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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

El alien y el planeta.

CAPÍTULO 32


 


Promediaba Diciembre en Tokio, el frío se intensificaba y los blancos días invernales se acercaban en medio de alegres preparativos navideños. En años anteriores Oikawa Tooru disfrutaba particularmente de esa época. Le gustaban los adornos navideños y las luces chispeantes, el ánimo festivo de la gente (a pesar de no ser una festividad japonesa), los regalos y los eventos que se organizaban.


La Navidad anterior esperaba pasarla con Iwaizumi, ya que en Japón usualmente esa fecha se reservaba para agasajos románticos, pero no había podido ser posible. Aquella vez Hajime había estado ocupado con el trabajo, impidiéndole ir a Tokio, y Tooru tampoco había podido viajar a Miyagi antes de las vacaciones de año nuevo. En tanto la Navidad de este año…


Tooru se estiró un poco en el sillón para tomar un pañuelo de la caja que había sobre la mesita, se sonó fuertemente la nariz y volvió a echarse hacia atrás en el asiento. Hacía ya algunos días que estaba un poco resfriado, como para agregarle un clavo más a su ataúd anímico. Había pasado más de una semana desde aquella última conversación telefónica con Iwaizumi y, lejos de enfriar sus ideas con el correr de los días, Oikawa se sentía más y más perdido con cada segundo que pasaba.


Lo corroían por dentro sentimientos que no le agradaban, pero que no podía detener. Y no solo respecto a su complicada situación con Iwaizumi, si no también sobre sus amigos. Había compartido poco con ellos este último tiempo, poniendo como excusa sus sesiones de rehabilitación o los exámenes. Pero la verdad es que le costaba estar en la misma habitación con sus amigos. Sentía que el Tooru que solía reír con ellos, ese que hacía chistes idiotas con Bokuto, que pergeñaba planes ridículos con Kuroo, el que se divertía a costas de molestar a Ushijima o del paternalismo de Daichi… ese Tooru se había roto junto con su rodilla, un mes atrás.


Ahora le costaba escuchar a Bokuto y Ushijima hablar sobre los partidos con el seleccionado, sobre sus posibilidades de pronta titularidad; posibilidad que a él mismo se le había vedado hasta su completa recuperación, y eso con suerte. Le costaba estar en la misma habitación en la que Kuroo estudiaba en silencio mientras podía sostener la mano de Kenma, quien estudiaba a su lado. Le costaba escuchar las conversaciones telefónicas que Daichi mantenía en el pasillo con Suga, cada noche, en ese tono cálido y cariñoso que solo usaba con él. Le costaba compartir todo eso con sus amigos y no sentir una envidia insana, corrosiva, lacerante, que se mezclaba con un rencor irracional hacia sí mismo y hacia los demás.


Estaba preso en un círculo vicioso de emociones negativas, y no sabía cómo salir de ahí.


El sonido de una llamada entrante lo sobresaltó y alzó la cabeza con algo de susto, pero solo era Kuroo, aunque no le contestó y el celular dejó de sonar al cabo de un momento. Reaccionaba así ante cualquier sonido de su teléfono, pues lo había sorprendido sobremanera recibir un llamado de Iwaizumi solo cuatro días después de su última conversación, esa en la que Oikawa le dijo que era doloroso escucharlo y se despidieron abruptamente. Conociendo a Hajime y su orgullo, estaba seguro de que no volvería a comunicarse con él hasta que el mismo Tooru hiciera el primer movimiento. Por eso ver una llamada entrante suya en tan poco tiempo no podía augurar nada bueno, y Tooru no había respondido. Aquella secuencia se había repetido los últimos días, y aún así seguía sin responderle.


Estaba siendo un cobarde de cabo a rabo, lo sabía, pero solo quería tiempo para sí mismo. Tiempo para rejuntar los mil pedazos en los que se había roto Oikawa Tooru, tiempo para rearmarse como pudiera y así poder enfrentarse una vez más a sus amigos e Iwa-chan, siendo él mismo, en esencia, y no este pobre despojo de persona que era ahora. Tiempo para…


—¡ABRE LA MALDITA PUERTA AHORA MISMO, TONTOORU MIERDAKAWA! —bramó la voz de Kuroo al otro lado de su entrada.— ¡PUEDO ESCUCHAR EL ESTÚPIDO TONO OCHENTERO DE TU ESTÚPIDO CELULAR QUE NO CONTESTAS! —pausa.— ¡ESTÚPIDO!


Tooru hizo una mueca pero no se movió del sillón, medio recostado como estaba. Tomó un vaso que había en la mesita y le dio un largo trago al oscuro líquido borgoña que contenía.


—¡Pasa, no está puesta la llave, grandísimo idiota! —repuso Tooru con voz nasal, al oír que su amigo seguía aporreando la puerta.


Escuchó a Kuroo entrar dando fuertes zancadas, y lo sorprendió descubrir que venía acompañado por Daichi.


—¡Hasta que te dignas a hablarnos! —espetó Kuroo al llegar a la sala.


—Kuroo —dijo Daichi en tono serio, mirándolo con gesto reprobador para que se calmara.


—… Claro —carraspeó y fijó la vista en Oikawa.— ¿Se puede saber qué pasa contigo?


Tooru tomó otro pañuelo y se sonó la nariz una vez más antes de contestar.


—Primero —empezó a decir con voz congestionada—, el tono de mi celular no es de los ochenta —tomó su teléfono y puso a sonar la melodía de la llamada entrante, al tiempo que la cantaba.— “Cause eeeeverybody cries… and eeeverybody huuurts… SOMEEETIMEESS…” —estornudó de golpe y recitó:— “Everybody hurst”, R.E.M, 1992.


—Lo que sea —masculló Kuroo echando un vistazo a su alrededor, y descubrió varias botellas de líquido oscuro como la que había sobre la mesa.— ¿Ahora te dedicas a evitarnos mientras te emborrachas escuchando música deprimente?


—Ya quisiera yo —bufó Tooru.— Pero en la tienda no me vendieron alcohol por ser menor de veinte años —balanceó el vaso que sostenía y le dio otro trago.— Tuve que conformarme con jugo de uva artesanal, es lo más parecido al vino que pude conseguir —suspiró cansinamente.— Aunque a este paso me dará diabetes antes que cirrosis.


Kuroo y Daichi intercambiaron una mirada y se ubicaron en el sillón, a ambos lados de Oikawa.


—Cuéntanos qué pasa —pidió Daichi.


—Nada, todo está en orden —replicó Tooru en tono casual.— Ya terminé con los exámenes de este período y la rehabilitación va sin problemas…


—¿Entonces por qué mierda te encierras en tu departamento como alma en pena? —lo interrumpió Kuroo.— ¿Por qué nos evitas y no le respondes el maldito teléfono a Iwaizumi?


Tooru estornudó y frunció el ceño.


—¿Cómo sabes que no le respondo?


Hello, vivo al lado —repuso su amigo en tono sarcástico.— Puedo escuchar el tono de llamada de Iwaizumi —bufó.— Dudo que le pusieras “Love of my life” de Queen al tono de llamada de tu sobrino.


—Tal vez —dijo en tono evasivo.


—Seguro, y no le respondes a tu propio sobrino.


—Es solo que me gusta escuchar la canción y me olvido de responder —tosió un poco y carraspeó antes de entonar:— “Looove of my liiife, you’ve hurt me… you’ve broken my heaaart and nooow you leave me…


—Tooru —lo interrumpió Daichi esta vez, muy serio—, estamos aquí por ti, ya sabes. Deja de hacer el tonto y alejarnos.


—No los alej… —se calló ante las miradas acusatorias de sus dos amigos.— De acuerdo, lo siento… me siento un desastre y no sé qué hacer conmigo mismo —cruzó los brazos y encogió un hombro.


—¿Y cuál es la novedad? —se extrañó Kuroo. Oikawa lo miró mal.— Siempre has sido un desastre de persona.


—Si viniste a aportarme apoyo moral, te aviso que no lo estás haciendo muy bien.


—No vine a darte apoyo —esbozó una sonrisa maligna.— Vine a darte una patada en ese culo pasivo que tienes, para que te animes de una maldita vez y dejes de compadecerte de ti mismo por toda la eternidad.


—¿Daichi? —Tooru miró a su otro amigo, siempre más maduro y confiable.


—Suelo apoyar medidas más diplomáticas —fue el turno de Sawamura de encogerse de hombros.— Pero eso de la patada me parece más efectivo en esta situación.


—Me caen mal.


A pesar del bromeo, lograron sonsacarle información de su malestar respecto a Iwaizumi e incluso sobre ellos. Sus amigos lo escucharon con atención y él se desahogó a gusto durante un buen rato, contándoles sobre sus dudas, sus frustraciones, sus temores. No lo interrumpieron ni le dieron opiniones personales, solo lo escucharon y él lo agradeció, sintiendo que un enorme peso dejaba de atenazarle el pecho. Una vez puesto en palabras, el problema parecía más tangible, menos complicado, más factible de ser solucionado de alguna forma.


—¿Cómo haces para soportar la distancia con Suga? —le preguntó Tooru a Daichi luego de terminar su desahogo.


Daichi lo meditó un momento antes de responder.


—No lo sé, solo nos mantenemos en contacto lo más posible —explicó.— Hay muchas cosas cotidianas que perdemos de vivir juntos, claro —suspiró.— Pero cuando nos contamos el uno al otro lo que hicimos en el día, todo se vuelve más compartido, menos distante.


—Iwa-chan y yo también hablábamos casi a diario —recordó Tooru.


—Tal vez el problema es que ustedes comenzaron a ser una pareja justo cuando se separaron físicamente —opinó Kuroo entonces.— Daichi y Suga llevaban más años juntos antes de tener que distanciarse.


—Iwai-chan y yo estamos juntos desde pequeños.


—Como amigos —apuntó Kuroo.— Se relacionan muy bien como amigos, pero no han compartido suficiente tiempo juntos en su nueva relación como pareja.


De algún modo eso parecía tener su cuota de razón y Tooru se quedó en silencio, perdido en sus pensamientos. Justo en ese momento tocaron la puerta, pues Bokuto y Ushijima acababan de llegar de un entrenamiento con el seleccionado. Al parecer tenían planeada la intervención grupal.


—¡Oiwakaaabroo! —exclamó Bokuto entrando como una exhalación para abrazarlo por la cabeza.


—Traje lo que me pediste, Daichi —anunció Ushijima, alzando una bolsa.


Daichi le había mandando mensaje para que trajera medicamentos antigripales y las cosas necesarias para hacer una sopa para enfermo. Mientras Kuroo se encargaba de preparar la comida en cuestión, Ushijima sacó un barbijo y se lo colocó a Oikawa sin miramientos.


—Y yo que pretendía contagiarte así te enfermabas antes del próximo partido con el seleccionado —se quejó Tooru.


Ushijima lo miró muy serio y de golpe dijo:


—Tú no debiste ir a Shiratorizawa.


Todos quedaron en silencio un momento, sorprendidos.


—… ¿Qué? —murmuró Tooru.


—No debiste ir.


—¡Y NO FUI! —bramó el chico entonces, con la voz ligeramente hueca por el barbijo.


—Pero antes sí debías ir.


Oikawa rugió frustrado y se pasó las manos por la cara.


—¿De qué demonios hablas, vaca esquizofrénica? —masculló muy malhumorado.— ¿Perdiste la cabeza?


Ushijima continuó con su gesto impasible.


—El Oikawa Tooru que conocemos es el que debía a Shiratorizawa —repuso en tono implacable.— Este que eres ahora… —sacudió un poco la cabeza.— No, no te hubiese querido en mi equipo. No hay lugar para los débiles.


Hubo otro silencio grupal que duró unos segundos y de golpe Tooru saltó para tomar a Ushijima por el cuello.


—¿A QUIÉN ESTÁS LLAMANDO DÉBIL, PEDAZO DE IMBÉCIL? —se sublevó con rabia. Ushijima no reaccionó, solo continuó serio, dejando que su amigo lo sacudiera por el cuello de la camiseta.— ¡PODRÍA HABER IDO A SHIRATORIZAWA SI ME HUBIESE DADO LA MALDITA GANA! —Daichi lo sujetó por la cintura para alejarlo de Wakatoshi.— ¡PERO NO ME DIO LA JODIDA GANA! ¡Y SIGUE SIN DARME!


—Aunque te diera la gana ahora, no te aceptarían —replicó Ushijima.— Ahora eres débil.


—¿TE BURLAS DE MI LESIÓN, VACA ESTÚPIDA? ¿ES ESO?


—No es tu rodilla lo que es débil, si no tú mismo.


Bokuto miraba a uno y otro con los ojos muy abiertos, mientras probaba el jarabe para la tos a cucharadas. Kuroo continuaba preparando la comida, y Daichi se limitaba a sujetar a Oikawa, pero no decía nada para calmar los ánimos. Normalmente el ex-capitán de Karasuno intercedía cuando Oikawa y Ushijima se peleaban (por lo general a raíz de tonterías), pero ahora le parecía que era justo lo que necesitaba Tooru. Necesitaba volver a reaccionar, enojándose, enrabietándose, quejándose y peleando como siempre lo hacía, dejando atrás esa lúgubre y resignada apatía que lo había atrapado.


Oikawa se quedó en silencio, resoplando, y apartó la mirada de Ushijima al cabo de un momento.


—Te detesto —fue todo lo que dijo antes de volver a sentarse en el sillón.


Los ánimos parecieron calmarse casi al instante, mientras Kuroo volvía a la sala con un plato de arroz y sopa para Tooru.


—¡Bokuto, el jarabe era para Oikawa! —rezongó Daichi entonces.


—Es que estaba rico —replicó el otro muchacho, con mirada culpable y medio frasco de jarabe vacío en la mano.


Esa tarde lo chicos no se quedaron demasiado en el departamento de Tooru. Le prometieron dejarle su espacio para que ordenara sus ideas durante unos días, pero a cambio Kuroo lo obligó a comprometerse a ir a una fiesta navideña el próximo fin de semana.


—No tengo ganas de fiesta —se negó Tooru.


—No te estaba preguntando si querías ir —replicó Kuroo.— Solo te estaba informando que irás. Punto.


—Viva la democracia en la amistad, señor dictador.


—Será una reunión por el fin de los exámenes y para los que estarán solos en Navidad.


—Ustedes no estará solos en Navidad —observó Tooru con una mueca.— Tienen pareja.


—Tú también tienes —indicó Daichi, y quedó flotando un tácito “todavía”.


Kuroo se encogió de hombros.


—La pareja de Daichi y la tuya están lejos, ni Bokuto ni yo podemos sacar a nuestras respectivas parejas en una cena romántica de Navidad, ir a un restaurante se vería raro…


—¿Raro por qué? —quiso saber Bokuto.


—Cállate —dijo Kuroo.— Y definitivamente a Ushijima no le darán reserva de mesa para que cene con su pelota de volley.


—Supongo que no.


—Así que nos vemos el próximo fin de semana —sentenció Kuroo.— Pasaremos por ti.


Cuando Tooru por fin se quedó solo de nuevo se sentía bastante mejor, tanto del resfrío como de ánimo. Tanto que creyó que si aquella noche recibía otra llamada de Iwaizumi, la contestaría. Pero no hubo. Quizá era su turno de hacer el llamado, después de todo. No obstante, a último momento el coraje lo abandonó y pospuso todo.


Al día siguiente ya estaba bastante mejor del resfrío, y tocaba que lo visitase Tsugimoto para la rehabilitación supervisada en casa. Aunque al principio Oikawa creía que estaba malinterpretando las cosas, con el correr de los días su senpai dejó más que claro que sus intenciones no eran del todo puras. Sin embargo, no había hecho nada raro ni se había aprovechado de la situación… de momento.


—¿Sigues sin contestarle a Iwa-chan? —preguntó Tsugimoto esa tarde, mientras le flexionaba la rodilla con cuidado para probar la rotación.


—No lo llames así.


—Así aparece en la pantalla de tu celular —sonrió con sorna y comenzó a darle un masaje en la pierna.


—No es de tu incumbencia.


—Supongo que no… pero de algún modo lo es —sus manos presionaban con habilidad los músculos de su pierna.— Cuanto antes hables con él y terminen su relación, antes podré hacer mi movimiento sobre ti —volvió a sonreír.


La franqueza brutal de Tsugimoto solía dejarlo sin palabras. Y eso que Tooru estaba acostumbrado a la sinceridad plana y directa de Ushijima, pero este tipo lo superaba.


—¿Quién dijo nada de terminar con Iwa-chan? —murmuró contrariado.


—¿No lo harán?


—… No —o eso esperaba.— Quizá solo necesitemos un tiempo, eso es todo.


—Ya veo —su gesto de confianza se acentuó.— Bien por mí, ese tiempo será de mi oportunidad.


Tooru arqueó una ceja escéptica.


—No sé qué te hace pensar que te daría una oportunidad.


—Lo harás, créeme, soy bueno creando oportunidades.


Las manos de Tsugimoto se estaban desviando de la rodilla, reptando hacia arriba por la piel de Tooru, y este último decidió que era buen momento para terminar la sesión.


—Debo ir a ducharme —anunció entonces, carraspeando.


—¿Te ayudo?


—¡Claro que no! —apartó la pierna que le sostenía su senpai y se puso de pie.— Puedes irte sin problema, ya no me quedan ejercicios por hacer hoy.


Sin embargo, lejos de irse, Tsugimoto se acomodó más en el sillón.


—Está bien, te espero aquí —replicó como si nada. — De todas formas pensaba cenar contigo de nuevo.


—No recuerdo haberte invitado esta vez —murmuró Tooru mientras salía en dirección al baño.


Las últimas veces que Tsugimoto había ido a ayudarlo, no solo con la rehabilitación si no también con los estudios para exámenes de la universidad, lo había invitado a cenar a modo de compensación. Tooru no tenía segundas intenciones con eso, solo estaba siendo agradecido, pero ahora que sabía sobre el interés de su senpai en él, lo incomodaba mandar las señales equivocadas.


Se duchó rápidamente para quitarse el sudor de los ejercicios, y cuando salió del baño descubrió que Tsugimoto estaba hablando por celular, tan cómodamente repantigado como se hallaba en el sillón. No habría nada de extraño en esa escena si no fuese porque el celular con el que hablaba era el de Tooru.


—… duchando, sí —decía en tono casual.— Estaba por ir a ayudarlo, de hecho. ¿Quieres que le deje dicho algo? —hubo una pausa.— No, no soy su secretario… aunque no estaría mal jugar ese jueguito… ¿no, Tooru-chan? —dijo al advertir que el muchacho estaba parado en la entrada de la sala.


—¡¿Qué haces con mi celular?! —bramó Tooru, saltando para recuperar su teléfono.


—Solo le respondía a Wawa-chan, ya que tú no le contestas…


—¡Es Iwa-chan! ¡Y no lo llames así! ¡Dame eso! —de un manotazo logró recuperar su celular.


—Cuidado, se te caerá la toalla —indicó Tsugimoto.— Deja que te la sostenga…


—¡Cállate! —le dio un codazo para alejarlo y se colocó el teléfono en la oreja.— ¿Iwa-chan?


Al otro lado de la línea estaba silencioso, pero la llamada no estaba finalizada.


—Puedo llamarte luego si estás ocupado —fue todo lo que dijo Iwaizumi, y su tono no se oía enfadado ni contenido… solo se oía como él mismo. Tooru tuvo ganas de echarse a reír y llorar al mismo tiempo.


—No, yo te llamaré —respondió Tooru.— Dame cinco minutos y te llamo.


—Claro.


En cuanto cortó esa llamada, Tooru prácticamente echó a empujones a Tsugimoto.


—Te perdonaré por dejarme sin cena si mañana me entero que por fin cortaron —comentó su senpai en la puerta, mientras se ponía el calzado de calle.


—No cuentes con ello.


—Pues deberían cortar.


—Nadie pidió tu opinión.


—Solo te ves triste cuando hablas de él —alzó una mano y le tocó la piel bajo los ojos, oscura por las ojeras del cansancio debido al estudio y recuperarse del resfrío. Pero en verdad ya las traía de antes, de dormir mal pensando en Iwaizumi.— No te hace bien.


Tooru hizo una mueca.


—Hasta luego, senpai —y le cerró la puerta.


Corrió de nuevo a la sala y se lanzó sobre el sillón para llamar a Iwaizumi, con manos temblorosas. Hajime contestó al primer tono, y después del saludo ninguno de los dos dijo más nada. Oikawa fue el primero en romper el silencio.


—Somos un desastre, ¿verdad? —comentó entonces.


—Un poco… mucho —admitió Hajime.— Lo siento, no iba a llamarte hasta que tú quisieras hablar, pero…


—Está bien, quería hablarte —tragó saliva.— Solo estaba siendo un poco cobarde durante unos días.


—Entiendo —pausa.— ¿Cómo estás?


—Ah, humm… bien, todo bien, los estudios y la rodilla —repuso en tono exageradamente animado.


—Me alegro —hubo otro silencio prolongado.— Entonces… ¿qué quieres hacer?


Tooru se llevó las piernas al pecho y se las rodeó con un brazo antes de responder.


—¿Hacer con qué?


—Con nosotros —aclaró Iwaizumi sin vueltas.


—Pues… no lo sé —parpadeó, desprevenido al tocar el tema tan pronto.


—¿No lo sabes?


Tooru carraspeó.


—Es… decir. A ver, humm… —tomó aire.— Eres importante para mí, lo sabes, y sé que lo soy para ti, pero… —dudó un momento.— No sé, parece que funcionamos como amigos… pero no como pareja.


—Sí, eso parece —se quedaron en silencio de nuevo.— Entonces, ¿qué? ¿Quieres que volvamos a ser amigos nada más?


—Supongo que es un poco tarde para eso.


—Lo es.


—Pero así tampoco podemos seguir… —apoyó la cabeza sobre sus rodillas, desanimado.— ¿Tú qué quieres hacer?


—Cosas imposibles —replicó Iwaizumi.


—¿Cómo?


—Nada —fue su turno de carraspear.— Quizá sea mejor hablarlo en persona cuando vengas a Miyagi —faltaba poco para el receso invernal por Año Nuevo.


—No sé si viajaré a casa este año —replicó Tooru entonces. Y de cualquier forma sabía que cedería ante cualquier cosa que le dijera Iwaizumi si lo hablaban cara a cara, aunque no solucionaran nada y quedaran como siempre, él lo aceptaría, porque se conocía débil ante Hajime. No parecía ser la mejor idea.— Quizá sea mejor así… no vernos en un tiempo y hablarlo más adelante.


Hubo otro silencio, demasiado extenso esta vez, tanto que Tooru pensó que la comunicación se había cortado.


—¿Iwa-chan?


—Sí, aquí sigo —repuso el otro.— ¿Entonces me estás pidiendo “un tiempo”?


—… Ehh, algo así.


—Un tiempo en el que no seremos nada —siguió diciendo.— Bueno, salvo amigos, como siempre.


—Pues…


—Un tiempo en el que puedes estar con alguien más para probar y ver qué tal.


—¿Qué?


—Muy bien, Oikawa, tendrás tu tiempo —aceptó Iwaizumi.


—¿Mi tiempo? —de golpe Tooru comenzaba a enfadarse.— No es como si yo quisiera esto, pero no encuentro otra solución —rechinó los dientes.— ¡A menos que mande a que te abduzcan los alienígenas y te hagan un lavado de cerebro y así, por una vez, te comportas como alguien enamorado y no como un maldito obtuso!


—Comprendo —fue todo lo que repuso Iwaizumi.— Bueno, hablaremos de nuevo cuando se termine “el tiempo”.


—Eres un idiota, Iwa-chan.


—Estoy intentando ser comprensivo.


—¡Pues deja de intentarlo porque te sale mal!


Se sumieron en otro silencio.


—Lo siento —dijo Iwaizumi entonces.— Quería que habláramos bien…


Finalmente cortaron la comunicación despidiéndose quedamente, sin tener muy en claro si habían llegado a algún tipo de solución o no. Tooru siguió en el sillón un buen rato, abrazado a sus rodillas, con la mente casi en blanco.


Los días pasaron rápidamente, Oikawa ya no tenía que rendir más exámenes, solo presentar algunos trabajos prácticos y dar por terminada la cursada. Seguía sin ver mucho a sus amigos porque ellos sí estaban con exámenes y Ushijima que, como él, ya los había terminado, tenía los horarios ocupados con entrenamientos y partidos. Bueno, tampoco es como si le interesara pasar tiempo en soledad con Vacatoshi. Tooru no estaba seguro de continuar sintiéndose triste o desanimado, aunque tampoco estaba enojado. No tenía muy en claro cómo rayos definir lo que sentía, cada vez se entendía menos a sí mismo.


Por fin llegó el fin de semana y Kuroo lo arrastró a la reunión universitaria-navideña. Oikawa ya estaba bien del resfrío y ya podía caminar sin ningún tipo de problema, aunque debía cuidarse la rodilla, claro. Pero no tenía ánimo festivo de ningún modo. Y tampoco ayudaba que Tsugimoto también asistiera a la maldita fiesta, con esa asquerosa sonrisa que tenía pegada desde el día en que le sonsacó la información de su “entretiempo” con Iwaizumi.


En la fiesta también estaban Akaashi y Kenma, y si no hubiese estado tan ofuscado en sus propias cavilaciones, Tooru hubiese reparado en que Shirabu también había asistido. De hecho, estaba sentado junto con los otros dos setters (Kenma ex-setter, en verdad), charlando de algo con ellos.


El lugar estaba repleto de gente. La música sonaba fuerte pero no molestaba, algunos bailaban y la mayoría charlaba mientras corrían ríos de alcohol. Pronto empezaron con las tonterías al micrófono, y muchos comenzaron a declararse sobre el pequeño escenario. Se confesaban a gente que no estaba en la fiesta, gritando su amor en medio de la borrachera y dedicándole canciones que entonaban pésimamente en su estado etílico, pero el público aplaudía para brindarle apoyo moral al soltero navideño de turno. Kuroo tuvo que ir a buscar a Bokuto y sacarlo del escenario cargándoselo sobre el hombro, porque había tomado el micrófono para declarar a viva voz su amor tardío a su maestra de kinder, contándole que ya tenía un nuevo y verdadero amor, y que ahora estaba por casarse con Akaashi (quien, por cierto, seguía charlando con Kenma y Shirabu, ignorando deliberadamente la escena.) El público lo aplaudió vivazmente de todas formas.


—Hay muérdagos en varias partes —le comentó Tsugimoto a Tooru, apareciendo a su lado de pronto.—Quizá esta sea mi noche de suerte y consiga un beso bajo el muérdago.


—Cuéntaselo a alguien que le interese —replicó Tooru.


—Debería interesarte —sonrió, observándole descaradamente la boca.


Oikawa puso los ojos en blanco y se giró para buscar a sus amigos, pero no los ubicó por ningún lado. Tomó una bebida cualquiera de una bandeja y se dejó caer en un mullido sillón junto a Akaashi y el resto. Tsugimoto no tardó en situarse en el asiento contiguo.


—¿No tienes nada mejor que hacer que acosarme? —preguntó Oikawa, irritado.


—Al parecer, no.


—Te has juntado demasiado con Ushivaca y se te pegó lo de acosador —masculló dándole un trago a su vaso, mientras Shirabu lo miraba mal desde el rincón y Tooru no se percataba de ello.


Pasados unos minutos en que siguió el repertorio de karaoke y declaraciones etílicas, hubo un pequeño barullo en la entrada por unos recién llegados algo peculiares. Eran cinco personas que venían vestidas como los Guardianes de la Galaxia (la versión de la película, no el cómic), y se abrieron paso hacia el escenario entre el público que los aplaudía entretenido. Casi al instante de su entrada comenzaron a sonar por los altoparlantes las primeras notas de “Come and get your love”, de Redbone. El que iba disfrazado de Gamora le dio una disimulada patada al disfrazado de Star Lord, que empezó a menearse al son de la canción.


Recién cuando llegaron al escenario y tomaron el micrófono para ponerse a cantar, Tooru se percató de los gestos resignados de Kenma y Akaashi, y el embeleso mal disimulado de Shirabu mirando hacia el grupo disfrazado.


¿Eh?


¿EH?


—“Hail, haaail… what’s the matter with you hair? Yeah” —comenzó a cantar el grupo de Guardianes de la Galaxia.— “Hail, haaail… what’s the matter with your mind and your sign? Ahhh, ah-oh-oh…


Uno de ellos cambió el “Oh-oh” por un “Oya-oya” y se ganó un codazo de su compañero más cercano.


Tooru casi escupe la bebida al darse cuenta que eran sus amigos. Bokuto estaba disfrazado como el mapache “Rocket”, Ushijima iba como “Groot”, Daichi como “Drax, el Destructor” y Kuroo como “Gamora” (¿Gamoro?). Star Lord era alguien que no conocía.


—“… baby, cause you’re fine, and you’re mine, and you look so divine” —seguían cantando a coro.— “Come and geeet your loooove… come and get your looove…


En cuanto terminaron de menearse sincronizada y estúpidamente al son de esa canción, los presentes los aplaudieron con fuerza y pidieron otra canción. No hubo que rogarles mucho, casi al instante comenzó a sonar la melodía de “Hooked on a feeling”, de Blue Swede.


—“Ooga-chaka, ooga ooga” —el inicio lo coreaban Ushijima-Groot y Bokuto-Rocket.— “Ooga-chaka, ooga ooga…”


—“I can’t stop this feeling, deep inside of meeee” —empezaron a cantar los demás.— “Girl you just don’t realize what you do to me…


Verlo así de ridículamente disfrazados, meneándose al compás de la música de los setenta, fue demasiado. Tooru rompió a reírse entre dientes, hasta que la risa se le volvió carcajadas y tuvo que sujetarse el estómago.


—¿Qué demonios hacen? —murmuró con lágrimas de risa en los ojos.


—Levantarte el ánimo —repuso Kenma con simpleza.— O eso planeaban, al menos.


Akaashi mantenía el gesto inmutable y Shirabu miraba hacia el Ushijima-Groot con su propia galaxia de estrellas brillándole en los ojos.


—“I’m hooked on a feeling…” —cantaban en ese momento.— “I’m high on believing… that you’re in looove with meeeeeee…


En cuanto el grupo de disfrazados terminó su numerito, el público los aplaudió una vez más. Kuroo-Gamora tomó el micrófono para hablar, el gentío se calló un tanto.


—Ya sabemos que esta es una noche de desahogo para declaraciones románticas —comenzó diciendo, su sonrisa felina se veía sumamente extraña bajo su maquillaje de piel verde.— Pero nosotros queríamos hacer una declaración de amistad, ¿verdad, chicos?


—¡Sí, queremos a nuestro verdadero Star Lord de regreso! —exclamó Bokuto, alzando las manos en alto.


Daichi se limitó a aplaudir en respuesta y Ushijima-Groot se inclinó sobre el micrófono que sostenía Kuroo para decir:


—“Grootorizawa.


Tooru se tapó la cara con ambas manos, aún entre risas.


—¡Queremos volver a ser un grupo de cinco, como los puntos cardinales! —siguió exclamando Bokuto.


—Esos son cuatro, idiota —murmuró Kuroo por lo bajo, pero igual se lo escuchó y varios largaron risitas.


—¡Entonces queremos volver a ser los Jinetes del Apocalipsis!


—¡También son cuatro!


—¿Las Tres Marías?


—¡SON TRES!


Daichi carraspeó sonoramente para recordarle a Kuroo que aún estaban sobre el escenario, y con el micrófono en mano.


—Ah, sí, bueno —el chico se recompuso.— Como decía, esto es una declaración de amistad, para un buen amigo nuestro que anda un poco perdido en su propia galaxia, y queremos que se acuerde que seguimos estando ahí para él.


Grootorizawa.


—PERO… pero —remarcó Kuroo entonces—, esa no es la única declaración de la noche… —hizo señas.— Star Lord de repuesto, es hora de que nos devuelvas el puesto para nuestro verdadero compañero.


El muchacho vestido de Star Lord se acercó a Kuroo, se sacó la máscara del disfraz y también la larga chaqueta rojiza, pasándosela a Daichi.


—Con ustedes, el Señor Planeta —lo presentó Kuroo.


Y ahí estaba Iwaizumi, parado entre la panda de locos de sus amigos, vistiendo una sudadera oscura con un estampado fluorescente que decía “I’m a planet in love with an alien who invaded me”. Se parecía sospechosamente a la clase de sudaderas que Akaashi hacía estampar para Bokuto, con la lista de sus debilidades.


Tooru parpadeó varias veces, anonadado. No podía ser una ilusión etílica porque aún no probaba una gota de alcohol.


—El Señor Planeta viene a hacer su propia declaración —anunció Kuroo, pasándole el micrófono a Iwaizumi para luego retirarse hacia el fondo del escenario junto con los demás.


Hajime miraba al público son su seria cara de ogro, todos lo observaban expectantes. Tomó una gran bocanada de aire antes de hablar.


—Sí, ehhh, bueno… —carraspeó y se señaló la sudadera.— Soy un planeta enamorado del alien que lo invadió, ya ven —hubo risitas y apareció un rictus en la comisura de la boca de Iwaizumi, pero prosiguió.— Sin embargo, resulta ser que no hospedé del todo bien a mi alien, y ahora estamos…. —miró un momento por encima del hombro hacia los demás— ¿Desgravitándonos? —le mostraron un pulgar arriba y prosiguió.— Eso, ya no nos gravitamos como antes, y no quiero que siga así —sus ojos recorrían atentos el mar de cabezas que lo escuchaban.— Y ehh, humm… —carraspeó otra vez e hizo una mueca.— No soy muy bueno con las palabras, ni me gusta hacer demasiado el ridículo… —su mueca se transformó en una sonrisa.— Pero no me importa hacer todo el ridículo del mundo si es por esa perso… digo, eh, alien.


Entonces Iwaizumi quedó allí de pie, en silencio, con la vista fija en un punto lejano. Kuroo desde el fondo le cuchicheó algo.


—¿Cantar? —dijo Iwaizumi.— Pero…


—¡Lo practicó todos estos días, que cante! —intervino Bokuto también desde el fondo.


—¡Que cante, que cante, que cante! —vitorearon los presentes.


—De acuerdo, de acuerdo —aceptó a Iwaizumi entre dientes.


Daichi se inclinó sobre la lista del karaoke y señaló la melodía en cuestión. Entonces comenzaron a sonar los primeros acordes de “I’ll stand by you”, de The Pretenders.


—“Ohhh, why you look so sad? Tears are in your eyes…” —empezó a cantar Iwaizumi en aquel tosco inglés del que Oikawa siempre se reía.— “Come on and come to me nooow…


Tooru no podía creer que Iwaizumi estuviese ahí sobre el escenario, haciendo el ridículo con sus amigos y cantando en su típico inglés arcaico, ese del que él siempre se burlaba. Y no lo hacía tan mal, de hecho, parecía que realmente lo había practicado.


—“When the night falls on you… you don’t know what to do” —cantaba en ese momento.— “Nothing you confess, could make me love you less… I’ll stan by you…


Cuando Iwaizumi por fin terminó su interpretación, los presentes empezaron a aplaudir y él se bajó del escenario junto con Kuroo y los demás. Tooru los vio abrirse paso entre la gente con sus aparatosos atuendos, hasta que por fin llegaron a la mesa que ocupaba junto con Akaashi, Kenma y Shirabu. Tsugimoto, a su lado, no había emitido palabra en todo el último rato.


—¡Tontoorubrooo! —exclamó Bokuto al llegar junto a ellos.— ¿Te gustó nuestra sorpresa?


—Bokuto, le pegas a la gente con tu cola de mapache —le advirtió Akaashi.


—¡Akaashi, mira, tengo colita peluda y suavecita! —dijo entonces, volcando toda su atención en su propia pareja.— ¡Tócala!


—No, gracias.


—¡Toca mi trasero peludo, Akaashi!


—No.


—¡Broooooo!


Mientras se armaba una pequeña escena por eso, Iwaizumi se acercó a Oikawa.


—Hey.


—Hey —respondió Tooru, manteniendo el gesto serio con mucho esfuerzo.— No sabía que vendrías.


—Era una sorpresa —le explicó.— Así funciona la cosa.


—“I’ll stand by you” es una canción de los noventa —indicó Tooru—, no de los ochenta.


—Nunca dije que te cantaría algo de los ochenta.


—¿Este es tu Wawa-chan? —intervino Tsugimoto entonces, inclinándose sobre Oikawa y rodeándole los hombros con un brazo.


—Te dije que no lo llames así —replicó Tooru.— Sí, es Iwa-ch… Iwaizumi.


Tsugimoto esbozó una ancha, carismática y falsa sonrisa.


—Un gusto conocerte al fin, Iwaizumi —extendió un mano.— Soy Tsugimoto, me he estado encargando de Oikawa este último tiempo.


—Mira qué interesante —repuso Hajime escuetamente, sin dignarse a mirarlo ni darle la mano, sus ojos seguían clavados en Oikawa.— ¿Podríamos hablar un momento… a solas?


—Claro —asintió Tooru, deshaciéndose del brazo de su senpai para ponerse de pie.


—Oh, ¿te vas tan pronto? —se quejó Tsugimoto.— ¿Volverás?


—Ehhh…


—Es poco probable —determinó Iwaizumi, tomando a Tooru del brazo para tirar de él e irse más rápido.— Gracias por todo, chicos, nos vemos luego.


—Que les vaya bien —sonrió Daichi.


—¡Acaricia mi colitaaa, Agaasheeee! —seguía rogando Bokuto.


Grootorizawa —se despidió Ushijima, agitando sus ramas, y Oikawa le dio una patada en el tobillo a la pasada.


Se dirigieron a la salida, donde había un pequeño revuelo de personas porque era la zona donde estaban la mayor parte de los muérdagos colgados. Tooru se acordó de lo que dijo Tsugimoto en el momento exacto en que lo vio acercarse por el rabillo del ojo, tomándole la barbilla con una mano. Trató de girar la cara pero no pudo, y solo atinó a cerrar los ojos cuando lo vio inclinarse sobre él. Pero en lugar de sentir una boca sobre la suya, sintió algo áspero que le cubría los labios. Iwaizumi había metido la mano rápidamente para taparle la boca y evitar que Tsugimoto le plantara un beso bajo el muérdago.


—O te pierdes o te hago perder —le dijo Iwaizumi mirándolo fijamente, sin importarle que Tsugimoto le sacara veinte centímetros de estatura, pues era mucho más alto que él.


—Solo estaba aprovechando el “tiempo libre” de Oikawa —sonrió Tsugimoto, apartándose con gesto pacificador.


—Ve a buscar el tiempo de alguien más, su tiempo libre u ocupado es para mí —replicó Iwaizumi y se dio la vuelta para irse.


Oikawa miró un momento a Tsugimoto y le sonrió a penas.


—Es encantador, ¿verdad? —comentó con divertido sarcasmo. Hizo un breve gesto de despedida y siguió a Hajime hacia la salida.


Caminaron lado a lado bajo el frío y blanquecino cielo nocturno, pero no se tocaron ni dijeron nada en todo el trayecto. Tooru llevaba las manos en los bolsillos, fuertemente cerradas en puños, a penas conteniéndose de saltar y abrazar Iwaizumi. Lo había extrañado mucho más de lo que imaginaba, ya ni siquiera estaba seguro de que le importara su disputa o diferencias.


No, Tooru, no, no seas débil”, se dijo así mismo. “Por eso nunca aclaramos bien las cosas. Debo mantenerme firme. 


Un rato después estaban ambos en el departamento de Tooru, sentados uno frente al otro en los sillones, mirándose como si estuviesen a punto de tener un duelo.


—¿Quieres jugo de uva? —preguntó Tooru de pronto, señalando la docena de botellas que descansaban sobre el mueble de la cocina.


—No de momento, gracias —Iwaizumi alzó una ceja al ver tantas botellas.— ¿Ganaste algún concurso local?


—No, quería emborracharme pero sigo siendo menor para comprar vino.


—Ya veo…


—Sí…


Siguieron en silencio unos momentos más.


—Tengo varias cosas que decirte, pero no soy tan bueno con las palabras, así que pensé mucho todo y quizá me enrede… —dijo Iwaizumi de pronto.— Pero empezaré por donde corresponde… lo siento —inclinó un poco la cabeza.— Lo siento por lastimarte, y lo siento por no ser la pareja ideal para ti.


Tooru parpadeó, desconcertado.


—¿Pareja ideal?


—Somos los mejores amigos desde la infancia, te conozco mejor que nadie y tú me conoces mejor que nadie —siguió diciendo Hajime, con las manos entrelazadas y fijando la vista en sus pulgares.— También eres el mejor compañero que tuve y tendré en la cancha de volley, aunque lamentablemente yo no soy tu mejor compañero en la cancha, porque estás a un nivel muy distinto y son otros los que rinden mejor a tu lado —hizo una pausa para tomar aire.— Y, al parecer, tampoco soy la mejor pareja para ti.


—¿Quién dice que no… ? —empezó a refutar Tooru, pero Hajime le hizo un gesto para que no lo interrumpiera.


—Eres un jodido desastre, Oikawa Tooru —dijo Iwaizumi entonces.— Un caprichoso desastre que reclama y obtiene atención allá donde va, que brilla y destaca allá donde va, que se lleva el mundo puesto allá donde va —inspiró.— Un jodido desastre que merece un amor lleno de luces disco y canciones ochenteras, que haga el ridículo contigo y brille a tu lado, que todos los días grite a los cuatro vientos lo que siente por ti y avive los colores que destilas y no los opaque, y yo… —sacudió la cabeza.— Yo no soy ese amor.


—Iwa-chan…


—No soy ese amor, soy tu mejor amigo —continuó diciendo.— El mejor amigo que sabe soportar tus berrinches y caprichos, que entiende tus ridiculeces, que disfruta en parco silencio de tu brillo, de tu canciones desquiciantes y tu personalidad retorcida y brillante… un mejor amigo que no puede ser ese amor que mereces.


—Basta —pidió Tooru, tapándole la boca con ambas manos; se había inclinado por encima de la mesita que dividía los sillones para alcanzarlo.— No digas más esas cosas, no es cierto.


—Es la verdad —insistió Iwaizumi, tomando sus manos entre las suyas para bajarlas un poco y poder hablar.— Mereces algo especial, y aunque siempre he deseado que consigas lo mejor para ti… esta vez quiero arrebatar ese amor que mereces, quiero que me elijas a mí aunque no soy lo mejor —lo miró a los ojos.— He querido tenerte para mí durante más tiempo del que puedas imaginar, y cuando por fin te conseguí, no supe qué hacer y terminé arruinándolo todo, y lo siento mucho por eso —cerró los ojos un momento.— Quise mantener las cosas tratando de actuar como un adulto, maduro y confiable… pero no soy un adulto —sacudió la cabeza.— Soy solo un crío inmaduro que no sabe cómo hacer feliz a su primer amor.


Volvieron a quedarse en silencio y Tooru se sentó bien en su sillón una vez más.


—Eres injusto, Iwa-chan —dijo al cabo de un rato.— Piensas, asumes y haces todo por tu cuenta.


—Lo sé…


—Tienes mil defectos, Iwa-chan, los conozco todos y cada uno —continuó diciendo.— Y yo, ufff, mi lista de defectos debe ser astronómica, pero me trae sin cuidado —agitó una mano para restarle importancia.— No tengo idea si tú me mereces, o yo a ti, y francamente tampoco me importa —esbozó una sonrisa algo triste.— Yo también soy un crío inmaduro que no sabe muy bien qué hacer para mantener una relación a distancia con la persona que ama, porque soy pegajoso, fastidioso y quisiera estar pegado a ti por la cadera todo el día, y me deprimo si no es así —se encogió de hombros.— Pero si debo equivocarme, errar, llorar, frustrarme y volver a intentar hasta madurar y ser un adulto como corresponde… quiero equivocarme, errar, llorar, frustrarme y volver a intentar, todo contigo a mi lado.


Se quedaron observándose el uno al otro en un nuevo silencio, ninguno de los dos se movía para nada. Afuera había empezado a nevar y los blancos copos caían con fría tranquilidad al otro lado de la ventana, ajenos a la caldera de emociones que se gestaba puertas adentro.


—¿Sabes? —dijo Tooru de pronto.— Se supone que este sería un buen momento para que te acercaras y me besaras de una maldita vez, Iwa-chan —hizo un mohín.— Aprende a leer el ambiente.


—Maldito y caprichoso alien —murmuró Iwaizumi con una sonrisa de lado a lado. Se puso de pie al instante y tomó una mano de Oikawa para tironear de él y obligarlo a levantarse, abrazándolo estrechamente y hundiendo el rostro en su cuello.— Extrañaba esto…


—¿En serio? —musitó Tooru, cerrando los ojos con placidez al sentir la respiración de Hajime sobre su piel.— Nunca parece que me extrañes demasiado.


Iwaizumi gruñó por lo bajo y lo abrazó mas fuerte.


—Que no lo diga no significa que no lo sienta.


Oikawa lanzó un bufido.


—Pero si no lo dices, yo no me entero.


—Pues te extraño, maldita sea —Hajime alzó la cabeza para mirarlo a los ojos, sus narices casi se rozaban.— Cada jodido día que pasa extraño tu personalidad horrible e insoportable, tu irritante tono de voz cantando en las mañanas o en la ducha, tu exasperante forma de reclamarme atención todo el maldito tiempo…


—Extraña algo bueno de mí, Iwa-chan —se quejó Tooru, frunciendo el ceño.


Iwaizumi sonrió ante su gesto indignado y lo besó. Oikawa olvidó al instante sus quejas y le rodeó el cuello con ambos brazos, ladeando la cabeza para besarlo con más comodidad. Mientras sus labios danzaban parsimoniosamente y sus lenguas se entrelazaban con profundidad, Iwaizumi se dejó caer en el sillón nuevamente, sentando a Oikawa sobre sus piernas sin dejar de abrazarlo. La forma casi natural en que se amoldaban sus cuerpos uno al otro se sentía como volver a casa después de un largo viaje, el regreso al cálido lugar tanto tiempo añorado.


—Ah, lo siento —musitó Iwaizumi de pronto, cuando posó su mano sobre la rodilla de Oikawa.


—No te preocupes, ya está bien —repuso Tooru, con su mejilla pegada a la de su compañero.


Hajime asintió y le acarició la rodilla lastimada por encima del pantalón.


—El día de tu lesión quería estar en tu lugar —dijo entonces, muy serio.— Hubiese dado todo porque fuese mi pierna la que cedía, y no la tuya.


—Bueno, tampoco me agrada la idea de verte lastimado…


—No es solo la lastimadura, de eso te recuperas —sus dedos seguían describiendo círculos sobre su rodilla.— No fue el dolor de tu lesión lo que me lastimaba, era ver tu expresión al creer que tu mayor sueño acababa de romperse —lo abrazó más estrechamente.


—Creía que estaba todo acabado pero no fue así —dijo Oikawa con los ojos cerrados.— Y aunque puedo recuperarme, de todas formas he estado bastante deprimido al respecto, no sé qué rayos me pasaba, todo me parecía imposible… —suspiró y esbozó una sonrisa.— Pero ahora ya estoy bien, mi rodilla se recuperará del todo en poco tiempo y volveré a patear traseros en la cancha.


—Lo harás —sonrió Iwaizumi a su vez, y de golpe se puso serio, frunciendo un poco el ceño al observar la pierna de Tooru.


—¿Qué sucede?


Hajime tardó un poco en responder.


—Ese tal Tsugimoto ha ayudado mucho en tu rehabilitación —murmuró entonces.— Pero igualmente odio imaginármelo aquí, en tu departamento, tocándote como yo lo estoy haciendo ahora.


Tooru largo una risita.


—¿Estabas celoso, Iwa-chan? —preguntó en tono ladino, y recibió una mirada bastante hosca a cambio.


—Por supuesto que lo estaba —su ceño fruncido se acentuó.— No me respondías el teléfono, estabas evasivo y distante, las pocas veces que hablábamos estaba ese idiota aquí, comentando cosas raras de fondo, después nos peleamos, me pides un tiempo… y mi imaginación no ayudó mucho.


—¿Creías que estaba interesado en algo con él? —Iwaizumi solo gruñó.— Bueno, ahora puedes entender cómo me siento yo por ese estúpido compañero tuyo que te sigue como perrito…


—No hay comparación, Takahashi no significa nada para mí.


—Ni Tsugimoto para mí.


Iwaizumi entrecerró los ojos.


—Pero viene a tu departamento tres veces a la semana para manosearte.


—Es solo rehabilitación, Iwa-chan —aclaró Oikawa con una carcajada.— Y si es por manosearme… no me molestaría para nada que empezaras a hacerlo —su mano bajó hasta el pantalón de Hajime, desabrochándole el primer botón.


—Espera, espera, espera —dijo Iwaizumi en tono apremiante.— Tu rodilla no está del todo bien, no podemos…


—Iwa-chan, una jodida rodilla en recuperación no me impedirá tener sexo de reconciliación contigo —sentenció con firmeza, meneando el trasero sobre la entrepierna de Iwaizumi, ya que estaba sentado sobre él.


—Maldito alien caprichoso —murmuró Hajime una vez más, sonriendo, y lo besó con ansias mientras se ponían de pie.


Sin dejar de abrazarse ni besarse fueron avanzando hacia la habitación, dejándose caer sobre la cama. Iwaizumi quedó sobre Oikawa, y con cuidado de no maltratarle la pierna fue quitándole las prendas de ropa una a una.


—Deja de tratarme como si fuera a romperme, Iwa-chan —musitó Tooru.


—Shhh —lo silenció con otro beso, mientras enganchaba los pulgares en la ropa interior de Tooru para bajársela.— Deja de hacer berrinches por un rato.


—Mmmph.


Iwaizumi sonrió sobre sus labios y se quitó su propia camiseta para luego inclinar la cabeza y besarle el cuello, mientras sus manos recorrían el cuerpo de Tooru hacia abajo. Lo acariciaba con lento regocijo, como si quisiera volver a dejar impresos en la punta de sus dedos el tacto de aquellas curvas suaves, esas texturas tersas y ángulos marcados que tanto había extrañado. De su cuello pasó a lamerle los pezones, primero uno y después el otro, mientras Oikawa se arqueaba contra él para que sus excitadas entrepiernas se rozaran. Entonces Hajime fue descendiendo por el torso de Tooru, dejando un reguero de besos y mordiscos sobre su abdomen, su vientre… con cuidado lo hizo abrir más las piernas y besó el lado interno de sus muslos, para luego inclinarse sobre el duro miembro de Oikawa y tomarlo en su boca.


—Iwa-chan… —jadeó Tooru, con los ojos cerrados.— También quiero hacértelo…


—Será incómodo para ti.


—Pues, humm… —dudó, agitado.— Pongámonos de costado y ambos lo hacemos…


Un poco torpemente por las ansias se acomodaron uno para cada lado de la cama, para así quedar cada uno cerca del miembro del otro, y comenzaron a darse placer mutuamente, lamiéndose y succionando. Hajime aprovechó y deslizó su mano por el trasero de Oikawa, introduciéndole un dedo y luego dos. Tooru se retorció un tanto ante la invasión, hacía tanto que no tenían sexo que estaba un poco estrecho, pero no se quejó y continuó lamiendo el miembro de Hajime, hasta que los jadeos y los estremecimientos de ambos indicaban que no durarían mucho más si seguían así. Se apartaron y volvieron a su posición normal, uno sobre otro.


—Te haré daño si lo hacemos ahora —murmuró Hajime mientras se besaban, aún preparándolo con sus dedos.


—No me importa.


—A mí sí.


Tooru no tuvo más remedio que frenar su urgencia y revisar los cajones en busca del lubricante, que ya no recordaba donde demonios lo había dejado. Cuando por fin lo encontró se lo pasó al otro chico y volvió a desplomarse sobre la cama, estirando los brazos hacia Hajime.


—Ahora sí —dijo con una sonrisa.


Iwaizumi se tomó su tiempo preparándolo, metiendo y sacando sus dedos, dilatando, mientras lo besaba profundamente. Oikawa se retorcía y arqueaba contra el sudoroso cuerpo de su compañero, impaciente porque lo tomara de una vez por todas. Ni siquiera permitió que Hajime se pusiera un condón, quería sentirlo dentro suyo totalmente, piel contra piel. Cuando por fin Iwaizumi se hundió en el interior de Oikawa, sus sentidos se nublaron un tanto debido a la oleada de placer que lo golpeó, mientras Tooru jadeaba y gimoteaba debajo suyo, meneando la cadera, exigiendo más. Hajime quería mantener un ritmo cuidadoso pero, como siempre, la urgencia caprichosa de su pareja no le daba tregua, y pronto sus embestidas se convirtieron en un frenesí puro, que culminó en un estallido de placer, reverberando en todas sus terminaciones nerviosas.


Aquella noche lo hicieron dos veces más, hasta que por fin se durmieron satisfechos y felices en brazos del otro.


Por la mañana, desde el departamento vecino Kuroo escuchó un sonido que hacía mucho tiempo no se hacía presente: Oikawa cantando “Walking on sunshine” a toda voz.


—“I used to think maybe you loved me, now, baby, I’m sure…” —entonaba mientras preparaba el desayuno.— “Now I’m walking on sunshiiiiineeeee…


 


 

Notas finales:

Una vez más, MIIIIL, MILLLLL DISCULPAS, por la demora D: este fue un capítulo que tenía bastante ideado y pensaba actualizar una semana después del cap 31, pero a la hora de ponerme a escribirlo, pues... nope, no me gustaba. Pasé de tragedia al rosismo, del rosismo al ridículo, y de vuelta a la tragedia... Lo reescribí varias veces, me frustré, lo borré xDDDD y bueno, al final el resultado es este. Ya no sé si me gusta o no, pero lo terminé! -cae de rodillas y golpea el suelo.- No lo revisé del todo bien, porque ya me tiene harta XD así que disculpen si tiene algún error ortográfico raro o un dedazo loco por ahí, luego lo arreglaré bien :3 ENCIMA ME QUEDÓ LARGUISIMO! XDDDD wtf! A este paso el prox cap me llevará 30 hojas de word xD En fin, si algo puedo sacar en conclusión de todo el embrollo IwaOi... es que el Angst no es lo mío XDDDD no volveré hacer un cap dramático en mucho tiempo! -va y en el prox mata alguno (?).- Nah, mentira jajajaa Bueno, eso era todo, disculpen el desahogo loco, quería darles una explicación a los lectores habituales, se la merecen por seguir la historia amorosamente :3 Saludos a todos! Los amodoro :B


NOTA FINAL: como no séeeee si todo el mundo ubica las canciones de este cap, pongo los links por si alguien quiere escucharlas y entender xDDDD

"Everybody Hurts", de R.E.M: https://www.youtube.com/watch?v=ijZRCIrTgQc

"Love of my Life", Queen: https://www.youtube.com/watch?v=T73WhWTawCE

"Come and get your love", Redbone (pongo la intro de la peli Guardians of Galaxy): https://www.youtube.com/watch?v=x_jRQBGKPaA

"Hooked on a feeling", Blue Swede: https://www.youtube.com/watch?v=NrI-UBIB8Jk

"I'll stand by you", The Pretenders: https://www.youtube.com/watch?v=vKl7DrQj9ig

"Walking on sunshine", Katrina and the waves: https://www.youtube.com/watch?v=iPUmE-tne5U

 


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