#19. Blanco.
433 palabras | G
—No.
—No te pido tu opinión… debo hablar con Milo, nada es lo que parece.
—A mí no me interesa, largo de Acuario o te lanzo a Perseo.
—No me da miedo tu perro —dijo mientras se cruzaba de brazos— Déjame ver a mi novio, Acuario.
—Es mi mejor amigo, lo hiciste sufrir —dijo con tono gélido, Saga tuvo que retroceder un poco al verlo furioso.
—No me voy sin Milo.
El estallido de cosmo fue tanto que Saga quedó estampado contra la pared con rastros de hielo en su cuerpo.
—Eso fue una advertencia Géminis —dijo aun amenazante— No te quiero ver cerca de Milo.
Terminando de decirlo se dio media vuelta ingresando a su habitación donde el menor se encontraba, estaba echado en la cama de Camus mientras que Lila y Perseo trataban de animarle. Camus apretó las manos formando puños mientras se acercaba y lo levantaba para abrazarlo. Ellos en el pasado habían sido muy cercanos ¿Cuándo fue que dejaron de serlo? Camus sabía que Milo era demasiado sensible aun cuando mostrara siempre su forma arisca e indiferente, por eso le molestaba que hubiera elegido a Saga en lugar de él.
Mientras tanto Saga, afuera de la habitación, sabía que lo que pasó no tenía perdón. Él incluso hubiera estado enojado si Milo hubiera estado en esa posición con Camus o Kanon, pero no era su culpa. Ese día había estado cansado, el desastre que Lila y Perseo ocasionaron dejaron el tercer templo de cabeza. Cuando Milo había comentado que iría a dar un paseo con los perros vio una oportunidad para poder arreglar y redecorar la tercera casa. Terminar decidió descansar un poco mientras tomaba sus pastillas, que evitaban volviera su lado oscuro resurgir, quedándose profundamente dormido. Sin embargo, algo -o en este caso alguien- interrumpió su sueño, y al abrirlos vio a esa mujer. Katya de la Corona Boreal. Aquella mujer obsesionada con él.
Intentó moverse pero su cuerpo estaba entumecido con rastros de hielo en él. Soltó un gruñido de protesta y cuando movió sus brazos para sacarla de encima la puerta se había abierto dejando ver a Milo.
—Mierda —susurró al recordarlo. Su mente se había puesto en blanco, no sabía cómo arreglar aquel malentendido. Milo no quería verlo, y ese estúpido de Camus no lo dejaría tampoco.
—Milo —susurró sintiendo como algo en su interior sangraba, estaba perdiendo a su amado escorpión.
Del otro lado de la puerta y con el corazón hecho añicos, Milo era reconfortado con el cálido y protector abrazo de Camus, esperando que mañana tuviera fuerzas necesarias para enfrentar a Saga.
#20. Insulto.
491 palabras | G
Cuando la luz se coló por la ventana supo que había pasado otro día más lejos de Saga. A su mente, los recuerdos del mayor con la muchacha encima lo asaltaban logrando que su maltrecho corazón doliera. Suspiró cansado mientras se acurrucaba en la cama y volvía a tratar de dormir. La puerta de la habitación se abrió pero Milo creyó que de nuevo era Kanon intentando –como siempre- que hablara con Saga. Sin embargo el silencio que se formó lo hizo dudar.
— ¿Kanon? —susurró extrañado mientras giraba a ver a su amigo, helándose al ver a Saga con un ramo de flores y unos chocolates— No soy una chica —gruñó mientras se incorporaba— ¿O son para tu amante?
—De eso he venido a habar —susurró mientras dejaba las cosas sobre la cama. Saga no se atrevió a sentarse a su lado sabiendo de antemano que Milo le tiraría una patada por su atrevimiento— Katya no es mi amante.
—Katya eh —susurró mirándolo desconfiado— La vi unas horas antes, Lila la atacó.
— ¿En serio? —dijo sorprendido, Milo bufó fastidiado pero no respondió— Milo… Katya no es ni será mi amante. Ella en el pasado era una de las doncellas que me servían cuando era patriarca. En aquellos tiempos a rescaté y por eso ella siempre ha tenido una obsesión conmigo y…
—Deja de hablar —cortó— Bien, digamos que te creo, ¿Cómo explicas del porque ella estaba encima de tuyo?
Saga calló breves segundos mientras meditaba sus siguientes palabras. No quería admitirlo pero si quería que Milo le creyera debía enseñarle su pequeño “secreto”. Sacando de su bolsillo trasero un pequeño frasquito con pastillas Saga se aclaró la garganta incómodo.
—Tomo pastillas para controlar mi esquizofrenia —susurró mientras entregaba el frasco a Milo— No soy perfecto Milo… yo… estoy enfermo.
Milo se quedó en silencio mientras miraba el frasco en sus manos. ¿Le estaba hablando en serio? Tomando aire decidió calmarse antes de hablar.
—Eres un idiota —dijo tranquilo, sorprendiendo a Saga que no esperaba eso— Un grandísimo idiota Saga ¿Por qué no me dijiste?
—Porque no soy perfecto —contestó desviando la mirada, sintiendo importancia— Yo quería demostrarte que luego de Arles ya no había nada malo en mí, pero… desde que resucitamos me di cuenta que había lagunas mentales en mi cabeza. Creí que estaba curado luego de morir pero la enfermedad también había regresado. Y cuando empezamos a salir… tuve miedo que al saber que tenía otra personalidad te fueras de mi lado y corrieras donde…
— ¿Camus? —Interrumpió con molestia— ¿Ibas a decir ese nombre? —Retó mientras se levantaba y quedaba cara a cara con el mayor— Camus no es perfecto ¿olvidas Asgard? ¡Él también se equivoca! Te amo Saga… ¿tan superficial me crees para que creyeras que te dejaría por una enfermedad?
Saga no dijo nada, se quedó en silencio.
—Lo crees… —soltó una carcajada sin gracia y le señaló la puerta— Vete. No te quiero ver.
—Milo…
—Lárgate antes de que te odie.