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Hail of Roses por liuny

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Notas del capitulo:

Ehhh, otro capítulo, supongo. Enjoy it...

Atte. Liuny.

Opus 2:

BWV 903 Chromatic Fantasy and fugue In D minor.
Johann Sebastian Bach

 

— ¿Te vas a quedar? —Preguntó cuando el ojiverde lo dejó en su cuarto.

— No lo sé.

— Ahhh….

— Pero, si me voy a estarás mejor… así que iré a habar con tu padre.

— ¿Le dirás algo sobre lo que te dije? Era presa de la ira, no puedes decir nada.

— Me ofendes Bryan Grace ¿Qué clase de chismoso crees que soy?

— ¿Qué?

— Ya, ve a hacer la tarea… ¿Me permitirás tomar el té contigo mañana?

— ¿Ese mismo té?

— Otro aún mejor.

— No lo sé.

— Bueno, piénsatelo, y me dices ¿Va? —El chico entró en su habitación cerrando la puerta, dejándolo sin una respuesta, moviendo la cabeza en señal de “caso perdido”. Se fue a buscar a su jefe.

* * *

— Señor Grace ¿Está ocupado? —Preguntó Vaness desde la puerta.

— No, pasa Lawrence. ¿Qué sucedió? ¿No aguantó ni un día?

— Nada de eso.

— ¿Se queda? —Preguntó con sorpresa.

— Aún estoy en mi semana de prueba, eso se dirá el domingo que viene.

— Padre.

— ¿Qué sucede Julian? —Preguntó al ver que su hijo mayor entró.

— Vaya ¿No lo trató de tirar por las escaleras? —Le cuestionó irónicamente.

— ¡No por dios! ¿Cómo se le ocurre semejante barbaridad?

— Eso es lo que hace —Respondió simplemente.

— Ahhh… genial —Terminó diciendo divertido—. Bueno, en esta reunión estoy demás. Gracias por su atención señor Grace. Hasta luego. —Se despidió de Julian sin saber como llamarlo, total eran contemporáneos.

5

— ¿No y que íbamos a tomar el té? —Preguntó Bryan con los brazos cruzados parados en frente de la escalera.

— Sí, allá vamos… pero, primero quiero que veas algo.

— Son las escaleras, que interesante.

— ¿Verdad? —Dijo tres escalones arriba del ojos ambarinos.

— Tienes que andar de broma.

— No estoy de broma… yo nunca bromeo —Subió tres escalones más. El alumno iba a subir cuando Van lo detuvo—. No subas quédate allí —Y subió hasta quedar al otro lado.

— “Esto es de locos” —Pensó al ver que Vaness movía la boca pero no se escuchaba nada, o estaban demasiado lejos para hacerlo—. ¡¿QUÉ?! —Gritó para hacerse escuchar, pero, él nada que lo lograba hacer—. ¡¿CÓMO?!

— ¡SUBE! —Le gritó al final. El preadolescente subió las escaleras rápidamente y se colocó al lado.

— ¿Qué sucede?

— ¿Me oíste algo de lo que decía?

— Noup.

— Mira hacia abajo. ¿Alto, no?

— Sí… algo —Dijo echándose hacia atrás.

— Sabes… si tú llegaras a rodar por allí, tienes pocas opciones.

— ¿Cómo cuales? —Preguntó tragando, jamás se había puesto a ver la altura de la escalera.

— La más común, la muerte.

— ¡¿Enserio?!

— Sí, o podrías quedar cuadraplejico. Oh romperte la cabeza… ¿Verdad que es desagradable?

— ¿Por qué me dices esto?

— Porque el piso es demasiado costoso para mancharlo con sangre ¿No te parece? Si te rompes algo entonces dañarás el piso. No sabes lo difícil que es quitar un manchón de sangre del mármol… —Dijo un dedo en la mejilla con gesto pensativo.

6

— ¿Te gusta cantar? —Le preguntó Vaness mientras tomaba de nuevo el té.

— No…

— Vamos, todo el mundo canta en la ducha.

— Mentira.

— Uju… mentira. Cambiemos la pregunta ¿Te gusta escuchar a la gente cantar?

— No sé, no soy muy adepto a la música.

— ¿Algo que hayas escuchado? Señor-le-tengo-un-odio-irracional-a-la-música…

— Una vez papá me llevó a escuchar una horrible ópera.

— Es horrible, es el la única cosa que estaré de acuerdo contigo… con razón odias la música. Pero, aunque no lo creas, la ópera también tiene Armonía y Melodía.

— ¿Dónde tiene eso?

— La música, no es música, si no tiene armonía y melodía, si no algún tipo de ruido.

— Entonces, los pájaros no hacen música.

— No, hacen sonidos que carecen de armonía, aunque tienen mucha melodía.

— ¿Algún día tocarás el violín?

— No.

— ¿Qué? —Preguntó sin entender.

— ¿Quieres que te de clases?

— Claro que no. Pero ayer tocaste el piano ¿Por qué no tocas el violín hoy?

— Porque no doy demostraciones, creo que mencioné por allí que toco para mí. «En su defecto ya no lo hago, pero, como sea…»

— ¿Nunca has ido a un recital? —Preguntó sorprendido.

— No ¿Tú quieres ir a uno?

— ¿Quién no querría ir a uno?

— ¿Te sabes las notas musicales?

— ¿Qué clase de pregunta es esa? Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si… —Dijo con voz de burla—. ¿Quién no sabe las notas musicales?

— Si te soy sincero, no pensé que las supieras—Siguió para molestarlo.

— Enserio, ésta vez si me ofendiste bastante, eso te lo enseñan en la escuela.

— Ains, pero, ¿No y que no te gusta la música? ¿Quién te comprende?

— Nadie lo hace.

— Ciertamente —Terminó simplemente a tocar con la cucharilla, dando tres golpes fuertes y uno un poco más fuerte sin llegar a astillar la taza.

— ¿Qué haces?

— Quiero astillar la taza.

— ¡¿Qué?! ¡Mamá te matará!

— ¿Qué hago?

— Ummm —Pensó viéndolo—. ¿Tan, tan, tan ¡Tan!?

— Sip. Exacto. Bueno si no me dices astillaré la taza y te echaré la culpa.

— ¡No puedes!

— Dime que estoy haciendo y me detendré.

— Ya te lo dije tan, tan, tan ¡Tan! tan, tan, tan ¡Tan! —Lo miró un poco más comenzando a frustrarse, su mamá no dudaría del profesor, más por su famita, y la cara de perrito degollado de Vaness—. Un momento, eso parece un metrónomo —La cuchara se detuvo.

— ¿Un metrónomo? —Preguntó contrariado el ojiverde. El menor bufó.

— ¿No me digas que no sabes lo que es un metrónomo? ¿Qué clase de profesor eres?

— Yo no soy profesor, te lo dejé claro ayer…

— ¿Y entonces que haces dándome clases?

— Bebé ¿Quién te ha dado clases? Yo lo único que veo es que estamos tomando el té mientras hablamos… ¿No me dijiste que no querías que te dieran clases? Voy a empezar a pensar que necesitas seriamente atención médica para tu cerebrito.

— ¡Hey! Yo no tengo ningún problema cerebral…

— Tsk… ya, yo decía.

— ¿Y cuánto piensas estar sin darme clases hasta que papá se entere? —Vaness simplemente se encogió de hombros, mientras dejaba allí con la boca abierta al niño. Agarró la bandeja y salió de allí, tenía una sonrisa tonta en el rostro, era tan fácilmente predecible, no se dio cuenta cuando chocó con otra persona, la cual tuvo que sostener la bandeja con mil malabares acompañado del ojiverde al final logrando estabilizarse.

— Perdón, iba muy distraído.

— A, eres tú… ¿No deberías estar dándole clases a mi hermano?

— Acabo de terminar… su constipación por la música, es legendaria.

— Anda con cuidado con esas tazas… mamá no es agradable cuando rompen algo de la Alfarería.

— Lo tendré en cuenta. Señor Grace…

— ¿Señor Grace? ¿Cuántos años tienes, cinco? ¿O de cuanto me veo yo? A señor Grace mi padre, me llamo Julian.

— Bueno Julian ¿Me podría dar un permiso? Necesito llegar a la cocina.

— Para eso están las criadas Lawrence.

— Tómese toda la libertad de llamarme por mi nombre. Y si puedo llevarlas yo ¿Por qué molestarlas a ellas? —Preguntó con calma.

— Como quieras —Y siguió caminando. Van solamente suspiró y siguió caminando, tratando de no martirizarse mucho por el rubio.

7

— ¿Qué haces? —Preguntó Bryan cuando vio a Vaness leyendo.

— Leo… creo que raya en la obviedad.

— ¿Qué lees? —Le cedió el libro—. ¿Solfeo? ¿Quién leería algo tan aburrido por hobbie?

— Hablando de todo, ¿Por qué estás aquí? Pensé que odiabas este salón.

— Ehhh… —Lo habían agarrado con las manos en la masa, ni Él mismo sabía que allí.

— ¿Tomamos el té?

— Ejem —Dijo carraspeando—. Sí, ¿Por qué no?

— ¿Entiendes algo de lo que allí dice?

— Hay algunas cosas que no ¿Es otro tipo de solfeo?

— No, es un solfeo cualquiera, solamente que ya llevaba rato leyendo —Dijo levantándose un poco y volvió a la página doce—. Trata de leer.

— Prefiero el latín.

— Tú dices eso y yo te leo un parlamento en latín. ¿Está bien?

— Si claro ¿Tú hablando latín? Si me lo pruebas te leo lo que quieras.

— Vale. ¿Trato? —Preguntó tendiéndole la mano—.

— Trato…

Sors Immanis, et inanes, rota tu volubilis… ¿Continúo?

— No lo puedo creer…

Status malus, vana salus, semper dissolubilis. ¿Te parece bien?

— Oh Dios, es que ¿Cómo le haces?

Obumbrata, et velata, michi quoque niteris…

— No entiendo nada de lo que dices, pero, suena verídico…

— Dije “Destino monstruoso y vacío, giro en torno a ti” “Eres malévolo. El bienestar es vano, siempre nos desvanecemos a la nada” “Sombrío y cubierto, tú me afliges también…”

— ¿Qué es eso?

— Un fragmento del Carmina Burana. Ahora me la debes.

— Joder… ¿Cuánto? —Preguntó mortificado.

— Haber yo leí nueve líneas, tu leerás nueve compases…

— ¡¿Qué?!

— Vamos deja de quejarte lo estoy haciendo justo —Dijo levantándose y empezando a rondar por el asiento del chico, mientras empezaba a leer con dificultad.

* * *

— Vamos a llegar tarde.

— Hay, despreocúpate… —Le dijo su esposa a Damian Grace.

— Beatriz, hay que ser puntuales.

— Sí, sí —Pasaron por el cuarto donde estaban las pseudo clases—. ¿Quién anda leyendo partituras?

— Supongo que Lawrence. Dudo mucho a haya convencido a Bryan para que lo haga.

— A mí me parece la voz de mi hijo —La mujer se puso a oír.

— Vamos a llegar tarde.

— Cállate.

— Oye, no está nada mal… estás algo oxidado, mucho en realidad, pero, nada que no se arregle con un poco de práctica. Te confundes en las notas más altas y más bajas, pero, yo tenía problemas con eso. Identificas más o menos bien bemoles y sostenidos. ¿No y que no sabías?

— Julian me enseñó.

— Ya decía yo… ¿Por qué no le dices a tus padres que quieres que tu hermano te siga enseñando?

— Julian está demasiado ocupados entre sus presentaciones y su trabajo en la corte…

— Ammm, creo que ya entendí todo.

— ¿Qué entendiste?

— Clarificación temporal, nada importante… ¿Quieres seguir solfeando?

— Primero muerto.

— Vale, eso se puede arreglar —Dijo agarrando un cuchillo, y dándole la vuelta con maestría.

— ¿También eres matón a sueldo? —Preguntó asustado. Su madre entró asustada también preocupada.

— ¿Matón a suelo yo? ¿Te parece que con mi condición física puedo batirme con alguien?

— Me habían pegado el susto, Jesús bendito.

— Señora Grace, ¿Cómo está?

— Muy bien Vaness.

— ¿Qué sucede? —Preguntó el joven ojiverde.

— No, nada Jaja —Dijo saliendo—. Vámonos Damian, llegamos tarde…

— ¿Ah? —Preguntó antes de ser jalado por su esposa.

8

— Pensé que estaba con sus padres —Dijo Vaness algo sorprendido de ver allí a Julian.

— ¿Para donde ibas?

— A ningún lado. Estaba asegurando la puerta, luego de dormir a los niños.

— Okay, esto si que es muy utópico… ¿Te contrataron de niñera?

— No. Pero, no me importa hacerlo.

— ¿Está alguien despierto?

— ¿A las tres de la mañana? No lo creo.

— ¿Qué hacían mis hermanos despiertos a esta hora?

— Lian tuvo una pesadilla que también despertó a Bryan así que los dos terminaron durmiendo en el mismo cuarto.

— ¿Y tú que haces despierto?

— ¿Tengo hora de dormir? —Preguntó sorprendido.

— Obviamente que no, pero, es extraño.

— Bueno, en fin, yo me retiro a dormir, que pase buenas noches Julian.

— ¿Es verdad que lograste que mi hermano solfeara?

— ¿Sí por qué? —Preguntó volviéndose a voltear.

— ¿Cómo hiciste?

— Lo reté, yo le dije que yo decía un parlamento en latín y Él solfeaba… apostó porque no es muy probable que alguien sepa latín.

— Pues, felicitaciones.

— No he hecho nada excepcional. Que pases buenas noches —Dijo con una leve inclinación, tomó el candelabro y siguió su camino.

9

— Hey, cuidado te caes —Le dijo Vaness a Lian, atrapándole y cargándolo en sus brazos, el niño se abrazó a él, y este siguió bajando las escaleras de mármol.

— ¿Vaness?

— ¿Dígame señora?

— Quería pedirte un favor, si no es demasiado el abuso.

— Adelante.

— Bueno, es que necesito salir por algunas horas y ni Julian, ni Damian están, y la nodriza está de día libre.

— Vaya tranquila, yo me hago cargo de Bryan y de Lian.

— ¡No sabes como te lo agradezco! Adiós bebé, cuídate bien —Le dijo dándole un beso en la mejilla al pequeño, y otro a Vaness.

— ¿Alguien quiere tomar té? —Preguntó el ojiverde. Y el niño levantó la mano—. A falta de algo bueno que hacer. ¿¡Bryan!? ¡¿Qué travesuras andas planeando?! —Gritó tratando de localizar al demonio de la casa.

— ¿Cómo que, que travesuras? Hago mi tarea… —Le dijo con un puchero.

— Ajá, quien no te conozca que te compre.

— ¿Y todos?

— Estoy a su cargo, íbamos a tomar té.

— ¿A tomar té? Vaness, si eres aburrido.

— Eso o te pongo a solfear tu decides.

— El té me parece una magnifica idea.

— Eso supuse…

— Te voy a acusar de estrangulamiento.

— Como prefieras.

— ¿Mañana termina tu periodo de prueba aquí? —Preguntó el chico con anhelo en la voz.

— Sí ¿Por qué lo preguntas?

— ¿Te vas?

— ¿Quieres que me Vaya?

— ¡Claro!

— Bueno, entonces mañana le diré a tu papá que me voy, y ya.

— ¿Enserio, así de fácil?

— Sí —Dijo, mirando los ojos azules de Lian que estaban triste—. ¿Y que te pasa? —El niño se abrazó fuertemente a él—. ¿Lian? —El aludido lo apretó aún más—. ¿Oye que te sucede? ¿Te sientes bien? ¿Tienes fiebre te duele algo? —Le preguntó de forma rápida, tocándole la mano en la frente y viendo que estaba normal—. Déjame buscarte papel y lápiz… —Lo bajó, y cuando regreso, le entregó los indumentos, y escribió con letra trémula—.

— NO TE VALLAS —Esto sorprendió a los otros dos presentes. El castaño se sintió mal, esos niños no recibían mucha atención de sus padres los cuales siempre andaban ocupados o en lo suyo. Miró a Bryan.

— Pero, yo lo único que haría aquí es enseñarle a tu hermano y él no quiere aprender.

— Oye, me estás haciendo sentir mal… —Dijo el hijo medio de los Grace.

— ¿Yo? Lo lamento, pero, es la verdad.

— Los otros profesores venían dos horas y se iban, tú hasta nos cuidas y juegas con nosotros… —Respondió el ojos ambarinos mirando hacia otro lado.

— Mañana es otro día, ya se verá. ¿Quieren salir?

— ¿Nos sacarías? —Preguntó con los ojos iluminados.

— Pero, claro ¿Por qué no?

— No lo sé… papá nunca nos lleva a ningún lado, y del colegio a la casa no es mucho lo que se puede ver.

— Bueno, arréglense y vámonos.

10

— ¡Ha sido el mejor día de mi vida! —Dijo eufórico Bryan.

— Cálmate Bryan, te dará un ataque —Lo aplacó un poco Vaness, bajando a Lian en el proceso.

— ¿Dónde estaban? Me tenían preocupada —Dijo la mamá yendo a abrazarlos en ese momento aparecieron los dos hombres de la casa. El ojiverde cerró la puerta suspirando, mientras los dos otros contaban todo lo que les había pasado. Siguió su camino cuando sintió la mano de Damian en su hombro.

— ¿Puedo hablar contigo?

— ¿Le molestó que haya sacado a sus hijos? Si fue así, dispense que nunca lo volveré a hacer, pero, ya habían terminado todo sus quehaceres y estábamos algo aburridos.

— No iba a hablar de eso…

— Bueno, si tiene que decirme algo, adelante.

* * *

— Es acerca tu semana de prueba.

— Se acaba mañana.

— Creo que sobrepasaste mis expectativas… pero en proporciones masivas…

— Vaya, me siento honrado. Aunque no he hecho nada.

— No, solamente lograr que él sin darse cuenta haga lo que tú desees —Respondió Julian, llegando al despacho como siempre.

— Bueno, si quieren que me quede lo haré, el problema es que no creo que su hijo llegue a hacer mucho, me comentó que lo que sabe fue lo que le enseñó su hermano, lo tiene en un pedestal muy alto e inalcanzable.

— Bryan no me soporta —Respondió con voz neutra. Mientras seguía buscando información en una enciclopedia.

— Solamente doy mi punto de vista. Aunque, no sé que tal está con respecto a la práctica que es problema, la teoría se aprende o no necesariamente…

— Jamás hemos logrado que toque el violín. Siquiera que lo sostenga en sus brazos.

— ¿Quién más en su familia toca el violín?

— Antonieta… —Respondió Julian rápidamente.

— Cierto.

— Normalmente cuando hay algo de alguien mayor, los niños tiende a querer tocarlo y curiosearlo… por ejemplo, yo cuando pequeño iba tras el violín de mi madre…

— Puede que tengas razón, pero, a ti jamás te he oído tocando… ¿Aún lo haces?

— Pues, no.

— Tu método de enseñanza sale de toda comprensión.

— ¿Por qué todo el mundo dice que yo le estaba dando clases a Bryan? Solamente le pregunté algunas cosas, luego me retó y yo acepté, y ya…, es decir, no le he dado nada nuevo.

— Bueno, yo me voy, ustedes sigan discutiendo…

— El hecho que no te haya tirado por las escaleras, demuestra que has logrado algo.

— Escuche, si desea que me quede lo haré, pero, no prometo nada con Bryan, siente que ya hay demasiados músicos en la familia como para él sobresalir.

— Mira Lawrence, ya hemos intentado todo y en esta casa no estorbas, creo que te he visto cinco veces con esta en toda la semana… has lo que puedas.

— Está bien, usted decide… vamos a ver que puedo hacer en este año.

11

Sacó el violín de su estuche, se sentó y lo colocó en sus piernas, tenía ya casi siete años que no lo tocaba. Pasó los dedos por las cuerdas haciendo un ligero sonido, lo devolvió a su estuche y salió del cuarto, dejándolo donde anteriormente estaba. ¿De que servían los sentimentalismos? El juró no volver a tocar el violín y eso lo cumpliría.

— ¿Qué hago aquí? —Preguntó confundido mientras curioseaba el libro que había en la mesa.

— Hoy vamos a ver clases obviamente —Dijo trancando la puerta con doble llave y guindándosela en el pecho. Donde Bryan había empezado a correr hacía la puerta—. No voy a empezar por el principio, por lo que intuyo algo de música está en tú cerebro aunque no quieras, pero, recapitulemos —Mientras Vaness hablaba el chico no paraba forcejear la puerta, pero, nada que abría—. Lo primero que me deberías decir ¿Cuál es tu registro de voz?

— ¡Vaness déjame salir de aquí! ¡Te voy a acusar con papá!

— Tengo el total permiso de Él para hacerlo.

— ¡Mentira!

— Tú registro por favor —Pero, el otro nada que dejaba de forcejear con la puerta. El ojiverde reviró los ojos, y se recostó a la mesa—. Al menos que saques súper fuerza no podrás abrirla. Dime tú registro.

— ¡No tengo uno y exijo inmediatamente salir de aquí! —Chilló con obstinación.

— Eres Tenor… luego de ese grito, ¡Que bien! Eres el primer Tenor que conozco, aunque más tarde lo comprobaremos. Lo único que nos falta por decir es que es el Ritmo, puesto que ya sabemos la Armonía y la Melodía.

— ¡Yo no voy a estudiar, me rehúso! —Expresó agarrando lo primero que tuvo a la mano, pero, con tranquilidad el mayor le quitó suavemente el objeto que lo más seguro iba dirigido a él, y se sentó.

— Como iba diciendo. El ritmo: es la sucesión regular de los tiempos fuertes y débiles, ordenación y proporción de los sonidos en el tiempo. Es decir… Bryan te vas a hacer daño.

— ¡Déjame salir!

— Bien, es decir, que, cuando yo doy muchas palmadas con constancia estoy formando un ritmo, si le agrego la armonía y la melodía puedo empezar a hacer música. Cuidado con eso, creo que es de tú mamá —Le advirtió suspirando.

— ¡No sabes como te odio! —Dijo lanzándole a Vaness un objeto punzo cortante el cual el ojiverde atajó con maestría impropia entre sus dos dedos.

— Ya está bueno hasta que no te calmes no diré nada, pero tampoco saldrás de aquí, así que tú decides —Expresó duramente pero sin gritar, ni alterarse. El niño se sentó en la silla con la respiración alterada, mirándole con odio. Van buscó otra página del libro y se la puso en frente—. Si has tenido tantos profesores que han durado un mes, un mes es tiempo suficiente para enseñarte ya el solfeo, además que me dijiste que tu hermano te había enseñado primeramente, así que cuando decidas a solfearme estas tres páginas en voz alta podrás ir a hacer lo que mejor te parezca. Mientras tanto seguirás allí sentado, considéralo un castigo por tan infantil actuación —Se quitó los lentes mientras se levantaba y se estiraba para volver a sentarse en frente del piano. Apoyó la mejilla en su mano, y empezó a jugar con las notas musicales mientras esperaba.

Cinco horas, seis horas… así fue hasta que dio las diez de la noche. El ojiverde bostezó metido tras un libro, llevaba allí sentado demasiado tiempo, pero, no desistiría, vamos a ver quien podía aguantar más sin dormir, en las afueras del cuarto todos se despedían como siempre para ir a descansar luego de un arduo día de trabajo. Se escuchó una especie de rugido proveniente del estómago del estómago de Bryan, mordió su labio inferior, no había comido más que unas tostadas en todo el día. Miró a Vaness tan tranquilo ¿Qué no tenía hambre? ¿No estaba cansado? Él tampoco había comido en todo el día, ni siquiera lo había visto desayunar. Con todo el dolor de su alma quería irse de allí y estar cómodo en su camita.

— DO… —Empezó diciendo lentamente, pero el violinista ni se inmutó, simplemente siguió leyendo el libro. Bryan contó para saber que nota era la siguiente—. FAAA, REE… —Volvió a detenerse y a seguir averiguando las notas—. DOO, LAA, LAAA, FA, SIIII…

Una vez terminado todo aquello, el de ojos ambarinos miró a Van, el cual se levantó, a la vez que sacaba de su cuello la llave y salía de allí dejando un consternado niño. Se sentía algo mal, eso era un record para él, tres páginas, eso no lo había logrado ni Julian, pero, cero palabras, nada de felicitaciones, simplemente ‘su libertad’.

TBC


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