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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

Bokuto está deprimido (?), y hay nuevas adiquisiciones en el equipo. Para desgracia de algunos...

CAPÍTULO 3

 

Casi otra semana más tarde, las actividades deportivas de la universidad ya habían dado comienzo, y el trío de ridículos (léase: Oikawa, Kuroo y Bokuto), estaban más emocionados que críos en el día de su cumpleaños. Solían encontrarse cada día al término de clases para ir juntos al club, pues Oikawa asistía a la facultad de Salud, y los otros dos a la de Ciencia y Tecnología.

 

—… y le dije que la próxima vez iríamos —iba diciendo Kuroo mientras caminaban por el patio del edificio una tarde de aquellas.

 

Bokuto asintió distraídamente.

 

—Claro. Sí, yo quiero dos de carne —replicó con aire ausente.

 

—Me gustaría complacerte, bro, pero sólo tengo “uno de carne” —lo miró moviendo las cejas sugestivamente, pero Bokuto no reaccionó ni comentó nada estúpido.— Hey, la Tierra llamando al As más idiota de Tokio —no hubo respuesta. Chasqueó los dedos frente a la cara de su amigo.— ¿Hola? ¡Mira, yakinikus gratis! —se inventó señalando a cualquier parte.

 

Nada. Cabreado, le puso el pie por delante para hacerle una zancadilla. En sus momentos lúcidos, los reflejos de Bokuto eran suficiente para esquivar una tontería infantil como una zancadilla, pero ahora simplemente tropezó y hubiese caído si Kuroo no lo sujetaba por el brazo.

 

—¿Se puede saber qué demonios te pasa? —lo increpó, frustrado ante el humor raro de su amigo durante los últimos días.— ¿Ya se te terminó de esponjar el cerebro o qué?

 

Bokuto se encogió de hombros.

 

—Nah, yo… solo pensaba.

 

Kuroo lo observó en silencio unos segundos.

 

—Tú. Pensando. Ajá —asintió.— Pues si tu “yo pensante” es este ser autómata… por favor, vuelve a ser el cabeza hueca sin pensamientos de siempre —lo tomó por los hombros y empezó a sacudirlo.— ¡Vuelve en ti, bro! ¡VUELVE EN TIII!

 

—¿Qué sucede? —preguntó Oikawa, llegando junto a ellos mientras la gente en el patio los observaba con recelo; algunos reían.

 

—Bokuto está “pensando”.

 

—Oh, así que es posible, no se trata solo de un mito —replicó Oikawa con tono de genuina sorpresa.

 

—Ya basta, ustedes dos, seres malignos y perversos —masculló Bokuto guardando las manos en los bolsillos con gesto enfurruñado; luego se quedó callado, contemplando un punto lejano.

 

Los otros dos muchachos compartieron una mirada cómplice. La verdad es que Bokuto había quedado con el cerebro marcando ocupado desde aquella noche del fin de semana anterior; esa en la que Kuroo le sonsacó a Oikawa la verdad sobre su estado de “estupidez hormonal”, entiéndase, que andaba enamorado y de quién. Tooru aún se sorprendía de lo fácil que le había resultado contarles sobre ello a esos dos desquiciados que tenía por vecinos, y estaba agradecido porque lo siguieron tratando como siempre.

 

No obstante, ambos habían notado algo extraño en Bokuto, pero no pudieron precisar qué. Esa sensación de extrañeza incrementó cuando comenzaron las prácticas de volley. Físicamente, Bokuto estaba tan a pleno como siempre, y a Oikawa no le costó adaptarse a su ritmo para darle pases. Sin embargo, el ex capitán de Fukurodani se veía bastante fuera de foco en lo que a ánimo y concentración mental refería, sobre todo fuera de las prácticas.

 

Al principio Kuroo lo molestaba y se metía con él como de costumbre, pero ante la apatía creciente de Bokuto, no sabía cómo reaccionar.

 

—Para apático inexpresivo ya lo tengo a Kenma, te recuerdo, y su puesto es irreemplazable, así que cambia el gesto de un maldita vez —dijo Kuroo dándole un manotazo en la espalda.

 

En respuesta Bokuto solo exhaló un largo suspiro.

 

—Es tan difícil… —murmuró por lo bajo. Suspiró una vez más.

 

—Deberíamos llevarlo a un hospital, quizá necesite turno con un neurólogo —opinó Oikawa, pensativo.— Por otro lado, su falta de neuronas le dificultaría el trabajo al médico.

 

Kuroo estaba por agregar algo hiriente, pero reparó en alguien y sonrió agitando la mano.

 

—¡Sawamura, no te escondas! —hizo señas.— ¡Ven, vamos juntos a la práctica!

 

El primer día de práctica de volley los tres se asombraron mucho al ver presente a Sawamura Daichi en el gimnasio. No tenían idea que también había aplicado al ingreso de esa universidad, y lo más increíble es que en toda la semana anterior no se lo habían cruzado una sola vez, a pesar de que asistía a la misma facultad que Kuroo y Bokuto. Oikawa sospechaba que el ex capitán de Karasuno se había cuidado precisamente de no cruzarse con ellos dos en particular, al menos mientras pudiera evitarlo.

 

Sawamura trató de ignorar el llamado de Kuroo para continuar su camino en paz, pero el chico fue y lo arrastró hacia ellos de todas formas.

 

—Vamos, vamos, hay que generar unión entre el nuevo equipo —sonrió Kuroo, con un brazo sobre los hombros de un incómodo Daichi y el otro alrededor de un Bokuto con las ideas en Júpiter.

 

Oikawa se unió a los tres, poniéndose al otro lado de Bokuto, y así comenzaron a caminar en dirección al gimnasio, entonando las primeras estrofas de “We are the champions” (en verdad Daichi no cantaba, solo trataba de permanecer estoico, y Bokuto cantaba con el ánimo de una cigarra aplastada). Los demás estudiantes los miraban con una mezcla de asombro, vergüenza ajena y risitas disimuladas, sobre todo el público femenino.

 

Al llegar al gimnasio Bokuto recuperó un poco el humor habitual de él, el volley parecía ser lo único que lo animaba durante un rato. Iban saliendo de los vestidores cuando vieron que había un pequeño revuelo de gente en la entrada el gimnasio. Varios miembros antiguos del equipo se arremolinaban en torno a alguien y hablaban con entusiasmo. Los cuatro se acercaron para ver de qué se trataba.

 

—¿Algún transferido extranjero, quizá? —aventuró Kuroo.

 

—Si ya entra robando fama debe ser bueno, al menos —comentó Oikawa, un tanto contrariado.

 

La verdad es que aquella primera semana de práctica sus sempais no habían sido demasiado amables ante la habilidad que traían los nuevos. Era de esperarse, se trataba de algo así como la prueba de fuego para ganarse la titularidad, o al menos el respeto de los sempais. Y este recién transferido entraba con el favor de los mayores ya ganado.

 

—Esperemos que… —siguió diciendo Oikawa, pero se detuvo de golpe, empalideciendo como un fantasma.— ¡NO!

 

Sus tres compañeros se sobresaltaron al escuchar su grito indignado, y lo miraron desconcertados.

 

—No, no, no. ¡NO! —repetía Oikawa una y otra vez, señalando al nuevo.— ¡TÚ! ¡NO ES CIERTO!

 

Kuroo y Bokuto no entendían lo que sucedía, pero Daichi sabía de la rivalidad previa entre Oikawa y Ushijima Wakatoshi. El recién llegado permaneció con su expresión insoldable de siempre, dio un paso hacia adelante para abrirse camino entre sus sempais y solo levantó una mano a modo de saludo.

 

La vena en la sien de Oikawa parecía a punto de explotar.

 

—Kuroo —masculló entre dientes.

 

—Dime.

 

—¡Que parezca un accidenteeee! —y se lanzó hacia adelante para perpetrar un homicido público, pero Daichi lo retuvo trabándole los brazos por la espalda.

 

—¡Calmado, Oikawa, por favor!

 

Hubo una pequeña conmoción pero Kuroo y Daichi se las arreglaron para calmar las aguas. Mientras el primero tranquilizaba a Oikawa por lo bajo, el segundo convencía a los sempais de que solo se trataba del “reencuentro agresivo” entre dos viejos amigos.

 

—¿Amigos? —repitió Ushijima, con curiosidad sin malicia. Oikawa gruñó.

 

A pesar del pequeño revuelo, la práctica dio comienzo y todos dejaron el episodio de lado por el momento. Resultaba ser que Ushijima no había estado presente las primeras semanas de clases porque había estado fuera del país para atender un encuentro internacional de la selección de volley sub-19.

 

Para mayor desgracia de Oikawa, los sempais aseguraban que Ushijima quedaría entre los titulares tras unas pocas pruebas, pero de momento lo mandaron a practicar con los nuevos y los no titulares.

 

—¡No te muevas de mi lado! —le ordenó Oikawa a Bokuto, mientras le clavaba una mirada asesina a Ushijima.— ¡Tú estarás en mi equipo de práctica, Bokuto! ¡No le daré pases a otro As que no seas tú! ¡Serás mi único As de ahora en más!

 

Kuroo y Daichi esperaban un despliegue de orgullo imbécil por parte de Bokuto, pero éste en cambio puso cara de horror y cayó de rodillas al suelo, sollozando.

 

—¡NO PUEDOOOO! ¡LO SIENTO, OIWAKAAAA!

 

—¡OIKAWA!

 

—¿Oiwaka? ¿Como Ushiwaka? —intervino Ushijima con sano interés. Parecía pensar que ese estúpido apodo era algún código amistoso.

 

Oikawa lo ignoró olímpicamente mientras trataba de poner en pie a Bokuto, que no paraba de lloriquear cosas sobre fidelidad y traición.

 

Horas más tarde, Oikawa se despedía de Kuroo y Bokuto en la entrada a sus apartamentos contiguos, cerrando la puerta del suyo con fuerza rabiosa.

 

—¿Ahora me contarás qué demonios te sucede? —le preguntó Kuroo a Bokuto, quien no había parado de llorar durante toda la práctica cada vez que recibía un pase para rematar.

 

Kuroo creía saber por dónde veía la cosa, pero quería escucharlo de boca de su amigo. Así pues, para soltarle la lengua preparó para la cena un platillo abundante en carne. Un Bokuto feliz era un Bokuto con la lengua suelta. Y un Bokuto feliz significaba carne. Y Akaashi. O carne y Akaashi, de preferencia. Con todas las múltiples interpretaciones que eso podía tener.

 

Una vez que su estómago estuvo lleno de bistec, Bokuto comenzó a contarle que cuando Oikawa les había hablado sobre su relación con su mejor amigo de la infancia, cómo esos sentimientos habían cambiado hasta ser algo más y sobre su inseguridad al distanciarse, se había dado cuenta de la verdad sobre su relación con Akaashi.

 

—Tranquilo, bro, a veces somos los últimos en enterarnos sobre nuestros propios sentimientos —lo reconfortó Kuroo, dándole unas palmaditas en el hombro.— Pero ahora ya lo admites, eso es un gran paso, bro.

 

Bokuto lo miró con los ojos muy abiertos.

 

—¿De qué hablas? ¡Hace tiempo conozco mis sentimientos por Akaashi!

 

La mano tranquilizadora de Kuroo sobre el hombro de su amigo se convirtió en una garra de acero, hundiéndole los dedos.

 

Entonces. Por. Qué. Demonios. Estás. Así —masculló palabra por palabra con rabia contenida.

 

—¡Es obvio! —exclamó Bokuto.— ¡NO LE PUSE UN ANILLO! ¿Y SI ME LO ROBAN?

 

Kuroo lo soltó y se pasó una mano por el flequillo, para despeinárselo aún más de pura frustración.

 

—Explícate, por favor.

 

—¡Pues eso! —la expresión de Bokuto era extremadamente problemática.— Ahora le dará pases a otro As, y se volverá cercano a otro As… ¿y si lo quiere más que a mí?

 

—¿Entonces sabes que te quiere? —Kuroo quedó boquiabierto.— ¿Te habías declarado y tu bro no sabía nada? ¡Qué clase de bro eres, maldito traidor!

 

—¿Declararme? Oh, eso no es necesario, nah, nah —Bokuto agitó una mano para restarle importancia al asunto.— Pero sí, soy un traidor, eso pensaba hoy. Porque los pases de Akaashi son los mejores del mundo mundial para mí, pero estos días practicando con Oiwaka…

 

—¡OIKAWA! —se escuchó que gritaban del otro lado de la pared.

 

—Lo que sea —continuó Bokuto.— Estos días practicando con él me encontré demasiado a gusto con sus pases, son geniales, y sentí que traicioné todo mi vínculo con Akaashi. Y que quizá él también se estaba encontrando a gusto con alguien más en ese mismo momento, otro As…

 

Terminó de hablar y permanecieron en silencio unos instantes, hasta que Kuroo habló:

 

—¿Tienes algo para decir, Akaashi?

 

—Bokuto-san, deja de darle problemas a tus nuevos compañeros, por favor.

 

Bokuto giró la cabeza casi 360º sobre su cuello, esperando ver a Akaashi aparecer detrás de una cortina. Pero la voz de su setter favorito provenía de su propio celular, el cual Kuroo había tomado hacía rato y lo dejó sobre la mesa con una llamada en alta voz corriendo.

 

—¡AKAASHIIIIII! —gritó Bokuto tomando el celular, su cara iluminándose.— ¡Prometo no traicionarte!

 

—Bokuto-san, no grites, por favor…

 

—¡Tú tampoco me traiciones! ¡La próxima vez que nos veamos te llevaré un anillo!

 

—… ¿Qué tiene que ver un anillo con el volley?

 

—¡Pues que todos lo verán y pensarán: “AJÁ, este setter ya le pertenece a un As, me alejaré de él”!

 

Kuroo se acercó para quitarle el alta voz a la llamada y se marchó a la habitación, para darle algo de espacio a Bokuto y sus extravagantes ideas respecto a Akaashi. Se echó en la cama a repasar un texto para el día siguiente, hasta que de pronto las estupideces de Bokuto le carcomieron la cabeza y tomó su propio celular para enviarle un mensaje a Kenma.

 

No me engañes con otro bloqueador.”

 

Al rato le llegó la respuesta.

 

No sé de qué hablas, pero suena problemático. No lo haré. Demasiado esfuerzo.”

 

Kuroo sonrió satisfecho. Él no le daría un anillo. Le pondría un collar con una placa: MÍO. NO TOCAR. En caso de extraviarse llamar a Kuroo Tetsuro 869-xxxxx.

 

 

 

 


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