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Dimensiones por DeviWolf137

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No tuvo miedo de saltar, creer en las palabras de un chico probablemente drogado no sería lo más brillante de su parte, así que mientras esperaba el agua helada sobre su cuerpo solo pensó en la manera de recuperar pronto su mochila para evitar que se mojara cada vez más y que el agua dañara sus pertenecías.

Cuando cayó, sintió el frío calar hasta los huesos, ya era de noche y el agua era incluso más helada. Se preguntó si Eric intentaría cobrársela una vez que llegara a la orilla. Lo había golpeado, pero no tan fuerte como para haberlo dejado inconsciente.

Volvió a la superficie y buscó su mochila, esta flotaba un metro cerca de él, estaba completamente mojada. Nadó hacia ella e intentó levantarla lo más posible para que no entrara más agua. No escucho gritos o insulto en los dos minutos que tardó en salir del agua, pero eso era probablemente debido al frío.

Salió temblando. Sus padres lo matarían, se enfermaría y sería su culpa, y la del loco de Eric. Buscó con la mirada al grupo, pero no fue capaz de ver a ninguno de ellos. ¿Acaso lo habían abandonado a su suerte? Abrió su mochila y descubrió que no había entrado tanta agua como pensó. Buscó su linterna, una vez en sus manos apuntó hacia los alrededores, pero no había rastro alguno de aquellos chicos, ni siquiera sus voces a la lejanía podían ser escuchadas. Estaba solo, lo habían dejado.

—Esos malditos.

Ni siquiera recordaba cómo volver al campamento. Habían sido veinte minutos caminando, y justo ahora tendría que recorrer el mismo tramo, pero congelado de la cabeza a los pies.

Caminó sabiendo que no podía quedarse ahí más tiempo. Mientras recorría el bosque notó algo extraño, el follaje había crecido abundantemente. Los árboles parecían incluso más altos y robustos, las raíces de los mismo sobresalían de sobremanera y las piedras también parecían más grandes de lo que recordaba. ¿Qué clase de plantas eran estas?, se preguntó intentando rememorar si las había visto antes, pero nada vino a su cabeza. ¿Se estaba yendo por otro sitio?

El agua de sus tenis comenzaba a molestarlo, pero no podía hacer nada hasta que llegara a la seguridad de la cabaña.

Luego de un tiempo miró el reloj en su muñeca, habían pasado más de treinta minutos desde que dejó el lago, pero aún no llegaba. Comenzó a desesperarse. Subió una pequeña colina y sonrió al vislumbrar el fuego y las cabañas.

Apagó y guardó la linterna casi al llegar, pero al acercarse a las cabañas descubrió que no eran precisamente las del campamento, y tampoco parecían ser los visitantes y mucho menos sus padres. Era una especie de pueblo. Tragó algo de saliva, estaba llamando demasiado la atención, necesitaba pedir ayuda, tal vez alguno de ellos podría guiarlo hasta el campamento.

—Hola, disculpen molestarlos. Estaba con unos amigos y me perdí —comenzó—. Estoy de vacaciones con mis padres en el campamento Pledis. Sería de gran ayuda si pudiera alguien decirme hacia donde debo de ir.

Nada, nadie le respondió. Incluso algunos se alejaban, como si fuera un delincuente o algo parecido. Se miró, solo estaba mojado, no parecía un pordiosero. La vestimenta de ellos no era precisamente normal, ¿es que había ido a parar a uno de esos pueblos de nativos?, ¿por ese motivo no respondían? ¿O era una especie de montaje para una película?

—Por favor, alguien… —intentó acercarse a una niña, pero la madre lo empujó antes de que diera un paso.

—¿De dónde has salido? —Se atrevió a decir un residente del pequeño lugar.

Wonwoo se dio cuenta de que todo eso comenzaba a darle miedo. Era tan extraño, echó un vistazo a su alrededor, algunos metros al frente un tipo apretaba con fuerza una especie de cuchillo bastante filoso. ¿Qué era esto?, ¿por qué lo trataban como criminal?

—Estaba con unos chicos en el lago que pertenece al campamento Pledis, me perdí, quisiera poder encontrar el camino de regreso —intentó parecer tranquilo, además de inofensivo, pero por alguna extraña razón no se relajaron ni un poco.

—¿El lago?, ¿El lago de la bruja? —y sus ojos demostraron terror.

—¿La bruja?, ¿qué bruja? —Wonwoo dio un paso, pero fue un grave error.

Sintió una pedrada en la espalda. Un niño le había lanzado una piedra que golpeó justo debajo del hombro. Le dolió y se torció un poco. Toda esa gente estaba igual de loca.

—Vete, vete de aquí o nos haremos cargo —amenazó el hombre, entonces Wonwoo vio como todos los jefes de familia se aferraban con fuerza a diversas armas, como cuchillos, machetes, palos e instrumentos para labrar la tierra.

Entonces algo sucedió.

El relinchar de caballos asustó a la gente, niños y adultos corrían por todas direcciones, algo ocurría, algo que los hacía ocultarse y regresar de vuelta a sus casas. Wonwoo estaba tan sorprendido que no corrió al instante. Miró con temor como los hombres en caballo estiraban sus manos sin bajarse del animal y robaban a niños y jóvenes mientras estos lloraban y gritaban el nombre de sus padres.

Supo entonces que todo eso no era una grabación del próximo drama histórico, ni tampoco estaba soñando, porque tenía bastante claro que solo había cinco dedos en su mano, ¿entonces qué putas estaba pasando? No esperaría a averiguarlo, corrió, esquivó a una mujer que se atravesó con su bebé en brazos, también a un hombre que empujaba a su hijo de siete u ocho años, brincó una carreta pequeña, pero solo dio unos pasos más antes de caer al suelo.

Algo se había enredado en sus pies, vio una especie de cuerda con esferas. Eso era de aquellos hombres, apenas alzó la vista, un caballo enorme puso sus patas muy cerca de su cara. Lo habían atrapado.

Fue levantado con brusquedad. Le arrancó aquello de sus pies y lo tomó del brazo oprimiendo con fuerza. Lo obligó a caminar junto a él. Eran hombres de treinta a cuarenta y cinco años, al parecer. Lucían sucios y apestaban a alcohol, traían consigo espadas que se veían bastante reales.

Wonwoo no se atrevió a decir algo. Esos tipos eran ladrones, ¿robaban personas? Llegó a creer que sí una vez que vio como a los niños y jóvenes se les ordenaba subir, el que no obedecía era golpeado y obligado a entrar a latigazos en aquella carreta grande con barrotes de acero.

—Camina, bonito —Wonwoo fue empujado.

—¿Y este? —dijo un hombre robusto y calvo, su bigote en unos años podría tocar el suelo.

—Lindo, ¿no? —comentó aquel que lo había atrapado. Wonwoo no pudo evitar mirarlo con ira contenida.

Sabía Tae Kwon Do, su padre lo había obligado a ir unos años atrás a una escuela de artes marciales para que tuviera algo que hacer por las tardes, para disciplinarlo y que aprendiera a defenderse por su cuenta. Bueno, hoy era el día en que más necesitaba hacer uso de lo aprendido. Cerró sus ojos. Siempre bromeó con respecto a eso, pero aun así lo pensó solo para darse ánimos. “Soy un ninja”.

—Entra ya.

Wonwoo golpeó su rostro con su puño sin mirarlo siquiera, esto hizo que su captor retrocediera y se tomara la nariz con fuerza, chorreaba sangre y estaba inflamada. Le había roto la nariz. Aprovechando la distracción del hombre calvo, corrió lejos esquivando el ataque de dos más y haciendo chocar sus frentes para dejarlos inconscientes en el suelo.

Sonrió victorioso, si corría, ese hombre calvo no lo atraparía jamás. Se giró para marcharse, pero chocó con un pecho ancho y duro. Alzó la vista, era un hombre enorme, él no era de baja estatura, y aun así tuvo que inclinar su cabeza hacia arriba para ver su rostro. Tenía el cabello largo, la piel algo rojiza a causa del sol, una nariz de toro, y un parche negro en el ojo que le daba un aspecto más rudo.

Tomó posición de ataque, pero apenas pudo hacerle nada, era demasiado fuerte y alto para siquiera hacerle un rasguño. Cinco segundos después, Wonwoo fue lanzado dentro de la carreta junto a los otros.

Al menos tenía su mochila, y esperaba que su celular funcionara después de aquel chapuzón. Si tenía la suerte de encontrar señal en el camino, podría llamar a la policía. Era una suerte que esos ladrones no hubieran hurgado en sus cosas.

Minutos después, la banda de ladrones ya había dejado la pequeña aldea. Wonwoo supo que eran 9 personas, contándolo a él, dentro de la carreta. La puerta estaba asegurada con una cadena y un enorme candado de acero, no podría hacerle nada, además los barrotes de toda el área de la carreta eran tan gruesos, que apenas podían ver del otro lado. Necesitaba desesperadamente señal o red en su celular.

Abrió con discreción la mochila. Todos estaban ocupados llorando, así que no fue difícil. Rezó porque encendiera. Amortiguó un suspiro de alivio cuando la pantalla encendió dentro de su mochila, con rapidez puso un dedo en el área de la bocina para que nadie escuchara el ruido del aparato y esperó un momento más.

De vez en cuando asomaba su cabeza dentro de su mochila para verificar la señal. Nada por el momento. Suspiró y se acomodó mejor. Entonces se dio cuenta de que alguien lo observaba a pesar de la poca luz que se filtraba ahí dentro. El niño que le había lanzado la piedra también había sido capturado.

—¿De verdad has venido del lago? —lo escuchó decir.

—Sí.

—¿Y no puedes sacarnos de aquí?

—Créeme, si pudiera ya lo habría hecho. —El niño bajó la vista—. Pero no se preocupen, tengo un celular, y en cuanto pueda usarlo llamaré a la policía.

La carreta se tambaleó cuando la rueda cayó en un hoyo, pero siguió su camino.

—Vamos a ser vendidos en la ciudad —comenzó a sollozar, y otros niños le siguieron a coro. ¿Quiénes eran esos idiotas que vendían niños en la ciudad?

En ese momento la carreta se detuvo y el relinchar de los caballos se escuchó nuevamente. El ruido de espadas, gritos y golpes llegaron a los oídos de Wonwoo, algo estaba pasando afuera y no tenía idea si alguien había venido para rescatarlos, pero suplicó porque fuera así.

Tomó su mochila con fuerza luego de diez minutos. Algo estaba golpeando en la cadena, y momento después la puerta se abrió. La luna llena dejó ver la silueta de un hombre alto, delgado y vestido completamente de negro, aquel trapo en su cabeza apenas dejaba ver sus ojos, pero Won no los distinguió del todo bien.

—Salgan, niños. Sus padres han pagado por su rescate. —Los pequeños y jóvenes gritaron felices y salieron de la carreta con gran emoción. Solo Wonwoo permaneció adentro intentando dejar de temblar.

—¿Vas a quedarte ahí? —Le grito el tipo.

Wonwoo caminó con torpeza, hasta que asomó su cuerpo por la salida. Casi gritó cuando sintió una mano tomar su muñeca con suavidad.

—Ya no tienes por qué sentir miedo. —Y supo, aunque no pudo ver más que sus ojos, que le estaba sonriendo. 

Notas finales:

Agradecería algún comentario. Gracias por su lectura ^^


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