Desesperación.
Era la palabra que podía definir como se sentía en este momento.
Lo único que podía hacer era mirar aterrado como se terminaba la batería de su linterna, echo un vistazo a la hora que marcaba su tableta con la esperanza de que ya casi fuera la hora de salir de su infierno.
- Cinco y diecisiete- dijo al borde del llanto- la batería que tengo no me va a alcanzar ni para diez minutos.
¿Qué voy a hacer?, esa pregunta se repetía miles de veces dentro de su cabeza al tiempo que intentaba que esos demoniacos animatronicos no lo mataran, pero, ¿De qué servía su esfuerzo? Si ya estaba comenzando a ver aterrado, como estaba parpadeando la luz de su linterna.
- Por favor no…- pronuncio en un susurro- no me hagas esto la última noche.
Se apagó. La poca luz que emitía su linterna desapareció junto con toda la esperanza que le quedaba. Se apagó dejándolo con la incertidumbre de que era lo que lo rodeaba.
Ahí fue cuando empezó a ser cociente de todos los ruidos que había en ese sitio, los pasos de los animatronicos acercándose a su oficina, el golpeteo que causaban al arrastrarse por los conductos de ventilación, la risa de ese aterrador niño de los globos, y el sonido de la maldita caja musical en su oficina… un momento… ¡LA CAJA MUSICAL! ¡SE LE OLVIDO DARLE CUERDA A LA MALDITA CAJA MUSICAL!
Se puso la máscara de Freddy lo más rápido que pudo asegurándose de que ningún animatronico viniera hacia él quedándose más o menos cinco segundos con ella puesta para después bajarla y revisar en su tableta la Dining Area con el anhelo de que Marionette aun estuviera allí pero, ya se había ido.
- No, no, ¡NO! ¡¿No me pueden dejar ir esta noche?! ¡Solamente falta media hora, POR FAVOR, por favor déjenme ir!
Sintió como sus lágrimas se comenzaron a resbalar dejando un camino cálido por su rostro.
Estaba perdido, no había forma de que pedazos de metal con felpa andantes pudieran tenerle algún tipo de compasión, se dio cuenta de eso cuando vio frente suyo en medio de la oscuridad los dos puntos rojos que Old Bonnie tenía por ojos y a sabiendas de que Marionette no tardaría en venir por él.
¿Qué posibilidades tenía de sobrevivir? La respuesta era obvia, por mucho que le doliera aceptarlo. Ninguna. Él no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir… lo único seria que ocurriera un milagro, el problema era…
Que él nunca había creído en los milagros.
Desperté de un salto del sofá de mi sala totalmente aterrando, tan agitado y sudoroso que parecía que hubiera corrido una maratón.
Moví mi cabeza de derecha a izquierda varias veces asegurándome de que no hubiera nadie a mí alrededor ¿Por qué habría alguien en mi casa sabiendo que vivo solo y nadie tiene una copia de mis llaves? No lo sé, pero tengo la sensación de que alguien o algo me está vigilando.
Me mire las palmas de las manos que estaban apoyadas en mis muslos durante un rato, tratando de tranquilizar por completo mi respiración que aún seguía un poco irregular, después de lograrlo me seque el poco sudor que quedaba en ellas en la pantaloneta para acto seguido volverme recostar en el sofá.
Cerré los ojos de apoco al tiempo que ponía mí antebrazo derecho sobre estos y dejaba caer mi brazo izquierdo a un lado del mueble.
Casi tranquilo y sin estarme imaginando cosas a mis alrededor, pude recodar la razón por la cual me levante es ese estado…
- Otra vez ese sueño - vociferé un poco enojado.
Ese sueño por el cual no pude dormir durante días después de haber salido de ese espantoso trabajo, aquel trabajo que literalmente casi me quito la vida, que a pesar de haber pasado un año desde aquello no podio dejar de tenerlo presente en mi cabeza. En mi vida.
Decidí mejor darme una ducha rápida y salir a dar un paseo por un parque cercano para despejar un poco mi mente.
La brisa de la tarde era totalmente refrescante me hacía sentir relajado, como si en el mundo no hubiera ningún tipo de problemas, como si en mi vida no hubiera ningún tipo de problemas. Ignorando cualquier cosa que me pudiera quitar la paz que llevaba en el momento, me dio, por alguna razón, ganas de comprar el periódico (cosa rara ya que nunca lo leo), pero ¿qué más da? Dos centavos no van a ser mi ruina.
Después de estar caminando durante una hora a la deriva, dispuse regresar a casa. Al entrar me senté de sopetón en el sofá empezando a leer el periódico, no había nada realmente interesante, deportes, moda, uno que otro que escándalo que realmente no me puede interesar menos, todo normal hasta que llegue a la zona de empleos, al mirarlo sentí un escalofrió subir por mi columna llegando a lo más profundo de mi cerebro, haciendo pasar vívidas imágenes que me volvieron a sumir en el terror.
-¡¿Pero a quién se le ocurre re-abrir esa basura?!- grite despavorido al tiempo que me levantaba del mueble de un salto.
Con un sentimiento entre miedo y furia, cogí con mis temblorosas manos el periódico y lo volví una bolita para tirarlo de un golpe en el canasto de basura.
-Yo me largo a dormir a mi puta cama ¡Ya estoy harto de esta mierda!
De verdad solo tenía ganas de descansar, de olvidar todo, de que solo fuera un mal sueño.
Pero sabía que todo era una horrible realidad, después de todo mañana será un largo día…