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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

Llegó el cap DaiSuga!!! Papis cuervos reunidos <3

CAPÍTULO 9


 


 Eran pasadas las diez de la noche cuando Daichi, Koushi y Asahi salieron del local de comida en que se habían reunido junto con otros ex-compañeros de preparatoria, ahora la mayoría universitarios.


—Fue bueno volverlos a ver a todos —sonrió Asahi.


—Y lo dices ahora, Señor Negativo —Sugawara le dio un ligero golpe en las costillas.— De camino a la reunión no hacías más que lamentarte por lo que pensarían de ti al no estar estudiando, si no trabajando.


—Lo siento —se disculpó Azumane, llevándose una mano a la nuca.


—Lo estás haciendo muy bien, Asahi, deja de mortificarte —intervino Daichi.— Tomaste tu decisión con responsabilidad, no tienes nada de lo que avergonzarte.


Azumane nunca había sido demasiado diestro para los estudios y por eso siempre tuvo claro que al terminar la preparatoria, simplemente entraría a trabajar. Y había cumplido, consiguiendo un puesto en una buena tienda del centro comercial. De momento trabajaba en la bodega, pero sus jefes estaban muy contentos con su desempeño.


—Es solo que… ya saben —se encogió de hombros.— Todos ustedes serán profesionales, siempre me sentiré unos pasos detrás suyo.


Sugawara volvió a darle un manotazo en las costillas, esta vez un poco más fuerte.


—Para cuando nos titulemos tú ya serás gerente general de tu tienda —replicó con una sonrisa amable.— Además, una vez que sea abogado te haré juicio por calumnias cada vez que te menosprecies.


Daichi iba agregar algo, pero una voz detrás suyo los interrumpió.


—¡Koushi!


—¡Oh! —se sorprendió Sugawara al girar la cabeza.— ¡Hola, Yui! ¿También de salida?


—¡Hola a ti también, Azumane! —saludó la chica antes de responderle al chico.— Sí, estaba con mis amigas, te vi y… ¡Oh, Sawamura, cuánto tiempo! —añadió al reparar en Daichi.


—Michimiya —la saludó Daichi con un movimiento de cabeza.— ¿Cómo estás?


—Muy bien, muy bien —repuso la jovencita. Titubeó un momento y sonrió.— ¿Qué tal Tokio?


—Ajetreado y agobiante, pero va bien.


—Ya veo…


Hubo una pausa extraña que Suga se apresuró a rellenar.


—Te queda muy bien ese nuevo peinado —la elogió, pues Yui se había dejado crecer un poco el cabello.


—Oh, ¿te parece? ¡Gracias, Koushi! —se sonrojó un tanto.— Bueno, mis amigas me esperan, ¡es bueno verlos de nuevo, chicos! ¡Hasta luego!


Los tres la despidieron con la mano y retomaron la caminata. Daichi estuvo en silencio unas cuantas cuadras, mientras los otros dos charlaban sobre la reunión.


—¿Koushi? —preguntó de pronto.


—Dime.


—No, quiero decir… ¿Desde cuándo Michimiya te llama Koushi? —lo miró.— Y tú le dices Yui. No sabía que eran tan cercanos.


—Vamos a la misma universidad, solo es eso —explicó Sugawara con normalidad.


—En la preparatoria no se relacionaban tanto —observó Daichi.


—Oh, bueno, hace un tiempo coincidimos en una cita grupal a la que ninguno de los dos quería ir, y desde entonces nos llevamos mejor.


Asahi miraba a uno y a otro de sus dos amigos con creciente incomodidad.


—¿Cita grupal? —repitió Daichi y su expresión se ensombreció.


—¿Saben?, yo me voy por aquí —dijo Asahi entonces, señalando otra calle.— Tengo que hacer unas cosas antes de ir a casa… ¡Nos vemos mañana! —y se marchó tan rápidamente como pudo.


—Espantaste a Asahi, Daichi —lo reprendió Suga.


—¿Cita grupal? —volvió a repetir el chico.


Sugawara suspiró y lo miró con una sonrisa tranquila.


—Solo le hice el favor a unos compañeros de la facultad, porque a último momento les falló uno para la reunión —explicó con calma.— No es que me muriera de ganas de ir, pero tampoco significaba nada para mí, así que solo los ayudé.


Daichi frunció el ceño y se mantuvo en un reflexivo silencio durante unos cuantos pasos.


—¿Y eso qué tiene que ver con llevarte bien con Michimiya?


—Ella tampoco quería estar ahí esa noche —Suga hizo una mueca un tanto triste.— Solo quería superar, ya sabes… —lo miró con intención.— De alguna manera terminé siendo su psicólogo confesionario aquella vez, y sigo siéndolo desde entonces, al parecer —como su interlocutor no parecía convencido, Suga resopló.— Oh, vamos, Daichi, ¿qué es este interrogatorio? Sabes muy bien a quién quiere olvidar Yui, y no es precisamente a mí.


Aquello incomodó a Daichi, que guardó las manos en los bolsillos con gesto serio.


—Quizá deberías haber escuchado su confesión aquel último día de clases —opinó Suga con cautela.


—Michimiya es una buena amiga —replicó Daichi.— No quería herirla al rechazarla abiertamente. Soy un cobarde, ya lo sé.


—Pues la heriste igual al evadirla —puntualizó su compañero. Caminaron media cuadra más en silencio, y entonces Suga añadió:— Tal vez no hacía falta que la rechazaras.


Daichi se detuvo en seco y Sugawara hizo lo mismo unos pasos más adelante.


—¿De qué rayos hablas, Suga? —inquirió en tono lúgubre.— ¿Cómo no iba a rechazarla?


—Daichi… —bajó la vista y volteó el rostro hacia otro lado.


—Si estás saliendo con alguien, se supone que rechazas los avances de los demás —siguió diciendo Daichi, cubriendo los pasos que lo separaban del otro chico.— ¿Verdad, Suga?


Sugawara hizo un gesto apenado pero no respondió nada, ni levantó la mirada tampoco. Daichi le puso un dedo debajo de la barbilla para levantarle un poco el rostro y besarlo suavemente. La noche estaba cálida y estrellada, y las calles del barrio desiertas. Lo único que rompía el silencio nocturno era el sonido de los grillos.


—¿Qué pasa, Suga? —le preguntó cuando apartó el rostro para observarlo, mientras le acariciaba una mejilla.


—Pensaba que tal vez debiste elegirla a ella —musitó Sugawara con voz triste.


Daichi suspiró, meneando la cabeza, y lo envolvió en un cálido abrazo.


—¿Y de dónde surge esa idea absurda? —quiso saber.— ¿Acaso te estás juntando tanto con Asahi que ya te pegó su negatividad?


Pudo escuchar a Sugawara tragando con dificultad al tiempo que le ponía una mano en el pecho para apartarlo un poco, pero Daichi no dejó de envolverlo con sus brazos.


—No es eso —negó con la cabeza.— Daichi, continuar con esta clase de vida no es fácil… yo no tengo elección, yo soy así —lo miró a los ojos.— Pero tú sí puedes elegir, y no creo que esta sea la mejor opción para tu futuro.


Sugawara había descubierto su condición sexual a inicios de la escuela media. Hasta entonces su falta de interés por las niñas había pasado como algo normal debido a la niñez, pero llegado a ese punto, descubrió la verdad sobre sí mismo. Sus compañeros experimentaban sus primeras reacciones antes las chicas, pero a él nunca le sucedieron. No pensando en chicas, al menos. Su destino estaba marcado.


Por esa misma edad y ese mismo entonces, un pequeño Daichi tenía su primer flechazo pre-púber: su compañera de clases, Yui Michimiya. Todos sabían que ambos se gustaban, no obstante, ninguno de los dos tomaba el siguiente paso. Así fue como egresaron de la escuela media sin ser más que buenos amigos, y continuaron con la misma relación durante la preparatoria.


Daichi conoció a Sugawara en el equipo de volley de la preparatoria y se hicieron muy cercanos en poco tiempo. No supo en qué momento había dejado atrás su interés inocente por Michimiya, quizá fue algo que maduró por sí mismo con el tiempo, pero de pronto la única persona que ocupaba sus pensamientos era Suga, y durante el segundo año de preparatoria comenzaron con su relación a escondidas de todos. El único que sabía la verdad era Asahi, y claramente les mantenía el secreto.


Aquellos últimos dos años de preparatoria fueron increíblemente felices para ambos. Por un lado el equipo de volley de Karasuno salió adelante de forma excepcional, y además Daichi y Suga se disfrutaban el uno al otro sin reparos, con esa libertad absoluta y eufórica que sólo se experimenta en la adolescencia. Llegado el momento de dar el siguiente paso en la vida, ambos decidieron acudir a la misma universidad. Daichi quería continuar con el volley, y por eso eligió el ingreso a la casa de estudios cuyo equipo más le interesaba. Suga, por su parte, no pensaba seguir con el volley, sabía que su ciclo había concluido y ahora estaba enfocado en estudiar Derecho; pero aquello no le impedía tomar el mismo ingreso que Daichi. Ambos atendieron clases de preparación para los exámenes de fin de curso en la preparatoria, se esforzaron codo a codo, tanto con el equipo de volley de Karasuno como con sus estudios, y lo lograron: llegaron a las nacionales y también aprobaron el examen de admisión.


Pero la vida no suele funcionar como se la planea, no al pie de la letra. Sugawara tuvo algunos problemas familiares, su abuela sufrió un recaída de salud y la madre de él no podía cuidarla sola, porque además debía trabajar. De esta forma Suga finalmente decidió quedarse en la prefectura de Miyagi, para asistir a la universidad local y ayudar en casa con los cuidados de su abuela.


Aunque había sido triste para ambos ver rotos todos sus planes conjuntos, acordaron que la distancia no sería un problema para continuar con su relación. Y en verdad no lo era. Sin embargo, una vez abandonada la burbuja adolescente y enfrentado a los primeros indicios de lo que sería la vida adulta para un homosexual en una sociedad como la japonesa, Suga comenzó a temer por Daichi. Después de todo, Daichi era un chico “normal y sano”, como solía decir la gente al referirse a los heterosexuales. Le gustaban las chicas y, en verdad, el único chico en el que se había fijado era él. Suga, de pronto, se sintió inmensamente responsable por haber llevado a Daichi por un camino muy difícil, un camino que jamás hubiese tomado de no haberlo conocido.


Volviendo al presente, Daichi abrazó con fuerza a Suga, respirando el aroma de su cuello.


—No sé qué ideas raras has tenido en estos meses que no estuve —dijo en tono conciliador—, pero ya puedes ir descartándolas.


—En serio, Daichi, escúchame…


—No, escúchame tú ahora —le sostuvo el rostros con ambas manos, acariciándole las mejillas con los pulgares.— Te elijo a ti —lo besó antes de que Suga replicara algo.— Te elijo una —un beso más—, y otra —beso—, y otra —el último beso fue el más largo—, y otra vez.


Sugawara tenía el rostro encendido y no podía ocultar un sonrisita.


—Así me gusta más —murmuró Daichi, pasando un dedo suavemente sobre sus labios curvados.


—No quería sonar tan deprimente el primer día que vuelves a casa, lo siento —se disculpó Suga, pasándole los brazos por el cuello.— Soy un idiota.


—No, no lo eres. Solo estábamos lejos, me extrañabas, y eso hizo que te preocuparas con pensamientos tontos —sonrió.— Yo también pensé muchas estupideces por lo mucho que te extrañaba.


—¿Ah, sí? —la sonrisa de Suga se acentuó con ganas.


—Sí, todo el tiempo —confirmó Daichi.— Pero debo admitir que ni en el más funesto de los panoramas que imaginé, en ninguno de ellos pensé que sería Michimiya quien te arrebatara de mí.


—Oh, por favor —Suga se rió por lo bajo.


—No, en serio, ¿qué es eso de “Koushi”? —fingió cara de enojado.— ¿Acaso no sabe lo mucho que me costó llamarte por tu primer nombre?


—Y aún no lo haces —le recordó pellizcándole la nariz.— No cuando estamos vestidos, al menos.


—Eso tiene fácil solución —murmuró Daichi.


Con Suga abrazado a su cuello, Daichi se movió unos pasos hasta la oscuridad que ofrecía un pequeño callejón. Amparados por aquel precario refugio, comenzó a besarlo a conciencia. Suga inclinó la cabeza para darle más acceso a su boca, mientras una de sus manos se escurría por el cuello de la sudadera de Daichi, acariciándole los músculos superiores de la espalda; su otra mano reptaba por el firme abdomen del chico. Sus respiraciones iban agitándose más mientras Daichi hundía la lengua en la boca de Suga y le apretaba el trasero con ambas manos. En un momento lo alzó, apoyándolo contra la pared, y Suga le rodeó la cadera con las piernas, frotándose contra él.


Entonces sonó el celular de Sugawara. No contestó e l primer timbre, pero la segunda vez que sonó ya se habían soltado y había recuperado el suficiente aliento como para atender la llamada. Solo era su madre para saber si ya estaba en camino a la casa, pues ella tenía que atender el turno nocturno y entraba a las doce; era enfermera.


—En quince minutos estoy allí, mamá, no te preocupes —la tranquilizó antes de cortar.— Lo siento, hoy me toca cuidar a la abuela durante la noche.


—No hay problema, te haré compañía —repuso Daichi.


—No te preocupes, ve a tu casa a descansar —él tenía que ir cada una hora a constatar que su abuela estuviese durmiendo bien, y estar atento por si lo llamaba de pronto, adolorida. En verdad la anciana se quejaba de los cuidados excesivos que le prodigaban, pero ni su hija ni su nieto pensaban cesar en ello.


—No quiero descansar, quiero pasar el tiempo contigo —aclaró Daichi.


—Pero no podremos… ya sabes —Suga señaló hacia abajo. Los dos tenían sendos y notoriosproblemas.


—Tenemos toda la semana por delante para eso —le tomó la mano y reanudaron la caminata.— ¿Qué haces mientras montas guardia por las noches?


—Suelo leer, estudiar o adelantar trabajos —le contó Suga.— De vez en cuando veo una película.


—Pues hoy te acompañaré en eso mismo.


Y pasaron el resto de la noche en vela, viendo tonterías en la televisión; Suga sentado entre las piernas de Daichi, y éste abrazándolo desde atrás.


—¿Sabes? Kuroo dijo que cuando te llamo por teléfono suena como si hablara con mi esposa —comentó Daichi en un momento, cuando Suga volvía de una de sus incursiones para confirmar el estado de la abuela.


Suga se echó a reír, acomodándose de nuevo entre los brazos de Daichi.


—¿Y tú qué le dijiste?


—Solo le aclaré que hablaba contigo —hizo una pausa.— Pero eso me hizo pensar…


—¿En hacer de mí un hombre honrado? —dijo Suga en tono burlón, mientras estiraba la mano izquierda y movía el dedo anular.


—Llevamos tres años de deshonra, es un poco tarde para eso.


Suga chasqueó la lengua. Daichi rió y le tomó la mano estirada, entrelazando los dedos.


—No, me hizo pensar en todo lo que nos queda por delante, y que en cada uno de esos momentos te quiero a mi lado: compañero, amigo, novio, amante, esposo, no me importa la etiqueta; solo me importa estar contigo —lo miró muy serio.— Así que, por favor, no vuelvas a pedirme que piense en un futuro que no te incluya.


Suga asintió, un tanto apenado.


—Lo siento —se disculpó una vez más.— Fui un tonto, pero solo consideraba lo que es mejor para ti, en verdad.


—Lo sé, lo entiendo —le dio un beso la frente y lo abrazó con fuerza.— Pero lo mejor para mí está aquí, justo entre mis brazos.


 


MINI EXTRA


 


Yui observaba desde la vereda de enfrente cómo Daichi pasaba un brazo por los hombros de Suga, dándole un fugaz beso en la sien mientras charlaban observando una vidriera. Quiso decir algo, al menos saludarlos desde lejos, sonreírle un último adiós.


Pero no pudo.


Un camión acababa de aplastarla.


FIN


 


PD: JAJAJAJA lo siento por eso último XD no es parte real del fic. Surgió hablando tonterías con una amiga un día que estábamos muy furiosas con Yui por ser una amenaza para nuestro yaoi Daisuga (?), e inventamos muertes ridículas jajajaja lo siento para las que les caiga bien Yui, nada personal, son solo delirios ridículos y quería compartirlo con uds ajajajaj saludos!

Notas finales:

Lo siento por agregar en el fic la aclaración de lo último XDDDD era por si alguien no llega a las notas finales y no leía de qué se trataba jajajaja

Fue un cap más serio que los demás porque los papis cuervos no son tan ridículos... salvo lo que agregué yo al final JAJAJA *le da risa la desgracia de yui. Es una mala persona*

 

Saludos! :3


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