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Impulso por exelito100

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Notas del capitulo:

Hi everyone! Lo prometido es deuda por lo que aqui esta el nuevo capitulo. En cuento al fichero, bueno...

http://weheartit.com/Axel_100/collections/111156847-impulso-fanfic

Ta-dan!

Dato curioso: Revisen el fichero desde la ultima imagen hacia delante (de abajo hacia arriba).

Diganme como quedo o si les parecio interesante, si seguimos con esto o es un asco de idea. Haganme saber sus opiniones en los comentarios. 

Sin nada mas que agregar. Enjoy!

30 de Julio

Harry suspiro por decima octava vez en menos de una hora. Paso las manos pos sus ojos apartando los anteojos por un momento para volvérselas a colocar de manera correcta. Afuera de su habitación podía escuchar a los Dursley empacar sus cosas para abandonar la casa por lo menos un par de días, como venían haciendo desde el año pasado.

Bueno, desde que un muy molesto Sirius llegara un día de lo más campante, entrara por la ventana en forma de un perro negro lleno de rabia, y por medio de  Legeremencia les amenazara con transformarlos en seres azules con largas colas (entre otras cosas un poco mas subidas de tono) sino dejaban de maltratar y explotar al chico mago que vivía con ellos, haciendo que una muy asustada  Petunia Dursley le echara agua bendita encima, Harry ni siquiera sabía que tenían esas cosa en la casa, y Vernon junto con su gordo hijo Dudley desataran un griterío digno de una escuela primaria todo en frente a la mirada perpleja del susodicho mago. El escándalo no duro demasiado después de que el televisor estallara en pequeños fragmentos haciendo que todos los seres de la casa quedaran en silencio sepulcral, a excepción del ahora mojado e irritado perro intruso.  No sobra decir que una vez que Sirius obligo a los Dursley a jurar no volver a maltratarlo, finalizando con un muy dramático;

 -Estaré vigilándolos y si veo algo fuera de lugar, un pelo siquiera, los convertiré en las cucarachas inmundas que son realmente. - Ellos comenzaron a pasar de él en todo sentido, de nuevo. No sin antes fulminarlo con la mirada para después lamentarse por dos horas completa (si, las conto) por el deceso de su amado televisor.

Ya no lo obligaban a cocinar, ni a limpiar y podía vagar por la casa cuando quisiera. Parecía que ya no existiera, que era un fantasma en la casa; y la verdad, Harry no podía estar más feliz.  Pero ese no era el punto; el punto era que mañana cumpliría 16 años y los Dursley se iban de vacaciones como venían haciendo desde el  incidente con el “perro demoniaco” (nombre puesto por su primo). Harry lo tomaba como un obsequio por buen comportamiento además de la amenaza que residía sobre sus cabezas, y no podía estar más agradecido por ese regalo. Regalo que no podía disfrutar debido a que, como temía, su razón estaba aniquilando a su conciencia justo ahora causándole un  jodido-dolor-de-cabeza.

Otro suspiro.

Harry se quedo sentado sobre la cama mirando a un punto inexistente en la pared. Sabía que esto pasaría, ayer llego tan agotado y cansado a la casa que sin quitarse los sucios zapatos se tiro en la cama y quedo rendido. Ahora con las fuerzas más renovadas, su razón o sentido común que casualmente tenía la voz parecida a Hermione, le estaba riñendo.  Pasó sus manos con fuerza por su cabello, emitió un quejido de dolor, desordenándolo aun más. Le dolían todos los músculos del cuerpo, en especial las piernas, pero esa no era la razón de porque se encontraba en ese estado de lamento y frustración. Tenía hasta miedo de pensarlo con claridad.

Acabada de salvar a su enemigo jurada, al asesino en masa de gente inocente, al que se rumoraba no tenia emociones debido a que había hecho un pacto con un ser tan oscuro que había perdido toda humanidad, al ser que quería erradicar una raza del mundo mágico por razones que todavía se desconocen completamente. No solo salvarlo, sino también encubrirlo; si hasta le dio la varita en la mano ¡por Merlín! Era el asesino de sus padres y el, Harry-sin juicio-Potter, lo salvo de una muerte que probablemente se merecía por todo las cosas crueles y despiadadas que había hecho. Los insultos  le estaban sonando con la molesta voz de Malfoy. 

Pudo perfectamente ser una trampa, pudo haberle transmitidos tales emociones y pensamientos con toda la intención, como había ocurrido el años pasado, hasta que no le quedara de otra que ir a su encuentro. El sabía eso, entonces ¿por qué?

- ¿Por qué?-Pregunto aquella extraña y aterradora voz.

Pues eso quería saber el, y la excusa de “nadie merece morir de esa manera” no era la justificación. Esa no era la respuesta. La verdadera respuesta era; -Porque soy un idiota impulsivo que no piensa demasiado en lo que hace y no podía ver como morías de esa forma horrible en frente de mí. No mientras tus ojos mostraban esa mirada de miedo y frustración, y yo sentía lo que tú sentías.

No lo aguanto más, con rapidez tomo una almohada, cubrió a su cara y grito con todas sus fuerzas hasta que se quedo sin aliento para luego lanzare a la cama sin dejar de abrazar con más fuerza de la necesaria a la pobre almohada. Si hasta parecía una adolecente enamorada, pero a diferencia de las adolecentes enamoradas, el tenia un dilema existencial mucho peor, millones de veces peor que no ser correspondido. Eso ya lo había pasado con Cho y  con Cedric.

Harry se coloco boca abajo con la almohada encima de su cabeza. Sería más fácil si lo conseguían muerto por asfixia que lo que pasaría cuando se enteraran de la estupidez que acababa de cometer. ¿Qué mierda le diría Dumbludore, Hermione, Ron, Remus o el señor Weasley? Se estremeció al pensarlo. ¿Qué dirían las personas que habían sido víctimas de la locura del señor tenebroso; los padres de Neville, el hermano de Sirius o el propio Cedric?

Harry apretó los dientes.

Demonios ¿Qué diría Sirius? ¿Diría que estaba bien? ¿Que esas cosa pasaban a veces? Mierda, ¡¿qué dirían sus propios padres?! ¿Que seguían orgulloso de el por ser un maldito impulsivo?  Dio un golpe a la cama, frustrado. Todo por ser un idiota impulsivo y por no pensar antes de actuar, por seguir siempre su corazón antes que a su razón.

No era la primera vez que pasaba. Aun recordaba el desastre que casi genera en el ministerio a causa de una visión que el maldito Voldemort le había mandado. Menos mal que el Director lo intercepto a tiempo y evito que cometiera una locura. Lamentablemente, esta vez Dumbledore no se encontraba con él. Estas eran las consecuencias...

Restregó su rostro en la sabanas, limpiándose las lagrimas, no se había dado cuenta que estaba llorando hasta ahora. Se sentó  en la cama y  limpio con fuerza el rastro de  lágrimas; no valía la pena llorar. Ya era demasiado tarde para eso.

-Lo hecho, hecho esta. Ya no hay vuelta atrás.

El tenía que ser sincero consigo mismo, lo que más le molestaba era no se arrepentía realmente de lo que hizo. Si regresara el tiempo y volviera a ese preciso instante en el lago, justo en el donde los ojos de su enemigo denotaban miedo y frustración, y viera como el dementar se acercaba sacando alma de ese loco asesino; el hubiera hecho lo mismo. Lo habría salvado de todos modos.  Suspiro, otra vez.

-Y con ese van 20. -Se dijo para aliviar un poco la tensión que sentía en el cuerpo. Con cuidado se levanto de la cama y camino hacia donde estaba Hedwing, la única testigo de todo su conflicto existencial, y la acaricio con cuidado.

Sus músculos estaban bastante adoloridos desde esta mañana, ignorando que estaba lleno de cortes y heridas tanto leves como profundas por todo el cuerpo; ya que, si bien las maldiciones no le tocaron directamente, el hecho de estar rodeado de arboles que estallan a tu alrededor no te hace inmune a salir lastimado. Los fragmentos de los arboles eran bastante peligrosos si no tenias cuidado, y como es obvio, ahora tenía un herida bastante fea en el costado de su torso y el pómulo izquierdo, gracias al último árbol que se había hecho pedazos antes de perder a sus cazadores.

- ¿Tu si podrías perdonarme Hedwing? ¿Podrías perdonar a tu estúpido compañero? -El ave emitió un leve chirrido y le picoteo el dedo con suavidad haciendo que Harry sonriera.

- Tienes razón compañera, debería dejar de pensar en cosas que no tienen solución y ponerme a pensar en cosas más importantes, como por ejemplo, el entrenamiento. -Dijo con pesar. A partir de año comenzaba oficialmente el entrenamiento con Sirius, Snape y Dumbledore para enfrenar a Voldemort. Otro punto por el cual preocuparse.

 – Pero será después, cuando llegue a la escuela. Por ahora es mejor darme un baño, no puedo perderme mi propia fiesta de cumpleaños ¿no?

Y con esto, el chico de casi 16 años, 1.65 de alto y probablemente con un peso menor para su edad, pelo negro despeinado, piel levemente bronceada y llena de cicatrices, ahora más que antes, contextura menuda y delgada, poseedor de unos ojos impactantemente verdes escondidos bajos unos viejos anteojos, con una suerte absolutamente nadie (según el) envidiaría; se dispuso a meterse al baño para quitarse todo los pesares de su cuerpo. Solo de su cuerpo porque seguro que su mente todavía no había terminado de torturarlo.

Harry gimió frustrado y volvió a revolverse el pelo. Se lo merecía por idiota. Quizás podría ahogarse en la ducha e ir a su fiesta como un alegre fantasma.

A esta altura la idea no sonaba nada mal.

........................................................

 

Gritos se escuchaban fuera de la oscura habitación, las grandes y pesadas puertas estaba bloqueadas por hechizos para evitar que se entrara a los aposentos privados de la persona que mas peligroso dentro de la mansión y quizás del mundo entero, persona que justo ahora emitía esos desgarradores gritos. A pesar de los fuertes de los hechizos, nada evitaba que los gritos no se escaparan de la habitación resonando por toda la sección exclusiva del ser que habitaba en ese lugar. Incluso llegando hasta el otro lado de la inmensa mansión justo donde se reunían los dueños de la morada y sus nada calmados invitados.

Sin embargo, nadie se atrevía a acercarse a de esa parte de la mansión, nadie era lo suficientemente valiente o suicida para desobedecer las órdenes de su señor. Más si estaba en ese estado. Ni siquiera su círculo más íntimo de seguidores cometería esa locura, por muy preocupados que estuvieran, ya que quien conozca al señor tenebroso lo suficiente reconocería los gritos y entenderían  que estos no eran gritos normales. Eran gritos de dolor mesclados con rabia, lo que aumentaba mas la preocupación de sus seguidores y a la vez el miedo por lo que podría estar pasando su señor.

Otro grito desgarrador grito. Otro estremecimiento de miedo de sus seguidores.

Nunca, entiéndase  el sentido estricto de la palabra; nunca, el señor tenebroso había gritando de dolor ni siquiera cuando salía herido en alguna batalla, lo que Narcissa Malfoy podía contar con una solo de sus blancas y estilizadas manos, debido a que era ella la única que su señor confiaba lo suficiente para atender sus heridas, ella además de Severus. 

Un grito especialmente fuerte seguido de una onda de magia que se extendió por la misión hizo que diera un pequeño salto en su lugar. Si no fuese una persona perfectamente entrenada en etiqueta y comportamiento, podría incluso haber derramado la taza de té que estaba tomando para poder relajarse. Sin embargo, no lo hizo; no podría decir lo mismo de su hermana la cual caminaba de un lado para el otro del salón de recibimiento en el que estaban alojados, maldiciendo a quien sabe quien en voz demasiado baja como para escucharla.

De manera disimulada miro a su esposo que estaba apoyado en la pared contraria de la habitación con los brazos cruzados. Lucios le devolvió la mirada, sus pensamientos marchaban por el mismo camino; gracias a Merlín y a toda las deidades que Draco había decidido pasar unas semanas en la villa Italiana de su amigo porque, si a ella y a su padre les costaba controlar su miedo por lo que estaba pasando en ese momento, su hijo ya se habría desmayado del susto.

Todavía desconocía los sucesos con claridad, nadie le había explicado del todo como es que Lord Voldemort había terminado en ese estado.

Ella estaba sentada en su salón personal conversando con Severus, quien había llegado hace unos pocos minutos, cuando uno de los elfos les aviso con apuro, y una gran cara de susto, que unos muy mojados invitados y el Señor Tenebroso habían llegado de la misión asignada. Inmediatamente, y con todo la elegancia que solo un antiguo Black y ahora Malfoy podría tener, se paro del sofá en el que estaba y rápidamente llego hasta la zona de recibimiento. No más traspasar el arco que separaba el pasillo del recibidor fue apartada por un Señor Tenebroso extremadamente furioso, muy herido y con  dificultades para mantenerse en pie, el cual paso de largo hacia sus aposentos. No sin antes advertirles a todos, con las voz más amenazante posible, que si alguien llegara a acercarse a unos pocos metros donde residía sin ser llamado con antelación el castigo seria de tales proporciones que nunca antes  habían sido registradas en la historia de la magia, y sin más se retiro hacia su habitación, ignorante de las caras de terror puro plasmadas en su grupo de seguidores.  Unas vez solos, Severus y ella se miraron para luego pasar su vista a unos muy mojados invitados.

Ya habían pasado dos días desde entonces y solo se escuchaban gritos de dolor por momentos, además de las constantes ondas de magia que sacudían las ventanas y hacían estremecer los sólidos muros  de esa antigua morada, así como a sus residentes. Muchos de los objetos más frágiles tenían que ser reconstruidas con constancia ya que se destruían por la presión de magia que estaba siendo ejercida sobre la mansión.

De nuevo, Narcissa agradecía al amigo de su hijo por invitarlo a su casa natal por esos días, y quizás cuando todo vuelva a la relativa normalidad le regalaría algo al chico.

Otro grito, un nuevo estremecimiento de la misión pero con la novedad que un elfo se inclinaba  frente a ella.

-Mi señora, el amo gran Lord Oscuro la quiere ver, mi señora. -Y sin más se retiro.

Narcissa Malfoy, antes Black, sintió las miradas cargadas de pánico de los que se encontraban presentes. Con toda la dignidad que una señora de alta sociedad debe tener, dejo la tasa de té vacía en la pequeña mesa y se levanto con elegancia encaminándose hacia la salida del lugar, justo donde Lucios estaba recargado con los brazos cruzados y la miraba con aparente sobriedad, pero ello lo conocía mejor. Habían estado casados por años y a las mujeres Black no se les podía mentir tan fácilmente. Lucios descruzo sus brazos cuando paso por su lado. La preocupación impregnada en los ojos platinados, además del miedo que ya estaba presente desde que esa locura había comenzado hace casi dos años, haciendo que sus rasgos se volvieran más duros y tensos que de costumbre.

Sin detenerse rozo sus dedos con los ajenos tratando de transmitirle la fortaleza que necesitaba para enfrentar lo que arribase. Porque aunque muchos no lo crean, la mayor fortaleza de Lucios Malfoy; el ex Príncipe de hielo, era y seria siempre su esposa y mejor amiga.

Al cruzar por el pasillo y perder de vista a la madre de su hijo, Lucios Malfoy; hombre rico y bien educado, famoso por su controlado y siempre correcto comportamiento, apoyo sin gracia la cabeza en la pared y miro el techo tratando de buscar la fortaleza que se requería cuando la persona que había perdido toda cordura llamaba a tu esposa a sus aposentos privados después de amenazar a quien pusiera un pie en dicho sitio con una muerte extremadamente dolorosa. Contuvo un suspiro tembloroso. Ya no importaba que estuviera en frente de sus invitados, la mayoría del círculo interno de su señor eran sus propios amigos de escuela. Habían tenido que pasar por los infiernos juntos para llegar a esa prestigiosa posición, por lo que ellos lo entendían.

Lucios sintió una mano en su hombre y volteo con desgano la cabeza hacia su dueño. Severus estaba a su lado, como siempre, apoyándolo. Se permitió mirar a su alrededor, los ojos estaban fijos en el pero en vez de frialdad y burla, había apoyo y un intento de tranquilizarlo de manera silenciosa. Lucios se permitió emitir un suspiro, muy pocas veces se les permitía a los sangre pura, y a los Slytherin en general, transmitir sus emociones a la ligera; pero allí estaban, mostrando su apoyo por un amigo; estaba realmente agradecido.

 Después de todo, y contrario a lo que todos creen, la lealtad era una de las características de los hijos de Salazar, por lo menos entre los que fueran dignos de tenerla.

Lucios tomo una inhalación profunda y volvió a poner la máscara que su padre le había enseñado, todo su grupo de amigo lo imitaron. Excepto Bella claro, quien seguía dando vueltas por la habitación murmurando cosas, ignorante de todo.

Sus padres. Ellos fueron los que los metieron a todos en el conflicto para empezar. Además de ser sus instructores en el arte de esconder sus emociones de todos para evitar ser dañados o usados en su contra, o para hacerlos fuertes y dignos de su cargo. -Tonterías. -Siempre habían pensado; por eso intentaron educar a sus hijos con un poco mas de libertad que la que ellos tuvieron pero sin dejar de ser los fuertes y dignos sucesores de las familias más antiguas, ricas y poderosas del mundo mágico que debían ser.

 Aparte la locura de su señor estaba llegando a nuevos límites. No es que había dejado de creer en su causa y visones, pero no era lo mismo de la época de sus padres ni la de su adolescencia; su señor nunca había sido tan... desquiciado. Seguía siendo extraordinario en más de un sentido, pero más de uno no dejaba de pensar que se estaban desviando demasiado de los planes originales que habían promovido su causa. Solo hay que tener en consideración que desde que su señor se entero de la profecía, o quizás un poco antes, había comenzado a matar y torturar sin aparenten justificación ni causa, incluso las clases de entrenamiento que eran sometidos los que podían se parte del movimiento pasaron a ser las clases de tolerancia a las torturas de Lord Voldemort. Y si antes su señor era aterrador, frio y cruel, con un aura imponente que te hacía pensar dos veces antes de hablar; ahora era eso y más, muchísimo más,  y no precisamente en un buen sentido.

La cupiste de esa locura llego hace un par de días cuando algún idiota sugirió que el único obstáculo que importaba era el mocoso Potter y que deberían cazarlo cual animal para poder avanzar, y el Lord lo escucho. En menos de dos horas ellos habían acudido a su señor y estaban listos para la persecución. No podían quejarse sin arriesgarse a un Avada en el mejor de los casos así que no hubo objeciones. Ni siquiera cuando su señor les prohibió usar maldiciones imperdonables para capturar al muchacho y los amenazo a todos si lo mataban. Era una casería a la antigua y la única que había sido feliz al escucharlo había sido Bellatrix.

-Es genial, padre. -Hubiera pensado su hijo. El solo se limito a  pensarlo con el mayor de los sarcasmos posible.

Ahora estaban en esa situación. Todos reunidos, preocupados por el ser que una vez fue un hombre y líder levemente cuerdo y extremadamente inteligente; que ahora no los dejaba acercarse más de 3 metros de su persona sin arriesgarse a una tortura segura por insolencia. 

Muchos rumores se esparcieron debido al cambio, o más bien, el extremismo de maldad del que había llegado su señor. Aunque él tuviera conocimiento de la verdadera razón, eso no importaba ahora ni cambiaria nada, habían pasado años desde esa misteriosa y particular muerte que desato el infierno actual que vivían.

Uno de los candelabros cayó en el centro de la habitación causando un gran estruendo, sacándolos de sus cavilaciones personales, dándose cuenta que la misión no había dejado de estremecerse desde la última vez cuando habían llamado a Narcissa. Lucios miro con preocupación hacia donde su esposa había desaparecía hace una eternidad y apretó los puños dentro de los bolsillos de su pantalón tratando de tranquilizarse. Un pensamiento comenzó a rondar en su cabeza. Su hijo llegaba en menos de una semana y si esto seguía así no sabría qué hacer.

Volvió a dejar caer la cabeza con mayor fuerza en la pared donde estaba apoyado, tomo otra gran inhalación. Lucius solo esperaba que las cosas no empeoraran más.

Otro grito, y esta vez los vidrios de la mansión entallaron, sus seguidores se encogieron asustados. Lo más dignamente posible por supuesto.

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31 de Julio

- ¡Ron, Harry, es hora de dormir! -Ambos escucharon a la Señora Weasley desde la planta baja de la madriguera y luego un par de risas gemelas desde la parte alta. - ¡Freg, George, ustedes también o me veré obligada a tomar medidas! -Esta vez fue el turno de reír tanto como el de cabeza roja como el de cabellos negros.  

Eran cerca de las 10 de la noche y faltaban un par de horas para que el cumpleaños de Harry acabase. La verdad es que la había pasado genial, como todos los años en la madriguera. Siempre era semejante; llegaba una noche antes de lo planeado, se encargaba de darle un pequeño susto a Ron, recibía los grandes abrazos de la Molly, degustaba su deliciosa comida, intentaba huir de las bromas de los gemelos, hablaba un rato con Ginny y el señor Weasley para después ponerse a hablar con Ron hasta quedarse dormidos. Al día siguiente seria su cumpleaños, la señora Weasley le daría comida hasta reventar siempre con la excusa de que estaba demasiado flaco y pálido, los gemelos le harían bromas y la pasarían jugando con Ron, Ginny y Hermione, que había llegado esa madrugada, hasta que sería la hora de picar la tarta. Siempre era  igual y así era perfecto.

 Pero esta vez, y para su grata sorpresa, cuando el de ojos verdes despertó y bajo a desayunar, se encontró cara a cara con Remus, Tonks, y el mismísimo Dumbledore sentados en la sala de la casa tomando el té de lo más tranquilos. Tranquilidad que fue rota cuando Tonks, con más volumen del necesario, le deseo un gran  feliz cumpleaños, seguido de Remus que solo se levanto y lo abrazo con fuerza.  A Harry se le formo una sonrisa de verdadera felicidad en la cara, la que solo guardaba para sus amigos y la poca familia que tenia. Lo había echado de menos. El y Sirius eran la única familia que le quedaba y casi no podía verlos seguidos. Cuando se separaron el mayor se le quedo mirando por unos segundo para luego corresponder su sonrisa. 

-Harry.-Escucho que le llamaban y  apartando su  mirada de la de Remus miro al hombre que le había apoyado y ayudado en tantas ocasiones. Albus Dumbludore le dio una de sus sonrisas más sinceras para posteriormente felicitarle y entregarle un paquete envuelto en colores llamativos, típico del excéntrico anciano. Cuando el cumpleañero se dispuso a agradecerle fue interrumpido por una muy enérgica Tonks.

-Bueno, no se queden allí grupo de sentimentales. Es hora de desayunar. -Como siempre, era sorprendente lo increíblemente enérgica que puede llegar ser  esa mujer. Remus negó con la cabeza, y  el director agrando más su sonrisa para comenzar a moverse hacia la sala, dejando atrás al licántropo y a Harry para que conversaran.

Ambos decidieron tomar asiento en uno de los sofás del lugar. Remus llevaba un rato escudriñándolo con sus ojos dorados. Harry se comenzó a sentirse incomodo. De alguna forma había podido ocultar sus heridas con magia. De alguna forma, porque es bien conocido que no se puede usar la magia fuera de la escuela y Harry no se explicaba cómo rayoses que había llegado un Hechizo a su cuerpo justo después de su ducha, pero agradecía a Merlín y a quien estuviese allá arriba por eso.

 El de cabellos negros se mordió el labio nervioso y enfoco su mirada en el paquete en sus manos. Antes de que Remus decidiera tocar el tema, él lo evitaría.

-Rems, no es justo, no me dijeron que venían. -Harry vio con un poco de pena como su evasiva  parecía funcionar. El de cabellos castaños sonrió.

-Lo lamento Harry, pero hasta hace un par de horas no sabíamos si podíamos venir, por eso ni Tonks ni yo trajimos ningún presente. En verdad lo siento. -Exclamo Remus. Tenía algunas ojeras bajo sus dorados ojos y estaba más pálido de lo normal pero no parecía agotado en lo minino. Harry lo miro alarmado por sus palabras.

-Vamos Moony, no es para tanto, lo importante es que estas aquí. Sabes que las cosas materiales son lo que menos me importan. -Le dijo mientras tomaba una de sus manos. El mayor lo miro durante unos segundos con una mirada indescifrable para luego volver a sonreír.

- Sabes, cuando Sirius me dijo que cada vez te estabas pareciendo mas a tus padres creí que bromeaba o exageraba, ya lo conoces. Pero es verdad.- El chico lo miro sin entender.

-Verás,  una vez me presente en casa de tus padre para una navidad que casualmente fue justo después de luna llena, yo estaba todavía demasiado herido y adolorido pero no quería rechazar la invitación, era la primera navidad de Lily y James juntos así que fui de todos modos. Me presente sin regalos e intente disculparme pero lo único que recibí fue un “no seas idiota Moony, lo importante es que estas aquí“.-Dijo imitando la voz de James haciendo que Harry se riera.

-Y un “sabes que las cosas materiales son los de menos, Rems” de parte de tu madre. -El castaño le explico con una sonrisa nostálgica.

Harry contuvo el suspiro de añoranza. Para él, sus padres eran totales desconocidos; no tenía ningún recuerdo de ellos a no ser que se tratase de viejas fotografías o de los relatos de algunos conocidos. Eran esos momentos en los que de verdad resentía su soledad. Sentir una mano en su cabeza lo hizo despertar de sus melancólicos pensamientos, estos estaban ocurriendo seguidos últimamente.

-Es tu cumpleaños Harry, no puedes deprimirte por cosas sin sentido que lo demás dicen. Quién sabe, quizás recibas más sorpresas durante el resto del día. -Finalizo Remus con una sonrisa calmada para  levantarse e ir a la cocina con los demás.

¡Y vaya que las recibió!

Porque ver a Alastor “Ojoloco” Moddy, Kingsley Shacklebot, Bill Weasley y su prometida, que no fue otra que la mismísima Fleur Delacour, deseándole un feliz cumpleaños, cada quien a su manera, fue una tremenda sorpresa.  Aun más sorprendente fue recibir un regalo de parte de Ojoloco, el cual no se pudo quedar por alguna extraña excusa del que no quería enterarse, seguido de Kingsley y Dumbludore; los cuales tenían que resolver unos asuntos con el ministro.

Harry tampoco quería enterarse de eso; y menos mal que nadie nombro nada referente al “que-no-debe-ser-nombrado” porque estaba seguro que hubiera entrado en una crisis nerviosa. Ese día intento olvidar que era el niño-que-vivo, la salvación del mundo mágico, el elegido o lo que sea, y en especial intento olvidar que le había salvado la vida a aquel que debió dejar morir; para pasar a ser solo Harry. Al menos por ese día, era su día después de todo.

Lo único que lamento fue ver a todos sentados en la gran mesa de la cocina de esa acogedora casa disfrutando de un breve tiempo de paz en medio de todo ese desastre, y no poder visualizar a su padrino entre toda la gente. Eso fue lo único. Sirius no podía darse el lujo de aparecerse por esa casa de manera directa, no solo porque es muy probable que fuera localizado, sino que implicaría también al señor Weasley por ayudar a un fugitivo de Azkaban y eso era una pena grave. Eso fue lo único que lamento ese día, por lo demás, todo fue perfecto.

Y volviendo a la realidad...

-Hermano, todavía no puedo creer que ese loco te haya dado algo ¿Seguro que no es un arma de tortura? ¿Y si es una mano mutilada? -Harry rodo los ojos. Ron era siempre tan dramático.

Ambos debían compartir cuarto ya que la que era de Harry había sido ocupado por Bill y Fleur, nada nuevo. En ese momento, Harry estaba tirado en el suelo ordenando sus regalos y Ron lo estaba “ayudando”. No es que hubiera recibido tantas cosas interesantes, podía perfectamente abrirlos cuando fuera a casa de sus tíos pero la curiosidad Gryffindor pudo con ellos así que los dos se encerraron en el cuarto a desenvolver los obsequios y de paso ordenarlos en el baúl que Harry se llevaría a Hogwarts, el cual se quedaría allí hasta que fuera el día para compras sus libros escolares.

Hasta ahora habían descubierto una bufando verde esmeralda dado por el viejo Directo;  Ambos la miraron con recelo, era demasiado parecido a las usadas por las serpientes pero  Harry, con un encogimiento de hombros, decidió ponérsela causando que Ron callara toda protesta, lo mirara por un rato en silecio para luego parpadear aturdido y comentar que sus ojos resaltaban de manera alarmante con ella; no había espejos en la habitación por lo que no puedo comprobar nada. Hermione le regalo un libro de medimagia a la par de otro de primeros auxilios muggles. Bastante útil teniendo en cuenta que tenía una gran raja en el costado del cuerpo que le hacía moverse un poco más lento de lo normal y le dolía si la tocaba, sumándole que no podía usar magia para curarlo, tampoco  es que supiera cómo hacerlo, así que el libro era bastante conveniente.

¿Menciono que era una especie de milagro que el hechizo accidental siguiera allí?

El siguiente fueron los gemelos que le dieron unos cuantos explosivos, Ginny le dio un libro de cocina, Ron se descojono de la risa un rato cuando lo vio haciendo Harry se sonrojara hasta las orejas y le lanzara el dichoso libro con perfecta puntería dándole de lleno en la frente, ocasionando una pequeña pelea que fue la causa de los gritos de la señora Molly.

Por unanimidad habían dejado el extraño regalo de Moddy para último. Ron por temor a su integridad física y Harry más que todo por precaución, nunca se sabía con ojoloco Moddy.

 Un dramático silencio se instalo en la habitación, ambos contemplaban el paquete por un par de minutos. Caja de madera rectangular, no muy grande, parecía bastante inofensivo pero lo había entregado Ojoloco, podría ser cualquier cosa. Quizás explotara cuando lo abriera y los convirtiera en animales mágicos o quizás tenia una maldición bastante desgradable... 

Harry no lo tolero más y con un movimiento brusco lo abrió. De inmediato Ron se escondió bajo las sabanas esperando que la delgada tela le sirviera de alguna manera de protección para una bomba. Harry cerró sus verdes ojos esperando algún indicio de dolor pero cuando nada paso los abrió despacio y miro dentro del paquete.

Un libro.

Un simple e inofensivo libro.

Harry sintió ganas de reír pero como eran cerca de las 11:40 de la noche no creía que rodar por el suelo riéndose a los cuatro vientos era lo más sensato. Así que  se encogió sobre sí mismo y se echo a reír de la manera más callada posible. Al escuchar la risa ahogada, Ron, todavía más pálido de lo normal, observo el contenido del paquete entregado por lo que el llamaba demonio, y el inocente libro le devolvió la mirada. Ron no entendía el chiste.

-No es graciosos Harry. Creí que íbamos a morir.-Se quejo pelirrojo aun con voz temblorosa. La espalda del pelinegro tembló con más fuerza.

Cuando ya todo había pasado, y Harry ya no sentía el impulso de estallar en carcajadas, miro a Ron que tenía el libro en la mano ojeándolo con cara seria y el ceño fruncido. Harry perdió la sonrisa, Ron casi nunca estaba serio… Rápidamente se abalanzo sobre el pelirrojo y tomo el libro, temiendo que de verdad tuviera alguna maldición.

Ron no se opuso.

- ¿Que está mal...?-Comenzó el pelinegro pero cortó su oración cuando vio el título del libro. “Animagos; el saber y el todo. Tomo único.

-Esto es...

Conocían ese libro, lo habían visto hace un año en la sección prohibida. Cuando preguntaron por él en una librería el dueño les explicó que el ministerio lo había prohibido debido a la gran cantidad de accidentes causados por personas que habían leído el libro, intentaban ser animagos y salía mal. Incluso para los que pudieron completar su transformación, si estos no se adaptaban mentalmente podrían quedar con graves consecuencias tanto psicológicas como físicas. Un caso en St. Mungo donde un mago quedo con orejas de gato, comportándose como un felino y maullando era un buen ejemplo. El ministerio consideró que, aunque el libro tenía un contenido tan completo como solo un libro de artes oscuras podía tener, era un peligro. Cabe decir que después de esto, ambos abandonaros todo sueño de convertirse en animagos.

Ambos chicos intentaron olvidar el tema, pero era difícil teniendo en cuenta que el padrino de uno de ellos era un excelente animago, ilegal, claro, pero lo hacía a la perfección. Sin embargo no podría preguntarle nada porque las únicas veces que Harry y Sirius podían conversar, estas charlas no pasaban de los 15 minutos como máximo, además Remus les prohibió a ambos hablar del tema ya que era bastante peligroso.

Ambos se perdieron en sus pensamientos mirando fijamente el libro como si este en cualquier momento se pondría a hablar y aclarar todas sus dudas. El pelirrojo fue el primero en desistir.

-Harry ¿qué hacemos?-El nombrado lo miro igual de dudoso. Era bastante peligroso el estudio de la animagia, pero si lo dominaban...

-Si mis padres se enteran que tenemos un libro que el ministerio prohibió nos mataran, y si Hermione se entera que estamos estudiando animagia; nos revivirá y luego nos volverá a matar. -Ron dijo con simpleza pero en el fondo estaba tan aterrado como emocionado. Ni siquiera sabían cómo demonios el loco de Moddy había podido conseguir ese libro ni la razón de porque se lo estaba dando a su amigo pero tenían que aprovechar la oportunidad. Estas cosas solo le ocurrían a Harry, y no sabía si estar agradecido por eso o sentir envidia.

-Deberíamos... Deberíamos descansar Ron, ya mañana pensaremos mejor que hacer. -Dijo el de anteojos y sin más agarro el libro y lo escondió entre los demás regalos para proceder a guardarlos en su baúl. Ron parpadeo sorprendido pero no protesto, era tarde después de todo y ese día fue agitado, su amigo tenía razón, si tomaban una decisión en esas condiciones se arrepentirían por la mañana.

Con un suspiro se comenzó a preparar para descansar, mañana prometía ser un día interesante. El de cabellos negros se tapo con las sabanas y se removió nervioso, estaba agotado pero ni el agotamiento interfería en sus pensamientos.

-Primero lo del innombrable, luego la sorpresa de Moony y ahora esto. ¡Como si no tuviera suficiente! -Harry hizo una mueca de pesar y cambió de posición en la vieja cama escuchando como Ron roncaba suavemente.

En esos momentos solo quería que Sirius estuviera aquí para tener la opinión de alguien cuando se sentía como el inexperto adolecente de 16 años que era. Con ese último pensamiento cerró los ojos y se dispuso a descansar; ignorando la punzada en su costado por la herida e ignorando la ahora conocida presión en el pecho y cicatriz. Estaba demasiado cansado como para prestarle atención a las emociones de ese loco psicópata.

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01 de Agosto

- Las paredes están agrietadas. -Fue lo primero que Severus Snape noto al pasar el recibidor principal. Los elfos domésticos corrían de un lugar para otro tratando de reparar el desastre de vidrios rotos, objetos destruidos y paredes derrumbadas. Incluso pudo visualizar una vieja armadura, que representaba la antigüedad de la existencia de esa familia; hundida y abollada como si de una simple lata se tratase. Reprimió un estremecimiento. Cada vez que pensaba que su señor no podía ser más poderoso ocurría cosas que lo dejaban alucinado.

- ¿Y de verdad piensan que un mocoso malcriado como Potter tiene alguna posibilidad contra este demonio? El viejo debe estar delirando. -Hizo una mueca casi imperceptible mientras se dirigía al gran salón donde se llevaría cabo esa extraña reunión.

Se había retirado a su respectiva habitación en la mansión la noche anterior después de que Narcissa regresara de los aposentos del Lord; en estado de shock  y con la mirada perdida. 

Flash Back

 Cuando Narcissa Malfoy por fin se vio en el pasillo que servía de acceso al salón donde todos esperaban por noticias de su señor, de inmediato Lucios se le abalanzo encima, olvidando todo protocolo, y la comenzó a revisar sin obtener ninguna reacción de parte de la rubia. Con la mirada desesperada, el de ojos grises platinados la sacudió haciendo que saliera de su estupor y con piernas temblorosas se dirigiera a su antiguo asiento y allí se quedara por unos buenos minutos. Minutos los cuales los presentes intentaron hacerla reaccionar, sin éxito.

Severus no pudo evitar recordar una escena en especial en el cual algunos de los presentes se encontraban en la sala común de Slytherin, hace tantos años.

 Narcissa había tenido esa misma reacción cuando por casualidad vio un beso accidental de  Regulus y él en plena sala común. Era media noche y se habían quedado a estudiar, no había  nadie a excepción de Regulus, Lucios, Rabastan, Narcissa y él; que les servía de tutor a sus compañeros de casa. Cuando el beso ocurrió, tomo a todos desprevenidos, las burlas no se hicieron esperar pero después de unos incómodos minutos en los cuales Narcissa hacia ningún comentario, se comenzaron a preocupar. La rubia estaba tan sorprendida y descolgada por el inesperado beso que tardo una hora completa en volver en sí. Una forma exagerada de reacción en opinión del propio Severus. 

- Igual que todos los Black.- Pensó con un deje de nostalgia.

La comprensión lo golpeo. Si Narcissa estaba en ese estado, no era cuestión de algún hechizo como pensaba Lucius; era porque había visto algo tan sorprendente que la había dejado en modo autómata.

Con rapidez se acerco y se arrodillo enfrente de su amiga.

-Narcissa ¿Qué fue lo que viste?-Pregunto pausadamente para facilitarle la comprensión.

Funciono ya que la nombrada lo miro e intento decir algo pero su voz no salió. Lucios y Severus fruncieron el ceño preocupados, ella siempre tenía algo que decir; los Black siempre tenían algo que decir. El profesor intento preguntar algo más pero fue interrumpido por un grito.

Bellatrix Lestrange, obviamente.

- ¡APÁRTENSE! NO ESTA MUERTO ¿VERDAD? MI SEÑOR NO PUEDE ESTAR MUERTO. ¡HABLA DE UNA VEZ NARCISSA!-La mujer se situó enfrente de la rubia luciendo más loca y desarreglada de lo normal. Narcissa se limito a  negar lentamente con la cabeza. Severus y los presentes suspiraron aliviados.

 -Bueno, un peso menos.-Pensó el profesor. -Narcissa si no puedes decirnos...

-No es eso...

La mujer se tomo un tiempo para ordenar sus pensamientos y poder hablar con normalidad, aprovechando que estaban todos los presentes a la expectativa de lo que diría.

-Nuestro señor me envió para darles un mensaje. El ordena que lo esperen en el gran salón a las 3 de la tarde de este día y que nadie, además de nosotros, debe enterarse de nada de lo ocurrido con el niño Potter. El no tiene que recordarles su castigo si se llegase a filtrar alguna información de lo acontecido en la mansión y en especial lo ocurrido desde hace un par de días.-Finalizo Narcissa ya con su voz normalizada, potente y clara.

La rubia miro de reojo a Severus, ella sabía que era un espía, el mismo Severus se lo confeso hace un tiempo buscando a alguien que le sirviera como confidente.

Todo el círculo interno del Mago Oscuro más poderosos de esa era, el Grupo de Mortifagos más letales del movimiento, parpadearon varia veces para comprender dichas órdenes. Su señor no estaba allí así que podían darse el lujo de pensar con detenimiento la situación.

- ¿En el gran salón?-Repitió extrañado Rodolphus Lestrange.

El gran salón, donde se encontraba el trono de su señor, era utilizado antes de que el Lord perdiera toda cordura para las grandes celebraciones que solía dar después de una victoria; ahora era solo para las reuniones de todo el movimiento. Si el Lord quería una reunión con su círculo utilizaba la sala de reuniones, no el gran salón.

Sin embargo Narcissa asintió con la cabeza, todavía muy pálida y débil para hablar mas de la cuenta, no confiaba aun en sus piernas para sostenerse tampoco.

Los miembros del Círculo Interno de Lord Voldemort se vieron unos a otros extrañados, todo con cara de desconcierto pero sin emitir sonido alguno. No valía la pena hacer preguntas si nadie tenía las respuestas. Después de unos minutos de cavilaciones internas, se retiraron a sus habitaciones asignadas dentro de esa mansión sin medir más palabras. Estaban agotados, ninguno había tomado un descanso completo después de esa extraña misión.

¿Cómo descansar si los gritos del Lord se escuchaban por casi toda la mansión, y las paredes, ventanas y objetos se estremecían por su magia?

Se habían turnado para vigilar, por si su señor mandaba a un elfo para avisarle de su estado. Los primeros habían sido Redolphus junto a Rebastan y Nott. Al segundo día le siguieron Narcissa, Lucios y Severus, pero al finalizar el segundo día todos decidieron esperar juntos en uno de los salones de la mansión. Bellatrix era la que se había quedado despierta durante los casi 3 días desde que la agonía de su señor había comenzado, y lo más perturbador del asunto era que no parecía agotada en lo más mínimo. Solo un poco más desquiciada y desalineada de lo normal.

Fin del Flash Back 

 

Cuando Severus por fin llego al gran salón y se abrieron las ostentosas puertas llenas de diseños intricados pintados de Negro y oro, se encontró con que todos sus compañeros de casa, y ahora compañeros de bando, se encontraban allí. No había rastros de su señor por ningún lado, ni siquiera se sentía su magia por la mansión. Las facciones de Severus se endurecieron y con un movimiento de cabeza los saludo a todos, con pasos firmes se posicionó al lado de su mejor amigo y padre de su ahijado.

Normalmente la habitación estaba libre de objetos además de los cuadros, armaduras y el imponente trono del Lord situado en un pedestal del mismo material que el suelo, pero esta vez, había varios sillones que combinaban a la perfección con la apariencia de hermosa vejez de la habitación, cortesía de la dueña de la mansión.

Severus saludo con un poco más de amabilidad a Narcissa, la cual se encontraba sentada en un de los sillones, se veía pálida y con ojeras dañando su siempre perfecto rostro.

El pelinegro enfoco su mirada en la cara de su amigo, este también lucia ojeras debajo de los platinados ojos pero su mirada era imperturbable. Todos allí tenían una expresión similar, todos agotados pero ansiosos de tener noticias de su Señor.

Porque él podía ser un espía pero eso no quiere decir que las razones por la cual se había unido al Lord en primer lugar no le emocionaban todavía. Todo había ido cuesta abajo una vez se entero de la dichosa profecía, pero seguía apoyando los ideales de su señor, por lo menos los principales, y seguía admirando a Lord Voldemort por las cosas extraordinarias que había hecho y las cosas que le había enseñado en tan poco tiempo, mucho antes de que perdiera toda cordura.

Cuando las puertas del gran salón comenzaron a abrirse, todos los presentes se levantaron de inmediato esperando la llegada de su señor.

 Lo que vio Severus Snape, profesor de pociones de Howargts; hombre firme que podía controlar y esconder cada una de sus expresiones con gran maestría desde que tenía memoria, hizo que todo su entrenamiento se pusiera a prueba.  Estaba seguro que más de uno tenía una cara tan descolgada y tan horrorizada que el mismo Merlín se hubiera reído de sus rostros, siempre impasibles, ahora arruinados por las indignas expresiones de sorpresa.

Ojos abiertos de par en par, algunos incluso tenían la boca abierta; entiéndase como Rabasta y Rodolphus, otros habían emitido un grito mudo; Bellatrix, y otros tenían la mirada perdida y las facciones sueltas, haciendo que la máscara de grandes magos sangre pura, herederos de fortunas inimaginables, la elite del mundo magico, se fuera justo a donde los restos de sus antepasados reposaban.

Unos ojos borgoña analizaron con minuciosidad a cada uno de las personas dentro de esa inmensa sala, detallando cada expresión sorprendida mientras se adentraba y se sentaba en el gran trono de mármol negro. La siempre controlada expresión de uno de sus seguidores le hizo detenerse y enfocar su mirada en la persona dueña del único, y aparente, rostro con disimulada sorpresa.

  Severus Snape sintió la rojiza mirada, y no pudo más que tragar saliva de manera sonora  totalmente aterrado. Retuvo un estremecimiento de pánico cuando el ser sentado en el trono pronuncio su nombre. Esa no era la voz de su señor, no era la voz sobrenatural y distorsionada de Lord Voldemort, similar a la de una serpiente. Esa era la voz de un hombre humano, una voz conocida que hacía años nadie escuchaba, la voz que nadie espero volver a escuchar...

-Severus...

Y si Severus Snape, y los demás presentes hubieran sido  asignados a  alguna de las demás casas de Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería, estaban seguros que TODOS ya se hubieran desmayados de la impresión al ver a un hombre no mayor de 30 años, de fríos ojos color borgoña, piel blanca saludable, labios finos, nariz perfilada, contextura musculosa, cabellos caoba y facciones estoicas; sentado en el trono del mago oscuro más peligroso y poderoso de todos los tiempos.

-Mis amigos... -Una sonrisa de cruel burla se entendió por las aristocráticas facciones. Sonrisa que fue reconocida de inmediato.

 

Notas finales:

Bueno, como pudieron ver nuestro Tom porfin aparecio, de ahora en adelnate tendra un poco mas de protagonismo, y si les soy sincera, disfruto mucho escribiendo de el; se parece mucho a mi (o la gran mayoria). 

Igual que la ultima vez, el proximo capitulo esta listo, solo falta la edicion, y como notaron me toma un tiempo, si contar la actualizacion del fichero (queda me toma aun mas tiempo) por lo que tengan paciencia. No las abandorare (eso espero). 

Digen sus opiniones en los comentario. 

Atte; Slytherin y Orgulloso.


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