#23. Mentira.
500 palabras | G
Saber que iba a cometer una desgracia lo hizo decaer de nuevo. Las ganas de ver a Milo aumentaban e incluso le fue difícil poder controlar a Arles. Kanon estaba desesperándose cada vez que lo veía en uno de sus “ataques”. Ya había incluso sido llamado la atención por no comer adecuadamente.
—Mierda —gritó estrellando su puño en el espejo. Odiaba ver su reflejo tan demacrado. A pesar de querer ver a Milo no podía. Temía volver a dañarlo.
Arles en su cabeza le tentaba a raptarlo y domar a ese muchacho como en el pasado una vez hizo. Pero no podía ni quería que eso volviera a pasar.
— ¡Saga! —el grito que se escuchó en la entrada de su templo lo paralizó.
—No… —susurró y se quedó callado, esperando que Milo saliera de su templo.
— ¡Saga! —pero Milo nunca se fue.
Saga podía sentir su presencia que se acercaba cada vez más al baño y eso lo estaba asustando ¿realmente se atrevería a entrar?
—Me estoy bañando —dijo mientras abría la ducha. Milo detuvo sus pasos y solo bufó.
—No hay nada que no haya visto antes —dijo mientras entraba. Lo vio alzar una ceja y se cruzó de brazos— ¿Ahora te bañas con ropa?
— ¿Qué quieres? —cortó la burla del menor, su cabeza empezaba a doler y solo deseaba tomar sus pastillas.
—Solo vine a traer tu camisa… la traje el día que me fui.
Hablar de ese día era incómodo para los dos, sobre todo por el problema con Arles, pero Saga quería que sea el mismo Milo quien se lo dijera, sin embargo el menor parecía ignorar eso.
—Bueno… me voy —dijo por fin Milo mientras dejaba las camisas en la cesta de ropa— Ya lo lavé así que solo debes colgarla. Nos vemos lu…
Pero Saga lo calló al tomar su brazo con fuerza.
— ¿Saga? —susurró.
— ¿Por qué tienes esa marca en el cuello?
—Fue una mordida inofensiva de parte de Perseo y Lila, aun son cachorros y no miden su fuerza.
—Milo —dijo— Dime la verdad —pidió.
— ¿De qué hablas?
— ¿Por qué no me dices que esa mordida te la hice yo al tratar de violarte?
Ambos se quedaron mirándose sin inmutarse por largos segundos.
— ¿Quién te dijo eso?
— ¿Importa en verdad?
— ¿Fue Camus o Kanon? —volvió a insistir mientras que Saga lo soltaba.
—Lo escuché yo mismo —dijo— Tengo derecho a saberlo ¿no crees?
—Por eso te alejaste —susurró mientras arrugaba la frente— No tengo porque decirte eso.
—Yo fui tu atacante.
—Y yo la víctima —replicó— Yo no tengo porque acusarte por algo que no estabas en tus cabales.
—Pude violarte —refutó— ¿Cómo crees que me sentiría?
— ¿Crees que no lo sé? ¡Se supone que esto no era algo que quisiera te enteraras!
— ¡Pero ya me enteré!
Milo se dio media vuelta dispuesto a irse, siendo detenido de nuevo.
—Milo…
—Solo quería controlar la situación —confesó— ¡Solo quería ayudarte!
Saga solo lo abrazó con fuerza mientras sentía sus lágrimas recorrer sus mejillas.
#24. Independencia.
500 palabras | G
— ¿Has escuchado? ¡El joven Milo ya será todo un adulto!
— ¿En serio? ¿Crees que al fin darán a conocer su relación con Acuario?
—Yo espero que sí. El joven Camus se ve muy enamorado del santo de Escorpio, no me sorprendería que ahora lo diga.
Escuchaba las voces de cada una de las doncellas que trabajaban para él y estaba molesto. Odiaba no saber la situación actual que rodeaba a Milo. Desde hace unos años se había corrido el rumor de la posible relación de Milo con Acuario y aunque era el patriarca no podía permitir que el muchacho tuviera pareja ahora que cumpliría dieciocho años.
Soltó un suspiro pesado que rápidamente compuso al ver al dueño de sus pensamientos entrar orgulloso a su recinto.
—Milo de Escorpio a su servicio señor —dijo con una pequeña sonrisa.
Saga se tomó unos minutos apreciando la esbelta figura del muchacho y se relamió los labios con cierta lujuria tras la máscara.
—Necesito de tus servicios Milo —dijo con parsimonia— Pero antes quiero que me confirmes sobre las habladurías que se expande por todo el santuario.
—Sí —dijo confiado— Hoy cumplo dieciocho, ya soy mayor e independiente. Creo que ya no necesitaré niñera —dijo mientras señalaba a Deathmask que estaba entre las sombras.
—Lo entiendo —dijo— Pero me refería al otro rumor que dicen.
— ¿Rumor? —Susurró confundido— ¿Cuál?
—Entre Acuario y tú.
Milo se quedó mirando al patriarca por breves segundos para luego carcajearse entretenido, por la seriedad de las palabras del mayor creyó que era algo grave, pero solo se trataba de un simple rumor.
—Nada —dijo cuándo se calmó— Camus es solo mi amigo, no hay nada entre él y yo.
Sonriendo de lado se levantó mirándolo con una expresión picara.
—Pero si Camus y yo tuviéramos algo ¿en qué le afecta? No hay ley que prohíba las relaciones entre compañeros ¿o sí?
Saga se levantó del trono y se acercó hasta Milo tomando su mentón con cierta brusquedad mientras aferraba su cintura con posesividad.
—No me gustaría ver a mi mejor santo atontado por una sucia relación —susurró cerca de su oído, estremeciendo a Milo— Tú me perteneces Escorpio, y quiero que te enfoques en la guerra santa que se aproxima. Tu deber al igual que el de tus compañeros es morir en la batalla por nuestra diosa ¿me entendiste?
—Se cuáles son mis prioridades —contestó sin dejar de mirar la máscara azul. Se había sentido intimidado pero no bajó la mirada— Le aseguro que cuando la guerra santa llegue no habrá ningún espectro con vida. Todos caerán bajo el veneno del escorpión.
Saga sonrió satisfecho al escucharlo y lo soltó, sin embargo no se separó.
—Eso espero —dijo— Regresa a tu templo.
Haciendo una leve reverencia Milo dio media vuelta. Mientras tanto Saga –al ver que la figura de Milo desaparecía giró para ver a su fiel aliado.
—Vigílalo.
— ¿Qué pasó con su independencia?
—Empezará cuando muera, pero mientras esté vivo no permitiré que me lo arrebaten.
Deathmask sonrió.