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De demonio a ángel. por DarkSweetLady

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no basket son de Tadatoshi Fujimaki 

Notas del capitulo:

Hola chuladas!! 

Tenía esta idea desde hace un buen rato y la verdad me obsesiones con escribirlo, peeeerooo no lo acabe, esta quedando un poquito más largo de lo que imagine así que será un fic de pocos capitulos. 

espero que les guste nwn 

En un bar en el centro de Tokio, un joven de unos veinticinco años, alto de cabello negro y ojos azules, esperaba sentado en una mesa. El joven llevaba puesto un traje negro, camisa blanca, sin corbata y zapatos de gala, daba el aspecto de un ejecutivo. Su nombre Takao Kazunari, y estaba ahí esperando a un cliente. Un mesero se le acercó con una sonrisa,  el peli negro le pidió un ginebra con hielo mientras esperaba.

El mesero no tardó mucho en llevarle su cuba y Kazunari le agradeció nuevamente con una sonrisa. Amable y guapo, era el aspecto que tenía, una “buena persona”.  Para Takao aquella descripción le sonaba a mentira. La verdad era que Takao tenía una doble vida, una que iba más allá de lo malo. Pero pasando de su doble vida, el peli negro era en sí, un ciudadano promedio responsable con una vida ordenada.

Daba clases en una escuela primaria a niños de entre 10 a 12 años; llevaba una rutina de ejercicios y un régimen alimenticio estricto para mantenerse sano y en forma; tenía una buena relación con los demás profesores, ni muy lejana ni muy profunda; mantenía el mismo tipo de relación con sus vecinos, era amable, cortes y cumplido con sus pagos mensuales de sus diferentes servicios. Un ciudadano promedio responsable.

Media hora después cuando ya iba por su segundo ginebra, apareció su acompañante. O mejor dicho, su cliente. Este era bajito, o al menos más bajo que él, de constitución delgada, piel blanca y ojos azules como su cabello. Parecía buena gente, pero si lo estaba contratando era de todo menos buena gente.

-Buenas noches – le saludo el otro

-Buenas noches… Sr. Kuroko.

Takao le señalo la silla frente a él y Kuroko tomo asiento.

-La verdad soy una persona algo ocupada, así que agradecería tu brevedad, asumo que traes todos los datos que te han pedido.

-Sí aquí los traigo – le afirmo el peli celeste - ¿Cómo dice que se llama?

-Llámame Hawk, no necesitas saber nada más – el peli negro le sonrió y le extendió la mano – Déjame ver la información.

El peli celeste le entrego un folder de color amarillo. El mesero se acercó para tomar la orden de Kuroko, este solo pidió un agua mineral, que le fue traída casi al instante. Takao seguía leyendo las hojas que le habían entregado.

-Bien parece un caso un tanto complicado, pero será realizado en tiempo y forma.

-Muchas gracias Hawk-san – dijo el peli celeste con una leve reverencia – Por el pago no se preocupe, mi esposo es rico, en cuanto lo mate toda esa fortuna será mía y le podré pagar bastante bien.

-Cuándo nos contactaste te debieron dar una tarifa estándar, sin embrago esa tarifa puede subir dependiendo de la meticulosidad con las que se lleve a cabo el trabajo – le explico Kazunari – El trabajo que pide es muy meticuloso.

-No importa, ya se lo dije, tendré una fortuna tras la muerte de mi esposo.

Takao asintió y termino su bebida. Era sorprendente la carencia de emoción de aquel cliente, hablaba como si estuviese comprando ropa en un centro comercial equis. Generalmente los clientes le contaban las mil y un razones por las que querían deshacerse de las personas, el odio era el motivo más común que había, el interés también aunque este venía siempre seguido del odio, nunca tan vació como el de Kuroko Tetsuya.

-Perfecto entonces, usted sabrá cuando el trabajo este hecho, si después de un mes no ha pagado lo contactaremos.

Kuroko asintió. Kazunari dejo unos cuantos billetes para pagar sus consumiciones y se fue. Al salir tomó un taxi, ya estaba oscuro, le dijo la dirección en que debía conducir y media hora después se bajó en un parque, le pago al taxista y cuando vio que el auto ya no se veía comenzó a andar por la calle.

Del parque a la  casa de su colega o a su propia casa era un camino corto. De pequeño aquella distancia le habría parecido sumamente larga, pero mientras uno crece los alrededores se vuelen pequeños, el mundo perdía su grandeza inicial.

Al llegar a la residencia de su colega, subió por el elevador y entro al departamento como si fuese suyo. El departamento era sencillo pero el dueño lo había diseñado de forma que se veía elegante e incluso más espacioso de lo que era. El recibidor estaba ordenado, un par de tennis estaban ahí bien alineados. Casi todas las luces estaban prendidas. Takao encontró a su colega en la sala leyendo acompañado de una copa de vino.

-Kazunari ¿Qué tal te fue? – Le pregunto el chico sin mirarlo - ¿Todo bien con el cliente?

-Todo bien – le respondió Kazunari dejando el folder con la información en la mesa de centro, y luego se dirigió a la cocina en busca de una copa – demasiado plástico aquel sujeto, no parecía que le importase mandar a matar a alguien.

-A mí también me pareció un tipo muy seco cuando hablamos, pero eso no es de nuestra incumbencia.

-En eso tienes razón Tooru-chan – le respondió Kazunari sentándose en el siguiente sillón y llenándose la copa - ¿Qué tal te fue a ti?

-Aburrido, como siempre – respondió Tooru y siguió leyendo.

Tooru. Ôshima Tooru, era su colega en el bajo mundo. Un chico de su misma estatura, de piel morena clara, cabello corto y levemente ondulado color castaño obscuro, sus ojos eran cafés y al sonreír, justo como lo hacía después de probar un buen vino, se le marcaban los hoyuelos en las mejillas, más en la derecha que en la izquierda, deforme, era como le llamaba Kazunari de cariño.

Él era quien coordinaba los clientes hacía distintos matones en la capital y en el norte del país. Era por decirlo de algún modo, el líder de aquella pequeña mafia.

-¿Qué clase de sujeto es esta vez? – le pregunto Tooru dejando el libro de lado.

-Al parecer un ejecutivo importante, tendré que ser cuidadoso, más de lo normal.

-Llévalo a un motel y mátalo, como siempre, del cadáver no te preocupes, yo te puedo ayudar.

-Ohh pareces estar muy generoso el día de hoy – Kazunari le sonrió y lleno la copa contraria – te tomare la palabra, lo hare como siempre y te dejare el resto a ti.

-Pero no te confíes, sabes que me gustan las cosas bien hechas.

-Lo sé, lo sé. Te conozco mejor que nadie.

-Mándame lugar y hora, para que te ayude.

-Hecho.

Takao termino su copa la llevo a la cocina y se marchó después de darle las gracias y las buenas noches. No tardó mucho en llegar a su departamento, este si bien era un poco más amplio que el de Tooru, el desorden le hacía ver más pequeño. Kazunari boto sus zapatos y camino a su habitación dejo regada la ropa mientras se desvestía, ya tendría la mañana para ordenar y eso, mientras quería descansar y pensar en cómo haría para que el tal Kagami Taiga cayera en su juego de seducción…

Miro una foto del sujeto, al menos esta vez era apuesto, así le daría menos asco tener que jugar a seducirlo. Se quedó dormido a los minutos. Soñó con un bebé gateando por su departamento…

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Kagami llegó a su departamento pasadas las doce de la noche. Su esposo ya estaba durmiendo y él no pudo evitar sentirse triste, ya eran casi dos semanas que al llegar a casa lo encontraba rendido al sueño, y solo cruzaban palabras al despertar cuando tenía que irse a su trabajo.

Con cariño acomodo los desordenados cabellos celestes y beso la frente de su esposo. Luego se quitó la ropa y se metió a la cama.

Para colmo, mañana en la mañana su esposo viajaría a visitar a su familia en el sur y él tenía que quedarse por trabajo… Un día más que no se verían….

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Kazunari se acomodó la camisa por enésima vez, se pasó una mano por el cabello y sonrió buscando con la mirada su objetivo. No tardó mucho en encontrarlo, nunca pasa desapercibido un hombre de metro noventa con cabello rojo y espalda ancha. Estaba sentado en la barra de aquel bar. 

Kagami Taiga bebía una cerveza, él se pidió un whisky. Cuando le entregaron su bebida, el pelirrojo lo volteo a ver y Kazunari alzó el vaso como si brindaran, Kagami lo imitó. Tras beber el primer whisky el pelinegro se movió de asiento quedando al lado del pelirrojo.  Si Takao era bueno en algo, era haciendo platicas, por ello rápidamente estuvo enfrascado en una larga conversación con el pelirrojo, copa tras copa.

¡Y hablaron de tantas cosas! Kazunari estaba realmente sorprendido. La charla con Kagami resultaba de lo más amena, entretenida y pacífica, el hombre al parecer amable por naturaleza aun cuando en principio se había mostrado algo tímido después, una vez que agarro cierto nivel de confianza, comenzó a hablar abiertamente de él. No del tipo incrédulo que habla enseguida de cómo es su casa, si tiene familia o cuánto gana, no, hablaba de sus gustos, de lo que no le agradaba, de trivialidades, de política, economía, problemas sociales. Kagami Taiga, según había visto aquella noche, era un pan de dios, un hombre humilde, amable con sueños de progreso.

Él sabía perfectamente que Kagami tenía un alto cargo como ejecutivo de uno de los hospitales más grandes en Japón, sabía que el tipo era adinerado, claro está, pues esa era la razón para que lo mandasen a matar. Lo que no lograba comprender era el por qué su esposo buscaría deshacerse de él. Era un hombre demasiado bueno como para desearle la muerte, esa fue su impresión.

También había la posibilidad de que Kagami fuera, como dicen “farol de la calle y oscuridad de su casa” entonces Kuroko seguro sufriría de violencia doméstica, pero aquello tampoco cuadraba, de ser así, habría por lo menos manifestado algún tipo de sentimiento, ya fuese temor u odio. Pero aquel extraño peli celeste no había mostrado más que un claro interés monetario, y de haber sufrido algún maltrato se le hubiera visto, pues las ropas del peli celeste permitían ver brazos, parte del pecho, incluso los tobillos, y no había marcas. Kazunari apostaba que Kagami no era un hombre violento.

Después de haber estado tomado y platicado por más de un par de horas, Takao decidió sacar a colación el tema del amor…

-¿Y estarás de casualidad soltero? – pregunto con picardía acariciando su brazo.

-Estoy casado – le respondió Kagami con una sonrisa cálida, pero sin apartarlo – Él es maravilloso, pero últimamente estamos muy distanciados, el con su trabajo, yo con el mío…

-Debí imaginarlo… los hombres guapos nunca están solteros – Kazunari volvió a acariciar el brazo del pelirrojo y este ahora había captado las intenciones, Taiga se sonrojo al instante – Es una lástima…

-T-tu ¿t-tienes pareja? – le pregunto el pelirrojo.

-No… termine con mi novio, por la distancia – Kazunari le dedico una triste sonrisa – No debes dejar que la distancia les afecte…

Kagami intento consolarlo, y cuando lo abrazo Kazunari sonrió para sus adentros. El peli negro paseo su nariz por el cuello contrario, con los ojos llorosos, las mejillas sonrojadas, los labios entreabiertos, el beso fue casi natural. Y un beso lo inicio todo. Kagami primero quiso negarse, pero no pudo, no con el vulnerable pelinegro entre sus brazos.

Kazunari sabía de besos, caricias y seducción. No tardó mucho en hacer que Kagami se entregara a él. Aparte tenía el chantaje emocional, diciendo cosas como que se sentía tan solo, que estaba tan triste. Y Kagami también estaba tan solo, tan olvidado, hacia tanto que no tenía a su esposo en sus brazos, y ahora tenía un apuesto peli negro dispuesto a entregársele.

Fueron al motel más cercano. Kazunari le pidió que lo esperara y entro al baño. Frente al espejo Takao intento darse fuerzas, no quería matarlo, era demasiado bueno ¿Merecía una muerte tan traicionera aquel ángel pelirrojo? No, eso seguro.

Al Salir del baño Kagami lo esperaba con una sonrisa, solo llevaba los bóxers puestos, Kazunari estaba en igual de condiciones. Con la vista busco la orilla de la cama donde descansaba su pequeña arma, parte de su trabajo era siempre tener lista aquella arma en la misma habitación del mismo motel cuando hacía un trabajo.

Kazunari se abalanzo hacia Kagami, entre besos y caricias, roces, gemidos, jadeos, la temperatura aumentando, sus cuerpos transpirando, las caderas del pelirrojo chocando de manera acelerada contra las de Kazunari, mordidas, rasguños. La habitación se había llenado del olor a sexo y Kazunari se había llenado de la cálida esencia de Kagami Taiga.

Taiga dormía abrazado a él, usando su pecho como almohada. Kazunari desde esa posición podría sacar la pequeña arma en forma de picahielos para clavársela en su nuca en aquel punto estratégico que le causaría una muerte rápida. Estuvo buen tiempo acariciando la cabeza ajena sintiendo constantemente ese punto que sabía debía atacar. Pero la fuerza le falló, no pudo hacerlo, y en la madrugada se puso su ropa, dejo una nota y se fue.

Afuera del motel, por la parte de atrás, ya le esperaba Ôshima en una camioneta. Kazunari subió al asiento del copiloto y  se froto las manos por el frio de la mañana.

-¿Dónde está? – pregunto Tooru impaciente.

-No lo haré, cancela el trabajo – le dijo Kazunari sin mirarlo a los ojos.

-Tengo otros hombres que podrán hacerlo entonces.

Kazunari lo miro por primera vez. Ôshima no pudo ignorar aquella mirada suplicante.

-No lo mates por favor – pidió Kazunari con los ojos cristalizados – Es buena persona, no merece tal suerte, te lo pido.

-Nunca juzgues a la primera, ya deberías saber que no todo el mundo es como se muestra – le regaño Ôshima – Aparte sabes que si no lo hacemos nosotros lo harán ellos.

Kazunari le puso su mejor carita de perro bajo la lluvia y Tooru que no podía contra esos ojos solo suspiro.

-Vale, cancelare el trabajo, pero no puedo hacer más, no poder meter mano si “ellos” lo toman, tendrás que vértelas tú.

Kazunari le sonrió y le tomo la mano estrechándola con fuerza. Se alegraba de tener un amigo como Ôshima. Pero sabía que el trabajo no terminaba con solo cancelarlo; si Kuroko había dado con ellos podría dar con el otro bando. La mafia que se ocupaba de los asesinatos estaba dividida en dos, quienes controlaban el norte y quienes controlaban el sur y ambas bandas podían trabajar en la capital, ese era el trato. Ôshima manejaba el norte. El líder del sur Kazunari no lo conocía, pero sabía que era una persona fría, calculadora y despiadada, el mismo Tooru había estado a punto de morir en sus manos, eso contaban las malas lenguas.

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Kagami despertó después del amanecer, lo primero que encontró fue la nota del peli negro, en esta le pedía una disculpa por haberlo dejado, excusándose con que había olvidado tenía un compromiso laboral que no podía cancelar por nada del mundo, le agradecía la maravillosa noche y le decía que le encantaría repetir, hasta abajo había dejado su número de celular.

Taiga sabía que conservar ese número no sería bueno. Le había sido infiel a Kuroko y si aún le guardaba un poco de respeto a su esposo tenía que tirar aquella nota. Lo cierto es que fue incapaz de tirarla y en cambio la guardo en un compartimento secreto de su cartera. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado!! 

Muchas gracias por darle oportunidad a esta historia <3 

Para los que leen "Perfect" la actualización será mañana, me apena decir que nuevamente me retrase, aparte de que me obsesione con esta historia, al momento de escribir el capitulo de Perfect me bloquee y aun no lo termino, pero aun trabajo en él, si llego a terminarlo antes pues por aquí lo verán. Disculpen las molestias. 

 


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