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Ayudame a recordarme por Shiochang

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Ayúdame a recordarme

Estaba leyendo un reportaje a Stephen King y vi que le pedía a JK que no matara a Harry, sin embargo, ella ha dicho que no promete nada al respecto y sólo ha dicho que dos de los personajes morirán y que otro será absuelto. Yo no quiero que ella mate a Harry, por eso he dado esta alternativa, sin embargo, habrá que esperar que publique el séptimo libro para saberlo ¿no?

Demasiadas coincidencias

Draco estaba sentado frente al escritorio del jefe del departamento mientras este revisaba el informe que Keller le había entregado. No podía quitarse de la cabeza la loca idea que el moreno era Harry Potter, quien no recordaba su pasado, ya eran muchas las coincidencias ¿cómo era posible que, siendo alemán, tuviese una varita de la manufactura Ollivander, con madera de acebo y núcleo de pluma de fénix? Esto estaba llegando demasiado lejos, debía de haber alguna forma de comprobar si sus sospechas eran ciertas ¿no?
- Her Draco, aprovecharé que estamos en el centro para comprar provisiones - le dijo Heinrich - ¿desearía comer algo especial?
- No, en realidad - le dijo y este asintió saliendo de la oficina sin tomarle el parecer a Keller, quien lo siguió con la mirada.
- ¿Adónde va el chico lindo? - le dijo el castaño.
- Dijo que aprovecharía para comprar víveres, sabes que tenemos vacía la nevera.
- Pero algo más te dijo, Malfoy, lo sé - insistió.
- Bueno, sólo me preguntó si quería comer algo especial y le dije que no, es todo.
- A mí ni siquiera me preguntó - se quejó - se nota que tú le gustas.
- No digas ridiculeces, Keller - le dijo tratando de controlar el sonrojo que le subía al rostro, si era quien sospechaba que era ¡tenía una oportunidad! Pero trató de calmarse, podía ser sólo coincidencia - sólo sabe quien manda.
- Ja, no me hagas reír, Malfoy - dijo una voz sarcástica entrando en la oficina - hemos capturado a un tipo que dice ser "señor de la magia negra" - le dijo al jefe mirándolos con desprecio.
- Maldita comadreja - dijo el rubio - vamos, Keller, ayudemos a Töpfer.
- Por cierto, su amigo salió a caminar por barrios muggles, creo que deberían ir por él antes que se les pierda - se burló.
Draco se controló a duras penas y sacó a Keller de la oficina ¿nunca se cansaría Weasley de molestarlo? Seguramente no, pero si él sospechara siquiera que el supuesto alemán era... No, no debía hacerse de ilusiones antes de tiempo. Apuró el paso y caminó hacia donde creía que Töpfer se había dirigido.
- Nunca he entrado en una tienda muggle - dijo Keller.
- Esta mañana lo hiciste, cabeza hueca - le dijo Draco buscando con la mirada lo que los muggles llamaban supermercado.
- Si, pero me refiero a comprar.
- ¿Dónde se habrá metido este alemán?
- ¿Podemos vitrinear un poco?
- Debemos buscar a Töpfer - le dijo molesto.

Heinrich caminaba con el carrito por los pasillos de supermercado luego de haber pasado a Gringotts a cambiar unos pocos galeones que tenía por libras esterlinas, hubiese podido comprar las cosas en el mismo callejón, pero en las tiendas muggles era mucho más barato.
El carrito llevaba ya varias cosas, aunque le faltaban algunos ingredientes para las salsas y aderezos, aunque dudaba que el dinero que tenía le alcanzara para mucho más. Sonrió, estaba demasiado acostumbrado a estirar al máximo su escaso presupuesto y por lo mismo había aprendido a comprar lo mejor al menor precio, claro que aquí el presupuesto sería un poco más elevado, pero no por ello podía caer en excesos ¿verdad? Sacó un paquete con pastas y comenzó a hacer una lista mental de lo que tenía y de lo que le faltaba, calculando más o menos el gasto que estaba haciendo.
- No me va a alcanzar para comprar carne - se lamentó mirando el refrigerador con las carnes y sus precios.
- ¡Töpfer! - lo llamó una voz y se volvió hacia quien lo llamaba, no era la primera vez que Her Ian lo llamaba junto a Her Draco, pero sentía que el corazón le latía con fuerza al ver al rubio, era casi como si lo reconociera de otra vida.
- Ah, vinieron a buscarme - sonrió tratando de calmarse - ya casi termino, sólo que creo que no me va a alcanzar el dinero para comprar la carne para lo que tenía planeado hacer de comer hoy - suspiró.
- Yo tengo ocho libras - le dijo Keller sacándolas del bolsillo.
- Yo tengo doce - le dijo Draco y se las entregó también, después de todo, a ellos también los iba a alimentar ¿no?
- Con eso me alcanza - les dijo - vengan - les pidió y sacó tres bandejas con carne de la vitrina - estamos listos - les sonrió y luego notó la cara de Draco - parece molesto, her Draco.
- Un poco - admitió después de un rato de caminar hacia la caja - hay gente que lo pone de mal humor a uno ¿sabes?
- Una buena comida le cambiará el genio, Her Draco - le sonrió.
- Heinrich, creo que me voy a ofender contigo - le dijo el castaño.
- ¿Por qué, her Ian? - lo miró preocupado.
- Le prestas demasiada atención a Malfoy y a mí ni me miras.
- Her Ian, no se enfade, es sólo que pensé que her Draco se podía enfadar si las cosas no se hacían a su gusto ¿Warh?
- Ya te dije que dejaras de hablar en alemán.
- Perdón, her Draco, no se me quita la costumbre de mezclar los idiomas.
- Miren - los interrumpió Keller - un pastel de cumpleaños, Malfoy estuvo de cumpleaños hace un mes ¿cuándo lo estás tú, Heinrich?
- El 31 de julio - le dijo - pero no me gustan mucho las fiestas de cumpleaños, pasé mis anteriores 4 cumpleaños encerrado, primero en el hospital y luego en la academia.
Draco lo miró sorprendido ¿cómo era posible que estuviera el mismo día de cumpleaños? No, debía ser otra coincidencia, muchos niños nacen en una misma fecha, eso no significaba nada en absoluto.
- ¿Y usted, her Ian, cuándo lo está? - siguió el moreno sin notar la turbación del rubio que trataba de tranquilizarse.
- Yo no lo estaré hasta noviembre - le dijo suspirando - pero me encantan esos pasteles, de ser por mí, me los comería todos los días del año.
- Y lograrías ser más ancho que alto - se rió el moreno.
- Posiblemente, y también estaría en la ruina - rió también.
- Mejor vayamos a casa - dijo Draco exasperado, no estaba muy seguro que le gustara la forma de ser de ese muchacho, aunque quizás Harry había sido así en su círculo de amigos, que iba a saber ¿no? Nunca se contó entre ellos.
- Ha puesto cara de melancolía, Her Draco - le dijo Heinrich - como la noche en que llegué - le rozó la mejilla con los dedos.
- Olvídalo, no suelo contarle mis problemas a nadie - le apartó la mano y se colocó en la fila para pagar lo que llevaban.

Heinrich resultó tener verdaderamente espíritu de elfo doméstico, según el propio Draco pudo constatar en los días siguientes, la casa estaba pulcramente arreglada, la ropa de todos limpia, incluso hasta les hacía las camas y ellos ni cuenta se daban de cuando hacía esas cosas. El departamento había cambiado el aspecto triste que había tenido por dos años y hasta los vidrios se veían transparentes, había bajado, lavado, almidonado, planchado y vuelto a colocar las cortinas, eso parecía un verdadero hogar.
- Me pregunto ¿cómo haces todo sin que nos demos ni cuenta? - le dijo Keller.
- Lieber Ian - le sonrió divertido mientras le servía el desayuno - un buen elfo no se hace notar, por eso es que mi madre dice que tengo complejo de uno.
- Pero es que no nos damos cuenta ni del momento.
- Heinrich es un pájaro madrugador - le dijo Draco - a diferencia tuya, y de seguro sabe hacer muy bien el hechizo silenciador como para que no nos demos cuenta de cuando está haciendo las cosas y despertarnos ¿me equivoco?
- Nicht, lieber Draco - sonrió - es uno de los hechizos que mejor me sale. Además, tengo esto - les mostró un pequeño relojito - y suelo hacer sus habitaciones cuando se están bañando.
- Por eso siempre hay ropa limpia sobre mi cama cuando salgo - dijo Keller.
- Un gira tiempo - dijo Draco - esa cosa ¿está autorizada por el ministerio?
- Supongo que no, pero ellos creen que es un simple reloj colgante - se encogió de hombros - es lo único que conservo de mi padre y no pienso entregarlo.
- Eres un sentimental - le dijo Keller estirándose - hoy es domingo ¿qué haremos? - miró al rubio y luego al moreno - podría invitarte a ver un partido de quidditch - le dijo a este último.
- Hace mucho que no voy a un partido - dijo este - y no he tenido tiempo siquiera para entrenar un poco, mi escoba se va a cubrir de polvo ¿no tienen ustedes equipo en su departamento? En Zurich yo participaba del equipo, era el mejor buscador de la liga amateur de Alemania.
"Otra coincidencia" se volvió a insistir Draco tratando de nos prestarle mayor atención, cosa que se le hacía difícil.
- Mis colores son el rojo y el dorado - le dijo suspirando - pero aquí es todo verde y plata ¿algún motivo en especial?
- A Malfoy le gustan y como él llegó primero, decoró el lugar a su gusto.
- Entonces es a él a quien debo preguntarle si puedo hacer un cambio de decoración ¿verdad?
"Demasiadas coincidencias", se dijo Draco poniéndose de pie, sólo faltaba que tuviera una saeta de fuego y una capa de invisibilidad, se dijo molesto, sólo que esas cosas las había recuperado tres años atrás de un basurero muggle en la calla donde antes viviera Harry, había sentido curiosidad por el lugar donde este había crecido y se sorprendió al verlo ¡excesivamente muggle! Y de la peor clase, según vio, odiaban todo lo que saliera de lo común, así que probablemente hubiesen odiado a su Harry de la misma manera.
- Me hubiese gustado tener el dinero suficiente para comprarme una escoba de carreras de primera mano - suspiró - sin embargo, mi tratamiento y la posterior muerte de mi padre no me permitieron darme ese lujo.
- ¿Qué clase de escoba tienes? - le dijo Draco.
- Una Nimbus 2000 - miró el cielo - me gustaría tener una escoba mejor, la mía ya está viejita y maltratada, pero la quiero mucho porque fue un regalo de cuando entré en la academia de aurores en Berlín.
- Yo tengo guardada una escoba - le dijo sin pensar - pero es un recuerdo.
- ¿En serio? ¿De quién? - dijo Keller con curiosidad.
- Si hubieses entrado en Hogwarts, habrías sido Gryffindor, de seguro - le dijo Draco - eres como un gato de curioso.
- Lieber, si no quiere contar, no lo haga - le dijo Heinrich - usted debió amar mucho a esa persona que guarda sus cosas como tesoros.
- Y él nunca supo cuanto - le dijo saliendo del comedor dando un portazo.
- Y yo que quería tener una oportunidad de enamorarlo - suspiró el moreno - de todas maneras, no me voy a dar por vencido.
- Es un caso perdido, Heinrich, él no va a olvidar el pasado ¿por qué no...?
- Her Draco va a ser mío a como dé lugar - le dijo decidido - pero tú y yo podemos salir de todas maneras ¿quién juega?

Draco bajó al sótano y abrió el baúl que decía con letras labradas "Harry Potter". Allí estaban todas las cosas que pudo rescatar de su amado Harry, la capa de invisibilidad, la escoba de carreras, los libros de estudios, sus apuntes, plumas y tinteros vacíos o secos, allí estaba también un cuaderno de fotografías, esas no las había mirado nunca, no quería conocer los secretos de Harry, porque pensaba que allí estaban las fotografías de sus novias o algo parecido, pero ahora quería verlo. Y cuál sería su sorpresa al ver por primera vez la imagen de los padres de Harry con este en brazos siendo un bebé.
- Que tierno era - suspiró pasando las hojas, todas las fotografías que allí había eran de Harry con sus padres, de sus padres solos, de la boda de ellos, el padrino de Harry y una que otra fotografía que Harry había agregado, la primera vez que ganó un partido con la snitch en la mano, sentado a la entrada de la casa del semigigante con el perro jabalinero a su lado, con sus amigos, en segundo año con una espada llena de rubíes al hombro con la túnica toda manchada de sangre, en tercer año sentado con sus compañeros de grado alrededor de Remus Lupin. Se detuvo junto a esta última ya que tenía una leyenda: "uno de los mejores amigos de mis padres", rezaba. Cambió de nuevo la hoja y vio a Harry sentado junto al portón de la casa de los gritos con un perro negro apoyado en su regazo, aquella también tenía una leyenda. "Mi padrino me quiere mucho y no le importa arriesgarse con tal de que yo esté bien". Frunció el ceño ¿su padrino? Ahora recordaba que su padre había dicho algo sobre el perro de Harry que él no había comprendido bien, así como las palabras de Severus "ese pulgoso de Black", entonces, este era un animago no registrado que se transformaba en perro. Pero allí también estaban algunos recortes de periódicos, las fotos que el desquiciado de Creevey le había tomado en el torneo de los tres magos, del famoso baile de navidad. Pero había otra, una que estaba en una hoja manchada, era un hombre alto, de cabellos negros, el padrino de Harry abrazando por los hombros a su ahijado con el árbol de navidad a sus espaldas, ambos parecían verdaderamente felices. Dio vuelta la hoja y descubrió que ya no había más, al parecer la muerte de su padrino había marcado el carácter de Harry.
Suspiró y dejó a un lado el álbum de fotos, quizás hubiese sido mejor no abrir el baúl, allí estaban los recuerdos que había mantenido encerrados por cinco largos años, allí estaba todo lo que había hecho feliz a Harry. Fue a cerrar la tapa y notó la existencia de un compartimiento secreto, con cuidado, lo abrió y se asombró al ver su contenido, allí había otro álbum de fotos. "A quienes amo", decía la portada y lo abrió. En la primera hoja estaba una fotografía de sus padres vestidos con el uniforme del colegio, después estaba la fotografía de su padrino con Remus Lupin de la misma forma, en la siguiente estaba el profesor Dumbledore, después estaba su lechuza en pleno vuelo, el famoso hipogrifo que lo atacó, los Weasley en pleno, Hermione Granger (ahora Weasley), y, para su asombro, una fotografía suya de sexto año ¿en qué momento se la sacó? Se veía pálido, pero era claro que esta tenía una especial dedicación.
- Esto quiere decir que él sentía algo por mí - dijo golpeándose la cabeza, al más puro estilo Dobby, contra la tapa del baúl - por Merlín ¡fui tan idiota! - cerró la caja y se enderezó - siempre tuve esperanzas y no lo vi.
Salió del sótano y entró en la silenciosa casa ¿dónde estaban esos dos? Se dijo molesto y vio la nota pegada con un imán a las puertas de los muebles de cocina, una cosa muggle bastante útil, debía admitir.

//Fuimos a ver un partido de quidditch entre los Chudley Cannons y las Avispas de no sé donde, no le entendí bien a her Ian, si quiere se nos puede unir en el estadio o esperarnos en casa, espero llegar temprano a preparar la cena.
Su Heinrich.//

- ¿Desde cuando este se considera mío? - dijo molesto y tomó el boleto que el moreno le dejara - tendrá que ser, no me voy a quedar en casa pensando en lo que pudo ser y no fue, quizás mi padre me haya negado como su hijo, pero sigo teniendo el orgullo de los Malfoy y eso no me lo puede quitar ¿verdad?
Decidido, subió a su habitación a cambiarse de ropa, no podía ir al estadio vestido así y menos lleno de polvo y telas de araña, era algo que tampoco se le había quitado, lo pretencioso.
- Deben ser las Avispas de Wimbourne - suspiró saliendo de la casa cerrando con llave la puerta, por mucho que vivieran en un departamento del ministerio no quería arriesgarse a un robo, nadie respondería por ello - espero que no tardemos mucho, por mucho que me guste el quidditch, detesto los partidos largos.
Casi en la entrada del edificio, se desapareció apareciendo luego en la entrada del estadio presentándole su boleto al encargado. Caminó por las tribunas recordando las pocas veces que su padre lo llevó a ver un partido, siempre estaban en la tribuna de honor, con el ministro u otro personaje importante.
- Vaya, Her Draco, vino de todas maneras - le sonrió el moreno tomándolo de la mano - se ve más tranquilo ahora.
- Mejor se hubiese quedado en casa - gruñó por lo bajo Keller.
- Aún no empieza el partido, no han dicho qué sucede - lo ignoró Heinrich.
- Mm, normalmente son muy puntuales - le dijo pensativo sentándose en junto al moreno - ya nos dirán que pasa y comenzará el partido.
- Tiene un chichón en la frente - dijo el moreno mirándolo de más cerca - como si se hubiese estrellado con algo - se lo tocó con suavidad y Draco hizo una mueca.
- Una idiotez, si me lo preguntas - le dijo suspirando - pero creo que me calmé, no puedo culparme siempre de lo que pasó.
- Me alegro que le haya cambiado el ánimo, lieber Draco.
- ¿Qué significa lieber? - le dijo inseguro de querer saber el significado de la palabrita esa que le aplicaba el alemán.
- Querido - le dijo sonriendo - pero si no le gusta...
- A mí si me gusta que me llames así - le dijo Keller mirando con malos ojos a Draco - me puedes llamar así cuando quieras.
- Her Ian - le sonrió Heinrich divertido - ¿le gustaría ser mi liebhaber?
Ian lo miraba totalmente rojo, mientras Draco apretaba los puños ¿qué pretendía el moreno haciendo esas cosas? Y era tan tonto que se ponía celoso.
- Uno no se puede acostar con un compañero - dijo entre dientes.
- No te pongas celoso, Malfoy, que él me prefiera a mí y no a ti.
- Sueña - le dijo lanzándole una mirada asesina y Heinrich los miró extrañado.
"Lamentamos la demora, el partido se iniciará de inmediato", dijo una voz amplificada por medio de la magia. "Por un descuido, no llegó la snitch al estadio"
- Inútiles - dijo Draco entre dientes observando por medio de los omnibulares a los equipos que salían a la cancha - espero que no sea muy largo.
- El partido depende de los buscadores - le dijo Keller.
- Si lo sabré yo - le dijo Draco molesto - fui buscador de mi casa seis años, recuerdo una vez, cuando estaba en primer año con un partido record - sonrió - Harry atrapó a Snitch a los cinco minutos de haberse iniciado el partido y todo porque temían que el árbitro no fuese imparcial.
- Yo tengo un record también - le dijo Heinrich - atrapé la snitch a los tres minutos de iniciado el partido, sólo que me caí de la escoba.
- Nunca serás mejor que Harry - le dijo volviendo a mirar a los jugadores.
- No pretendo ser mejor que él - le dijo acariciando su cuello con los dedos - solo pretendo llenar el vacío que tiene en su alma, her Draco.
- ¿Por qué no mejor te olvidas del amargado de Malfoy y...?
- ¡¡Un dementor!! - fue el grito que se escuchó de la galería y Heinrich sintió como el hielo le recorría la espalda, no podía evitar sentir miedo ante la escalofriante presencia de uno de esos seres, pero él era "valiente como un león" y se enfrentaría a él como un auror. Se puso de pie y notó que Draco lo seguía en silencio, fue en ese momento que notó lo extraño de la situación, eso no era un dementor, estaba delante de ellos en medio de la luz.
- ¡Ridikkulo! - gritó y vio como el boggart desaparecía en una voluta de humo plateado - que miedo - suspiró bajando su varita - no me gusta mucho invocar mi patronus - le explicó guardando la varita en su bolsillo.
- ¿Qué sientes cuando hay un dementor cerca? - le dijo Keller.
- Una voz así como satánica - dijo bajito, pero Draco y Keller lo escuchaban atentamente - no sé que es, pero me dice que debo morir para cumplir la profecía.
- ¡¿Morir para cumplir la profecía?! - gimió Draco asustado.
- Y luego siento miles de gotas como de agua, pero que cortan mi piel llegando hasta los huesos, los rompen, tratan de desmembrarme, creo que es un recuerdo del accidente, no lo sé - siguió sin prestar atención a Draco.
"Por Merlín, no puede ser" gimió Draco en silencio, pero ¿a quién preguntarle la manera de comprobar si él era realmente Harry Potter? Ni de chiste se lo iba a preguntar ni a Weasley ni a su señora, no iba a perderlo, pero debía de haber otra persona que fuera igual de cercana a él.
- Bueno, creo que debemos regresar a ver el resto del partido - dijo tratando de recuperar su aplomo - después de todo, a eso vinimos ¿no?

Heinrich había pasado casi un mes con ellos, su vida era bastante tranquila, excepto que siempre encontraba algún detalle del moreno y su presencia en su habitación cuando se estaba bañando, bien había aprendido este a notar sus mañas y que se ponía celoso cuando le coqueteaba a Keller o a cualquier otro, pero siempre se cuidaba de evitar que otros le tomaran en serio.
Suspiró recostándose sobre la cama, Heinrich se había preocupado de dejar perfumadas sus sábanas con ese suave toque a lavanda que tanto le gustaba, era casi como si conociera todos sus gustos, y no era porque Ian lo ayudara (había accedido a llamar así a su compañero para que Heinrich dejara de llamarlo querido en alemán, sin embargo, había comenzado a decirle así en su idioma y no sabía qué era peor), ya que el castaño estaba interesado en el moreno, que no le prestaba atención más que cuando pretendía celarlo.
- Debería intentar descubrir otras cosas de él - suspiró en voz alta y se asustó al sentir algo pesado sobre su pecho - ¿qué...?
- Her Ian estaba molesto y salió del departamento dando un portazo - le dijo el moreno apoyado en su pecho - estamos solitos ¿sabe?
- Y tú tienes malas intenciones conmigo ¿no es así?
- No precisamente, her Draco - le sonrió - preparé un postre para la cena, pero parece que her Ian no nos va a acompañar, no sé por qué estaba tan enojado.
- A Ian le gustas - le dijo le acarició el cabello casi sin darse cuenta.
- Si, pero ese no es motivo para que bote el departamento cuando salga ¿verdad?
- Quiero preguntarte algo, esta mañana, cuando fuimos a cobrar nuestros sueldos, guardaste la mitad en un sobre ¿estás juntando dinero?
- No, se lo mando a mi madre, ella no tiene más sustento que yo ¿sabe?
- Eres un chico muy dulce ¿sabes? - le dio un beso en la frente - por cierto ¿ya es hora de cenar? - lo miró.
- Si - le sonrió - sólo que yo andaba merodeando por los departamentos vacíos y descubrí que alguien se oculta en el piso superior, pero no creo que sea alguien malo - le dijo - ¿le gustaría convertirse en un merodeador conmigo, her Draco?
"Los merodeadores eran el padre de Harry y sus amigos" recordó.
//Un día de estos voy a pillar a Potter merodeando por el castillo a deshora y voy a hacer que lo expulsen, es demasiado parecido al padre.//
Sí, podía escuchar a Severus Snape reclamando por las libertades que el moreno se tomaba, que se paseaba por el castillo a sus anchas, que era curioso como el gato que era, que si no era esto era lo otro. De todas maneras nunca lo calló, le agradaba saber que su amor siempre se salía con la suya.
De repente, se dio un golpe con el puño en la frente ¿cómo pudo olvidarse del último de los merodeadores? Remus Lupin había sido profesor de DCAO cuando estaba en tercer año, había estado hasta el final con su Harry seguramente entrenándolo, él debía conocer la manera de comprobar si Heinrich era quien pensaba que era. El problema era ¿dónde encontrarlo? Porque era un hombre lobo y estos eran perseguidos con la orden de ser muertos por el ministerio.
- Se ha vuelto a golpear la cabeza, her Draco - le dijo divertido.
- Si, ya le di cuenta - dijo sobándose los nudillos - recordé algo en lo que no había pensado antes, es todo ¿bajamos a cenar?
- No quiere que haga preguntas ¿verdad? - le dio un beso en los labios y se retiró - quizás debiéramos ir a ver al hombre que se esconde en los departamentos, quizás tenga hambre y frío, me pareció notar que faltaban los vidrios de las ventanas.
- Mm, está bien - accedió y juntos dejaron el departamento.
Draco se había echado la capa en los hombros, Heinrich mantenía templado el departamento, así que de seguro hacía frío afuera. También notó que el moreno llevaba su capa y una frazada ¿y si el hombre era peligroso? Al parecer el moreno no lo pensaba así, aunque podía notar que había sacado su varita iluminando el camino que comenzaba a ponerse oscuro.
Heinrich caminó en silencio con la frazada firmemente sujeta bajo el brazo izquierdo mientras avanzaba con la varita en alto iluminando el camino, tenía una extraña sensación en el pecho, algo había vislumbrado del pobre hombre, algo en él le hacía recordar cosas, nada lo bastante claro como para comprenderlo, pero lo suficiente como para saber que había conocido a ese hombre en alguna parte.
Pero el hombre era bastante escurridizo, al parecer había descubierto que ellos lo buscaban y se había retirado hacia los rincones más apartados del edificio obstruyéndoles el paso con hechizos bastante simples pero efectivos.
- Es demasiado astuto - dijo Draco molesto - mejor le dejas la frazada en alguna parte para que la tome y nos regresamos al departamento.
- No, her Draco, debemos saber quién es - dijo obstinadamente.
- De acuerdo - suspiró siguiéndolo rompiendo uno a uno los hechizos hasta llegar a la última habitación, sólo por complacerlo.
A medida que avanzaban los hechizos se iban debilitando, como si la magia de aquel hombre se fuera agotando poco a poco ¡se estaba dejando morir! Heinrich no podía permitirlo y sin pensarlo hizo aquel hechizo que anulaba la magia de cualquiera a su alrededor, apagando de paso la luz de Draco que se sujetó de su brazo siguiéndolo hasta el fondo, allí el hombre estaba arrinconado tratando de ocultarse de ellos. En ese momento, Draco lo reconoció ¡Remus Lupin!
Heinrich se agachó frente a él y tomó sus manos para ver su rostro, estaba bastante demacrado, sus ropas totalmente raídas, la cara maltratada, sin afeitar, sucio y lleno de cicatrices poco profundas.
- Es un licántropo - le dijo Draco - retira tu hechizo para que pueda hacer magia.
Heinrich agitó levemente su varita y retiró el conjuro con lo que Draco pudo traer un poco más de luz a la oscura y helada habitación. Pero el hombre no miraba nada más que al moreno que estaba frente a él como quien ve una aparición, luego le echó los brazos al cuello llorando y dijo en voz muy baja:
- ¡Harry, muchacho, estás vivo! - para luego desmayarse.
- Los licántropos han sido perseguidos hasta estar a punto de extinguirse - le dijo Draco viendo como el moreno no comprendía - la gran mayoría de ello estaba del lado de Voldemort cuando sobrevino la segunda guerra.
- Entonces ¿por qué se está ocultando en un edificio de aurores?
- No lo sé, quizás porque sabía que sería el último lugar en donde lo buscarían.
- Entonces ¿lo conoce? - le dijo con curiosidad cubriéndolo con la frazada.
- Es Remus Lupin, fue mi profesor de DCAO en Hogwarts cuando estaba en tercer año - contestó pensativo - el mejor que tuvimos en esos siete años, pero como Severus nos dijo lo que era, "accidentalmente", un hombre lobo, renunció. Según sé, es el último de los merodeadores.
- Lunático, Cornamenta, Canuto y Colagusano - dijo y lo miró extrañado - ¿cómo sé eso? - agregó sorprendido.
- Ni idea - suspiró - es mejor que lo llevemos al departamento, está muy mal para dejarlo aquí - lo ayudó a levantarlo.
- ¿No cree que Her Ian se pueda enfadar?
- Él ya estaba enfadado cuando salió - le recordó - y no creo que regrese pronto.
- Pero hay otros habitantes en el edificio, de seguro se extrañarían de verlo, aunque no sepan quién es él o que es un licántropo.
- Entonces espera aquí con él. Iré por algo que nos ayudará a llevarlo a casa - le dijo dejándolos solos.
Heinrich recostó al hombre en su regazo con cuidado, no acertaba a comprender lo que sentía, era casi como si lo hubiese conocido, aunque no fuese la misma sensación que tenía con Draco. Podía ver el cabello ahora casi gris y le parecía haberlo visto en mucho mejores condiciones, cuando aún era dorado con delgados toques grises, sus ojos, ahora opacos, eran castaños y sonrientes, su bigote bien cuidado y una sonrisa amable bailaba en sus labios. "Te pareces mucho a James, pero tienes los ojos de Lily", las palabras acudieron a la carrera a su cabeza dejándolo confundido ¿él le había dicho eso? ¿Quiénes eran el tal James y la tal Lily?
- Bien, pongámoslo en la camilla y lo cubriremos con esto - le mostró la capa.
- ¿Una capa de invisibilidad? - le dijo asombrado.
- No es mía - colocó al hombre sobre la camilla con todo y frazada, en su pecho había un fuerte asomo de celos - le perteneció a Harry.
- Tu antiguo amor, pero él me llamó así ¿le conocía?
- Era muy amigo del padre de Harry - le dijo levantándolo - vamos, no creo que Ian esté toda la noche afuera.
- ¿El padre de Harry se llamaba James y se le parecía mucho?
- Eso todo el mundo lo sabe - miró para todos lados - y su madre se llamaba Lily.
- De quien heredó los ojos ¿verdad? Todo el mundo se lo decía.
- Supongo que sí, no sé mucho al respecto - dijo un tanto asombrado ¿cómo sabía eso? Él lo había notado viendo las fotografías que tenía Harry de ellos.
Entraron en el departamento en silencio sin haberse topado con nadie, tal vez los otros aurores anduvieran en alguna misión de poca monta, tal como pasaba siempre, era raro que a alguno le dieran un verdadero caso, en especial porque "no tenían experiencia" ¿cómo se suponía que la iban a tener si no los dejaban obtenerla? Era molesto y humillante.
- Parece molesto, her Draco - le dijo - ¿dónde lo colocaremos?
- No podemos dejarlo en la sala, Ian podría entrar en algún momento, meter ruido y vaya a saber qué desastre provocar - suspiró - y debemos mantenerlo vigilado ¿sabes en qué ciclo está la luna?
- Eh, creo que en luna nueva - dijo pensativo.
- Bien, eso nos da alrededor de 20 días para encontrar un lugar seguro para él - se paseó por la sala - Ian se va a enfadar, pero es lo mejor, que se quede en la habitación de alguno de nosotros y compartiremos la del otro.
- Bien, que sea la mía, tengo menos cosas que usted, her Draco.
Lo dejaron en la habitación de Heinrich y luego fueron a cenar.
- Creo que tengo algunas pociones reconstitutivas en mis cosas, espero que sean útiles, al parecer su magia se estaba extinguiendo.

La noche había sido bastante tranquila, pese a que a Draco le había costado quedarse dormido ante la cercanía de aquel que podía ser su amado Harry, sin embargo, al despertar no lo había encontrado a su lado, algo que le dolió bastante, debía admitir, pero era lo mejor, si Ian se daba cuenta que él compartía su habitación, vaya a saber que escenita les montaba.
- Her Draco ¿qué prefiere para el desayuno, café con leche, cortado o capuchino? - le dijo el moreno asomándose por la puerta.
- ¿Cuál es le diferencia entre ellos?
- El primero lleva leche normal, el otro lleva crema batida y el último se prepara con leche evaporada, crema batida y chocolate.
- Creo que el último - dijo relamiéndose - pero ¿a qué debemos ese desayuno?
- Mm, estoy contento, es todo, y quise preparar un desayuno especial - se encogió de hombros - por cierto, her Ian no llegó en toda la noche.
- No puede ser que se haya enfadado tanto para que salga así - frunció las cejas.
- No se moleste con él, ya debe estar por llegar, sabe como le encanta comer todo lo que yo preparo - le sonrió.
- Si, lo sé - suspiró sentándose en la cama - por cierto ¿nuestro invitado?
- Parece estar mejor, pero no se ha despertado, aunque debe de haberlo hecho durante la noche ya que se tomó las medicinas y se comió todo lo que le dejé.
- Quisiera saber cómo es que siendo un hombre tan íntegro llegó a semejante condición - dijo bajando las piernas de la cama.
- Ya nos contará su historia él mismo, her Draco, ahora tome una ducha y venga a desayunar - le ordenó cerrando la puerta.
Draco suspiró molesto ¿por qué se tenía que sentir así? Agitó la cabeza, mejor le hacía caso, nunca le había gustado pensar con el estómago vacío.

Heinrich estaba terminando de servir el desayuno cuando Ian entró como una tromba en la cocina poniendo frente al moreno un hermoso ramo de rosas rojas y doradas junto a un brillante paquete a franjas de los mismos colores.
- Hasta que aparece, her Ian, estaba preocupado por usted - le sonrió - son ¿para mí? - dijo tomando el ramo y el paquete.
- Claro que sí, espero que te gusten - dijo sonrojado.
- Vaya, parece que trasnochaste buscando un regalo para Heinrich - le dijo Draco sentándose a la mesa - pero él tenía razón ¿verdad, lieber?
- ¡A ti no te gusta que te diga así, así que no se lo digas a él!
- A mí no me molesta, her Ian, es más me gusta mucho.
- No deberías fijarte en él - dijo el castaño tratando de recuperar su aplomo - ha estado llorando un amor perdido hace cinco años y dudo que trate siquiera de superarlo ¿por qué vas a sufrir por él?
- Gracias por su preocupación, her Ian - le dijo - pero eso ya lo sabía - miró las rosas una vez más - son muy bellas, gracias, las pondré en la sala.
- Estas tratando de meterte en mi camino, Malfoy y...
- Cálmate, Ian, sólo te dejas en ridículo delante de él - le dijo - además, en demasiadas ocasiones él te ha hecho notar que soy yo quien le gusta, quizás tenga alguna fijación con los rubios platinados - suspiró - y tengo la ligera sospecha que es la persona que he estado llorando hace cinco años.
- Así que lo encuentras parecido a Harry Potter y por eso quieres quitármelo.
- Primero que nada, él no es un objeto y segundo, nunca ha sido tuyo como para que digas que lo estoy quitando ¿estamos?
- Perece que andan agresivos hoy - les sonrió Heinrich - le preparé su capuchino, her Draco ¿qué prefiere usted, her Ian?
- ¿Qué me ofreces? - le dijo coquetamente.
- Café con leche, cortado o capuchino - le dijo ignorando sus palabras - lo mismo que a Her Draco le ofrecí ¿sabe?
- No beberé lo que él tome - dijo molesto - dame un cortado.
- Bien - se acercó a la mesada y sirvió el café - yo también beberé capuchino - se sentó junto a Draco luego de servirle a Ian poniendo sobre la bandeja de pasteles frente a ellos con su varita y luego la bandeja con emparedados.
- Siempre te sientas a su lado - se quejó Ian - aquí también hay lugar para ti.
- Pero a mí me da la impresión que usted pretende que yo forme parte de su desayuno - le dijo inocentemente.
- Ja, ja, ja - se rió Draco divertido casi atragantado al ver la cara que ponía el castaño - te pillaron ¿eh? - se siguió riendo.
- Te voy a matar - le dijo poniéndose de pie levantando su varita.
- Her Ian, no le haga daño a her Draco, no vale la pena.
- ¿Cómo dices? - dijo Draco perdiendo la risa como por encanto.
- Es que no quiero que se peleen por mí, no lo valgo, no quiero que dejen de ser amigos por mi causa, si es así, mejor me voy.
- ¡Ni de broma! - dijeron los dos a coro.
- Bien, entonces hagan las paces mientras yo voy a ver si nuestro invitado se ha despertado y quiere comer algo - le dijo saliendo de la cocina.
- ¿Invitado? - interrogó al rubio.
- Si - suspiró - creo que es mejor que lo sepas, estamos ocultándolo de las autoridades, es Reamus Lupin, fue mi profesor en el colegio, pero también es un licántropo y está durmiendo en la habitación de Heinrich.
- Ah, o sea que a ti también te quitaron el novio.
- No seas ridículo, Ian ¿acaso no escuchaste toda la información? Un hombre lobo. Además, Heinrich durmió conmigo anoche.
- ¡¿Qué?! - chilló escandalizado, aunque Draco sospechaba que era más por lo último que por su visitante inesperado - no pueden hacer eso, si nos descubren estaremos metidos en un montón de problemas, recuerda que nosotros somos autoridad ¿acaso no tienes cabeza? Porque Heinrich no tendría por qué saberlo.
- Ian, él no es como los otros hombres lobos - suspiró - además, es el último nexo que tengo con Harry, era uno de los mejores amigos de su padre ¿cómo crees que lo voy a entregar al ministerio para que lo maten?
- Insisto en que están locos, si lo pilla la luna llena, los demás sabrán de su presencia en el edificio y estaremos metidos hasta el cuello.
- Tenemos por lo menos veinte días para encontrar un buen lugar para él - le dijo fastidiado por su intransigencia - además, Heinrich parece haberse encariñado con él ¿qué pensaría de nosotros si lo dejásemos abandonado a su suerte? El hombre está enfermo, Ian, y nuestro moreno es un alma compasiva.
- Por Merlín, Draco, esto no entra en mis labores de auror ¿sabes?
- Ian, es la clase de gestos que habría hecho Harry por otra persona, así era él, compasivo, amable, cariñoso, dulce como el chocolate y ello lo hacía más bello a los ojos de cualquiera.
- Sea, pero lo hago por Heinrich, pero si nos descubre te echaré toda la culpa a ti.
- No te pido que lo hagas de otra manera - le dijo - no me gustaría que Heinrich fuera a Azkaban por nada del mundo, allí se toparía con los dementores y quien sabe que pasara por su pobre cabeza sin una varita para defenderse.
- Así que has comenzado a sucumbir a sus encantos también - suspiró.

Heinrich vio salir del edificio a Draco y a Ian al poco rato de haber terminado de desayunar y sonrió para sí, al parecer comenzaba a avanzar en el campo minado que era el corazón del rubio, quien a rato parecía reticente a cualquier cosa que viniera de él, pero luego se derretía ante sus atenciones. Se volvió hacia el hombre mayor que descansaba sobre su cama y se sorprendió al verlo despierto.
- Buenos días, her Lupin - le sonrió abriendo por completo las cortinas - espero que hoy se sienta mucho mejor.
El licántropo lo siguió con la mirada sin decir nada, aquel muchacho no podía ser otro que Harry Potter, estaba seguro, su aroma y su esencia mágica así se lo decían, pero lo que veían sus ojos era otra cosa muy distinta. Sí, aquel guapo chico que hablaba con leve acento alemán, tenía el cabello oscuro y despeinado como todo los Potter que conoció cuando era un chiquillo compañero de James, era tan alto como aquel lo fue antes de morir, tenía los mismos ojos verdes de Lily, pero su cara, su cara era otra.
- ¿Quién eres? - dijo al fin tratando de descubrir qué pasaba allí.
- Heinrich Töpfer - le sonrió - her Draco y yo le encontramos anoche y decidimos que era mejor que lo cuidáramos nosotros hasta que esté en condiciones de buscar un lugar mejor para ocultarse.
- ¿Draco Malfoy? - dijo asombrado - deberé darle las gracias.
- Fueron con her Ian a buscar unas cuantas cosas para preparar una poción fortificante y energizante - le sonrió - pronto conseguiré que ese rubio esquivo sea mío para siempre - suspiró - en fin ¿desea comer algo?
- Bueno, cualquier cosa estaría bien ¿eres tú quien cocina? Porque no veo a Malfoy preparando algo de comer.
- Ni a her Ian, ambos son buenos en pociones y no entiendo cómo no se las apañan con una simple comida - sonrió - pero, dígame ¿cómo es que llegó a estar así? Her Draco me dijo que el ministerio los perseguía, pero me parece que usted no es como los otros o él ya lo habría entregado.
- Desde que Severus Snape le hizo saber a sus alumnos lo que soy, nunca he podido encontrar un empleo decente en el mundo mágico, y los pocos que he conseguido fuera de él, apenas y me dan para comer - suspiró - y no siempre tengo a mi alcance la poción matalobos, así que sé que soy un peligro.
- Ese hombre debe de odiarle mucho ¿verdad?
- Ese año Severus pudo haberse vengado de uno de sus peores rivales de la escuela, pero el ahijado de este no se lo permitió, es más, ayudó a que no pudiera ser capturado y lo dejó como idiota ante el mundo. Como él también era amigo mío, me echó la culpa y se vengó así, aunque tuve que soportarlo tres años más - cerró los ojos - estoy seguro que si Harry estuviera aquí, nos podríamos ir de este lugar a vivir a lugares más gratos.
- ¿Dónde le gustaría vivir, her Lupin?
- Llamame Remus, me haces parecer más viejo de lo que soy - suspiró - si mis amigos estuvieran vivos, seríamos aún lo merodeadores.
- Lunático, Cornamenta, Canuto y Colagusano - dijo el moreno.
- Heinrich, ¿qué edad tienes?
- El 31 de julio cumplí los 22, pero desde hace cinco años que no los celebró.
- Para algunos de nosotros fue un día fatídico - asintió - dime, ¿de casualidad puedes hacer un patronus corpóreo? - el muchacho asintió intrigado - sólo por curiosidad ¿me podrías decir qué forma tiene?
- Claro, desde la primera vez que es un ciervo - dijo caminando por la habitación - siempre que enviste un dementor regresa a mí como esperando que lo felicite y lo llamo Cornamenta, es divertido verlo en acción.
Remus sonrió más ampliamente, había algunas cosas que cualquier mago podría copiar, pero el patronus era algo que ni con haber bebido la poción multijugos puedes imitar, igual que el aura mágica, pero esta última era más difícil de detectar y menos vistosa.
- Heinrich, puedes decirme ¿qué pasó hace cinco años que no quieres celebrar tu cumpleaños? - dijo esperando su respuesta.
- Tuve un extraño accidente, al menos eso fue lo que me dijeron en el hospital, mis padres me encontraron más muerto que vivo, cuatro costillas rotas, ambos brazos fracturados en tres partes, lleno de profundos cortes y la cara irreconocible, dicen que por los ojos verdes me reconocieron.
- Pero debe haber algo que recuerdes con claridad de esa noche.
- Nada, excepto esa risa diabólica que me repite que debo morir para terminar de cumplir la profecía y algo así como una lluvia ácida que rompe mi piel - se estremeció - lo otro que recuerdo es que me dice: "puedes vencerme ahora, pero iras a conocer a tus padres muy pronto".
- Pequeño, ¿alguna vez te han mostrado de cómo eras antes del accidente?
- Los médicos me dijeron que era lo más parecido que podía quedar a como era antes del accidente - dijo sentándose junto a la cama - pero no sé como era.
- Yo tengo una fotografía de uno de mis pupilos más queridos, era el hijo de uno de mis mejores amigos, supongo que has de haber oído de Harry Potter - tomó su varita y la amplió, allí estaba un muchacho moreno, de cabellos revueltos como los suyos, con lentes de marco redondo, una cicatriz con forma de rayo en la frente, con los ojos verdes iguales a los suyos, haciéndole cosquillas a un perro negro junto a un enorme árbol de navidad - el chico es Harry, el perro es su padrino, mi amigo Sirius Black, nunca pudo madurar.
Una extraña nostalgia llenó de golpe el corazón de Heinrich y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro sin remedio y sin que las comprendiera, allí dentro de su mente algo se debatía con fuerzas, desesperado por salir a la superficie, pero el moreno se llevó la mano a la frente y se puso de pie.
- Le traeré algo de comer, her Remus - le dijo devolviéndole la fotografía, estaba confundido ¿por qué de repente le vino a la memoria la imagen de aquel hombre que se transformaba en perro y lo amaba como un hijo? ¿Es que acaso no era quien por cinco años le habían dicho que era?

Draco estaba sentado frente al escritorio de su superior escuchando su perorata acerca de la persecución a los licántropos y se preguntó por qué Weasley no defendía a aquel a quien Harry tanto quería ¿no era amigo de ellos también? Por lo visto los humos se le habían subido a la cabeza al pelirrojo.
- Pero ¿cómo se supone que vamos a encontrar a ese peligroso fugitivo? - dijo uno de los novatos mirando a su jefe - se le ha escapado a aurores más experimentados en muchas ocasiones ¿no es verdad?
Pero Draco sabía que era porque ellos no habían querido capturarlo, alguna vez lucharon codo con codo contra el señor oscuro y sus seguidores, no era algo que se pudiera pasar por alto con facilidad, más cuando Tonks estaba enamorada de él y Kinsley lo consideraba un gran amigo, porque él lo ayudó a estudiar para ingresar a la academia varios años atrás.
- Pues existe una gran recompensa por su captura - dijo Weasley y Draco comprendió donde se había perdido el amigo de Harry, en la ambición, por eso, quizás, era que estaba apartado de su familia de la misma manera en que lo había hecho Percy Weasley cuando estaban en quinto año - sería un gran logro en mi carrera - dijo sentándose sin fijarse en la fea mirada de su esposa.
- Me extraña que persigas a una de las personas más queridas de Potter - le dijo haciéndose el desentendido - a mi no me interesa ese pobre licántropo, de seguro debe andarse muriendo de hambre por allí, si ya antes, cuando no le perseguían, andaba con las ropas hechas un desastre, vaya a saber en qué condiciones está ahora, si no se ha muerto.
- Eres un... - dijo Hermione molesta.
- El joven Töpfer no vino a la reunión - dijo el pelirrojo mirando el lugar - que, ¿acaso ya lo mataste? - se burló.
- Heinrich no fue invitado a esta reunión - le dijo Ian molesto - y dijo que era mejor así, que tenía cosas mejores en las que entretenerse.
- Ya, y ahora lo llamas por su nombre - siguió en el mismo tono.
- ¿Y desde cuando es que te importa lo que nos pasa, comadreja? - le dijo Draco fastidiado - perdone, jefe, pero no nos interesa la reunión ¿nos podemos retirar?
- Muy bien, Malfoy, Keller, pueden irse.
Al pasar una mujer de cabellos rosa chicle los detuvo.
- Narcisa dijo que iría a verte a tu casa cualquier día de estos - le dijo a Draco.
Draco apretó los puños y asintió, su madre era la única que aceptaba su decisión.
- Me pregunto de Heinrich ya habrá preparado la comida y que será - dijo Ian caminado por los pasillos hacia la salida - si ellos llegan a sospechar...
- Creo que deberíamos ir a comprar algo para el postre para evitarle más trabajo - lo interrumpió - él siempre se preocupa por complacernos.
- ¿Complacernos? - dijo sarcástico - de complacerte a ti, porque es al que más mira cuando estamos comiendo - se quejó - creo que me voy a teñir de rubio a ver si me mira aunque sea una vez.
- Claro, pero creo que más que nada lograrías hacerlo reírse.
- Siempre levantándole la moral a tu compañero - le dijo molesto.
- Por cierto, no se te ocurra ni mencionar estando en las dependencias del ministerio lo de nuestro visitante, querrán saber de quien se trata y estaremos metidos en qué soberano lío y nos despedirán.
- E iremos a Azkaban - asintió - de acuerdo, no lo olvidaré.

Heinrich estaba terminando de recoger la sala cuando escuchó el timbre de la puerta, se preguntó quien sería, ya que desde que llegara al departamento que nadie parecía visitar ni al rubio ni al castaño, ni siquiera otros aurores, así que se arregló lo mejor que pudo, olvidado de su magia, antes de abrir. Le sorprendió verla, era casi como ver un fantasma del pasado, pero sólo fueron unos segundos antes de reaccionar.
- Adelante, Sra. Malfoy - recordaba quien era ella, la madre de Draco, pero ¿cómo era que lo sabía? Quizás era cierto que él era Harry Potter.
- ¿Nos conocemos? - dijo la mujer educadamente.
- No creo - le sonrió - soy Heinrich Töpfer, nuevo compañero de her Draco.
- Entonces ¿cómo sabes quién soy? - le dijo molesta.
- Her Draco se le parece mucho - dijo al fin buscando una excusa - sé que él no tiene hermanos, así que tenía que ser su madre, aunque parece que usted lo fue muy joven, casi juraría que es su hermana, quizás un par de años mayor.
- Que galante - sonrió ella complacida - ¿cuánto tiempo llevas aquí?
- Poco más de un mes - le sonrió - her Draco y her Ian deben de estar por llegar, quizás quiera servirse alguna bebida y unos pastelillos.
- Gracias - aceptó - quizás un poco de hidromiel - le sonrió.
Heinrich fue y volvió de la cocina en un abrir y cerrar de ojos aprovechando el uso de su humilde giratiempo, así que también aprovechó de avisarle a su visitante de la presencia de la dama, y por la cara que el licántropo había puesto, había hecho bien en advertirle, vagamente recordaba algo relacionado con el padre de Draco aunque no estaba muy seguro de qué.
- Lamento lo humilde de mi recibimiento - le sonrió - pero comprenderá que apenas comienzo a trabajar aquí, creo que no me gusta mucho el sistema de trabajo de los aurores aquí, eso de "ganar incentivos" casi nos convierte en mercenarios, en Alemania trabajábamos con un sueldo fijo.
- Oh, yo creo que eso es culpa del ayudante del ministro, dijo que de esa manera se fomentaría el trabajo de los aurores y el interés de los jóvenes en servir a tan importante departamento del ministerio.
- Pero nos ha vuelto poco más que simples mercenarios al servicio del Ministerio.
- Bueno, no creo que a ellos les importe demasiado mientras cumplan sus metas.
- Yo no debería aburrir tan bella presencia con asuntos de trabajo, menos con aquellos que no tienen solución - le sonrió sentándose frente a ella.
En eso escuchó abrir la puerta y vieron aparecer a Draco y a Ian que los miraron asombrados. El rubio vio el suave rubor en las mejillas de su madre y sintió que la bilis le subía por la garganta antes de lograr controlar los celos.
- No me digas, Heinrich, que le has estado coqueteando a mi madre - le dijo el rubio y el moreno desvió la mirada - te voy a...
- ¿Es tu madre? - lo interrumpió Ian asombrado - Mucho gusto señora, nunca pensé que tuviera una madre tan hermosa.
- Ian - le advirtió, pero ya no estaba tan enfadado - por lo visto Heinrich te ha recibido muy bien, madre.
- Es un chico muy atento - dijo ella divertida, había visto los celos en su hijo.
- Frau Malfoy ¿se quedará a comer con nosotros? - le sonrió.
- Oh, lo siento, pero Lucius me espera en un restaurante para comer - se disculpó sonriendo también - ese hombre es terrible cuando quiere.
- ¿Lucius? - dijo Ian intrigado.
- Mi padre - le dijo Draco cruzándose de brazos - tú no viniste a hacerme sólo una visita social ¿verdad, madre?
- Igual que el padre - suspiró divertida sabiendo que eso lo haría enfadar.
- A mí no me hace gracia que me compares con él - replicó.
- Pues a mí se me hace que debe ser un hombre muy guapo - intervino Heinrich.
- Si, lo es - dijo ella - y Draco tiene razón, le traje un regalo a mi hijo querido - le tendió un paquete - y tenía curiosidad por conocer a tus compañeros y saber cómo vivía una auror soltero que nunca supo hacer labores domésticas.
- Pues, como podrás ver - le dijo señalando el lugar - muy bien, y no quiero regalos de tu parte, menos si Lucius...
- El ni siquiera sabe que vine a verte - le dijo - si llegase a enterarse se enfadaría mucho - se encogió de hombros - igual que Severus, sabes que ninguno de los dos quería que fueras auror.
- Pues entonces es mejor que te vayas, no lo hagas enfadar - le dijo sarcástico.
Narcisa miró a su hijo un segundo, pero luego se encogió de hombros, se puso de pie, le dio un beso en la mejilla a Ian y otro a Heinrich y salió del departamento.
- ¿Se puede saber que diablos pretendías conseguir coqueteándole de esa manera a mi madre? - prácticamente le gritó el rubio furioso - y más encima la invitas a comer con nosotros como si te olvidaras de nuestro invitado.
- No tiene por qué enfadarse tanto, her Draco - le sonrió - yo sólo pensé que si la conquistaba a ella, me ayudaría a conquistarlo más rápido.
- Estás loco - le replicó sin perder la furia de su mirada - tú no me gustas.
- Si, como no - intervino Ian - estás celoso hasta los huesos.
- ¡Cállate, Keller! - lo amenazó perdiendo la paciencia.
- Estuve hablando con Her Remus - le dijo el moreno divertido - me estaba contando de uno de sus alumnos favoritos, nos parecemos mucho ¿saben? Los mismos ojos, el cabello rebelde y el mismo patronus ¿no es extraño?
- No existen dos patronus iguales, es como la huella digital de un mago - le dijo Ian extrañado - es imposible.
- Pues el mío es un ciervo al que llamo Cornamenta.
Draco lo miró asombrado, recordaba claramente el patronus de Harry yendo hacia él estando él sobre los hombros de Goyle disfrazados de dementores, el siervo los embistió y los hizo caer, ellos les mereció un castigo de 20 puntos menos por cada uno, cosa que enfureció a Severus Snape, que los dejó sin salidas a Hogsmeade más por el hecho de perder puntos que por el truquito en sí.
- Además, recordé a un enorme perro negro que me miraba desde el patio de una calle, en eso llegó un autobús y me caí de espaldas y... - se tomó la cabeza - pero él murió tres años después, en el ministerio de magia - comenzó a llorar.
- ¿Cómo iba a morir un perro en el ministerio de magia? - dijo Ian.
- No seas idiota - le dijo Draco sentándose junto a Heinrich, abrazándolo hacia sí - no era un animal, era un animago llamado Sirius Black - le acarició el cabello al moreno - tranquilo, pequeño, no fue tu culpa.
- ¡Claro que lo fue, si yo no hubiese sido tan idiota, no habría caído, arrastrando a mis amigos, en la trampa de Voldemort y él no habría corrido a rescatarme y no estaría muerto! - le dijo apartándose y tanto Draco como Ian vieron que el moreno había cambiado, allí estaba Harry Potter tal como debía ser.
- Harry, no fue tu culpa - insistió Draco con el corazón en la garganta, allí, saliendo al fin a la superficie, estaba aquel al que había llorado por muerto por cinco años - él te amaba, no se iba a quedar de brazos cruzados...
- ¡Y después perdí a mi último defensor! La única persona a quien quiero se esconde como fugitivo de la ley, peor que Sirius, porque él al menos se podía hacer pasar por perro ¡Todos a los que amé están muertos!
- ¡Aún me tienes a mí! - lo abrazó el rubio tratando de clamarlo.
De pronto todo se llenó de una bruma dorada y el moreno se desmayó en los brazos de Draco. Cuando al fin se disipó, los dos aurores se miraron asombrados y luego al moreno, este había vuelto a la "normalidad"...

Continuará...

Vaya a saber cómo voy a terminar esta historia, pero ciertamente he tenido más inspiración para él que para otros fics, pero voy a seguir.
Shio Chang (me gustan las historias rosa y espero que esta lo termine siendo)

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