Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El club de los 5 por Ushicornio

[Reviews - 390]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Algo de IwaOi en verano 1313

CAPÍTULO 23


 


Una cálida mañana de verano en Miyagi, Tooru se levantó con la energía de cinco soles, e igual de radiante. Tomó una ducha rápida, y mientras se lavaba la cabeza entonaba alegremente uno de los antiguos hits de ABBA:


Gimme, gimme, gimme a man after midnight —movía el torso al ritmo de la canción.— Won't somebody help me chase the shadows awaaaay…


Una vez vestido, bajó la escalera saltando de a dos escalones por vez y desayunó con su familia antes de salir a toda velocidad hacia la casa vecina. La madre de Iwaizumi lo hizo pasar con una sonrisa.


—Hajime-kun aún duerme, ve a despertarlo si quieres —le dijo.— ¿Tomarás desayuno con nosotros?


—¡Gracias, tía, pero ya comí en casa! —repuso Tooru mientras se escurría hacia el piso inferior.


—No importa, puedes repetir —replicó la mujer, yéndose hacia la cocina.— Eres deportista, debes alimentarte bien.


Una vez frente a la habitación de Iwaizumi, Tooru inspiró con fuerza y abrió la puerta de par en par al grito de:


—¡IWA-CHAAAAAN!


Un almohadón se estrelló violentamente contra su cara.


—Cállate o muérete, lo que te quede más cómodo —espetó una voz gruñona y adormilada.


El cuarto estaba en penumbras, pues la cortina americana estaba completamente cerrada sobre la ventana, impidiendo la entrada de los intensos rayos del sol veraniego. Tooru entró con una amplia sonrisa.


—I-wa-chan —fue diciendo en sílabas.— Es hora de… ¡Ah, no, tú de nuevo! —empezó a agitar los brazos.— ¡Shuuu, shuuu!


Por toda respuesta obtuvo un ladrido feliz y una alegre colita meneándose. Sobre el pecho de Iwaizumi estaba acomodado un cachorro de pelaje cobrizo y chispeantes ojitos oscuros.


—¡Sal de ahí ahora mismo, esos pectorales tienen dueño y no eres tú! —increpó Tooru al pequeño can, que siguió en su puesto, sin moverse siquiera, pero meneó la cola con más ganas.— Maldito perro del infierno, deberías llamarte Cerbero.


—Deja en paz a Wasabi, Basurakawa… —masculló Iwaizumi, soñoliento, y se giró en las sábanas arrastrando al cachorrito entre sus brazos.


Tooru resopló entre dientes, indignado. Desde que había vuelto a Miyagi para las vacaciones, aquel maldito proyecto de perro a medio terminar se interponía entre él e Iwa-chan. Hajime se lo había encontrado hacía unas semanas en la calle, después de su turno nocturno en el trabajo, y por alguna razón que no le explicó muy bien a Tooru, se había encariñado con el mugroso animalito y lo había adoptado. El perrito era tierno y adorable a ojos de Oikawa, y no hubiese tenido mayor problema con él, si no fuese porque se pegaba a Iwaizumi como si fuera su jodida madre perruna.


Habían pasado cuatro días desde que Tooru llegara a la prefectura, y aunque había disfrutado de algunos momentos íntimos con Hajime, estos no habían pasado a nada importante porque el endemoniado cachorro se ponía a llorar en la puerta de la habitación si no lo dejaban entrar; y si estaba dentro, se la pasaba lanzándose sobre Iwaizumi y pidiéndole cariño, interrumpiéndolos. Por otra parte, no contaban con el cuarto de Oikawa porque toda su familia se hallaba reunida en su casa, debido a las vacaciones. Así pues, Tooru comenzaba a tener un deja vù de su frustración sexual en las vacaciones de verano anteriores, y en este caso los planes de seducción con cuero y látigos no servirían de mucho, porque el problema no era la actitud de Iwa-chan, si no la de su mascota. Aunque bien podría usar el látigo para amarrar al maldito cachorro en el patio por unas horas…


Aún con una mueca indignada, Tooru abrió de par en par la cortina para que entrara de lleno la luz del sol por la ventana. Iwaizumi se quejó y se tapó con las sábanas, pero Oikawa se lanzó encima suyo, forcejeando para destaparlo.


—Muévete, Culogordokawa —mascullaba Iwaizumi debajo de las mantas.— ¿Qué rayos comes en Tokio? Pesas una tonelada más que la última vez.


—Es tu culpa, porque no me ayudas a quemar calorías —replicó Tooru, logrando quitarle las sábanas de la cabeza; entonces se inclinó para mordisquearle el cuello.


—¿Qué rayos haces? —murmuró Iwaizumi, aunque había cerrado los ojos una vez más, con expresión placentera.


—La rutina de ejercicios mañaneros para bajar de peso —sonrió Tooru contra su piel, y se rió al sentir que una mano de Iwaizumi le daba una fuerte palmada en el trasero, para luego sostenérselo como si lo sopesara.


Tooru fue depositándole besos alrededor de la mandíbula hasta llegar a su boca, entonces Iwaizumi le atrapó los labios entre sus dientes, mordisqueando antes de besarlo con ganas. Todo iba bien hasta que Oikawa sintió algo mojado en la mejilla izquierda, al igual que Iwaizumi, y detuvieron el beso abruptamente. El perrito se había ubicado al lado de ellos, lamiéndoles la cara a uno y a otro por intervalos.


—¡El desayuno está listo! —anunció la voz de la mamá de Hajime desde el piso inferior.


Iwaizumi pegó un salto al instante, haciendo que Tooru cayera de bruces al suelo con sábanas y cachorro incluido.


—Habías dejado la puerta abierta, idiota —murmuró Hajime con gravedad, mientras salía del cuarto dando grandes zancadas para ducharse antes de bajar a comer.


Tooru gimió por lo bajo, y Wasabi se acercó a lamerle la mano.


—No nos interrumpas más —le dijo al perro, mirándolo ceñudo; el animal meneó la cola.— Lo digo en serio. Si quisiera un trío, no serías parte de ello —lo apunto con un dedo acusador.— No me interesa la zoofilia, solo la Iwafilia.


El perrito lo ignoró, ladró juguetonamente y salió corriendo detrás de las huellas de Hajime, para ponerse a lloriquear ante la puerta cerrada del baño.


Después de que Tooru repitiera el desayuno junto con la familia Iwaizumi, los dos muchachos salieron a recorrer Miyagi montados en la más reciente adquisición de Iwa-chan: una destartalada moto que él y sus compañeros de universidad habían rearmado con partes viejas y recicladas, durante las clases de mecánica. Cada día de las vacaciones, Iwaizumi sacaba la bendita moto para probarla e ir ajustándole diferentes cosas, y Tooru lo acompañaba porque era metiche simplemente.


Ese día el caño de escape hacía mucho ruido y los dos se veían francamente ridículos encima de la moto, con Wasabi asomando por la chaqueta de Iwaizumi y sacando la lengua al viento; pero fue un recorrido entretenido, aunque por momentos Iwa-chan tenía que bajar tanto la velocidad que las mariposas los sobrepasaban volando.


—Muy bien, ¿de qué será la competencia de hoy? —preguntó Oikawa cuando se detuvieron al costado de la carretera, a la sombra de unos árboles, para que Iwazumi enfriara el radiador de la moto.


—Seguirás perdiendo, déjalo estar —replicó Hajime, concentrado.


—Hemos empatado todos los días —le recordó Tooru.


—Pero eso significa que sigues sin poder ganar lo que quieres —Iwaizumi lo miró un momento con una mueca socarrona, y volvió a bajar la vista para enfocarse en su tarea.


Tooru dejó escapar un bufido y se cruzó de brazos, apoyado en la valla que delimitaba el campo colindante. El cielo estaba despejado y el calor no era tan abrasador como en Tokio, pero aún así se sentía intenso. Wasabi, ajeno al calor, correteaba torpemente entre las piernas de Iwaizumi, tratando de cazar un insecto.


Después de su llegada a Miyagi y luego de su primer intento fallido (interrumpido) de intimidad, Tooru le había propuesto a Hajime que quería tomar el papel dominante aunque sea por una vez. Iwaizumi se había echado a reír, pensando que bromeaba, pero cuando por fin entendió que hablaba en serio, se negó rotundamente. Lo mucho que pudo negociar Tooru fue que cedería solo si le ganaba en algo, lo que fuera. Así se habían pasado los últimos cuatro días entre babas de perro, destartalados viajes en moto por Miyagi, y competencias absurdas sobre cualquier cosa, incluyendo carreras de caracoles. Hasta la fecha, no hacían más que empatar.


—Eres injusto, Iwa-chan —se quejó Tooru mientras sacaba un par de botellas de bebida de su mochila, y le lanzaba una a su compañero.— Yo no te puse condiciones para ceder mi pureza.


—¿Condiciones? —repitió Iwaizumi, atrapando la botella en el aire.— Me entregaste tu impureza en bandeja de plata, Idiotakawa —le dio un buen trago a la bebida.— Directamente me rogabas —se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.— Solo te faltó publicar en el diario local tu desesperación.


—No era desesperación —denegó Tooru con gesto digno.— Era una urgencia romántica.


—Ajá, claro —Hajime puso los ojos en blanco y continuó ajustándole cosas a su moto.— Pues yo no tengo esa urgencia.


—Vaaaaamos, por favooorrr —lloriqueó Tooru.— Te prometo que lo disfrutarás…


—No —sacudió la cabeza.— Elige la competencia de hoy, gana, y después hablamos del tema.


Oikawa volvió a resoplar y se dio la vuelta, dándole la espalda a Iwaizumi y apoyando los codos en el cerco de madera. Así como no podía ganarle en nada a Ushijima, tampoco podía parar de empatar con Iwa-chan. Parecía algo casi codificado genéticamente, como si tuviese un cromosoma específicamente encargado de impedir que le ganara a esos dos tipos. Se quedó pensativo, contemplando el pastizal del campo cuyo verdor comenzaba a amarillear por el intenso sol del verano, y a lo lejos divisó un grupo de vacas pastando. Su parsimonioso mugir le encendió la lamparita a Oikawa.


—Ya sé cómo competiremos esta vez —anunció de golpe, sonriendo ampliamente.


—¿Cómo?


—Demando un juicio por combate.


Iwaizumi alzó la cabeza.


—¿Cómo?


—Pues que tú y yo no competiremos directamente esta vez —comenzó a explicarle Tooru.— Cada uno elegirá a su campeón… luchador, contendiente, como quieras llamarlo, y ellos se enfrentarán en nuestro nombre; será casi como apostar —ladeó la cabeza.— ¿Qué te parece?


—No suena mal —asintió.— ¿Y en qué competirán?


La sonrisa de Tooru se acentuó.


En lo que sea.


En ese momento Wasabi dio un salto y logró capturar la mariposa, aunque cayó todo despatarrado al suelo.


Al día siguiente, luego del almuerzo, Oikawa e Iwaizumi se encontraron en el centro comercial, ambos acompañados por su “luchador”.


—Maldita sea —masculló Hajime, y junto a él Mattsun dejó escapar una risita.


Tooru lo esperaba con ambas manos en la cadera y Ushijima a su lado, plantado como un estoico guerrero.


—¡Yo te elijo, Ushimon! —exclamó Oikawa, apuntando con un dedo hacia adelante.


En un costado, Tendou se partía de risa, Semi observaba la escena sin inmutarse, y Shirabu fruncía el ceño al ver a su sempai saltando ante la orden de Tooru.


Como era de esperarse, Mattsun no tuvo oportunidad ante Ushijima, perdiendo en todos y cada uno de los enfrentamientos: carreras en los videojuegos, partir sandías con los ojos vendados, competencia de comida, tiro al blanco, y lo definitivo, karaoke. Cuando Ushijima terminó la última estrofa de “Nessun dorma”, interpretándola como la versión de Pavarotti, Iwaizumi y Matsukawa debieron admitir su feroz derrota.


—¡Vincero… Vinceroooooooooooo… ! —concluyó Wakatoshi con su potente voz, ante el aplauso cerrado de los demás, salvo Iwaizumi, que se sujetaba la cabeza.


—¿Sabes lo que significa “Nessun dorma”, Iwa-chan? —le susurró Tooru al oído, mientras los otros vitoreaban a Ushijima.— “Nadie duerma”… y eso es exactamente lo que voy hacer —sonrió con malicia.— No te dejaré dormir.


Para suerte de Iwaizumi, esa noche tenía turno de trabajo, así que su encuentro quedaría postergado para el próximo día.


Así pues, la tarde siguiente Iwaizumi iba caminando hacia la plaza del barrio, llevando a Wasabi con su correa. El perrito iba paseando feliz, enredándose en los pies de Hajime siempre que podía, y exigiéndole cariños cada media cuadra. Lo había encontrado cinco semanas atrás en el callejón trasero de su trabajo, botado entre las bolsas de basura. En ese momento era muy pequeñito y estaba famélico, pero en cuanto vio a Iwaizumi saltó de la bolsa de basura donde estaba tirado, y se dejó caer a los pies del chico; lloriqueaba de hambre y tenía una patita trasera lastimada. Hajime no pudo dejarlo ahí en ese estado. Solo pensaba cuidarlo unos días, mientras buscaba alguien más que lo acogiera, pero el animalito se volvió inmensamente dependiente de él. Si Iwaizumi lo dejaba con alguien y se marchaba, lloraba agudamente hasta que el muchacho regresaba, y solo entonces se calmaba. Era un poco estúpido, revoltoso, cariñoso y muy demandante.


—Parece un Setter —le comentó uno de sus compañeros de universidad, un día que se dejó caer por su casa para ayudarlo con la moto.


—¿Un setter? —repitió Hajime, pensando en el deporte automáticamente.— ¿Un armador de volley?


—No, idiota —rió su compañero.— Una raza de perros, Setter. Mi tío tiene una pareja de ellos y…


Iwaizumi miró a Wasabi (bautizado así porque le gustaba robarse el condimento en cuestión de la cocina), que mordisqueaba feliz una de las herramientas tiradas en el suelo.


Setter. Demandante. Estúpido. Llorón. Dependiente de su cariño. Incluso lo había encontrado en la basura… Como si no le fuera suficiente con la versión humana de Oikawa, ahora tenía el modelo canino pegado a sus pies.


Esa tarde Iwaizumi llevaba a Wasabi para dejarlo en manos de un cuidador durante el fin de semana. Su familia no estaría en casa, y lo único que se interponía entre él y Oikawa (según este último) era el cachorro, que se la pasaría berreando si lo dejaban fuera de la habitación y despertaría a medio vecindario antes de que ninguno de los dos alcanzara a bajarse los pantalones. Por eso Tooru propuso que lo cuidara alguien más por una noche.


—Le hará la vida imposible a cualquiera —objetó Iwaizumi.


—Conozco a la persona ideal para el encargo —aseguró Oikawa con gesto confiado.


Iwaizumi llegó a la plaza, donde ya lo esperaba Oikawa.


—¿Es en serio? —inquirió Hajime al acercarse a él.— ¿Ushijima? —el muchacho también estaba allí.— ¿Qué es, tu amigo multiuso?


—Algo así —asintió Tooru.— Es un As… un as bajo la manga.


Wasabi no se mostró muy amistoso en un principio con Ushijima; cuando el chico se acuclilló y estiró una mano en su dirección, el cachorro se escondió entre las piernas de Iwaizumi.


—Debiste venir a Shiratorizawa —le dijo el muchacho al animal, que gruñó y le mostró los dientes.


Tooru le dio una fuerte palmada en la coronilla a Ushijima.


—¿Qué demonios le dices, idiota? ¿Ahora quieres reclutar un perro? —le espetó.— ¡Te dije que fueses UshiPrincesa de Disney, no el acosador imbécil de siempre!


—Lo siento —se disculpó.


Iwaizumi hizo una mueca; hasta Ushijima había notado inconscientemente la semejanza entre el perro y Oikawa.


Les llevó un rato que Wasabi se acostumbrara, pero ante la sorpresa de Hajime, el cachorro finalmente se fue con Ushijima sin ponerse a lloriquear, aunque le mordía los tobillos de a ratos mientras se alejaban calle abajo.


—Ahora que el hijo no deseado está fuera por una noche —dijo Oikawa entonces—, mami y papi pueden divertirse.


Iwaizumi le dirigió una mirada torva pero no dijo nada, simplemente se giró y emprendió el regreso a casa. Tooru iba a su lado casi dando brinquitos. Media hora después estaban ambos en la habitación de Hajime, sentados uno frente al otro mirándose fijamente.


—¿Y bien? —preguntó Iwaizumi.


Tooru estaba sentado muy rígido y no se movía para nada, titubeando.


—¡Deja de mirarme así, Iwa-chan!


—¿Así cómo?


—Como si fueses a golpearme si me acerco a hacerte algo…


—Siempre te miro así.


—… Es verdad.


Oikawa continuó quieto en el mismo lugar, mordiéndose los labios.


—Podemos seguir como hasta ahora, si lo prefieres —sugirió Iwaizumi con una sonrisa torcida.


—¡No! —exclamó Tooru.— Es solo que… —se pasó las manos por la cabeza, despeinándose ansiosamente.— Si no me contengo creo que te destrozaré —se llevó las manos a la cara, con gesto asustado. Sus ganas de Iwa-chan eran tantas, que tenía miedo de echarlo todo a perder por ser un estúpido ansioso.


Iwaizumi lo observó debatirse consigo mismo durante un rato, con la barbilla apoyada sobre una mano, hasta que se cansó de esperar. Se incorporó frente a Tooru, que seguía sentado en el suelo sobre su cojín, y le puso un pie sobre el pecho para empujarlo hacia atrás con fuerza.


—¿Iwa-chan? —murmuró Tooru, de espaldas en el piso, mientras el otro muchacho se sentaba sobre su estómago.


—Cállate —replicó Hajime de mal modo, quitándose la sudadera por encima de la cabeza y lanzándola a un costado.— Y no se te ocurra ponerte a cantar o te golpearé.


Tooru largó una risita y se incorporó lo suficiente para alcanzar a lamer el cuello de Iwaizumi, mientras se quitaba su propia sudadera. Entonces lo abrazó y se dejó caer de espaldas al suelo de nuevo, arrastrándolo consigo mientras se besaban. Sus bocas se enfrentaban en una lucha de besos húmedos y mordisqueos hambrientos, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro con ardor desenfrenado; delimitando contornos, explorando profundidades. El pulso acelerado y la respiración agitada se mezclaban con el calor insoportable a su alrededor, mientras sus cuerpos sudorosos se pegaban como si quisieran impedir que los separara el más mínimo espacio, unidos en cada ángulo, en cada volumen, cóncavo y convexo.


Tooru había sacado el miembro de Iwaizumi fuera de la ropa interior, para frotarlo contra el suyo propio, ambos duros, calientes y húmedos. Después de un rato sus dedos estaban mojados y pegajosos.


—Oye… —jadeó Tooru cuando de repente sintió que los dedos de Iwaizumi se filtraban dentro de su pantalón desabrochado, deslizándose por sus trasero hacia el centro.


—Ah, lo siento —murmuró Hajime retirando la mano.— La costumbre…


Tooru sonrió con expresión sofocada.


—No me quejo, pero… —le tomó un pezón entre los dientes mientras su propia mano se deslizaba dentro del pantalón de Iwaizumi.— Es tu turno de acostumbrarte.


Hajime contuvo la respiración cuando Tooru le introdujo un dedo humedecido y comenzó a juguetear con su interior. Oikawa lo besaba y le lamía los labios mientras le insertaba un segundo y un tercer dedo, al tiempo que Iwaizumi contraía el gesto y le clavaba las uñas en los hombros.


—Ah… h-hey… —masculló Hajime cuando Oikawa lo arrastró hasta la cama que estaba junto a ellos, tendiéndolo allí, boca abajo.— ¡Hey!


No obstante, Tooru no le prestaba atención a sus reclamos y dejó caer su cuerpo sobre la espalda de Iwaizumi, mientras se abría paso en su interior con un solo movimiento. Hajime gruñó y se quejó por lo bajo, tensando todos los músculos, preparándose para soportar lo que fuera. Sin embargo, la resistencia de su cuerpo no tardó en ceder ante la cadencia de las embestidas que habían encontrado el punto justo dentro suyo; a los pocos minutos se llevó un puño a la boca para que Tooru no escuchara los sonidos de placer que pugnaban por brotar de su garganta.


—No te contengas, quiero escucharte… —murmuró Tooru con voz ronca, inclinado sobre su oído y apartando la mano con que el chico se tapaba la boca.


—Cállate… ¡A-ah!…


Oikawa hizo girar a Iwaizumi, para quedar cara a cara y observar sus expresiones de placer, mientras le masajeaba la erección al tiempo que continuaba meciéndose entre sus piernas, con un ritmo cada vez más y más frenético. Finalmente ambos alcanzaron el clímax en una última oleada de goce que los estremeció de punta a punta.


Tooru se sentía realizada y pleno, y se quedó tendido junto a Hajime un buen rato, ambos en silencio, mientras sus respiraciones se normalizaban. En cuanto recuperaron el aliento, Iwaizumi le dio un puñetazo en la coronilla.


—¡Auch! —se quejó Oikawa, frotándose la cabeza.— ¡No seas malo, Iwa-chan!


—Yo soy malo, pero tú eres un idiota —gruñó el otro chico.— ¡Ni siquiera usaste un maldito condón!


Tooru abrió mucho la boca.


—¡Sabía que me olvidaba de algo! —exclamó haciendo un gesto en el aire con el puño cerrado.— Pero no te preocupes, Iwa-chan, me haré responsable de las consecuencias… —le acarició el vientre con ternura, y se ganó otro coscorrón.


Iwaizumi lo apartó y se puso de pie para marcharse hacia al baño, pero al incorporarse sintió que algo se deslizaba entre sus piernas y se volteó a mirar muy mal a Oikawa.


—Iwa-chan, en serio, yo… —levanto las manos, mostrándole las palmas en señal de paz.


Sin embargo, Hajime no respondió nada y se limitó a arrastrarlo sin miramientos en dirección al baño.


—Iwa-chan…


—Ahora es mi turno —hizo correr el agua de la ducha.


—¿Tu turno? —repitió Tooru, mientras Iwaizumi lo empujaba debajo del chorro de agua y lo estampaba contra la pared, para tomarle el trasero con ambas manos.


—Al menos tu culo gordo sirve para sujetarlo bien —murmuró, chupándole el cuello con fuerza para dejarle un marca. Tooru se quejó un poco pero no se apartó.— Ahora si quieres podrás cantar o gritar todo el repertorio de Donna Summer o quien se te ocurra…


—¿Ah, sí? ¿Y mientras yo canto tú que harás? —sonrió; el agua se escurría por los cuerpos desnudos de ambos, el vapor ascendía a su alrededor.


—Terminaré dentro tuyo todo el resto de la noche que nos queda —gruñó mientras lo penetraba desde atrás sin aviso.


Ya estaba avanzada la madrugada cuando ambos, agotados, se dejaron caer en el futón de invitados que descansaba en el suelo, pues la cama era un desastre y no tenían energías para arreglarla. Iwaizumi cerró los ojos al instante, mientras Tooru se acurrucaba contra su hombro, tarareando una canción de Donna Summer:


I need some hot stuff, baby tonight… I want some hot stuff, baby this evenin' —Hajime masculló algo por lo bajo, pero el siguió canturreando.— Gotta have some hot stuff, gotta have some love toniiight…


Si no eran los lloriqueos del cachorro, eran las canciones pasadas de moda de Oikawa. Iwaizumi no supo decidir cuál de los dos era más insoportable.


Pero sí tenía claro que era mucho más insoportable no escuchar a Oikawa día a día. Aunque jamás lo admitiría en voz alta, por supuesto.


 

Notas finales:

Lo siento por la demoraaaaaa D: fue otra semana de trámites y mucho frío >.< se me congelan las dedos y las ideas al escribir :c por eso lo siento si no es un gran cap xD espero que al menos cumpla con la cuota :B por otro lado tengo el que sigue casi listo, que será DaiSuga, asi que espero subirlo prontito, más tarde, de hecho, cuando termine con la sociabilización familiar XDD

Saludos a todos y gracias por seguir leyendo, si han llegado hasta acá! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).