El sonido desgarro implacable el manto del sepulcral silencio que reinaba en las tranquilas calles de aquel barrio en Londres. La madrugada se vistió de tragedia y la fría neblina fue lo último que acaricio los cuerpos que en el acto quedaron sin vida, cinco cadáveres, conto la muerte que había sido convocada a aquella fatídica esquina donde ambos vehículos se estrellaron furiosamente.
Mama, papa y un chiquillo yacían sin vida aun sujetos a sus asientos por los cinturones, estos no habían marcado ninguna diferencia, la colisión les arranco su ultimo aliento y en sus rostros una mueca de dolor y pánico quedo grabada.
Siguió la muerte la inspección, invisible ante los ojos de los alarmados residentes que con el ruido del choque salieron de sus camas para averiguar lo ocurrido y ahora luchaban contra las puertas bloquedas de los carros destrozados, No hay nada ahí, nada para ustedes, susurro la muerte confundiéndose con el viento que se teñía con el oscuro humo y ardía ante el calor de las llamas que cada segundo aumentaban.
Pero la muerte aquella noche no había mirado con detenimiento y fue un débil pulso quien le hizo revisar el otro coche. Encontró su quinto cadáver sin una gota de brillo en sus ojos y los dedos engarrotados, aferrados al volante… Silencio pensó, ¿Dónde? Musito buscando con sus vacíos ojos la fuente de aquellos latidos que no se rendían.
El cuerpo de un joven hombre se encontraba atrapado entre el asiento trasero y el delantero, aplastado con tal fuerza que apenas había lugar para el movimiento de sus pulmones.
Muerte contemplo expectante la lucha de aquel ser y aunque sus huesudos dedos estaban a milímetros, no podía tocarlo, aun no le pertenecía. Cautivada se mantuvo entre el espeso humo como un fantasma infernal, ¿Qué harás? Pregunto curiosa, como si le hablara a la insignificante pero persistente llama que aun ardía dentro del joven.
A su alrededor pronto se concentró la multitud que luchaba por encontrar algún sobreviviente, el olor de los mortales saturaba su olfato, insignificantes y prepotentes, como si la enfrentaran; tontos… cuando el juicio ha venido, el tiempo se ha ido, mascullo mientras de sus ambulancias bajaban hombres que ferozmente trataban de reanimar a aquellos que ya habían sido besados por ella… muerte sonrió complacida al verse triunfante, aquellos cuerpos ya estaban vacíos y sus almas esperaban fieles a que ella las guiara a aquel lugar de reposo eterno. Sin embargo había comprendido que no todos irían con ella.
- ¡Hay uno vivo!
Los odiosos mortales peleaban contra el ardiente metal del deformado coche, luchando por sacar a tiempo al joven cuyo pulso no se rendía. Muerte sonrió de nuevo bajo su lúgubre manto de sombras…
Hoy no será… ciel phantomhive.
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No sentía mi cuerpo, ni vivo ni muerto, estaba en todo el límite que separaba este mundo y el otro.
Escuchaba a lo lejos las voces alteradas, pero no podía descifrar lo que decían, quise abrir mis ojos pero estaba tan cansado… tan agotado. El mundo fuera de los confines de mi propio cuerpo cada vez me parecía más lejano, algo estaba ocurriendo, algo malo pasaba.
La voz susurrante dentro de mi cabeza era lo único que me parecía real mientras que mi entorno se desvanecía y mi propia consciencia parecía diluirse, pensar era como nadar en espesa brea y sentía el miedo recorrerme, aterrado ante la idea de desaparecer.
Hubiese querido estar inconsciente por completo, y resposar en absoluta calma para ordenar mis pensamientos que sin ninguna estructura se deslizaban entre mis dedos como arena sin permitirme analizar mi situación. No se cuánto tiempo paso antes de que finalmente pudiera preguntarme a mi mismo ¿Dónde estoy?
Mis ojos seguían cerrados, como si mi voluntad se hubiera desconectado y no pudiera accionar las teclas que hacían responder a mi cuerpo ¿Dónde estaba? pregunte de nuevo Pero no podía encontrar ninguna respuesta, de pronto me había quedado sin contenido alguno… Senti pánico del desconocimiento y de la vulnerabilidad de mi estado pero aun asi no podía escapar de aquella pesadilla si únicamente guardaba silencio, asi que con un frio abrumador en mi interior me atrevi a preguntar ¿Qué paso?
Busque y busque por los rincones de mi existencia pero no era que las puertas se habían cerrado, era que todo el espacio se habia convertido en un salón en blanco, sin limites visibles, en cualquier dirección solo había vacio, no habían respuestas a mis preguntas en ningún sitio ¿Cómo llegue aquí?
Mi corazón se desboco, agitado por una angustia que jamas había experimentado, se estremecia con fuerza, pero aunque pudiera sonar raro, de alguna forma, eso me tranquilizo; estaba vivo.
De pronto me envolví en una enigmática red de preguntas sin respuestas que tejia a una veloidad impresionante, si estaba tan lucido como para hacer esto podía estar seguro de otra cosa… no estaba soñando.
El vacio persistía, fue ocupándose únicamente con esta consciencia que creaba de a poco con cada pensamiento, pero eso era todo, no había antes ni después, y no sabía cómo desplazarme entre la absoluta nada que era todo lo que tenía.
De pronto me encontré cuestionando hasta mi propia existencia…
¿Quién soy?
Y algo sumamente extraño ocurrio.
Como si hubiese dado un salto desde mi lugar inicial hacia mucho más atrás me encontré frente a frente con mi nombre. Ciel Phantomhive y un mar de momentos me arraso.
Vi con asombro partes de mi infancia, de mi adolescencia, contemple el día de mi graduación de la universidad, rostros amenos y otros desagradables, mi edad también apareció como un dato fluctuante, tenía treinta y tres años; el reflejo de mi mismo también pude verlo, mis ojos eran azules, mi cabello negro azabache. Vi claramente a mi madre a mi padre, vi mis propias manos, el decorado de mi habitación en el campus… Una pregunta emergio e hizo que el desfile de recuerdos se detuviera en seco ¿el campus? Sabia que me había graduado a los 22 años pero ahora tengo treinta y tres… ¿entonces?
En el acto tome consciencia de mi mismo, me gire despacio con la sangre recorriendo helada mis venas y aprecie con pánico la verdad… El descomunal vacio seguía ahí y de pronto me ubique como en una línea de tiempo, parado al limite de mis veintitrés años donde las memorias comenzaban a difuminarse hasta volverse nada; con un nudo en la garganta hice mi ultima pregunta… ¿Dónde están mis últimos diez años de recuerdos?
Subitamente, mis ojos se abrieron.