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El mejor amigo de Tom Riddle por Eowyn Fitzgerald

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Walburga no era una persona fácil de hacer llorar, pero después de esa discusión y de que su hijo se fuera de la casa...

¿Es qué Sirius no podía entender que estaba tratando de protegerlo de los horrores de allá afuera?

Llevaba horas en la habitación de Sirius, sentada en la fama y abrazando una estúpida almohada escarlata con los símbolos de Gryffindor. Así fue como la encontró Kreacher mientras hacía su ronda de limpieza por la casa.

—Se fue... —dijo ella entre lágrimas— yo no quería ésto, yo no quería que se fuera, yo quería cuidarlo, yo quería que fuera feliz... Él no lo sabe, él no entiende Kreacher —ocultó su rostro con la almohada y la abrazó apretadamente, sus sollozos se fueron haciendo más fuertes—. Si algo le pasa te juro que me muero,¡Me muero!.

—Mi adorada ama...

—¡Me lo arrebataron! Esos sucios y asquerosos traidores, ¡esa maldita escoria y simiente del mal me quitaron a mi Sirius! ¿Y para qué? ¿Para poner su vida en peligro? ¿Para separarlo de su familia? A ellos no les importa. Es solo un niño Kreacher, un niño confundido y estúpido que le acaba de romper el corazón a su madre.

Regulus entró con cuidado a la habitación, Regulus también tenía los ojos hinchados y rojos pues había estado llorando también, sonrió con pena a Kreacher y se sentó al lado de su madre, ella al sentir a su hijo menor soltó la almohada y se abrazó al cuerpo delgado del que ahora era el último heredero de la casa Black, lloró sobre su hombro.

Orión no entró, no podía sabiendo que se derrumbaría si se permitía dejar los sentimientos entrar, amaba a Sirius y no sabía que sentir, no sabía cómo procesar esa traición a todo lo que creía bueno y familiar, como Orión lo veía Sirius había tomado el bando de los malvados... Y el imbécil de Potter lo estaba apoyando, que tonto había sido Orión al pensar que Charlus era su amigo, no era más que otro villano de la lista, alguien que apoyó la separación de su familia.

—Es mi culpa —habló Orión desde el marco de la puerta—. Debí estar más pendiente de él, no debí apoyarlo cuando dijo que era amigo de un Potter, pude hacer algo y ahora...

—No podías saberlo amor —contestó Walburga desde donde estaba aún con los brazos de su hijo rodeándola—, nadie podía saberlo. Le dimos todo, absolutamente todo, e igual se fue, igual tomó la primera oportunidad para abandonarnos ¡La familia no hace eso! ¡La familia permanece junta! Fuimos claros con él, no nos gustaba como vivía, ni su casa de Hogwarts, ni sus amigos, ni sus erróneas ideologías... Fuimos muy indulgentes con él, nunca le dimos la espalda, nunca lo apartamos de la familia, nunca le quitamos su posición como heredero. No fue tu culpa amor, nada fue tu culpa.

Mientras tanto Cygnus pedía su quinto whisky de fuego.

Oh Andrómeda era su niña, Bellatrix era toda una Black y estaba orgulloso de ella, Narcissa era como una princesa y le encantaba tomar el té con ella, pero Andrómeda, ella era su niña.

Andrómeda a la que mimaba e iba de compras con papi, con la que jugaba a las muñecas, a la que le había enseñado a volar, con la que bailaba. Ella de su preciosa niña, y la hija que había logrado tener con su verdadero amor, una relación prohibida que le había hecho feliz, Druella no se había negado a ser un vientre para formar a su hija mediante magia, claro le pidió convertirla en la señora Black y nunca se arrepintió, Druella era de todas formas su mejor amiga para ese punto y las fachadas eran importantes para los sangre pura.

Bella y Cissy eran hijas de él y Druella, pero Andrómeda era toda suya, suya y de Alphard. Por eso sentía peor su traición, sentía que se quería morir de solo pensar que su preciosa niña se había escapado con un sangre sucia, no quería creerlo ¿Qué había hecho mal? Le había dado todo el amor, todo el dinero, toda la atención, todo lo que tenía... ¿Qué carajo le faltaba para ser feliz? Cygnus se lo hubiera dado todo.

Andrómeda se había ido hacía mucho tiempo, hasta había sido borrada del tapiz familiar por Walburga, pero él no podía superarlo, ¿Como un padre podría superar la perdida de su amada hija? Eso no era posible de ninguna manera. La familia lo había presionando, y cortó el contacto con ella, pero si un día ella aparecía en la puerta de la casa, en calidad de la fuera, que más daba... Cygnus le perdonaría todo, por eso Druella a sus espaldas se había encargado de hacerle saber a Andrómeda que no la querían volver a ver.

Cygnus se apareció en su casa, no estaba ebrio, había agarrado resistencia al alcohol. Entró a su oficina y tomó la carta que no se atrevía a mandar, una donde le expresaba a Andrómeda que la amaba lo suficientemente para mandar todos sus principios morales a la basura y la aceptaría con todo y su estúpido novio. La tomó y la arrojó a la chimenea, no podía seguir haciendo aquello, debía meterse en la cabeza que Andrómeda debía morir para él, que ahora tenía solo dos hijas, por las cuales debía velar y darlo TODO.

—Nuestra niña no está muerta Cygnus habló la voz de Alphard, el mayor de los black entró a la oficina como si esa casa también fuera suya—. Solo decidió estar con la persona que amaba, igual que nosotros.

—No es igual...

—Tienes razón, lo nuestro es peor —Alphard lo abrazó con cariño y fuerza, como si fuera su último abrazo—. Tienes que saber algo...

Horas más tarde un estruendo se escuchó en la sala del número doce de Grimmauld place, y la familia junto a Kreacher corrieron para ver qué sucedía. En la estancia Walburga se encontró a sus hermanos en plena batalla, o bueno a Alphard sosteniendo a Cygnus de la cintura mientras éste peleaba por soltarse, se veía muy afectado mientras lloraba.

—¡Déjame! No te quiero volver a ver, ¡vete!.

—Mi cisne no me hagas ésto...

—¿Qué quieres que haga? Fue tu maldita culpa, ¡Traidor! ¡Mentiroso!

—Te amo...

—¡Pudrete en el infierno, el Hades, donde sea! Pero no quiero ver tu cara nunca más, no quiero verte, te odio, te desprecio, me das asco, no quiero que me toques, no quiero estar contigo. ¡Por tu culpa perdí a mi hija! No sabes cuánto te odio.

—Tu me amas idiota.

—¡Pues eso se acabó! ¡Se acabó en el momento en que me traicionaste!

—Fue amor, no traición, Cygi, escúchame.

Walburga y su marido alzaron sus varitas cuando Cygnus logró apartarse, ninguno sabía que pasaba pero Cygnus no se pondría así por nada, en especial con Alphard.

—¿Qué sucede Cygi?

—Sucede querida hermana, que fue éste monstruo, fue su culpa... Mi hija, tu hijo... ¡Todo es su culpa!

—¿Qué?

—¡Él les dió el dinero para que pudieran escaparse! ¡Fue él quién les metió ideas en la cabeza! ¡Por su culpa mi hija se fue con un sangre sucia, por su culpa tu hijo abandonó a la familia! ¡Nuestra familia se está rompiendo por su culpa!

Walburga lo miró con tanto desprecio, el enojo que no había expresado por la partida de Sirius surgió repentinamente.

—Lárgate de mi casa ahora mismo si no quieres que te mate ¡Largo!

Orión apretó su varita con fuerza, no podía creer que un miembro de la familia les hubiera hecho algo tan horrible.

—Vete y no vuelvas nunca. Desde ahora yo Orión Black, líder de la familia te destierro de ella, ya no eres parte de nuestra familia y nunca más te acerques, traidor.

Alphard se acercó una última vez a Cygnus para robarle un beso.

—Lo hice por todos nosotros Cygnus, espero que lo entiendas algún día.

Dió un par de pasos atrás y luego se desapareció.


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