle una chica a Ushijima.

 

Iwaizumi: ???

 

Kuro: Te molesta?

 

Iwaizumi: Mierdakawa? Siempre me molesta. Hagan lo que quieran, no es la gran cosa.

 

—Ya ves, contamos con su aprobación —reiteró Kuroo, y Oikawa resopló indignado.

 

—Ushijima, ¿tú qué opinas de todo esto? —le preguntó Daichi.— ¿Quieres ir a esa cita o no?

 

Ushijima lo miró tan impasible como siempre.

 

—Tengo una responsabilidad y debo cumplirla —repuso simplemente.

 

Daichi miró mal a Kuroo por llenarle la cabeza con ideas raras.

 

—No es tu responsabilidad, es algo que debes elegir —insistió tratando de sonar razonable.— ¿Tienes ganas de ir a la cita? ¿Quieres conocer alguna chica, y quizá salir luego con ella? ¿Te interesa tener una novia?

 

Ushijima se quedó en silencio un momento, considerándolo.

 

—No mires la maldita pelota —rezongó Tooru, y cerró el bolso deportivo por el que asomaba el balón de volley con el que solían practicar.

 

—No lo presionemos al muchacho —intervino Kuroo de nuevo, pasándole un brazo por los hombros a Ushijima, que parecía no encontrar la respuesta adecuada.— Esta cita no es definitiva, no tendrá por qué salir luego con ninguna de las chicas, solo será una prueba para que aprenda a desenvolverse con las señoritas.

 

—Casi no puede hablarle a las mujeres —le recordó Oikawa.— No le veo mucho futuro a este proyecto.

 

—Pues eso mismo solucionaremos —puntualizó Kuroo, y entonces puso cara de fastidio ante Bokuto, que estaba apoyado sobre su hombro mirándolo con cara de cachorrito abandonado.— Sí, pesado, sí, cómete una de mis hamburguesas.

 

—¡Eres el mejor Bro del mundo mundial de los Bros!

 

Kuroo, por su parte, tenía sus propias preocupaciones personales. Las cosas con Kenma iban sin problema, salvo por el detalle que cada vez se podían ver menos, cada uno ocupado con su carrera. Al inicio lo inquietaba un tanto cómo se desenvolvería Kenma en un nuevo entorno social, mucho más abierto y agresivo que la preparatoria. No obstante la notoria ansiedad de Kenma, que trataba de ocultarla día a día como podía, lo sorprendió que una tarde cuando fue a buscarlo después de clase, venía caminando con un ruidoso muchacho pegado a los talones.

 

—¿Tu eres el mejor amigo de Kenma-sensei? —le preguntó el chico a Kuroo, alegremente. Era delgado, llevaba un mechón de pelo teñido de azul que le caía sobre un ojo, y usaba ropa estrafalaria, llena de pines y colgantes de anime, juegos y mangas.

 

—¿Kenma… sensei? —repitió Kuro mirando a Kenma, cuya aura parecía indicar serias ganas de suicidio. Volvió la vista al chico.— Sí, soy su mejor amigo —sonrió.— ¿Y tú eres…?

 

—¡Kobayashi Yuuichiro! —se presentó el jovencito.— ¡Pero todos me llaman Yuu!

 

Resulto ser que el tal Yuu era un friki a tiempo completo, y había reconocido a Kenma como el legendario “Applepi” de los juegos. Habían coincidido en algunas partidas online en las que Kenma era considerado una suerte de maestro absoluto, y ahora que lo tenía enfrente no paraba de idolatrarlo y acosarlo para que le enseñara sus trucos.

 

Aquello no le hizo demasiada gracia a Kuroo el primer tiempo, pero después resultó ser que Yuu tenía novia hacía años, una entusiasta cosplayer que también estudiaba en esa universidad y que también adoró a Kenma desde el instante en que lo conoció por ser tan “adorable” (cosa que Kuroo no podía negarle, claro.) Así fue como resultó que la parejita de frikis fueron el primer ancla social de Kenma, quien aún así siempre se mostraba agobiado por tanta atención recibida. De esa forma, Kuroo pudo estar más tranquilo sobre la vida social del chico.

 

Pasaron los días y se decidió que la cita en grupo sería el último día de la Golden Week, la semana de feriados durante la cual, una vez más, los chicos no viajarían de regreso a Miyagi porque tenían que preparar varios trabajos de clases, y continuar con las prácticas de volley.

 

El día anterior al inicio del largo feriado, durante el entrenamiento en el gimnasio de la universidad, Kuroo les mostró las fotografías de las chicas que irían a la reunión. Detrás de cada foto estaban apuntados los nombres, edad, medidas, hobbies, facultad y club al que pertenecían.

 

—Te faltó el dato sobre su “capacidad de rebote” —comentó Oikawa, sarcástico.

 

—¿De dónde sacaste toda esa información? —inquirió Daichi, asombrado.

 

—Ellas mismas me la dieron —sonrió Kuroo.

 

—Tus habilidades sociales son sospechosas…

 

—No hice nada indebido —se encogió de hombros.— Solo charlé amablemente con cada una, y al rato me habían dado su número de móvil y hasta su factor sanguíneo. En fin —miró a Ushijima de nuevo—, ¿hay alguna que te interese en particular?

 

Mientras Ushijima miraba las fotos con expresión analítica, Oikawa a su lado se estremeció de golpe, como si lo hubiese alcanzado un viento polar.

 

—Ese chico me da escalofríos —dijo entonces en voz baja, mirando de reojo hacia un rincón.— Les digo que me odia, no para de mirarme mal.

 

—Son ideas tuyas —replicó Daichi.

 

—Ternero-chan es un chico muy simpático —intervino Bokuto, y agitó el brazo en el aire.— ¡Ven, Ternero-chan, queremos tu opinión también!

 

Desde la banca en la otra punta del gimnasio, Shirabu Kenjiro puso gesto agrio al escuchar cómo lo llamaba Bokuto, pero no se acercó. El muchacho, antiguo setter de Shiratorizawa, había iniciado ese año la universidad, y una vez más había estudiado arduamente para ser aceptado en el mismo lugar que su sempai, Ushijima. Desde el primer día de prácticas Shirabu no le sacaba la vista de encima a Oikawa, y como no paraba de seguir a Ushijima allá donde fuese, Tooru lo había nombrado “Ternero-chan”, porque siempre iba detrás de la vaca.

 

—Me mira mal —insistió Oikawa.— Me envidia, o me detesta, o ambas cosas.

 

—Shirabu es un buen chico —objetó Ushijima, aún concentrado en las fotos.— Solo se enfoca mucho en mejorar como setter.

 

—¡Quiere robarme mis habilidades, entonces!

 

—Quizá solo esté celoso de que seas el setter predilecto de Ushijima —opinó Kuroo.— Lo escuché decir que fue a Shiratorizawa inspirado por Ushijima, y ya vemos que incluso lo ha seguido a la universidad… —sonrió, ladino.

 

—¿En serio fue a Shiratorizawa por ti, Vacatoshi? —preguntó Tooru.

 

—Eso dijo él —asintió el otro chico.— Vio la última final de la escuela media entre Shitarorizawa y Kitagawa Daichi, y decidió que quería jugar en el equipo con el as más fuerte —hizo una pausa.— Así que decidió que debía ir a Shiratorizawa.

 

Oikawa lo miró con ojos entrecerrados.

 

—Espera, espera, ¿me estás diciendo…? —lo señaló con un dedo acusador.— ¿Me estás diciendo que tú, que siempre estabas repitiendo “Debiste venir a Shiratorizawa” como un jodido loro, ya tenías un setter que por ti dijo “Debo ir a Shiratorizawa”, y cumplió?

 

Ushijima lo miró un momento, un poco confundido ante sus palabras.

 

—Supongo que sí —asintió serio, y volvió la vista a las fotos.

 

—Eres una maldita vaca sin alma —murmuró Tooru, y se puso junto a Bokuto para agitar los brazos.— ¡Ternero-chan, nosotros te apoyamos!

 

Aún en la distancia pudieron ver que las mejillas del chico se ponían rojas de indignación, y se las golpeaba con ambas manos para calmarse. Apartó la vista y decidió ignorarlos.

 

—¿De qué rayos hablas? —quiso saber Daichi, dándole un largo trago a su bebida isotónica.

 

—¡Ese chico es el alma gemela de esta vaca insensible! —exclamó Oikawa.— ¡Lo sigue y lo soporta tal cual es! ¡No necesitamos ir a esa cita, ya tenemos el candidato ideal!

 

—Deja de buscar excusas para no ir a la cita grupal —replicó Kuroo.

 

Al día siguiente iniciaron los feriados. Ushijima, Bokuto y Oikawa tenían entrenamientos y preparación física con el grupo del seleccionado juvenil, porque ese año debían subir de categoría, así que no pasaron muchos días junto con el resto. Kuroo tenía varios trabajos pesados que adelantar, pero aún así había arreglado con Kenma para salir juntos a alguna parte durante el fin de semana (aunque si fuera por Kuroo, pasarían el fin de semana entero encerrados y en la cama). Por eso mismo decidió adelantar sus trabajos prácticos lo más que pudiese antes del sábado.

 

La tarde del viernes estaba solo en su departamento, pues Bokuto y los otros estaban en entrenamiento, redactando un extenso informe de laboratorio. En un momento le sonó el celular por uno de los habituales mensajes de Tsukishima; resultaba ser que el chico estaba en Tokio, visitando a su hermano durante los feriados. Entre la charla que iniciaron, Kuroo terminó invitando a Tsukishima al departamento para conversar, puesto que su hermano Akiteru tenía que salir unas horas por reunión con compañeros de trabajo, y el chico estaría solo todo ese rato.

 

—¿También estudiarás en Tokio el año que viene? —preguntó Kuroo, mientras servía las bebidas.

 

—Sí, es la idea —replicó Tsukishima, sentado junto a la mesa.— Rendiré el ingreso a la Universidad de Tokio.

 

Kuroo largó un silbido de asombro.

 

—Directo a la mejor uni, ¿eh? —sonrió pasándole el vaso.— Bueno, tienes los sesos bien puestos en el cráneo, estoy seguro que apruebas —asintió.— ¿Seguirás con el volley?

 

—Supongo… aún no lo tengo decidido.

 

Hubo un silencio.

 

—¿Y Pecas-kun? —Kuroo le dio un sorbo a su bebida.— ¿También vendrá a Tokio?

 

Tsukishima se ajustó la gafas sobre el puente de la nariz antes de responder.

 

—Lo dudo —se encogió de hombros.

 

—Conmigo no hace falta que finjas que no te importa —sonrió Kuroo, poniéndose de pie para dirigirse a la cocina de nuevo.— No tenía pensado hacer cena para mí solo, pero algo rápido improvisaré.

 

Tsukishima también se acercó a la zona de la cocina y se quedó apoyado contra un mueble, mientras el otro chico preparaba las cosas.

 

—¿Entonces te graduarás sin decirle nada a Yamaguchi? —volvió a insistir Kuroo.

 

—Ya te dije que nunca estuvo en mis planes decirle nada.

 

—Pero en los mensajes de la semana pasada me dijiste que el pecoso sospechaba algo…

 

Tsukishima compuso una mueca de disgusto.

 

—De algún modo descubrió que no tenía interés en una chica, precisamente —resopló con desagrado.— Pero el idiota jamás pensó que podía ser él mismo.

 

Kuroo se echó a reír mientras metía unas bandejas de carne al microondas, para descongelarla.

 

—Si no eres claro, nunca te entenderán —comentó con aires de sabiduría.

 

—No me interesa que me entiendan.

 

—Oh, cierto, el chico rebelde y cool —Kuroo le guiñó un ojo.— ¿Y entonces por qué sospechaba? ¿Quién pensaba él que te interesaba?

 

—Al parecer… tú.

 

Hubo un silencio incómodo en el que Tsukishima se quedó mirando por la ventana, cruzado de brazos, y a Kuroo se le resbaló la salsa de soya que acababa de tomar; alcanzo a sujetarla antes de que diera contra el suelo. Durante unos momentos nadie dijo nada, cada uno sumido en sus pensamientos, hasta que el pitido del microondas los devolvió a la realidad.

 

—Vaya —comentó Kuroo entonces.— Qué ideas las de Pecas-kun… ¿Y por qué llegó a esa conclusión?

 

Tsukishima se encogió de hombros una vez más.

 

—Supongo que tanto mandarnos mensajes y llamadas le dieron la idea equivocada —hizo una pausa y lo miró.— Porque es equivocada, ¿verdad?

 

Kuroo carraspeó, analizando cómo continuar el tema. En cierta forma hubo una época en la que los mensajes que compartían tenían su trasfondo subliminal, algo que nunca decían abiertamente pero que había pasado por la cabeza de ambos: tenían bastante compatibilidad y, si otra hubiese sido la historia, hubiesen terminado juntos. No obstante, aquella idea nunca pasó a más, y con el tiempo murió en el olvido de ambos. Al menos eso creía Kuroo, porque al parecer Tsukishima pensaba de otra forma. O tal vez solo se debía a su inestabilidad emocional ante la inminente y definitiva separación con Yamaguchi; algo que el rubio nunca admitiría en voz alta, por supuesto.

 

Tsukishima permanecía tan compuesto e indiferente como era habitual, pero Kuroo reconocía esa pequeña sombra de dudas e inseguridades en su mirada.

 

—Es una equivocación… pero no lo sacaste de su error —comentó Kuroo entonces.— Me usaste de escudo para que no se enterara de la verdad, y que no te lastimara lo que pudiese pensar él al descubrirla.

 

—… algo así —apartó la mirada.

 

—En serio, deberías aprender a ser más sincero contigo mismo —sonrió Kuroo, y estiró una mano para darle unas palmadas en la cabeza.

 

Después, mirando hacia atrás, podría decir con toda seguridad que aquello había sido un error de su parte, que quizá por excesivamente confiado no había leído la situación como correspondía. Pero en ese momento lo único que supo es que pasó de estar dándole palmaditas amistosas a Tsuskishima, a tenerlo pegado a su boca, besándolo repentinamente. El desconcierto lo mantuvo inmóvil unos instantes, mientras sentía el aliento del otro chico entrelazado con el tuyo, y su manos apoyadas en sus hombros. No estaba seguro de haberle devuelto el beso, no conscientemente al menos. En cuanto reaccionó se apresuró a echar la cabeza hacia atrás, para romper el contacto.

 

—Dijiste que fuera sincero conmigo mismo —murmuró Tsukishima, bajo la mirada inquisitiva de Kuroo.— Estaba…

 

Un ruido sordo llamó la atención de ambos, que giraron la cabeza. Kuroo sintió que el mundo se ponía del revés de golpe. Kenma, cuya mala costumbre era llegar tan sigiloso como un gato, estaba de pie en la entrada a la sala; tenía su propio juego de llaves en una mano y acababa de dejar una bolsa en una mesita cercana, sin apartar la vista de ellos.

 

—Lo siento —se disculpó el recién llegado, en tono calmo—, solo te traía algo de cena.

 

—Kenma… ¡Kenma! —Kuroo salió detrás de él, pero el chico había sido rápido en salir del departamento y cerrar la puerta detrás suyo; le echó llave a la cerradura desde afuera y la dejo puesta, por lo que Kuroo no pudo abrir la puerta por mucho que forcejeó.— ¡Kenma!

 

Le dio una patada a la puerta y corrió hacia la ventana, desde donde vio al chico alejándose por la calle. Gruñó y le propinó un puñetazo a la pared, mientras volvía sobre sus pasos para seguir luchando con la puerta, hasta que pudo meter su propia llave desde adentro y abrirla de un tirón. Salió corriendo, pero ya no había rastro de Kenma por ninguna parte. Probó a llamarlo al celular, sabiendo que era inútil, y efectivamente le entró el buzón de voz. Entonces se topó con Bokuto y Oikawa, que venían llegando de su entrenamiento, pero ninguno de los dos había visto pasar a Kenma. Finalmente tuvo que rendirse, desesperado. Debería esperar al otro día para buscarlo y hablar.

 

Sin embargo, Kenma desapareció de un día para el otro. 

 

CONTINUARÁ. CHAN. O NO (?)

 

Notas finales:

Y eso :B con la duda hasta el sábado (?) Kenma se habrá ido a Alaska? Se habŕa suicidado? Se habrá unido a un circo itinerante en Turquía? Se habrá hecho monje Tibetano??

Por cierto, que para quienes no lean el manga Shirabu no les va a sonar, lo van a conocer recién en la tercera temporada (mladito octubre, llega ya), pero no es un pj inventado xD existe. jaja

Saludos!


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