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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

... y la respuesta al error. CHAN. 

CAPÍTULO 21

 

Durante la siguiente semana, Kuroo no consiguió ubicar a Kenma de ninguna manera; no le respondía llamadas ni mensajes, ni tampoco estaba en su casa. Cuando se dejó caer por allí el domingo, la madre de Kenma le dijo que el chico había avisado que se quedaría en la casa de un amigo, y ella había dado por descontado que sería en lo de Kuroo, pues su hijo no tenía más amigos de tanta confianza. Así pues, Kuroo espero al término de los feriados y fue hasta la universidad de Kenma, pero tampoco lo encontró allí. Se topó con Yuu y Miyuki, la parejita de frikis que se había hecho amiga de Kenma recientemente, pero aseguraban tampoco saber nada del chico; no obstante, por la cara suspicaz de la chica, Kuroo supuso que en verdad sí sabían algo, y no pensaban decírselo. Por un lado se alegraba de que Kenma hubiese conseguido nuevos amigos de confianza, y por otra parte solo tenía ganas de estrangularlos hasta que le contaran lo que sabían.

 

Finalmente tuvo que rendirse y esperar hasta que Kenma decidiera volver a contactarse con él. Tampoco es como si pudiese evitarlo para siempre, solo debía darle algunos días más para que se calmara. Kenma solía reaccionar así, como un gatito asustadizo, a quien no había que presionar para recuperar su confianza. El problema era que nunca había sido él mismo, Kuroo, la causa del desconfiar de Kenma, y no sabía qué hacer ahora que estaba en esa posición. Trataba de analizar las cosas y actuar controlándose lo mejor posible, pero eso no implicaba que no estuviese impaciente y ansioso al respecto. En su mente se repetía la escena del viernes pasado una y otra vez, cambiando algunos detalles, llegando a tiempo de retener a Kenma y arreglando ahí mismo el malentendido. Porque solo había sido eso, un malentendido. Definitivamente no había reaccionado ante el beso de Tsukishima. O quizá un poco, pero eran reacciones normales ante una situación así, no implicaba nada especial.

 

Tsukishima, por su parte, le pidió las disculpas pertinentes en cuanto Kuroo volvió de la calle, sin haber encontrado a Kenma. El rubio no se mostró muy afectado por la situación, pero aún así se disculpó por crear aquel malentendido (a pesar de que su expresión facial no indicaba que le importara demasiado). Adujo que hizo aquello motivado por la curiosidad y un poco por revancha, devolviéndole a Kuroo sus provocaciones pasadas, pero jamás imaginó que las cosas terminarían así. Kuroo aceptó su explicación sin darle muchas vueltas al asunto, a pesar de que una parte de él comprendía que la mirada de Tsukishima escondía algo más. Sin embargo, en ese momento no tenía tiempo ni ganas de analizarlo.

 

Durante toda la semana estuvo malhumorado e irritable; hasta que por fin el siguiente sábado recibió la tan ansiada llamada. Estaba tirado en el sofá del comedor, con el TV prendido como única compañía mientras leía por centésima vez la misma página de un texto sobre los fundamentos de la Espectroscopia, cuando su celular sonó. Pensaba que era Bokuto, para pedirle algún plato específico para la cena, por lo que tomó el móvil con desgana y casi lo dejó caer al ver el nombre de la llamada entrante.

 

—Kuro —dijo la voz bajita de Kenma al otro lado de la línea.

 

Toda la calma y la mesura de Kuroo fueron a parar al demonio en cuanto lo escuchó.

 

—¿Dónde estás? ¿Cómo estás?

 

—Estoy bien, estoy en casa.

 

—Ya salgo para allá —anunció Kuroo, tirando el texto a un costado y poniéndose de pie.

 

—No, está bien así —replicó Kenma entonces.— Solo quería hablar un momento.

 

—Lo sé, yo también —hizo una pausa, tratando de ordenar las ideas.— Pero esto es algo que debemos hablar cara a cara.

 

—Tal vez… —titubeó.— Pero no quiero verte.

 

Aquello era algo que se esperaba, y sin embargo no dejó de caerle como un puñetazo en el estómago a Kuroo.

 

—Sí, eso me quedó claro durante estos días —murmuró, quitándose los lentes de lectura para frotarse el puente de la nariz, ansioso.— Muy bien, hablemos.

 

Hubo un silencio en la línea, y Kuroo fue el primero en romperlo.

 

—Lo siento, Kenma, de verdad.

 

—Está bien.

 

—No, nada está bien, si lo estuviese no llevarías una semana evitándome —replicó Kuroo; se paseaba por la sala mientras hablaba.— Lo siento, fue todo un estúpido malentendido, pero aún así lo siento, debió ser… complicado para ti ver aquello.

 

Otro breve silencio.

 

—No fue agradable de ver, pero tampoco tan impactante —repuso Kenma, sin sonar alterado para nada.— Era algo que se podía esperar.

 

Kuroo detuvo su paseo y frunció el ceño.

 

—¿Esperar? —repitió, desconcertado.— ¿Esperabas verme besando a otro en cualquier momento?

 

—No exactamente, no con cualquiera —lo escuchó inspirar con fuerza.— Llevo un tiempo observándolos.

 

—¿A quiénes?

 

—A Tsukishima y a ti.

 

Aquello Kuroo sí que no se lo esperaba, y permaneció desorientado un momento, asimilando las palabras.

 

—No hay nada entre él y yo —puntualizó muy serio.— No sé que imaginas, pero…

 

—No estoy acusándote de haber hecho nada —lo atajó Kenma.— Incluso yo tengo parte de responsabilidad en esto…

 

—¿De qué rayos hablas? —Kuroo sentía que iba perdiendo el genio por momentos, y la calma del otro chico no hacía si no exasperarlo aún más.— No eres responsable de mis errores, yo…

 

—No estoy buscando culpas ni culpables —lo interrumpió de nuevo.— Pero sí hay causas, que conllevan consecuencias.

 

Kuroo se dejó caer de nuevo en el sillón, y cerró los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás contra el respaldo.

 

—Yo fui indeciso un tiempo… indeciso y cobarde —siguió diciendo Kenma.— Me alejé de ti sin más, dejando un espacio vacío… un espacio que Tsukishima de algún modo tomó —hizo una pausa y se lo escuchó tragar con dificultad.— Y después volvimos a estar juntos, pero ese pequeño espacio que yo había cedido seguía ahí, ocupado por alguien más.

 

—No tengo nada con Tsukishima —repitió el otro.

 

—Lo sé… pero ha cruzado tu mente, ¿verdad? —Kuroo no pudo denegar aquello, ni aunque esos pensamientos fugaces hubiesen ocurrido en la época en que pensaba que Kenma no lo elegiría a él.— Tú me conoces bien, Kuro, pero a veces se te olvida que yo también te conozco bien a ti —casi se podía oír una sonrisa triste en su voz.— No lo tratas como a Bokuto o los demás… hay una diferencia, y puedo darme cuenta.

 

Quedaron en silencio unos instantes.

 

—Quiero verte —fue todo lo que dijo Kuroo de pronto; quería salir corriendo a buscarlo, las piernas casi le temblaban por la ansiedad contenida.

 

—Es mejor si no nos vemos por un tiempo.

 

Otro puñetazo en el estómago.

 

—¿Qué? ¡No! ¿Qué demonios dices? Kenma, escúchame…

 

—Esta vez no estoy cediendo mi lugar —replicó el chico.— Solo quiero que lo pienses bien, sin condiciones, sin que mi personalidad te limite… y que si me eliges una vez más, no sea porque yo soy muy dependiente… o un completo inútil sin ti —se rió por lo bajo al decir aquello.— Y si no me eliges, pues, bueno, lo aceptaré —tragó saliva con fuerza.— Por eso quiero que lo pienses bien y seas honesto, contigo mismo y conmigo.

 

—Esto no es necesario, de verdad.

 

—Una vez me dijiste que no volverías a tocarme hasta que aclarara bien mis ideas —le recordó Kenma, y pudo detectar un dejo de pena en su tono.— Ahora yo te digo que no nos veremos de nuevo… hasta que tengas más claros tus propios pensamientos.

 

Kuroo se tapó la cara con una mano, frotándose los ojos con los dedos. Quería seguir insistiendo, pero sabía que sería inútil. No serviría de nada presionar.

 

—¿Cuánto tiempo? —preguntó entonces.— ¿Cuándo volveremos a vernos para que te diga lo que realmente pienso?

 

Obviamente Kenma no había planeado un plazo, porque dudó antes responder:

 

—No lo sé… ¿Un mes?

 

¿UN MES? ¿UN JODIDO Y ENTERO MES? Kuroo rodó por el sofá hasta terminar en el suelo.

 

—De acuerdo —aceptó al fin, a regañadientes.— En un mes exacto me tendrás frente a ti, con mi respuesta… y más te vale no huir.

 

—Sea cual sea tu respuesta, no huiré —lo sorprendió escucharlo reírse de nuevo.— El viernes pasado me perdí de nuevo, de hecho.

 

—… no me extraña.

 

¿Quién lo había encontrado perdido, entonces? ¿Quién lo había ayudado? ¿En quién se apoyó en esos últimos días? ¿Por qué de pronto podía hablar tranquilo y decidido sobre temas complicados, y hasta reírse de sí mismo? ¿Por qué de golpe se sentía como si Kenma hubiese avanzado mucho sin su ayuda, sin que él lo notara, sin darse cuenta que iba quedando atrás?

 

—Bueno… nos vemos luego —dijo Kenma, despidiéndose ya.

 

—Sí, nos vemos en un mes —repuso Kuroo.

 

La llamado finalizó y Kuroo se quedó allí tendido en el suelo un largo rato, meditando. Ni siquiera fue consciente de que se había ido la luz del sol de la sala, ni atinó a prender la lámpara; solo lo iluminaba el reflejo del TV. Cuando llegó Bokuto lo encontró allí mismo, aún recostado en el piso y casi a oscuras.

 

—¡OIWAKAAA, ES EL SÉPTIMO DÍAAAAAAAA! —gritó Bokuto mientras salía corriendo a aporrear la puerta vecina.

 

Se escucharon quejas y Oikawa apareció en el umbral.

 

—¿Qué rayos te pasa ahora?

 

—¡SIETE DÍAS! —Bokuto se le tiró encima y lo abrazó, justo cuando Kuroo se asomaba al pasillo, con su gesto demacrado.— ¡AHHH, EL FANTASMA RECICLADO DE MI BRO! —escondió la cara en el cuello de Oikawa.— Eso no está en la película… ¿y si empezó el apocalipsis zombie?

 

Hacía unos días atrás hubo otra maratón de terror, y habían visto de nuevo la película “The Ring”, entre otras. Bokuto había estado paranoico desde entonces; ni siquiera le atendía los llamados a Akaashi.

 

—Todavía estoy vivo… creo —masculló Kuroo.

 

—Pues comunícaselo a tu expresión de cadáver —replicó Oikawa mientras trataba de deshacerse del agarre de Bokuto.

 

—¡ZOMBIE!

 

—Ya cállate, idiota —le dijo Kuroo.— Si tuviese ansias de comer cerebros no hubiese venido detrás tuyo, precisamente.

 

Bokuto se calmó al instante.

 

—Buen punto —asintió y soltó a Tooru.— ¿Qué hay de comeeer? —quiso saber mientras entraba al departamento dando brinquitos.

 

Tanto Bokuto como Oikawa estaban al tanto de lo que había pasado con Kenma y Tsukishima la semana anterior, pero ninguno había dicho nada más de lo necesario al respecto. Esa noche, sin embargo, retomaron el tema mientras cenaban y veían la telenovela nocturna.

 

—No sé por qué Kenma desconfía tanto —comentó Bokuto mientras comía con ganas una croqueta.— Siempre has sido su persona de mayor confianza, pasara lo que pasara.

 

—Justamente por eso —suspiró Kuroo, y su amigo ladeó la cabeza, aún sin entender.

 

—A ver, Bokuto —se impacientó Tooru.— Imagina que mañana vas a buscar a Akaashi a su universidad, y encuentras que alguien lo está besando… —dejó la frase en suspenso, mirándolo con intención. Bokuto parpadeó, sin captar la onda todavía; Tooru puso los ojos en blanco.— Y esa persona resultar ser… el as de su nuevo equipo de volley.

 

Bokuto lo miró en silencio unos segundos más, y entonces gruesas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

 

—¿Q-qué… ? —barbotó Oikawa, sorprendido por las mejillas empapadas del chico.— ¡Oye, solo hablaba hipotéticamente! —le lanzó una servilleta a la cara.

 

—Lo séeee —lloriqueó Bokuto.— P-pero lo imaginé y… —sollozó con ganas, mientras Kuroo tomaba la servilleta y se la apretaba contra la nariz para sonarle los mocos.— Gdaziaz, Bdo.

 

—No puedes llorar ni siquiera por celos imaginarios —reclamó Oikawa.— Aún no entiendo cómo Akaashi sigue vivo, mucho menos le deben quedar energías para serte infiel ni de pensamiento…

 

Desde el estreno de su reciente vida sexual, ocasión por la cual Kuroo le sacó una foto a Bokuto y Oikawa se encargó de editarla y enmarcarla para pegarla en el refrigerador (donde pegaban todas las fotos ridículas del grupo), Bokuto no le daba respiro al pobre Akaashi.

 

—Como sea, lo importante es que dentro de un mes tengas las ideas claras —le dijo Oikawa a Kuroo.

 

Ya las tengo claras.

 

—¿Seguro? —lo miró con gesto socarrón.— No es que quiera meter cizaña, pero Kenma no es el único que observó tu comportamiento con ese rubio desagradable.

 

—¿De qué demonios hablas?

 

—Es cierto, Bro —intervino Bokuto, limpiándose la cara con el borde de la sudadera.— Yo también lo he notado.

 

Oikawa miró al chico búho, alzando una ceja, y luego volvió la vista hacia Kuroo.

 

—Hasta Bokuto ha dado testimonio, y hablamos de Bokuto, eso significa… —tomó el vaso de su bebida y lo depositó con fuerza en la mesa, haciendo un ruido seco.— Caso cerrado.

 

—Pero…

 

—Pero nada, ahora ve e indemniza a ese pobre chico pudín con cuotas alimentarias.

 

—… ¿Qué?

 

—Yo también quiero que mi Bro me alimente —dijo Bokuto.

 

Los días comenzaron a pasar, y aunque Kuroo seguía impaciente por su situación con Kenma, estaba tan atareado que no tenía tanto tiempo libre para pensar en aquello, cosa que agradecía. De todas formas la pesadez en su pecho era un recordatorio constante de su angustia.

 

Una tarde estaban los cinco reunidos como siempre, haciendo tarea y viendo TV, cuando Bokuto pegó un grito.

 

—¿Ese no es Kenma? —dijo con los ojos como platos.

 

Todos fijaron la vista en la pantalla del TV, donde mostraban una nota sobre una convención de anime, mangas y videojuegos. En ese momento justo enfocaban a una pareja vestida como el Equipo Rocket, de Pokemón, la chica iba de Jessie y el chico de James. Ellos conformaban uno de los grupos que se presentarían en un torneo de videojuegos que se realizaría esa tarde. Al finalizar la nota, la entrevistadora les pidió que hicieran un saludo especial.

 

¡Prepárense para los problemas! —dijo la chica.

 

¡Y más vale que teman! —continuó el chico.

 

¡Para proteger al mundo de la devastación!

 

¡Para unir a los pueblos dentro de nuestra nación!

 

Siguieron con el lema del Equipo Rocket hasta que al llegar a la última estrofa, “¡Ríndanse ahora o prepárense para luchar!”, la cámara enfocó a un hastiado Kenma, que en la cabeza llevaba un gorro de Meowth, el pokemón. El chico se quedó en silencio, mirando hacia un costado; su compañera le dio un ligero caderazo.

 

—¡Meowth… así es! —murmuró Kenma, alzando los dos puños como si fuesen garritas de gato, y con la cara como un tomate, sin mirar a la cámara.

 

La nota terminó y siguieron entrevistando al siguiente grupo de competidores. Bokuto y Oikawa voltearon la vista hacia Kuroo, que se había quedado observando la pantalla con expresión ensimismada. No obstante, no dijo nada y volvió a enfrascarse en sus ejercicios de álgebra.

 

Unas semanas más tarde por fin hicieron la cita grupal, pues la anterior había sido cancelada por Kuroo, quien había sido su organizador y ese fin de semana fatídico no tuvo ganas de fingir buen humor social. Esta nueva cita era más bien una gran reunión de mucha gente de la universidad, con invitadas especiales previamente seleccionadas por el staff de Recursos Humanos Románticos, léase, Oikawa y Kuroo.

 

—Igual no sé si en estos tiempos estás calificado para juzgar el romance ajeno —opinó Oikawa cuando los tres salían del complejo de apartamentos, rumbo al centro comercial donde se reunirían con el resto.— Debería revocarte tu licencia de casamentero hasta que resuelvas tus asuntos.

 

—Lo dice el tipo que se vuelve una reproductora ochentera cada vez que Iwaizumi ignora su mensaje las buenas noches.

 

Touchè.

 

Una hora más tarde estaban reunidos con el resto en un bar, aunque faltaba bastante gente por llegar. Daichi y Ushijima llegaron separados, pues venían de diferentes lugares.

 

—¿QUÉ HACES VESTIDO ASÍ? —se soliviantó Oikawa al ver entrar a Wakatoshi.

 

El muchacho lucía un traje formal, con corbatín de moño y una rosa blanca en el bolsillo frontal de la chaqueta.

 

—Dijeron que me vistiera acorde a una noche muy especial —replicó Ushijima.

 

—¿Y POR ESO TE DISFRAZAS DE FRED ASTAIRE? —Tooru se tapó la cara con ambas manos y sacudió la cabeza.

 

—Yo creo que le queda bien —opinó Bokuto, mostrándole los dos pulgares en alto a Ushijima.

 

—Gracias.

 

—Kuroo… —murmuró Oikawa, sin descubrirse la cara.— Haz algo, me lastima la vista.

 

—De inmediato —respondió Kuroo. Se acercó a Ushijima, le quitó el corbatín y la rosa, le desabrochó los primeros botones de la camisa y se la desarregló un tanto; también le revolvió un poco el cabello hacia un costado.— Listo.

 

La noche fue avanzando, siguió llegando gente y se trasladaron a un karaoke. En el camino, Oikawa le prohibió terminantemente a Ushijima cantar nada de Andrea Bocelli, Pavarotti o ningún tenor por el estilo.

 

—¿Puedo interpretar “May it be”, de Enya? —preguntó el chico.

 

—Pues… —Oikawa levantó un dedo negador, pero se quedó callado. Aquella era una pista de “El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo”, y merecía respeto.— Esa déjala para los sábados de karaoke en lo de Kuroo y Bokuto. Ahora prueba con algo de K-pop o algo por el estilo.

 

—No me sé ninguna de esa.

 

—Ehhh, entonces… algo de los Backstreet Boys, o Maroon 5 —improvisó Tooru.— Eso, finge ponerte en la piel de Adam Levine, las chicas te tirarán los calzones por la cabeza.

 

Ushijima lo miró muy serio.

 

—No sé si quiero que hagan eso, es poco higiénico.

 

Oikawa se lo quedó viendo un largo rato, sin decidir si sentir lástima por su alto grado de virginidad extrema, o si darle rienda suelta a su instinto homicida.

 

La reunión estaba animada y en su mejor momento; la gente se divertía, todos charlaban, cantaban y reían. Solo los mayores tomaban bebidas alcohólicas, y Daichi tenía especialmente vigilados a Bokuto y Oikawa, pues eran propensos al desastre y era posible que se emborracharan por accidente. Varias chicas, sobre todos las cuidadosamente seleccionadas, se habían acercado a hablar con Ushijima. Como el muchacho había practicado todas las semanas anteriores con ayuda de sus amigos, al menos ya podía mantener conversaciones cortas y coherentes con mujeres.

 

—Fue buena tu idea —le dijo Oikawa a Kuroo, pasándole una bebida.

 

—Sí, hacerlo que memorizara todos los diálogos del juego de citas fue algo magistral —asintió Kuroo. Daichi a su lado lo miró mal.

 

—¿Pero por qué vino esa? —reclamó Oikawa, señalando a la chica actual que charlaba con Ushijima, prácticamente arrinconándolo.— Te dije que era una cabeza hueca. No podemos juntar dos cabezas huecas.

 

—Lo es… pero mira esa delantera.

 

Oikawa la analizó un momento.

 

—Entiendo, son como dos pelotas de volley —asintió.

 

—Exacto.

 

Mientras la reunión avanzaba y la cosa se iba alocando de a poco, Kuroo se mandaba mensajes con Tsukishima, que ese fin de semana había vuelto a Tokio, a lo de su hermano. En un momento alguien propuso hacer el juego del papel, para pasárselo de boca en boca, y Kuroo aprovechó para anunciar que debía retirarse un rato.

 

—¿A dónde vas, Bro? —le preguntó Bokuto.

 

Kuro hizo una mueca.

 

—A aclarar mis ideas.

 

Se fue del local caminando con las manos en los bolsillos, hundido en sus pensamientos. El aire estaba cálido y agradable, el verano iba acercándose de a poco. Las calles nocturnas estaban llenas de movimientos, luces y actividad, pero él se sentía ajeno a todo eso. Caminó tranquilo pero a paso seguro, luego tomó un bus y por fin llegó al tranquilo barrio que tenía en mente. Cuando llegó frente a un pequeño edificio en particular, sacó el celular y le mandó un mensaje a Tsukishima, pidiéndole que bajara. El rubio primero se negó, pero aceptó en cuanto lo amenazó con ponerse a declamar poesía barroca a los gritos, colgado del poste de luz. A los pocos minutos Tsukishima aparecía por la puerta principal del edificio, con cara ceñuda.

 

—¿Qué diablos haces aquí? —siseó bastante molesto.

 

Kuroo esperó hasta que estuvo suficientemente cerca de él.

 

—Vine a devolverte tu beso —le tomó el rostro con ambas manos, imponiéndole un beso fuerte y devorador.

 

El otro chico forcejeó hacia atrás para soltarse, pero no tuvo éxito, y decidió dejar de resistirse. Cuando Kuroo por fin lo soltó, Tsukishima retrocedió un paso y se pasó un mano por la boca, restregándose los labios. Estaba ruborizado pero su mirada era dura.

 

—Eres un imbécil —murmuró.

 

—Lo soy, en muchos aspectos —asintió Kuroo.— Por eso vine a devolverte tu beso… porque no lo necesito —le guiñó un ojo.— Y porque tú necesitabas aprender un poco de técnica.

 

—Ve y muérete por ahí.

 

—Algún día lo haré —sonrió.— Ahora que sabes lo que es un buen beso, ve y dale uno al pecoso de una maldita vez.

 

—¿No deberías estar preocupándote de tu propio mejor amigo de la infancia?

 

—En eso estoy —volvió a asentir.— Pero me estoy ocupando, no solo preocupando.

 

—Tus métodos para ocuparte son bien raros.

 

—Así, Gafas-kun, despejamos cualquier duda entre nosotros —dijo Kuroo entonces.— Es interesante besarte… pero no lo necesito.

 

—Pues a mí no me parece interesante besarte.

 

—Seguro, seguro —Kuroo largó una carcajada y comenzó a alejarse.— La próxima vez que hablemos espero tener noticias sobre Pecas-kun.

 

Tsukishima le largó algunos insultos al aire, pero Kuroo solo respondió con otra sonora carcajada y se fue caminando a paso ligero, con la vista puesta en el estrellado cielo nocturno.

 

Unos días después, Kuroo se presentó en la universidad de Kenma por la tarde. Se suponía que el chico terminaba sus clases de ese día a las siete, pero no lo veía aparecer por ningún lado. En un momento se lo cruzó a Akaashi, y él le contó que Kenma últimamente se quedaba después de hora en el salón de Arte, ayudando a unos amigos. Hacia allí se dirigió Kuroo. Al llegar frente a la puerta del salón se quedó pasmado al observar la escena ante sus ojos: había un chico apoyado sobre un pedestal y sobre una de sus piernas se sentaba Kenma, con expresión sentimental pero distante, mientras el otro chico lo abrazaba por detrás y casi posaba sus labios en el cuello de Kenma. Kuroo sintió que la sangre se le agolpaba en el cerebro repentinamente.

 

—Eso, Kenma, justo así, sigue mirando el PSP como si no fuera a devolvértelo jamás —dijo entonces una voz de chica, interrumpiendo el hilo de pensamientos violentos que asaltaban a Kuroo.

 

Miyuki, la novia de Yuu, estaba sentada a un par de metros de los chicos, con un cuaderno sobre la falda mientras bocetaba. El chico que abrazaba a Kenma era, de hecho, su propio novio.

 

—Yuu, deja de poner cara de perro apaleado —se quejó la chica.— Se supone que lo anhelas, no que te causa dolor de muelas.

 

—¡Esto es vergonzoso! —se indignó Yuu.

 

—¿Y a quién quieres que le pida que me sirvan de modelos para los bocetos de mi manga yaoi?

 

—¡No lo sé! ¡Pero de seguro no a tu novio y a tu amigo!

 

—Oh, por favor, ni que fuera tan grave —Miyuki agitó una mano para restarle importancia al tema.— Mira lo adorable que es Kenma, no es tan difícil querer abrazarlo.

 

—Sí… y huele mejor que tú.

 

Kuroo decidió que era momento de interceder. Abrió la puerta del salón y entró carraspeando. Todos lo miraron. Bueno, todos salvo Kenma, que seguía con la vista clavada en su PSP.

 

—Kenma —lo llamó Kuroo entonces.

 

El chico enfocó la vista y lo miró. No pareció sorprendido de verlo parado allí.

 

—Ah, hola, Kuro —saludó como si nada.

 

—Ya pasó un mes.

 

—Sí, ya pasó.

 

—Ya es hora de hablar.

 

—Claro, sí —asintió Kenma, pero no daba muestras de querer moverse del lugar; seguía sentado sobre la pierna de Yuu, que por su parte parecía haberse vuelto de piedra.

 

Miyuki los miraba a los tres alternativamente y su lápiz rasgaba su cuaderno de bocetos a la velocidad de la luz.

 

—¿Crees que podamos ir a un lugar más… privado? —sugirió Kuroo.

 

—¡Oh, no, no hace falta! —intervino Miyuki.— Somos los últimos en este salón, yo debía cerrarlo en cuanto termináramos… así que Yuu y yo nos vamos un rato, para que ustedes hablen tranquilos —sonrió.— Hablen y hagan tranquilos…

 

Entonces le guiñó un ojo antes de llevarse a rastras a su novio. En cuanto la puerta se cerró detrás de ellos y los oyeron alejarse por el pasillo, Kuroo se volvió hacia Kenma.

 

—Tengo varias cosas que decirte —anunció con voz grave, y Kenma solo asintió.— Pero primero lo primero.

 

Se acercó al chico en dos rápidas zancadas y le cubrió la boca con la suya, echándole la cabeza hacia atrás. Kenma trastabilló y perdió el equilibrio por lo repentino del encuentro, pero Kuroo lo sostuvo con firmeza. No paró de besarlo e invadir su boca ni cuando Kenma comenzó a quejarse por la falta de aire; en cambio, profundizó el beso y lo abrazó con más fuerza, estrechándolo contra sí mismo hasta que no hubo espacio alguno que los separara, hasta que no se supo dónde empezaba uno y terminaba el otro.

 

—Eso… —jadeó Kuroo cuando por fin sus bocas se separaron.— Eso sí lo necesitaba.

 

Kenma parpadeo, un tanto mareado.

 

—Kuro…

 

—No, ahora es mi turno de hablar —lo soltó por completo y dio un paso atrás, para evitar distraerse con su contacto.— Kenma, creo tienes un concepto algo equivocado, por lo que primero te sacaré de ese error… —lo miró fijo y sonrió.— Pareces creer que eres alguna clase de satélite mío, que giras alrededor mi persona dependiendo de mi gravedad y tu necesidad. Y que si llega otro satélite, otra luna, y colisiona contigo, te puede sacar de órbita y ocupar tu lugar, girando a mi alrededor —sacudió la cabeza.— Pero no eres tú el que orbita en torno a mí, Kenma, si no al revés. Soy yo el que gira a tu alrededor, el que insistió desde pequeños para que nos volviéramos amigos, para pasaras tiempo conmigo, para que me prestaras la misma atención que a los videojuegos —rió un poco al recordar sus continuos fracasos en ese aspecto.— En esa época tú hubieses pasado de mí sin más, pero yo no quería pasar de ti, y sigo sin querer hacerlo.

 

La mayor parte de la universidad estaba vacía ya, quedaban pocos rezagados en el patio, algunos por irse, otros por entrar a los cursos nocturnos. Por el amplio ventanal del salón no llegaba mucho ruido de conversaciones, era una tarde mas bien tranquila y cálida, mientras los últimos rayos de sol se iban perdiendo en el horizonte.

 

—Entonces… —Kenma removió sus pies.— ¿Lo pensaste bien?

 

—Sí, y aún te debo una disculpa.

 

—No, no, está bien, si fue…

 

—No solo por la última vez —continuó diciendo Kuroo.— Si no por todas las otras veces que sin saberlo te hice sentir inseguro —sonrió.— Siempre digo que soy quien mejor te conoce, y sin embargo se me pasaron esos detalles de tus temores… lo siento.

 

Se miraron en silencio unos momentos. Kuroo tenía los pulgares metidos en los bolsillos, y Kenma estaba muy quieto, con las mejillas sonrosadas y expresión ansiosa.

 

—Entonces… —musitó en voz bajita.

 

—¿Entonces…? —sonrió Kuroo.

 

Kenma ladeó la cabeza, apartando la vista.

 

—¿Me vuelves a besar tú o te voy a besar yo? —preguntó volviendo a remover los pies.— Pasó todo un mes…

 

Kuroo quedó boquiabierto.

 

—¿Quién eres tú y qué hiciste con Kenma? —replicó con genuino asombro, pero sonriendo. El chico lo miró haciendo una mueca, sin moverse del sitio. Kuroo aprovechó y se apoyó contra una de las mesas, relajando la postura.— Puedes venir cuando quieras, ya sabes, soy tooodo para ti.

 

Kenma titubeó un segundo y se apresuró a correr hacia él, ubicándose entre sus piernas y rodeándole la cintura con los brazos, mientras enterraba la cabeza en su pecho. Kuroo apoyó el mentón sobre su coronilla y por fin se sintió aliviado de nuevo, como si todas las piezas que lo conformaban estuviesen juntas de nuevo. Entonces bajó un poco el rostro y lo posó sobre el cuello de Kenma.

 

—Es cierto que hueles bien —musitó contra su piel.— Lo extrañaba…

 

Su boca volvió a buscar los labios de Kenma, esta vez con menos hambre y más dulzura, hasta que lo sintió derretirse en sus brazos y aquello lo encendió. Sin embargo, una luz momentánea y repentina los puso en alerta y se apartaron un poco. Se escuchaban murmullos furiosos provenientes del pasillo.

 

—Ups, me olvidé de quitar el flash.

 

—Eres una idiota, ¿vuelves para sacar fotos a escondidas?

 

—Cállate, Yuu, tengo que documentar el momento.

 

—¿Qué momento? ¡Debes dejarlos solos!

 

—Sí, ya sé, pero mi abuela me enseñó que momentos así deben quedar para la posteridad…

 

—Ya veo de dónde heredaste la locura.

 

—¡Hey, es tradicion! Ella se crió en Miyagi antes de mudarse a Tokio, y pertenecía a un grupo que…

 

Las voces de la parejita se fueron perdiendo, seguramente porque esta vez fue Yuu quien arrastró lejos a Miyuki.

 

Kuroo y Kenma se miraron y se echaron a reír, todavía abrazados.

 

 

Notas finales:

Lo siento por la demora! Pensba terminarlo y subirlo durante el transcurso del sábado, pero tuve un imprevisto (vida social lol) jajaja y actualizo a esta ridícula hora porque mañana sigo con vida social, así que... en fin, ahí tienen xD espero les haya gustado y ya nadie quiera matarme JAJAJA


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