#27. Brisa.
497 palabras | G
El viento se llevó las palabras de aquel día. Ni Milo ni él volvieron a hablar del tema. Sentía que había perdido mucho más de lo que creyó. Nunca pudo responder a su pregunta y tampoco supo que decirle ¿sería verdad que solo veía a Milo como al mismo niño?
Estaba enterado –por parte de Deathmask- que Arles tenía cierto interés en Milo. Un interés algo enfermizo si se lo preguntaban. Por eso, cuando Milo y él se besaron aquella noche en Géminis tuvo sus dudas.
Volvía a mirarlo desde las alturas del coliseo y la misma pregunta siempre asaltaba su mente ¿Sería posible que la obsesión de Arles traspasara en él? ¿Por qué Milo? ¿Qué tenía de importante Milo? Muchas veces se había replanteado esa pregunta y llegaba a la misma conclusión: Milo fue importante en su pasado. ¿Pero lo que sentía en realidad era amor hacia el muchacho o solo era un reflejo de lo que Arles quería?
En el pasado era demasiado condescendiente con él permitiendo que se moviera a su antojo. El orgullo de Milo y su ego siempre salían a relucir cuando deseaba serlo, era alguien difícil de domar y eso le fascinaba, por eso para él fue un reto al momento que decidió quedarse a su lado. Siendo un niño, Milo mostraba un gran interés en él, sin importar como o donde siempre estaba mirándolo, siguiéndolo, tratando de alcanzarlo.
Era difícil ignorar sus miradas. Sus acciones. Llegó a creer que había algo más que solo admiración, tal vez se deba a ese motivo por el que Arles puso sus ojos en el muchacho. Y años después sea él quien siguiera sus pasos.
Sin embargo, ahora al verlo platicar animadamente con Aioria y Camus, sintió como un pinchazo de celos se situó en el pecho.
La brisa fresca que movió sus cabellos lo tomó como una señal. Le trajo la respuesta que tanto necesitaba.
Debía volver y aclarar las cosas con Milo.
Esto solo era un obstáculo más en su relación, y él estaba dispuesto a saltar para seguir con adelante.
— ¿Qué pasó con su independencia?
—Se lo ganó el día que morí —contestó con una sonrisa y giró hacia su acompañante— ¿Qué pasó?
—Milo actúa como siempre, o eso trata de aparentar. Tu competencia también se percató, tal vez deberías ponerte los pantalones y dejar de huir para estar con él.
—Deathmask dándome consejos ¿Qué cambió?
—Asgard nos cambió a todos Saga —se alzó de hombros y dio media vuelta— Milo y tú son unos cabezotas, pero todos se han dado cuenta lo enamorados que están.
—Gracias.
—No me agradezcas —dio media vuelta para mirarlo y sonrió de lado— Mejor agradece a Kanon que me contrato como tu niñera. Nos vemos esquizo.
—Nos vemos…
Giró para ver a Milo que al sentir su mirada sonrió como saludo. Él no perdería la oportunidad de volver con ese muchacho. Le demostraría que podía volver a confiar en él. Volvería a reconstruir su relación.
#28. Desencanto.
438 palabras | G
Su mirada se sombreó mientras que bebía un sorbo más del vino que Camus le regaló en su cumpleaños. Recordar a su fallecido amigo y luego al hombre que por tantos años admiró e idolatró fue mucho para ese día. Ahora entendía porque Camus sentía tanta desconfianza en él ¡Camus siempre supo la verdad! Pero él estaba tan cegado en seguir manteniendo en un pedestal a Saga que ignoró las advertencias de su mejor amigo.
—Fui un verdadero idiota al no creerle a Camus —susurró— Confíe en ti y me traicionaste.
Soltó un gruñido y con su mano libre tomó con fuerza su frente. La cabeza le dolía y los ojos –tan hinchados por tanto llorar- le pesaban.
— ¿Cómo no me di cuenta que tú solo me utilizabas? ¿Acaso fui importante para ti? ¿O solo fui otro tonto que te admiraba?
Saber que por trece años había sido engañado por aquel hombre hizo que su corazón se hiciera pedazos. Había culpado a Aioros por tantos años de traidor e incluso trató como basura a Aioria que en ese tiempo solo deseaba su amistad. Despreció a todos aquellos que confiaban en él y mató a inocentes que estaban “contra Athena”. Había caído en el sucio juego de Géminis y ahora no solo él estaba muerto, sino también Camus.
El hombre que le acompañó en su niñez y a pesar de todo siguió a su lado.
—Todo fue tu culpa —susurró con desprecio.
El viento empezó a soplar con fuerza y revolvió sus cabellos con fiereza. El sol ya empezaba a ocultarse y eso significaba que el alumno de su amigo vendría para ver como seguía.
—Te odio —susurró— Me arrebataste a mis amigos, te aprovechaste de la ingenuidad de Shura y lo obligaste a matar a alguien que era inocente, y permitiste que tratara mal a Aioria… ¡No te lo pienso perdonar!
Su mirada se posó hacia el cielo y respiró profundo, sintiendo como gruesas lágrimas caían por sus mejillas. Estaba herido. Quebrado.
La persona que tanto amó en el pasado no era nada más que un mentiroso y él ahora solamente podía mirar y ver lo que su estúpida guerra dejó.
¿A dónde fueron las promesas? ¿Qué pasó con las metas de ambos?
Sintió el cosmos de Hyoga cerca y decidió dejar de beber el vino, mientras borraba los rastros de lágrimas de sus mejillas.
Se levantó y dio media vuelta, dejando atrás la lápida con el nombre de: Saga de Géminis.
Cuando Milo desapareció, una figura transparente apareció sentado. Saga lo había escuchado, y sabía que ni muerto podría compensar el daño que había causado en Milo.