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Christmas Day por RinneRaccoon

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Los copos de nieve caían de una forma tan lenta que cuando llegaban a tocar el suelo ya se habían convertido en agua, a su paso humedecían las calles y las convertían en caminos peligrosos hechos de escarcha. El chico corría de un lado a otro, con prisa, y en un abrir y cerrar de ojos se resbaló con la traicionera escarcha de las calles. Su cuerpo impactó contra el suelo con un ruido seco y una exclamación ahogada por parte de él. Se quedó tendido en el sitio durante un tiempo, recuperando el aire que había perdido al caer, cerró los ojos y suspiró enfadado mientras cerraba los puños con fuerza.


Definitivamente esto le pasaba por no comprar los regalos de Navidad con antelación como hacía siempre, ¿por qué este año había dejado todo para última hora? ¿Por qué no había comprado las cosas por Ebay como otros años? ¿Por qué este año se empeñó en hacerlo personalmente y esperó hasta el mismísimo día de Navidad? Abrió los ojos molesto y con pesadez, entonces se dio cuenta de que había alguien a su lado tomándolo de su brazo para ayudarlo a levantarse, avergonzado agradeció con una reverencia de noventa grados una vez estuvo en pie y de una sola pieza. Miró a su salvador y sonrió tiernamente, el chico tenía unos lindos hoyuelos que se formaban de una forma graciosa cuando sonreía.


-¿Estás bien? –preguntó con una perfecta sonrisa, tenía un gorro de lana violeta que cubría su cabeza, el cual hacía que su fleco, peinado a un lado, cayese parcialmente sobre uno de sus ojos oscuros.


-Sí…-respondió el otro con una estúpida sonrisa, no sabía por qué, pero se sentía reconfortado: aún existían personas que ayudaban a los demás desinteresadamente, se sentía realmente conmovido.


-Me alegro –respondió de vuelta el desconocido con una sonrisa más amplia y entonces fue cuando JoonMyun se dio cuenta del extraño acento del chico, seguramente sería extranjero.


            El chico hizo una leve reverencia y se alejó de él, despidiéndose con la mano, se dio la vuelta y fue cuando JoonMyun se dio cuenta que el desconocido llevaba a su espalda una guitarra dentro de un desgatado estuche, ¿debería comprarle uno nuevo como agradecimiento? Se llevó la mano a la cabeza y se sacudió los copos de nieve que tenía en su cabello negro. Ni si quiera sabía si lo volvería a ver, que tonto se sentía pensando en esas cosas. Negó con la cabeza y sacudió el largo y mullido abrigo que llevaba encima de su perfecto traje de trabajo, el cual ahora adivinaba que estaba totalmente arrugado y húmedo. Hizo una expresión de desagrado para luego morderse el labio mientras miraba la hora en su caro reloj hecho de oro puro, toda una reliquia de la familia Kim.


-No voy a conseguir todos los regalos…-suspiró preocupado, así que decidió que tan solo regalaría detalles sin importancia este año: la mejor tecnología, Gucci, viajes alrededor del mundo. Nada del otro mundo para él, quizás sería poco en comparación con los regalos de otros años.


            Se encogió de hombros y caminó en dirección al centro comercial, del cual solo se encontraba a unos cuantos metros. El edificio era realmente grande: todo un rascacielos con una brillante superficie y grandes ventanales que permitían observar las hermosas vistas de la capital de Corea del Sur: Seúl. Entró dentro del lujoso edificio y pestañeó sorprendido al ver tanta gente, al menos ahora ya sabía que no era el único en dejar los regalos para última ahora. Primero pasó por Gucci y compró una tarjeta regalo de 1.000.000 de wons para su primer consentido, y, quizás, el único de sus amigos que le hacía caso siempre: Zitao. Luego pasó por una tienda sencilla de peluches, ¿por qué? Simplemente porque su socio de trabajo y amigo Kris había sido un maldito bastardo, así que le compró un peluche de  los cerdos verdes del famoso juego de Angry Birds con el objetivo de tirárselo a la cara. Sonrió como un niño pequeño ante su magnífica idea, después compró una tarjeta navideña y en su interior, con el bolígrafo que siempre solía llevar encima, escribió: “Para el cerdo de mi amigo y socio, Wu el-más-bastardo-y-cabrón-de-mis-amigos, YiFan. Te regalo unas clases de dibujo para que no quedes en ridículo la próxima vez delante de Zitao, mister Kriscasso. Sin nada de cariño, JoonMyun”.


            Terminó de escribir con una satisfecha sonrisa y seguidamente miró la hora, resopló al borde del infarto: dentro de nada empezaría la fiesta en casa de Kris y aún le faltaba comprar los regalos para JongDae, Sehun, JongIn y KyungSoo. Pensó rápido qué podía comprarles mientras se mordía el labio indeciso y devanándose el cerebro intentando que le viniese la inspiración para saber qué comprar para los demás en tiempo récord. Agarró la bolsa con el peluche bien empaquetado y avanzó hasta la sección de tecnología: le compraría el último modelo de Iphone a su pequeño SeHun y un Mac portátil para JongDae. Cuando iba a pagar recibió una llamada. Frunció el entrecejo y descolgó la llamada con un largo resoplido:


-¿Sí? –preguntó algo agobiado y oyó una risa burlona, esa maldita risa, ¿por qué tenía que haber contestado?- ¿Qué quieres, JongDae-ah? –al otro lado de la línea JoonMyun volvió a oír otra vez esa risa, después el chico le preguntó cómo iba con los regalos de ese año- Calla, por idiota y repelente no te regalo nada. Sí, sí, estúpido inmortal, ajá. No me hagas perder el tiempo –dijo a modo de despedida y colgó la llamada sin esperar que el mejor le contestase con alguna réplica ingeniosa u otra risa burlona, casi que prefería no saberlo.


            JoonMyun miró a la dependienta pensando si debía o no devolver el regalo de JongDae, pero luego pensó que era mejor hacerle creer que no le había comprado nada por idiota e insoportable y lo sorprendería al día siguiente por la mañana, bien temprano, justo cuando se hubiese quedado dormido. Rio como un idiota ante su idea y metió tanto el regalo de Sehun como el de JongDae en la bolsa junto con el de Kris.


Por último se dirigió a la agencia de viajes: miró las ofertas y decidió hacerles un buen regalo a la recién pareja, JongIn y KyungSoo. Sonrió ampliamente, emocionado ante su idea, y contrató un crucero por todo el mar Mediterráneo con paradas y visitas a Grecia, Italia, las islas de sus alrededores, Mónaco e Ibiza, entre otros países mediterráneos. Volvió a sonreír emocionado, pero esta vez con un brillo triunfante, casi un mes lejos de esos tortolitos y sus incesantes muestras de cariño, sobre todo por parte de JongIn.


            Suspiró avanzando hacia la salida, ¿cuándo le tocaría a él disfrutar de algo de compañía estable? Y, de repente, sin saber por qué, pensó en aquella sonrisa angelical adornada por unos lindos hoyuelos. Rápidamente JoonMyun se sonrojó y su corazón latió entusiasmado haciendo que se pusiera más nervioso, ¿tendría la suerte de volver a verlo? Seguramente no. Caminó hasta llegar a los aparcamientos enfrente de una plaza con un enorme árbol de navidad cargado con millones de luces de colores y adornos brillantes, era una vista espectacular y perfecta, casi sacada de un cuento de hadas.


Miró el árbol embobado y rápido metió las cosas en el maletero para poder acercarse a la estructura y sacar una foto de recuerdo. Se tapó algo mejor el cuello con su bufanda, de color negro, y sonrió ampliamente sacando la foto. Cuando se disponía a dar media vuelta e irse, oyó el sonido de unos acordes de guitarra y se acercó, curioso, a las personas que se arremolinaban al pie del árbol de navidad. Y entonces lo oyó: esa voz era perfecta.


 Era un ángel cantando desde los cielos. Su voz era suave como un arrullo, como el susurro de las olas contra la fría arena en una helada, pero acogedora y serena noche de luna llena. Su piel se erizó al escucharlo cantar un sencillo villancico, que para él se convirtió en una balada de amor dulce y nostálgico. El chico que lo había ayudado a levantarse cantaba con los ojos cerrados mientras sus dedos se deslizaban apretando distintas cuerdas de la guitarra acústica. No cantaba solo, sino que estaba acompañado por un grupo de niños y niñas, con panderetas y lindas dulces, les deseaban una feliz navidad a todos lo que estaban allí reunidos. JoonMyun se dio cuenta que la desgastada funda de la guitarra descansaba en el suelo con un cartel que rezaba “Por una Navidad cálida para el Orfanato de Seúl”.


Algo hizo que se le formase un nudo en el estómago y se sintiese mal al tener el coche lleno de lujosos regalos para sus amigos mientras aquellos pequeños ni si quiera tenían unos padres que le brindasen amor, sus ojos se rayaron y mordió su labio con fuerza intentando no llorar. La voz del chico seguía arrullándolo con cuidado, reconfortándolo con su alegría y la de los niños haciendo que su corazón junto con su estómago descansaran y reposaran.


El conjunto lo sacaba de la soledad en la que siempre estaba inmerso sin darse cuenta y por un momento deseó cuidar a aquellos niños, darle todo el amor y los caprichos que deseasen, hacerlos feliz y…porque no, al chico de la guitarra y celestial voz también. Cuando terminaron la canción la gente de su alrededor estalló en aplausos y risas de felicidad, ese pequeño y agradable conjunto calentaban sus corazones en una fría y frenética noche de consumismo. El chico y los niños hicieron varias reverencias agradecidos y aún más cada vez que alguien depositaba dinero en aquella desgastada funda. Sin pensarlo mucho, JoonMyun se acercó hasta el chico y le dedicó una brillante y dulce sonrisa, depositó un cheque sin ninguna cantidad específica e hizo una reverencia de vuelta al chico.


-¡Muchas gracias por su colaboración! ¡Feliz Navidad! –dijo el chico de la guitarra de vuelta haciendo varias reverencias, JoonMyun solo sonrió aún más y se despidió, dándose la vuelta.


            Uno de los pequeños, una niña de ocho años, se agachó mirando el papel con curiosidad, pues este no parecía que fuese un simple billete, sino algo más. Cuando lo vio frunció el ceño y tiró de la manga del adulto a su lado mientras este seguía haciendo reverencias.


-¡Yixing oppa! –exclamó con un puchero y sin dejar de fruncir el ceño- No entiendo porque ese oppa bonito de cabello rubio nos dejó un papel…-dijo observando el papel mirándolo por todos lados por si se trataba de alguna broma, pero no encontraba nada.


            Yixing miró a la niña con una cálida sonrisa en sus labios, formando unos lindos hoyuelos en sus mejillas, y cogió con cuidado el papel para examinarlo. Parpadeó varias veces confundido y alzó la cabeza buscando entre la multitud al joven que había ayudado hacia unas horas, se mordió la mejilla por dentro dudoso y luego guardó el papel en la gabardina.


-Escúchame, Fei. Quédate aquí con los demás, voy a buscar a ese chico para devolverle el papel, ¿vale? No te alejes y cuida de los demás, no tardo –dijo rápidamente depositando un veloz beso en la frente de la niña mientras salía corriendo tras el chico de cabello rubio.


            Corrió con zancadas grandes, o al menos lo que sus cortas piernas le permitían, se agarró el gorro violeta para colocárselo mejor y que no se cayese mientras trotaba tras el chico. Distinguió su espalda y su cabello rubio a unos cuantos metros de él y sonrió para luego aumentar un poco más el ritmo, jadeando llegó hasta él y agarró su hombro.


-¡Espera! –gritó tragando saliva y frenando la carrera mientras el chico se daba la vuelta sorprendido.   


Yixing hizo una señal con la mano para que esperase, dejó escapar un profundo suspiro y miró hacia el cielo intentando recuperar el aliento mientras con el dorso de la mano se secaba el sudor que se resbalaba por su frente. Su pecho subía y bajaba con rapidez, algo cansado por el esfuerzo de correr rápido para no perder de vista al chico y sobre todo por esquivar a la multitud que se congregaba en las calles por las festividades.


-¿Estás bien? –preguntó JoonMyun con una amable sonrisa tras esperar un rato hasta que la respiración del chico se normalizase, este asintió y suspiró de nuevo metiendo la mano en uno de sus bolsillos y sacó un papel.


-Lo siento…pero no puedo aceptarlo –dijo sin responder a la pregunta del otro con palabras y cogió su fría mano para depositar en ella el cheque en blanco.


-Oh…-JoonMyun parpadeó sorprendido y lo miró, luego negó con la cabeza y una sonrisa en sus labios.-No te preocupes, quiero ayudar…-susurró con una sincera sonrisa en sus finos y cuarteados labios por el frío de la noche.


-Pero…no –dijo decidido y sonrió, cogió el papel de nuevo entre sus manos y le robó el bolígrafo que sobresalía por el bolsillo de la gabardina de JoonMyun y mordiendo su labio inferior con cuidado logró escribir con una letra legible la dirección del orfanato, luego se lo entregó y estrechó la mano del rubio- Si quieres ayudar, ven a esa dirección…si tienes tiempo, claro –añadió esto último sobándose la nuca algo apenado pues no sabía si el chico tenía mucho tiempo, pero aun así, deseaba volver a verlo, volver a ver esa sonrisa que tanto le recordaba a un ángel.


-Kim JoonMyun –dijo el rubio de la nada, sin responder al más alto y estrechó la mano con decisión- Y me encantaría pasarme a ayudar –dijo después de observar la dirección con una amplia y sincera sonrisa, el corazón del otro latió rápidamente ante ello.


-Zhang YiXing, un placer…-susurró de vuelta notando sus mejillas algo colorado, sonrió ampliamente y de nuevo sus lindos hoyuelos se dejaron ver ante el ahora no tan desconocido rubio.


-Creo que me pasaré mañana –asintió con una sonrisa y se despidió con la mano guardando con recelo la dirección del lugar, su nueva oportunidad para ver cuantas veces quisiese al chico.


            Siguió el camino hasta su coche y se montó en él con un largo suspiro, empezó a reírse durante unos segundos y luego colocó las manos en el volante con una sonrisa tonta en su rostro. Tras recibir varios mensajes de sus amigos, introdujo las llaves del coche y lo puso en marcha en dirección a la casa de Kris.


Su corazón latía con fuerza y no dejaba de pensar en el chico con  grandes esperanzas, no sabía por qué, pero sentía que tenía algo especial y aunque pareciese algo loco y descabellado…Sentía que había conectado con él, quizás el futuro les deparaba algo especial, quizás los juntaría no de forma temporal sino de una forma estable en la que pudiese escuchar todos los días esa melodía voz, donde su ángel le cantase todas las mañanas mientras lo acunaba entre sus brazos. Quizás Kim JoonMyun estaba destinado a Zhang Yixing, igual ambos estaban atados y bien enrollados en sus propios hilos rojos del destino, los cuales los encadenaban entre ellos. Quizás todo esto simplemente fuese una ilusión, una corazonada o la descabellada premonición de un brillante y cálido futuro que el rubio no podía esperar pacientemente porque la canción de ese ángel en medio del invierno, con el árbol de navidad alzándose detrás y con la guitarra en sus manos, había robado una parte del corazón de Kim JoonMyun y este, por todos los medios, deseaba que Zhang Yixing hubiese sentido exactamente lo mismo.


-Feliz Navidad, mi ángel –susurró JoonMyun con una amplia sonrisa mientras se alejaba del lugar con un cálido golpeteo en su ilusionado corazón. 


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