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El club de los 5 por Ushicornio

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Notas del capitulo:

Un día cualquiera en la vida de los tres idiotas (Oikawa, Kuroo, Bokuto) XD 

CAPÍTULO 2


 


Una semana más tarde, Tooru ya casi se había adaptado por completo a su nueva vida. Resultó ser que tanto Kuroo como Bokuto habían ingresado a su misma universidad. Como Tooru, Bokuto había sido reclutado por uno de los entrenadores deportivos de la institución (aunque sus calificaciones no eran de lo mejor, sí lo era su habilidad atlética), y Kuroo no la había tenido difícil para ingresar por su desempeño académico y deportivo en la preparatoria. Así que los tres pasaban mucho tiempo juntos entre clases, además de ser vecinos. Como todavía no comenzaban las actividades deportivas en la universidad, se dedicaban a entrenar juntos por su cuenta, también le enseñaban a Tooru a manejarse por Tokio, y por las noches pasaban mucho tiempo observando videos de otros equipos, los tres en pijama y pantuflas, comiendo porquerías.


—¡YA ES LA HORA! —gritó de golpe Bokuto, cuyo pijama incluía una sudadera impresa con las #72 debilidades que hasta ahora Akaashi le había descubierto, rematando con una frase automotivadora sobre ser el As de la cancha.


—¿Dónde está el control? —quiso saber Kuroo ahogando un bostezo. Estaba estirado de costado en el piso con la cabeza apoyada sobre una mano. Se lo veía relajado como un gato al sol mientras se levantaba la vieja sudadera oscura de Nekoma para rascarse el estómago.


Tooru, con los anteojos puestos y vistiendo un suéter de ovnis con pantalones de estrellas y planetas a juego, se estiró para tomar el control y cambiar del video deportivo que veían, al canal de teleseries. Los tres se habían enganchado al drama nocturno del momento.


—Listo.


—¡Shh, shh, va empezar! —exclamó Bokuto con ansiedad.


—Nadie estaba hablando —murmuró Kuroo, lanzándole un cojín por la cabeza. Bokuto lo remató por costumbre y el cojín terminó golpeando la lata de soda de Tooru, que cayó y le mojó los pantalones.


—¡Mi universo! —se indignó poniéndose en pie de un salto.


—¿Te presto unos pantalones? —preguntó Kuroo, aunque su postura no indicaba que tuviese la más mínima intención de levantarse en las próximas cuarenta y ocho horas del fin de semana.


—No, está bien, voy a cambiarme y vuelvo —repuso Tooru.


—¡Te perderás lo mejor! —le advirtió Bokuto sin apartar la vista de la pantalla.


Tooru se apresuró a ir a su casa, no solo por la necesidad de cambiar su ropa, si no porque era hora de su “llamada nocturna”. Sonrió como un idiota al entrar a su apartamento y al instante sacó el celular para marcar el número de Iwa-chan.


La segunda noche desde su llegada a Tokio lo sorprendió recibir una llamada de Iwaizumi. El grito de emoción que lanzó hizo que incluso Kuroo y Bokuto se preocuparan y le tocaran la puerta para ver si estaba bien o había visto una aparición. Resultó ser que Iwaizumi lo llamaba solo para ver cómo estaba llevando la nueva vida, porque había apostado con Hanamaki y Mattsun que en cuanto llegara a Tokio se echaría a llorar en algún rincón.


—Pues esta vez perdiste la apuesta, Iwa-chan —replicó Tooru con toda la dignidad que pudo juntar tras unos milisegundos de duda.


Hubo un silencio en la línea.


—¿Cuántos minutos lloraste?


—Solo cinco —gruñó Tooru entre dientes, resignado.— ¡Pero absolutamente no fue por ti!


Otro silencio.


—Perfecto, mañana comeré ramen gratis gracias a tus lágrimas, lo disfrutaré doblemente.


—¡Iwa-chan, eres malvado! ¡Deberías querer verme sonreír!


—¿No lo estás haciendo ahora? —indicó con un tono tan naturalmente confiado que Tooru no pudo contradecirlo, aunque trató de tirarse las comisuras de la boca hacia abajo, sin éxito.— Como sea, era solo eso. Hablamos otro día. Bye.


Y sin siquiera darle oportunidad de despedirse, cortó la comunicación.


A partir de esa llamada se hablaron todas las noches de esa semana, turnándose de tácito acuerdo para llamar un día Tooru, y otro día Iwaizumi. Las llamadas duraban poco, entre cinco y diez minutos, y no hablaban de nada en especial, solo se contaban cosas del día a día; sin embargo Tooru se pasaba el día entero anhelando esos diez minutos de cada noche. El problema es que siempre se perdía el inicio de la teleserie y Bokuto lo molestaba al respecto, pero ni una abducción alienígena lo apartaría de aquellas llamadas nocturnas.


Aquella noche Iwaizumi le comentaba que había pasado a ver a los chicos por la preparatoria de Aoba Johsai. Ese tema de alguna manera derivó en inventarle nuevos apodos a Ushijima y desear que todos sus nuevos compañeros de equipo le hicieran bullying como en la primaria, eso lo desmoralizaría, entonces cambiaría de identidad y se mudaría del país para vivir en el anonimato de la tundra siberiana.


—Estuve analizándolo mucho, y encontré una de las pocas cosas positivas de no ir a la misma universidad contigo, Iwa-chan —comentó entonces, mientras trataba de cambiarse el pantalón del pijama con la mano libre.


—No verte la cara todos los días es una de esas cosas.


—¡Ñeeh! —Tooru le sacó la lengua a pesar de que no podía verlo.— Sé que extrañas más de lo que admitirás jamás, hum —esperaba alguna respuesta cortante, pero no la hubo. Tampoco confirmación, pero el silencio hablaba por sí mismo. Carraspeó para seguir con un tema menos complejo.— Como te decía, lo positivo de ir a universidades distintas, es que tenemos doble chance de derrotar a Ushivaca —sonrió complacido ante esa perspectiva.— Tanto mejor si lo vencemos los dos con nuestros equipos, pero si no es así, tu victoria será mía, y la mía será tuya.


Iwaizumi tardó en responder, y cuando lo hizo tenía un tono burlón:


—¿Así que ahora empezamos con la parte sucia de la charla?


Tooru quedó desconcertado un momento, con el pantalón a medio bajar.


—¿Sucia? Solo dije que la mía serí… ¡Oh! —sintió que la cabeza se le incendiaba de golpe.— ¡IWA-CHAN!


—Debo irme a cenar, hablamos mañana. Bye.


Y otra vez le cortó sin dejarlo despedirse, dejándolo con la cara hirviendo y el pulso por las nubes. No habían tocado aún el tema del beso de aquella última noche, ni la torpe confesión subsiguiente, pero de alguna manera Tooru sentía que sus esperanzas aumentaban por momentos. Si chillaba emocionado lo escucharían al lado, así que optó por saltar, olvidando que tenía el pantalón atorado entre las rodillas y por lo mismo cayó de cabeza al suelo.


Diez minutos más tarde entraba de nuevo al apartamento de sus compañeros.


—¡TARDE, OIWAKA! —bramó Bokuto. La TV pasaba la tanda publicitaria ahora, por lo que el chico búho había apartado la mirada de la pantalla unos minutos.— ¡No sabes lo que te perdiste!


—No, evidentemente no lo sé —repuso Tooru ubicándose en su lugar junto a la mesa de la sala.


—¿Y a ti qué te pasó? —inquirió Kuroo, mirándolo con curiosidad.


—Oh, nada, solo tropecé con unas cosas en el suelo —repuso Tooru pasándose una mano por la banda curita que traía pegada en la frente.


—No me refiero a eso —replicó Kuroo esbozando una sonrisa felina.— Te ves raro…


—¡SHHH, YA EMPIEZA DE NUEVO! —interrumpió Bokuto entonces, agitando los brazos.


Tooru se calzó los anteojos y pretendió concentrarse en la teleserie, aunque sentía la mirada de Kuroo analizándolo de a ratos. Estúpidos gatos extra perceptivos, era como si entendiera por qué derrotero iban sus pensamientos en ese mismo momento. Media hora más tarde terminó el capítulo de aquella noche y Bokuto lanzó un gemido frustrado.


—¡Qué final! —exclamó mientras se limpiaba una lágrima de las pestañas.— Pobrecit… ¿Y tú de que te sonríes? ¡La última escena fue súper dramática! —señaló a Tooru con un dedo acusador.


—¿Yo? ¿Sí? —replicó Tooru. Su mente había volado muy lejos durante la última media hora, y tenía pegada una sonrisa idiota a la cara. Trató de disimular— Uff, qué tarde es, muchachos, hora de ir a dormir —se apresuró a añadir mientras estiraba los brazos sobre la cabeza, desperezándose.


Kuroo lo retuvo por la muñeca cuando quiso ponerse de pie para marcharse.


—Ya tendrás tiempo de dormir cuando estés muerto —dijo.


Hubo un silencio de desconcierto general.


—Wow, bro, qué profundo —comentó Bokuto asintiendo con aire de sincero respeto.


Tooru se echó a reír y Kuroo lo soltó para darse con la palma en la frente.


—Vamos, siéntate de nuevo y cuéntanos todo —le indicó Kuroo a su vecino.


Tooru se moría de ganas de compartir sus tribulaciones con alguien, pero al mismo tiempo quería llevarse su secreto a la tumba.


Bokuto los miraba a uno y a otro, muy serio.


—¿Contarnos qué? —quiso saber.


Tooru rió de nuevo y Kuroo puso los ojos en blanco.


 

Notas finales:

Gracias por leer! Quien terminó de leer y llegó hasta acá xD :3


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