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Ayudame a recordarme por Shiochang

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Ayúdame a recordarme

Vuelvo a la carga, creo que aún no sé si este sea el capitulo final o no, no voy a adelantarles nada, porque nada sé, pero espero les guste y dejen comentarios.
Por cierto, el título del séptimo libro es tema de especulaciones (sale el 22 de julio en Inglés ¿por qué no lo traducirán al tiro? Se evitarían el pirateo), pero para mi tendría que ser Harry Potter y las reliquias mortales, después de todo tenía que comenzar a buscar el resto de los horcruxes ¿no? En fin, ni Rowling quiso decir nada al respecto, sólo que se andaba bastante cerca con las especulaciones.
Bueno, basta de filosofar, vamos a la historia.

El despertar del Árbol Sagrado

Kingsley Shacklebolt, Nyphandora Tonks, Ronald Weasley y Devon Bangles estaban en el hall de los Malfoy mirando a los dos hombres que se habían presentado ante ellos, los dos primeros estaban más bien divertidos por la presencia del rubio y del moreno, ninguno de ellos parecía dispuesto a ayudar al pelirrojo y a su compañero, era bastante obvio.
- Me temo que ninguno de ustedes va a pasar de esta parte de la mansión – les dijo el rubio muy serio – Harry no saldrá de esta casa a no ser que él lo quiera así.
- Y nadie lo arrestará tampoco – aseveró Sigfrid en el mismo tono.
- ¿Y se puede saber quiénes son ustedes? – dijo Bangles molesto.
- Master Malfoy – dijo el rubio – y soy un elfo guerrero – sonrió al verlo abrir los ojos – y este es Sigfrid Potter, somos invitados en esta casa.
- Los elfos guerreros desaparecieron hace muchos siglos – dijo Tonks divertida.
- Pues aún quedamos algunos por allí – se encogió de hombros – ahora…
- Nosotros tenemos una orden de arresto contra Harry Potter – dijo Ron molesto.
- Según el propio Harry nos contó, eras uno de sus mejores amigos – le dijo el elfo – no puede ser que estés dispuesto a meterlo preso.
- Ha causado estragos con la magia negra que ha usado no hace mucho rato.
- Quizás, pero Harry no estaba en pleno control de sus poderes – le dijo Sigfrid – él en estos momentos se encuentra inconsciente, debilitado por tratar de controlar esa magia que todos debieron de haber sentido y temido.
- Tengo la ligera sensación que ustedes están obstruyendo la ley – dijo Bangles – podrían ir una temporada a Azkaban por ello – los amenazó.
- Pues les diré que no arrestarán ni sacaran a nadie de esta casa – dijo Master molesto – y se irán por donde vinieron por su propia cuenta antes que los declare visitas non gratas y la magia del lugar los expulse como tales.
- Están metidos en problemas – dijo el pelirrojo y se fue con su compañero.
- ¿Y ustedes dos? – dijo Sigfrid molesto cruzándose de brazos.
- No pretendemos arrestar a nadie – le dijo Kingsley divertido – sólo cumplíamos con acompañarlos, sin embargo queremos saber por la salud de Harry.
- Él estará bien luego de descansar un poco, tuvo un pequeño escape de ira, pero lo pudo controlar, mas ello ha significado que agotase sus fuerzas.
- ¿Se podría saber qué hace Harry en la mansión de los Malfoy? – dijo la mujer intrigada – es lo que todo el mundo se pregunta, si ellos fueron enemigos…
- No sé mucho al respecto – dijo Sigfrid mirando a Master – sólo lo que nos han contado Draco e Ian desde que llegaron a…
- Sigfrid – lo interrumpió, no debía revelar la existencia de Avalon sin la autorización de sus señores – veo que ustedes si son amigos de Harry.
- ¿Podríamos verlo? – preguntó la pelirrosa y luego cayó en cuenta de algo – si Keller y Draco están aquí, también ese joven alemán que es novio de este último.
- Quizás eso se lo deba explicar alguien más – dijo Master pensativo – espero que ustedes no delaten al resto de los refugiados que hay en esta mansión.
- ¿Qué quiere decir con eso? – dijo Kingsley asombrado – Remus está aquí ¿no?
- Si – le dijo guiándolos a la sala de descanso, al parecer el tal Snape no terminaba de ser torturado por sus recuerdos del pasado – pero también hay dos personas más – empujó la puerta y le sonrió a los demás antes de dejarlos pasar.
- Veo que tenemos más visitas – dijo Lucius soltando a James.
- Ese no es Harry ¿verdad? – dijo ella muy asombrada mirando al hombre.
- Querida mía – le dijo Sirius divertido – ese no es otro que James Potter ¿no sabías que padre e hijo eran idénticos con excepción del color de ojos?
- ¿Sirius? – dijo ella abriendo los ojos como platos antes de echarse llorando a su cuello – Merlín, yo pensaba que te habíamos perdido para siempre.
- Bueno, pude haberlo estado, pero fueron por mi – le sonrió – ya, no seas tonta.
- Así que usted es el famoso James Potter – dijo Kingsley divertido – lo que me extraña es que tres personas que se consideraban muertas aparecieran de nuevo por estos rumbos ¿se puede saber a qué se debe este milagro?
- A que ninguno de los tres estuviera realmente muerto, simplemente todos lo creyeron así – le dijo James – pero no conozco tu nombre, eres auror ¿verdad?
- Soy Kingsley Shacklebolt y ella es Nyphandora Tonos, y ciertamente somos aurores – le sonrió – pero ni ella ni yo los vamos a llevar al ministerio ¿se imaginan el escándalo que se armaría? – se sentó – el actual jefe del departamento está loco por demostrar que es capaz de llevar bien su cargo, en especial desde que regresó Harry, muchos quieren que el muchacho tome su lugar para que el departamento vuelva a ser el mismo, pero la camarilla que acompaña al ministro es la que más tiembla dado que la opinión publica se ha puesto de parte de Harry Potter y están seguros que sólo él puede solucionar el problema que hemos tenido con las barreras mágicas.
- Verás ¿te puedo llamar Kingsley? – le dijo James y él asintió – en realidad ha sido el descontrol mágico de Harry el que ha desestabilizado las barreras mágicas de cuanto lugar hemos visitado él y yo, sin embargo, podemos darle solución al problema, pero para ello necesitaremos ayuda.
- Papá, debemos partir a Howgarts – dijo Harry entrando acompañado por Draco.
- Hijo, debiste quedarte descansando – le dijo Sirius preocupado acercándose a él obligándolo a sentarse echándole una fea mirada a su pareja.
- No me quiso hacer caso – se defendió Draco molesto y preocupado – y estoy bastante mareado por los embates de su magia de hace un rato.
- ¿Dónde está Heinrich Töpper? – dijo Tonks preocupada.
- Ha recobrado su verdadera forma – le dijo Remus – Harry y Heinrich son la misma persona, Tonks, sólo que él no lo recordaba hasta ahora.
- Mejor no preguntemos cómo – intervino Kingsley interrumpiendo a la pelirrosa antes que tomara la palabra – lo único que debemos saber ahora es cómo podemos ayudarlos a salvar de nuevo el mundo mágico.
- Se nos dijo que debíamos buscar la semilla del árbol sabio – le dijo Harry cansado – y que las únicas que sabían de él eran las Hadas del Bosque Blanco en Irlanda del Norte, pero para llegar hasta ellas debemos pedirle ayuda a los centauros ¿verdad, papá? – lo miró.
- Pero los únicos centauros que habitan en Inglaterra viven en el bosque prohibido – agregó Draco – necesitamos llegar al colegio lo más pronto posible.
- Nosotros aún mantenemos contacto con McGonagall a través de la base de la orden – le dijo Kingsley – quizás debamos comunicarnos con ella a través de la red flú y podremos viajar por ella al colegio y evitarnos problemas.
- Ni James ni Draco pueden viajar por medios mágicos – dijo Master.
- ¿Por qué no? – dijo Tonks preocupada mirando a ambos aludidos.
- Porque ellos están embarazados – le dijo Lucius – y aún no alcanzan las 6 semanas para sobreponerse al riesgo de una pérdida.
- Pero no podemos perder más tiempo – le dijo Harry – o las barreras mágicas caerán de forma definitiva no sólo aquí – tomó aire – estuve en Drumstang para terminar mi enseñanza mágica y en la academia de Aurores de Alemania, además de muchos lugares mágicos en el continente mientras estudiaba.
- El mapa de las zonas interiores nos dirá qué hacer – dijo James sacándolo del bolsillo – Por favor, los señores de Avalon te solicitamos tu ayuda para cumplir nuestra tarea – le dijo tocándolo con la llave.

“La magia negra ha sido liberada y modificada por su señor, ahora podrá buscar el árbol sabio y realizar el ritual mágico para tenerlo de vuelta, la magia que se había desestabilizado ha vuelto a la normalidad, pero sólo por 48 horas. Ambos señores de Avalon deben ir juntos con las Hadas y para viajar deberán preparar la poción protego protectio interis, así no afectarán a los embarazados”

James miró asombrado al mapa que de inmediato se plegó sin dar ninguna otra información. Lo levantó de nuevo y trató de hacerlo hablar, pero este no le respondió más que “no abuses de la magia agotada del otro señor de Avalon” y desistió de inmediato, no iba a arriesgar la salud de Harry por nada del mundo.
- Vamos a tener que buscar esa famosa poción – dijo Remus.
- Al menos nos trajimos el caldero de Merlín – dijo Draco – así nos aseguramos que resulte – sacó una cajita de su bolsillo y lo agrandó.
- No recuerdo haber oído ni leído nunca de esa poción – dijo Lucius – siempre me han gustado las pociones y jamás la había escuchado nombrar.
- Debe ser una poción muy antigua ya que se sabe que el libro desapareció con los Druidas – dijo James – deberíamos buscar en la biblioteca del colegio…
- El mapa ordenó que los señores de Avalon no se separaran – le recordó Harry – y sin la poción aquella no puedes ir al colegio sin peligro.
- Quizás Snivellus la conozca – dijo Sirius pensativo – siempre metido en ellas…
- No quiero tener que pedirle ayuda – dijo James – más después de lo que ha pasado por causa de mi hechizo – suspiró – pero aún nos queda un remedio – se volvió hacia Lucius – tienes ese tónico mágico de recuperación ¿verdad?
- ¿Qué pretendes hacer? – le dijo poniéndose de pie yendo hacia el gabinete y sacando un frasquito de color violeta que le entregó al moreno.
- Genial, esto ayudará a Harry a recuperar sus fuerzas y podremos invocar a algún druida del pasado que nos dé la famosa poción – le explicó dándole el tónico a su hijo – podría intentarlo solo, pero con la magia de Harry podremos atraer a la persona correcta al primer intento.
- Perdone que lo interrumpa, pero ustedes han mencionado varias veces a los señores de Avalon, pero se sabe que ese lugar ya no existe – dijo Tonks.
- Perdona, pequeña – le dijo Master divertido – Avalon sí existe, sólo que se mantiene oculta de los ojos de los curiosos, dado a un potente hechizo que permite que sólo aquellos que provienen de allí puedan encontrarla, como lo es la familia de los Potter, últimos magos enlazados por sangre a la ciudad.
- Pero tú vienes de allí ¿no? Y dijiste que eras un Malfoy – replicó ella.
- Lo nuestro es algo aparte, soy un elfo guerrero y soy considerado una criatura mágica, no un mago, pese a mi apariencia humana y a la magia que soy capaz de hacer – sonrió – por eso la dinastía de los Malfoy es más reciente que la de los Potter, porque no se nos consideraba como para que ellos tuviesen sangre pura.
- Pero ellos son magos, no descendientes de criaturas mágicas – insistió.
- Las cualidades del elfo guerrero quedan supeditadas al poder del mago, es decir, se anulan en la mezcla y los rasgos se van perdiendo lentamente, por eso lo único que conservan es el color de los cabellos y los ojos, sería casi un milagro que apareciera algún otro atributo de mi raza en ellos ahora.
- Y por eso nosotros no podemos entrar a Avalon ¿verdad? – dijo Draco.
- Bueno, creo que ahora sí podrán – dijo divertido mirando a Harry – en especial si estás unido a uno de sus señores con algo mucho más fuerte que la magia misma.
- Ahora lo que debemos hacer es buscar el lugar adecuado para la invocación – dijo James – necesitamos un lugar amplio en el cual podamos dibujar los signos necesarios para el ritual – miró a Lucius – supongo que cuentas con lo necesario.
- Por supuesto – le dijo haciéndose el ofendido – y como ya estamos metidos hasta el fondo, que importará echarle un poco más de leña a la hoguera.
- Esto no es magia negra, Lucius querido – le dijo James – es magia blanca.
Tonks y Kingsley sonrieron, todo el mundo sabía que los Potter no usaban magia negra a no ser que fuera estrictamente necesario y aún así era complicado.
- Bueno, nosotros nos retiramos – dijo ella divertida – y no sabemos nada.

Bajaron a la cámara oculta debajo del salón, la misma en la que Lucius le diera un cuerpo a James, y este le dijo a Harry que lo ayudara a trazar un circulo en torno a ellos con una tiza mágica mientras él dibujaba una serie de signos mágicos a su lado, le señaló que dibujara un segundo más ancho y dibujó una estrella de seis puntas en el centro poniendo cada punta contra uno de los signos, luego le dijo a su hijo que dibujara una segunda estrella llevando de guía los trazos suyos mientras él dibujaba otras figuras fuera del circulo exterior. Terminaron y ambos se enderezaron mientras los demás retrocedían hacia las paredes, James se paró frente a su hijo y extendió su diestra con la varita al mismo tiempo que lo hacía su hijo topándose ambas en las puntas, un sonido como de un trueno se sintió al contacto y de inmediato las figuras dibujadas en el suelo comenzaron a arder en un fuego azulado alrededor de ellos antes de comenzar a aclararse poco a poco hasta tomar un color muy pálido como las de un fantasma. Harry y James respiraron hondo concentrándose en la poción que querían lograr, era la única forma que apareciera el druida que necesitaban de regreso. James miró a su hijo y los que estaban afuera notaron algo extraño, ambos tenían los ojos en blanco.
- James Potter y Harry Potter piden la presencia del druida mayor – dijo el primero con voz apagada y ronca, como si le costara montones sacar el habla.
- Harry Potter y James Potter piden la presencia del druida mayor – dijo el hijo con la voz grave y rasposa, como si le quemase la garganta el sacar el habla.
- “Dos descendientes de druida piden mi presencia – dijo una voz espectral que le puso los pelos de punta a los presentes – exijo saber para qué se me necesita”.
- Necesitamos preparar la poción protego protectio interis – le dijo James casi sin voz, dolía bastante el tener que mantener ese hechizo, más si no contaba con aquel calmante que los chamanes solían usar para atraer los espíritus tan lejanos.
- “Bien, te daré los ingredientes y el modo de preparación” – le dijo y Remus se apresuró a activar la pluma a vuela pluma para que no se perdiera un solo detalle mientras el fantasma le daba los datos que querían uno a uno, las cantidades que se debían usar y luego la preparación, era rápida de preparar, pero había ingredientes… Prefirió no hacer comentarios mientras veía a James y a Harry debilitarse cada vez más, pero el druida mayor se quedó en silencio – “y agregarás al final una lágrima de náyade” – dijo desapareciendo.
Lucius saltó, lo mismo que Draco, a detener a su Potter que se había desmayado dado al excesivo gasto de energía mágica utilizado en el conjuro.
- Una poción complicada, no por la preparación – dijo Lucius cargando a James de regreso a las habitaciones superiores – sino por los ingredientes – dejó a James en el sillón viendo como Sigfrid ayudaba a Draco a hacer lo mismo con Harry – ¿de dónde se supone que vamos a sacar lágrimas de náyade? Porque ellas ni siquiera en Avalon existen – miró a Master y este negó con la cabeza.
- Quizás pudiéramos reemplazarla con una lágrima de sirena – dijo Ian pensativo.
- Las lágrimas de Náyade son muy especiales – dijo Master – una sirena llora igual que nosotros, agua salada, sin embargo una náyade llora lágrimas plateadas y estas se solidifican cuando caen de su rostro, como cristales de plata.
- Entonces, eso es lo que lloró Harry hace un rato – dijo Draco – yo las guardé cuando él se desmayó antes, no tenemos que preocuparnos por ellas.
- Bien, el asunto serán los demás ingredientes – dijo Sirius – y el reposo bajo la luna llena ¿Cómo conseguiremos algo así sin que afecte a Remus?
- Remus ya no es un hombre lobo – le dijo Ian viendo que James despertaba – Harry consiguió la poción necesaria dos días antes de entrar en Avalon.
Un ruido los hizo voltearse, se habían olvidado de la presencia de alguien más en esa casa, y al parecer el hechizo de James lo había afectado bastante, se le veía muy pálido, al parecer también había llorado mientras los recuerdos dolorosos se le mezclaban en la cabeza removiendo cosas que de seguro ni quería recordar.
- Muy bien, Snape, espero que hayas recapacitado finalmente – le dijo James.
- Sé que le hice mucho daño a tu hijo, pero has sido terriblemente cruel – le dijo – no tenías derecho a hacer algo semejante en mi mente ¿no te bastaba con…?
- Lo siento, Snape – le dijo este sinceramente – pero yo no sé que clase de recuerdos tú guardas, pero sí sabía que siempre has creído que Harry ha llevado una vida fácil y que le gustaba llamar la atención, por eso te di todo aquello.
- Ciertamente el muchacho sufrió mucho cuando era niño, pero él es tan…
- ¿Gryffindor? – le dijo al ver que no encontraba el adjetivo correcto – así es él, fuerte como un roble, pero creo que has tocado muchas veces sus puntos sensibles y para un Potter la familia lo es todo por encima de lo que sea.
- Bueno, ya que te has dado vuelta por los recuerdos dolorosos de la infancia de Harry y por los tuyos propios – dijo Lucius – quizás puedas ser de utilidad.
- No veo por qué debiera hacerlo después de lo que me hicieron – replicó molesto.
- Porque mientras no repares el daño, el hechizo volverá a ti en sueños – le dijo James con suavidad – así que, o nos ayudas o le pides disculpas a Harry.
- Tú tenías que ser, puedes ser más tortuoso que el Señor Oscuro – replicó.
- Pues aún puedo tomar otra clase de represalias – le dijo con suavidad divertido.
- Qué tengo que hacer – le dijo fastidiado mirando a Draco haciéndole cariño a un aún inconsciente Harry – pero ¿tú no estabas con ese joven alemán? – lo miró.
- Heinrich y Harry son la misma persona – le dijo Draco – mi pobre amorcito.
- Y él está embarazado de ti – le dijo molesto – es el colmo, primero el padre…
- No, Harry no está embarazado – le dijo Draco – yo estoy embarazado de él.
- ¿Qué? – dijo mirando a Lucius – tú dijiste que estaba embarazado.
- El otro embarazado es James – le dijo Sirius y lo vio sentarse, al parecer esto no le estaba cuadrando muy bien al profesor de pociones y ello divertía a los merodeadores – tiene poco más de una semana ¿no, Cornamenta?
- Merlín, todos estos Malfoy están mal de la cabeza – dijo moviendo la suya.
- Es algo especial – dijo James – el hijo no es de Lucius, es de Draco – y se rió al ver la cara de horror que el maestro ponía – no, yo no me he acostado con el novio de mi hijo, seré pervertido, pero no he caído tan bajo, es un accidente mágico que aún no tiene respuesta – se explicó – y lo que queremos hacer es esta poción – se la entregó y lo vio fruncir el ceño – Draco tiene las lágrimas de náyade y Lucius se puede conseguir gran parte de los ingredientes, pero se necesita que la prepare alguien que no esté relacionado sentimentalmente con aquellos en los que se va a usar la poción – miró al rubio – uno soy yo, así que quedan descartados Remus, Sirius, Sigfrid, Draco y Harry, y el otro es Draco, así que quedan descartado Lucius y Master, yo tampoco puedo hacerla, así que sólo quedan Ian y tú, pero Ian queda fuera porque está relacionado sentimentalmente con Sigfrid – suspiró – los Potter siempre hemos sido bien apetecidos.
- Y siempre has sido un engreído y pretencioso – le replicó Snape molesto.
- ¿Lo vas a hacer, sí o no? – le dijo Draco fastidiado con él – no tenemos tiempo que perder, se nos dijo que teníamos 48 horas para cumplir nuestro objetivo o las barreras mágicas caerían definitivamente – les recordó – los magos quedarían totalmente expuestos al mundo muggle, igual que muchas criaturas mágicas.
- No sé para qué necesiten semejante poción, nunca le he preparado, así que si no sirve, no va a ser mi culpa, en especial por eso de la luna llena – miró a Remus – se necesitaría de un hechizo especial para invocarla por unas horas y afectaría a este licántropo, sería peligroso sin la poción mata lobos en su sangre.
- Te equivocas medio a medio – le dijo este – ya no soy hombre lobo, Harry encontró la cura, quizás tarde para muchos en Inglaterra, pero en el resto del mundo aún deben quedar y podremos curarlos de forma definitiva.
- Y contamos con el caldero de Merlín para que la poción resulte sí o si – dijo Sigfrid – una de las cualidades de haber sido forjado en Avalon.
- De acuerdo – dijo a regañadientes – veo que no tengo salida, pero conste que no lo hago por ustedes – le dijo a los merodeadores que lo miraban divertidos.
- Pues recuerda que no te hemos perdonado aún – le replicó James – lo que quiere decir que podemos buscar otra forma de torturarte ¿sabes?
- Ustedes son más retorcidos que un basilisco – le replicó y se volteó a Lucius – dame los ingredientes e iré a tu cámara a preparar la poción.
Lucius miró el techo y luego asintió, estaba seguro que su casa se iba a convertir en una casa de locos dentro de muy poco tiempo, en especial si los merodeadores aún no estaban conformes con lo que le habían hecho a Snape.

Era más de media noche cuando Harry despertó de nuevo, había dormido en el regazo de un igual de dormido Draco, estaban en la sala de estar y allí no estaban los demás, de seguro habían ido a preparar la famosa poción y ahora estaban tratando de invocar la luna llena para darle uno de los toques finales. Suspiró pensando en qué habría sido lo que lo había despertado pese a lo cansado que se sentía luego de llamar al fantasma de ese druida tan lejano. Se sentó y vio a una lechuza bastante torpe revoloteando por la sala y la reconoció, era Pigwideon, la lechuza que Sirius le había regalado a Ron al finalizar el tercer año. Se apartó de Draco tratando de no despertarlo y se acercó a la atolondrada ave y tomó la nota:

“Querido Harry, perdona que tenga cara de acudir a ti en busca de ayuda, en especial después que mi propio hijo haya dictado tu arresto (si, es culpa de Percy que te persigan), pero eres la única persona que nos puede ayudar en estos momentos. Verás, Bill y Fleur están aquí de visita, nos vinieron a informar que al fin seremos abuelos, pero siendo que él tiene rasgos de hombre lobo, pretenden venir a detenerlo, la misma Hermione nos lo dijo ya que Ron vendrá en la mañana a llevárselo ¡Es su hermano! Pero parece haberse contagiado con la ambición de Percy y no quiero ni pensar que lo lleguen a condenar a muerte como a todos los hombres lobos que han conseguido atrapar, menos mal que Remus está a salvo.”

Harry miró la nota preocupado, su amigo había odiado a Percy cuando traicionó a su familia, nunca quiso seguir su ejemplo, aunque detestaba ser pobre, siempre se lo había dicho, pero no le cuadraba que fuese peor que este ¿dónde habría quedado el Ron que él conocía? ¿Qué había pasado con toda aquella influencia que Hermione solía tener sobre él? Por lo visto se había transformado en el monstruo que siempre juró no sería, pero esperaba poder hablar con él y que las cosas volvieran a ser como antes, cuando estaban en la escuela.
- Amor, tengo algo que hacer – le dijo a Draco y este abrió los ojos adormilado – si los demás llegan antes que yo, estoy arreglando un asunto en la Madriguera ¿ya?
Draco lo miró algo atontado por el sueño y asintió mirando como Harry se acercaba a la chimenea y encendía el fuego para lanzar los polvos flú a este.
- Harry, ten cuidado, no te vayan a arrestar – le advirtió y Harry asintió mientras decía con seguridad el lugar al que se dirigía, La Madriguera. Una vez allí miró a la Señora Weasley que lo abrazó llorando junto a un señor Weasley que estaba más delgado y más calvo de lo que lo recordaba, que también lo abrazó con fuerza.
- Gracias por venir, Harry – le dijo cariñoso – sabíamos que podíamos contar contigo de cualquier forma, aunque temimos que los Malfoy no quisieran que…
- No se preocupen – les sonrió enternecido, aquella era su familia favorita – aunque ellos no quisieran, hubiese venido igual – le sonrió – y tengo algo que ayudará mucho a Bill – sacó una botellita del bolsillo de su túnica – se llama lupus acaben, es la cura a la licantropía, así que supongo que borrará las feas cicatrices que él tiene en la cara, debe tomarla ahora, antes que amanezca.
- Se encuentra en la habitación que era de Ron – dijo la señora Weasley – los gemelos están tratando de calmarlo un poco, está un tanto nervioso por eso que va a ser padre y que quizás no alcance a conocer a su hijo – sollozó – pero es Fleur la que nos preocupa, no ha tomado nada de bien la noticia e insiste en que es su culpa por haber querido venir a darnos la noticia en persona.
- Subamos – dijo el señor Weasley y entraron en la habitación en que los pelirrojos más jóvenes conversaban en voz baja – tenemos visitas – les dijo y los tres se voltearon a ver al visitante poniéndose de pie de inmediato.
- ¡Harry! – gritaron los tres y lo abrazaron con fuerza – que bueno que estás bien.
- Si, le traigo algo a Bill – dijo entregándole la botellita – tómatelo de inmediato y verás que todo será distinto de ahora en adelante – le sonrió.
- ¡Haggy! – dijo una voz femenina con acento francés y Harry se volteó a ver a Fleur que lo abrazó con fuerza – que bueno que viniste, no sabíamos que haceg…
Bill miró un poco más la botellita antes de beberse de golpe su contenido, el efecto fue inmediato, una luz dorada blanquecina lo rodeó antes de subir de sus pies a la cabeza, emitió un sonido ahogado cuando la luz encandiló a los observadores y luego desapareció dejando a Bill en el centro con el cabello en la cara. Este se enderezó echándose en cabello largo hacia atrás y todos los Weasley dieron un grito asombrado ¡había vuelto a ser un hombre guapo, como antes del ataque!
- Por Merlín – dijo la señora Weasley acercándose a su hijo tomando su rostro entre sus manos – has vuelto a la normalidad – y se echó a llorar acompañada de Fleur, ambas muy emocionadas – no podrán decir que eres en parte lobo.
- Pero debo decirles algo – les dijo Harry – esa poción quita la licantropía, sin embargo, todas las cualidades que adquirió por la maldición seguirán con él, lo mismo le pasó a Remus – sonrió – sí, el está conmigo en la mansión Malfoy.
- Pero se ha murmurado mucho respecto a tu embarazo y que eres pareja de Lucius – le dijo el señor Weasley preocupado – pero nosotros no lo creemos.
- Pues es mentira, yo no estoy embarazado – le dijo Harry – y tampoco soy pareja de él, mi pareja es Draco y es él el embarazado – sonrió al ver la cara horrorizada de los gemelos – todo el mundo asumió que era yo quien andaba con Lucius Malfoy, pero era alguien que es muy parecido a mi, sólo que tiene el color de los ojos distinto a los míos, pero parece que nadie ha reparado en ello.
- Se ve la luna llena – dijo Fred parado frente a la ventana de la habitación.
- Eso significa que ellos están completando la poción – dijo Harry pensativo – debo regresar a la mansión, Bill ya está a salvo – se volvió hacia Fleur – felicitaciones, supongo que él o ella será compañera de mi hijo dentro de unos años.
- Harry, ten mucho cuidado – le dijo Bill sentado de nuevo en la cama – no quisiéramos que cayeras en Azkaban, no después de todo lo que has hecho por el mundo mágico y por nuestra familia – le rogó.
- No se preocupen por mí – sonrió de nuevo – tengo ahora una familia y más protectores de los que jamás soñé que tendría – les informó – todo irá bien.
Arthur y Molly Weasley lo acompañaron de regreso a la cocina y lo vieron irse.
- Malfoy Manor – dijo en voz alta y de inmediato quedó atrapado en el remolino de fuego verde que lo llevó de regreso a la mansión de su pareja.

James miraba a Draco asombrado ¿Cómo que Harry se había ido a la madriguera y él estaba allí tan tranquilo? Si a Harry lo podían mandar a Azkaban si lo pillaban fuera de la mansión, de por sí Ron lo quería detener ¿acaso no comprendía en que lío estaba metiéndose su pareja? ¿Y si la nota era falsa? Bien sabía que Harry iba a ir en ayuda de sus seres queridos sin investigar primero.
- Estoy de regreso – le dijo Harry y su padre se acercó a él preocupado – ¿pasa algo malo? – le dijo extrañado al ver que su padre lo registraba a conciencia.
- Simplemente estaba preocupado por ti, podrías haber caído en una trampa.
- No lo pensé – le dijo mirando a Draco – pero la señora Weasley no me habría escrito aquí si no fuera cierto que Bill estaba en problemas, pero ya no, le he dado la misma poción que le dimos a Remus y no podrán mandarlo a Azkaban.
- Pero es que no puedo creerlo – dijo Sirius entrando en la sala – sé que Percy era tan distinto al resto, que los había traicionado por ambición personal, pero pensé que Ron era mucho mejor, nunca habría entregado a su familia de esa manera.
- A algunos la desaparición de Harry los volvió locos – le dijo Remus – a Ginny le afectó mucho y trató de suicidarse, ahora está interna en San Mungo bajo la más estricta vigilancia, a Molly aquello la tuvo al borde de la locura también y muchos lloraron mucho su pérdida, yo también estuve muy mal en ese tiempo.
- Los merodeadores estamos hechos de otra madera – le dijo James – ustedes debieron soportar más de una pérdida y reponerse para seguir adelante.
- ¿Terminaron la poción? – los interrumpió Draco – quiero ir a dormir a mi camita.
- Snivellus está seguro que está completa, pero hemos decidido dejarla reposar mientras el encanto de la luna llena desaparece – dijo James – así que podemos irnos a dormir hasta que salga el sol, nos iremos a primera hora al colegio.
- Muy bien – dijo Harry tomando del brazo a Draco – descansemos mientras se pueda, no creo que sea una tarea muy fácil la que debemos cumplir.
- Si, vamos a descansar – dijo Sirius conteniendo un bostezo – es sumamente aburrido ver a Snivellus y Lucius afanándose en una poción.
Harry asintió y se dirigieron a sus respectivas habitaciones en silencio, era mejor que trataran de descansar lo mejor posible hasta que amaneciera.

James se despertó con un peso sobre su pecho, no era algo realmente molesto, pero no era nada de divertido despertarse con esa sensación. Abrió los ojos dispuesto a buscar sus lentes antes de recordar que ya no los necesitaba, se volteó con cuidado y se sentó molesto al descubrir que estaba acompañado.
- Lucius, dijiste que ibas a respetar mi privacidad – le dijo fastidiado.
- No seas mal genio, leoncito, pero cuando me fui a mi habitación mi cama estaba muy ría y solitaria, así que no pude aguantarme la tentación de hacerte compañía.
- Si encontrabas que tu cama estaba fría, bien pudiste hechizarla o pedirle a uno de los elfos que te pusiera una bolsa de agua caliente – le replicó – no tenías para qué venir a molestarme a mí precisamente – agregó bajándose de la cama.
- Vamos, es más divertido despertarse acompañado – trató de abrazarlo.
- Si querías tener compañía ¿por qué no te buscaste a alguien más? De seguro Snivellus habría estado más que dispuesto a tenerte en su cama esta noche.
- No seas pesado – le dijo enojándose – Severus no es de mi gusto – agregó y luego sonrió – ¿o es que estás celoso que me haya puesto a trabajar con él?
- ¿Y por qué iba a estar celoso de semejante idiota? – le dijo sorprendido.
- No lo sé, quizás porque él está siempre en mi casa y trabajamos juntos haciendo las pociones – se encogió de hombros – dicen que los gatos son posesivos.
- Pues estás muy equivocado, Lucius Malfoy, yo no podría sentir celos de semejante espécimen porque le gano y por paliza en cualquier cosa que tú quieras probar – le dijo caminando hacia el baño – por cierto, es mejor que te vayas a tu habitación y te vistas para que vayamos a desayunar, los demás ya deben de estar listos – tomó ropa de la cómoda y lo miró, se notaba que el rubio no quería salir de la cama – ni jures que te voy a dar un espectáculo vistiéndome delante de ti, si es necesario me vestiré en el baño, así que te puedes ir olvidando de…
- De acuerdo, de acuerdo, no necesitas amenazarme con nada – le dijo divertido sentándose en la cama al fin – sólo quería sentir tu calor un rato más, es todo.
- Lucius, sabes perfectamente que lo que menos tenemos es tiempo – le recordó desde la puerta del baño – desde el escape de magia de Harry tenemos ya pasadas alrededor de 10 horas de las 48 que teníamos, así que lo mejor es que comencemos a apurarnos si no queremos perder nuestro mundo como lo conocemos, no creo que podamos vivir otra cacería de brujas como las de la edad media, además de que estarían en riesgo todas las criaturas mágicas.
- Ustedes los Potter siempre pensando primero en los demás – suspiró saliendo de la habitación – quizás por eso quedan tan pocos de ustedes – terminó cerrando la puerta molesto, no le agradaba aquello, pero James tenía razón.

En el desayuno se respiraba un ambiente tenso, Harry se veía más descansado pero se le notaba algo nervioso. A su lado, Draco comía como quien no puede tragar, lo mismo que James, mientras Sirius, Remus, Ian y Sigfrid se bebían el té muy nerviosos, los únicos que parecían calmados eran Lucius y Master que revisaban una vez más el plan de acción, siempre teniendo en cuenta la posible negativa de ayuda de los centauros, siempre reacios a tener comunicación con los humanos dada la forma en que ellos habían sido tratados por los magos.
- Minerva ha enviado una nota – les dijo Snape mirando a unos y a otros, la tensión en el aire se podría haber cortado con una cuchilla – dice que podemos presentarnos cuando lo creamos conveniente en el colegio a través de la red flú, que esta permanecerá abierta desde las ocho hasta las nueve en su oficina.
- Entonces, cuanto antes nos pongamos en camino, mejor – dijo James dejando su taza en el plato – el tiempo apremia – se puso de pie y salió en silencio rumbo a la sala de estar seguido por todos los demás para usar la chimenea al colegio.
- Pienso – dijo Ian – que no deberíamos ir todos, es decir, se nos dijo que los señores de Avalon debían ir a cumplir la misión, por lo tanto deben ir obligatoriamente sólo los Potter, los demás sobramos – miró a Harry.
- Todos estamos embarcados en el mismo buque, Ian – le dijo Harry – es cierto que parecemos muchos, pero siempre podemos necesitar ayuda ¿sabes cuantos vigilaban mi accionar sin que yo lo supiera cuando vivía con mi familia muggle? – miró a Remus y este sonrió – doce personas, incluida una squib y un mago ladrón.
- Pero es que siento que vamos a estorbar más que otra cosa, no sé nada de ese colegio, sólo lo que ustedes me han contado en este tiempo – le recordó.
- Pues siempre dijiste que te hubiese gustado conocerlo – le recordó Draco – es tu ocasión de hacerlo. Además, mientras más seamos, menos son las posibilidades de un fracaso – se volvió hacia los mayores – supongo que no van a causar un desastre si Severus nos acompaña ¿verdad? – le dijo a James.
- Todo depende de cómo él se comporte – le dijo Sirius divertido.
- Si ellos se comportan, también lo haré – replicó este amoscado con ellos.
- Entonces, hay tregua entre los Merodeadores y Severus Snape – dijo Harry divertido mirando a los primeros que se encogieron de hombros y asintieron.
- No te preocupes, yo me encargo de cuidarlo – le dijo Master divertido con la actitud de los Merodeadores, era tan típico de los Potter formar grupos así de unidos y revoltosos que estaba seguro que el pocionista iba a necesitar…
- Muchas gracias, pero no necesito una niñera – le replicó este molesto.
- Deberías tratar mejor a Master – le dijo Lucius – después de todo es un Malfoy y esta casa lo considera de la familia, no querrás problemas con ella ¿verdad?
Snape lo miró molesto y asintió, meterse con un Malfoy siempre acarreaba problemas, ya fuera que estuviera a su favor o en su contra, uno nunca sacaba nada bueno de ello ¿no había sido por ello que había perdido a esa persona que tanto le gustaba en el pasado? Claro que los entrometidos Merodeadores también tenían la culpa por meterle ideas en la cabeza a este, en especial James Potter.
- Bien, nuestro accionar deberá ser en dos grupos – dijo James – somos muchos y podemos dividir nuestro accionar – miró a Sirius – Canuto, creo que tu familia tenía una mansión en Irlanda de Norte ¿verdad?
- Así es, Blackmoon house – asintió él – pero ha estado abandonada por casi un siglo dado que esa zona la habitan los muggles y tú sabes como era mi familia.
- Gran cosa – le dijo Harry – en el castillo en Edimburgo no tuvimos problemas dado que los elfos y las voces del silencio la mantenían intacta, y eso que según ellos los Black no iban por allá desde hacía más de cincuenta años.
- Que extraño, Grimauld Place nunca estuvo muy bien cuidada que digamos – dijo Sirius pensativo – pero quizás sea por el tipo de elfo que quedó allí y al hecho que el retrato de la loca de mi madre no dejaba hacer una limpieza decente.
- Bueno, Sirius, Remus, Sigfrid e Ian se irán a Belfast a ver la casa de los Black y saber si la podemos usar de base para comenzar la búsqueda de las hadas del bosque Blanco mientras el resto vamos a Hogwarts…
- Hagamos un cambio – le propuso Harry al ver la cara de su amigo – que Lucius vaya con ellos en vez de Ian para que él conozca el colegio, así irá un Malfoy y un Potter en ese grupo – escuchó un gruñido por parte del aludido.
- ¿Y por qué no envías a Master con ellos mejor? – le dijo molesto y poco dispuesto a separarse de James que lo miraba exasperado por su actitud.
- Porque creo que Master nos podría ser de mucha utilidad dado que él es una criatura mágica y los centauros estarán más dispuestos a darle un información a él que a un mago adulto, por mucho que yo sea Harry Potter ¿sabes?
- Bien, así tendrá que hacerse – dijo James mirando la cara del rubio – sé que no te gusta la idea, Lu, pero debemos movernos rápido si queremos salvarnos.
- De acuerdo, voy con ellos – suspiró – pero te cuidas mucho ¿eh?
- No te preocupes por él – le dijo Snape – si no se murió antes, menos se va a morir ahora por una pequeñez – agregó fastidiado de la actitud de su amigo.
- Este sí que es un envidioso – sonrió James y lanzó los polvos flú – Harry.
Este se adelantó al fuego mágico que brillaba en un intenso verde antes de señalar con claridad el lugar al que quería ir. Entró en un remolino verdoso y mareador, como siempre que viajaba por la red, y cerró los ojos manteniendo los codos pegados al cuerpo tal como le dijera la señora Weasley la primera vez que viajó con ellos. Cuando al fin se detuvo y aterrizó en la alfombra dorada de la oficina de su antigua jefa de casa, unos brazos fuerte lo rodearon antes de ir a parar a los de una mujer a la que quería tanto como a su familia.
- ¡Harry, que grato tenerte de regreso! – le decía Hagrid con un enorme pañuelo secándose los ojos – no sabes cómo te hemos echado de menos.
- Pues espero que estén preparados para otras sorpresas – le sonrió este mirando a Hagrid, del tiempo en que él era estudiante apenas le llegaba al codo, quizás más arriba, pero ahora era bastante menos la diferencia y se sintió mejor – los demás han de llegar pronto – dijo señalando la chimenea, de allí salió Ian, Master, Snape, Draco y finalmente el otro moreno de esa partida, su padre.
- ¡James Potter! – chilló la profesora asombrada antes de abrazarlo con fuerza.
- Pero… es… imposible – tartamudeó Hagrid – yo… lo… vi… muerto.
- Bueno., son cosas extrañas de la magia – le dijo James abrazándolo también – y aquí me tienes de regreso, ayudando a mi hijo siempre – sonrió.
- Y fastidiando al resto del mundo, de paso – gruñó Snape molesto.
- Severus – le dijo Master – recuerda en lo que quedaron, no rompas la tregua.
- Bueno, Kingsley nos dijo que necesitaban hablar con los centauros – le dijo la profesora ya más calmada – Firence los está esperando en su salón hace un rato.
- Gracias, Profesora – le dijo James – después haremos las presentaciones, ahora no tenemos tiempo que perder – tomó a Harry del brazo y salieron de la oficina de la directora por la escalera de caracol rumbo a los salones de adivinación.
- Espero que Firence nos pueda entregar esa información – dijo Harry a Ian – los otros centauros no son muy dados a dar respuestas concretas y no quisiera tener que vérmelas con Banes, tiene muy mal humor y atacaría a cualquiera.
Caminaron en silencio por los largos pasillos del colegio, Ian miraba todo sorprendido hasta que alguien los detuvo, Peeves. James, molesto porque lo había atacado a él directamente y amoscado por la risita que trataba de ocultar Snape, levantó su varita y dejó al poltergeist pegado en la pared con algo gomoso.
- Te lo dije muchas veces en el pasado, Peeves, no te metas con James Potter.
- Pues quería saber si eras un fantasma – le dijo este sin conseguir librarse.
- Pues a mi me parece que es muy sólido – dijo un fantasma apareciendo por una pared lateral – un gusto de volver a verte en este lugar, James.
- Gracias, Sir Nicholas – le sonrió – es grato volver al colegio y recordar las cosas.
- Si, eran el cuarteto de alborotadores más famosos que tuvimos en mucho tiempo, aunque los gemelos Weasley estuvieron muy cerca de alcanzar su record.
- Bueno, Sir Nicholas, un gusto volver a verle – le dijo Harry – pero nosotros tenemos que ir a ver a Firence – se despidió y emprendieron camino a su salón.
- ¡Me van a dejar aquí amarrado! – gritaba Peeves a cajas destempladas.
- Silencio – dijo James apuntándolo con su varita y el poltergeist se quedó en silencio – el hechizo de deshará dentro de un rato, pero para cuando ello pase ya estaremos seguramente en Irlanda del Norte – sonrió divertido mirándolo.
- Ustedes los Potter son terribles – dijo Ian divertido también – no quisiera ser enemigo de alguno, ya he visto de lo que son capaces cuando se enfadan.
- Y eso que nosotros solemos someter nuestro temperamento – le dijo James divertido – pero cuando los sentimientos de familia están de por medio, es más difícil controlarnos, pero no te preocupes, como ya casi eres de la familia…
- Por Merlín, ¿quieres quedarte callado? – le dijo Snape molesto.
- Sigo sin entender tu actitud – le dijo James – todo lo referente a mi familia parece producirte un grado muy alto de malestar ¿qué tanto te hice para que seas así?
- Tú lo sabes perfectamente – le replicó fastidiado – no sé ni para qué preguntas.
- Pues es que en realidad no lo sé, debería ser yo quien te odiase, después de todo el daño que nos hiciste, pero considero que sería una idiotez hacerlo – bajaron por las escaleras hacia el primer nivel de la torre norte – dudo que sea por lo que te hizo Sirius en séptimo año, después de todo arriesgué mi vida para salvar la tuya, por mucho que nunca me creyeras que no estaba involucrado.
- Así que resultaste menos observador de lo que creí – le replicó – tú y el resto de los merodeadores me quitaron a la persona que me gustaba en ese tiempo porque babeaba por uno de los estúpidos merodeadores aunque no le prestaran ni la más remota atención, siempre decía: “me gustaría ser como ellos”.
- Pues no entiendo – dijo rascándose la nuca – eran muchos los que hacían lo mismo, pero nunca te vimos cerca de alguno, con excepción de Lucius y Regulus Black – lo miró alzando las cejas – a mi no me convence que te gustara Lucius, siempre ha sido demasiado pagado de si mismo como para querer ser como uno de nosotros, sin embargo Regulus siempre quiso parecerse a Sirius… Oye, no fue nuestra culpa lo que le pasó a Regulus, él descubrió un secreto muy importante de Voldemort y por eso lo mataron, aunque ya casi lo estaba cuando lo encontraron.
Harry recordó el comentario luego de la desaparición de Igor Karkarof, se habían tardado alrededor de dos años en dar con él, en cambio cuando el hermano de Sirius los traicionó lo encontraron muy pronto, y luego recordó por lo que pasó Dumbledore esa noche en que murió y se detuvo bruscamente.
- Él fue a destruir uno de los pedazos del alma de Voldemort en una cueva maldita – le dijo Harry – estaba dentro de un relicario, pero este estaba protegido por muchos hechizos especiales, los mismos que estaban matando a Dumbledore esa noche, si hubiésemos sabido antes que ya había sido destruido, no nos habríamos tomado la molestia y él no hubiese muerto en vano esa noche.
- Por favor, Harry, no me recuerdes que este idiota mató a Dumbledore esa noche.
- Así que por eso salió esa noche del castillo – dijo Snape – recuerdo que nos encargó la protección el castillo, pero yo no sabía nada, sólo lo que nos dijo Draco, que él había salido y que no estaba siquiera en el pueblo.
- Creo que es mejor que lo olvidemos por ahora – dijo Master viendo que los Potter estaban muy cerca de perder el precario control sobre sus temperamentos y no sería bueno que la magia de Harry se desestabilizara de nuevo – vamos a ver al centauro que el tiempo sigue pasando aunque no lo queramos.
Harry empujó la puerta y le sonrió a Firence cuando este le hizo una leve inclinación de cabeza, sabía que el centauro lo apreciaba y contaba con que lo ayudara a llegar al lugar correcto para rescatar al mundo mágico.
- Las estrellas señalan que la paz que tanto costó obtener quiere cobrarnos un alto precio mágico – le dijo mirando a todos los presentes – el regreso de los que se creían muerto ha venido a desnivelar el débil equilibrio logrado, mucha magia negra circula en el aire y existe sólo una forma de purificarla y evitar el daño.
- Se nos dijo que sólo los centauros nos podrían indicar el camino al Bosque Blanco para encontrar a las hadas del Norte de Irlanda – le dijo James.
- Sólo el jefe de los centauros está autorizado a dar esa información – le contestó.
- Pero Banes jamás ayudará un mago adulto – le dijo Harry preocupado – la última vez que lo vimos quiso matarnos ¿cómo pedirle ayuda?
- Cuentan con el apoyo de una criatura mágica, quizás el acceda a ayudar a los señores de Avalon por medio de él – señaló a Master – en especial cuando se trata de una criatura que ya no existe en el mundo mágico actual – se paseó por el salón – pero sólo los señores de Avalon deben acompañarlo hasta el bosque negro, los demás deberán esperar en los límites del mismo para evitar que los ataquen, ellos han estado muy nerviosos desde que la barrera mágica pestañeó.
- Tendremos que ir con ellos – dijo Harry preocupado – de todas maneras gracias, Firence, haremos todo lo posible por restablecer la calma en nuestro mundo.
Salieron del colegio rumbo al bosque prohibido, al menos era de día y no tendrían que afrontar la oscuridad rotunda que caía sobre él en la noche. Draco, Ian y Snape se detuvieron junto a la cabaña de Hagrid mientras los otros tres se adentraban al bosque, pero unos ladridos los detuvieron, era Fang que los venía siguiendo y se colocó junto a Harry muy contento de volver a verlo.
- Nos será de mucha utilidad – dijo James divertido – quizás nos pueda guiar más rápido a donde están los centauros – le acarició la cabeza y le dio un lengüetazo.
- Harry, debo hacer magia fuera de Avalon – le dijo Master – ¿me autorizas?
- Claro – dijo asombrado – no sé para que me pides mi autorización – le dijo.
- Bueno, es parte del contrato que nos vincula a Avalon, las criaturas mágicas podemos actuar por cuenta propia, sin embargo, no podemos hacer magia sin el permiso expreso de los señores de Avalon, es decir James o tú.
- Pues pienso que debes usar tu magia si así lo crees necesario – le dijo James comenzando a caminar de nuevo – eres libre, no como los elfos domésticos.
- Bueno, los elfos guerreros cumplimos otra clase de funciones, pero tampoco somos tan libres como los magos, aunque nos podamos mezclar con ellos.
- Fang, muéstranos el camino hacia los centauros ¿quieres? – le pidió Harry.
El perro jabalinero dio un salto y se echó a correr por lo que los magos y el elfo debieron correr también detrás de él para no perderlo de vista, pero se frenaron al toparse con una manada de unicornios machos que se voltearon al escuchar sus pasos, pero los dejaron pasar gracias a la magia de Master que seguía corriendo con un destello plateado a su alrededor. Harry y James notaron que sus ropas eran muy blancas y que un arco y un carcajab lleno de flechas colgaban a su espalda semiocultos por su larga cabellera dorada.
- ¡Alto, humanos! – dijo una voz potente apuntándoles con sus blancas flechas y vieron como Fang se sentaba, bien sabía que los centauros no le harían nada a él.
Master se puso frente a ellos y sacó su arco y una flecha en un gesto igual de amenazador, el contrato lo obligaba a proteger a los Señores de Avalon y no le importaba mucho tener que enfrentar a otras criaturas, ellos eran buenos y si estaban allí era por salvar al mundo mágico y todas sus criaturas.
- Baja las armas, Ronan, no puedes enfrentarte a un elfo guerrero – le dijo otro centauro caminado hacia ellos – supongo que eres uno de los custodios de los Señores de Avalon – le dijo a Master que no bajaba su arco – las estrellas nos dijeron que ellos vendrían nuevamente por estos lados muy pronto.
- Hola, Bane – le dijo Harry manteniendo sus distancia – hemos venido a buscar la información de cómo llegar al bosque que habitan las hadas.
- Las estrellas dan extraños destellos de noche – le dijo mirando el cielo – y extrañamente hoy no hay nubes surcando el cielo, sin embargo, la claridad quiere volverse oscuridad y dejar al mundo mágico desvalido – agregó.
James miró a su hijo asombrado recordando lo que le había dicho Hagrid cuando estaba en primer año “nunca trates de obtener una respuesta directa de un centauro, son unos malditos astrólogos que no se interesan por nada más cercano que la luna”, y vaya que seguía siendo cierto.
- Se me ordena, a través de los sonidos en el viento, que le entregue a los señores de Avalon la información que me piden – dijo Bane dirigiendo su mirada hacia los Potter – ellas han mantenido oculto su secreto a través de nuestra raza del mismo modo que los Elfos Guerreros han mantenido oculto Avalon – le informó – y sólo existe una forma para entrar a su bosque mágico, el ritual entre los altos robles.
- ¿De qué se trata ese ritual? – dijo Harry preocupado, a ese paso su magia se volvería a agotar muy pronto y no salvarían al mundo mágico en ese estado.
- Ya averiguaremos eso – lo interrumpió James – pero no sabemos dónde está eso – miró a los centauros – nos sería de mucha utilidad esa información.
- Sólo un druida sabe de qué se trata el ritual de unión con la naturaleza – le dijo este mirándolo – pero sí podemos señalarte el lugar exacto donde convergen sus energías, sólo tendrás que saber ponerlas de los astros a la tierra.
- Centauros tenían que ser – gruñó sacando un pergamino, tinta y una pluma a vuela pluma del bolsillo – listo, danos los datos.

Cuando los tres salieron al fin del bosque, los otros tres estaban sentados alrededor de una fogata bebiendo té mientras hagrid le contaba a Ian sobre su trabajo en el colegio, se notaba que había encontrado un buen auditor en el castaño, en especial cuando le contaba acerca de todos los animales que había tenido el gusto de conocer, no sólo Fluffy, el perro de tres cabezas que había custodiado la piedra filosofal cuando Harry estaba en primer año, sino que recordaba a Aragog, la araña parlante que había tenido por más de cincuenta años; a Norberto, el rigbeag noruego que había tenido por unas cuantas semanas y que por culpa de Draco había tenido que enviar con Charlie Weasley y, por supuesto, el hipogrifo que le pertenecía a Harry, Buckbeack, al que señaló con la cabeza y que dormitaba del otro lado del huerto.
- Por supuesto, es un animal muy leal, él sabe que le debe la vida a Harry – le dijo mirando al rubio – pero ellos exigen respeto, son muy temperamentales.
- Sí, ya había oído la historia – le sonrió el castaño – Draco tenía miedo que Harry quisiera llevárselo con él, después de todo, lo atacó según sé.
- Pues admito que fue una idiotez de mi parte – le dijo el rubio – estábamos del otro lado de la cerca con mi pandilla discutiendo la manera de molestar y no escuchamos lo que nos dijo Hagrid respecto a ellos, así que simplemente esperamos que el animal le sacara la cabeza a Harry, pero este se ganó su simpatía y voló en su lomo – Ian lo miró asombrado – si, Harry y yo peleamos mucho mientras éramos estudiantes, una vez por poco y me mata ¿verdad?
- Y tú siempre andabas buscando la manera que nos expulsaran, eras un presumido y petulante desde las uñas hasta tu hermoso cabello – le sonrió.
- ¿Y se puede saber por qué peleaban tanto? – los miró intrigado.
- Bueno, debes comprender que en ese tiempo las enseñanzas de mi padre eran la única verdad que creía – le explicó Draco – así que había sido educado con la creencia que por tener sangre pura era superior a algunos otros, además que un Malfoy siempre estaba por encima de todos, así que cuando descubrí que Harry estaba en el expreso al colegio, lo busqué y le ofrecí mi amistad y mi ayuda para mezclarse con las personas adecuadas a una persona como él – suspiró.
- Y yo lo rechacé por la forma en que trataba a Ron, él también es de sangre pura, pero, a diferencia de los Malfoy, a ellos les gustaban los muggles y eran muy pobres, cosa que mi querida lagartija no dejaba de refregarle en la cara.
- Y lo otro era que Harry se juntaba con toda clase de seres extraños – dijo divertido mirando a Hagrid – primero él – lo señaló – luego Weasley, Granger que ahora es su señora, la hermana del pelirrojo, Longbottom y Luna Lovegood, mejor conocida como lunática ¿tenía los amigos adecuados? Para mí no, sin ánimo de ofender – le dijo al semi gigante – al menos lo eran bajo las creencias de mi padre.
- Lucius siempre fue un tipo muy especial – le dijo James divertido – las reglas las aplicaba a los demás, pero para él no solían contar muy bien que digamos – miró a Snape – cuando era prefecto solía fastidiar a los que andaban por allí con sus parejas de noche, pero él se la pasaba fuera de sus habitaciones con cualquier pretexto, recuerdo que una noche Remus lo pilló besándose con una chica de ravenclaw, pero no le dijo nada, sin embargo Narcisa se enteró y quedó la grande.
- Así que fueron ustedes quienes le dijeron a ella – dijo Snape molesto.
- Por supuesto que no, yo no habría buscado problemas con él en ese tiempo, Lily me habría matado – le replicó – la propia chica se lo dijo a Narcisa ya que esperaba que, por ser también sangre pura, Lucius se casara con ella.
- Pues según sé, Lucius andaba buscando la manera de terminar con ese compromiso pero no precisamente para casarse con esa chica – le dijo Snape – él solía decir que se le declararía a la persona correcta cuando lo consiguiera. Y estuvo a punto de lograrlo, pero esa persona ya estaba con alguien más y se tuvo que casar con Narcisa, aunque ni ella lo quería a él, ni él a ella.
- Pues bien, debemos ponernos en camino – dijo Master – el tiempo se nos agota y aún tenemos que traducir las coordenadas astrológicas que nos dieron los centauros – miró a su alrededor – aquí ningún mago puede aparecerse ni desaparecer ¿verdad? – Hagrid asintió – pues que extraño, acabo de detectar la aparición de alguien, pero debe ser mi imaginación, no había usado mi magia en siglos, está un poco oxidada – le sonrió a Harry – vamos.
Caminaron de regreso al castillo y fueron directamente a la oficina de Minerva McGonogall, ella los esperaba con la comunicación abierta hacia otro lugar con un Remus sonriente, algo debía de haber pasado en Irlanda del Norte que se le veía tan complacido, se dijo James pero tomó camino hacia donde sus amigos le esperaban. Se adentró en el fuego verde y le hizo una seña a Harry antes de desaparecer en el remolino de la red flú. Al llegar del otro lado, los brazos de un rubio lo recibieron con fuerza mientras los otros merodeadores se reían.
- Lucius ha estado insoportable desde que llegamos aquí, Cornamenta – le dijo Sirius divertido – se estaba muriendo de impaciencia por verte ¿ves? – le señaló al rubio que no lo soltaba, al parecer se creía una lapa en la roca.
- Bueno, tenemos trabajo que hacer – les dijo – los centauros nos dieron deberes.
Harry y los demás llegaron tras ellos y vieron como Sigfrid abrazaba a Ian con cariño antes de sentarse junto a los demás a traducir las indicaciones que Bane les había dado en el bosque prohibido. Sobre la gran mesa había un plano astrológico extendido junto a un mapa geográfico de Irlanda del norte, pero se notaba que no podían hacerlo calzar.
- Malditos centauros – dijo Lucius – nunca dan una respuesta directa, han guardado por tantos años los secretos de las hadas posicionándose en las estrellas, que no se preocuparon jamás por ver si ellas seguían siendo las mismas – le mostró el mapa a Master – en quinientos años muchas de las estrellas mencionadas han desaparecido sin dejar rastro y no sabemos donde estaban.
- Quizás nos sirva de ayuda una imagen del mapa de las zonas interiores – le dijo Master pensativo – aunque no conozco en cabalidad sus habilidades mágicas.
- Veamos – dijo James sacando el mencionado mapa del bolsillo – a ver que nos puedes decir mi preciado mapa de las zonas interiores.
El mapa se desplegó completamente y mostró exactamente la constelación que el centauro les había indicado que buscaran en imágenes de tres dimensiones por sobre sus cabezas mientras en el suelo dibujaba un nuevo mapa.
- Harry, léele las indicaciones de Bane – le dijo James a su hijo que estaba más cerca del mapa y este de inmediato empezó a hacer los trazos en el suelo dando las coordenadas geográficas en este – vaya, hubiésemos empezado con él.
- Si tuvieras más inteligencia ya habrías arreglado el mundo – le dijo Snape con sarcasmo y de inmediato cinco varitas mágicas estaban en su garganta.
- Veo que te buscas problemas, Snivellus – le dijo entre dientes Sirius furioso.
- Calma – dijo Master divertido – no creo que lo haya dicho en serio ¿verdad?
- Puede ser que no – dijo Snape temiendo por su vida, no se había esperado que hasta Lucius lo atacase por molestar a James, si siempre se había mantenido lejos de este, pero debía tener en cuenta que el rubio estaba loquito por sus huesos desde antes que terminaran la escuela, que tonto había sido.
- Bien, ahora dediquémonos a la nuestro – les dijo obligándolos a bajar las varitas.
- Mm, a Severus le salió un defensor – se burló Lucius y miró a Master – y ahora me vas a decir que te gusta ¿eh? – le dijo al elfo divertido, pero el elfo desvió la mirada, no iba responderle, un Malfoy tiene dignidad hasta el final.
- ¡Qué horror! – dijo Sigfrid – si a Master le gusta este, significa de que una u otra forma va a entrar a formar parte de la familia, porque Harry se va a casar con Draco, James con Lucius y siendo Master parte de su familia, también estaría emparentado conmigo – miró al elfo que lo miraba con frialdad – ¿por qué no te buscas otro novio, Master? De seguro debe haber muchos magos lindos por aquí.
- Cállate, Sigfrid – le dijo fastidiado, no le gustaba que lo tomaran a la broma.
- O quizás le podamos buscar otro novio a Snape – siguió ignorando la ira que se veía en los ojos del elfo guerrero – eso sería más justo.
- Sigfrid – le dijo Harry comprendiendo perfectamente a qué iba aquella insistencia, hacer que uno se delatara en cuanto a sus sentimientos – prometiste comportarte antes de salir de Avalon ¿recuerdas? Y eres un Potter de palabra.
- Eso es un golpe bajo – le dijo este poniéndose serio – y no es digno de un Potter.
- Pues creo que ya te han dicho que algunas de las cualidades de Voldemort se me traspasaron cuando me marcó como su igual – se encogió de hombros – incluso el sombrero seleccionador me quiso mandar a Slytherin.
- Menos mal que no accedió – dijo James divertido sentándose mientras Remus se dedicaba a copiar el mapa que seguía viéndose en el suelo – habría sido un verdadero desastre que hubiese quedado en esa casa, y lo peor, el primer Potter que le permitiera al sombrero seleccionador ponerlo allí desde que el primero que fue al colegio se cambió de maestro, habría sido una verdadera vergüenza.
- Quizás hubiese sufrido menos en pociones – miró a Snape divertido, este no había vuelto a hablar desde que Lucius había insinuado que le gustaba a Master.
- Me extraña que se haya quedado tan calladito – dijo Remus sentándose luego de terminar de copiar el mapa – siempre ha sido pronto a las respuestas mordaces.
- Punto para los merodeadores, entonces – dijo James divertido – si lo hemos dejado sin palabras – se inclino hacia él – ¿o te estás guardando la rabia?
- Ya, déjenlo en paz – dijo Master – se comportan como crios y ya no lo son ¿ven?
- Si, ya te has delatado – le dijo Sigfrid sonriendo – ¡te gusta Severus Snape!
- Te voy a meter una flecha por el trasero si sigues con eso – lo amenazó furioso.
- Calma – dijo un risueño Remus mirando al elfo divertido – al fin tenemos el mapa, así que almorcemos antes de ir por las hadas al bosque blanco – se volvió hacia su amigo – guarda el mapa, nos ha sido muy útil, pero no podemos perderlo.

Y el hecho que Snape le gustase a Master había sido motivo que este se quedara callado todo el almuerzo, evitando la mirada del elfo guerrero en todo momento, como si este le fuese a saltar encima si sus miradas se cruzaba, lo cual había sido motivo de risa para los merodeadores que no dejaban de decir cosas incómodas.
- Creo que ha sido mejor venganza que remover sus recuerdos dolorosos – le cuchicheó James a Sirius divertido y este asintió – lo malo es que va a quedar todo en familia, pero cuando el amor florece… - notó que la mirada de Master estaba sobre ellos, pero no le iba a hacer nada a uno de sus señores ¿no?
- Dices que todo va a quedar en familia – le dijo Ian ignorando la fea mirada que le dirigía el profesor de pociones – pero que yo sepa, ni Remus ni Sirius lo son.
- Sirius es primo de la madre de Draco – le dijo Harry – igual que Tonks.
- Vaya, así que de verdad todo queda en familia – dijo Sigfrid – pero eso no es nada, según sé, los padres de James lo adoptaron cuando tenia 16 años ¿no?
- Algo así, ellos fueron siempre muy buenos conmigo y jamás me dijeron nada respecto a mi comportamiento, recuerdo que el papá de James sólo movía la cabeza y nos decía. “va a ser un verdadero milagro si alguno llega a viejo”.
- Mi padre siempre le decía a mi madre: “déjalos disfrutar ahora, vaya a saber qué será de ellos cuando sean adultos con esta guerra encima” – suspiró – y tuvo razón, perdimos nuestra juventud tratando de detener su avance al poder.
- Y por eso mismo no han madurado jamás – dijo Master molesto – no deberían…
- Oh, vamos, Master, has conocido muchas generaciones de Potter – le dijo Sigfrid – y siempre has dicho que hemos cambiado el envase y no el contenido ¿verdad?
- Y bien que cualquiera de ustedes sabe sacar de las casillas a las personas – le respondió – supongo que es verdad, no puedo pretender cambiarlos.
- Bueno, ya que hemos terminado con el postre – dijo Harry – es mejor que nos pongamos en camino, miren que aún no averiguamos el ritual del druida que debemos hacer antes de encontrar a las hadas del bosque blanco.
- Pues creo que algo decía el libro de la magia enamorada de los Potter – dijo Sigfrid – no lo recuerdo con claridad, pero era algo respecto a fertilizar la tierra.
- ¿La magia enamorada de los Potter? – repitió Snape.
- Por supuesto – dijo James pensativo – ese libro era un manual mágico para los descendientes de mi familia, todos los rituales mágicos de los druidas aparecen allí, incluso creo que aparece un ritual especial de purificación de la magia negra.
- Y ese libro ¿dónde podemos encontrarlo? – dijo Sirius mirando a su amigo.
- Remus lo encontró en el castillo de Edimburgo – le dijo Ian – creo que quedó allá cuando nos fuimos a Gales a buscar Avalon ¿verdad, chicos?
- Este, no – dijo Draco divertido – yo lo he mantenido conmigo, después de todo, mi hijo también es descendiente de los Potter y quería tener una idea de su magia.
- Genial, vamos a buscarlo – le dijo Harry poniéndose de pie – ya volvemos.
- Claro, mientras se apuren y no se les ocurra mirar la cama – le dijo James.
- ¡Papá! – le dijo Harry escandalizado y totalmente rojo junto a su pareja que se reía divertido – eres un pervertido, nosotros vamos a buscar ese libro, no más.
- Pero gracias por la idea – le dijo Draco arrastrando a su pareja a su habitación.
- Ves que si eres tonto – le dijo Snape – le metes ideas en la cabeza a Draco y con nada se la sacas después, eso es perder tiempo valioso – lo recriminó.
James se encogió de hombros y se apoyó en el hombro de Lucius sonriendo, no iba a serlo, después de todo, aún les quedaban horas en ese día y las del siguiente y su hijo se merecía un poco de relax antes de ver a las hadas.

Al final salieron a media tarde a buscar a las famosas hadas, Draco había conseguido tentar a Harry y se quedaron dormidos, por lo mismo James aprovechó de decir que se sentía mal y que necesitaba descansar un poco, con ello Lucius se olvidó de todo y se dedicó a consentirlo y mimarlo. Sirius alzó las cejar y se rió por lo bajo al comprender que este se estaba aprovechando del pánico, así que le dio un codazo a Remus y este asintió divertido.
Caminaron hacia fuera de la ciudad, donde la casa de Sirius en Belfast se encontraba ubicada, al parecer había sido construida allí para mantenerse alejada de los muggles pero con el tiempo ellos se acercaron a ella y finalmente quedó dentro de la frontera de la ciudad, cosa que no les había gustado a los Black.
Harry iba con Draco abrazado a su costado, a su derecha iba su padre que mantenía sus dedos enlazados con los de Lucius, Remus iba junto a Sirius, Ian con Sigfrid y Master cerraba el grupo con Snape que no lo miraba para nada.
- Espero que no haya más indicaciones respecto a nuestra visita a las hadas – dijo Harry mirando el libro molesto, por lo visto los antiguos druidas eran bastante impúdicos con sus rituales y no había sido capaz de explicarle a Draco en qué consistía el famoso ritual, pero había visto en los ojos de su padre toda la diversión que ello le causaba – ya tengo bastante con el famoso ritual.
- Pues no sé – le dijo Master desde atrás pensativo – las hadas son seres muy especiales respecto a la gente con las que tienen tratos, las que yo llegué a conocer mantenían sus distancias con los magos comunes y sólo tenían tratos con los druidas, decían que ellos si sabían respetar la naturaleza.
- Claro que lo hacían, en especial si le deban su semilla al árbol sagrado.
- ¿Qué quieres decir con eso? – Lucius se volvió a mirar a James intrigado.
- El ritual, estoy seguro, le encantará a Sigfrid – prosiguió ignorando a su pareja – lo malo es que creo que hace mucho frío en estos lados como para realizarlo tal como lo señala el libro, se congelarían ciertas partes de la anatomía de cualquiera.
- ¿Y por qué habrían de congelarse? – insistió Remus mirando a Harry que había bajado la cabeza, no estaba seguro si para esconder la risa o la vergüenza.
- Ya basta, papá, eso es indecente – le dijo y Remus comprobó que estaba avergonzado – con razón los druidas desaparecieron, eran muy indecentes.
- ¿De qué estás hablando, Harry? – dijo Sigfrid con mucha curiosidad.
- De los rituales de los druidas – respondió James – supongo que sabes que ellos trabajaban con la naturaleza ¿no? – este asintió – bueno, ellos se unían por medio de sus rituales a ella con danzas que emulaban cópulas con la misma, el druida que conseguía la unión total era aquel que tenía un orgasmo con ella, le daba su semilla para la nueva vida bailando desnudo alrededor del árbol sagrado.
- No voy a permitir que mi Harry ande bailando en cueros y menos tenga relaciones con quien sea, no me importa si es la naturaleza o no.
- Alto – dijo una voz femenina y amenazante – de aquí no pasan los humanos.
- Somos magos y venimos a buscar la Semilla del árbol sabio – respondió Sigfrid.
- Sólo los druidas pueden entrar a ver a las hadas – insistió la voz – sólo tres de ustedes pueden pasar, los demás deberán quedarse en la frontera.
- Bien, entonces los Potter deben seguir el camino – dijo Master divertido de ver a sus respectivas parejas tensarse con la idea de que ellos fuesen a realizar aquel ritual tan impúdico que James les había relatado – nos quedamos.
- El elfo guerrero también puede pasar – le dijo ella viendo que él se quedaba.
- No, prefiero quedarme aquí a controlar las cosas “mundanas” – dijo mirando a Sirius y a Remus que ponían caras de angelitos, pero sabía lo que iban a hacer apenas les dieran la espalda, fastidiar a Snape con lo mismo.
- Bien, herederos de los druidas, seguir el sendero que los guiará al árbol sagrado, pero tengan en cuenta que deberán cumplir su ritual si quieren la semilla.
Harry siguió caminando rojo hasta las orejas mientras Sigfrid y james se reían atrás de él, claro, como ellos era un par de pervertidos exhibicionistas, no tenían problemas, sin embargo él al único que lo había dejado verlo desnudo era a Draco, una cosa era hablar de esas cosas y otras hacerlo, se dijo.
- Para ser un Potter eres terriblemente tímido – le dijo Sigfrid abrazándolo – no te preocupes tanto, leíste el libro y sabes que ni sabrás lo que haces al entrar en trance. Además, sólo estaremos nosotros, somos familia, que tanto que veamos tus “cosas”, no creo que tengas nada distinto a tu padre o a mí.
- Es que sólo una persona me ha visto en cueros, me da pena por él ¿sabes?
- Bueno, aquí el único exhibicionista es Sigfrid – le dijo su padre abrazándolo del otro lado – sin embargo, no veo para qué te acomplejas tanto, según sé tienes todas tus “cosas”, como dice Sigfrid, en su lugar y sólo la madre naturaleza nos verá así – sonrió – y es para salvar nuestro mundo.
- Sigue sin gustarme – le dijo – debería haber otra forma de conseguirla.
- Vaya, que tenemos aquí – dijo una mujercita pequeña sentada en una roca con forma de flor – si han pasado la barrera es que son druidas.
- Somos James, Sigfrid y Harry Potter – le dijo el primero mirándola. El hada era menudita, parecía una muñequita con tres pares de alas de distintos y delicados colores verdes contra un vestido que parecía ser hecho de delicados pétalos de flor en un tono azulado, por su espalda caía una larga cabellera rubia casi blanca y sus ojos pequeños brillaban como carbones, oscuros pero penetrantes.
- Así que al fin han venido los últimos druidas a buscar el árbol sagrado – sonrió.
- El mundo mágico está en peligro dada la inestabilidad mágica causada por la muerte del malvado Lord… – una manito pequeña lo silenció.
- No digas su nombre – le dijo temerosa – sabemos que lo venciste, pero aún su magia sigue en este mundo y las hadas no quisiéramos que volviera.
- Lo maté de forma definitiva – le dijo Harry preocupado – al menos destruí todos los trozos de su alma que pudimos encontrar con mis amigos.
- Me temo que si bien los destruiste, un pequeñísimo fragmento sigue incrustado en el corazón de uno de tus seres más queridos, no basta como para que él regrese, en especial si tú estás aquí, pero ha causado grandes estragos en la magia de todos al buscar adueñarse de su huésped.
- ¿Está en el alma de Ron? – dijo Harry asombrado – pero es imposible, yo siempre tuve cuidado que nada les pasara a ellos, estaban a buena distancia…
- Ocurrió cuando destruiste el último de los pedazos del alma del Malvado.
- Pero era Draco quien estaba más cerca de mí en esos momentos, Ron, Ginny y Hermoine estaban del otro lado de la pared tratando de detener a los mortifagos.
- Pero él necesitaba a alguien que no hubiese estado involucrado en sus ideales de manera que nadie sospechara que seguía allí, latente.
- Entonces, con más razón debemos realizar el famoso ritual ese que no te gusta – le dijo James muy preocupado – debemos purificarlo antes que comience a manifestarse en pleno en el corazón de tu amigo, podría significar su fin.
- Por favor síganme, si ustedes consiguen revivir al árbol sagrado, las hadas se los agradeceremos profundamente ya que hace siglos que no tenemos ocasión de reproducirnos, era el árbol sagrado quien nos ayudaba a lograrlo.
Caminaron hacia un pequeño claro en el que se veía un añoso árbol cuyas gruesas raíces se veían a la superficie de la tierra, entre sus cuarteaduras se podía ver lo que parecía ser una cara de anciano, llena de arrugas.
- Los dejaré solos, las hadas no estamos autorizadas a ver el ritual de los druidas- le dijo y se rió al ver como el más joven de los Potter se ponía colorado una vez más – cuando hayan terminado, volveré para llevarlos con nuestra reina, ella les dará la información para plantar el nuevo árbol.

Harry estaba cansado, le dolía la cabeza, estaba entumido hasta los huesos y pese a toda la locura de la danza, si es que se le podía llamar así, al famoso árbol sagrado no había ni pestañeado, claro, de seguro no eran lo bastante “buenos” como para que les echara siquiera una ojeadita.
- Esto no nos está llevando a ninguna parte – dijo Sigfrid frotando sus brazos, congelado de bailar tanto rato totalmente desnudo – para mí que estamos haciendo el ridículo para un espectador que no está conforme con nada.
- Tengo una idea – dijo James – esto no está funcionando porque no hemos encontrado el éxtasis sexual, que es lo que se nos pide para despertarlo.
- De seguro uno se va a excitar con el frío que hace – se quejó Sigfrid tiritando.
- Quizás si pudiéramos hacer un hechizo aparte para entrar en calor – dijo Harry.
- El libro no decía nada al respecto – dijo James – ni siquiera señalaba cómo debíamos excitarnos, simplemente que debíamos bailar desnudos hasta el clímax – se detuvo pensativo – quizás lo mejor fuera imaginarnos haciéndolo siquiera para hacer el intento de excitarnos, o sea, Harry se podría imaginar que lo está haciendo con Draco, que sus brazos lo rodean y…
- ¡No seas pervertido, papá! – lo silenció ruborizándose totalmente.
- Espera, quizás sea una buena idea entrar en trance – dijo Sigfrid – el libro lo señalaba, en trance podemos lograr olvidarnos tanto que estamos desnudos como del frío que hace a nuestro alrededor viendo lo que queramos ver ¿verdad
- Genial – le dijo James sonriendo acercándose a sus ropas y sacando su varita – esto nos será de mucha ayuda: invertia alma – y los tres se olvidaron de todo reiniciando el ritual, pero cada uno en un mundo distinto en sus cabezas.

Master se sentó a los pies de un alto roble, se muy sentía mareado, tenía mucho frío, es más, le parecía que se ahogaba al respirar a cada minuto que pasaba ¿Qué era todo aquello? Quizás era eso lo que le había advertido Madian antes de salir de Avalon, su magia se debilitaría si se alejaba mucho del lugar y de los señores del antiguo lugar, pero no podía haberlos acompañado, de por sí Harry estaba muy avergonzado por tener que hacer el famoso ritual para despertar el árbol sagrado, no podía asegurar que le gustase la presencia de alguien fuera de su familia, o que al mismo Draco le agradara la idea que él lo viese desnudo, o a Lucius o a Ian, suspiró, y debía tener en cuenta todo el dime que te diré que los merodeadores y Snape se llevaban haciendo, con lo mordaz que era este último, de seguro en una de esas terminarían matándolo con buenas razones.
- ¿Estás bien? – le dijo Remus preocupado – te has puesto muy pálido.
- Es mi magia que se ha debilitado por la lejanía con Avalon – le dijo cansado – lo único que la haría recuperarse es la presencia de mis señores, pero creo que ello les tomará un buen rato todavía, así que dejaré que ella descanse sentado tranquilamente aquí – le explicó mirando el lugar por el cual se habían ido.
- Quizás lo que necesitas es un poco de magia humana – le dijo Sirius.
- No van a empezar de nuevo con lo mismo ¿verdad? – le dijo algo molesto.
- No sé de qué hablas, yo pensaba en que cada uno de los magos aquí presente te diéramos un poquito de nuestra magia hasta que los Potter regresen – le dijo este divertido – así podrías relajar tu magia y te sentirías mucho mejor ¿no?
- Muy bien, creo que no me haría daño un poco de magia – accedió poniéndose de pie – pero deben tener en cuenta que podrían agotarse en el intento.
- Quizás sea cierto – le dijo Lucius – pero no serías de mucha utilidad así como estás en caso que pasara algo malo, que espero no pase – sacó su varita.
Lucius y Draco se pararon frente al elfo, Remus y Sirius estaba a uno y otro lado y detrás de él estaban Ian y Snape, los seis levantaron al mismo tiempo sus varitas y comenzaron a entregarle lentamente un poco de magia. Pero el elfo no resistió mucho más y se desvaneció cayendo en los brazos de Snape que a duras penas consiguió mantener el equilibrio mientras lo sostenía.
- Creo que es mejor que se lo llevasen a su casa – les dijo un hada preocupada – los druidas aún van a tardar un par de horas más y el elfo guerrero está agotado.
- Bien, iremos a casa a cuidar a Master, pero regresaremos en un par de horas a buscar a los Potter – le respondió Remus y sonrió para sí al ver como Snape cargaba al desmayado guerrero con mucho cuidado ¿no sería que este se estaba aprovechando del pánico? Al parecer Lucius pensaba lo mismo, vaya a saber uno lo que era capaz de hacer un Malfoy con tal de lograr sus objetivos, sin embargo, era bastante claro que para ellos el fin justificaba los medios, claro que si el amor estaba de por medio, hasta los merodeadores eran capaces de todo, allí tenían a James que había conquistado a Lily, así que si Master necesitaba una ayudita, podía contar con ellos para lo que fuera…

Continuará…

Espero más comentarios para el siguiente capítulo o no sigo escribiendo.
Por cierto, yo quería estar en el ritual de los druidas para poder describirlo, pero ellos me echaron diciendo que querían hacerlo en privado, ¿se imaginan a los tres Potter en cueros? Merlín, allí si que corre la baba (¡Ay, Draco, no me pegues! Ya sé que Harry es tuyo, pero eso no le quita lo bueno). En fin, quizás al siguiente capítulo pueda explicar algo más sobre ello.
Ah, alguien me preguntó qué eran los Porotos, creo que en otros lados los llaman frijoles o habichuelas, aquí en Chile le decimos así y eso de “ganarse los porotos”, es como ganarse el pan de cada día por estos lados.
Gracias por los que me leen, intentaré actualizar dentro de una semana, pero no les prometo nada, no estoy muy segura todavía.
Shio Chang

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