El rubio caminaba felizmente al rededor de su mejor amigo de cabello oscuro. Quién solo estaba parado y mantenía una mirada seria y ganas de ahorcar a alguien, más específicamente, a él mismo.
-Matt, ya tengo otro chiste- Ahí era dónde comenzaba su incesante tortura. Tenía dos opciones. Resignarse a escuchar chistes más malos que la maldad o tratar de convencer al más bajo a que se calle. Siempre escogía la segunda, pero a juzgar por su humor obvio no le servía.
-Alexis, si en realidad me tienes alguna clase de aprecio no continues.- Valiéndole tres tractores y medio de verdura, el rubio continuó.
-¿Por qué la gallina cruzó el camino?- Matt se quitó los lentes para empezar a golpear su cabeza contra una pared.
-Señor, si de verdad existes dame una señal y mátame ahora.- Pedía en voz baja. Todo era mejor que escuchar los chistes de Alexis.
-¡¡Para llegar al otro lado!!- El rubio rió bastante fuerte mientras su amigo moreno intentaba quedar inconsciente a golpes.
Todos los que pasaban nos les hacían mucho caso pues ya estaban acostumbrados a esas escenas que montaban aquellos dos en los pasillos de la institución. Después de todo, si Matt terminaba suicidándose, todos sabrían porqué.
El moreno dejó de golpearse contra el muro y se colocó los lentes. Era claro que eso le dejaría marcas.
-¿Te gustó?- Los ojos ámbar del rubio brillaban expectantes de la respuesta de su amigo de ojos grises. A este le costaba decirle a su pequeño amigo lo que sentía respecto a sus malos chistes. Pero no quería decepcionar al más bajo siendo tan directo. Así que se tragó lo que quería decir y habló.
-Si...Muy... Muy bien, Alexis.- revolvió los cabellos del rubio y suspiró. Sabía que al decir eso la tortura que tendría por delante sería el doble...
Por su parte, Alexis mostró su sonrisa más grande y se sonrojó levemente. Lo estaba consiguiendo, su Matt se enamoraría muy pronto de él.
-¿Eso significa que quieres escuchar más?- Al moreno se le escapó una lágrima.
-Me lleva la desgracia- Pensó Matt para sus adentros mientras mantenía una sonrisa en la cara y su amigo empezaba de nuevo con los chistes malos.
-¿Por qué la gallina cruzó la calle?- Y para peor suerte de Matt, aveces a Alexis se le olvidaba que los había contado y los repetía.
Matt hacía señas a los que pasaban por ahí para que lo aniquilaran o algo por el estilo. Alexis estaba tan distraído entre contar los chistes y ver atentamente el rostro de Matt que ni se percataba de esos "imperceptibles" detalles.
Y así se les fue todo el receso. Se despideron como acostumbraban, Matt le revolvió los cabellos a Alexis y este le abrazaba rápido y se iba.
El moreno podría estar harto de escuchar esos chistes malos, pero era conciente de que cuando no los escuchaba sentía que algo faltaba. Y era la molesta voz de su molesto amigo contando esos molestos chistes.
En la salida quedaron para pasar la tarde en la casa del de gafas. El rubio no podía estár más feliz, pasó todo lo que le quedaba de mañana pensando que chistes contarle a su amor de ojos grises.