#21. Control.
498 palabras | R
—Tienes que salir Saga.
La súplica que hizo no funcionó, su hermano se volvió acurrucar sobre la cama. Kanon intentó otra vez recibiendo la misma indiferencia de su igual. Soltó un suspiro y decidió que por ahora lo dejaría solo. Milo había decidido terminar con su hermano por el temor la desconfianza que Saga tenía. Su hermano solo temía al rechazo y sin darse cuenta, solo había alejado a Milo.
—Bien… no te molestaré más —susurró rendido, miró el frasquito en el buró y luego a su gemelo— No olvides tomar tus pastillas… no queremos otro accidente como hace trece años.
Cuando la presencia del menor de los gemelos desapareció, Saga por fin pudo llorar. Había perdido, perdió el amor de Milo, su confianza, pero lo que más le dolía era saber que mañana sería el mismo Milo que vendría por sus cosas para regresar a su templo. Recordar la mirada dolida del menor le hacía sentir miserable, sabía que al quedarse callado había embarrado más sus posibilidades de reconciliación.
—Mierda.
Cuando el reloj marcó las cuatro Milo decidió que lo mejor sería empezar a sacar la maleta de su armario y emprender su camino hacia Géminis para sacar los objetos de Lila y Perseo, solo esperaba no ver a Saga en el camino.
—Será lo mejor —se dijo asimismo. Un ruido sordo a sus espaldas lo sobresaltó, y cuando giró su corazón empezó a latir con fuerza al ver el cuerpo inconsciente de Saga en el suelo— ¿Saga?
Pero no contestó. Cuando Milo se acercó hasta quedar a su misma altura Saga saltó encima de él y apresó sus manos encima de la cabeza mientras que su rostro se ocultaba en el espacio de su cuello.
—No quiero —dijo Saga con voz rasposa. Milo por un momento llegó a creer que estaba borracho— No quiero que me dejes… no me dejaras ¡Eres mío!
—Saga… —susurró con los ojos agrandados al reconocer la distorsionada voz— ¡Suéltame Saga! ¡Tú no eres así!
—Te amo Milo —soltó— Desde que viniste al santuario sabía que me pertenecerías. Eres mío, y solo yo te tendré —acarició con dulzura su rostro.
Saga ya no era el mismo, no había rastro de aquel hombre, en su lugar Arles de nuevo tomaba el control. Sabía que como Arles, Saga podía legar tan lejos como quisiera sin arrepentirse, sus ojos se cerraron con fuerza y evitó soltar un quejido de dolor al sentir como los dientes de Saga penetraban la piel de su cuello con violencia. Sus piernas fueron separadas con brusquedad mientras que sentía como la erección del otro rozaba con su entrepierna.
—Saga… tú no eres así… —susurró bajito— Contrólate Saga…
Los ojos de Saga, inyectados de sangre se fijaron sobre sus turquesas y parecía que sus palabras surgieron efecto, pues se detuvo por un momento. Parecía ido, como si dentro de él batallara consigo mismo. A sentir sus muñecas libres no dudó en abrazar al mayor, esperando que regresara a ser el mismo.
#22. Quizás.
498 palabras | G
El suave aroma a comida fue lo primero que sintió all despertar, sus ojos se sentían pesados y la cabeza le daba vueltas. No recordaba absolutamente nada. Por un momento la voz de Kanon retumbó en su mente “¡Las pastillas!” pensó al recordar. Giró para agarrarlas del pequeño buró sorprendiéndose al no verlas. Llegó a creer que las había perdido, sin embargo al fijarse a su alrededor se quedó paralizado. Las paredes claras y las cortinas color rojo vino confirmaron sus sospechas; estaba en la habitación de Milo.
—Veo que despertaste —la voz de Milo a sus espaldas lo sobresaltó. Cuando lo vio, vestía su camisa y su bóxer color negro debajo. Traía una bandeja de comida con el frasquito de pastillas que estaba seguro Kanon trajo.
—Milo… —susurró mientras lo veía poner todo sobre sus piernas— ¿Qué pasó? ¿Acaso…?
—Viniste y hablamos un poco, eso es todo —dijo cortante mientras servía un poco de agua— Come rápido antes de que se enfríe, necesitas tomar tus pastillas ¿Cómo te sientes?
—Cansado… —contestó dudoso. Milo lucía tranquilo pero algo no le gustaba. Sin que el menor se diera cuenta empezó a verlo detenidamente, quedándose en una parte de su anatomía; el cuello. Milo tenía una gran marca de dientes en el que trataba de ocultar con su cabello. Quiso preguntar, pero la llegada de su hermano le impidió.
Luego de comer y despedirse de Milo empezó a salir detrás de su hermano que lucía extraño ¿Acaso había hecho algo malo? Ver a Milo le hizo creer que quizás ellos se habían reconciliado pero su actitud después le hizo dudar.
—Espera Kanon, olvidé las pastillas —dijo mientras regresaba.
Debía hablar de nuevo con Milo, había algo que no le gustaba, sobre todo esa marca de dientes que vio…
— ¡Debiste echarlo! —la voz de Camus lucía enojada. Saga ocultó sus cosmo mientras miraba con discreción la interacción de ambos en la habitación.
—Camus…
—Nada de Camus —cortó— Ese hombre casi te viola y tú lo atiendes.
“¿Violar?” pensó Saga sorprendido. Sintió como su cabeza dolía. Había vuelto a ser Arles, y lo peor de todo era que no pudo contenerlo. La obsesión enfermiza que sentía Arles hacia Milo desde que lo vio era peligrosa, y si había salido temía que dañara a su amado.
—Camus cálmate —susurró Milo mientras se abrazaba así mismo. Aun llevaba su camisa y su rostro algo sonrosado era encantador— Saga es esquizofrénico… no es su culpa.
—No tomó sus pastillas, sí es su culpa —chistó aún molesto.
Milo sonrió apenas tratando de calmarlo pero Camus seguía enfadado. Si no hubiera llegado a tiempo, Saga realmente hubiera violado a Milo.
—Déjame arreglar las cosas, lo último que quisiera es que Saga se entere… quiero demostrarle que puedo ayudarlo…
—Él es un idiota que no supo confiar en ti —sentenció— No puedes echarte la culpa por eso —su amigo desvió la mirada— Yo tampoco pude hacerlo —susurró.
Pero Saga ya no escuchaba. Solo podía escuchar la palabra “violar”.