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La mansión de las máscaras por Yami no Deshite

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Notas del capitulo:

Aclaración: los personajes de Gundam Wing no me pertenecen.

Los personajes Jean-Luc de Aquitania, Max de Luxemburgo, Sean Lahmar de Gales y Gabriel son míos.

 

 

Título del Fics: La mansión de las máscaras,

 

Capítulo 1°, ¿Cómo saber qué sientes?

 

Estaba sobre mi duende rubio a punto de besarlo cuando fui alzado y separado de él...

-¡No lo toques...!

Sentí un puñetazo que me partió el labio y esos ojos cobalto que me miraban con odio...

-¡No, Heero!- Grité, su mirada cobalto se fijó en la mía.

-¡Te encontrás bien, Quatre!- Me acerqué y levanté suavemente a mi ángel rubio que me miraba extasiado, siempre admiró mi fuerza y osadía. Las veces que lo había protegido en el pasado, y las que lo había amado... su delicada y pálida piel en contraste con la mía... esa mirada dulce... que ablandaba la mía...

Los miré y sentí celos... ¡de dónde había salido! ¡ese cruzado...! mi labio sangraba y me dolía la boca...

Trowa se quedó estático mirando al cruzado de ojos cobalto; pues estaba vestido como si hubiera salido de la pintura que estaba colgada, en el pasillo de los cuadros. Era igual al hombre de cabellos chocolate y ojos cobalto, mirada fría y cuyo nombre era Sir Heero Yuy.

Heero tomó a Quatre de la cintura después de ayudarlo a pararse, lo acercó a su cuerpo y lo besó apasionadamente. Trowa no lo podía creer, su duende rubio besaba a ese cruzado. Se separaron y salieron corriendo del salón de música. Al doblar hacia la izquierda chocó Heero con Duo, que se quedó extático encontrándose la mirada amatista con la cobalto, haciendo que Duo se sonrojara.

Duo no reaccionaba, hasta que bajando la mirada, vió como estaba vestido y no pudo aguantar más. Llevándose la mano a la boca, largó una carcajada y se dobló en dos. Heero no dejó de mirarlo con frialdad.

-¡Pero el baile de máscaras es mañana...!- Riéndose, quien no perdió de vista a esos dos que corriendo se perdieron en el pasillo.

Duo se levantó, entró a la habitación encontrando a Trowa que no salía de su asombro.

-¡Los viste...!- El de ojos esmeraldas seguía sin entender nada.

-Creo que nuestra mente racional no puede asimilar lo que vemos en estos días.- Duo mirando a Trowa quien no se había levantado. Agregó- El cuadro de Heero está vacío.

-¡No!, ¡no puede ser! ¡Es imposible!- Levantándose ayudado por el trenzado.

-Entonces eran ellos, ¡no!- El trenzado llevándose la mano a la barbilla.

-¡Sí! ¡aunque no lo creas!- El de ojos verdes pensativo.

-¿Por qué no los buscamos?- El trenzado esbozando una sonrisa.- Además puede ser muy interesante hablar con ellos.

-Vamos.- Trowa caminando hacia la puerta.

-Salieron hacia la izquierda.- Recordando el encuentro y riéndose.

-Hacia allí quedan algunas habitaciones y la escalera hacia las mazmorras.- Recordó el de ojos esmeralda.

-Ya recuerdo en la mazmorra está la colección de vírgenes de hierro de Lady Luna Shinigami.- Duo se tensó al recordar haber visto dentro de una de las vírgenes de hierro un par de ojos azul cobalto pero cuando volvió abrirlos estaba vacía. Dijo para sí.- La novela de Luna Shinigami me está afectando.

-Espero que se encuentre bien donde este Luna es una gran mujer.- Trowa afligido, recordaba las charlas agradables que habían tenido en el pasado.

-Porque no nos separamos.- Dijo Duo recordando algo.

-¡Ten cuidado!- Trowa caminando hacía la izquierda.

Duo y Trowa se separaron. El trenzado fue a su habitación a buscar la cruz que había encontrado en el pasadizo que hallaran el día anterior. De allí volvió al ala sur de la mansión...



~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~-. -



El de ojos cobalto, miró hacia el frente y siguió corriendo con Quatre de la mano, perdiéndose en la oscuridad del pasillo. Tenían unas horas hasta que nuevamente quedaran congelados en sus cárceles atemporales.

-¿Quién es? Heero.- Le pregunté a mi caballero templario -. Por como te lo quedaste mirando, lo conocés.

-Es parecido, a él.- Me sentía triste, no pude mirarlo a los ojos a Quatre.

-¡A Sir Duo Maxwell!- Con asombro y sintiendo su tristeza-. ¿Será su descendiente?

-No lo sé.- Me miré mis manos y recordé...



*~*~*~*~-Flash Back~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -. -. -. -. -. -.


En la galería sur del Manor de las máscaras Los veía desde su cárcel atemporal golpear y maltratar a su amado Sir Duo Maxwell, lo golpeaban. Era sostenido por dos de mis llamados caballeros templarios de la orden de... y el tercero no dejaba de golpearlo. Y yo sin poder hacer nada sólo verlo, aguantaba la golpiza que le daban.

-¿Dónde está, Heero?- Preguntó por enésima vez Jean-Luc de Aquitania, pelirrojo de ojos azules y más fríos que los míos (N/A: Si es que los hay).

-No lo sé.- Apenas podía articular palabra, su mirada amatista no dejaba de clavarse triste y penetrante en la mía.

-Maldito sodomita. Tu lo hechizaste y lo vendiste al mismísimo Satanás.- Max de Luxemburgo, rubio de ojos verdes, le gritó al oído.

-¡Están totalmente locos!- Gritó Duo, quien respiraba con dificultad.- Cuando Heero se entere los matará. ¡Él me ama!- Cerró sus ojos estaba extenuado por el dolor.

-¡Te habrá usado y al desecharte, quisiste vengarte!- Le dijo Sean Lahmar de Gales, pelirrojo de ojos verdes.

Duo sangraba por la boca y tosía, su respiración era muy agitada. Los templarios se cansaron y lo dejaron tirado al pié del cuadro de Sir Heero Yuy. Era ya de noche y el haz de luz que emanaba de la luna llena abrió la cárcel atemporal, y Heero de un salto quedó al lado de Duo, quien no había muerto todavía.

Había quedado boca abajo, lo tomé en mis brazos y lo giré. Pesadamente abrió sus orbes amatistas y su mirada se posó en la mía...- Hee... Heero... entre susurros... sonreía a pesar de su dolor...- ¡Duo, te amo...! las lágrimas me caían por las mejillas... lo atraje suavemente y besé sus labios que sabían a hierro...

-¡Me muero, Heero!- Le dijo el de ojos amatista, la luz lunar le confería un brillo especial a su mirada, y su luz interior se iba extinguiendo...

-¡No!, ¡no me dejes Duo!- Con dolor, sentía húmedas mis mejillas.

-¡Traspasaré las fronteras de la muerte y volveré a ti, te lo prome...to...!- Giró su cabeza y feneció entre los brazos de su amor... la sombra de la parca se acercaba lentamente consumiendo los últimos hálitos de vida...


-¡Vengaré tu muerte, amor!- Se me comprimía el corazón... me quedé mirando su hermoso rostro al que casi habían tocado, sus rasgos delicados, su cabello castaño suelto... y lloré... tomándolo en mis brazos, lo llevé hacia el pasadizo que conocía tan bien. Toqué una de las lozas debajo de un cuadro. La puerta se abrió, entré cerrándose a mis espaldas. Conocía tanto ese lugar que no necesitaba luz, caminé por el pasadizo, llegué a un cuarto deposité a mi amado sobre una cama. Y busqué a tientas, encontré las rocas y las usé para prender la antorcha, encendió enseguida pues estaba impregnada de aceite, la dejé en su porta-antorcha, vi a Duo acostado en la cama, me acerqué y besé su frente. Acaricié su mejilla y lo abracé. Sería la última vez que lo haría en siglos.- ¡Eres hermoso, amor mío...! ¡Malditos y se dicen hombres de Dios!, ¡bestias de Satanás...!- Giró sobre sí mismo, desanduvo su camino, salió del pasadizo.

Caminó por los pasillos del manor, sabía donde encontrarlos... bebiendo y seduciendo a las sirvientes del lugar.- ¡Y se creen hombres! ¿Qué saben de hombría? ¡Trío de imbéciles! 

Max de Luxemburgo, lo miró como que viera al mismísimo Diablo en persona, se puso pálido. Tragó saliva y su respiración se agitó. Tomó la empuñadura de su espada pero no desenvainó.

Jean-Luc de Aquitania, se levantó y trató de acercarse a Heero, pero éste desenvainó y sin darle tiempo a mediar palabra, lo decapitó. La cabeza del pelirrojo rodó hasta sus pies, y este de un solo puntapié la lanzó al fuego, donde crepitaban los leños, y danzaban ansiosas las llamas del infierno.

Sean Lahmar de Gales, se levantó y trató de escapar, pero el de ojos cobalto fue más rápido cortándole el paso, y atravesando su corazón, si es que tenía alguno.

Heero miró a Max y caminó hacia él. El rubio se arrodillo suplicando por su vida.- ¡Por Dios!, ¡no me mates!

-¡Ahora te acuerdas de Dios!, ¡blasfemo!. ¡Mataste al hombre que amo!. ¡Maldita serpiente del infierno!- Levantó su espada. y lo partió al medio antes de que pudiera pestañar. La tristeza lo embargó, y volvió a llorar y veía en sus manos la sangre de su amado, al que nunca hizo suyo, al que había vengado. Pero su vida la parca se había llevado...



~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~Fin de Flash Back~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -.



-Mis manos están manchadas con sangre, sangre inocente...- Seguía mirándolas y mi respiración... apenas podía respirar... aflicción... congoja... opresión... mis lágrimas comenzaron a correr y él, mi ángel rubio... las tomó entre las suyas...- Quatre, mi hermoso compañero de desdichas ¿Qué te hice? ¡Te condené a vagar por este mundo!

-¡No digas eso!, ¡me salvaste Heero..!- Su tristeza era muy profunda tanto que al sentirla mis lágrimas corrieron a la par de las suyas... tomé sus manos entre las mías...- ¡Yo no veo sangre, mi amor de ojos cobalto!

Clavé mi mirada en la aguamarina, sus lágrimas dibujaban sendos surcos que acariciaban sus mejillas de porcelana...- No habría sobrevivido sin ti, mi hermoso amor de las noches de luna...- Sonreí... el me devolvió una sonrisa la cual adoré... levanté una de mis manos la llevé a su nuca y lo atraje hacia mi... urgía devorar sus labios y apresar con ello la vida que teníamos y al mismo tiempo se nos escapaba...

Gemí ante su beso pero murió dentro de su boca... respondí con pasión a las caricias de su lengua que estaba hambrienta... con mis manos abracé su cuello... me alzó en sus brazos mi templario... sentí sus pasos pero no sabía adonde íbamos...

Lo alcé en mis brazos... caminé con él sin dejar de besarlo... allí estaba mi habitación... la puerta se abrió sola y las velas se encendieron a su vez... caminé hacia la cama... lo deposité en ella... me separé de sus labios... dulces e invitantes... cuántas veces los había probado... no recordaba... sólo su sabor... calor... mi respiración fallaba... mi excitación crecía... me quité la camisa blanca... el cinturón con la espada que pesaba tanto sobre mi conciencia... mis pantalones... el me comía con la mirada...

Lo deseaba tanto... al tenderme sobre su cama... recorrí su cuerpo que ahora desnudo me llamaba... mi excitación latía entre mis piernas... se acercó despacio... sentía que ardía la pasión en su mirada plagada de deseo y adoración... me recosté y él quedó sobre mi pero no me tocó... sonrió... era hermoso Heero cuando lo hacía... me perdí en sus ojos cobalto... en su corazón triste por las injusticias de los hombres... en su amor latente hacía su trenzado ausente... le sonreí y acaricié con mi mejilla el brazo que estaba al lado de mi cara... cerré mis ojos... sentí sus labios en mi cuello... una oleada de placer me recorrió entero...- ¡ah... Hee.. ro!

Besé su cuello... saboreé su pálida piel ... su aroma exquisito a jazmines... me acosté a su lado... desabotone su camisa de seda natural tan suave e hiriente como su piel... me quemaban las yemas con su contacto... su piel caliente encendía aún más la mía... continué con su pecho... los músculos de su estómago se tensaban ante mis besos y suaves mordiscos... gemía... excitándome aun más... llegué a su pantalón muy despacio lo desabotoné... 


-¡Hee... ro...!- jadeaba... mientras él... maldito más que un caballero templario pareció un incubo lujurioso.. sus ojos encendidos brillaban a la luz de las velas... su boca entreabierta y esa lengua que me volvía loco...

-¡Te gusta... querés que siga o lo dejamos acá...!- sonreí sabía que lo haría, siempre lo hacía suplicándome con esas bellas aguamarinas que me pedían más.

-¡No me dejes así!- jadeaba... a Heero le gustaba jugar... hacerse desear...

Metí mi mano dentro de su pantalón desabotonado... tomé su hombría endurecida por mis caricias y su deseo... palpitando en mi mano... mi ángel rubio jadeaba... le quité el pantalón... ¡cómo me gusta verlo así encendido sólo para mí...! lo masturbé lentamente...- ¡Hee...ro...! ¡ahh...! ¡mmm...! tira su cabeza hacia atrás... arquea su espalda... un dedo humedezco con mi saliva... y lentamente lo introduzco en su entrada, continúo masturbándolo... con suavidad y caricias circulares... haciéndolo gemir más...- ¡AAAHHH...! me voy... ¡Hee...ro...!- terminó en mi mano... su cuerpo frágil tembló...


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~-


Los goznes de la puerta crujieron al abrirse pero ellos no notaron la presencia de Trowa que quedo petrificado...


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Sentía cada caricia... cada beso quemándome la piel... su pasión la cual no contenía aumentaba la mía... vi en su mirada profundamente azul el deseo y el amor que sentía por mí... introdujo otro dedo...- Ahh... y otro... se acomodó entre mis piernas y me penetró suave... muy suavemente... arqueé mi espalda...- Ahh...

Me quedé quieto sobre mi amor rubio... sintiendo como apretaba sobre mi miembro los músculos... abrazó con sus piernas mi cintura... atrayéndome hacia él...- ¡Continúo...!- lo miré con una sonrisa... lo deseaba... lo abracé... me quemó la piel ante el suave contacto de la suya... lo besé... jugué con su lengua como él lo hizo con la mía... y embestí suavemente hasta no parar... no poder parar... sus gemidos quedaron presa de mi boca... los míos también... lo sentía vibrar entre mis brazos... ¿Qué sensaciones celestiales dadas por un ángel...? lo amé desde el primer momento en que lo tuve entre mis brazos... ¡Cómo no amar a esa frágil criatura que me entregó su corazón...! lo embestía cada vez más rápido mientras... lo masturbaba... dejando sus labios me deslicé hacia su cuello... el placer que me embargaba era infinito... sucumbí ante el... me entregué y terminé dentro de mi ángel que se arqueaba de placer...- ¡Ahh...! ¡Qua.. tre...!


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -. -. -



Un escalofrío recorrió mi espalda sacudiéndome, caminé buscando no sabía qué. Vi un haz de luz en una de las habitaciones que no estaba muy lejos. Me dolía la cabeza y el labio pues me sangraba. Ese, ese hombre lo había visto pero no recordaba donde... necesitaba... ansiaba tener a mi duende rubio... mi excitación a pesar de lo acontecido era mayúscula... llegué hasta la puerta y la empujé... sus goznes crujieron al abrirse... allí estaba sobre la cama debajo de ese hombre de ojos cobalto... quise avanzar y sacárselo de encima pero algo no me lo permitió... quedé petrificado observando como se amaban esos dos...

-Trowa...- Estaba petrificado observando no sé que dentro de la habitación que según parece había pertenecido a Sir Heero Yuy, caballero Templario... La cruz que llevaba en mi cuello brilló... sentí que perdía la conciencia pero no llegué a perderla... me vi de pronto en un campo de batalla pero... era tan real...




~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~-Recuerdo~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -. -. -. -.



Año del señor 1200 y algo...

Un enorme y escultural moro de prácticamente dos metros de altura (N/A: ¡Era grande!) esgrimía una cimitarra de buen tamaño. Su piel del color del ébano y sus rasgos de una belleza sin igual, vestido de rojo y tatuado. Trataba a toda costa de matar a Duo. Pero el trenzado como buen espadachín esquivaba sus estocadas...

-Inténtalo hijo de Satanás...- Esquivando el trenzado la estocada pero no fue lo suficientemente rápido con lo cual le hirió el brazo... el sarraceno sonrió...

-¡Por Alá...!- Sus ojos negros brillaban en el furor de la batalla... levantó con ambas manos la cimitarra... pero un hombre montando un hermosos corcel negro lo atravesó con su espada... antes que asestara el golpe mortal mandando al otro mundo al trenzado que quedó impactado con esos ojos azul cobalto que lo observaban con frialdad.

-¡Gracias!- Duo estudió al caballero que llevaba la cruz roja de los templarios en su pecho en un fondo blanco...

El templario le tendió su mano, y el trenzado que estaba ataviado con una camisa blanca, pantalones negros, botas y sin armadura, lo cual llamó la atención del templario. Aceptó su mano, apoyando un pie en el estribo logró subir rápidamente a la grupa de un caballo muy nervioso...

-¿Qué haces sin armadura en medio del campo de batalla?- Un templario de un humor de perros rabioso.

-Nos atacaron detrás de la colina y salí a defender a la caravana en la que iba.- El trenzado molesto, sujetándose de la cintura del caballero.

-¿En la caravana de la princesa Relena?- Apretando las pantorrillas, impulsó a que galopara más aprisa su cabalgadura obligando a que Duo apretara su abrazo.

-Soy su escolta Sir Duo Maxwell.- Agitado y sonrojándose.

-Sir Heero Yuy. Caballero de la Orden del Temple.- Se notaba preocupación en la voz del de ojos cobalto.

Galoparon un poco más, subieron la colina y se encontraron con el triste espectáculo de cadáveres y sarracenos tratando de atacarlos. Cerca de ellos la princesa estaba tendida sin vida. Duo se puso pálido al verla atravesada por una espada, pues el príncipe Milliardo Peacegraft le había encomendado la vida de su hermana.

-Eres un idiota.- Al ver el templario lo que tenía delante.

-Hice lo que pude... traté de sacarla en mi caballo pero lo mataron y ella corrió y no pude protegerla.- El trenzado comenzó a desvanecerse y cayó del caballo de Heero.
Este al instante, frenó su cabalgadura, desmontó y se acercó a él. Se hallaba tendido a tres pasos de donde el templario desmontó y respiraba con dificultad. Lo levantó sin ningún problema montándolo y montando a su vez. Lo sostuvo apretando su cintura con una de sus manos. Los moros se habían ido. El cabalgó con el caballero de ojos amatista quien comenzaba a inquietar su corazón.



~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -. -Fin recuerdo~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -. -



...Volví a la realidad caminé nuevamente hacia Trowa. -¿Qué estás mirando?- Me acerqué y no daba crédito al espectáculo que tenía delante... mis ojos se llenaron de lágrimas...- Heero...- Besaba a un hombre rubio que se hallaba debajo de él en una cama medieval... mi corazón se aceleró y una angustia casi mortal me embargó... caminé hacia ellos...- ¡Heero...! -Él me miró...

Lo miré... me levanté de encima de Quatre y ahí estaba Duo llamándome... vi aparecer a los tres templarios que había matado hace tantos siglos... lo tomaron como aquel día en el que murió...

Sentí que era apresado por dos hombres a quienes conocía pero no conocía... un tercero me golpeó... -y vi a Heero que me miraba desde un cuadro... como si me hubiera transportado a otro tiempo y lugar...- Cuando Heero se entere los matará. ¡Él me ama!- cerré mis ojos y comencé a desvanecerme... me dolía el cuerpo... pensé -¡qué estoy diciendo...! me golpeaba... sentí que alguien me abrazaba...

-Duo...- Lo sostuve en mis brazos... los fantasmas se había ido... ella los vino a buscar y huyeron...

Abrí mis ojos... sentí su mano que limpiaba mi labio que sangraba... sus ojos cobalto me miraban con dolor y un brillo que sentí era amor... me levantó en sus brazos y me acostó en la cama... donde hacía un momento amaba al rubio... estaba desnudo...- Heero...- me quedé semiconsciente en sus brazos... sentí que me besaba con dulzura... respondí a su beso... luego no sentí nada más...



~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ -. -. -. -. -. -. -



-Debo estar loco...- pensé cuando vi entrar a Duo a la habitación caminando como extraviado... luego esos tres hombres vestidos de medievales con el atuendo de los templarios pasaron a mi lado sin percatarse de mi presencia... lo tomaron a Duo entre dos... este se arrodillo y lo golpeó el que estaba libre...- Cuando Heero se entere los matará. ¡Él me ama!- escuché que decía.

Por el pasillo del lado contrario al que habían venido los fantasmas de los caballeros que había matado Heero. Apareció una mujer castaña de cabellos sueltos y largos de ojos celestes, con un vestido blanco el cual arrastraba y una espada en su cintura. Daba la apariencia de levitar. Llegó hasta el lado de Trowa y lo observó atónita- ¿Te gusta admirar hombres desnudos?

-¿Quién sos?- Sobresaltado no entendía que hacía esa mujer en la mansión.

-¡Acaso puedes verme!- La mujer con el entrecejo seria y preocupada.

-¡Por supuesto!- Muy molesto me sentí ante esa exclamación.

-¡Entonces estás jodido!- Le contestó la mujer.- Me llamo Gabriel y estoy persiguiendo a esos tres malditos demonios.

-¿Cómo demonios?- Me parecía todo tan extraño.

-Heero los mato hace siglos y ahora que Duo encontró la cruz que le pertenece, ellos lo buscan para matarlo...- Sin dejar de mirar hacia dentro de la habitación muy concentrada observando lo que acontecía delante de sus ojos.- Debo ir tras ellos sino lo mataran.- Acercándose a la puerta. Al sentir la presencia de Gabriel los caballeros huyeron soltando a Duo, quien cayó en brazos de Heero. Estos se perdieron por el pasillo con Gabriel detrás.

Trowa no llegaba a comprender lo que estaba pasando, le era difícil asimilar tantas cosas extrañas. Pudo caminar y entró en la habitación. Allí estaba Quatre quien se había puesto la camisa de Heero que le llegaba hasta las rodillas y miraba petrificado al de ojos esmeralda quien se acercaba a él lentamente sin quitarle los ojos de encima y comiéndoselo a su vez con la vista. Duo se encontraba sobre la cama en brazos del de ojos cobalto quien al notar la presencia del de ojos esmeralda separó sus labios del trenzado y miró de forma fría y asesina a Trowa.

-¡No lo toques a Quatre...!- le advertí a ese hombre de ojos esmeralda mientras en mis brazos yacía inconsciente el desvelo de todos estos siglos.

-¿Quién eres?- totalmente desconcertado.

-Sir Heero Yuy y el es Quatre Raberba Winner.- Abrazando a mi trenzado, quien en este momento dormía relajado en mis brazos. Vi la cruz que brillaba con la luz tenue de las velas. -¿De dónde la sacó?

-La encontramos en una habitación dentro de un pasadizo... fue extraño... porque estaba sobre una cama y cuando él la tomó la antorcha se apagó... ni siquiera despedía calor ese fuego que la envolvía...- pensando en voz alta sin quitarle los ojos de encima a mi duende rubio quien hacía unos minutos amaba a ese hombre frío que sostenía a Duo.

-Heero debemos irnos- mirando a Trowa que se hallaba muy cerca mío.


-No quiero dejarlo.- Sosteniendo a mi amado cerca de mi corazón que latía muy rápido.

-Puedo hablar contigo, Quatre.- Hundiéndome en sus ojos aguamarinas.

-No me toques y hablaré contigo.- Me temblaban las piernas sus cercanía me alteraba.

Me acerqué sentándome en la cama el duende rubio se sentó a mi lado.- No entiendo nada puedes explicármelo.

-Es difícil de explicar.- Me atrae muchísimo más que Heero... -¿Por qué no llevas a Duo a su habitación, Heero?



Vistiéndose Heero pero sin ponerse la camisa que tenía el rubio, tomó a Duo en sus brazos y se lo llevó. Trowa preocupado iba a intervenir y Quatre lo impidió.

-¡Estarás bien, Quatre!- Mientras tomaba a mi trenzado y lo abrazaba más fuerte. Hacía siglos que no lo tenía en mis brazos.

-Sí, no te preocupes que él no me hará nada.- Apreté mis puños a la sábana y respiré hondo.- No es así Trowa.- Y lo miré hundiéndome en sus orbes esmeraldas que brillaban con la luz dorada de la velas.

-Nada que el no quiera.- Suspiré, iba a ser difícil no tratar de saltarle encima a mi duende rubio...- ¡No lo lastimes a Duo!

-Jamás lo lastimaría...- Perdiéndome en el pasillo con una sonrisa feliz en los labios...


El templario llevó al trenzado a su dormitorio mientras Trowa y Quatre intentaban tener una conversación coherente y civilizada. Un tanto difícil dado el estado en que ambos se encontraban...

-¡Estoy confundido...!- Sin dejar de mirar ese hermoso rostro sonrojado quien se notaba incómodo...- Siento lo que te hice.

-Yo, no sé que decirte y acepto tu disculpa...- Me paré y busqué mi ropa, la tristeza me embargó y esa soledad que tanto conocía desde que Heero me salvara...

-¡No entiendo que está pasando en esta mansión!- Seguí con la mirada a ese duende rubio que se vestía delante mío. Tomó el pantalón con sus manos delicadas y sensualmente se lo subió por esas piernas de porcelana, pequeñas y delgadas.

-Mañana es el baile de máscaras ¡No!- Quitándome la camisa de Heero y poniéndome la mía. Sentía su mirada sobre mi cuerpo... ocasionando un calor interior que se notaba en mis mejillas. Cerré mis ojos... ¡Cómo deseaba que me abrazara!

-Amas a Heero...- Me paré y caminé hacia él. Quedé a centímetros de su espalda... extendí mis manos y sin rozarlo me detuve... temí... su respuesta... me dolía sin haberla escuchado...

-Sí, aunque él ame a otro hombre...- Se me llenaron de lágrimas los ojos y no pude evitar largarme a llorar. Caí de rodillas, abrazándome a mi mismo. Sentí los abrazos de Trowa...

-Lo... lo siento no quise lastimarte...- Me dolía su dolor... Quatre giró y se abrazó a mi cintura, escondiendo su cabeza en mi pecho sin dejar de llorar...

-Yo sabía que tarde o temprano Heero lo encontraría... y que sufriría... fue el primero y el único amante que he tenido...- Me sentía tan bien entre sus brazos... sabía que podía confiar en él... así como con Heero me sentía protegido con Trowa sentía contención...- ¡Estás en peligro Trowa!

-¿A qué te refieres?- No entendía lo que mi duende rubio me decía... lo sentí más calmado como sosegado...

-Mañana en el baile de máscaras sino andas con cuidado sufrirás la misma suerte que Heero y yo.- Lo miré a esas esmeraldas bellas que tiene por iris y sonreí... me hechizaba eran profundas... quería hundirme en ese lago que me invitaba... un escalofrío me recorrió... la luna comenzaba su lento e inexorable camino hacía el cenit... sus últimos rayos estaban abriendo la puerta y...






Continuará...





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Notas finales:

Dedicatoria a mi amaba amiga vampírica y oscura, Luna Shinigami, A Helenhades, ¡espero que te haya gustado! A Axón Corvus... !gracias amiga! ¡A qien me lee!


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