A Dylan le dolía todo. Arthur le tenía esposado en su camarote. Mabry le había dado una buena tunda y, al parecer sabia toda la historia de su vida y eso daba asco. Al parecer no fue tan bueno escondiendo la verdad, esa verdad de la que tanto intento escapar lo alcanzaba. Solo rezaba porque sus jinetes estuvieran lejos, muy lejos.
Sintió como unas manos le tomaban con brusquedad y lo azotaban a una mesa o lo que parecía una mesa. – Detective me siento un hombre bondadoso al darle placer antes de morir, siendo sinceros no entiendo porque tanto barullo contra mía si ni siquiera se me su nombre- la boca amordazada no le dejaba contestar pero eso no era lo que más le preocupaba. – pueden irse, de aquí en adelante yo me encargo – ordenó y escucho como los pasos se alejaban cerrando la puerta.
Arthur le tomo de las caderas y quito el cinturón de su ropa, deslizando los pantalones al suelo y los calzoncillos también – No te sientas mal… Tú tienes la culpa por andar contando tu vida a quien no debes. Alma ni siquiera sabe lo que nos dijo, cree que sigue siendo fiel a ti, a tu inexistente amor pero yo no soy como ella – El anciano tomo el miembro del ex oficial del FBI y lo empezó a masturbar pero simplemente no lograba que este tuviera una erección que decepción, solamente obtenía movimientos bruscos y agresivos – Yo… a diferencia de ella, de ti y tus jinetes, no necesito amor. – Rhodes sintió como el hombre se alejaba y regresaba en silencio. Un horroroso dolor en sus muslos debido a un corte sobre ellos lo alarmo –. Te hare unas simples preguntas si contestas con la verdad todo será más fácil, y si no… - el hombre comenzó a reír y el quinto jinete sintió una fuerte descarga eléctrica que le quemo las entrañas - ¿Dónde están tus jinetes? –
- Vete al infierno…- contesto entrecortadamente el ex detective.
Otra descarga y la tibieza de su sangre que se resbalaba por sus piernas.
- Oh, señor Shrike el infierno está más cerca de lo que usted cree. Ahora vamos a preguntar nuevamente ¿Dónde están los otros jinetes? –
- Mierda… jodete-
El dolor era constante al igual que esos cortes, la sangre empezaba a brotar de sin descanso, tuvo que morderse la lengua un par de veces para no gritar.
- No…
-¿Qué? No le escucho -
- No sé dónde están los jinetes ni la tarjeta, yo solo se las di… no tengo idea de…-
Tressler dio un corte mas profundo y se delito del grito del hombre, obteniendo la misma respuesta, pregunto una y otra vez, cayendo en la cuenta de que no le sacaría absolutamente nada más. Limpio el cuchillo y lo guardo, levanto las piernas del cansado hombre quien no puso la mayor resistencia y se dejó hacer, el anciano saco su erecto miembro, el dolor y el olor a sangre y sufrimiento siempre le ponía la polla bien dura y se fue adentrando al interior del contrario escuchando los gritos de dolor que este profesaba.
- ¡No!¡Detente…¡Ah! ¡Sácalo maldito infeliz! - Dylan comenzaba a llorar desesperado mientras Tressler lo penetraba con fuerza y sin descanso – No, No, No… ¡Basta! ¡Basta!- pero el cano no entendía y seguía arremetiendo, para ser un vejestorio tenía bastante energía más no la sufriente puesto que se corrió pasado los quince minutos. Quince malditos minutos que le parecieron una eternidad al ex detective.
- Un buen polvo antes de morir… hubieras aceptado el dinero Dylan de todas maneras termine fallándote, hubieras vivido como rey antes de que me dejaras en la banca rota o el intento de banca rota. Buen intento no te lo negare; pero todo aquel que se levanta contra mi termina muerto – Arthur se limpió el semen y se subió los pantalones complacido, abrió la puerta encontrándose con sus hombres, echo una última mirada al jinete que se encontraba con la cara vuelta en la obscuridad. Sonrió maliciosamente - Hagan lo que quieran con él, yo ya termine, cuidado con la ropa porque en media hora lo quiero arriba. Vamos a ver todo un acto de magia glorioso y este hombre es el mago –