#5. Cinco.
500 palabras | NC-17
Se tambaleó un poco al querer dar otro paso, más se sostuvo de la pared.
Una suave risa escapó de sus labios sin motivo aparente, en cierta forma había sido gracioso. Siempre había creído tener el control de su capacidad de beber alcohol pero ahora se encontraba demasiado cansado. Además ¡Había sido su cumpleaños! Y sus amigos generosamente le habían arrastrado hacia el bar para poder relajarse, más ahora que Saga se había ido de misión a quien sabe dónde.
Se mordió el labio inferior al recordar a su perfecto novio, ocasionando que su cuerpo reaccionara más rápido por el alcohol en sus venas.
El ambiente empezó a subir de tono, su cuerpo caliente y él deseoso de ser poseído por Saga.
Empezó con lentitud su danza, tocando con lentitud pero sin perder la sensualidad su cuerpo hasta llegar a su habitación. Donde desató sus bajos instintos.
—Mmmm —se mordió el labio inferior cuando su cuerpo caliente chocó contra la fría pared— Saga…
Se quitó la camisa y tarareando una canción decidió desnudarse en el camino. Saga nunca le permitía hacerlo por la presencia de Kanon, pero como Kanon había ido con él, Géminis ahora estaba habitada solamente por su presencia.
Su cuerpo se tiró sobre la enorme cama y llevó una de las camisas de Saga hacia su nariz. Su aroma era aún más embriagante que el mismo alcohol.
—Mmm Saga… —susurró enterrando su rostro en la camisa— Si tan solo estuvieras aquí…
Tocó su cuerpo desnudo con sus dedos, rozando sus sensibles pezones y bajando hasta llegar a su hombría y pasar directamente a la sonrosada entrada. Lamiendo un dedo con lujuria lo situó hacia ella mientras que sus piernas se separaban para darle mayor comodidad.
Pero entonces la caricia suave y caliente por alguna razón le resultó conocida, que sin pudor recorrían sus muslos desnudos. Saber que su fantasía se estaba volviendo más realista era demasiado excitante en su mente solo podía ver a Saga, pero entonces la caricia se volvía más ansiosa hasta recorrer su excitado miembro.
Se levantó sobresaltado, logrando que su mente se espabilara de inmediato. Sin detenerse a ver de quien se trataba lanzó sus agujas, siendo esquivadas algunas por el intruso.
— ¡¿Quién eres?! —gritó, sintiendo sus mejillas arder por la furia y vergüenza.
—Tranquilo —al escuchar esa voz sus ojos se agrandaron con sorpresa. — Soy yo.
Desde las sombras, la figura de Saga se hacía presente. La armadura de géminis estaba a solo unos metros de distancia dejándolo solamente con su traje de entrenamiento.
—Saga…
—Son la cinco de la mañana, espero que puedas perdonarme por perderme tu cumpleaños.
La sonrisa que Saga le regaló le produjo escalofríos, mas respondió al instante sabiendo lo que significaría.
—Solo si sabes cómo complacerme, cariño.
—Después de ver semejante actuación… ¿crees que te dejaría ir? Espero que no tengas planes más tarde, porque de la cama no sales.
Soltando una risa divertida, extendió sus brazos para atraer al geminiano y empezar su danza de placer.
#6. Pequeño.
499 palabras | G
Saga se rehusaba. Él podía tratar de cumplir los caprichos de Milo pero esto era el único que no realizaría. Cruzándose de brazos miró fijamente al menor que arrugaba la frente con determinación.
—Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión Milo.
El joven escorpión chistó molesto y se fue a la habitación, Kanon soltó una carcajada que no se molestó en callar ni aunque su hermano le fulminara con la mirada.
—Sabes que Milo no se rendirá ¿verdad?
—Es mi novio, por supuesto que lo sé —respondió malhumorado.
El motivo por el cual su discusión había dado inicio hace media hora, se debía al pequeño animalito que ahora Milo traía en sus brazos. Perseo, era un pequeño cachorro Husky Siberiano, que Camus le había regalado a Milo en su cumpleaños. A él no le agradaban los animales desde que su pez dorado; Goldie, falleció por haber ido de misión cuando era un niño, y no quería que ningún otro animal pasara por hambre como su pez.
—Debe aprender que no, es no.
—Pero el cachorro ya está aquí Saga —persuadió con tranquilidad Kanon luego de obligarse a mantener la calma. Pero Saga era terco, y solo bufó.
—Todo es culpa de Acuario —Kanon rodó los ojos fastidiado. Mas giró cuando escuchó los pasos de Milo acercarse.
El muchacho traía consigo una maleta y al pequeño Perseo en brazos.
— ¿Otra vez me botaras de la habitación? —preguntó Saga mientras soltaba un suspiro pesado.
—No —respondió con tranquilidad— Me voy a Acuario.
— ¿Qué?
—Camus me lo regaló, y yo no pienso deshacerme de mi mascota. Me dijo que podríamos cuidarlo ambos. Adiós.
Sin darle oportunidad de replicar, Milo caminó con más rapidez saliendo de Géminis, mientras que Kanon que presenciaba todo volvía a carcajearse.
Saga se sentó en el sillón mientras llevaba una mano a su rostro cansado. El silencio en el recinto fue tan incómodo que incluso le pareció irreal. Mirando por el rabillo del ojo a su hermano se percató que éste lo miraba con intensidad, como si esperara que hiciera algo.
— ¿Qué?
—Milo no se ha ido de Géminis, aprovecha y reconcíliate con él.
Se planteó los posibles escenarios que ocurrirían al tener a su temperamental pareja frente a él. Milo le lanzaría las agujas escarlatas y le gritaría hasta cansarse para luego ignorarlo, pero si se quedaba en donde estaba cumpliría su amenaza de irse a Acuario.
—Si no fuera porque realmente lo amo lo hubiera dejado.
—Ni tú te lo crees Saga.
Ignorando a su hermano caminó hacia la entrada de Géminis donde Milo se encontraba esperando a su amigo. Su rostro ceñudo le hizo ver que aún seguía enfadado por su actitud. Su mirada se posó sobre el cachorro que lamía juguetón el rostro del menor y suspiró.
—Está bien… el cachorro se queda.
— ¡Sabía que aceptarías! —Dijo entusiasmado mientras le lanzaba la maleta— Voy a Acuario a traer sus juguetes.
Cuando Saga abrió la maleta se dio cuenta que estaba vacía.